08. Confusión entre crecimiento absoluto y relativo de la población obrera   

 

            Ramiro exprime su imaginación diciendo:

      <<…Si bien bajo el capitalismo tardío existe un ejército de reserva crónico decir que este "no deja de aumentar" no puede ser cierto sino tarde o temprano llegaría a cubrir el 100% de la clase activa. Tanto los expulsa de la producción cuanto los vuelve a incorporar al expandir la base material del aparato productivo en el momento del boom del ciclo económico…>>.

                 Una vez más, el señor Ramiro vuelve a incurrir en otra inconsistencia teórica, nada que ver con la realidad del capitalismo. Alude reiteradamente a la “composición orgánica del capital” como relación entre capital constante y variable, sin sacar las necesarias consecuencias lógicas e históricas de ese concepto. Tal como en este caso. Y el caso es que, tales consecuencias lógicas son las que resultan del progreso de la acumulación de capital, en base a una composición orgánica del capital históricamente cada vez más alta, determinada por el incesante progreso de la fuerza productiva del trabajo social.

             La Ley de la población de Marx, queda precisamente comprendida en la lógica económica específica del capital, según la cual, el progreso de la fuerza social productiva del trabajo, se traduce por imperativo económico del capitalismo en un resultado contradictorio. ¿Cómo se llega a este resultado? Dicho progreso de la productividad laboral, consiste en que un número cada vez menor de asalariados, ponga en movimiento un número sucesivamente mayor de medios de producción más eficaces por unidad de tiempo empleado. Y a ese resultado se llega porque, bajo tales condiciones, la población asalariada crece históricamente en términos absolutos, pero relativamente menos respecto de los medios de producción que la burguesía le obliga a poner en movimiento.  

             De esta lógica propia del capitalismo, resulta el fenómeno demográfico agudizado en la etapa del capitalismo tardío, donde el crecimiento vegetativo de la población obrera, aumenta más que sus posibilidades de empleo. Esto explica la formación de un ejército de reserva permanente de desocupados, que la burguesía en tiempos de bonanza oculta en parte bajo la forma de trabajo precario o a tiempo parcial, contratos basura, etc., etc., cosa que en tiempos de crisis ya se sabe que ni eso puede hacer. Un capital sobrante que se combina con una correspondiente población asalariada sobrante (Ver: “El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. 3).

             Por tanto, si la población asalariada activa y empleada aumenta absolutamente, al mismo tiempo que relativamente disminuye cada vez más respecto del capital físico en funciones que pone en movimiento, llega un momento —y en él entró la humanidad desde la segunda post guerra mundial— en que el ejército de parados no deja de aumentar y se vuelve permanente o crónico. Pero en modo alguno hasta el extremo de “cubrir el 100% de la clase (asalariada) activa” disponible. Porque eso significaría dejar a la burguesía sin la gallina de los huevos de oro, como tan erróneamente ha concluido el señor Ramiro atribuyéndonos tal dislate a nosotros. Ésta última es una falacia a modo de recurso retórico del señor Ramiro, que nada tiene que ver con la lógica irracional implícita en el problema planteado por el capitalismo a la burguesía en su etapa postrera.

             La tendencia objetiva del capital bajo propiedad de la burguesía es sin duda esa. Hacia la total automatización de la producción. Independientemente de la voluntad de nadie en particular. Y el capital tiende objetivamente hacia tal resultado de su lógica, impulsado por la no menos objetiva y ciega necesidad tendente a desarrollar la fuerza productiva del trabajo, mediante el progreso científico-técnico incorporado a los medios de producción. Todo ello para los fines igualmente ciegos e irracionales, de convertir cada vez más trabajo necesario —creador de lo que cada asalariado empleado precisa para vivir—, en trabajo excedente o plusvalor capitalizable en dinero. Un excedente dinerario, para ser reconvertido a través del mercado, en nuevo capital físico adicional más y más tecnológicamente desarrollado, de modo tal que pueda ser movido por un número cada vez más exiguo de asalariados.

            ¿Cuál es el resultado de esta dinámica del capital? Como ya hemos insistido en explicar siguiendo a Marx, dado que la jornada colectiva de labor no se puede prolongar más allá de las 24 Hs. de cada día, según cada vez más tiempo de trabajo necesario de la jornada laboral es convertido en excedente capitalizado, las dificultades para proseguir indefinidamente con este proceso se agigantan, en proporción a la parte de la jornada que todavía no se ha capitalizado. Ergo, el plusvalor se incrementa cada vez menos, según se reduce lo que resta de la jornada de labor colectiva susceptible de ser transformada en trabajo excedente, al tiempo que el capital fijo empleado para tal fin se vuelve cada vez más costoso en términos globales. Lo cual determina que la Tasa General de Ganancia disminuya, de modo tal que, mucho antes de lo que Ramiro ha imaginado con total desprecio por la lógica real del capitalismo, estallan las crisis de superproducción de capital por causa de una insuficiente producción de plusvalor acumulable.

 

            Ya hemos dicho que las crisis contrarrestan la tendencia objetiva al derrumbe implícita en la relación entre capital y trabajo. Y precisamente lo hacen de forma tan automática y sistémica como todo lo demás, desvalorizando y hasta destruyendo el capital físico y humano sobrante para evitar dicho derrumbe y así prolongar la existencia del sistema.

volver al índice del documento

éste y el resto de nuestros documentos en otros formatos
grupo de propaganda marxista
http://www.nodo50.org/gpm
apartado de correos 20027 Madrid 28080
e-mail: gpm@nodo50.org