02. Competencia económica, crisis y guerras

 

            Proclamar un comportamiento y hacer subrepticiamente lo contrario con fines políticos y económicos gananciales. Tal es la hipócrita y solapada filosofía de la vida, típica de las relaciones sociales basadas en la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, con su aneja e inveterada competencia entre propietarios. O sea, que “El capitalismo es la sociedad del engaño y el pillaje mutuo”. Tal como muy certeramente lo anunciaran Marx y Engels en febrero de 1848.

 

            Un ejemplo de la doblez entre lo que se postula y lo que se hace, parece que también se apoderó de esa insospechada Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyos miembros se han venido recreando en difundir que quieren evitar la financiación del terrorismo islámico. Para ello, el 12 de febrero de este año aprobaron por unanimidad una resolución, donde se comprometieron a “bloquear las fuentes de financiación de los yihadistas”. Esta organización mundial que tanto dice promover la solidaridad entre los pueblos, debiera explicar por qué en enero remitió armas con destino al movimiento terrorista Boko Haram que viene actuando en África. Y en este contexto cabe preguntarse, con que parte de tales ingresos parasitarios los yihadistas compensarán a los integrantes de la camarilla liderada por George W. Bush en este peligroso juego de la guerra, teniendo en cuenta que ellos fueron quienes propiciaron la deriva militar del conflicto de intereses geopolíticos inter-capitalistas en el Medio Oriente.

 

            Pero la pregunta del millón no es esta, sino qué puede pasar ante unas circunstancias, en las que el desarrollo científico-técnico incorporado a los actuales medios bélicos a disposición de las partes en conflicto, garantiza que una tercera guerra mundial supondría el peligro de la “destrucción mutua asegurada”. De momento se ha venido demostrando que prevalece la doctrina de la disuasión, expresada en el absurdo matemático del 1+1= 0. Es decir, que si las coaliciones en conflicto coincidieran en utilizar armamento nuclear unas contra las otras, se aniquilarían quedando reducidas a la nada. Sin embargo se confirma que las guerras siguen siendo realmente posibles usando armamento convencional de última generación, como es el caso, por ejemplo, del cañón electromagnético de riel, con una capacidad mortífera y destructiva hasta hoy insuperables en este tipo de armamento.

 

            ¿Dónde radica la causa que desencadena las guerras bajo el capitalismo? Ciertamente son el resultado más inmediato de la competencia inter-capitalista por medios bélicos. Pero, ¿es ésta su verdadera causa? Para poder responder a la pregunta con indubitable certidumbre, a continuación reproducimos conceptualmente lo que Marx suscribió en sus “Grundrisse” (fundamentos), entre 1857 y 1858, acerca de la destrucción de capital físico y humano durante las recesiones económicas que siguen al estallido de las grandes crisis periódicas, con el achicamiento de los mercados y la agudización de los conflictos por el reparto de las consecuentes pérdidas entre las más poderosas fracciones del capital mundial.

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