http://www.nodo50.org/gpm gpm@nodo50.org apdo 20027 Madrid (España)

26de enero de 2002

GRUPO DE PROPAGANDA MARXISTA

Compañeros:

El día 22 de diciembre de 2001 recibimos un e-mail del señor Earl Gilman, donde nos remite adjunto la propuesta de la Liga Socialista Revolucionaria de Argentina -que reproducimos junto con nuestra respuesta- a raíz de lo que ha dado en llamarse "El argentinazo" En los fundamentos de esta propuesta, la LSR dice que en Argentina se ha abierto un proceso de contestación social sin límites políticos "predeterminados". Con esto se ha querido significar que, dada la magnitud de la rebelión popular, la burguesía Argentina carece de recursos para evitar la progresión revolucionaria de este nuevo brote en la lucha de las clases subalternas en ese país.

En nuestra respuesta recusamos semejante previsión, demostrando que en modo alguno es ésta una lucha objetivamente revolucionaria y que tiene sus propios límites en el contenido de clase pequeñoburgués de sus protagonistas y de sus reivindicaciones. Sentimos tener que echar un jarro de agua fría sobre quienes creen ver revoluciones en aquello que no pasa de ser "un reacomodo de diversas clases al interior del sistema". Una vez más estamos ante la proyección política del enemigo principal de los asalariados conscientes en esta etapa de la lucha de clases mundial: el espontaneísmo populista como barrera ideológica y política a la autoorganización del proletariado como autoconciencia de clase.

Con la publicación de la respuesta elaborada por nosotros, creemos aportar nuestro grano de arena en la comprensión de lo sucedido en Argentina, sacando las debidas conclusiones sobre el futuro de la lucha de clases en ese País.

Podéis leer dicho documento titulado "Nuestra posición ante los acontecimientos de diciembre de 2001 en Argentina" en la dirección de nuestra página web http://www.nodo50.org/gpm

Si tenéis algún comentario o aporte que hacer sobre la cuestión podéis hacérnoslo saber por medio del correo electrónico gpm@nodo50.org o en el apdo. de correos nº 20027 de Madrid 28080 (España), pero por favor, habiendo leído previamente el documento.

Saludos revolucionarios del Grupo de Propaganda Marxista (GPM). 

(Os recordamos que si no deseáis recibir más correos nuestros, hacérnoslo saber por medio de un e-mail)

De: Daniel De Santis
Para: GPM
Enviado: sábado, 26 de enero de 2002
Asunto: Re: Argentinazo

Compañeros:

No creo que haya una revolución, pero tampoco "un reacomodo de diversas clases al interior del sistema" como platean ustedes, al contrario la burguesía ha expelido a su aliado natural y su base de masas muchas veces.

Para mi se ha producido un hecho de una importancia difícil de exagerar. La pequeña burguesía ha roto la natural sujeción a su líder natural, la burguesía, y se ha comenzado a movilizar masiva y contundentemente en contra del modelo del capitalismo para los países del tercer mundo con una consigna central de profundo contenido anti sistema "Que se vayan todos y que no quede ni uno sólo".

Yo creo que, desde el punto de vista social aunque todavía no político, están dadas las condiciones para una alianza obrero popular como nunca antes en la historia Argentina. Desde la izquierda dos peligros que logro observar son: Por un lado las posiciones populistas (PCR, CTA, etc.) que siempre se han sentido tentadas a buscar al sector "progresista" de la burguesía que las dirija en su ilusoria revolución democrático burguesa y como en este caso no es lo que ocurre (no hay una lucha interburguesa entre la que se cuela la lucha popular como ha ocurrido casi siempre en nuestra historia) subestiman la movilización de la pequeña burguesía acompañada por otros sectores populares como, asalariados y desocupados. Y las posiciones trotskystas, que en su mayoría han valorado positivamente estas movilizaciones pero todavía no logran sacudirse el escozor que les produce la pequeña burguesía.

Según mi punto de vista la tarea es, construir desde las masas y las bases movilizadas la unión obrero popular y que esta vaya madurando políticamente. Pero aclaro que no son nada desdeñables los avances ya realizados.

No pago de la deuda
Nacionalización de la banca.
Reestatización de las empresas privatizadas.
Reestatización de la seguridad social y otros punto.
Y la realización de asambleas democráticas.

Yo creo que este es un programa detrás del cual de pueden movilizar millones de argentinos. Lo que determinará el avance o no de la lucha no es tanto la radicalización del programa, lo que logra, muchas veces, aislarse de las masas, sino la composición de clases del movimiento y la dirección consecuente de la lucha.

Creo que desde el punto de vista de la alianzas de clases y del programa revolucionario siguen siendo esencialmente válidos los aportes de compañeros como Silvio Frondizi, Ernesto Guevara y Mario Roberto Santucho.

Daniel De Santis.

Sr Daniel De Santis:

Ha leido usted muy desatentamente nuestro texto sobre la actualidad argentina, o no ha ido a la website del GPM para enterarse, limitándose a comentar lo que muy sumariamente decimos en el e-mail donde anunciamos su publicación. De lo contrario, una de dos, estaría de acuerdo con nosotros en que el gobierno Duhalde expresa un "reacomodo entre las clases dominantes" de nuestro país, o no podría dejar de argumentar críticamente sobre lo siguiente:

<<

<<

<<Una vez que la respuesta de la pequeñoburguesía ante la crisis se llevó por delante al gobierno electo de De la Rúa, la patata caliente pasó a manos del peronismo. Después, lo que explica el cambio político-institucional entre Rodriguez Saa y Duhalde, es que éste último, de momento, parece contar con el apoyo de la burocracia sindical que sigue controlando al movimiento de los asalariados. Alfredo Atanasof, un sindicalista peronista vinculado a los llamados "gordos" -el sector más amarillo de la Confederación General del Trabajo (CGT)- ha pasado a ocupar el Ministerio de Trabajo. En este hecho está el límite de la actual correlación política de fuerzas entre burguesía y proletariado que corta el paso a una situación revolucionaria. En efecto, como hemos dicho más arriba, salvo el sector de los empleados públicos en determinadas provincias, la clase obrera como "instinto de clase relativamente autónomo", hasta el momento no ha hecho aparición en la escena política de Argentina.

Además, el gobierno Duhalde también parece contar con el apoyo explícito de buena parte de la burguesía ligada al mercado interno nucleada en torno a la Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara Argentina de la Construcción (CAC) y las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), representadas en el nuevo gobierno por José Ignacio de Mendiguren, nombrado hace pocos días ministro de la nueva cartera de "Producción".

Tal es la base social policlasista neopopulista sobre la que el gobierno de Duhalde proyecta forjar la "alianza de la comunidad productiva" contra la "alianza entre el poder político y el poder financiero" que, según, él caracterizó a los gobiernos que le precedieron en el proceso de transición a la "nueva" democracia, y en esto no se equivoca.

Así las cosas, de momento la mafia de Duhalde parece tener "todo atado y bien atado", por lo que cabe pensar que la estabilidad del sistema no puede en modo alguno peligrar por el lado de la iracundia social derivada de la confiscación de los ahorros que afecta a la clase media baja y alta, sino al contrario. En primer lugar, porque en las presentes circunstancias esa medida es el único modo de evitar la quiebra financiera del país y, ante semejante perspectiva, el resto de la burguesía está como una piña; en segundo lugar, porque la pequeñoburguesía tampoco sería capaz de llegar a ese extremo político.>> (GPM:"¿Situación revolu-cionaria sin participación de los asalariados como instinto de clase autónomo?"

Dice usted que la pequeñoburguesía <<ha roto la natural sujeción a su líder natural, la burguesía, y se ha comenzado a movilizar masiva y contundentemente en contra del modelo del capitalismo para los países del tercer mundo con una consigna central de profundo contenido antisistema. "Que se vayan todos y que no quede ni uno sólo">>. En primer lugar, la verdad histórica es que la pequeñoburguesía, en sí y por sí misma, jamás ha roto sus vínculos con el sistema burgués en ningún sitio, porque no está en su naturaleza social semejante posibilidad de autodeterminación. Sólo fue capaz de hacerlo alguna vez, como en la Revolución rusa, arrastrada a ello por el proletariado bajo la dirección de un partido efectivamente revolucionario, el partido bolchevique. Y el caso es que -dado el hasta hoy invariable oportunismo hegemónico reformista de su vanguardia política- el nacionalismo pequeñoburgués sigue intacto en la conciencia del proletariado argentino que dista todavía mucho de ver con buenos ojos la cada vez más necesaria ruptura radical con el capitalismo. En cuanto a la consigna: "que se vayan todos y que no quede ni uno sólo", ni siquiera expresa el desprecio por toda la burocracia política del sistema actualmente existente, sólo a la "prontuariada" por corrupción, y en modo alguno se le pasa por la cabeza rechazar el sistema social burgués, sino al contrario, como no puede ser de otra manera, dada la correlación política de fuerzas entre las dos clases universales antagónicas, actualmente por completo favorable a la burguesía.

En tal sentido, si estas movilizaciones que analizamos tienen <<un profundo contenido antisistema>>, ese contenido no está en las consignas que se gritan -como usted dice- sino en las contradicciones insolubles del capitalismo coyunturalmente agudizadas en Argentina. Y las movilizaciones de la pequeñoburguesía argentina expresan y al mismo tiempo ocultan ese contenido antisistema. Lo expresan en la explosión de su razonable aunque esencialmente irracional iracundia frente a las leyes del capitalismo. Lo encubren desviando su ira hacia los gobiernos de turo y la entidades financieras. Pero, sobre todo, se ve que lo escamotean en la total falta de alternativa contenida en sus consignas, de modo que ante la firme determinación del gobierno, en las inofensivas caceroladas y rotura de los escaparates bancarios, prevalece el común sentimiento de terror al desastre financiero y la aceptación implícita del corralito. Así, por la sesera y el ánimo de la pequeñobuerguesía en esta emergencia histórica no pasa el dilema entre capitalismo y socialismo, sino entre perder parte de sus ahorros o perderlo todo. Nada más. De modo que, no se engañe usted con la espectacularidad de los movimientos de masa de magnitud, que eso de que la pequeñoburguesía "ha roto con su lider social natural", no es ni puede ser real bajo cualquier circunstancia que excluya la intervención del proletariado organizado como autoconciencia de clase.

Esto, desde luego, no autoriza a pensar que "aquí no ha pasado nada". Ha pasado y mucho, en cuanto a que descalabros como éste favorecen el trabajo de concientización y organización de una parte -aunque infima- importante del proletariado, que así se torna permeable al discurso revolucionario, a la racionalidad científica que le facilite comprender las leyes del capitalismo y la necesidad de trascender política y socialmente toda esta basura histórica.

Dice usted que <<desde el punto de vista social, aunque todavía no político, están dadas las condiciones para una alianza obrero popular como nunca antes en la historia Argentina.>> Una alianza efectivamente revolucionaria, se entiende. Esto es muy cierto desde hace mucho y ahora más, pero no por lo que usted piensa, es decir, no porque la pequeñoburguesía se haya radicalizado coyunturalmente, sino porque pierde peso social específico, porque se proletariza -buena parte de ella seguramente sin retorno- pasando a engrosar así las filas del proletariado y del trabajo por cuenta propia, dándo pábulo al semiproletariado. Esto está previsto en la "Ley general de la acumulación capitalista" ("El Capital" Libro I Cap. XXIII) formulada por Marx hace casi ciento cincuenta años. Para que digan que su pensamiento está desfasado.

En un momento muy fugaz de la lectura de su carta, valoramos positivamente la preocupación por "el peligro populista", aunque enseguida vimos que, contradictoriamente, invierte usted la prelación en la tarea de los revolucionarios, porque a los fines efectivamente rupturistas con el capitalismo, lo prioritario no es precisamente construir el bloque de poder "obrero popular", esto es, la alianza entre el proletariado y la pequeñoburguesía, como usted erróneamente parece proponer. Y no se trata de eso, sino de emplear toda la energía en fundir la teoría revolucionaria con el movimiento asalariado, o sea, construir el partido de la revolución socialista. Y una vez hecho esto, huir como de la peste de los frentes policlasistas. De lo contrario, no haríamos otra cosa que reeditar el populismo, diluyendo una vez más los intereses históricos del proletariado en un nueva alianza sin principios que limita sus luchas al cumplimiento de los objetivos presentes de la pequeñoburguesía.

Y unas pocas líneas más adelante, esta preocupación suya por el "peligro populista" acaba quedando en pura retórica cuando propone usted el programa <<detrás del cual se pueden movilizar millones de argentinos>>. Ese programa es: <<No pago de la deuda, nacionalización de la banca, reestatización de las empresas privatizadas, reestatización de la seguridad social, y otros puntos. Y la realización de asambleas democráticas>>. ¿No es éste, en esencia, el programa del populismo peronista que vinieron abrazando los asalariados argentinos y el grueso de su vanguardia política desde 1945 hasta hoy?

Dada la masa creciente de captial sobrante acumulado en el mundo, lo que necesita el capitalismo en su etapa postrera y expresan políticamente los representantes del capital multinacional propietarios de gran parte de esa masa de capital excedentario es, en primer lugar, debilitar social y económicamente al Estado burgués emprersario en todos los países, despojarlo de competencias en cuanto a creación de riqueza y servicios, reducirlo a ser poco más que una maquinaria represiva, convirtiendo a los asalariados de sus empresas y funciones sociales, como la salud, la educación y la seguridad social, en fuentes directas de acumulación de capital. Quieren debilitarlo, además, hasta el extremo de que no pueda impedir la instauración a nivel planetario del capitalismo oligopólico de Estado, eliminando las restricciones políticas de los Estados nacionales tradicionales a la libre circulación de los distintos capitales para la no menos libre explotación del trabajo ajeno y la proletarización de la pequeñoburguesía. Dada la naturaleza del capitalismo, mientras la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio siga vigente, es éste un proceso inevitable e históricamente irreversible, aunque de cumplimiento necesariamente interrumpido por la resistencia cada vez más débil de la pequeñoburguesía, con toda la secuela de sufrimientos humanos inútiles. Según este razonamiento, al proponer su programa se está sumando usted a esa resistencia históricamente baldía y por completo innecesaria.

Esta tendencia objetiva del capitalismo se puso por primera vez de manifiesto a principios de siglo -cuando Lenin empezó a recopilar la información que culminó en su obra: "El imperialismo, fase superior del capitalismo"- pero se acentuó paulatinamente desde la segunda post guerra. Todas las vicisitudes de la lucha de clases en Argentina, estuvieron atravesadas por el "pincho moruno" de esta tendencia histórica del capital social global. Que la vanguardia política del proletariado argentino se haya venido resistiendo a reconocer esta ley de la historia moderna, sólo se explica por su naturaleza de clase intermedia entre el proletariado y la gran burguesia.

La primer tarea política de los trabajadores como mayoría absoluta de la población que lucha "para sí" una vez en el poder, consiste en destruir el Estado burgués y su base económica de sustentación política: la explotación de trabajo ajeno para los fines de la acumulación de capital. ¿Cómo? Reemplazando la democracia de mercado por la democracia política directa de los productores libres asociados, anulando el carácter mercantil de los medios de producción y de cambio. Lo que usted propone con su programa no es precisamente esto, sino al contrario, mantener intactas las leyes de la explotación capitalista, limitándose a resistir y retardar el cumplimiento de esas leyes encarnadas en los representantes del capital multinacional, mediante el fortalecimiento social y político del Estado burgués nacional. ¿Para qué? Pues, para apoyarse en él, en sus empresas estatales y en sus medidas arancelarias, monetarias y fiscales restrictivas a la libre actuación del capital social global, con la finalidad ilusoria de preservar o dar estabilidad al miserable proyecto político de explotar trabajo asalariado en pequeña y mediana escala.

Una cosa es que, en su lucha contra el capital multinacional, el proletariado trate de conseguir el apoyo de los pequeños patrones para consumar su revolución anticapitalista, y otra muy distinta es que, a despecho de reiteradas derrotas y sufrimiento inútiles, insista una y otra vez en enajenar esas luchas apoyando el andrajoso proyecto "antiimperialista" de la pequeñoburguesía, o sea, postergando sine die los objetivos socialistas de su lucha.

Lo hemos dicho ya muchas veces y nunca se insistirá demasiado en ello. La base material de sustentación del imperialismo es el desarrollo internacional desigual que convierte a las burguesías de los países de atraso relativo en tributarias de plusvalor en favor de los capitales localizados en las grandes metrópolis capitalistas así convertidas en imperialistas. Y el nervio, la espina dorsal del desarrollo internacional desigual es la propiedad privada sobre los medios de producción a nivel planetario, de modo que, sin esa condición de existencia, se diluye como un azucarillo en el agua.

Así las cosas, es natural y lógico que los pequeños propietarios capitalistas, en lo que de ellos depende, no puedan estar interesados en quebrar esa vertebración internacional del sistema capitalista, porque eso les supondría suicidarse como clase burguesa intermedia. Hay que ayudarles. De los contrario, dada su naturaleza de clase explotadora de trabajo ajeno, su "lucha" contra el gran capital multinacional -beneficiario principal de todo este tinglado del desarrollo internacional desigual- deriva inevitablemente en un "antiimperialismo" pacato que no puede sino conservar intacto su principio enconómico-social activo y sus mecanismos mercantiles y monetarios de funcionaliento. De esto se infiere, lógicamente, que la lucha antiimperialista consecuente no puede ser sino de naturaleza socialista y proletaria.

Dice usted que el suyo <<es un programa detrás del cual se pueden movilizar millones de argentinos>>, y es cierto. Pero entre 1918 y 1930 también pasó lo mismo; y entre el 30 y el 44; y entre el 55 y el 58; y entre el 62 y el 66; y entre el 69 y el 73; y entre el 76 y el 83. Habla y propone usted como si careciera por completo de memoria histórica, como si la revolucion socialista fuera cuestión de insistir en más de lo mismo que condujo a la derrota una y otra vez, no precisamente por falta de combatividad del proletariado argentino.

Marx previó que la lucha de clases al interior del sistema capitalista, esto es, que no rompe con él, cualquiera sea el resultado eventualmente contrario al cumplimiento de la ley general de la acumulación capitalista, a la postre sólo se encarga de ir concretando el resultado previsto por ella. La historia en general y la de Argentina en particular, no han hecho más que demostrar esta previsión científica. ¿Hay duda de que desde 1950 hasta hoy el capital trasnacional ha venido presionando en dirección al cumplimiento de la ley del valor en el mundo? ¿qué diferencia se aprecia entre resultado de esas presiones entre el período 1950-70 y el más reciente entre 1970 y 2002? Que durante el primer período la masa de capital excedente era relativamente pequeña en el marco de una onda larga expansiva, mientra que en el segundo esa masa de capital se ha vuelto enorme en el marco de una onda larga de crecimiento lento.

Esto explica que, en el primer período, los proyectos capitalistas de Estado para el desarrollo autónomo de los distintos capitales nacionales, pudieran en cierto modo "compatabilizarse" momentáneamente y coexistir con la renovada pero todavía débil tendencia a la internacionalización de los grandes capitales tras la destrucción provocada por la Segunda Guerra Mundial, mientras que durante el segundo período, la presión de esa formidable masa de capital excedente que llegó a ser en la década de los 80, se ha vuelto irresistible haciendo desaparecer la base material que dio sentido a la ideología apologética del llamado "Estado Empresario del Bienestar".

Que ahora usted y muchos que le acompañan en su impresionismo ante lo sucedido en Argentina, piensen que están dadas las condiciones para insistir con esa ideología de la ineficiencia y el atraso social, de traducirse en terminos de lucha política generalizada por los objetivos propuestos en su programa, esa lucha no podrá dar más de sí que acabando en otra salida parecida en términos de víctimas y de retroceso ideológico y político a la de 1976, lo cual confirmará, una vez más, la tendencia histórica opuesta a ese programa determinada por las leyes objetivas del sistema capitalista. La revolución socialista no consiste en romper con la propiedad capitalista sólo en parte, señor De Santis, del mismo modo que de una mujer no se puede decir que esté "un poquito embarazada". Sin una política de ruptura radical con el modo de producción capitalista, más tarde o más temprano sus leyes objetivas acaban cumpliéndose. Lo que está pasando hoy día en Argentina es parte del proceso de centralización internacional de los capitales iniciado tras la segunda postguerra mundial, y podrá ser postergado luchando por cosas como las que usted propone a costa de muchas vidas y sufrimiento inútil, pero no se lo podrá detener, porque mientras se deje intacto su principio activo: la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, toda lucha no será más que un impasse en el proceso de cumplimiento de sus leyes.

En este sentido, tratar de salvar a los pequeños patrones capitalistas del empuje arrollador del capitalismo en Argentina y en todo el mundo hacia su centralización oligopólica, elevando la defensa de sus pequeños negocios a la condición de estrategia política de los revolucionarios y, lo que es peor, embarcar al proletariado en semejante movida, significa frenar inutilmente el desarrollo social, y engañar a los pequeñoburgueses con la ilusión de un futuro de estabilidad dentro del sistema; en lo inmediato, prepara todas las condiciones de una nueva derrota del movimiento popular. Siendo el componente humano de las fuerzas sociales productivas, el proletariado no puede luchar por la ineficiencia técnica y el atraso económico-social de proyectos políticos cuya finalidad es preservar la explotación capitalista del trabajo social en pequeña y mediana escala, como el que usted propone, sin negar su condición de clase social objetivamente comprometida con el progreso en todos los sentidos.

La pequeñoburguesía se enfrenta a dos tipos de contradicciones de clase: en primer lugar, las contradicciones con sus respectivos asalariados; en segundo lugar, las contradicciones con el gran capital. La primera contradicción crece y se desarrolla; la segunda va desapareciendo históricamente poco a poco en un proceso intermitente o discontínuo por la renovada resistencia que ofrece al avance del capitalismo, ciertamente cada vez más débil en la medida en que este sector de clase burgués intermedio -aunque no desaparece del todo- disminuye cada vez más en términos relativos (respecto de los asalariados). La ley general de la acumulación capitalista determina que este sector intermedio de clase capitalista sea muy inestable, nutriendose, por arriba, de sus estratos superiores desplazados del mercado por los grandes capitales durante las fases expansivas de los ciclos económicos periódicos, por abajo, del paro obrero durante las fases depresivas; aunque, en estas fases, son más los pequeñoburgueses que se proletarizan o pasan a la condición de trabajadores por cuenta propia, que los asalariados que se aventuran como pequeños explotadores capitalistas invirtiendo sus indemnizaciones de paro que complementan mediante créditos bancarios.

De este modo, la primera contradicción pertenece todavía al futuro; la segunda, cada vez más al pasado. En este sentido, desde el punto de vista revolucionario es un completo despropósito defender medidas de apoyo a la pequeñoburguesía susceptibles de debilitar esta segunda contradicción, porque frena el desarrollo social bajo el capitalismo (el desarrollo social del proletariado). Protegiendo artificialmente al pequeño propietario capitalista ineficiente contra el desarrollo económico del capitalismo, contra el desarrollo de la gran producción, se aleja el horizonte político del socialismo, porque la táctica de propreger económicamente a esta capa inferior de propietarios capitalistas, evita que la burguesía en su conjunto se debilite social y políticamente. Esta es la finalidad del reformismo.

Por el contrario, la lucha consecuentemente revolucionaria contra el gran capital imperialista, contra la "glogalización" capitalista, excluye lógicamente la táctica de defensa de la pequeña producción capitalista, esto es, de la obsolescencia técnica, la ineficiencia económica y el atraso social que, a cambio, brinda consenso social a la democracia formal de mercado, con sus instituciones de Estado corruptas y opresivas preparadas para la burla sistemática de la voluntad popular, cuando no aporta su base social de apoyo para la represión fascista. La lucha consecuentemente revolucionaria contra el imperialismo es tal, cuando se proyecta desde la perspectiva de la eficiencia técnica y el progreso humano alternativos en la sociedad democráticamente real de los productores libres asociados, esto es, desde la perspectiva política del proletariado.

Somos plenamente conscientes de que en el alma de los millones que piensan como usted en el mundo, que se resisten a dejar su querencia política bajo el ala de la pequeñoburguesía, anida el prejuicio muy bien alimentado por los intereses del enemigo de clase, de que los asalariados son incapaces de autodeterminarse para dirigir los destinos de la humanidad, y que frente al mercado como mecanismo de asignación de recursos productivos y riqueza no hay alternativa posible. Un infundio que arraigó todavía más en la conciencia de las clases sublaternas (pequeñoburguesía, proletariado y semiproletariado o cuentapropistas) tras la caída de la URSS, un régimen que la burocracia soviética, en su enfrentamiento-alianza con el capital imperialista, se vino encargando de hacer pasar por socialismo durante sesenta y siete años.

Y no vaya usted a creer que la presunta incapacidad del proletariado para organizar la vida social sin mercado es un embeleco burgués porque lo dicen "comunistas trasnochados" como nosotros, sino porque está más que demostrado y día que pasa se vuelve más evidente por efecto de la propia realidad actual del capitalismo tardío. Sobre este asunto nos permitimos remitirle al apartado 8 de nuestro trabajo: "Las vacas locas y la vesanía genocida del sistema capitalista", en: http://www.nodo50.org/gpm/1vacaslocas8.htm

Todos estos argumentos deben naturalmente explicitarse en un programa político de gobierno, y nosotros, haciendo memoria histórica, hemos esbozado el que, pensamos, debe servir de guía a la acción política del proletariado en la etapa actual del proceso de acumulación, en esencia el mismo que llevó a la práctica el proletariado ruso en 1917, adaptado lógicamente a la correlación fundamental de fuerzas entre proletariado y burguesía en la Argentina de hoy, a nuestro modo de ver valido para la mayoría de países en el mundo. Lo presentamos durante un acto convocado por la reciente formación política pequeñoburguesa denominada "Frente argentino contra la pobreza", realizado en la plaza madrileña de Sol el día 5 de enero ppdo. Podrá verlo formulado en: http://www.nodo50/gpm/1argentpanf.htm

Está claro que esta propuesta de acción política cuyos principios fundamentales hemos expuesto aquí, no puede ser apoyada por el estrato superior de la pequeñoburguesía en ningún momento. Pero seguro que sí puede serlo por el estrato inferior de este sector intermedio, cuyos componentes a duras penas se sustraen a la proletarización y que en esa lucha agónica muchas veces llegan a pensar que lo peor que les puede pasar no es morir como pequeños propietatrios capitalistas, sino sufrir humanamente como perros abandonados por aferrarse al clavo ardiendo de la vida bajo esa condición social cada vez más insoportable.

Para que estos sectores se suiciden como clase capitalista intermedia y renazcan encarnando la dignidad de los que luchan decididamente por su emancipación humana, solo es necesario hacer posible que una minoría significativa de asalariados conscientes se autorganicen políticamente en torno a los principios de la racionalidad social revolucionaria y, constituidos en partido independiente, sean capaces de trasmitirla al resto de sus camaradas de clase para tomar juntos la firme determinación de decir ¡basta!, demostrando, una vez más en la historia, como en la Revolución Francesa de 1789, que "No hay fuerza más irresistible que la de una idea cuando le llega su hora". Víctor Hugo.

Un Saludo: GPM

febrero 2002

Respuesta de De Santis
domingo, 24 de febrero de 2002

Compañeros:
No es conducente plantear una discusión tergiversando lo que dice el oponente.
Comienzo mi nota diciendo que : "No creo que haya una revolución". Y ustedes leen : "Para él, la lucha de clases ha entrado en una dinámica revolucionaria ".
Además los puntos programáticos que incluí no son "mi programa" como afirman ustedes sino, el votado por las asambleas populares de la "pequeña burguesía" el cual ustedes comparten, según afirman en su respuesta.
Esto me exime de continuar debatiendo con ustedes.
Fraternalmente
Daniel De Santis

Señor Daniel De Santis:

Ha incurrido usted en otra lectura desprolija. Se nota que el rigor conceptual no es una virtud que acostumbre a cultivar en su espíritu.

Se ha mostrado molesto porque, según dice, hemos tergiversado su discurso al atribuirle la idea de que en Argentina hay una revolución y, además, la paternidad del programa que salió de las ya célebres "Asambleas populares", con el que, según su forzada interpretación, acordamos.

Respecto de lo primero, usted ha dicho: <<No creo que haya una revolución>>. Tan cierto es esto para nosotros, que no hemos dicho ni pío, porque compartimos plenamente la idea y no somos los únicos. Es más, estamos seguros de que nadie, ni el observador más optimista, podría interpretar otra cosa acerca de lo que pasa hoy día en ese país. ¿Es necesario que le invitemos a repasar la lectura de nuestro documento?

El caso es que, entre las fuerzas de la llamada "izquierda", son abrumadora mayoría los que, de acuerdo con usted, piensan que las luchas en torno al llamado "corralito" han adquirido "una dinámica revolucionaria". Y esto es lo que criticamos de su escrito. Aunque no ha empleado usted esta expresión, el significado de sus palabras no deja lugar a dudas de que se inscribe en su significado:

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<<Para mi se ha producido un hecho de una importancia difícil de exagerar. La pequeña burguesía ha roto la natural sujeción a su líder natural, la burguesía, y se ha comenzado a movilizar masiva y contundentemente en contra del modelo del capitalismo para los países del tercer mundo con una consigna central de profundo contenido antisistema. "Que se vayan todos y que no quede ni uno sólo". Yo creo que, desde el punto de vista social, aunque todavía no político, están dadas las condiciones para una alianza obrero popular como nunca antes en la historia Argentina>> (Daniel De Santis: Su carta del 29/01/02)

Le explicamos por qué no hubo jamás ni puede haber una situación histórica en que las movilizaciones de la pequeñoburguesía adquieran por sí solas un "profundo contenido antisistema". El contenido de una cosa en sí misma es su esencia, y la esencia de la pequeñoburguesía como sector subalterno de clase capitalista "en sí", anida en el concepto de propiedad privada sobre los medios de emplear trabajo ajeno que dan sentido a su existencia de clase explotadora. Por tanto, afirmar que el comportamiento político de la pequeñoburguesía pueda tener un "profundo contenido antisistema", significa concebir que ese sector de clase burgués se mueve por un congénito sentimiento autotanático y que no necesita que nadie le empuje a su propio suicidio, lo cual es una contradicción en sus propios términos producto del más grosero impresionismo, de una ilusión espontaneista.

Sobre la consigna: "que se vayan todos y que no quede ni uno sólo", ya le explicamos cual es, a nuestro modo de ver, su significado. Ahora le vamos a decir lo mismo de otra manera. Esta consigna está comprendida en el concepto de que las crisis capitalistas no se producen por las contradicciones económicas del sistema, sino por el gasto estatal superfluo y el peculado de los políticos a cargo de gobiernos incompetentes y corruptos. Si ésta fuera la causa de las crisis, el capitalismo viviría en estado crisis permanente, porque la corrupción política es un mal endémico de este sisterma. Este infundio tiene su explicación en la enorme masa de capital sobreacumulado en busca fuentes de producción directa de plusvalor, en su necesidad de consenso social para convertir a los empleados públicos en asalariados privados y a los Estados empresarios en Estados gendarmes puros. Para eso, desde hace años el capital multinacional dispuso que los medios de comunicación en todo el mundo se entreguen a una campaña que cuajó en la consigna general de "lucha contra la corrupción" de especial eficacia en los países dependientes de la periferia capitalista. De hecho, todas las fuerzas políticas opositoras a los gobiernos de turno en todas partes, han podido transformar esta consigna en votos ganadores al servicio de la alternancia política en los distintos aparatos estatales, para dejar intangible el sistema. Toda la progresía reformista de la "izquierda" se sumó a esta campaña. Sobre todo, la que participa en el juego electoral-parlamentario de las instituciones burguesas. Tal es el espíritu político que preside la consigna "que se vayan todos....", el mismo que anima lo que se resuelve en las "asambleas populares".

La consigna "popular" exigiendo "que se vayan todos...", está, pues lógicamente comprendida en la consigna gran burguesa de la "lucha contra la corrupción", una lógica que, a su vez, se inscribe en la estrategia general de convertir a los empleados públicos de las empresas y demás servicios sociales del Estado en asalariados al servicio de la acumulación directa de capital privado. De momento, como refuerzo del ejército de parados para presionar los salarios todavía más a la baja, una necesidad imperiosa del capitalismo en todas partes, pero todavía más en Argentina, dada la magnitud de su crisis. Y esta estrategia ultrarreaccionaria late en el inconsciente colectivo del "cacerolazo". Como hemos dicho ya, una mayoría de los que luchan por abrir el "corralito", estarían dispuestos a apoyar una "racionalización (burguesa) profunda" del Estado, que consiste en dejar a miles de empleados estatales en el paro. Durante el segundo gran "cacerolazo" que demandó la renuncia de Grosso y otros renombrados corruptos, se planteó con urgencia la cuestión de la reforma del Estado.

La consigna pequeñoburguesa de "que se vayan todos..." muestra y al mismo tiempo oculta lo que este sector de clase explotadora es en términos de poder político. Se revela en que dice lo que no quiere pero se oculta en que calla respecto de lo que quiere en esos mismos términos. ¿Por qué? pues, porque no puede hacer otra cosa, porque no está en condiciones de saber qué quiere más allá de lo que le afecta a su bolsillo; porque carece del sentido de totalidad, de representación de los intereses generales de la sociedad capitalista; porque no puede pensar y actuar por el conjunto de la burguesía, porque su naturaleza de clase capitalista intermedia y subalterna se lo impide, demostrando así, categóricamente, que en modo alguno ha cortado su cordón umbilical con su superior jerárquico: la gran burguesía. Protesta y rechaza pero no propone ni decide porque no está en su prosapia social adoptar semejante compromiso político con la realidad capitalista. Lo único que quisieran de verdad los que más gritan la consigna en cuestión, es que, pase lo que pase y a cualquier coste, se les devuelvan sus ahorros con el poder adquisitivo anterior a la devaluación. Pero saben que esto es imposible mientras no se solucione la crisis, porque en condiciones "democráticas" generaría una anarquía social tendencialmente expropiatoria no precisamente por vía revolucionaria sino por vía del desfondamiento financiero del sistema. Tal es su drama y así lo hemos reflejado en nuestra carta anterior:

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<<Por la sesera y el ánimo de la pequeñoburguesía en esta emergencia histórica no pasa el dilema entre capitalismo y socialismo, sino entre perder parte de sus ahorros o perderlo todo. Nada más.>> (GPM: " 1ª Carta a De Santis ")

Pero este drama en modo alguno es pura pérdida para el sistema sino que es funcional a su preservación. Sirve y mucho. Ante su desesperación e impotencia política, no es la primera vez que estos sectores capitalistas intermedios golpean la puerta de los cuarteles. De hecho, todos los golpes de Estado reaccionarios desde 1930 hasta hoy, han tenido su base social de sustentación de masas en la llamada "clase media" argentina, incluida hoy junto a ella a la aristocracia obrera. ¿Quién puede afirmar, con fundamento, que los encerrados hoy en el "corralito" se opondrían a una "salida militar" que les hiciera ver una luz -sin duda engañosa- al fondo del túnel en el que están metidos?

No es casual que la idea del golpe ya haya sido puesta en movimiento por algunos medios de comunicación del sistema para alumbrar el alma naturalmente brumosa de estos sectores, haciendo una vez más consciente el extremo fascista que nunca deja de latir en su inconsciente colectivo. Esta campaña de cariz claramente golpista empezó el 6 de febrero último mediante el tan remanido como eficaz método de la bola de nieve hecha de sucesivos rumores y desmentidos, cuando el periodista Samuel Gelblung anunció desde los micrófonos de Radio 10, que los regimientos de Azul y Tandil se habían levantado a las órdenes del general Daniel Manuel Reimundes. En ese momento, se puso en boca del jefe del Ejército, Ricardo Briznoni, el haber dicho públicamente que el ejército "no tiene misión, ni vocación, ni medios, ni entrenamiento para reemplazar a la policía ante un desborde social". Sin embargo, dos semanas después, a instancias del escritor populista Miguel Bonasso, el periódico "Página 12", de idéntica filiación política, volvió a la carga para decir que, en este momento, las FF.AA. se encuentran presionadas por poderes fácticos de distinto signo, todos ellos coincidentes con la pequeñoburguesía en dos cosas:

  1. acabar con la alianza entre la burocracia sindical y un sector del peronismo en el actual gobierno, mediante un "golpe militar legal" autorizado por el Congreso, y
  2. prevenir por el exclusivo recurso al Estado de excepción y al uso de la fuerza armada, cualquier previsible respuesta del movimiento obrero ante la necesidad de conjurar la crisis, como ha hecho siempre la burguesía en todas partes bajo circunstancias análogas: haciendo bajar el precio de la fuerza de trabajo todavía más por debajo de su valor.

Tal es la lógica política del "cacerolazo" y el sentido ultrarreaccionario progolpista de la consigna "que se vayan todos y no quede uno sólo", que miles como usted en Argentina ponen patas arriba confiriéndole un "profundo contenido antisistema".

En cuanto a eso de que le hemos atribuido la paternidad del programa populista aprobado por las "asambleas populares", ha vuelto usted a confundir el estricto sentido de las palabras. No han sido las asambleas populares sino usted quien nos ha propuesto el programa aprobado en esas asambleas, porque es usted quien lo ha hecho suyo y lo difunde. A los efectos políticos, la paternindad de una proposición programática es irrelevante, tanto como a los efectos de la búsqueda de la verdad científica lo es quien tenga razón.

Por último, de sus observaciones resta que hagamos referencia a su afirmación según la cual, nosotros estaríamos de acuerdo con el programa aprobado por las "asambleas populares" que usted ha hecho suyo. En su última comunicación usted nos dice:

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<<....los puntos programáticos que incluí no son "mi programa" como afirman ustedes sino, el votado por las asambleas populares de la "pequeña burguesía" el cual ustedes comparten, según afirman en su respuesta.>>

Acabamos de referirnos a la primera parte de este texto suyo. Respecto de la segunda parte, a estas alturas debemos decirle que los comunistas somos muy pacientes, señor De Santis. Debemos serlo. La razón revolucionaria así lo exige. Pero su caso es de campeonato. ¿En qué parte de nuestro discurso ha visto usted semejante afirmación? ¿O es que no ha caido en que, en esto de las propuestas programáticas, usted y las asambleas populares, están respecto de nosotros en las antípodas políticas?. El programa propuesto por usted apunta a fortalecer el Estado burgués argentino, en tanto que los comunistas proponemos destruir ese Estado. Su programa busca preservar y estabilizar la explotación capitalista en pequeña y mediana escala. Por el contrario, el programa de los comunistas apunta a acabar con la explotación de trabajo ajeno. Usted y su programa funda esperanzas en la posibilidad de estabilizar la explotación del trabajo ajeno en pequeña y mediana escala. Los comunistas, basándonos en la "ley general de la acumulación capitalista", afirmamos que a estas alturas del proceso de acumulación, semejante pretensión es ilusoria, y que insistir en ella sólo puede acarrear más desgracia y retardar el necesario cambio revolucionario. Su programa supone supeditar la lucha del proletariado a los intereses de la pequeñoburguesía. Nuestro programa, el programa de los comunistas, supone lo contrario: luchar por los intereses del proletariado, única manera de arrastrar detrás de esos objetivos de lucha a la pequeñoburguesía sin futuro dentro de la sociedad burguesa.

Para más inri, hemos expuesto hasta el detalle las razones de todas estas contraposiciones programáticas y hasta le hemos remitido expresamente al sitio de nuestra página donde formulamos nuestro programa, inspirado en el mismo espíritu que llevó a los revolucionarios rusos a formular el suyo, aunque, adaptado a las condiciones económicas y sociales de la Argentina actual. Lo hemos hecho en el siguiente párrafo:

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<<Todos estos argumentos deben naturalmente explicitarse en un programa político de gobierno, y nosotros, haciendo memoria histórica, hemos esbozado el que, pensamos, debe servir de guía a la acción política del proletariado en la etapa actual del proceso de acumulación, en esencia el mismo que llevó a la práctica el proletariado ruso en 1917, adaptado lógicamente a la correlación fundamental de fuerzas entre proletariado y burguesía en la Argentina de hoy, a nuestro modo de ver válido para la mayoría de países en el mundo. Lo presentamos durante un acto convocado por la reciente formación política pequeñoburguesa denominada "Frente argentino contra la pobreza", realizado en la plaza madrileña de Sol el día 5 de enero ppdo. Podrá verlo formulado en: http://www.nodo50/gpm/1argentpanf.htm>>

Según lo actuado hasta aquí, no es cierto que hemos falseado sus palabras, ni siquiera por descuido. Les hemos atribuido exactamente el valor y el significado que usted les ha dado. Si estuviéramos dedicados a eso, Señor De Santis, a debatir "tergiversando lo que dice el oponente" -que es de lo que usted nos acusa sin aportar prueba alguna- no estaríamos en esta trinchera política, sino en la de quienes necesitan hacerlo porque tienen interés en ir a contramano de la historia.

En este sentido, ante su decisión de no seguir debatiendo, queda claro que no tenemos nada que ver en ello, ni nada podemos seguir haciendo por prolongar la corta vida de nuestra relación dialéctica, porque no hemos sido nosotros sino usted, quien se ha empeñado en no dejarla respirar desde el principio, negándose a nutrirla con ideas fundadas en argumentos sólidos. Ahora, cada cual a lo suyo y a esperar el veredicto de la historia. De momento, el de los lectores de nuestra página.

Un Saludo: GPM

febrero 2002

Nota: peligro de golpe de estado en Argentina

From: "Coord_Rima" <rima@citynet.net.ar

Argentina: amenaza institucional

Queridas co-listeras:
Como una manera de "exorcizar" lo que dice la nota y lo que se viene rumoreando desde ya hace un tiempo, decidimos sociabilizar esta nota en la red.Lo hacemos muy a pesar nuestro, ya que nos duele tener que transmitir este tipode informaciòn, pero es bueno que las companieras de otros países lo sepan tambièn.
Pero como momento històrico que es y por lo grave de la denuncia decidimos hacerlo, y corrernos de nuestros temas habituales.

Un saludo feminista y dolido,Gabriela e Irene

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para RIMA (Red Informativa de Mujeres de Argentina)
del diario *Pàgina/12*,Buenos Aires-Argentina, 25 Febrero 2002

BRINZONI CONVOCA A EMPRESARIOS PARA DISCUTIR LA CRISIS

"Haremos lo que tengamos que hacer"
El jefe del Ejército está convocando a importantes empresarios para hablar depolítica, incluido un eventual derrumbe del Gobierno, y el rol de los militaresfrente a un desborde social.
Por Miguel Bonasso

El jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, está convocando a altos dirigentes del establishment empresarial a reuniones herméticas para hablar dela crisis política y sus hipotéticos desemboques, hasta una eventual caída delpresidente Eduardo Duhalde. También para analizar un posible escenario de desborde social que "obligue a que las Fuerzas Armadas hagan lo que tengan quehacer".

Una alusión más que transparente a la represión de un eventual estallidopopular. Una investigación de Página/12, realizada en medios políticos, militares y empresariales, permitió detectar dos encuentros concretos de altonivel entre el militar y uno de los máximos ejecutivos del Grupo Werthein, expropietario del Banco Mercantil y principal accionista de La Caja de Ahorro ySeguro.

El martes pasado, el general Brinzoni invitó a comer al financista Adrián Werthein y el jueves le "mandó" a su mano derecha, el general Daniel Manuel Reimundes, para "formular un pedido" que las fuentes no especificaron.

El señor Werthein no pudo ser consultado porque el mismo viernes viajó a Israelpor razones que nada tienen que ver con esas reuniones. Hace apenas dos semanas,el general Brinzoni desmintió que el Ejército estuviera conspirando para dar ungolpe y afirmó categóricamente que "no tiene misión, ni vocación, ni medios,nientrenamiento para reemplazar a la policía ante un desborde social".
También desmintió que el general Reimundes hubiera sublevado dos regimientos como informó erróneamente Radio 10.

El general aludido es hijo del fallecido coronel Manuel Reimundes, que participó en diversas conspiraciones militares en los años O50 y O60, que le valieron el apodo de "Dragón Verde".

Cuando Adrián Werthein (50) recibió la convocatoria del teniente general Brinzoni para comer juntos no se sorprendió, porque históricamente el Mercantilpagaba los sueldos del Ejército y La Caja maneja los seguros de vida del personal de ese arma y de la Fuerza Aérea. Pero el contenido de la charla, asegura una de las fuentes consultadas, lo habría dejado perplejo y preocupado: el general no parecía ser la misma persona que había visto el año pasado, pocoantes de que Domingo Cavallo estableciera el corralito que sublevó a millones deahorristas y provocó la salida de Fernando de la Rúa.
En aquel momento Brinzoni le habría parecido mucho más aséptico y prescindenteen materia política del anfitrión que lo recibió el martes pasado y encendió ventiladores y una radio "para que no nos escuchen esos servicios de mierda".

Precaución que no era en absoluto exagerada. El ex director operativo del Mercantil no es un hombre que se asuste fácil, pero hubiera deseado estar lejos cuando el jefe del Ejército afirmó que la situación social y política "preocupaba sobremanera" a los militares. El también quiso que el ventilador y la radio taparan las palabras del general, cuando éste inició una diatriba contra el presidente Eduardo Duhalde a quien ­según una de las fuentes­ habría calificado de "inútil" y "mala persona".

Ante el inquietante cariz que tomaba la conversación, Werthein habría preguntadoa su interlocutor qué rol específico le asignaba a la fuerza bajo su mando en laactual crisis generalizada que padece la Argentina. Brinzoni, entonces, sostuvoque la participación de las Fuerzas Armadas en el control del conflicto socialdebía ser aprobada por el Congreso. "Hoy por hoy ­fueron aproximadamente sus palabras­ no podemos tocar un pito porque sería ilegal. Necesitamos la legalización (del accionar represivo interno)". De todos modos, habría cerradocon esta afirmación: "Pero lo vamos a hacer".

Cuando el financista le preguntó si estaban en condiciones de poner coto a uneventual desborde nacional, el militar habría respondido: "Hoy no tenemos recursos, pero si no hay más remedio haremos lo que tengamos que hacer". Además del aval parlamentario, Brinzoni habría deslizado que cualquier paso a dar debía contar también con el visto bueno de Washington. Después el militar propuso otorgarle continuidad y organicidad a la conversación, anunciándole al empresario que iría a verlo su mano derecha, el secretario general del Ejército,general Daniel Reimundes, quien le formularía un "pedido". La fuente consultadano sabía en qué consistía el tal "pedido", pero confirmó que el nuevo encuentrosecreto entre el Grupo Werthein y los altos mandos se llevó a cabo durante un almuerzo el jueves pasado.La sospecha de un talante golpista persigue genéticamente al general Reimundes,un oficial superior que pasó dos estratégicos años de su vida como agregado militar en Washington.

Su padre, el coronel Manuel Reimundes, (fallecido en 1992) se levantó en setiembre de 1951 contra el gobierno constitucional del general Juan Perón y se pasó varios años en la cárcel. En los O50 y en los O60,volvió a sufrir arrestos acusado de participar en diversas conspiraciones. El "Dragón Verde", como lo llamaba el periodismo político de la época, se sumaría después al gobierno de la llamada "Revolución Argentina" y, durante el período a cargo del general Roberto Marcelo Levingston, ejerció la presidencia de YPF.A pesar de haberse alzado contra Perón, Reimundes no fue lo que solía llamarse"un gorila", sino un oficial enrolado en lo que se denominaba una línea nacionaly popular. En agosto de 1971 formuló una curiosa declaración al mensuario Extra:"Si el país no tiene un efectivo dominio sobre su estructura financiera el país no sirve. (...) Hay que dominar el aparato financiero y una forma de dominarlo es nacionalizando la banca, porque la desnacionalización de las finanzas y la economía es tremenda".
Es improbable que su hijo tuviera en mente esa definición el jueves pasado, cuando almorzó con la cabeza operativa del Grupo Werthein. Pero, igual que a su padre, lo sombrean con sospechas de conspiración.

El 6 de febrero pasado, SamuelGelblung imitó módicamente a Orson Welles y anunció desde los micrófonos de Radio 10, que los regimientos de Azul y Tandil se habían levantado a las órdenesdel general Reimundes. Alertado por un ayudante, Brinzoni se comunicó de inmediato con Gelblung y desmintió la supuesta chirinada y la presunta vocaciónrepresiva del Ejército.

Pero más allá del blooper radial, la investigación de Página/12 permitió establecer que algunos personajes, dados apresuradamente por difuntos, vuelven a ocupar el centro de la escena. De una escena que ocurre en las sombras del poderreal. Según una fuente empresarial de primer nivel ese sería el caso del defenestrado titular del Banco Central Pedro Pou, que ha coordinado varias reuniones entre militares y financistas similares a las reveladas en esta nota.
Sería interesante saber qué hubiera opinado el "Dragón Verde" acerca de Pou, eladalid de la dolarización, el menemista sospechado de amparar las maniobras del banquero Raúl Moneta.

La coyuntura actual es obviamente distinta a la que imperaba en vísperas del 24 de marzo de 1976, pero algunos funcionarios estatales no dejan de considerar inquietantes estas aproximaciones entre financistas y uniformados que traen a la memoria las pulsiones golpistas del Consejo Empresario que conducía José AlfredoMartínez de Hoz.En la Secretaria de Seguridad del Estado, que ahora concentra por decreto presidencial a la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura Naval, se subraya por lo bajo la creciente histeria de los directivos de las privatizadas(Telefónica, Repsol, etc.) y los bancos, ante las improbables derivaciones delconflicto social.

Los gerentes quieren estar tranquilos: quieren saber que alguien pondrá fin al incómodo sonido de las cacerolas y el humo perturbador de los piquetes, sin hablar de los fantasmas dejados a su paso por los saqueos. Paradójicamente, algunos profesionales de la represión, tratan de serenarlos explicándoles que setransita un terreno minado y que cualquier acto que sea visualizado como provocación, puede generar el desborde tan temido.

Un jefe policial lo graficóante este cronista:"Si el diez porciento de los 6 millones de indigentes selanza a las calles no los paramos con todas las fuerzas de seguridad juntas".

Un curioso termómetro interno, secreto, mide de uno a cinco las posibilidades dedescender al averno en la Secretaría de Seguridad. Por ahora, a pesar del ruidode las cacerolas y las mortificadas chapas de los bancos, la aguja está detenidaen el dos.

La estación de las asambleas públicas y las reuniones secretas.

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febrero 2002

De: Daniel De Santis
Para: GPM
Enviado: domingo, 03 de marzo de 2002

Compañeros

No es que no deseo debatir, ustedes cortaron el debate.

Y por favor, además de mentirosos son injuriosos.

No es que no tenga rigor conceptual, sino que ustedes no pasan de chicaneros de asamblea estudiantil, los que al no tener argumentos para debatir recurren al archiconocido método de tergiversar al oponente para luego refutar vuestra porpia tergiversación.

Y por favor respeten a las personas. Ustedes son poseedores de una sobervia superlativa, ustedes no debaten sino explican, gracias, pero no fumo.

De Santis