¿Integrar a los comicios burgueses en la táctica
de construcción del partido revolucionario?

En cuanto al criterio de comprender o integrar a los comicios burgueses en la táctica de construcción del partido revolucionario, tampoco vemos que esta innovación teórica aporte al objetivo propuesto sino al contrario. Las elecciones periódicas como forma de sublimar y canalizar la voluntad política de los asalariados para los fines de la alternancia en el gobierno de las distintas fracciones burguesas, hacen a la esencia del Estado capitalista como instrumento -en este caso- de hegemonía política de la burguesía sobre sus subordinados.

Salvo en situaciones de doble poder, el criterio de oportunidad de la celebración de elecciones lo fija discrecionalmente la burguesía, según el estado de su relación política con el proletariado. Así, en períodos más o menos prolongados de relativa inestabilidad política -como cuando una alta combatividad del proletariado se sostiene sobre un insuficiente nivel de conciencia política de clase- los golpes de Estado preventivos que median entre un período "democrático" y otro son más frecuentes y duraderos. En estos casos, las elecciones sirven como valioso auxiliar de la violencia estatal sistemática, para descomprimir la presión social derivada de condiciones de explotación severas sublimándola en el parlamento, para dividir y debilitar la pujanza de las luchas obreras y desviar el curso de su tendencia política natural.

Por el contrario, cuando los asalariados en general aceptan la disciplina laboral en condiciones de explotación compatibles con la continuidad de los negocios, están todavía más lejos de cuestionar políticamente al sistema; en ese caso, las elecciones periódicas median entre sucesivas etapas de "normalidad democrática", donde lo único que cambia es la burocracia partidaria de la burguesía eventualmente a cargo del aparato estatal. Según vuestros análisis políticos -que compartimos- tal parece ser el signo de la actual situación en vuestro país. Bajo semejantes condiciones, en medio de la completa desmovilización revolucionaria de los explotados, la táctica de "utilizar" las elecciones para construir el partido revolucionario es como poner el carro de la historia delante de la conciencia de clase proletaria.

Precisamente en medio de la completa desmovilización revolucionaria de la sociedad, esta táctica de ponerse a construir el partido "utilizando" las elecciones para fines de propaganda antisistema, supone el absoluto despropósito de echar sobre la conciencia subalterna de los explotados, la sobrecarga contrarrevolucionaria de ver legitimado el sistema "democrático representativo" por quienes lo niegan de palabra pero de hecho aparecen formando parte de él.

En semejantes condiciones, además, el contraste de una propaganda revolucionaria que a los ojos de las grandes masas y su vanguardia amplia no puede sino parecer utópica, es muy de provecho al arte político vocacional encarnado en el "voto útil" que promueven los reformistas en estos casos, hechos a la idea y los intereses bastardos de no ir con el poder político más allá de lo posible dentro del proceso de acumulación del capital. De este modo, la táctica electoral de construcción del partido escogida por vosotros se pone de hecho en flagrante contradicción con la estrategia, basada en el principio incondicional de garantizar en todo momento la política de clase independiente de los revolucionarios. Sin quererlo, pues, supeditaréis la política de clase a las elecciones burguesas en vez de supeditar las elecciones burguesas a la política de clase. En vez de "utilizar" a la burguesía seréis utilizados por ella. Por más vueltas que se le quiera dar al asunto, una vez metidos en esa trampa institucional del enemigo de clase no hay forma de salir de ella.

Pensemos en aquellos hacia quienes va dirigida la más que fugaz propaganda revolucionaria desde la tribuna electoral que ofrecen los "mas media" contrarrevolucionarios del sistema hoy. No son de los que se dan cuenta que han gravitado hacia la revolución después de haber sido devorados por ella, pero tampoco están entre los que entran en la revolución por sí mismos pugnando desde la soledad política por mover el peso muerto de la historia haciendo palanca en la moderna ciencia social. Son de los que sólo se muestran proclives a comprender y dispuestos a llevar a la práctica el discurso revolucionario, bajo el estímulo de los movimientos de masa de magnitud que ellos mismos protagonizan en primera línea del combate social. Y esto ocurre, precisamente, cuando estos movimientos resquebrajan el muro de la "normalidad democrática" y eclipsan el espejismo político de la movilización electoral. No antes.

Cuando en octubre de 1906 Lenin se puso a defender la táctica de participación de los revolucionarios en las elecciones a la II Duma de 1907, lo hizo porque el boicot a la I Duma (de Witte) había fracasado (buena parte de los electores siguieron el llamado a participar por parte de los demócratas constitucionalistas) y porque descartó en lo inmediato una nueva ola ofensiva del proletariado, aunque no dio por finalizada la crisis revolucionaria abierta con el domingo sangriento del 9 de enero de 1905.

Al margen de si la decisión de participar fue correcta o conveniente -que eso lo veremos en el punto III- lo que es importante señalar aquí es que, en esos momentos Lenin no se cansó de insistir en que el secreto de la eficacia política para enlazar cualquier táctica con la estrategia de lucha por la revolución socialista, reside en garantizar siempre la independencia de la política de clase, no sólo de palabra, sino de hecho. Y él sabía -y lo decía- que para garantizar la eficaz acción independiente de los revolucionarios en la cueva de la contrarrevolución electoral-parlamentaria burguesa, es imprescindible disponer de un significativo número de militantes revolucionarios organizados, como era el caso en ese momento del POSDR., que contaba en sus filas con una base social de decenas de miles de miembros activos probados en la actividad clandestina prolongada, lo cual se traducía en un caudal electoral nada desdeñable de entre el millón y millón y medio de votos seguros. Sobre estos argumentos de la realidad partidaria fundó Lenin la esperanza -finalmente frustrada- de evitar el aislamiento partidario en momentos de retroceso del movimiento espontáneo, intentando mantener y, en lo posible, aumentar, el patrimonio social de la revolución cuya cantera Lenin veía en la vanguardia obrera amplia:

<<La rigurosa organización de partido de los socialdemócratas, disciplina incondicional al partido, que ha sabido mantenerse en la clandestinidad a lo largo de los años, llegando a contar con 100.000 a 150.000 afiliados de todas las nacionalidades, el único partido de la extrema izquierda que mantuvo su cohesión en la primera Duma y que actuó precisamente como fracción del partido: este grado de organización de nuestro partido, será una formidable recomendación y garantía a los ojos de todos aquellos que, lejos de temer a la lucha resuelta, aspiran a ella de todo corazón, pero que no tienen la confianza en sus propias fuerzas y que no se deciden a tomar por sí mismos la iniciativa y actuar abiertamente>> (V.I. Lenin: "La socialdemocracia y los pactos electorales". Fines de Octubre de 1906)

Esto quiere decir que a los bolcheviques jamás se les hubiera ocurrido pensar en las elecciones burguesas como táctica de construcción del partido revolucionario. Un año después, haciendo un balance de lo actuado por el movimiento revolucionario ruso desde 1895, Lenin volvió sobre la trascendencia política que atribuyó a la cohesión del POSDR durante todo el período contrarrevolucionario dominado por el juego electoral y la hegemonía política del partido demócrata constitucionalista entre 1906 y 1907. Y allí, enlazando con la teoría bolchevique de construcción del partido expuesta en su "¿Qué Hacer?" (1902), se reafirmó en que esa fortaleza, cohesión y continuidad revolucionaria que demostró el POSDR durante ese duro período inmediatamente posterior a la insurrección de diciembre de 1905, se forjó a instancias de dos factores políticamente combinados:

1.        El "estrecho marco de los círculos" intelectuales revolucionarios portadores del materialismo histórico y,

2.        El periódico para toda Rusia

Y da a entender que, sin la realización de esta tarea previa de unir la teoría marxista con el movimiento obrero espontáneo completamente al margen de las instituciones de la burguesía -sin duda una de las más difíciles de todo proceso revolucionario genuino- cualquier intento de construir un partido comunista de la clase asalariada no pasaría de ser un total despropósito, una cáscara vacía por completo de contenido político revolucionario, un peligroso albur sujeto a toda clase de desviaciones y ambiciones personales:

<<Sin esta condición, la organización de revolucionarios profesionales sería un juego, una aventura, un rótulo vacío, y el folleto "¿Qué Hacer?" subraya reiteradamente que la organización defendida por él tiene sentido sólo en ligazón con la "verdadera clase revolucionaria que se lanza espontáneamente a la lucha". Pero la máxima capacidad organizativa del proletariado para unirse como clase se realiza por seres humanos y precisamente en determinadas formas orgánicas. En nuestras condiciones históricas, en la Rusia de 1900-1905, ninguna otra organización que no fuese la iskrista podía crear un tal partido obrero socialdemócrata como el que ha sido creado. Los revolucionarios profesionales han hecho su obra en la historia del socialismo proletario ruso. Y no hay fuerza capaz de destruir ahora esta obra, que desde hace mucho ha rebasado el estrecho marco de los "círculos" de 1902-1905>> (V.I. Lenin: "Prólogo a la recopilación '12 años' " Noviembre de 1907)

Con esta última declaración Lenin quiere decir que el POSDR como tal acabó de formarse bajo el influjo de los acontecimientos revolucionarios desencadenados por el "domingo sangriento" el 9 de enero de 1905.

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