04.
Conclusión
Este capitalismo “allegro ma non
troppo” de los populistas, resucitados por la persistencia de la
recesión, se atreven incluso a proponer un presunto “nuevo”
modelo de desarrollo capitalista, que privilegie a la pequeña empresa en
detrimento de la mediana y grande de carácter multinacional.
Como si semejante propuesta no se hubiera propuesto hace ya
168 años y llevado a la práctica reiteradamente, tantas veces como resultó
fallida a la salida de cada crisis de superproducción de capital en el Mundo. O
sea, que por completo ayunos de memoria histórica, los populistas se proponen
liderar el regreso a otro intento de refrenar las Leyes objetivas
del capitalismo, basadas en la competencia interburguesa, pugnando
inútilmente por reprimirla para que no pase más allá de promocionar la pequeña
y mediana propiedad.
Algo así como el ensayo de un modelo de sociedad congelado en
un ideal Stand By de moderación permanente del sí quiero pero no tanto, propia
de la filosofía pequeñoburguesa, tan fervientemente deseada y promovida filosóficamente
por Pierre
Joseph Proudhon, quien, como dijera Marx: quiere a la competencia pero repele
al monopolio, y consagra que haya capitalistas pero no grandes capitalistas. En
suma: quiere al capitalismo pero no sus necesarias consecuencias:
<<En
realidad, (Proudhon) hace lo que
hacen todos los buenos burgueses. Todos ellos nos dicen que la competencia, el
monopolio, etc., en principio, es decir, considerados como ideas abstractas,
son los únicos fundamentos de la vida (sin ellos no se podría vivir), aunque
en la práctica dejan mucho que desear. Todos ellos quieren la
competencia sin sus funestos efectos. Todos ellos quieren lo imposible, a
saber: las condiciones burguesas de vida
sin las consecuencias necesarias de esas condiciones. Ninguno de ellos
comprende que la forma burguesa de producción es una forma (de vida) histórica
y transitoria, como lo era la forma feudal. Este error proviene de que, para
ellos, el ser humano burgués es la única base posible de toda sociedad,
proviene de que no pueden imaginarse un estado social en el que el ser humano
genérico deje de ser burgués>>. (K. Marx. Bruselas 15/06/1847:“Miseria de la filosofía. Respuesta a
‘Filosofía de la Miseria’ del Señor Proudhom” Ed. “Progreso” Moscú Pp. 158)
¿Por qué los populistas no pueden imaginarse dejar de ser
burgueses? Pues, muy sencillo. Porque lo llevan en la sangre. Y esas inevitables
consecuencias del capitalismo, ponen a su existencia como tales un límite
histórico infranqueable. Un colofón sin continuidad posible, al
cual se va acercando este sistema de modo irremediable por su propia
lógica específica, al ser cada vez más inviable por oneroso, no solo en
capital respecto de los beneficios que obtiene la minoría cada
vez mas irrisoria de sus propietarios
opulentos, sino en sufrimiento y vidas humanas. Una
realidad que durante las crisis hace verdaderos estragos, incluso entre los
pequeños empresarios arruinados, sembrando la miseria extrema entre las mayorías
absolutas explotadas. Y así es como evidencia no ser necesario para
nadie. Lo mismo que sucedió con el esclavismo y el feudalismo. Esto es lo que todavía
no quieren imaginarse los populistas
pequeñoburgueses que se resisten a dejar de serlo, huyendo de esa perspectiva
como de la peste, volviendo una y otra vez a la selva del capitalismo, donde no
dejan de ser, ellos también, víctimas propicias. Fijémonos que durante los
últimos cinco años en España, los más ricos no dejaron de aumentar, creciendo
a un ritmo del 27%, al tiempo que el número pequeñas y medianas
empresas quebradas se ha triplicado, pasando de 2.528
en 2008, a 7799 en 2012:
<<Las cifras de
fracaso de las Pymes son abrumadoras en cualquier país que se analicen. Como es
lógico, las mismas varían según el país, pero se mantienen en altos niveles
negativos muy similares. Así, por ejemplo, en España, para García Ordóñez, de
la Universidad de Cádiz, “el 80% de las empresas quiebran en los primeros cinco
años”. Estas cifras son confirmadas por “Emprendedor XXI”, de La Caixa, que
advierte que “las estadísticas nos hablan de una elevada mortalidad en las
empresas de nueva creación: según datos de 2003, más del 70% de los negocios no
llegan a los cuatro años de vida”. De acuerdo con la CEPAL “en los países
subdesarrollados entre un 50 y un 75% dejan de existir durante los primeros
tres años”>> http://www.gestiopolis.com/canales5/emp/ochentapy.htm.
¡¡¡Que no es el cuento de Blanca Nieves y los 7 enanitos.
Que es la Ley
General de la Acumulación Capitalista, señores!!!
¡¡¡Que no se la puede modificar ni acabar con ella, si no es anulando políticamente
su principio económico activo: la propiedad privada sobre los medios de
producción y de cambio!!!
¡¡Pero no!! Los señores populistas del “Frente Nacional” en Francia, “Syriza”
en Grecia y “Podemos” en España, “erre que erre” vuelven hoy a querer ir por
Europa, a contrapelo de la historia. Proponen una vez más regresar al pasado
con la tan renovada como vana ilusión, de perpetuar el Estado
empresario capitalista de cuño alternativo fascista o keynesiano, a
medio camino entre la competencia perfecta
ya superada y la competencia
oligopólica vigente.
Nosotros, los revolucionarios consecuentes, en cambio,
seguimos sosteniendo las consignas programáticas del próximo futuro,
cada vez más cercano a caballo del capitalismo agonizante, inspiradas en la precursora “Comuna de
París”, entre Julio y setiembre de 1871. Y la diferencia es notoria:
1) Expropiación de todas
las grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin
compensación alguna.
2) Cierre y desaparición de la Bolsa de
Valores.
3) Control obrero colectivo permanente y
democrático de la producción y de la contabilidad en todas las
empresas,
garantizando la transparencia informativa en los medios de difusión,
para el pleno y universal conocimiento de la verdad en todo momento y en
todos los ámbitos de la vida social.
4) El que no trabaja no come.
5) De cada cual según su trabajo y a cada cual según
su capacidad.
6) Régimen político de gobierno basado en la democracia directa, donde los más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos según el método de representación proporcional, sean revocables en cualquier momento de la misma forma.
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