l) Restauración de la monarquía Absoluta. La “década ominosa” de Fernando VII

Tal fue el contexto económico, social y político en las postrimerías de la experiencia revolucionaria iniciada con el pronunciamiento militar del Teniente coronel Eugenio del Riego. La situación se radicalizó desde mediados de 1822, cuando San Miguel formó gobierno el 6 de agosto de 1822. Los absolutistas respondieron proclamando el suyo nueve días después, denominado Regencia de Urgell, con lo que este doble poder político determinó que el proceso revolucionario ―hasta entonces limitado a la superestructura jurídico-política— se trasladara al terreno de la lucha militar desembocando en guerra civil.

En un primer momento de esta fase decisiva, los gobiernos “exaltados” fueron desarticulando el entramado realista interno. La campaña de Mina arrasó Castellfullit y tomó la plaza de Urgell en 1823, logrando que la Regencia realista tuviera que refugiarse en Francia. Quedó así en evidencia, que, para poder restablecer en el trono a Fernando VII, era necesaria la intervención extranjera, lo que acabó por producirse con la invasión exterior de un cuerpo expedicionario francés, los llamados “Cien Mil Hijos de San Luis”, en acuerdo con la Santa Alianza, directamente enviados por Luis XVIII, con lo cual, el 1 de octubre de 1823, ante la pasividad del campesinado, el absolutismo volvió a conseguir el control del país:

<<El número de frailes, que en 1822 llegaba a 16.310, se elevó en 1830 hasta 61.727, lo que supone un aumento de 45.417 en 8 años.

Según la Gaceta de Madrid, en un solo mes --del 24 de agosto al 24 de septiembre de 1824-- fueron fusiladas, ahorcadas o descuartizadas 1.200 personas, con la particularidad que para entonces aún no había sido dictado el bárbaro decreto contra los comuneros[31]francmasones, etc. Fue clausurada para muchos años la Universidad de Sevilla, y en su lugar abrieron una escuela estatal de toreo.

Conversando con su ministro de Guerra, Federico el Grande le preguntó cuál era a su juicio el país europeo más difícil de arruinar. Al ver que el ministro se encontraba algo turbado, respondió por él:

«Ese país es España, puesto que el Gobierno español hace ya muchos años que procura arruinarlo, pero en vano».

Diríase que Federico el Grande preveía el reinado de Fernando VII.>> (Op. Cit.)

Fernando VII comenzó entonces la “década ominosa” de su reinado, caracterizada por la sangrienta persecución a los liberales, al tiempo que, esta vez, intentó distanciarse de los absolutistas más radicales agrupados en torno a su hermano, Carlos María Isidro de Borbón, quien aspiraba a sucederle de acuerdo con la Ley Sálica. En esta línea “reformadora”, del absolutismo, Fernando rechazó el restablecimiento de la Inquisición y el empleo de los voluntarios realistas como fuerza armada, ordenó la formación de un cuerpo de policía y reorganizó el ejército. En 1829 contrajo cuartas nupcias con María Cristina de Nápoles, y al año siguiente promulgó la Pragmática Sanción que derogó la Ley Sálica, vigente desde Felipe V, que excluía a las mujeres de la sucesión a la Corona española, permitiendo así el acceso de su hija Isabel al trono de España, que la convirtió en heredera de la Corona en detrimento del aspirante, el príncipe Carlos María Isidro de Borbón, circunstancia que, pocos años después, en 1833, daría comienzo a las llamadas “guerras carlistas”.


[31] <<Se llamaban comuneros los miembros de la unión política secreta ―Confederación de los comuneros españoles― creada durante la revolución burguesa de 1820-1823. Los comuneros representaban los intereses de las capas más democráticas de la población urbana: artesanos, obreros, una parte de la intelectualidad, de la oficialidad y de la pequeña burguesía urbana. Contaban con 70.000 afiliados. Los comuneros eran partidarios de la lucha más resuelta contra la contrarrevolución. Una vez aplastada la revolución, los comuneros fueron cruelmente perseguidos y cesaron su actividad.>> (K.Marx: “La España revolucionaria” en “The New York Daily Tribune” 21/11/1854. Nota 27)