Método científico y lucha de clases

Restan todavía dos cuestiones más que nos ha parecido necesario aclarar. La primera se refiere a la afirmación del BIRP en cuanto a que la existencia de la moderna ciencia social: el materialismo histórico, y sus conclusiones acerca del carácter transitorio del capitalismo, nada de esto hubiera sido posible al margen de las luchas libradas por el proletariado moderno. O sea, que la crítica teórica de la economía política, fue inducida por la crítica política, por la lucha de los asalariados. Deslizándose por esta pendiente, el BIPR ha llegado a concebir y decir que, de no mediar las luchas obreras, Marx no podría haber previsto el carácter transitorio del sistema capitalista, esto es, la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. 

Está dicho así:

<<La profunda capacidad hermenéutica que suele reconocérsele a la crítica marxiana de la economía política no hubiese sido posible sin la emergencia del proletariado moderno y fuera de su praxis. Gracias al desarrollo de la actividad revolucionaria del proletariado —al cual se liga el nacimiento y avance de la conciencia y de la teoría críticas— se pudo identificar el carácter histórico, mudable, de las formaciones sociales y, sólo entonces, fue posible penetrar y captar el núcleo interno de la estructura de la realidad capitalista. Metafóricamente hablando, el derrumbamiento teórico del capitalismo (la ciencia crítica que Marx nos ha legado en El Capital) puede y debe ocurrir antes del derrumbamiento práctico, como parte de la preparación revolucionaria y del potenciamiento de la conciencia de clase que anteceden al derrocamiento de la burguesía y el Estado en la acción insurreccional>> (BIPR: "Directrices..."

Esta afirmación abona el terreno de quienes, desde fuera del marxismo y extrínsecos a él, afirman o sugieren la especie de que el carácter científico de las investigaciones de Marx, está viciado de parcialidad política por su clara inclinación previa en favor del proletariado, de lo cual se concluye que el marxismo es más ideología -en el sentido napoleónico- que ciencia:

<<La actitud de Marx hacia el capitalismo resulta del entrelazamiento de dos perspectivas distintas. La primera es la perspectiva revolucionaria, la perspectiva de quien pretende tumbar la sociedad burguesa para restablecer sobre nuevas bases las relaciones humanas que, en esta sociedad, fueron subvertidas y puestas "cabeza abajo". La segunda es la perspectiva científica de quien pretende reconstruir el modo como funciona y se desarrolla el sistema. Aun siendo tan distintas entre sí, estas dos perspectivas no se presentan yuxtapuestas sino estrechamente vinculadas en la obra de Marx, de manera que una se alimenta y vigoriza con las diferencias de la otra. La perspectiva revolucionaria saca fuerzas del hecho de brotar como una consecuencia del análisis científico; este último, a su vez, es impelido a sus extremas conclusiones por la orientación y el impulso que le imprime el finalismo de la otra.>> (Lucio Coletti: "El Marxismo y el derrumbe del capitalismo" Introducción)

Este es otro aporte oportunista del BIPR a las fuerzas deletéreas burguesas del Materialismo histórico. Cierto, la lucha de clases fue lo que indujo en Marx la necesidad de explicar ese fenómeno, pero no habiendo tomado partido a priori por el proletariado. Por otra parte, en un principio la lucha entre burguesía y proletariado era, para Marx, sólo parte de la evidencia empírica de las desigualdades reales y de la lucha al interior de la sociedad civil burguesa entre los distintos propietarios privados por hacer prevalecer sus diversos intereses particulares burgueses, comprendiendo en esta última categoría social también a los asalariados, en tanto propietarios de su fuerza de trabajo. Finalmente, la idea de que las desigualdades y la lucha entre los propietarios privados en la sociedad civil se superaran en la comunidad política o Estado en tanto todos los burgueses quedaban convertidos en ciudadanos iguales ante la ley, le pareció un embeleco hegeliano.

Marx se asomó a la vida política integrado en el movimiento intelectual de la "izquierda hegeliana" comprometido con los ideales de la revolución francesa, lo que le llevó a combatir desde la "Gaceta Renana" en Renania, y los "Anales alemanes" en Berlín, contra la irracionalidad decadente del feudalismo residual todavía políticamente dominante. Por ese entonces, no obstante que su lucha contra el régimen autocrático de Federico Guillermo IV favorecía a la burguesía alemana y europea, no tenía un contenido y una intención política clasista determinada, sino que era puramente demócrata liberal, en el caso de Marx, más demócrata que liberal:

<<Contrariamente a los otros jóvenes hegelianos, Marx no era, como Engels, simplemente liberal, sino demócrata, y desde el comienzo procuró defender, no los intereses específicos de la burguesía, sino los del pueblo todo en general. >> Augusto Cornu: "Carlos Marx, Federico Engels" Libro I Conclusión)

Sólo tomó partido por el proletariado como clase revolucionaria conducente al comunismo, cuando, entre 1843 y 1845, fruto de sus primeras investigaciones económicas en su exilio de París y Bruselas, descubrió su carácter revolucionario históricamente superador de todos los conflictos sociales, determinado no precisamente por sus luchas en sí mismas, sino por el principio económico activo que las genera e impulsa y por ser la encarnación humana del polo dialéctico revolucionario en contradicción con las conservadoras relaciones de producción capitalistas.[50]:

<<En Bruselas, a donde me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, hube de proseguir mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su existencia, los seres humanos contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forman la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio (uberbau) jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina (bedingen) el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia de los seres humanos la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia>> (K. Marx: "Contribución a la crítica de la economía política" Prólogo. Enero de 1859)

A todo esto, desde la revolución de 1830, cuando Marx tenía sólo 12 años, en Europa no pasaba nada, y menos aun en Alemania, a pesar de la evolución cada vez más despótica del régimen autocrático de Federico Guillermo IV. Las cartas que cruza con el hegeliano de izquierdas Arnold Ruge entre marzo y mayo de 1843, dan precisamente testimonio de que el creador del materialismo histórico desarrolló sus investigaciones y anunció por primera vez al mundo la necesidad del socialismo científico, en un clima de parálisis política total del proletariado moderno, como así le dice Ruge a Marx en marzo de 1843:

<<Hemos visto, cincuenta años después de la Revolución Francesa, la renovación de todas las insolencias del antiguo despotismo. No digas que el siglo XIX no lo soportará. Los alemanes han resuelto ese problema. No sólo lo soportan, sino que lo hacen con patriótico orgullo. Nosotros, que nos avergonzamos de ello, sabemos que merecen su suerte. ¡Habría podido pensarse que ese cambio vergonzoso, que, al suprimir la libertad de palabra nos condena nuevamente al silencio, que nos hace caer en la esperanza de la desesperación y que nos vuelve a hundir en la esclavitud, habría sublevado los ánimos, agitando los corazones y provocado una condenación unánime! (...) En realidad, esta raza no ha nacido para ser libre. Estos treinta años pasados al margen de toda vida política, bajo un régimen de opresión degradante, en el que hasta los pensamientos y los sentimientos estaban controlados y regimentados por la policía secreta y la censura, han rebajado a Alemania al más bajo nivel político que jamás haya conocido>> (Arnold Ruge Op.cit.)

Comprendiendo la decepción de su interlocutor, viéndole hundido en el bochorno ante la indignidad de lo que estaban tragando las clases subalternas alemanas -se refería a la burguesía y al proletariado- por parte del déspota Federico Guillermo IV, Marx se aplicaba en función militante luchando contra el abatimiento de su amigo, y le hablaba dialécticamente del valor político revolucionario del bochorno y la vergüenza. E intuyendo la respuesta: "con la vergüenza solamente no se hace ninguna revolución", Marx se adelantaba a contestarle que:

<<La vergüenza es ya una revolución; fue realmente el triunfo de la revolución francesa sobre el patriotismo alemán que la derrotó en 1813. La vergüenza es una especie de cólera replegada sobre sí misma. Y si realmente se avergonzara una nación entera, sería como el león que se dispone a dar el salto. Reconozco que en Alemania no se percibe todavía ni siquiera la vergüenza; por el contrario, aquellos desgraciados siguen siendo patriotas...., (para acabar en el mismo párrafo tras aludir a todo aquello como una verdadera locura, diciendo): ....La nave de los locos podría tal vez navegar durante algún tiempo, impulsado por el viento; pero marchará fatalmente hacia su destino, precisamente porque los locos no lo creen así: Y este destino es la revolución que se prepara.>> (K. Marx: Treckschuit, marzo de 1843. Lo entre paréntesis es nuestro)

Y en mayo de ese mismo año, desde Colonia, Marx acusaba recibo de la misma letanía desmoralizante de Ruge, a lo que contestó insistiendo en la misma convicción, alertándole que la cosa va para largo pero que él -Marx- sabiendo ya cómo va a terminar, estará ahí para contribuir a "añadirle el final" cuando toda esa pesadilla hubiera pasado, esperando que allí se encuentren ambos marchando de la mano para comenzarlo todo de nuevo "desde el principio", idea y expresión que años después recogería al tener que referirse a ese otro bochorno de la lucha de clases protagonizado por el sobrino de Napoleón, en "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", sintetizando la diferencia entre las revoluciones burguesas y las revoluciones proletarias[51]:

<<Su carta, mi querido amigo, es una buena elegía, un canto funeral que le corta a uno el respiro; pero, políticamente, no es absolutamente nada. Ningún pueblo desespera, y aunque tenga que esperar largo tiempo solamente por necesidad, al cabo de muchos años un buen día, en una llamarada súbita de inteligencia, llega la hora en que ve colmados, de pronto, todos sus buenos deseos.

Pero me ha contagiado usted; su tema aún no está agotado, voy a añadirle el final, y cuando todo haya acabado, alárgueme usted la mano para que comencemos de nuevo, desde el principio. Dejar que los muertos entierren a sus muertos y los lloren. Pero es una suerte envidiable la de los primeros que penetran en la nueva vida: esa suerte es la nuestra.>> (K. Marx: Op.cit.) 

Los hechos inmediatamente posteriores demostrarían que Ruge estuvo entre aquellos muertos políticos que habiendo renunciado a "la suerte envidiable de ser los primeros que penetran en la nueva vida" de la revolución, vivieron enterrando a sus propios muertos de vergüenza como él, a la espera de que las masas aplastadas y oprimidas le saquen del bochorno para hacer algo por la revolución. ¿Por qué Marx procedió de otra manera? Volvemos al aforismo de Trotsky: los revolucionarios, como Marx, que lo son por profundas convicciones científicas, entran en las revoluciones por sí mismos contribuyendo a que se produzcan, ¡no caen en ellas!.

 A pesar de legados de la memoria histórica como éste, que haya todavía quienes tengan la ocurrencia de sostener la especie de que sin el estímulo de la lucha de clases, la teoría revolucionaria hubiera sido imposible, es elocuente del grado de descomposición teórica y política en que se encuentra la vanguardia política del proletariado. Se ven muchas cosas en la vida, pero nosotros confesamos no haber asistido jamás a semejante mistificación de las luchas espontáneas del proletariado.  

                Fue en su "Crítica de la filosofía hegeliana del derecho estatal", cuando en medio de aquél "bochorno" de la lucha de clases en Europa, por primera vez Marx empleó el término "proletariado" como categoría puramente política. Ocurrió en ocasión de tener que presentar el fundamento económico-social que le confiere la categoría política singular de ser la única clase revolucionaria capaz de conseguir la emancipación social no sólo de sí misma, sino de todas las clases de la sociedad humana. Y para descubrir a esta clase, Marx no tuvo necesidad alguna de observar ni compartir con ella un solo momento de su "praxis política revolucionaria", como quiere hacer creer el prejuicioso imaginario espontaneísta del BIPR. ¿Dónde reside la posibilidad real de la emancipación humana universal?, se pregunta Marx en la obra citada refiriéndose particularmente a su país natal. Y contesta:

<<Respuesta: en la formación de una clase atada por cadenas radicales, de una clase de la sociedad civil que no es ya una clase de ella; de una clase que es ya (antes de empezar a luchar)  la disolución de todas las clases; de una esfera de la sociedad a la que sus sufrimientos universales imprimen carácter universal y que no reclama para sí ningún derecho especial, porque no es víctima de ningún desafuero especial, sino del desafuero puro y simple; que ya no puede apelar a un título histórico, sino simplemente al título humano; que no se halla en ninguna suerte de contraposición unilateral con las consecuencias, sino en contraposición omnilateral con las premisas mismas (de toda sociedad de clases); de una esfera, por último, que no puede emanciparse a sí misma, sin emanciparse de todas las demás esferas de la sociedad y, al mismo tiempo, emanciparlas a todas ellas; que representa, en una palabra, la pérdida total del género humano, por lo cual, sólo puede ganarse a sí misma mediante la recuperación total del género humano. Esta disolución total de la sociedad (de clases) cifrada en una clase especial, es el proletariado. (Op. Cit. Introducción. Lo entre paréntesis es nuestro)

No fue, pues, el estímulo de las luchas proletarias ni su previo compromiso moral e idealista abstracto con el proletariado, lo que indujo en Marx la elaboración de una justificación ideológica de su opción política, sino al revés, fue su compromiso con la verdad científica y sus lógicas conclusiones, lo que le condujo a optar políticamente por el proletariado y la alternativa comunista. Tras desmitificar la dialéctica hegeliana del derecho, demostrando que la contradicción entre la desigualdad real de los seres humanos como propietarios privados enfrentados al interior de la sociedad civil, y la igualdad formal o ilusoria como ciudadanos iguales ante la ley en el Estado, no se sintetiza y supera en la corona del monarca prusiano sino que se explica por la propiedad privada capitalista, Marx demostró porqué el enterrador del sistema capitalista deberá ser por la propia naturaleza de su creador, su propia criatura: el proletariado. Por lo tanto, la posibilidad de existencia de la hermenéutica comunista: el materialismo histórico, jamás estuvo en las luchas del proletariado, sino al contrario, el convencimiento acerca de la necesidad de que el proletariado pueda demostrar lo que es capaz de hacer con sus luchas, descansó siempre en la teoría revolucionaria: el materialismo histórico.

El valor político revolucionario decisivo de la lucha de clases, se pone sin duda de manifiesto en sus momentos de alza por parte de los movimientos de masas de magnitud protagonizados por su minoría más sensible y decidida, la vanguardia amplia, inducida, a su vez, por la vanguardia revolucionaria. Es la que cumple la función de arrastrar al resto de la clase al torbellino de la revolución. Este movimiento es el que pone la teoría revolucionaria preexistente en la calle y gana para sus ideas a la intelectualidad otrora sirviente de las clases dominantes, crea opinión pública proclive a abrazar las ideas revolucionarias, sin las cuales no hay revolución triunfante posible.

En "Acerca de algunas particularidades del desarrollo histórico del marxismo" (23/12/910), Lenin hizo un balance de las luchas de clase entre 1905 y 1910, dividiendo este período en dos trienios, precisamente para demostrar, entre otras cosas, su carácter discontinuo y las características propias de los momentos de alza y retroceso. Del trienio de ascenso, entre principios de 1905 y el verano de 1907, Lenin vino a confirmar, para Rusia,  lo que nosotros reafirmamos aquí en términos generales respecto de la incidencia de la lucha de clases sobre la proyección social de la teoría revolucionaria sobre el movimiento asalariado. Esto es una cosa. Otra cosa es afirmar el infundio de que sin los ascensos de la lucha de los asalariados, el desarrollo teórico que hace a los principios básicos del materialismo histórico -la "hermenéutica"- es imposible. Esta afirmación ni siquiera es válida para determinados aspectos que la nueva experiencia adquirida incorpora como necesario objeto de estudio, que la lucha de clases sólo permite también atender en momentos de retroceso de las luchas, no de auge como pretende dar a entender el BIPR: 

<<La base económica y social de estos cambios de la "superestructura" [de la correlación de fuerzas en el terreno ideológico de la lucha de clases] fue [el resultado de] la acción de todas las clases de la sociedad rusa en los terrenos más diversos (actividad en la Duma y fuera de la Duma, prensa, asociaciones, reuniones, etc.), una acción tan abierta, imponente y masiva como pocas veces registra la historia. (...). Ese trieño había agitado tan profundamente a capas de la población apartadas de las cuestiones políticas, ajenas a ellas durante generaciones enteras, durante siglos, que se hizo natural e inevitable la "revisión de todos los valores", el nuevo estudio de los problemas fundamentales, el nuevo interés por la teoría, por su abecé, por su estudio desde las primeras nociones. Millones de seres, despertados de pronto de un largo sueño, colocados de súbito ante problemas importantísimos, no podían mantenerse mucho tiempo a esa altura, no podían avanzar sin interrupciones, sin retornar a las cuestiones elementales, sin una nueva preparación que les ayudara a "digerir" las enseñanzas, sin precedente por su valor, y a poner a una masa incomparablemente más amplia en condiciones de avanzar de nuevo, pero ya de un modo mucho más seguro, mas consciente, con mayor confianza y con mayor consecuencia.

La dialéctica del desarrollo histórico ha sido tal, que en el primer período estaba a la orden del día la realización de transformaciones inmediatas en todos los aspectos de la vida del país, y, en el segundo, el estudio de la experiencia adquirida, su asimilación por capas más amplias, su penetración, si se puede expresar así, en el subsuelo, en las filas atrasadas de las diferentes clases..>>. (Op cit. Lo entrecorchetes es nuestro)

De hecho, fue tras el tumultuoso período de las revoluciones de 1848 en Europa, cuando recién en 1852 Marx se sintió estimulado y urgido a retomar sus investigaciones económicas comenzadas en París y Bruselas. Sus "Grundrisse" (fundamentos) -preparatorios de "El Capital"- fueron escritos en su exilio de Londres entre 1853 y 1859, al igual que sus obras políticas de balance de lo actuado entre 1848 y 1850, como "Las luchas de clases en Francia" (ene.-nov. de 1850) y "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" (1852).  

Es igualmente falso, políticamente ruinoso y por lo menos intelectualmente irresponsable, inducir a pensar que el descubrimiento del carácter histórico transitorio de la sociedad capitalista, así como su lógica económica interna, se pudo también conseguir "gracias" al desarrollo de la actividad revolucionaria del proletariado. Fue Marx quien desmintió a los apologetas del capitalismo, en eso de que la sociedad burguesa es eterna porque está basada en el derecho natural y en la distribución de recursos productivos y riqueza determinados por los mecanismos presuntamente insuperables del mercado. Y lo hizo descubriendo, en primer término, la ley general de la acumulación capitalista. Pero, para llevar a término esta tarea, empezó por suponer una situación irreal de equilibrio, excluyendo, por tanto, en primer lugar, la lucha entre patronos y obreros, como así lo advierte en el prólogo a la primera edición de su obra fundamental:

<<En sí y para sí, no se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado en su desarrollo por los antagonismos sociales que resultan de las leyes naturales de producción capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad>> (Op.cit.)

Y para descubrir esas leyes, es metodológicamente necesario, empezar por eliminar del análisis todos los elementos perturbadores, entre ellos, además de la lucha de clases, los cambios en el valor del dinero y de los precios en general -incluído el de la fuerza de trabajo- así como la discrepancia entre precios y valores de las mercancías, ausencia del crédito, etc. Fue de este modo que procedió Marx en "El Capital":

<<El físico observa los procesos naturales allí donde se presentan en la forma más nítida y menos oscurecidos por influjos perturbadores, o bien, cuando es posible, efectúa experimentos en condiciones que aseguren el transcurso incontaminado del proceso. Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él correspondientes.>> (Ibíd)

Una vez descubierta la "ley general de la acumulación capitalista", recién en el Tercer libro Marx procedió -según el método de las aproximaciones sucesivas- a introducir paulatinamente las variables de que en principio hizo abstracción, para obtener así una totalidad plena de sentido, y sobre la cual pudo hacer inteligible la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, contexto de su exposición en el que se demuestra el carácter histórico transitorio de la sociedad burguesa. La única variable que consideró como inexistente desde el principio al final de su análisis, fue la lucha de clases, esto es, la competencia entre patronos y obreros. Respecto de los cambios en la tasa de explotación y en el precio de la fuerza de trabajo, fueron introducidos en el análisis como simples supuestos "ad hoc", al margen de las luchas de clase. Precisamente para demostrar que, cualesquiera sean las condiciones dentro de las limitaciones propias del capital[52], las crisis se suceden marcando claramente el horizonte del necesario derrumbe económico capitalista.

 

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notas

[50] Antes ya de ponerse a redactar -en 1845- "La ideología alemana" en mutua colaboración con Engels, Marx ya había concebido los lineamientos del Materialismo histórico, como -según cuenta Lafargue- así se lo hizo saber a Engels en París un día de 1844 en el café de  "La Régence", donde hoy funciona la oficina de Turismo de Marruecos. Cfr.:H.M.Enzensberger: "Conversaciones con Marx y Engels" Tomo I Ed. Anagrama/74 Pg. 40.

 

[51] "Las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que derriban a su adversario pero es sólo para que este saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden aterradas ante la ilimitada inmensidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: demuestra lo que eres capaz de hacer" (K.Marx: Op.cit. Cap. I)

[52] La más importante de esas limitaciones, consiste en que la tasa de explotación de la fuerza de trabajo para compensar el descenso histórico del trabajo explotado en base al plusvalor relativo, no puede ir más allá de la jornada de labor media, cuyo límite teórico máximo no excede las 24 horas del día.