La conversión de la deuda privada en deuda pública:

Verdadera estafa a los contribuyentes norteamericanos

Unos cien bancos —todos localizados en el distrito de Nueva York, junto con otros tres o cuatro de entre los más grandes, forman parte del Sistema de la Reserva Federal, una especie de holding bancario privado regido por una Junta de Gobernadores, cuyo presidente es designado por el Presidente en funciones de los EE.UU. decisión que debe ser confirmada por el senado. Esto le confiere la apariencia de ser un organismo estatal, pero en realidad, sus decisiones no son aprobadas por ningún cargo político ni comisión delegada de las ramas ejecutiva o legislativa del Estado. Por tanto, su función en la práctica está por sobre todas las cosas orientada a servir a los intereses privados que controlan la Reserva Federal.

Con sede central en Wall Street, este engendro fue creado el 23 de diciembre de 1913 en virtud de la Ley de Reserva Federal (Federal Reserve Act), según la cual todos los bancos nacionales quedaron vinculados al Sistema de la Reserva, cuya principal función consistió en detentar el monopolio de emitir dinero, sin lo cual, se pierden las facultades accesorias de fijar las tasas de interés y regular la cantidad de dinero en circulación. De la importancia decisiva de tales funciones da prueba el hecho de que, en junio de 1963, John F. Kennedy, entonces presidente de EEUU, ordenó que el Departamento del Tesoro sustituyera a la Reserva Federal en su exclusiva facultad de emitir dólares americanos, moneda convertida ya, por entonces, además, en patrón de los intercambios internacionales. En noviembre de ese mismo año Kennedy fue asesinado. Pero los teros del staff que dirige los mass media en el mundo entero cantaron sobre la cabeza de ese pobre desgraciado llamado Lee Harvey Oswald.

El hecho de que el dólar controlado por el “Sistema de la reserva Federal” sea omnipresente como Dios en la realización del 80% de las transacciones internacionales, del 70% de las importaciones y exportaciones mundiales y de la casi totalidad del comercio petrolero, permite concluir en la idea de que los distintos Estados nacionales tienen ya muy poco que decir y hacer respecto del curso privado que siga la economía mundial. Que el Sistema de la reserva Federal obre como un prestamista de "servicios financieros" al Estado norteamericano, y que el pago de los intereses devengados por tales préstamos deban correr por cuenta del Tesoro de los EE.UU. a los bancos de la Reserva Federal —vía impuestos que pagan los contribuyentes—, es prueba evidente de que la mayor parte de los fondos líquidos existentes en el mundo actual son fondos líquidos privados que, a través de ese eufemismo llamado “rescate” a instancias del Estado de empresas quebradas o con dificultades financieras insalvables, y que la crisis no hará más que centralizar esa propiedad de los fondos líquidos privados todavía más en menos propietarios.

Así, el banco “JP Morgan Chase”, uno de los grandes miembros de la Reserva Federal autorizado por ese mismo organismo para la compra de otro grande, el “Bear Stearns”, también intervino en la "liquidación" del gigante “Lehman Brothers”, y en el “rescate” (compra) de Washington Mutual (WaMu), la mayor caja de ahorro de EEUU con más de U$S 140.000 millones. Según el mismo “modus operandi” autorizado y con aval del Sistema de la Reserva Federal, el conglomerado Citigroup compró las operaciones del banco Wachovia, otro de los grandes con problemas a raíz de la crisis financiera global. El Citigroup asumirá también hasta U$S 42.000 millones en pérdidas en un fondo de préstamos por 312.000 millones de dólares en manos de Wachovia. Por medio del Sistema de la Reserva Federal, la “Corporación Federal de Seguro de Depósitos” (FDIC), absorberá el resto de las pérdidas y, en compensación, tomará una participación en Citigroup. De la misma manera, la “Corporación Federal de Seguro de Depósitos”, (FDIC), tomó el control de “Washington Mutual” e inmediatamente vendió las operaciones bancarias a “JPMorgan Chase” por 1.900 millones de dólares, convirtiendo una operación estatal en privada. En síntesis, el Sistema de la Reserva Federal asume el "salvataje" de las entidades con dificultades insuperables y lo "deriva" a la red de bancos privados que hacen negocio con los intereses y el proceso de compras y fusiones:

<<Esto indica, claramente, que el Estado norteamericano, desde el punto de vista económico–financiero, es "público" en materia de recaudación [de dinero líquido] vía impuestos gravados al conjunto de la población, y "privado" en materia de utilización, control y regulación de esos fondos públicos “propiedad” del pueblo estadounidense [a través del Sistema de la Reserva Federal].

Este concepto es central para entender [comprender] la manipulación deformadora (oficial y privada) que se hace cuando el "mega–salvataje" se presenta como exclusivamente "estatal". En este caso, el Estado norteamericano y sus instituciones (Congreso, Tesoro, etc.) solo actúa como "intermediario político" de un préstamo entre instituciones privadas (la banca quebrada y los bancos del Sistema de la Reserva Federal, que para eso le prestan el dinero al Estado norteamericano.
Por ejemplo, cuando la Reserva Federal acude al rescate financiero de AIG por US$ 85.000 millones, no es una "estatización" [de esa empresa] sino un préstamo bancario (con intermediación del Estado) de una entidad privada (los bancos miembros de la Reserva) a otra (el gigante quebrado AIG).>>
http://www.tribunahispanausa.com Lo entre corchetes nuestro)

De este modo, el que debe pagar los intereses de ese préstamo (a la Reserva Federal) es el Estado norteamericano, con el dinero de los contribuyentes. Por lo tanto, en el caso de los U$S 700.000 en cuestión del "súper–rescate" emprendido por la Casa Blanca y el Tesoro, se trata de una macro operación financiera según la cual, los bancos (privados) que integran el Sistema de la Reserva Federal prestan ese dinero al Estado norteamericano a tasas de interés vigentes, para que —como presunto representante de los intereses generales y so pretexto de salvar miles de empleos en peligro de paro—, proceda a “rescatar” de la quiebra a las grandes empresas capitalistas que, por sí solas no pueden emerger de la crisis. Ese interés del que sale deudor el Estado como consecuencia del préstamo que le hizo el Sistema privado de la Reserva Federal para financiar la macro operación de “rescate” —tal es la trampa fraudulenta— deberá ser pagado por el Tesoro con dinero de los impuestos públicos (el dinero de toda la ciudadanía) en una maniobra que transforma la deuda privada en deuda pública nacional.

Con el agravante para el bolsillo de los contribuyentes, de que los intereses del macro préstamo —equivalente a casi un cuarto del presupuesto anual de EEUU—, no los fijan el Gobierno Federal ni el Congreso de EEUU, sino por imperativo legal los bancos privados que controlan la Reserva Federal.

En síntesis: que el "mega–rescate estatal" de las empresas quebradas o en riesgo de quiebra inminente, no es otra cosa que un monumental desfalco a los contribuyentes norteamericanos —que pagan los intereses a través de los impuestos— y un fabuloso y multimillonario negocio del sector más opulento de la banca privada —el Sistema de la Reserva Federal— que se vale del Estado USA para hacer negocios con el sector más rentable de las crisis: Los préstamos a las entidades quebradas cuyos intereses son pagados por los contribuyentes.

Esto implica que, con garantía del Estado norteamericano, el conjunto de bancos privados que conforman la Reserva Federal actuarán en la práctica —dentro del esquema funcional del "súper–rescate" emprendido por el Gobierno federal— como una supra–entidad prestataria que manejará un fondo billonario orientado a hacer pingues negocios —también billonarios— con los cadáveres empresariales dejados por el colapso financiero en EEUU. Y encima ese conglomerado de bancos privados capitalizará los intereses de ese préstamo concedido al Estado a favor de bancos en dificultades que también integran la Reserva Federal.

Y aquí volvemos axioma central: Las "crisis" del sistema capitalista —que permite a los más fuertes oligopolios rentabilizar tanto las "burbujas" financieras como las "quiebras" consecuentes para generar beneficios, propician la centralización del capital social global— coadyuvando a la consolidación de un puñado cada vez más reducido de conglomerados financieros "ganadores" de la crisis, tras la absorción de las empresas quebradas mediante compras o fusiones forzadas con dinero ajeno.

En este caso, y a la sombra del Estado norteamericano, el conglomerado financiero privado que controla la Reserva Federal está a punto de consumar un desfalco billonario con los impuestos públicos —el dinero de los contribuyentes que abonará los intereses del "mega–rescate"— decidiendo despóticamente que el costo de la crisis bancaria privada sea pagado por todo el pueblo norteamericano.

Pero el negocio no termina aquí. Según analistas y medios especializados de Wall Street, los U$S 700.000 millones solo cubren una parte de la operación para "sanear" el sistema financiero estadounidense. De modo que si se quiere evitar el colapso financiero, los especialistas estiman que el Estado norteamericano deberá auxiliar a la totalidad de las entidades quebradas para restaurar la "liquidez faltante" —sustraída por la "burbuja" especulativa— y normalizar la actividad del sistema financiero. En tal sentido se calcula que la cifra final de la operación puede rondar los U$S 5 billones (cerca de dos presupuestos anuales de EEUU) para rescatar todos los títulos de derivados "tóxicos".

Se calcula que la debacle inmobiliaria dejó en circulación préstamos hipotecarios sin respaldo por más U$S 1 billón, al que se agregarían más de U$S 2 billones en hipotecas a propietarios de vivienda privados, y U$S 1,6 billones en hipotecas a empresas: http://www.iarnoticias.com/2008/secciones/norteamerica/0212_caen_gigantes_financieros_11jul08.html


Esto da una idea de las cifras que hoy rondan por la cabeza de los miembros del Congreso y del Gobierno estadounidense que deben poner en marcha lo que probablemente se convierta en el mayor desfalco financiero de todos los tiempos con el Estado imperial como herramienta de ejecución. Y con la población estadounidense como la "gran pagadora" de la crisis capitalista privada.

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