3.5 .- La teleología

En el quimismo, pues, el concepto no es un objeto sino un proceso del intelecto que se determina según una finalidad. Es la teleología. Para la consecución de cualquier finalidad se requiere que el intelecto tenga plena libertad y que el concepto que lo concreta se autodetermine.

En este sentido, la teleología se contrapone al mecanismo, porque allí, al determinarse en un objeto, el concepto no demuestra ninguna autodeterminación. La resolución del quimismo en la finalidad, en cambio, pone al concepto no como objeto sino como proceso del intelecto que es libre en tanto traspasa toda determinación hasta alcanzar su finalidad. Hegel acude a Aristóteles para ilustrar sobre esta diferencia distinguiendo entre las causas eficientes del mecanismo y las causas finales del quimismo, esto es, entre la pura fuerza que actúa si más y un vector o fuerza con dirección y sentido previsto, no por la experiencia sensible -como en Whitehead- sino por el intelecto.

Por otra parte, en el mecanismo, la fuerza del concepto que actúa y determina o comprende, no es inmanente sino exterior a ella; el centro y su influencia gravitatoria, es decir lo que determina y lo determinado, están en una relación de necesidad o fatalismo mutuo de la que el concepto no puede salir. En el quimismo, en cambio, la fuerza del concepto lleva en sí y por sí su finalidad, es la fuerza cuya determinación no recae sobre un objeto sino sobre un proceso; es un concepto objetivo pero no como un existente (el sol) sino como un devenir y, por tanto, como negación de toda determinación en algo exterior o extrínseco. Es el principio activo que anuncia la libre infinitud de la idea:

<<La teleología tiene en general (y por eso anuncia) el principio superior, es decir, el concepto en su existencia, concepto que es en sí y por sí lo infinito y lo absoluto -esto es, un principio de libertad consciente en absoluto de su autodeterminación, que está sustraído en absoluto al ser determinado extrínseco del mecanismo. (...) Ya se ha recordado que la oposición entre la teleología y mecanismo es, en primer lugar, la oposición universal entre libertad y necesidad.>> (G.W.F. Hegel: "Ciencia de la lógica" Libro III Cap. 3. El subrayado y lo entre paréntesis es nuestro)

Ahora bien, la finalidad del quimismo, en tanto presupuesta en cada momento del proceso en el que el concepto se realiza en sí y para sí, es una forma, pero como tal finalidad formal, tiene por contenido a lo finito. De este modo, según se ha visto ya, la determinación resultante (C) no sería una autodeterminación del intelecto sino una exterioridad siempre finita, ajena a la infinitud de la finalidad consciente, tal como ocurre con los animales, cuya actividad finalística es una determinación del instinto conservador y reproductor de su especie, del mecanismo y del quimismo operantes en su naturaleza específica como parte de la naturaleza en general; o con la actividad del ser humano cuyas finalidades se agotan en las necesidades sociales en general o de la conveniencia individual:

<<...cuando las actividades del espíritu se contemplan sólo como exteriorizaciones, fuerzas o [facultades] en general, tal vez con la determinación de la utilidad, es decir como finalísticamente adecuadas para algún otro interés de la inteligencia o de la afectividad, no está presente entonces ningún fin último. Este sólo puede ser el concepto mismo y la actividad del concepto sólo puede tenerlo a él mismo como fin, [esto es] superar la forma de la inmediatez o de la subjetividad, alcanzarse y captarse, liberarse hasta [llegar] a sí mismo. De este modo, las llamadas facultades del espíritu en su distintividad sólo han de considerarse como peldaños de su liberación. Y eso es lo único que se debe retener para el modo de consideración racional del espíritu y de sus distintas actividades.>> (G.W.F. Hegel: "Enciclopedia de las ciencias filosóficas" Parágrafo 442)

Para comprender mejor esto último, tomemos el proceso de trabajo según la siguiente figura silogística:

El medio B actúa según la finalidad A.

C deviene objeto según B.

Luego, C deviene como A

Aquí, la finalidad A se refiere inmediatamente al objeto B que funge como medio; en un segundo momento, B en tanto medio de A determina inmediatamente a C. Por último, el objeto determinado C -distinto e independiente de B- aparece según la finalidad presupuesta en A. Tal es el proceso que Hegel atribuye a la "astucia de la razón" y que describe así:

<<El hecho de que el fin (A) se refiera inmediatamente a un objeto (B) y lo convierta en medio, como también que determine a otro objeto (C) por medio de éste, puede considerarse como una violencia (transformación), por cuanto el fin aparece de muy otra naturaleza con respecto al objeto (B), y los dos objetos (B y C) son igualmente totalidades recíprocamente independientes. Sin embargo, el hecho de que el fin (A) se ponga en la relación mediada (a través de B) con el objeto (C), e interponga entre sí y aquél un otro objeto, puede considerarse como la astucia de la razón>> (Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

Según la primera de las premisas, la actividad finalística sobre su medio, todavía es una actividad exterior al concepto, porque la finalidad presupuesta en A no coincide con el objeto (B). En la segunda premisa, la relación inmediata del medio (B) con el otro extremo (C) del silogismo, entra en la esfera del mecanismo y del quimismo según el fin presupuesto. De este modo, en el fin realizado, el concepto alcanza su autodeterminación como actividad del pensamiento, donde lo objetivo de esta actividad sobre el medio (B), es decir, los medios de producción "se desgastan por fricción mutua y se superan" (Cfr.: "Enciclopedia..." parágrafo 209)

 

Pero como la palabra fin lo indica, el contenido de esta finalidad es finito, como que cualquier objeto que se usa o consume acaba destruyéndose. Y la finitud no se compadece con el contenido infinito del concepto en tanto actividad del espíritu, esto es, como racionalidad incondicionada o autosuficiente.

Al ser determinaciones de la finalidad formal o ideal presupuesta por el intelecto, tanto el mecanismo de (B) como su producto (C) constituyen simples medios suyos en cuyo contenido dicha finalidad se mantiene o conserva, del mismo modo que el efecto contiene la finalidad que lo causa. En el traspaso teleológico de la causa al efecto, el concepto existe como causa que se conserva en el efecto o, lo que es lo mismo, el efecto contiene su causa. Por tanto, el efecto es el medio de manifestarse de la causa.

En tal sentido, todos los objetos (B) y (C) en que se realiza una finalidad, son igualmente medios según fines predeterminados por el intelecto, cuyo contenido conserva la finalidad. Pero ya vimos que el producto, el objeto (C), que debe contener el fin realizado y presentarse como la objetividad de dicha finalidad, es pecedero y, por tanto, limitado; cumple su fin no como producto, sino en el acto de ser consumido. Lo mismo aun cuando de distinto modo, lo que tiene que ser empleado (B) para la realización de un fin (C), y ser adoptado esencialmente como un medio, es un medio, pero sólo de acuerdo con su destinación de ser empleado y consumido (productivamente):

<<Una casa, un reloj pueden aparecer como los fines, frente a los instrumentos empleados para producirlos; pero las piedras, las vigas, las ruedas, los ejes, etc., que constituyen la realidad del fin, lo realizan por medio de la presión que resisten, por medio de los procesos químicos a los que están expuestos al absorber la luz, el agua que ellos sustraen al ser humano, por medio de su roce, etc.

Realizan así su destinación sólo por medio de su consumo y destrozo, y corresponden a lo que deben ser, sólo por medio de su negación. No están vinculados de modo positivo con el fin, porque tienen su determinación (no dentro de sí mismos sino) junto a él, solamente de modo extrínseco, y son fines sólo relativos, o esencialmente tan sólo medios>> (Ibíd)

De todo lo dicho hasta aquí sobre la finalidad, se concluye que todos los objetos (B) y (C) son contenidos limitados o perecederos que la ilimitada forma absoluta del pensamiento determina como concepto objetivo, pero que tiende a relativizar y traspasar libremente. Este determinar y traspasar el concepto objetivo por parte del pensamiento libre es lo que Hegel desarrolla en la sección tercera del último libro de su "Ciencia de la lógica" bajo el título de: "La idea".

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