01. Ley económica del  valor y práctica política institucional burguesa

 

         ¿Quiénes son los que alimentan la sensiblería irracional en la conciencia de los explotados, su ignorancia, si no esos oportunistas demagogos que hacen palanca sobre ella, para encaramarse al poder político encubriendo la verdad de la razón histórica?

 

         Cuando el Partido Socialista Obrero Español fue por primera vez aupado al gobierno en las elecciones del 28 de octubre de 1982, sembró el pánico entre los albaceas testamentarios del franquismo todavía en el poder, temerosos de las decisiones radicales que ese adversario amenazaba con ejecutar, según lo habían insinuado durante la campaña electoral sus máximos líderes, como Felipe González y Alfonso Guerra. Pues bien, la novedosa formación política “Podemos” en España, está hoy generando un calco de las prevenciones y la misma inquietud, que aquellos ambiciosos intelectuales “socialistas” despertaron en las figuras políticas de la derecha conservadora, infectadas hasta los tuétanos por la corrupción rampante nunca antes vista en este país.  

 

         Sin embargo, al poco tiempo de asumir la presidencia del gobierno, tal como lo sentenciara el sociólogo Max Weber, nuestro por entonces admirado Felipe González —a quien las clases más pobres llamaban cariñosamente “Felipillo”— no tardó en pasar de la ética de las ideas a la ética de las responsabilidades, o sea, del radicalismo a la moderación equidistante de los dos extremos en la dialéctica social. Hasta que las circunstancias económicas le aconsejaron, amablemente, desplazarse más hacia la derecha liberal y así lo hizo. Algo muy propio de la táctica que han venido practicando los partidos socialdemócratas en todo el Mundo más reciente, desde que Eduard Bernstein en las postrimerías del Siglo XIX, volviera a predicar aquella filosofía política de unidad, entre la pequeñoburguesía y el proletariado.

 

         Y así fue cómo el PSOE se acomodó muy rápido a su función de marioneta en el gobierno, movido por los hilos del gran capital. La prueba histórica está, en que el eslogan de ese partido en materia de organización militar intercontinental —urdida por la gran burguesía transnacional—, empezó siendo “OTAN no bases fuera”, para pasar casi sin solución de continuidad a ese otro ambiguo “de entrada NO”, que acabó finalmente metiendo de lleno a España en ese engendro belicista. Del mismo modo procedió en materia económica, tras haber prometido solemnemente conservar “el patrimonio común de los españoles”, promesa que incumplió acabando por privatizar todas las empresas estatales del Instituto Nacional de Industria (I.N.E) creado por el franquismo. Y lo hizo disciplinándose a las exigencias de la Ley económica del valor, al inicio de la vacilante recuperación económica en 1982.

 

         Pues ahora y por debajo del mismo disfraz carnavalesco prometedor, se perfila nuestro joven y advenedizo aprendiz de oportunista. Nos referimos al partido llamado “Podemos”, una vez que sus jóvenes líderes promocionados en ese antro de corrupción ideológica que es la Universidad del Estado español, decidieran participar en el tinglado engañabobos que son las elecciones generales periódicas, para la próxima formación del nuevo gobierno. Una institución como todas las demás, en apariencia dirigidas alternativamente por distintos partidos políticos electos en comicios periódicos, pero que de hecho se rigen por la dictadura permanente del capital, que mucho antes de la Revolución Francesa vino ejerciendo el poder real desde la sociedad civil, tal como lo demostraremos otra vez aquí.

 

         Para decirlo más claramente, se trata de la ley económica del valor, una fuerza transformadora que ha surgido tan espontáneamente de la relación entre capitalistas y asalariados —determinada por la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio—, tal como han surgido todas las demás formas de vida natural en el Planeta. Una relación social que genera la fuerza, de la cual resulta que el salario se transforma en plusvalor:

<<La verdad de la fuerza es, por consiguiente, la relación cuyos dos lados se distinguen solamente como interior y exterior>> G. W. F. Hegel: “Enciclopedia de la ciencias filosóficas” Primera parte: La ciencia de la lógica. Sección segunda: La doctrina de la esencia. Pp. 227 Ed. Alianza/1997)

 

         Tal como sucede con las leyes físico-químicas en el mundo natural cuando, por ejemplo, al relacionar el hierro con el oxígeno —exterior a él— resulta el óxido de hierro; así como con la piedra caliza, que al mezclarla con el ácido sulfúrico, genera la fuerza de su consecuente reacción química y se transforma en yeso. O la fuerza que despliega la relación entre el polo positivo y el polo negativo en la corriente eléctrica continua. Y el caso es que, en la moderna sociedad capitalista, de la relación entre el trabajo social preexistente y el capital (exterior a él), surge la fuerza que transforma partes crecientes de salario en plusvalor, movimiento recurrente que constituye la Ley económica, en base a la cual se ha erigido el sistema capitalista. 

 

         Por tanto, mientras la relación entre capital y trabajo subsista, también sigue vigente la fuerza convertida en Ley, a todos sus efectos, que no solo manda o prescribe lo que sucede en la sociedad civil con el movimiento económico, sino que, a través de él, también dictamina lo que se hace y deshace al interior de las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales de cada Estado nacional en el Mundo entero. Y entre tales efectos está incluida fatalmente la corrupción política intrínseca o propia del sistema. De modo que eso de que “el poder político reside en el pueblo a través de sus representantes”, ha venido siendo un timo de la peor especie.

 

         Ergo, ese poder no lo tienen los políticos electos ni los jueces y demás personeros del Estado, sino que emana de esa ley económica inflexible, que bajo el capitalismo tardío hace al interés y motivación de los grandes fondos económicos de inversión, incentivados a explotar trabajo productor de riqueza, solo si reditúa un plus de ganancia más de lo que cuesta producirla. De lo contrario el sistema se paraliza como resultado de esa misma Ley. Tal es el verdadero baluarte político totalitario que preside el movimiento de esta sociedad y que —a instancias del mercadodicta a los políticos gobernantes de turno, lo que deben hacer y dejar de hacer en cada momento. Todo lo demás es puro cuento, señores de “Podemos”. Porque de haber estado Uds. en la piel del “socialista” Zapatero al principio de la crisis importada de los EE.UU. en 2008, ¿qué hubieran hecho sino empezar por recortarles el salario a los empleados públicos, tal como así lo exigieron las circunstancias generadas por la Ley del valor en esos momentos? ¿Y qué es lo que hubieran hecho cuando el desbarajuste económico recrudeció desde principios de 2012, sino ajustarse a lo que vino haciendo el Partido Popular obedeciendo a esa misma Ley? La hipocresía política desplegada por Uds. con fines electoralistas a toro pasado, solo puede ser superada por vuestra propia hipocresía.     

 

         Se trata, pues, de esa Ley absolutamente incompatible con la defensa de los más desfavorecidos, tal como así lo han venido ratificando todas las crisis económicas de superproducción de capital en el Mundo, desde 1825 hasta hoy. Y con esto estamos significando, que quienes votan a —y/o integran formaciones políticas pequeñoburguesas—, como es el caso de “Podemos”, una de dos: son unos irresponsables sociales que por inconsciente y acomodaticia deformación ideológica deliberadamente asumida, ignoran lo que debieran saber, o bien unos despreciables hipócritas y advenedizos oportunistas, verdaderos delincuentes políticos en potencia.

 

         Y al respecto, es sabida ya por todos los ciudadanos españoles sin distinción de clases sociales, la reiterada inclinación y apego de este partido emergente, hacia la supuestamente “modélica” experiencia política de Venezuela, bajo el mandato presidencial de Hugo Chávez Frías y su discípulo continuador, Nicolás Maduro. Una forma de gobierno nada novedosa que ambos líderes políticos han abrazado en aquél país, inspirados en esa especie de maridaje contra natura entre la pequeñoburguesía y los asalariados inconscientes de su propia situación en esta sociedad, con la presunta intención manifiesta de limitar los excesos del gran capital sin perjuicio alguno para el sistema en su conjunto. O sea, nadar y al mismo tiempo guardar la ropa.

 

         Un régimen político-económico que Johann Karl Rodbertus en 1842 y Pierre Joseph Proudhon en 1846, coincidieron en concebir como justo, posible y de carácter permanente. En realidad una utopía resultante del total desconocimiento de la ley capitalista del valor y, por tanto, del efecto causado por la competencia intercapitalista en el proceso de acumulación del capital social global, que pauperiza inevitablemente a los asalariados, al mismo tiempo que convierte muchos pequeños capitales en cada vez más pocos pero de gran magnitud, que así pasan a hegemonizar políticamente —a través de los distintos partidos instituidos ad hoc—, la relación del conjunto de la burguesía con el proletariado, al interior del sistema y a escala planetaria.

 

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