04. Las guerras como recurso
adicional para superar las crisis
Siguiendo
con el ejemplo, por falta de rentabilidad suficiente los 150€ dejan de invertirse en la producción e incursionan en
los mercados especulativos, anticipando el estallido
de las crisis periódicas que luego se extienden a los países de menor
desarrollo. Al contrario de lo que sucede en la esfera de la producción, donde todas las fracciones empresariales
capitalistas ganan —aunque unas más que otras según la distinta magnitud de capital con
que cada una participa en el común
negocio de explotar trabajo ajeno—, en la especulación lo que unos capitalistas ganan otros lo
pierden, lo cual acelera el
no menos inevitable proceso de concentración
de la propiedad del capital global en cada vez menos manos:
<<Mientras
las cosas van bien, la competencia, tal como se revela en la nivelación de la
cuota general de ganancia, actúa como una cofradía práctica de la clase
capitalista, de modo que ésta (la ganancia) se reparte comunitariamente en proporción a la magnitud de la
participación de cada cual en el botín colectivo. Pero cuando ya no se trata de
dividir ganancias sino de dividir pérdidas, cada cual procura reducir en lo
posible su participación en ellas y endosársela a los demás. La pérdida es
inevitable para la clase en su conjunto. Pero la cantidad que de ella ha
de corresponderle a cada cual, en qué medida ha de participar en ella, se torna
entonces en una cuestión de poder y de astucia, y la competencia se
convierte a partir de ahí, en una lucha entre hermanos enemigos. Se hace sentir
entonces el antagonismo del interés de cada capitalista individual y el de la
clase de los capitalistas, del mismo modo que antes se anteponía la identidad
de esos intereses a través de la competencia>>. (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. 3
Ed. Siglo XXI/1976 Pp. 324-325. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros).
¿Qué son, pues, las guerras, sino la continuación
de la competencia inter-capitalista por medios
bélicos bajo tales condiciones de superproducción de capital y recesión
económica? Según hemos expuesto, siguiendo a Marx, las crisis económicas
capitalistas son, por lo general, crisis típicas de superproducción de capital. Un capital global en funciones que
acaba fungiendo como un costo excesivo
insoportable respecto de la ganancia global obtenida con él —a la baja— que no
le compensa. Para rehabilitar el aparato productivo bajo tales circunstancias incompatibles
con la producción capitalista, es por tanto necesario que ese capital
excedentario —medido en términos de valor en suelo cultivado, edificios,
máquinas, herramientas, etc. etc. y, naturalmente salarios—, se desvalorice y/o
destruya, como condición de que las ganancias se recuperen para superar la
recesión. Así lo explica Marx:
<< ¿Cómo se habría de dirimir este
conflicto, pues, y restablecer las condiciones correspondientes al movimiento
“sano” de la producción capitalista? La manera de llegar a esta componenda ya
se halla contenida en el simple planteamiento del conflicto que se trata de
dirimir. La misma incluye en poner en barbecho
y hasta aniquilar una parte del capital por el monto de valor de todo el
capital adicional ∆C (excedente o supernumerario, donde ∆C significa incremento de capital), o siquiera por una porción de ese monto. Pese a que —tal como surge ya
de la exposición del conflicto— la distribución de esa pérdida no se extiende
en modo alguno de manera uniforme a los diferentes capitales particulares (empresas), sino que en una lucha competitiva se
decide de qué manera se distribuyen las pérdidas, en forma sumamente desigual y
diversa, según las ventajas particulares (de las empresas de mayor magnitud
de capital social y poder económico) o
las posiciones conquistadas, de modo que un capital resulta inactivado, otro
aniquilado, un tercer capital sólo experimenta pérdidas relativas o sólo sufre
una desvalorización transitorios, etcétera.
Pero bajo cualquier circunstancia el equilibrio se establecería por
inactivación e incluso por aniquilación (física) de capital en mayor o menor medida. Esto se
extendería en parte a la sustancia
material del capital; es decir, que una parte de los medios de producción,
capital fijo (edificios, máquinas, herramientas, mobiliario) y circulante (materias primas), no operaría, no funcionaría como capital;
se paralizaría una parte de las empresas
productivas iniciadas. Si bien en este aspecto el tiempo (de inactividad) ataca y deteriora todos los medios de
producción [con excepción del suelo], en este caso se verificaría como
consecuencia de la paralización funcional, una destrucción real mucho más
intensa de medios de producción. Sin embargo, el efecto principal en este
aspecto, sería que esos medios de producción dejasen de actuar como medios de
producción; una destrucción más breve o más prolongada en cuanto medios (materiales)
de producción […..]>>. (Ed. cit. Pp. 325-326. Lo entre paréntesis nuestro).
¿Qué función han cumplido y cumplen, pues, las guerras bajo el capitalismo en tiempos de recesión económica? Está claro.
Además de ser la continuación
de la competencia inter-burguesa
por medios bélicos, como
forma sustituta de la especulación en el reparto
geopolítico desigual de la riqueza entre la burguesía de distintos países, las
guerras contribuyen a la destrucción material de capital físico y humano en
cualquier parte, para los fines de reiniciar
lo más rápidamente posible el proceso productivo de acumulación con ganancias crecientes. En
definitiva, tanto las crisis periódicas como las guerras impiden, pues, que la tendencia
económica objetiva al derrumbe automático del
capitalismo se concrete.
El
sistema cuenta, pues, con sus propios mecanismos de reproducción. Pero lo que
no pueden impedir los capitalistas según se suceden y superan las crisis
periódicas de superproducción de capital —desvalorizando y/o destruyendo su
parte excedentaria— es el hecho de que cada progreso de la productividad
laboral, exige sustituir crecientes masas de trabajo humano por trabajo mecánico cada vez más automatizado, del cual no se puede obtener plusvalor
alguno. Una realidad que según avanza el proceso de acumulación entre sucesivas
crisis periódicas, choca brutalmente con esa otra exigencia del sistema cada
vez más difícil de cumplir que es, la de obtener ganancias crecientes con menos
costes. De esta contradicción se desprende que las crisis de superproducción de
capital sean cada vez más frecuentes, costosas en términos de sufrimientos humanos
y difíciles de superar. Pero sin duda que así garantizan la continuidad del
sistema sine die.
De
este descubrimiento Marx sacó la conclusión, de que sólo la lucha política de los explotados
conscientes de tal necesidad histórica, puede efectivamente
acabar con esta noria, convirtiendo la virtual
tendencia al derrumbe automático del capitalismo en realidad:
<<En
fin, dando por sentado que estos tres elementos: salario del trabajo, renta del
suelo, ganancia (industrial y comercial) e interés (bancario), son
las fuentes de ingreso de las tres clases, a saber, la de los terratenientes,
la de los capitalistas y la de los obreros asalariados, como conclusión la
LUCHA DE CLASES, en la cual el movimiento se descompone y es el desenlace de
toda esta mierda[1]>>. (K. Marx: “Cartas sobre ‘El Capital’” Ed. La
Habana/1983 Pp. 218. Carta a Engels. 30 de abril de 1868).
Volvemos aquí, pues, a insistir en la verdad histórica reiteradamente confirmada, de que las guerras entre países —o coaliciones de países— bajo el capitalismo, no son otra cosa que la continuidad de la competencia por medios bélicos, entre fracciones de la alta burguesía que detentan el poder político real en sus respectivos países, formando coaliciones nacionales o internacionales unas en contra de otras según eventualmente coincidan o diverjan en determinados intereses de fracción, independientemente de su nacionalidad. Como la que hoy conforman los EE.UU. de Norteamérica y Europa contra Rusia en el escenario bélico de Ucrania —que se disputan—, so pretexto de la lucha por libertad, la paz y demás patrañas por el estilo.
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[1] Cita de Marx: “La mayor parte de las cuestiones a que
se hace referencia aquí son tratadas en el Libro III en forma más desarrollada”.