Capítulo 3 – La doctrina del concepto
3.1 .- El concepto subjetivo

En nuestro tránsito por el camino de la Lógica, habíamos partido del ser inmediato abstraído de todo pensamiento y actividad del sujeto, como objeto de la sola y pasiva intuición y representación sensible correspondientes a la etapa de la recolección en los albores de la humanidad. Pasamos luego a la negación de la pura inmediatez, al ser en sí o ser mediado por la actividad del sujeto, al capítulo de la esencia puesta por la sustancia del trabajo social (por la reflexión según Hegel) en aquél ser originario. El tercer momento, el del concepto, constituye la negación de la negación o retorno del ser puesto a la inmediación, pero no ya como pura representación sensible sino como autodeterminación u objetividad por sí, donde sujeto y objeto se corresponden al interior de una misma unidad plena de significado. Para Hegel, esta unidad o correspondencia de significado unívoco entre sujeto y objeto reunidos en el concepto es la verdad, donde el ser inmediato y la esencia quedan contenidos o conservados al mismo tiempo que superados. En tanto objeto que contiene la racionalidad o sustancia del sujeto, la verdad -que ya estaba puesta, primero como parecer de la esencia en el ser inmediato, y luego como aparecer o forma de manifestación en el fenómeno, se revela ahora por sí misma en el concepto, tal como el trabajo social enajenado bajo la forma de valor en una moneda de oro:

<<Lo inmediato abstracto es, sin duda un primero; pero, como tal abstracto (abstraído de todo pensamiento o actividad transformadora) es más bien un mediado (por la intuición y la representación ancladas en la sensibilidad), del que por ende, si hay que comprenderlo en su verdad, hay que buscar antes la base. Por consiguiente, ésta tiene que ser propiamente un inmediato, pero de manera tal, q ue se haya convertido en inmediato por medio de la superación de la mediación (de la actividad racional del sujeto en el concepto).

De este lado, el concepto debe ante todo ser considerado en general como el tercero con respecto al ser y la esencia, esto es, a lo inmediato y la reflexión. Ser y esencia, por lo tanto, son los momentos de su devenir; pero él (el concepto) es la base y verdad de ellos, considerada como identidad, donde ellos han perecido y están contenidos. Ellos están contenidos en el concepto porque éste es su resultado; pero ya no están en él como ser y como esencia; sino que tienen esta determinación solo porqueno han vuelto todavía a esta unidad suya.>> ( G.W.F. Hegel: "Ciencia de la lógica" Libro III Advertencia. Lo entre paréntesis es nuestro)

Una vez determinados y unidos por la actividad del sujeto los elementos contradictorios (esencia y apariencia) que constituyen la realidad efectiva de cada ser, el pensamiento avanza en el despliegue de sí mismo creando la categoría del concepto, donde el ser y sus diferenciaciones cualitativas (otra forma de hablar de esencia y apariencia) son reunidas ahora en una totalidad inteligible. Hegel analiza el concepto y descubre tres aspectos: el concepto subjetivo, el concepto objetivo y la teleología.

El concepto subjetivo comprende, a su vez tres momentos: el universal, el particular y el individual. Decíamos más arriba que, para Hegel, lo primero es el pensamiento universal o la universalidad del pensamiento al modo de una semilla; y que en la tarea de realizarse debe empezar por ser una identidad abstracta, pensamiento puro o simple potencialidad sin contenido alguno: el ser. La universalidad del concepto también es lo más simple y general del pensamiento, pero no como una identidad abstracta consigo mismo o como una forma vacía o pura, sino como un pensamiento determinado cuyo saber de sí mismo a través de las formas de manifestación o diferenciaciones cualitativas de lo existente le permite ahora concretarse dotándose de un contenido: la esencia. Así es como deja de ser una identidad de lo abstractamente simple para convertirse en una universalidad que abarca y comprende las múltiples realidades efectivas en que deviene lo existente.

La particularidad del concepto es la universalidad que se niega como tal para determinarse como individualidad, que sale de sí como universalidad abstracta para concretarse en la individualidad por medio de un particular. En el momento de la particularidad, el concepto es, al mismo tiempo, universalidad y determinación manifiesta, la unidad de ambas, donde la sustancia está en lo universal. Por ejemplo, cuando hablamos de un mamífero. Aquí, el pensamiento ya ha traspasado la categoría simple, abstracta y vacía del ser y se concreta, se da un contenido; es el universal animal que se particulariza en tanto mamífero. Las especies se diferencian entre si pero se catalogan según lo universal: el género (en este caso la categoría de mamífero), que no admite diferencia y permanece idéntico a sí mismo. Por tanto, los particulares son lo que son en virtud del universal que, al mismo tiempo que sustancia es sujeto, porque determina.

<<Lo particular contiene la universalidad, que constituye su sustancia; el género se halla inmofdificado en sus especies; las especies no son diferentes de lo universal, sino solamente entre ellas. Lo particular tiene, frente a los otros particulares con los que se relaciona, una y la misma universalidad. Al mismo tiempo, la diversidad de aquellos a causa de su identidad con lo universal es, como tal, universal. Es la totalidad. (...) sea, la particularidad es, de nuevo, nada más que la universalidad determinada. El concepto, en ella, se halla fuera de sí; y por cuanto es el concepto (en tanto universal concreto) que está allí fuera de sí, lo universal abstracto contiene todos los momentos del concepto; es a) universalidad; b) determinación; c) simple unidad de ambas>> (G.W.F. Hegel: "La ciencia de la lógica" Libro III Cap. I § B)

Finalmente, el individuo es la negación de la negación de lo universal. Dicho de otro modo, en el individuo lo universal completa su concreción. Este momento del entendimiento está en la base lógica del juicio. Mediante el juicio, el entendimiento liga la existencia de los seres, de las cosas, a su sustancia universal. Por ejemplo: "Cayo es mortal". Aquí, el entendimiento une estos dos extremos (individual y universal) de modo inmediato. Pero el caso es que el juicio no es la forma racional adecuada para determinar por sí el carácter universal de una individualidad. Porque lo universal es la unidad de multiples determinaciones o propiedades, y el individuo como tal, es lo indeterminado. Cayo es Cayo. Pero ésta es una identidad abstracta, indeterminada, una identidad de la que nada se sabe. Por lo tanto, lo que puede contener de universal una individualidad no surge de su relación inmediata y directa con lo universal sino a través de su relación con un otro, con un particular. Esta relación de lo individual con lo univedrsal a través de lo particular es el silogismo compuesto de tres juicios. Por ejemplo:

Todos los humanos son mortales

Cayo es humano

Luego, Cayo es mortal.

Aquí, para que el sujeto del tercer juicio esté comprendido en el predicado universal de ser mortal, es necesario que se relativice en una particularidad, que muestre poseer la cualidad particular de ser humano que expresa el segundo juicio, cuando sale de su absoluta indeterminación como pura individualidad.

<<I-P-U es el esquema general del silogismo determinado. La individualidad se une con la universalidad por medio de la particularidad; lo individual no es de inmediato universal, sino por medio de la particularidad; y viceversa tampoco lo universal es de inmediato individual sino que se deja rebajar a esto por medio de la particularidad>>

Desde el punto de vista marxista el valor económico es, a la economía política, lo que el concepto es a la lógica del conocimiento. Pero un objeto cualquiera, por si mismo, como individualidad, no muestra o acredita el carácter de contener el universal del valor económico o de pertenecer a él. Para eso tiene que relacionarse con una mercancía, con otro objeto particular valioso, que sí participa de lo universal propio de la economía política. El mismo silogismo de existencia, pues, puede expresarse de la siguente forma:

Todas las mercancías contienen valor

El objeto M’ es una mercancía

Luego M’ contiene valor

A través de su relación con objetos particulares como la mercancía M, el objeto M’ demuestra o acredita contener la universalidad del valor que la comprende u homologa como objeto económicamente valioso.

Se determina como tal. Por lo tanto, según Hegel, en el pensamiento universal está la energía, la fuerza, el sentido y finalidad de todas las cosas de este mundo. El pensamiento es:

<<...el verdadero principio universal de toda existencia, tanto natural como espiritual; domina y abraza todas estas cosas y se encuentra en la base de todo>> (G.W. F. Hegel: "Enciclopedia" § 4, Adic.)

Tal es, pues, el proceso mediante el cual el pensamiento (en nuestro ejemplo bajo la forma del objeto M’) participa de la categoría de lo universal. Pero como pensamiento individual. De ahí que Hegel lo defina como concepto subjetivo.

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