05. La subjetividad revolucionaria está objetivamente determinada.

 

         Pero, dado que al salir de cada recesión el sistema inicia un nuevo ciclo con una masa de capital en funciones mayor y una más alta composición orgánica que al inicio del ciclo anterior, ergo, las crisis se suceden en períodos cada vez más cortos de tiempo y necesariamente más difíciles de superar, de modo que, para salir de ellas, la burguesía debe apelar al ataque sistemático cada vez más profundo, violento y directo contra las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados activos, al tiempo que multiplica el ejército de parados y durante las recesiones que siguen al estallido de cada crisis periódica, propaga el aumento de la miseria más absoluta entre ellos.

 

         Tal es lo que sucede durante las recesiones que siguen al estallido de las crisis periódicas, y así lo están ratificando las presentes circunstancias a escala planetaria, donde las brutales presiones que los capitalistas se ven obligados a ejercer sobre los asalariados para evitar el colapso del sistema, alcanzan tales límites extremos de pauperización y desgracia general entre ellos, que la contradicción entre las dos clases antagónicas e irreconciliables solo puede ser resuelta por la lucha política entre ambas y la desaparición de la burguesía como categoría social. Una lucha que, tal como acabamos de exponer siguiendo a Marx, insistimos, está objetivamente determinada.[1]  

 

         Cierto. El progresivo incremento declinante del plusvalor y el coste creciente que supone el necesario aumento de la productividad, verifica una inadecuación entre la realidad y su representación en la cabeza de los sujetos que inconscientemente la protagonizan. Pero de aquí a concluir sin demostración alguna en contrario, que las leyes económicas descubiertas por Marx son fetichistas, es de una irresponsabilidad intelectual tan sugerente, como la contundencia con que desde 1857 la humanidad ha podido comprobar, siguiendo al propio Marx, la grosería de tal imputación. Sobre todo cuando por ese derrotero, Kohan ha llegado al extremo de atribuirle una supuesta ley del derrumbe automático del sistema. Lo ha deducido de la siguiente cita extraída del Libro III Cap, XIII en “El Capital”, donde Marx dice:

<<Si suponemos además que esta modificación gradual en la composición del capital ocurre no sólo en esferas aisladas de la producción, sino, en mayor o menor grado, en todas las esferas de la producción, o cuando menos en las decisivas, es decir que dicha modificación encierra transformaciones en la composición orgánica media del capital global perteneciente a una sociedad determinada, entonces este paulatino acrecentamiento del capital constante en relación con el variable debe tener necesariamente por resultado una baja gradual de la tasa general de ganancia, si se mantienen constantes la tasa de plusvalor o el grado de explotación del trabajo por parte del capital>>.

 

 

 

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[1] Esto añadido al hecho de que, durante las fases cíclicas de expansión, la burguesía se ve obligada a mantener un ejército creciente de parados en lugar de ser mantenida por ellos.