INTRODUCCIÓN

Según la lógica social más elemental, lo común a las distintas épocas a lo largo del desarrollo histórico de la humanidad, ha consistido y consiste en el simple hecho de que para vivir es necesario trabajar.

Desde el punto de vista técnico general, el acto de trabajar es una relación entre el sujeto trabajador y los diversos objetos que encuentra en la naturaleza, sobre los que hace recaer su acción transformadora con arreglo a la satisfacción de determinadas necesidades vitales. Pero lo distintivo de las sociedades humanas respecto del resto de los animales, casi desde sus mismos orígenes, consiste en que, para ejecutar sus trabajos se han venido valiendo de instrumentos cada vez más perfeccionados; la acción transformadora del sujeto trabajador (sea ésta individual o colectiva) no recae directamente sobre el objeto a transformar, sino que está mediada y potenciada por una herramienta o medio de trabajo. En una sociedad cualquiera, tanto los medios de trabajo (instrumentos) como las diversos objetos a transformar (materias primas) constituyen los medios de producción. Desde los comienzos de la historia, el progreso técnico y económico consistió en la capacidad del sujeto trabajador para poner en movimiento (n) una masa de medios de producción (MP) cada vez mayor desplegando su fuerza de trabajo (FT). Los adelantos técnicos y el desarrollo de la fuerza productiva se expresan, pues, por medio del crecimiento de MP respecto de FT, o sea, mediante el resultado creciente de la relación MP/FT. Esto es todo lo que -muy sintéticamente- define el progreso del trabajo humano desde el punto de vista técnico general.

Pero el proceso de trabajo entre los seres humanos no sólo es una relación técnica genérica. No se define únicamente por la relación entre el sujeto trabajador y su instrumento respecto de un objeto a transformar, sino también -y sobre todo- por una específica relación entre los hombres; se lleva a cabo siempre en el contexto de una determinada organización social específica. Es la organización social del trabajo la que define el modo de producción o forma de producir. Dicho de modo más preciso: la relación entre cada trabajador y su herramienta está condicionada por una relación social o modo de producción, definido según el tipo de propiedad vigente en cada sociedad.

El desarrollo típico de la sociedad occidental reconoce hasta el presente cuatro organizaciones sociales básicas: comunismo primitivo, sociedad esclavista, feudalismo y capitalismo. Cada una de las tres formas sociales precedentes al capitalismo han sido -por decirlo así- un alto en el camino, un hito o estadio en el progresivo desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. El destino de estas sociedades, tanto sus orígenes como sus límites históricos, se han correspondido inexorablemente con la vigencia transitoria de ciertos instrumentos o medios de trabajo, cuyas correspondientes formas sociales de trabajar o modos de producción han venido dando lugar al alumbramiento, desarrollo y desaparición definitiva de esas formaciones sociales determinadas así históricamente. Lo mismo cabe pronosticar respecto del capitalismo. En efecto, así como la difusión en el uso de la fuerza hidráulica en la industria y el arado mecánico en el campo acabaron en el pasado con el trabajo esclavo y el servilismo feudal, la generalización de la robótica tiende a dejar hoy cada vez más sin sentido económico la base social del capitalismo que es el trabajo asalariado para la producción de capital, así como su fundamento absoluto: los vínculos mercantiles y monetarios,. Por tanto, es el desarrollo inexorable de las fuerzas productivas el que alumbra las bases sociales del moderno comunismo. Esto es así, nos guste o no nos guste.

En cada una de las etapas históricas correspondientes a las formaciones sociales precapitalistas mencionadas, los procesos de creciente inadecuación básica entre la organización del trabajo y el desarrollo de las fuerzas productivas operadas en su seno, tuvieron los rasgos característicos propios de cada una de esas formaciones sociales. En el capitalismo, esa cada vez más aguda contradicción o inadecuación entre las relaciones de producción burguesas y las fuerzas sociales productivas, se pone de manifiesto dramáticamente durante las crisis económicas periódicas del sistema.

 

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org