Un paradigma de centrismo político

Pero a esta altura de la polémica y a tenor del talante que han mostrado los compañeros del BIPR en ella, -como decimos al principio de este trabajo- ya no cabe pensar en un error inadvertido, sino que estamos ante una reafirmación en el espontaneismo revolucionario ya consolidado que -como la "táctica proceso" desde los tiempos de Rosa Luxemburgo- va de la mano con el oportunismo reformista.

Cierto, al final de "La lección de Argentina" los compañeros del BIPR han reservado un párrafo para referirse a la importancia del partido como condición suficiente de toda lucha triunfante por el poder socialista. Allí ellos reconocen que hoy día este requisito es inexistente. Sin embargo, la resultante política de todo su discurso, no diverge lo más mínimo del exitismo revolucionario que se apoderó de la inmensa mayoría de organizaciones de la izquierda burguesa desde el principio de esta rebelión social en curso.

El párrafo en cuestión, recoge las dos condiciones de Lenin referidas más arriba para definir la crisis revolucionaria y su carácter insurreccional, que el BIPR traduce a términos de su análisis sobre la situación Argentina para concluir en lo siguiente:

1)       Que:

<<En Argentina, la devastación de la crisis económica ha puesto en movimiento un proletariado fuerte y determinado en el terreno de la lucha y de la autoorganización, con capacidad de manifestar el sentido de la ruptura de clase y de la identificación de su enemigo político.>> (BIPR: Op cit.)

Pero:

2)

<<No se expresa, en cambio, la segunda de las condiciones, la relativa a la presencia de un partido revolucionario, por el simple motivo de que la vanguardia de la revolución no se inventa de un día para otro, ni es el fruto de los advenimientos contingentes

O se ha trabajado por largo tiempo en favor de su formación y de su radicación al interior de las masas proletarias, o bien las ondas insurreccionales están destinadas a desaparecer para dejar el lugar a la derrota y al sentido de impotencia. El imperativo para las magras vanguardias revolucionarias que hoy operan internacionalmente, aunque su actividad se refiera sólo a ámbitos restrictos, es el de crecer, enlazarse, el de acelerar el proceso de clarificación de los acontecimientos en términos de lucha de clase y de perspectivas políticas, incluso si éstas no son inmediatas.>> (Ibid)

Según lo dicho en el primer punto de este pasaje, se da por hecho que el proletariado argentino ya está capacitado para identificar a su enemigo de clase y romper con él, y que esto ha sido obra exclusiva de las luchas espontáneas determinadas por la crisis. Si entendemos por "capacidad" la función que cualquier cosa, dispositivo u organismo vivo está en disposición inmediata de realizar -como, por ejemplo, la cantidad de información que una determinada computadora es capaz de procesar y almacenar, o la transformación del anhídrido carbónico en azúcar que los vegetales realizan a instancias de su clorofila- entonces, ¿por qué los piqueteros permanecen "autoorganizados" en diversos grupos que se disputan la dirección del movimiento y ninguno de ellos está dispuesto a romper con el capitalismo? Lo que pasa es que falta la vanguardia organizada en el partido revolucionario, responde la "lógica" política del BIPR. Pero, ¿no habíamos quedado en que las masas argentinas ya están capacitadas? Sí, pero, es que, el partido no clarifica, sino que "acelera el proceso de clarificación de los acontecimientos"....

Pero ahora, no habiendo más remedio que contemporizar con la razón revolucionaria, se nos dice otra cosa, algo más lógico y tangible, aunque todavía a medio camino entre el espontaneísmo revolucionario puro y el "leninismo talmúdico":

<<...el nacimiento y desarrollo del partido proletario internacionalista en Argentina está asociado al esfuerzo por derrotar la versión de la política patronal en el seno del movimiento obrero. Mientras no se deslinden claramente las posiciones estratégicas y programáticas proletarias de las posiciones burguesas y pequeño-burguesas en el curso de las luchas sociales que se libran hoy y se librarán en el futuro, no se producirá la agregación de los elementos de vanguardia de la clase>> (BIPR: "Metodología de la discusión política con el GPM")

Según nuestro criterio el partido se construye al influjo de la lucha de clases elemental, en tanto y cuanto que su materia prima es el proletariado espontáneo en un momento determinado de alza en sus luchas. Mientras tanto, la vanguardia se mantiene necesariamente dispersa. En este sentido, la lucha de clases elemental o espontánea es la condición material para la construcción del partido. Pero lógica y orgánicamente, el partido se proyecta y construye fuera e independientemente de la lucha de clases, como que la vanguardia revolucionaria es la continuidad de la autoconciencia social dentro de la necesaria discontinuidad de la lucha de clases elemental, lucha cuya explicación no está en la mera experimentación de sus protagonistas, sino en el conocimiento científico de la realidad material a cuyos principios activos soterrados (el "viejo topo") responde su movimiento. Por lo tanto, la conciencia de clase o autoconciencia no emana ni directa ni inmediatamente de la lucha de clases primaria, sino de la aplicación del materialismo histórico a la sociedad en su conjunto por parte de la vanguardia internacional unificada orgánicamente en torno al materialismo histórico y a un programa político general producto de la aplicación de esa ciencia a la realidad del capitalismo mundial. Polémica como ésta que estamos librando con el BIPR, se inscribe en el necesario proceso de confluencia orgánica superior en modo alguno espontánea, entre los distintos agrupamientos al principio no más que unicelulares de estructura simple. El partido revolucionario internacional supone esta organización previa de la vanguardia revolucionaria, tiene por condición a este Estado Mayor de la revolución. No es más que la agregación organizada de asalariados autoconcientes, esto es, de científicos sociales comprometidos políticamente con su tiempo.

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