2.-Espontaneísmo político

Si usted ha seguido en el web site del GPM las alternativas del debate en torno a esta cuestión, verá que nuestro modo de ver las cosas en ese país (Argentina), coincide con la perspectiva general y el pronóstico desde donde el BIPR observa los acometimientos de la lucha de clases en el mundo actual para el periodo que estamos atravesando. Y si compara usted estas conclusiones con lo dicho por los compañeros en el documento que nos ha remitido, podrá ver la contradicción entre ese análisis de la situación política general [puntos a) ; b)], y el que hacen respecto de Argentina. Este contraste es bastante más acusado en el contexto de otro documento relativo al mismo asunto publicado en su página. En efecto, en "La lección de Argentina" el BIPR se limita a dar por cierto que el proletariado argentino está "en movimiento", "determinado" por la idea de su autoorganización y <<con capacidad de manifestar el sentido de la ruptura de clase y de la identificación de su enemigo político>>. Pero en "El movimiento de los piquetes", los compañeros del BIRP van más allá, porque llegan a decir que <<En el plano político (los piqueteros) proponen la destrucción de todo el andamiaje del sistema político actual y su sustitución por lo que ellos denominan "un gobierno de los trabajadores">>, y que, <<No obstante el carácter todavía tosco y rudo de su conciencia, el movimiento de los piquetes tiende instintivamente hacia el comunismo.>>.

En estos juicios observamos una concesión - que suponemos inadvertida o involuntaria- al espontaneismo político, que no se compadece con la proclamada necesidad del partido antes de que se den las condiciones prerrevolucionarias, como condición de que el movimiento pase del instinto a la conciencia de clase. Así lo indican correctamente los compañeros en los puntos 8), 10), 11) y 12) de su "Plataforma" que acabamos de transcribir aquí. Pero en el documento sobre los piqueteros atribuyen al instinto de clase una trascendencia política que no puede tener. En efecto, según la concepción materialista histórica ratificada por la experiencia del movimiento explotado, el instinto de clase, en si y por sí, no tiende ni puede tender al comunismo. Es de naturaleza económico-social y no política. A lo sumo y excepcionalmente, solo llega a sobrepasar a sus direcciones políticas y sindicales burguesas desde el punto de vista de saber lo que no se quiere dentro de la sociedad burguesa, lo que Mandel llamó "instinto de clase relativamente autónomo. Pero nada más. El instinto de clase de los asalariados es esencialmente burgués y, como tal, no puede llegar a ser otra cosa. De no ser así, la moderna ciencia social, el partido de clase portador de esa ciencia aplicada a la realidad social capitalista, y la tarea imprescindible de fundir esos conocimiento científicos con el movimiento espontáneo, carecerían de sentido. Para decirlo más claramente, entre instinto y conciencia de clase hay una revolución espiritual, un cambio de sustancia o principio activo de la acción.

Y el caso es que, esto que Mandel llamó "instinto de clase relativamente autónomo", en los acontecimientos de la Argentina de hoy día, no aparece por ningún lado, porque la clase obrera, como tal, no está protagonizando el proceso. Si algo diferencia al gobierno de Duhalde y explica su precaria estabilidad respecto de sus dos inmediatos antecesores, es el hecho de que, hasta hoy, cuenta con el apoyo de la burocracia sindical que mantiene a los asalariados en activo completamente al margen de toda esta movida.

En cuanto al fenómeno de los "piqueteros", su relativa importancia política radica en la persistencia y tenacidad de su lucha por demandar más puestos de trabajo, pero constituyen una ínfima minoría, no sólo respecto del conjunto de los parados, sino de los que conservan su empleo. Respecto de su grado de conciencia política, insistimos en que es de carácter negativo, expresa lo que no quiere dentro del mismo sistema de vida. Y no cuestiona el sistema sino a los políticos de los partidos parlamentarios, por corruptos, y a los militantes de las organizaciones extraparlamentarias de mayoría reformista, por manipuladores, acusados de pelearse por hacer valer matices políticos que en nada afectan a lo que realmente se quiere conseguir y cuya exclusiva finalidad es destacar para el reclutamiento militante. Esto no obsta para que todos los militantes partidarios participen en el movimiento sin mencionar su filiación política y, a despecho de una ínfima minoría revolucionaria, sigan dirigiendo políticamente su accionar según los lugares comunes nacionalistas burgueses en que sus distintas organizaciones coinciden y han venido contribuyendo a educar a la gente en el antiimperialismo pequeñoburgués basado en la defensa de los valores patrios, el sentido de unidad nacional, etc., etc. Esta es la verdad, lo demás es pura imaginación, deseos teorizados y proclamados.

El programa de raíz ideológica nacionalista burguesa adoptado por las Asambleas Populares, a nuestro modo de ver se explica por estas circunstancias, muy poco que ver con una supuesta tendencia social instintiva de estos explotados a romper con el sistema. En este sentido, discrepamos con el presunto espíritu objetivo revolucionario que los compañeros del BIPR han puesto en la consigna originada al interior del movimiento "cacerolero" predominantemente pequeñoburgués y cuentapropista afectado por la confiscación de los depósitos bancarios. "Que se vayan todos y no quede ni uno sólo", carece en absoluto del más mínimo potencial de iniciativa política alternativa respecto de nada. Al contrario, es una consigna ultrarreaccionaria. Concretamente progolpista a poco de que el movimiento se extienda hasta convertirse en un problema de "orden público". Los trabajadores en paro se han unido para protestar y demandar soluciones, no para resolver por sí mismos sus problemas, porque todavía sienten lo que les viene de la cuna, de la escuela y de su disciplina laboral: que no pueden y que no saben. (el aporte del partido) Por lo tanto, en realidad no es que no saben y que no pueden, sino que no quieren, porque no tienen conciencia de lo que efectivamente saben y pueden hacer. Y este tránsito ideológico y político del no querer a la voluntad de poder, este cambio de sustancia o principio activo de la acción, es tarea del partido revolucionario constituido. Por lo tanto, decir, como sostienen los compañeros, que <<...los piquetes son la organización independiente de los trabajadores que lucha por una solución global al problema de la explotación y la miseria y postula la erección de su propio poder>>, esto, además de no sostenerse sobre nada de lo que está pasando en Argentina, se contrapone frontalmente con la teoría marxista sobre la dinámica de la lucha de clases que dice asumir el BIRP.

Que la carencia de circulante haya inducido en los afectados la inteligente inciativa de crear una institución de intercambio social informal donde desaparece la realización de todo beneficio basado en la explotación del trabajo ajeno, esto no significa que los parados argentinos juzguen nada sobre eso ni que este mercado suponga la conciencia política en acción superadora del mercado capitalista por parte de quienes participan en él - como fuerzan en extremo el intelecto para darlo a entender así los compañeros del BIRP- sino que es al revés: han sido los capitalistas quienes se vieron obligados a transgredir excepcionalmente las leyes de la circulación del dinero y del normal funcionamiento del mercado capitalista, precisamente para evitar la debacle financiera y económica del sistema, lo cual ha dado pábulo a esa iniciativa de la gente para proporcionarse lo necesario. La creación del "mercado de crédito sin dinero" no ha sido, pues, una consciente decisión autónoma de los explotados que lleve consecuentemente implícita la voluntad de superar el capitalismo, sino algo que acusa la falta de dinero y lo suple dentro del mismo espíritu objetivo del capital. Es su sucedáneo, no su sustituto. Es una iniciativa determinada por el propio capital en crisis al interior del capital mismo, a instancias de una decisión política del gobierno burgués de turno en nombre del conjunto de la burguesía, de modo que esta organización del intercambio "alternativo" no es más que la adaptación de quienes participan en él - como las distintas especies animales en la selva- al nuevo medio social selvático en que siguen viviendo. En tal sentido, esta forma de intercambio, aun siendo llamativo por su singularidad histórica, no deja de ser por eso un epifenómeno más de la crisis capitalista, hoy día sin alternativa realmente posible, un reflejo condicionado, como el de las abultadas estadísticas de suicidio, robo con violencia o accidentes de trabajo en ese país.

En otra parte del mismo documento, el BIRP vuelve sobre el contrasentido político que encierra la expresión "instinto revolucionario", generalizando a todo el país la hostilidad política hacia determinadas pequeñas y medianas empresas que - según lo que dicen los compañeros y que nosotros desconocíamos- sólo se puso de manifiesto en la norteña ciudad de Salta. A la hora de asumir la defensa de sus condiciones de vida y de trabajo, los asalariados espontáneos no condicionan su odio de clase y la enjundia de su lucha al hecho de que los patrones con quienes tienen que vérselas sean pequeños, medianos o grandes capitalistas. Otra cosa ocurre cuando el instinto de clase de esos mismos obreros espontáneos es instrumentado políticamente por unas u otras fracciones de la burguesía, a través de sus respectivos intelectuales, orgánicos o inorgánicos. Esto explica que el mismo instinto de clase conduzca a los obreros argentinos - activos o en paro- a luchar sindicalmente contra sus pequeños y medianos patrones dadas las condiciones favorables para elliempo que, políticamente, en general se mantengan fieles al proyecto frentepopulista y estatista de preservación de estos sectores capitalistas nacionales anacrónicos, ineficientes y superexplotadores, como está pasando hoy en la inmensa mayoría de las Asambleas Populares del país.

En nuestra comunicación al señor Sobrino que acabamos de publicar, nos hemos referido más extensamente a las condiciones objetivas y subjetivas del movimiento contestatario protagonizado por los "piqueteros" argentinos. Aquí sólo hemos querido llamar la atención sobre el error de análisis del BIPR, para evitar autoengaños y errores en la tarea de contribuir a reproducir en el pensamiento colectivo, la correlación política de fuerzas real entre las dos clases fundamentales del país en el momento actual.

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