LAS CRISIS Y EL PORVENIR DE LA HUMANIDAD

Decíamos que con una determinada composición orgánica del capital, cuanto mayor es la masa de población que desde fuera del sistema se incorpora al régimen del trabajo asalariado para la producción de plusvalor, más se aleja el horizonte en el que la sobresaturación de capital desencadena el colapso del sistema. Por el contrario, cuanto más se le reduzca al capital la masa de población explotable, menor será la masa de capital acumulado que alcance en menor tiempo la sobreacumulación absoluta, y menor, por tanto, el período de tiempo entre una crisis y otra. A la luz de la actual crisis asiática, la profundidad y extensión de la depresión del capitalismo iniciada a fines de la década de los años sesenta, se explica, pues, principalmente, por las dificultades de la burguesía internacional para convertir a países superpoblados como Rusia y China en fuentes directas de producción de plusvalor.

El hecho es que a partir de finales de la década de los sesenta, la masa de plusvalor acumulado alcanzó tal envergadura que al capital imperialista se le fue haciendo más y más imperativo remover todos los obstáculos que le impedían apoderarse no sólo de la población obrera de los países del bloque socialista, sino también de los trabajadores de las empresas públicas en los Estados capitalistas, en especial los de su periferia. Una de las principales causas del genocidio provocado por el rosario de dictaduras militares a lo largo de la década de los años setenta en América Latina, es sin duda la enorme presión de esa formidable masa de capitales inactivos en busca de nuevas fuentes de acumulación directa de capital. Había que acabar, pues, con el proyecto de acumulación basado en un capitalismo de Estado nacional-burgués, sobre el cual cabalgó la ideología del antiimperialismo, por toda América Latina, cuya forma política sintetizó en el "bloque histórico" de poder entre la clase obrera y la pequeña y mediana burguesía de cada país dependiente, proyecto de explotación que desde la década de los cincuenta predominó durante más de veinte años en la periferia del sistema. Y el cuerpo diplomático de los países imperialistas es tanto más sensible a las sugerencias de los poderes económicos de sus países que la policía y el ejército. El Estado español no ha sido ajeno a todo este operativo.

 (6)La ideología de los DD.HH. dirigida hoy a enjuiciar y encarcelar a los ejecutores directos de semejante monstruosidad, sólo sirve para ocultar ante la opinión pública mundial a los verdaderos causantes del terror que se apoderó de cientos de millones de personas de todo un continente durante más de diez años. Así es como buena parte de la inmensa masa de valor sobreacumulado ha encontrado aplicación productiva a instancias de lo que se ha conocido como "capitalización de la deuda externa" (más de un billón de dólares a fines de la década de los ochenta), consistente en saldar esa deuda a cambio de transferir la propiedad de las empresas del Estado a manos de los acreedores privados. De este modo, el capital imperialista ha convertido a los trabajadores de estas empresas de los países dependientes, en fuente directa de producción de plusvalor, atenuando así los efectos de la crisis.

Idéntico sentido estratégico tuvo la enorme masa de capital sobrante invertido por la burguesía internacional -especialmente la de los EE.UU. durante la era Reagan- para financiar cada una de las iniciativas bélicas que desbarataron sucesivamente la política exterior soviética del statu-quo. Estas sucesivas rupturas del equilibrio internacional de fuerzas por parte de la burguesía internacional -desde la guerra de Angola en la década de los sesenta hasta el actual conflicto en los balcanes, pasando por la guerra de Afganistán y la supremacia en misiles balísticos intercontinentales- obligaron a la URSS a mantener un esfuerzo en economía de guerra incompatible con su sistema social postcapitalista. Estos gastos , en el contexto de los despilfarros y ausencia total de estímulos que caracterizan toda gestión burocrática, aceleraron la inevitable bancarrota del proyecto stalinista de construcción del socialismo. Hoy, como producto de la política de rearme y agresión descarada de los Estados imperialistas determinada por la necesidad de nuevas fuentes de explotación para el capital sobrante, los cientos de miles de millones de dólares ociosos de la burguesía internacional están en trance de revertir casi completamente las relaciones de propiedad en los países de Europa del Este anexados por la URSS tras la segunda guerra mundial. En la Rusia actual, este proceso es mucho más lento por las contradicciones que provoca. No obstante, el capital internacional está encontrando múltiples oportunidades de inversión. Según reporta la revista "Debate Marxista", las 100.000 empresas del ex-Estado Soviético que desde 1990 a 1994 habían pasado a manos privadas, participan del 50% en el PIB de la nueva Rusia en tránsito regresivo al capitalismo, mientras una buena parte de la población de ese país repta en la más absoluta miseria. Respecto de China, el flujo de inversión directa extranjera en ese país entre 1985 y 1990 fue de 6.400 millones de dólares anuales. Dos años después, la progresión de esas inversiones se había casi duplicado pasando a los 11.000 millones, para alcanzar en 1993 los 26.000 millones. Así es como cientos de millones de trabajadores que desde la revolución de octubre habían quedado sustraídos al dominio del capital, están quedando nuevamente convertidos en masa de población explotable de forma directamente capitalista.

Sin embargo, según todas las evidencias -y la devaluación en curso de las bolsas internacionales así lo confirma- toda esta barbarie propiciada por la presión objetiva de la multibillonaria masa de capital excedentario en busca de nuevos contingentes de población explotable en el planeta, no parece todavía suficiente para sacar al capitalismo internacional de la dinámica de crecimiento lento que viene sufriendo desde finales de la década de los sesenta. Tal es la lógica objetiva que ha precedido a los grandes cataclismos sociales y humanos en la etapa imperialista del capitalismo. Y la consigna de "socialismo o barbarie" no es simple literatura, sino realidad cada vez más tangible. Desde 1914, dos guerras mundiales, innumerables guerras locales, el ascenso periódico de dictaduras sanguinarias fascistas, semifascistas, militares, la extensión de la tortura a más de 60 países: todo esto prueba que la noción de "barbarie" no es abstracta, ni mixtificadora, ni propagandística, sino que está llena de un contenido real cada vez más dramático. Pero hoy, con el armamento y el sobrearmamento nuclear, el dilema "socialismo o barbarie" toma una dimensión nueva, aún más precisa. Hoy la victoria mundial del socialismo en el contexto de la crisis mundial del capitalismo, se ha convertido en una cuestión de supervivencia física para el género humano. El dilema a largo que es: socialismo o destrucción del género humano. (7)

Hemos dicho a largo plazo. A corto y mediano plazo, el capital internacional se enfrenta todavía a serios obstáculos y resistencias considerables para poner en práctica un curso hacia la reconquista de los mercados perdidos. Y el principal obstáculo para cambiar el sentido de semejante dinámica está en las dificultades para convertir a Rusia y China en países de neto corte capitalista. No hay que olvidar que un país como China alberga el 25% de la población mundial y que buena parte del trabajo excedente creado en ese país -lo mismo que en Vietnam y Cuba- escapa todavía parcialmente al proceso de acumulación capitalista. Apoderarse de los medios de trabajo y de las materias primas de estas dos inmensas regiones del mundo para explotar directamente a sus habitantes bajo formas sociales capitalistas puras, es lo único que podría sacar a la burguesía internacional del marasmo actual para entrar en una nueva fase de crecimiento sostenido, como la ocurrida tras la gran ola de destrucción y muerte provocada por la Segunda Guerra Mundial. Pero no parece que este proceso contrarrevolucionario se vaya a poder consumar sino a través de una tercera guerra mundial. El movimiento de contenido estratégico claramente proburgués que hace unos años fracasó en China durante los graves sucesos de la plaza de Tiananmen, así como el reciente paso atrás dado por la entente imperialista en Rusia respecto del programa de reformas procapitalistas iniciado por el ya virtualmente agotado gobierno de Yeltsin, no deja lugar a dudas acerca de las serias dificultades de la burguesía internacional para acabar rápidamente por el sólo desenlace de las contradicciones internas, con el dominio de la burocracia política rusa y china sobre gran parte de los medios de producción en esos dos gigantescos países. Y está claro que todo lo que este desenlace se prolongue, contribuye a que la misma duración y gravedad de la depresión del capitalismo empuje cada vez más hacia una resolución bélica de tales dificultades.

Estamos, pues ante la posibilidad cierta de una tercera guerra mundial. Y sin duda no será ésta una guerra parcial de incursión imperialista sobre países del llamado "tercer mundo" que los trabajadores de las grandes metrópolis opulentas del sistema podamos observar impunemente por televisión, tal como fue el caso de la llamada "Guerra del golfo". Esta guerra, como las dos anteriores, volverá a tener por escenario principal la geografía física, económica y poblacional de los países imperialistas que integran la OTAN. Ahora bien, con el nivel alcanzado actualmente por el armamento -ante todo, pero no solamente, con el armamento nuclear- habría que multiplicar ese potencial destructor al menos por cinco respecto de la última guerra mundial, lo que implica el riesgo real de destrucción de gran parte de la infraestructura material y humana sobre la tierra.

Y en la perspectiva de preparación de la guerra, lo decisivo para el imperialismo en la etapa actual es acostumbrar a las masas política e ideológicamente a lo irracional y lo monstruoso. Este es el objetivo central de la ofensiva ideológica en los medios de comuncación y en las universidades burguesas, que no es solamente antimarxista, anticomunista, antisocialista, sino que es también una campaña contra la ciencia, contra la razón, incluso contra los ideales de la revolución burguesa y del siglo de las luces. La barbarie de las ideas precede a la barbarie de los hechos. Y esta barbarie de las ideas tiene su punto de arranque en la propensión burguesa de hacer verosímil el falseamiento sistemático de la realidad social. Por eso debe desencadenarse una fuerte ofensiva teórica para defender al marxismo, al socialismo, a la ciencia, a la razón, de los embistes de la estupidez política dotada de formidables medios de difusión.

Ahora bien, esta guerra no estará a la orden del día antes de que se inflinjan serias derrotas al movimiento obrero mundial, y muy especialmente a los trabajadores de los países que forman la cadena imperialista. Si hacemos memoria -y la memoria debe servir para no tropezar en la misma piedra- el curso hacia la segunda guerra mundial podría haber sido radicalmente cambiado si las fracciones burguesas enfrentadas entonces no hubieran aglutinado detrás de su discurso belicista a los trabajadores de sus respectivos países. Y eso la burguesía europea y americana no pudo lograrlo hasta que no consiguieron que sus clases subalternas aceptaran una ofensiva de austeridad y rearme de alcance muy similar a la que nos vienen sometiendo desde hace una década.

En este sentido, aunque no podemos decir que todo esta decidido y que inevitablemente vamos otra vez al matadero, aunque las batallas decisivas están todavía delante y no detrás de nosotros, aunque ciertamente no estamos en 1933 ni en 1938, tampoco es cierto que hoy lo tengamos menos difícil que nuestros padres y abuelos en1929. Durante los años previos al ascenso del fascismo, (1933), el movimiento obrero mundial estaba dominado por una idea central: el capitalismo está en crisis y la solución a esa crisis es la planificación socialista. Eran los tiempos en que la URSS se sustraía casi por completo a los terribles efectos del paro y la miseria generalizados del mundo capitalista. Este espíritu objetivo esta hoy casi por completo ausente en las filas de los trabajadores. La bancarrota del llamado "socialismo real" pesa en estos momentos como una losa sobre la conciencia y el ánimo del proletariado internacional. El hecho de que esta caída haya sido prevista por la inmensa mayoría del los militantes revolucionarios desde una perspectiva totalmente distinta, agrega un factor más de desmoralización que tiende a paralizar cualquier contestación al sistema. De hecho, una buena parte de quienes antes de la transición española corrían delante de la policía franquista en nombre de un socialismo revolucionario alternativo al stalinista, se han pasado con armas y bagajes al campo del enemigo de clase y casi todos sus dirigentes medran hoy cómodamente instalados en los aparatos ideológicos y políticos de la burguesía.

En este contexto nada prometedor, es responsabilidad de los trabajadores conscientes alertar por todos los medios posibles de que la duración y gravedad de la depresión, tiende a aumentar el riesgo de la 3a Guerra Mundial en la medida en que la ofensiva de austeridad y de remilitarización consiga debilitar o desarticular el movimiento de masas en los principales países capitalistas del mundo. Porque las grandes guerras siempre parten de la voluntad política e iniciativa de la dirigencia burguesa localizada en los países de la cadena imperialista.

Somos perfectamente conscientes de que una respuesta puramente teórica y propagandística como la que nosotros esgrimimos desde aquí no es suficiente. Mientras no exista en la realidad un modelo de sociedad de transición al socialismo que se sustraiga de manera definitiva a las arbitrariedades políticas, a los abusos, despilfarros, desigualdades y opresiones que se dieron durante la vigencia del llamado "socialismo real", respuestas como la nuestra no convencerán a todo el mundo. Pero hoy no se trata de esto. De lo que se trata es de ir creando opinión pública, conectando con todas aquellas minorías que hoy se muestran honesta y desprejuiciadamente preocupadas por saber lo que realmente está pasando en el mundo, con el sincero deseo de contribuir a mejorarlo. Este es el requisito previo para proyectarse hacia las mayorías contribuyendo a la concienciación de la necesidad de participar masiva y comprometidamente en la construcción del futuro de la humanidad. Ésta es, para nosotros, no la única, pero sí la tarea más importante que están exigiendo las presentes circunstancias de la lucha de clases en el mundo. Ir limpiando a la ciencia social, al marxismo, de toda la porquería ideológica que se le ha vuelto a echar encima, esgrimiendo su arsenal científico y las mejores tradiciones del materialismo histórico, tendentes a recrear una intelectualidad revolucionaria orgánica capaz de asumir las responsabilidades políticas presentes con eficacia, para construir un futuro socialista que supere con plena certidumbre teórica y firmeza política los errores del pasado.

Lo que queremos significar cuando hablamos de la necesidad de crear opinión pública basada en la ciencia social, para una actitud colectiva general comprometida con la realidad, es que la economía y la sociedad se han hecho demasiado complejas y llevan consigo demasiados riesgos de catástrofes como para ser gestionadas no importa por qué clase de "expertos" -por otra parte cada vez menos competentes- , por cualquier tipo de élites minoritarias. Del mismo modo nosotros creemos que esta crisis mundial es demasiado grave como para ser dejada a merced de "leyes objetivas del mercado" que se realizan a espaldas de la humanidad. Esta crisis sólo será resuelta de manera que sea la última, si por lo menos una mayoría de trabajadores toman en sus manos la gestión de sus propios asuntos, de la economía, del Estado, de la Sociedad. Para eso, es necesario contribuir, de momento, a que la vanguardia amplia de la clase obrera se sacuda multitud de prejuicios introducidos en el movimiento por el enemigo de clase, y no tenga reparos en decidirse de una vez por todas a comprender y aplicar a la a realidad que vive, los principios de la ciencia social moderna, el materialismo histórico.

 

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notas

 (6) <<España empezó a fijarse en Argentina prácticamente a partir de 1976 (año de irrupción de la última dictadura militar). Es el inicio de lo que los empresarios españoles bautizaron con el nombre de "el milagro argentino". En la mayor parte de los casos, el aterrizaje de las empresas españolas en Argentina se hizo de la mano del Estado español. En este sentido, el viaje oficial del Rey Juan Carlos abrió la espita de muchos negocios>> Revista "Mercado" Segunda quincena de febrero de 1982).

La espita de los negocios españoles en Argentina -que no abrió el Rey sino la Dictadura del general Videla ahora encarcelado por mediación de la justicia española- dio paso a que, una vez conjurada la "amenaza subversiva", las empresas españolas del INI como Standard Eléctrica, Telefónica, Intel, Made, etc., etc., pasaran a usufructuar el apetecible mercado de la libre explotación del trabajo asalariado en Argentina, un pastel amasado con sangre combatiente antiimperialista y beneficios empresariales, al que la justicia española y distintas organizaciones de DD.HH. le están poniendo la guinda veinte años después:

<<España es hoy el principal inversor europeo de la región. Destina a Latinoamérica más capitales que a la Unión Europea. Así, el valor de mercado de las inversiones de Telefónica Internacional en la zona supera los 5.000 millones de dólares y las de los principales bancos rebasan los 4.000 millones de dólares. El Santander y el BBV son el tercer y el cuarto bancos de América Latina por volumen de activos. Esta penetración inversora ha estado protagonizada hasta ahora por un número reducido de empresas; pero se han establecido bases sólidas para que empresas de menor tamaño hagan lo propio en una región que, más allá de los tópicos, es un diferencial (léase superganancia) atractivo para nuestra economía. ("El País" 22/3/97 - Editorial Pp.12. Lo entre paréntesis es nuestro.)

Las baratijas jurídicas que leguleyos como Garzón están ofreciendo al mundo no deben nublar en nuestras conciencias el hecho de que gracias al terrorismo de Estado que el capital internacional mandó ejecutar a fieles sirvientes como Videla y Pinochet hace más de veinte años, España ha pasado a ser hoy la "principal potencia inversora" en Latinoamérica después de EE.UU. Según declaraciones del actual ministro de Economía, Rodrigo Rato, estas inversiones constituyen "una opción estratégica" para el Estado español. Opinión naturalmente compartida por gestores financieros como el señor Miguel Sebastián, Director de estudios del BBV, para quien los trabajadores de América Latina son objetos de apropiación disponible mediante franquicias de explotación a intercambiar por otras al modo como los niños intercambian cromos:

<<Es una estrategia de largo plazo para estar ahí durante mucho tiempo. Una estrategia que nos va a servir a nosotros como intercambio con otros bancos de cara a futuras alianzas. Es como tener unos cromos: nosotros tenemos los cromos de América Latina para poder intercambiar con otros bancos -los del norte de Europa- que tienen la franquicia en el Este de Europa o en Asia.>> (Servicios de Investigación de TVE)

Una estrategia en la que, desde luego, no pueden estar ausentes las FF.AA. españolas:

<<-¿Está preparado el ejército del aire para intervenir en Kosovo?

 

-Está preparado para intervenir en Kosovo o allá donde los interese nacionales lleven a nuestro Gobierno a decidir que intervengamos>> (Teniente general Juan Antonio Lombo López: Jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire en declaraciones a "El País": 12/10/98 Pp. 20).

Y por supuesto que la iniciativa de jueces como Garzón y García Castellón respecto de odiados genocidas como Videla y Pinochet, sirven hoy para que muchos latinoamericanos estén tal vez ingenuamente hipotecando su dignidad política y humana al precio de futuro de una realidad tanto o más terrible, porque al saludar la actual penetración del capital imperialista español a cambio de sentirse momentáneamente colmados en sus genuinas aspiraciones de justicia, están contribuyendo a sentar el necesario precedente jurisprudencial para legitimar un nuevo genocidio, según lo que, no en vano, el Teniente General Lombo López acaba de vaticinar. volver

(7) En este punto podríamos plantearnos la pregunta siguiente: ¿es racional para el capitalismo, incluso encabezado por personal político de derecha y extrema derecha, orientarse hacia una "solución" de la crisis por la guerra mundial nuclear? Pero esta pregunta está mal planteada, porque supone concederle la virtud de la racionalidad a un modo de vida substancialmente irracional, porque en una sociedad donde el comportamiento y el destino de las gentes en circunstancias normales está determinado por algo tan incontrolable como el mercado, y donde por mediación de la irracional competencia intercapitalista se llega a la necesidad y posibilidad real de las guerras, el resultado de está lógica interna no puede ser otro que la guerra. Así las cosas, que exista efectivamente un fondo irracional en el proyecto de guerra nuclear no implica en modo alguno que este proyecto sea irrealizable. Auschwitz también era irracional, no sólo desde el punto de vista humano sino desde el punto de vista de los intereses globales del imperialismo alemán, incluso desde el punto de vista militar, de obtener el triunfo en la guerra. Pese a ello, Auschwitz fue realizado volver