La tarea fundamental de los revolucionarios es
"fundir la teoría revolucionaria con el movimiento obrero espontáneo"

Si -como decían Marx y Engels- el materialismo histórico es una guía para la acción política del proletariado, y el partido revolucionario es la expresión orgánica del materialismo histórico aplicado a la lucha de clases, cuando las masas se desmovilizan, el partido, si es que no deja de existir se aletarga y las ideas marxistas desaparecen incluso de las bibliotecas. E insistimos en que vanguardia revolucionaria es un calificativo que sólo merecen quienes demuestran ser capaces de mantener la continuidad teórica y política del marxismo dentro de la necesaria discontinuidad de la lucha de clases.

Este fue precisamente el tema que expuso Lenin el 23 de diciembre de 1910 en: "Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo". Allí Lenin sistematiza el valor de la teoría revolucionaria dividiéndola en dos partes necesariamentecomplementarias y conexas. La parte del materialismo histórico referida a la base material de la sociedad, y la parte que compete al arte político de intervenir en la lucha de clases. La primera parte pasa en la sociedad moderna por comprender las leyes que presiden el movimiento del sistema capitalista, para luego aplicar estas leyes a la sociedad de un determinado país y dilucidar así la correlación fundamental de fuerzas sociales que determinan rigurosamente las tareas fundamentales correspondientes. Estas tareas son dos:

1.        Determinar el carácter de la revolución según los cambios en la tendencia general del movimiento económico en la sociedad.

2.        Prever aproximadamente los movimientos cíclicos particulares que condicionan la correlación política de fuerzas en cada período.

Supuesta la determinación del carácter de la revolución y la fase del ciclo por el que atraviesa el movimiento económico general, la segunda parte del materialismo histórico o teoría revolucionaria referida al arte político de hacer la revolución según la correlación política de fuerzas en cada momento, determina las tareas políticas inmediatas, que surgen de aplicar las conclusiones descritas en el punto 2 de las tareas fundamentales, al estudio de la situación política concreta de la sociedad en cada período. Para este estudio es indispensable recurrir al auxilio de la memoria histórica del movimiento, que aparece compendiada teóricamente en la obra donde sus más altos exponentes ideológicos y políticos dejaron testimonio de su propia praxis revolucionaria que, como la propia palabra lo indica (actividad consciente) no debe confundirse con la simple experiencia, porque lleva implícita la aplicación de la teoría revolucionaria a los hechos precedentes. Por ejemplo, el hecho de que Lenin haya podido prever el golpe de Kornilov en 1907, fue posible tras haber asimilado concienzudamente el concepto de "bonapartismo" que Marx expuso medio siglo antes en "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", analizando lo acaecido en aquél período de la historia moderna para aplicarlo a la lucha de clases en el curso de 1905/1907. Y esto no hace más que confirmar lo que todos nosotros insistimos en repetir siguiendo a Lenin, en el sentido de que "sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria".

Por último, tanto las tareas fundamentales como las tareas políticas inmediatas de la vanguardia revolucionaria organizada, están o deben estar atravesadas por la tarea irrenunciable y permanente de educación política de las masas, imprescindible tanto en el período de construcción del partido como en los momentos de dirigir el movimiento hacia la toma del poder y la construcción del socialismo.

Y en esa misma obra Lenin profundiza respecto de las tareas políticas inmediatas y directas de los revolucionarios determinadas por la situación política en distintos períodos de la lucha de clases, que es lo que aquí nos interesa desarrollar. Tomando como ejemplo lo sucedido entre diciembre de 1905 y el verano de 1910, Lenin dividió ese lapso de tiempo en dos trienios netamente diferenciados por el ritmo de la lucha de clases: uno, que termina hacia el verano de 1907; el otro, en el verano de 1910. El primer trienio se distinguió por rápidos cambios en los rasgos fundamentales del régimen político de Rusia, donde la marcha de estos cambios políticos fue muy desigual y la amplitud de las oscilaciones en ambos bandos fue muy grande.

<<La base económica y social de estos cambios de la "superestructura" fue la acción de todas las clases de la sociedad rusa en los terrenos más diversos (actividad en la Duma y fuera de la Duma, prensa, asociaciones, reuniones, etc.), una acción tan abierta, imponente y masiva como pocas veces registra la historia.>> (V.I. Lenin Op. Cit.)

Por el contrario, el segundo trienio se distinguió por una evolución tan lenta en la situación política -bajo dominio de la autocracia- que casi equivale al estancamiento. Ningún cambio más o menos apreciable en el régimen político. Y aquí Lenin se puso a observar los hechos vividos desde una perspectiva distinta. Ya que se trataba de analizar el efecto de las cambiantes correlaciones políticas de fuerzas determinadas por los bruscos virajes de la historia sobre el desarrollo del marxismo en tanto teoría, y dado que la intelectualidad en general no podía ser por entonces más que de extracción social burguesa y pequeñoburguesa, Lenin volvió sobre aquellos seis años de revolución para observarlos ahora desde esa perspectiva social extraproletaria.

Y si tal como hemos visto, la diferencia entre ambos períodos consistió en que, durante el primero las fuerzas en pugna trataban de decidir no si la historia iba hacia el capitalismo sino cómo, por qué camino y a qué velocidad, Lenin observó que en esto la burguesía apareció dividida:

<<La burguesía media y grande, situada en una posición de un liberalismo más o menos moderado, temía, por su propia posición de clase, los cambios bruscos y trataba de conservar restos considerables de las viejas instituciones, tanto en el régimen agrario como en la "superestructura" política. La pequeña burguesía rural, entrelazada con el campesinado que vive "del trabajo de sus manos", debía aspirar forzosamente a otro género de transformaciones burguesas, en las que quedase mucho menos sitio a las supervivencias medievales.>> (Ibíd)

El proletariado revolucionario, naturalmente, debió tener -y tuvo en el pensamiento y la acción política de Lenin- un lugar destacado en cuanto a la elaboración de la táctica y de la política de alianzas, obviamente durante el primer trienio. De hecho, un capítulo destacado de la táctica de la socialdemocracia revolucionaria con arreglo a su estrategia de acelerar el desarrollo capitalista eliminando todas las trabas del feudalismo, consistió en exacerbar en todo lo posible esta contradicción entre la pequeñoburguesía rural y la burguesía media y grande. Tanto como para debilitar la tendencia objetiva de la burguesía liberal a la conformación del bloque histórico de poder con la nobleza, cuya expresión política e institucional ya ensayada en Europa[2] era la monarquía constitucional. El viraje por el camino constitucional-policiaco de las tres Dumas del Estado ruso tras la insurrección de diciembre iba precisamente en dirección del cumplimiento de ese ideal político de la gran burguesía liberal. Por el contrario, durante todo el primer trienio de ese período, los bolcheviques pugnaron porque la crisis revolucionaria no se resolviera en monarquía constitucional. Lenin decía : Según lo indica la correlación de fuerzas sociales fundamentales determinada por el desarrollo económico, vamos inevitablemente hacia el capitalismo. Pero dada la debilidad y cobardía de la burguesía rusa -que sus homólogas europeas demostraron en 1848- es el proletariado quien debe encargarse de las tareas propias de la revolución burguesa. Y esas tareas fundamentales se resumían en la consigna de lucha por la "dictadura democrática de los obreros y los campesinos".

En el segundo trienio, la disputa entre estas dos fuerzas políticas por la forma de gobierno y las clases sociales que deberían protagonizar el desarrollo burgués de Rusia, dejó momentáneamente de ser un problema, porque ambas tendencias fueron aplastadas por la autocracia. El choque entre los dos métodos para transformar lo ya caduco, dejó paso a la total pérdida de fe en cualquier transformación; el espíritu de lucha fue sustituido por el de "sumisión" y "arrepentimiento" y la vocación política se ahogó en "la pasión por las doctrinas antisociales", por "la moda del misticismo, etc."

En su biografía de Lenin, David Schub ratifica esta observación de Lenin:

<<Dentro de Rusia decaían la fe y el entusiasmo de los primeros revolucionarios "profesionales" y de los estudiantes. Bajo la férula del presidente Stolypin, el gobernante que mejor supo ganarse la confianza del Zar, se inició el reflujo de la marea revolucionaria. La III Duma, gracias a los retoques efectuados en la ley electoral antes de su constitución, para imponer nuevas restricciones discriminatorias al sufragio, resultó mucho más conservadora que sus predecesoras. Y la mano de hierro de Stolypin dirigió una represión implacable y eficaz de las actividades revolucionarias y terroristas. Intelectuales y obreros desertaban, decepcionados, de las filas de la subversión para refugiarse en la ciencia, la religión o la filosofía; otros cambiaron el ascetismo revolucionario por un libertinaje desenfrenado; no pocos desembocaron en el suicidio. Los círculos revolucionarios, que pocos años antes habían alcanzado tan brillante notoriedad, degeneraron en "ligas de suicidas", "clubes de amor" y otras formas de evasión cívica.>> (David Schub: "Lenin" T. 1 Cap.6)

Lenin, cuya sólida conciencia de clase -basada en un profundo conocimiento científico de la realidad capitalista- le permitió sobreponerse a la emergente situación contrarrevolucionaria, pero no dejó sin embargo de acusar sus efectos. En Suiza, donde volvió en enero de 1908 como exiliado político, según cuenta su mujer todos los días iba a la biblioteca, pero, "por las tardes no sabíamos qué hacer (...) añorábamos la compañía de otros seres humanos. Él se ocupaba de algunas publicaciones bolcheviques, como el periódico Proletari, con cuya marcha no se sentía satisfecho. Caminando por las calles desiertas de Ginebra, un día de esas semanas de indecisión y pesimismo, me dijo: "Tengo la impresión de haber venido aquí para que me entierren." (Cfr. Krupskaya: "Recuerdos de Lenin"). Nada de eso. Según cuenta Michael Futrell en "Northern Underground" citado porStefan T. Possony, entre octubre de 1908 y noviembre de 1909, un total de 4.000 ejemplares de la publicación "Proletari" fueron enviados por correo desde Copenhague a 84 direcciones en 56 ciudades rusas. (Cfr. Stefan T. Possony: "Lenin" 125. En el extranjero)

Dos años después, cavilando acerca de los devastadores efectos del "cambio sorprendentemente brusco" entre el alza y el reflujo de la revolución, Lenin decía que todo aquello no fue producto "de la sola presión exterior", sino de la debilidad teórica del movimiento y del partido. Y explica que durante el primer trienio la revolución había devorado a capas de la población que, hasta entonces, habían vivido completamente ajenas a la política "durante generaciones enteras, durante siglos". Así surgió y se extendió el interés por abrevar en la concepción del mundo marxista, por "el nuevo estudio de los problemas políticos fundamentales, el nuevo interés por la teoría, por su abc, por su estudio desde las primeras nociones".

Tras el domingo sangriento de enero de 1905, los asalariados rusos recuperaron su ser por sí mismos despertando súbitamente de un "largo sueño" embrutecedor, pero seguidamente, perplejos ante problemas importantísimos que no supieron cómo resolver, no pudieron avanzar sin ser interrumpidos, obligados desde el segundo trienio a "retornar a las cuestiones elementales" procediendo a una nueva preparación "que les ayudara a digerirenseñanzas" de unos acontecimientos sin precedentes, para "poner a una masa incomparablemente más amplia en condiciones de avanzar de nuevo, pero ya de un modo mucho más seguro, mas consciente, con mayor confianza y con mayor consecuencia":

<<La dialéctica del desarrollo histórico ha sido tal, que en el primer período estaba a la orden del día la realización de transformaciones inmediatas en todos los aspectos de la vida del país,y, en el segundo, el estudio de la experiencia adquirida, su asimilación por capas más amplias, su penetración, si se puede expresar así, en el subsuelo, en las filas atrasadas de las diferentes clases.>> (V.I. Lenin: Op.cit.)

"El estudio de la experiencia adquirida". Estas palabras debieran golpearcomo timbales la conciencia de muchos autoproclamados marxistas, para quienes la memoria histórica es poco más que pura cronología y se sienten vanguardia revolucionaria de la clase obrera sólo porque todavía dirigen -o alguna vez lo han hecho- a una porción más o menos significativa del movimiento.

En realidad, exceptuando los relativamente breves períodos de actuación de la Liga de los Comunistas" y del "Partido bolchevique", sería una falsedad decir que el marxismo ha sido patrimonio importante del movimiento obrero políticamente organizado, y más falso aun es afirmar que se le sigue atribuyendo algún valor político. De hecho, todos los partidos y demás organizaciones con un número superior a 500 miembros que se siguen embanderando en el marxismo, nada tienen que ver ni con la concepción del mundo ni con el método de análisis político marxista.

No hay más que consultar la correspondencia de Marx y su mujer con Kugelmann, para comprobar los plagios y las groseras falsificaciones que Lassalle hacía de su pensamiento; cómo aderezaba con un falso materialismo histórico los acuerdos que cocinaba con Bismarck para integrar al proletariado alemán en el Estado de ese país, tarea que continuó y completó en toda Europa la II Internacional, a despecho de la tan desesperada como infructuosa lucha ideológica de Marx y Engels por impedirlo. Tras el breve intervalo de la revolución de octubre, la tarea destructiva del marxismo al interior del movimiento obrero internacional, fue completada con gran eficacia por los regímenes imperantes en la URSS y China, dado que consiguieron aparecer ante casi todos los asalariados del mundo como continuadores de las conquistas revolucionarias en esos dos grandes países y como albaceas testamentarios de Marx, Engels y Lenin, cuyo patrimonio ideológico y político asignaron en propiedad hereditaria a los "camaradas" Joseph Stalin y Mao Tse Tung para que lo dilapiden, como -según veremos enseguida- ese ha sido el caso.

En nuestro reciente trabajo crítico de los fundamentos y trayectoria política de la IVª Internacional, explicamos cómo desde la segunda postguerra mundial, en virtud del método y criterio organizativo de no dejar espacio en los partidos comunistas, ni para la formación teórica marxista ni para el debate ideológico libre entre sus militantes, el stalinismo consiguió que el "desarrollo" del materialismo histórico dejara de estar condicionado por los flujos y reflujos de la lucha de clases. Para ello puso en manos de la burguesía internacional todo el patrimonio ideológico y político usurpado que Marx, Engels y Lenin legaron al movimiento obrero:

<<Como producto de la síntesis histórica entre la parálisis de toda discusión al interior del movimiento obrero políticamente organizado y la onda larga expansiva del capitalismo de la segunda post guerra mundial, la tarea de formación teórica y debate de los problemas políticos del movimiento obrero se trasladó a los aparatos ideológicos de la burguesía internacional. Esto tuvo especial incidencia en los países altamente desarrollados y de desarrollo medio, donde, por exigencia del desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en el nuevo marco de la acumulación capitalista expansiva de post guerra, la enseñanza técnica superior -incluidas las técnicas de control social- dejaron de ser algo sólo accesible a una relativa minoría social y las universidades privadas de élites perdieron importancia estratégica frente a las universidades públicas de masas. No por menos ponderado, el hecho de eliminar toda disidencia política y discusión teórica al interior de los PC reconvertidos, ha dejado de ser uno de los más valiosos servicios que la burocracia stalinista ofreció en bandeja a la burguesía internacional.

Así fue cómo en las universidades del sistema, el pensamiento de Marx fue materia prima para la fabricación de un subproducto ideológico llamado "neomarxismo". La tarea principal de esta trasmutación ideológica corrió principalmente a cargo de las escuelas americana y europea de marxismo con sede en las universidades de Harvard y Francfort respectivamente, la primera fundada por Sweezy en colaboración con Baran, la segunda por Pollock y adláteres como Horkheimer, Adorno y Marcuse. Desde la década de los cincuenta hasta hoy, principalmente a instancias del neomarxismo, las universidades del sistema fueron la única fuente sustancial en que abrevaron todos los partidos de la llamada "izquierda" con influencia de masas obreras en el mundo entero. Y desde luego que a este influjo no ha escapado la IVa Internacional. De hecho, el Pablismo fue un subproducto político de las tesis burguesas acerca de la pretendida integración definitiva del proletariado en el sistema capitalista: la escuela de Harvard teorizando sobre la hipotética capacidad económica de la burguesía monopólica para garantizar la producción del plusvalor sin solución de continuidad; la de Frankfort pontificando sobre la no menos presunta imposibilidad absoluta de que las clases subalternas en la etapa monopólica del capitalismo puedan trascender políticamente "la tiranía de la racionalidad tecnológica", poder que -según parece- los pablistas hicieron extensivo al sistema soviético stalinista. De otro modo no hubieran podido explicar la proposición de sustituir la dialéctica internacional entre burguesía y proletariado por la contradicción global entre USA y URSS.>> ("El GPM ante el intento de resucitar la IVª Internacional")

Así es como a partir de la década de los sesenta han empezado a salir de fábrica los nuevos dirigentes de la llamada "izquierda revolucionaria". Ayunos por completo de voluntad política para asimilar los fundamentos más generales y abstractos del marxismo -única forma de poder pensar críticamente la práctica pretérita del movimiento, sobre todo la suya propia- una parte minoritaria de esta vanguardia autoproclamada -aun suponiendo que no sea su caso- se han venido comportando como quienes hacen política por puros intereses personales, que ante bruscos virajes en las condiciones políticas, no cambian la jerarquización de las tareas manteniendo los principios, sino que adecuan los principios al cambio en las condiciones políticas. Por eso es que se niegan a examinar la realidad global resultante, empezando por someter a debate y averiguar si las nuevas condiciones políticas han modificado la correlación fundamental de fuerzas sociales, esto es, si el movimiento económico mantiene o no la misma tendencia general: por ejemplo, como hicieron los bolcheviques ante el reflujo de la revolución de 1905, que se pusieron a averiguar si, como consecuencia de la contrarrevolución autocrática triunfante, el movimiento económico de la sociedad rusa había detenido o invertido la tendencia objetiva de su curso económico anterior, esto es, si las relaciones sociales capitalistas se estancaban o retrocedían frente a las relaciones sociales feudales remanentes, como ya había ocurrido en Europa durante la llamada Santa Alianza que acabó en la primera década del siglo XIX con el imperio napoleónico. Dilucidar esta cuestiónuna vez pasada la marea revolucionaria, según Lenin en 1909, era especialmente importante, porque si el cambio en la situación política hubiera efectivamente detenido o invertido la tendencia económica hacia el capitalismo, esto es, la correlación de fuerzas sociales favorable al capitalismo, la estrategia de poder expresada en la "dictadura democrática del proletariado y los campesinos" podría estar perdiendo actualidad política y eso cambia el carácter y la jerarquía, tanto de las tareas fundamentales como de las tareas inmediatas de los revolucionarios.

Pues bien, a la inmensa mayoría de los dirigentes "revolucionarios" del movimiento obrero políticamente organizado, todo esto de considerar la correlación de fuerzas sociales y políticas entre las clases fundamentales es algo que les trae al pairo. A ellos les basta con adecuar la línea general de sus tareas militantes a la política del día, a las cambiantes condiciones de la lucha de clases, especialmente a la que se opera entre las distintas fracciones de la burguesía. Esto es así, sencillamente porque carecen de tareas fundamentales, dado que los "fundamentos" políticos de su acción no están en la estructura económico-social de la sociedad, sino en la superestructura política.

Y el caso es que si procedieran como Marx y Lenin, si tuvieran realmente tareas políticas fundamentales e inmediatas vinculadas por la teoría revolucionaria con el movimiento económico de la sociedad, con las condiciones objetivas, tendrían que darle un valor primordial a la teoría revolucionaria; porque esa, nuestra teoría -el materialismo histórico- aplicada a la realidad económica y política, es la que permite determinar con certidumbre las tareas fundamentales e inmediatas que hacen a una práctica revolucionaria consecuente y eficaz. De proceder según esta metodología política, los empíricos del movimiento autoproclamados marxistas no disolverían a Marx en Hume; no falsificaríanel sentido materialista histórico de la segunda "Tesis sobre Feüerbach" para reclamar "libertad" política de movimientos respecto de la teoría revolucionaria en nombre de la "práctica", como si la teoría en general no formara parte de la práctica social a igual título que la práctica política; No podrían independizar sus tareas políticas inmediatas o tácticas de las tareas políticas fundamentales o estratégicas. Es que de proceder políticamente según la indagación teórica de la realidad, les estaría vedado consagrarse a la "política del día", supeditando las tareas militantes y los principios que las sustentan a las cambiantes condiciones políticas; no podrían, en fin, reducir en la práctica su estrategia a pura y simple táctica, donde el movimiento lo es todo y la meta final no es nada, que tal es la esencia del oportunismo.

Los oportunistas que se llenan la boca mencionando a Marx y a Lenin, desprecian y odian la teoría marxista. La desprecian porque no sirve a sus fines; porque para hacer la política que a ellos les apetece -esa "pequeña política" de que hablaba Gramsci, estrechamente ligada en todo momento a las cuestiones del poder en la vida diaria, la política práctica, "concretita", consistente en obtener resultados tangibles en todo momento- para eso no necesitan perder el tiempo en determinar científicamente las condiciones objetivas de la lucha de clases. Por eso desprecian la teoría. Y la odian, porque pone al desnudo lo que ellos son en el sentido de que si no saben lo que es tener tareas fundamentales que cumplir, es porque, en realidad, según su noción de la "práctica" como criterio absoluto de verdad, no quieren cambiar fundamentalmente nada -o nada fundamental- de la realidad actual en que viven:

<<Y esto es muy natural, pues, nuestra "teoría", es decir, los principios del socialismo científico, establece líneas marcadísimas para la actividad práctica, tanto con respecto a los fines, como a los medios de lucha a emplear y la forma de combatir. Por ello muéstrase en aquellos que no pretenden conseguir más que resultados prácticos, la tendencia natural a pedir libertad de movimientos, esto es, a separar la teoría de la práctica, a independizarse de aquella. Porque esta teoría se vuelve contra ellos en todo momento>>(Rosa Luxemburgo: "Reforma o revolución" V)

En cuanto a los demás, esto es, las bases partidarias comandadas por esos "dirigentes prácticos" del movimiento, dado que en su vida jamás han oído hablar de tareas fundamentales que cumplir, una vez sorprendidos por las derrotas políticas estratégicas, al no poder ya protagonizar "hechos concretos" para conseguir resultados políticos tangibles e inmediatos, esto es, clientela política de un movimiento políticamente paralizado por la violenta reacción, casi todos ellos se van desmoralizados y hasta arrepentidos a su casa y recién retoman la cosa política práctica cuando se insinúa un nuevo movimiento de masas de magnitud. Y dado que durante ese tiempo no han hecho ningún "análisis de su experiencia adquirida" ni han asumido la tarea de educación política mediante la teoría -porque no han sido preparados para ello y a su corto entender les parece más inútil que antes- al reincorporarse no pueden dejar de hacerlo desde una perspectiva ideológica más deformada que cuando militaron por última vez; incluso ideológicamente más devaluada. Y naturalmente no se dan cuenta de que así están contribuyendo a que el movimiento agregue a su historia una derrota más, calcada de la que ellos mismos padecieron.

¿Por qué desde una perspectiva ideológica más devaluada que antes? Pues, porque, durante el reflujo, carentes del estímulo y la cohesión que suponen las masas en movimiento, permanecieron aislados, totalmente inactivos y por completo a espaldas del necesario "análisis de la experiencia adquirida"[3], a merced de la propaganda enemiga y de la vida civil y cívica misma hecha más que nunca a la media de los vencedores, tanto más destructora de la ya de por sí deforme y fragmentada memoria histórica personal y colectiva, cuanto más se prolonga lo que tarda en producirse un nuevo reanimamiento de las luchas sociales:

<<La "revisión de todos los valores" en las diversas esferas de la vida social ha conducido a la "revisión" de los fundamentos filosóficos más abstractos y generales del marxismo. La influencia de la filosofía burguesa en sus más diversos matices idealistas se deja sentir entre los marxistas en forma de epidemia machista. La repetición de "consignas" aprendidas de memoria, pero no comprendidas ni meditadas, ha conducido a una amplia difusión de la fraseología huera, concretada de hecho en tendencias que no tienen nada de marxistas, en tendencias pequeñoburguesas como el "otzovismo" abierto o tímido, o como el reconocimiento del "otzovismo" en calidad de "matiz legítimo" del marxismo.>> (Ibíd)

Seguimos en la explicación de las tareas fundamentales de los revolucionarios.¿En qué consisten estas tareas? A nuestro modo de interpretar el ejemplo militante de Marx, Engels, Lenin y Trotsky, en dos tareas; esas tareas son educar y dirigir políticamente a la vanguardia amplia del proletariado, lo cual quiere decir que ambas tareas sintetizan o se integran en una sola consigna genuinamente marxista: "fundir la teoría revolucionaria con el movimiento obrero espontáneo".

Ahora bien, la tarea fundamental de educar a los asalariados en los principios de la revolución o de difundir la cultura política revolucionaria entre ellos, consiste en contribuir a que comprendan la verdadera naturaleza de la sociedad en que viven, dado que nada que no se conozca en su verdadera naturaleza puede ser transformado en otra. Tal es el valor insustituible de la teoría revolucionaria que tanto desprecian los oportunistas. Quienes niegan de hecho la necesidad de la teoría, sobre todo en momentos como éste que estamos viviendo, digan lo que digan en realidad no contribuyen a transformar la sociedad capitalista sino sólo a reformarla. Esta tarea es irrenunciable y permanente cualesquiera sean las condiciones políticas de la lucha de clases. Decisiva a la hora de iniciar la construcción del partido revolucionario. E insistimos en que la eficacia de esta tarea está en relación directa con el más o menos extenso y profundo conocimiento científico de la realidad capitalista de quienes la realizan, así como de la mayor o menor capacidad de apelar a la memoria histórica del movimiento las veces que sea necesario, como en este caso, mal o bien, acabamos de hacer nosotros aquí con la experiencia revolucionaria de 1905 en Rusia.

Obviamente, la tarea fundamental de participar en una dirección política revolucionaria de masas, sólo empieza a ser de actualidad para los revolucionarios en el punto de inflexión entre las luchas económicas esporádicas exclusivamente defensivas y las luchas masivas ofensivas por la conquista de reivindicaciones que los explotados consideran necesarias, una situación en todo caso provocada por el movimiento económico de la sociedad. Esta tarea exige el más extenso y profundo conocimiento científico de la realidad política, social y económica a transformar junto a la más absoluta consustanciación con la memoria histórica de la lucha de clases en la sociedad moderna. En este punto es importante la previsión sobre los tiempos en el movimiento económico general y los movimientos coyunturales del capital ligados a la evolución de la tasa general de ganancia, ya que es sobre la evolución de estas condiciones objetivas que la dirección tiene la responsabilidad de lograr conducir con eficacia política las luchas tácticas del movimiento con arreglo a la estrategia revolucionaria. Esto es lo que, a grandes rasgos, queremos significar cuando decimos que los elementos de la vanguardia revolucionaria deben ser ante todo, científicos sociales.

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[2]  La burguesía prusiana fue lanzada a las cumbres del poder, pero no como ella quería, mediante un arreglo pacífico con la corona, sino gracias a una revolución. Y por cuanto había sido un movimiento popular el que le había abierto el camino, no eran sus propios intereses, sino los intereses del pueblo lo que la burguesía prusiana tenía que defender ahora frente a la corona, es decir, frente a sí misma, pues a sus ojos la corona no representaba más que una pantalla por la gracia de Dios, tras que la que debían ocultarse sus propios intereses terrenales. La intangibilidad de sus propios intereses [142] y de las formas políticas correspondientes a dichos intereses debía significar, traducida al lenguaje constitucional, la intangibilidad de la corona. De aquí el entusiasmo de la burguesía alemana, y sobre todo de la prusiana, por una monarquía constitucional. Por eso, a pesar de que la revolución de Febrero y sus repercusiones en Alemania favorecían a la burguesía prusiana, pues pusieron en sus manos el timón del Estado, embrollaron sus cálculos, ya que su dominación estaba ligada ahora a unas condiciones que ella no quería ni podía cumplir. (K. Marx: "La burguesía y la contrarrevolución" Segundo artículo. Diciembre de 1848)

 [3] Por tanto, si hemos sido derrotados, no podemos hacer nada más que volver a empezar desde el comienzo. Y, por fortuna, la tregua, probablemente muy breve, que tenemos concedida entre el fin del primer acto y el principio del segundo acto del movimiento, nos brinda el tiempo preciso para realizar una labor de imperiosa necesidad: estudiar las causas que hicieron ineludibles tanto el reciente estallido revolucionario como la derrota de la revolución, causas que no deben buscarse ni en los móviles accidentales, ni en los méritos, ni en las faltas, ni en los errores o traiciones de algunos dirigentes, sino en todo el régimen social y en las condiciones de existencia de cada país afectado por la conmoción. (F. Engels: "Revolución y contrarrevolución en Alemania" I)