Corrupción política: enfermedad endémica del capitalismo
<<Dos
palabras para evitar posibles equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto,
las figuras del capitalista y el terrateniente, pero aquí solo se trata de personas en la medida
en que son la personificación de categorías económicas, portadoras de
determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista con arreglo al cual
concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la
formación económico-social (del
capitalismo), menos que ningún otro
podría responsabilizar al individuo por relaciones de la cuales él sigue siendo
socialmente una creatura, por más que subjetivamente pueda elevarse sobre las
mismas>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Prólogo a la primera edición alemana, 1867. Lo
entre paréntesis nuestro)
01. Introducción
Nosotros
tampoco mostraremos aquí, una vez más a las cabezas del actual gobierno español
presididas por el señor Mariano Rajoy, con una aureola de dignidad paseando
entre flores como en un patio andaluz. Cierto, ellos no pueden ser responsables
de la miseria moral característica del actual sistema de vida, porque han sido
hechos al molde o cuño de un
sistema que favorece a determinados intereses de clase. Pero con el permiso de
Marx, no es menos cierto que, en ese molde, la simulación y la mentira
con el deliberado propósito de conservar el poder político para preservar esos
intereses, cumplen un papel tan decisivo, como que también tienen nombre y
apellido. Y si las víctimas del molde que hace a toda esa lacra moral, fuéramos
incapaces de ponerlo en evidencia junto a quienes lo personifican, ni
ofreciéramos alternativa, no mereceríamos vivir un solo minuto en libertad,
porque permitiríamos que los explotadores, los mentirosos y los corruptos
siguieran gobernando.
Ya hemos
dicho que el señor Rajoy y los demás miembros de su ejecutivo, han vulnerado el
respeto que deben a los españoles, al haber venido procediendo en sentido totalmente contrario del que
prometieron durante la última campaña electoral. Porque no sólo han faltado a
quienes les votaron en los comicios, sino a todos los demás. Y este tipo de
comportamiento en cualquier idioma tiene un significado muy preciso.
Durante
su última rueda de prensa en la sede del gobierno el pasado día viernes 1 de agosto,
el Presidente Rajoy se dirigió a los periodistas asistentes al acto, diciendo
recordar lo que supuestamente dijo cuando asumió sus funciones en diciembre de
2011, y es que “2012 sería el año del ajuste, 2013 el de las reformas, y 2014 el de la recuperación”. Añadiendo seguidamente que: "el primer semestre del corriente año,
ha confirmado ese pronóstico de manera inapelable". Y a contrapelo de
la realidad vivida en estos dos últimos años por más de diez millones de
españoles, arrinconados en la penuria relativa extrema, con un cinismo
insuperable Rajoy completó su introito, afirmando que, gracias a la política de
su partido, “España ha salido de la
crisis sin dejar desguarnecidos a los más débiles”.
Pero en
sus dos años de gobierno, el suicidio
en España pasó a ser la principal causa
de muerte, por encima incluso de los accidentes de tránsito vehicular. Y
el desahucio, no precisamente
por impago de viviendas adquiridas, sino por el desempleo masivo durante la
recesión, fue y sigue siendo la causa
más frecuente y numerosa de los suicidios, con más de 4.500 casos. Un
crimen colectivo para favorecer a la banca.
En enero
de 2014, hemos podido saber, que la variación estadística de la población
activa en términos de familias durante el último trimestre de 2013, es la
siguiente:
<<Los
hogares que tienen a todos sus miembros activos en paro se incrementan este
trimestre en 24.600 hasta un total de 1.832.300. Por su parte, el número de
hogares en los que todos sus miembros activos están ocupados desciende en
32.800, hasta 8.260.300. En comparativa anual, los hogares con todos sus
activos en paro prácticamente no varían (1.400 menos), mientras que los que
tienen a todos sus activos ocupados disminuyen en 74.000>>
(EPA 23/01/2014).
Y más
recientemente, el pasado día 03 de julio, hemos sido informamos de que:
1) Durante los últimos dos años, en la
sanidad española el gobierno ha despedido a 28.500 empleados. A 53.000 según el
sindicato de CC.OO. Equivalentes a un recorte presupuestario de 7.200 millones
de Euros.
2) Ha recortado los salarios y extendido la jornada laboral de 35 hs. a
37,5 semanales.
3) Las listas de espera en los hospitales están en los 67 días promedio en
todas las especialidades. Y hay ahora mismo 20.800 personas sin ayuda a la
dependencia.
4) El fondo para pagar a los jubilados ha disminuido hasta los
55.000 millones. Hay ahora mismo 3.300 millones menos que el año pasado.
5) En educación hay 11.000 maestros y profesores menos.
6) En todos los servicios públicos, de cada 10 empleados que dejan en
el paro, reponen sólo a 1.
7) El tipo teórico de impuesto a las grandes empresas es del 35%. El
tipo real 3,5%.
8) En los paraísos fiscales sigue habiendo más de 18 trillones de
Euros libres de impuestos: 18.000.000.000.000.000.000
Finalmente, según la más reciente Encuesta de Población
activa, en el último año si bien el paro ha descendido en todos los sectores,
la evolución se caracteriza por el incremento del empleo temporal. En los Servicios hay 163.000 parados menos, en
la Construcción 86.400, en la Industria 53.100 y en la Agricultura
19.000 menos. Pero hay
207.800 empleos temporales más. 107.000 indefinidos. 13.800 trabajando 1 día
por semana; 38.500 contratos a término de un mes y 106.500 por 3 meses, a
cambio de unos salarios que, en estos dos últimos años, han descendido un 30%.
O
sea, que la tasa de explotación (definida como relación entre las
ganancias empresariales y los salarios), aumentó significativamente;
es ésta una de las dos formas fundamentales del sistema para
salir de las recesiones, fenómeno que ha venido confirmándose puntualmente con
matemática exactitud, desde la primera gran crisis de superproducción de
capital en 1825. La otra forma sistémica complementaria para salir de las
crisis, consiste en desvalorizar y/o destruir el capital constante
(suelo, edificios, máquinas, herramientas, materias primas y auxiliares)[1].
Toda esta información remite a la Tasa General de Ganancia,
como relación matemático-contable, entre el
plusvalor o magnitud de la ganancia capitalista creada por el
trabajo asalariado en cada rotación del capital (tiempo que media
entre la producción y la venta del producto), y el costo social
de producirla medido en términos de capital invertido, anteriormente descritos.
La Tasa General de Ganancia es, pues, el verdadero árbitro inapelable
en todo el proceso tradicionalmente recorrido durante cada ciclo de los
negocios (en sus correspondientes fases de recuperación, expansión,
crisis y recesión). Un árbitro que no puede ser contrariado
por ninguna política económica, a menos que la lógica del sistema
sea revolucionada, invirtiendo el
sentido de dominio en los términos de la relación social entre explotadores y
explotados.
[1] A todos
estos últimos componentes del costo en
producir riqueza, Marx los agrupó en el concepto que llamó “capital constante”,
porque a diferencia del salario, en el curso del proceso productivo su valor no
cambia de magnitud. Es el mismo que durante cada jornada de labor el trabajo
asalariado traslada al producto. El salario, en cambio, aumenta en un plus de
valor que así es capitalizado por sus empleadores.