El resultado teórico de una
inconsecuencia metodológica

El error de Rosa Luxemburgo y sus seguidores, consiste en haber considerado los esquemas de la reproducción según aparecen en el Libro II de "El Capital", como expresión de la realidad concreta y acabada del capitalismo. Así, Mitchell presenta la simple posibilidad abstracta de las crisis del capitalismo tal y como aparece expresada en la doble metamorfosis entre el capital dinero y el capital mercancía operado en el proceso de circulación del Libro II -aislado del proceso de reproducción en su conjunto- como una de sus causas, que él arbitrariamente denomina "posibilidad primera". Como veremos, según la concepción subconsumista esta posibilidad es primera en tanto primordial, ya que explicaría el carácter transitorio del capitalismo, su tendencia al derrumbe, en la que, al parecer, se inscribe eclécticamente la ley marxista del descenso tendencial de la tasa de ganancia como "segunda posibilidad" supeditada a la primera.

De este modo, el descenso tendencial de la tasa de ganancia sólo explicaría las crisis periódicas como simples interrupciones en la marcha hacia el derrumbe del proceso de acumulación presidido por la lógica subconsumista general de la "primera posibilidad", esto es, por el "sencillo sentido común", según el cual, el hecho de que el capitalismo produce más plusvalor que la limitada capacidad de consumo de los productores directos, queda un residuo sólo realizable al exterior de las relaciones de producción capitalistas. Esta lógica se despliega históricamente a partir de la contradicción entre producción y consumo, de modo que según progresan las fuerzas productivas y la acumulación, el sistema capitalista se expande hasta que transforma la geografía humana mundial en una sociedad donde no existen más que patronos capitalistas y obreros. Según el "sentido común" de Rosa y sus discípulos del movimiento, en esas condiciones desaparecen las "terceras personas" al exterior del sistema con capacidad de compra para colocar el residuo de plusvalor no realizable, y el sistema capitalista desemboca en el estancamiento permanente por falta de demanda y dinero adicional suficiente que garantice la contiunidad de la reproducción ampliada.

Con estas conclusiones, dando por válidas circunstancias totalmente irreales producto de supuestos metodológicos provisionales, como que las mercancías se intercambian por sus valores, Rosa Luxemburgo rompió con el método de Marx convirtiendo arbitrariamente la posibilidad abstracta de las crisis en necesidad o causa del derrumbe capitalista. Semejante alejamiento de la realidad sólo puede ser fuente de contrasentidos teóricos, como el de haber aceptado que la ganancia media rige el intercambio de mercancías, al tiempo que analiza el problema de la realización del plusvalor en un esquema que se desentiende por completo de la ganancia media.

Para no complicar demasiado las cosas, supongamos un esquema de reproducción simple donde la escala de la producción y la relación de valor entre los componentes constante y variable del capital en los dos sectores no cambia, porque todo el plusvalor obtenido se consume improductivamente. En la medida en que se verifica una acumulación, a los efectos del asunto que nos ocupa, esta ficción de la reproducción simple puede ser considerada como un factor demostrativo de la acumulación y no cambia las necesarias conclusiones:

 

Capitales

Cap.const.

cap.var.

Tasa de pl.

plusvalor

Valor del producto

Tasa de ganancia

I)

4.000Cc

1000Cv

100%

1000

6000

20%

II)

2.000Cc

1.000Cv

100%

1000

4000

33%

Para que se mantenga la situación de equilibrio entre los dos sectores, la suma del valor y del plusvalor del sector I (producción de bienes de consumo productivo) debe se igual al valor del capital constante empleado por el sector II (producción de bienes de consumo final o individual): I (Cv + Pl.) = II (Cc), o sea: I (1.000v + 1.000Pl. = II (2.000Cv.). Los 4.000Cc del sector I se realizan a través del intercambio entre capitalistas del mismo sector. En cuanto a los II (1.000Cv. + 1.000pl) que corresponden al salario de los trabajadores y al plusvalor de los capitalistas del sector II, se intercambian entre los mismos trabajadores y sus respectivos capitalistas al interior del mismo sector.

La cosa cambia cuando pasamos a la reproducción ampliada, donde los capitalistas destinan parte del plusvalor obtenido a ser capitalizado. En ese caso, el problema se traslada al sector II, donde el plusvalor de los capitalistas productores de bienes de consumo deben realizar o vender el plusvalor contenido en sus respectivos productos, convertirlos en dinero antes de poder ampliar cada uno de ellos la escala de su producción. Pero el caso es -observa Rosa- que en el sistema esa magnitud de valor sólo está presente bajo la forma de bienes de consumo final. ¿De dónde, pues, sale el dinero y los medios de producción adicionales que permitan realizar la parte de plusvalor destinada a ampliar la escala de la producción en los dos sectores?

Evidentemente, bajo el supuesto ficticio o irreal de que las mercancías se venden por sus valores y cada sector realiza su ganancia individual, esta pregunta no tiene respuesta. Pero si consideramos la situación desde el punto de vista ofrecido en el Libro III, el asunto toma un cariz distinto. Allí Marx demuestra que a instancias de la competencia intercapitalista y del movimiento de capitales de un sector de la producción a otro según las distintas tasas de ganancia individuales o sectoriales, los valores se convierten en precios de producción a instanciaas de una tasa de ganancia media que determina distintas masas de ganancia según la magnitud del capital comprometido. Y esto es algo verificable empíricamente. De este modo el esquema anterior se transforma en otro distinto:

 

Capitales

C.onstante

C. variable

Plusvalor

Precio de costo

Valor

Tasa de ganancia

Precio de producción

Desviación del precio respecto del valor

I

4.000

1.000

1.000

5.000

6.000

25%

6.250

+250

II

2.000

1.000

1.000

3.000

4.000

25%

3.750

-250

Lo que demuestra este esquema, es que la reproducción del capital se realiza según las exigencias de la ley del valor. En este caso nos está diciendo que en la sociedad había demasiado plusvalor producido en el sector uno y, por tanto, demasiados bienes de consumo final, no porque la demanda solvente fuera insuficiente, sino porque la masa de ganancia en ese sector excedía las magnitudes del capital allí comprometido. Por esa "razón", el precio de producción de las mercancías producidas por el sector II deberá bajar hasta ponerse por debajo de su valor individual en 250 unidades monetarias, y en 250 por encima de su valor en las industrias del sector I. Todo ello para que la parte del plusvalor producido en exceso por la industria del sector II pueda transferirse al sector I que, de ese modo, acumulará más capital y crecerá desigualmente respecto del sector II. La diferencia de plusvalor capitalizado ahora por cada uno de los dos sectores, traduce las distintas magnitudes del capital invertido en uno y en otro, en virtud de una tasa de ganancia media común a los dos. Y éste es un proceso que no se lo ha inventado Marx, sino que se opera por medio de las competencia en ese fetiche llamado mercado, completamente a espaldas de los agentes de la producción capitalista:

<<Si las mercancías se venden a sus valores, se originan, tal como se ha expuesto, tasas de ganancia muy diversas en las diversas esferas de la producción, según la diversa composición orgánica de las diversas cantidades de capital invertidas en ellas. Pero el capital se retira de una esfera de baja tasa de ganancia y se lanza a otra que arroja mayores ganancias. En virtud de esta constante emigración e inmigración, en una palabra, mediante su distribución entre las diversas esferas, según que en una disminuya la tasa de ganancia y que en otra aumente, el capital origina una relación entre la oferta y la demanda de naturaleza tal que (como ocurre en la física con el experimento de los vasos comunicantes) la ganancia media se torna la misma en las diversas esferas de la producción, y en consecuencia los valores se transforman en precios de producción (precio de costo + ganancia media). El capital logra esta nivelación en mayor o menor grado cuanto más elevado sea el desarrollo capitalista en una sociedad nacional dada, vale decir, cuanto más adecuadas al modo capitalista de producción sean las condiciones del país en cuestión.>> (K. Marx: Op. cit Libro III cap. X. Lo entre paréntesis es nuestro)

Más tarde, si los precios de mercado de las mercancías en cualquier rama se ponen por encima o por debajo de los precios de producción, la nivelación se produce por aumento o disminución de la producción, es decir, de la oferta de las mercancías respectivas puestas en el mercado por los capitales industriales a instancias de la inmigración o emigración de capitales entre las ramas donde se operan los desequilibrios. En síntesis, el movimiento del capital productivo determina los precios de producción que permiten repartir los beneficios entre los capitalistas industriales según el monto del capital invertido por cada uno de ellos, resultado que depende de tres factores:

  1. la masa de plusvalor producida por el capital global
  2. la tasa general o media de ganancia, es decir, la relación entre esa masa total de plusvalor y el capital global en funciones
  3. la competencia entre los capitales particulares por la búsqueda del máximo beneficio.

De este modo, lo que realizan u obtienen los distintos empresarios capitalistas no es el plusvalor producido en sus empresas sino el que corresponde a sus precios de producción determinados por el mercado como resultado de la competencia intercapitalista. Como se puede apreciar, la nivelación de la tasa de ganancia que provoca la teransferencia de plusvalor del sector II al sector I elimina el residuo invendible o irrealizable que Rosa creyó ver en el esquema de la reproducción utilizado por ella, donde las mercancías se venden por sus valores.

La tasa de ganancia media fija los precios de producción y la composición orgánica media, esto es, el tiempo de trabajo socialmente necesario, concepto que, de tal modo, aparece en su determinación plena de significación económica. En efecto, el grado de desarrollo específico de la fuerza social productiva del trabajo es diferente en cada esfera particular de la producción, siendo más alto o más bajo en la misma proporción en que sea mayor la cantidad de medios de producción o "trabajo muerto" (máquinas, materias primas, etc) puesta en movimiento por determinada cantidad de trabajo vivo, es decir, por determinado número de asalariados con una jornada laboral dada. Por lo tanto, a los capitales que contienen una mayor proporción relativa de capital constante, es decir, menos capital variable que el capital social medio (menor empleo relativo de asalariados por unidad de capital fijo utilizado), Marx le denomina capital de composición alta. En nuestro ejemplo, el capital del sector I. A la inversa, capitales como el del sector II que emplea mayor cantidad de asalariados por unidad de capital constante, son catalogados como capitales de composición baja. Por último, los capitales de composición orgánica media son aquellos cuya masa de plusvalor producida coincide con la realizada según la cuota de ganancia media, a unos precios de producción que no difieren de sus valores. Esta situación se ilustra según el siguiente cuadro sinóptico:

 

Capital a)

90cc + 10cv + 10pv = 110

(precio de producción = 120)

Capital b)

80cc + 20cv + 20pv = 120

(precio de producción = 120)

Capital c)

70cc + 30cv + 30pv = 130

(precio de producción = 120)

Aquí, el capital b) representa la composición orgánica media, según la cual, el valor de las mercancías producidas por este capital coincide con el precio de producción fijado por el mercado, y la tasa de ganancia individual con la media válida para el resto de los capitales. Según esta lógica, el plusvalor total producido = 60 se reparte entre los tres capitales según la masa de capital con que cada uno de ellos participa en la explotación del trabajo asalariado. En este caso, como los tres capitales participan por igual, el plusvalor se divide por tres = 20. Por lo tanto, el capital c) que ha producido 30pv cede 10pv al capital a) de mayor composición orgánica, mientras que el capital b) -cuya composición orgánica coincide con la media- produce y realiza la misma masa de plusvalor según la tasa de ganancia media.

Para comprender mejor este asunto, supongamos ahora que estos tres capitales pertenecen a la misma esfera de la producción, que en conjunto fabrican 10.000 unidades de la misma índole y aproximadamente de la misma calidad. Para que estas mercancías se vendan al precio de producción determinado por la tasa de ganancia media, es decir, de acuerdo con el trabajo socialmente necesario contenido en ellas, las 10.000 unidades producidas y ofertadas se deben corresponder con las necesidades sociales solventes, esto es, con la cantidad demandada por quienes pueden pagar. En ese caso, el capital a) de una composición orgánica superior a la media, obtiene una ganancia extraordinaria de 10, mientras que el capital c) con la composición orgánica más baja, no puede realizar todo el plusvalor contenido en sus mercancías, de modo que a) realiza una ganancia extraordinaria de 10 a expensas de c) que habiendo producido valores por 130 tiene que vender esa producción a 120:

<<Cuando la oferta de las mercancías al valor medio, es decir, al valor medio de la masa ubicada entre ambos extremos (capital b), satisface la demanda habitual, las mercancías cuyo valor individual se halla por debajo del valor de mercado (capital a) realizan un plusvalor extraordinario o plusganancia, mientras que aquellas cuyo valor individual se halla por encima del valor de mercado (capital c) no pueden realizar una parte del plusvalor contenido en ellas>> (Ibíd. Lo entre paréntesis es nuestro)

Ahora bien, si la masa de productos fabricados excediese las necesidades solventes a la tasa de ganancia media que permite realizar los precios de producción o valores de mercado, se habrá dilapidado una parte del trabajo social, entonces las mercancías pasarán a representar una cantidad de trabajo menor que el efectivamente contenido en ellas, porque los precios de mercado determinados por la oferta y la demanda se pondrán por debajo de los valores de mercado o precios de producción; y esto se produce como parte del curso normal de los negocios, en ausencia de crisis y sin que sea causa de ellas. A la inversa ocurriría si la oferta no fuera suficiente para satisfacer la demanda efectiva porque el volumen del trabajo social contenido en determinada mercancía resultará demasiado pequeño para el volumen de la particular necesidad social solvente que debe satisfacer ese producto. Si el exceso de oferta determina que se venda por debajo de los valores de mercado, esto permite ampliar el volumen de las necesidades solventes en la medida en que se incorporan nuevos demandantes cuyos niveles de ingreso les mantenían marginados del mercado. Por el contrario, si la oferta no es suficiente y se vende por encima del valor de mercado, se contraen las necesidades sociales de esa mercancía y se realizan masas menores de ellas.

Esto quiere decir que la oferta y la demanda regulan los precios de mercado o, mejor dicho, las desviaciones de los precios de mercado respecto de los valores de mercado o precios de producción. Pero los valores de mercado regulan la oferta y la demanda en tanto constituyen el centro de gravedad en torno al cual las fluctuaciones de la oferta y la demanda hacen oscilar los precios de mercado. Las desviaciones de los precios de producción respecto de los valores, tal como se presentan en la realidad, no son oscilaciones transitorias como es el caso de los precios de mercado. Es la transformación de los valores en precios de producción la que determina y explica las desviaciones estables o permanentes respecto a los precios de mercado. La tendencia objetiva gravita no en dirección a la realización de los precios de mercado según la oferta y la demanda de las mercancías, sino de los precios de producción según la tasa de ganancia media. Ahora bien, sin el referente teórico último del valor, del tiempo de trabajo social efectivamente empleado en la producción del universo de las mercancías antes de su ingreso en el mercado, todo el mecanismo "celeste" de la circulación del capital sería un caos. Y esta es otra de las enseñanzas que ilustran los esquemas de la reproducción del Libro II.

La dificultad que ofrece el objeto de estudio mismo –y la resistencia del intelecto sometido por las clases domiantes- a la hora de hacer inteligible el fenómeno de la formación de los precios de mercado, consiste en el arraigado prejuicio de pensar la realidad económica de la sociedad moderna como si el capital no tuviera nada que ver en ello, como si se tratara de un simple movimiento de mercancías, como si desde los tiempos de la producción mercantil simple no hubiera cambiado nada. En la sociedad capitalista, donde no sólo se producen valores de uso sino valores y no sólo valores sino sobre todo plusvalor, es la interacción de los capitales y el movimiento de la ganancia lo que determina el movimiento de las mercancías y no al revés:

<<Toda la dificultad se produce por el hecho de que las mercancías no simplemente se intercambian como mercancías sino como producto de capitales que exigen una participación en la masa global del plusvalor, una participación proporcional a la magnitud de los capitales, o igual en el caso de tratarse de capitales de igual magnitud. Y el precio global de las mercancías producidas por un capital dado en un lapso dado debe satisfacer esta exigencia. Pero el precio global de estas mercancías es sólo la suma de los precios de las diversas mercancías que constituyen el producto del capital>> (Ibíd)

Marx dice que la tasa general de ganancia es la fuerza impulsora de la producción capitalista y constituye la ley reguladora de la sociedad capitalista. Por la misma razón, para Marx, la ley fundamental de la competencia capitalista no es la ley que regula la oferta y la demanda entre mercancías (los precios de mercado) sino la ley que rige la competencia entre capitalistas (la tasa de ganancia media), que regula la distribución del plusvalor entre ellos según la masa de capital con la que cada uno participa en el común negocio de explotar trabajo asalariado. Rosa Luxemburgo no ignoraba este aspecto central de la obra de Marx y así lo señala en el capítulo IV de "La acumulación del capital":

<<Por consiguiente, el capital social total y su contrafigura, la plusvalía social total, no son sólo magnitudes reales de existencia objetiva, sino que su relación, el beneficio medio, dirige y guía -por medio del mecanismo de la ley del valor- el cambio entero, es decir, las relaciones cuantitativas de cambio de las diversas clases de mercancía, con independencia de sus relaciones de valor (...) En una palabra: el capital social domina completamente, por medio de la cuota media de beneficio, los movimientos en apariencia independientes de los capitales individuales>> (Op. Cit.)

Sin embargo, a la hora de analizar la reproducción del capital en esa misma obra, Rosa no ha aplicado las debidas enseñanzas metodológicas que encierra el párrafo que acabamos de citar. Introduce al lector en el estudio de la reproducción aceptando que la ganancia media dirige todo el intercambio de mercancías y el proceso de acumulación en cada sector del capital social global según la masa con la que participa, pero procede con total desconsideración de esta conclusión científicamente demostrada por Marx en el Libro III. La tesis que pone la causa del derrumbe capitalista en la insolvencia del proletariado o en la superproducción de bienes de consumo individual rompe con el materialismo histórico en razón de que invierte la prelación entre sustancia y accidente, en que traslada la causa del derrumbe fuera de la lógica del sistema aplicándole la lógica de la reproducción simple.

Lo razonado hasta aquí, desde la creación de los valores hasta su transformación en precios de mercado a instancias de los precios de producción, sólo comprende al capital productivo que participa en la producción del valor y del plusvalor, pero excluye al capital improductivo, comercial, bancario y rentístico, que participan del reparto del plusvalor pero no lo producen. De modo que la transformación de los valores en precios de producción y la nivelación de las distintas tasas de ganancia particulares en una tasa de ganancia industrial media, es insuficiente para explicar la ganancia de las otras fracciones del capital. Para explicar el comportamiento del capital improductivo es necesario avanzar hacia un grado más de aproximación a la realidad del capitalismo. Sólo de este modo se alcanza la "forma definitiva" de la tasa general de ganancia media, después que los precios de producción se han transformado en precios comerciales, tasa de interés y renta territorial, a través de los cuales la ganancia media del capital productivo se estrecha o restringe para permitir la acumulación del capital improductivo, de modo que cuanto mayor sea su masa en funciones, menor será la tasa de ganancia media del capital productivo.

Y claro que el dinero necesario para las transacciones comerciales en tiempos de Marx salía de las minas de oro -según el mismo arbitrio de la ley del valor- aun cuando para producir oro hubiera que aumentar la escala en la producción del sector I, del capital productivo, a costa del sector II; exactamente igual que hoy ocurre con el dinero fiduciario, sólo que, obviamente, la obligada detracción en la inversión de capital productivo es inmensamente menor, tanto como la diferencia de valor entre uno y otro soporte material del signo monetario. Son las necesidades de valorización del capital las que, en última instancia, determinan la cantidad de dinero y la proporción de cada mercancía particular en circulación, y no la demanda efectiva de consumo final como pensaba Rosa cuando preguntó inquisitorialmente de dónde salía el dinero para realizar el plusvalor contenido en los bienes de consumo final. Y para quienes siguen opinando que los esquemas de la circulación del Libro II no sirven para nada, ésta es la demostración más elocuente de su importancia científica y pedagógica.

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