Contrarrevolución en la Argentina de los años 60 y 70 el siglo pasado

 

El 16/03/2015 a las 13:04, Pato Capital escribió:


          Buenos días desde Argentina,

 

          Pertenezco al PRT, organización política que tiene su origen en el 1965, dirección política de su brazo armado, el ERP. Luego de la derrota militar sufrida tras el golpe de Estado de 1978, nuestro partido, duramente golpeado, emprendió la reconstrucción, continuando con el planteo de la necesidad de una revolución socialista y la construcción de un Estado revolucionario por parte de las masas. En el devenir de los años, las condiciones de la lucha de clases cambiaron enormemente tras el máximo despliegue del capitalismo monopolista de Estado en nuestro país, sobre todo luego del recambio de capital constante operado en las industrias multinacionales de la mano de la robotización, que aquí se efectuó durante la década de los 90', produciendo cambios radicales en las formas de organización del trabajo, que imprimiría necesariamente nuevas formas de organización popular. Así, con la avanzada política de la burguesía sobre la clase obrera en dicha década, donde la izquierda a nivel mundial y los filósofos de turno hablaban de "el fin de la clase obrera", el "socialismo siglo XXI", etc., nosotros nos adentramos en la construcción del partido y de la lucha desde lo más profundo de las fábricas, revindicando el papel del proletariado como clase revolucionaria. En ese marco de descreimiento absoluto por parte del pueblo a los partidos políticos, policía, poder judicial, sindicatos, etc., etc. surge la auto-convocatoria como metodología de organización de masas, que no es más que el ejercicio de la democracia directa, institucionalizado por las masas con ese nombre. Metodología de organización que salta a la palestra mundial con el estallido social del 2001, y que tanto sindicatos como partidos progresistas e izquierda electoral se encargaron de bastardear constantemente y tratar de "cooptar". En vano fueron todos sus intentos ya que hoy la auto-convocatoria se encuentra instalada como método de organización entre nuestro pueblo. 

 

          Los invito a visitar nuestra página web, donde podrán encontrar noticias y posiciones políticas diarias, así como algunos documentos nuestros. Creo que la revista "La Comuna" y el "XIV Congreso" pueden resultarles interesantes. La primera es una revista de carácter teórico, con notas cortas, dedicadas a problemas puntuales del proceso revolucionario en nuestro país y la situación de la lucha de clases. El segundo plantea nuestra concepción de militancia, y del tipo de Estado que anhelamos.

 
          Sin intenciones de iniciar una polémica ni nada por el estilo los invito a conocer nuestro pensamiento, así como yo personalmente leo el de ustedes.

 

www.prtarg.com.ar

 

Date: Fri, 19 Jun 2015 12:00:48 +0200
From:
gpm@nodo50.org
To:
Pato Capital. Subject: Re: Información.

    Señor Pato Capital:

 

          El enlace que Ud. nos dejó: www.prtarg.com.ar  no conduce a ningún sitio de la Web. A nosotros tampoco nos mueve el ánimo de polemizar, porque no sabemos cuál es el ideario actual, la praxis ni el programa de esa organización. Pero durante el tiempo en que fue liderada por Roberto Santucho —y con todos los respetos que se merece su ejemplo de incondicional entrega militante—, debemos decirle que aquél concepto suyo acerca de la lucha de clases, sintetizado en el simplismo inmediatista de que "la violencia organizada contra el capital genera conciencia revolucionaria", ha demostrado ser, categóricamente, un total despropósito político. Porque se contradice con la noción irrefutable de Marx, en el sentido de que "la conciencia es el conocimiento de la necesidad", ya sea de una realidad existente —que así se justifica— o bien de otra todavía inexistente pero superior que necesariamente y cada vez más exige sustituir a la precedente, justificando así la acción más o menos violenta para tal fin necesario, según las circunstancias. O sea, que en política, si no se conoce en su esencia y al detalle la realidad socio-económica en que se vive, es imposible superarla por más violencia que para tal fin se utilice. Y a este último respecto también debemos decirle, con total certeza dos cosas: 1) que el PRT no fue precisamente una escuela de conocimiento científico-social, como así lo preconizaran tanto Marx y Engels como Lenin y, 2) que Santucho y sus adláteres políticos, se despreocuparon casi totalmente por conocer el pensamiento de estos tres grandes genios de la humanidad.

   
    Un saludo: GPM.  

 

          El 20/06/2015 a las 17:16, Pato Capital escribió:

 

          Me da mucha pena que tomen tal comportamiento izquierdista y de tan poca altura. Primero, porque la crítica contra Santucho que esbozan denota una total falta de conocimiento sobre la realidad latinoamericana de aquellos años. Los hechos que demuestran lo acertado de la constitución del ERP sobran en la historia, tanto en la historia Argentina como de otros países latinoamericanos, de los cuales no me interesa entrar en detalle (como así también existieron desaciertos que el PRT nunca negó). No me interesa hablar tampoco de la historia del partido, porque nosotros miramos siempre hacia adelante. Tan adelante miramos, que somos el único partido en nuestro país que defiende la organización auto-convocada del pueblo, la asamblea permanente en los centros de trabajo y la democracia directa como método de organización de los trabajadores. El único partido (y no digo organización, porque organizaciones siempre hay muchas, pero partidos no) que lucha fervientemente contra la izquierda electoralista que pretende aparatear cuanta asamblea u organización auto-convocada existe, con el fin de ganar votos para sí. En fin, no dudo que en Europa acontece la misma cosa. Pero lo que más pena me da, es la falta de altura política y humildad al, ni siquiera, preocuparse por el hecho de compartir concepciones políticas que les ofrezco, y atajarse a una idea preconcebida.


          Dado el nivel de soberbia de su respuesta, no pretendo tampoco ni respuesta ni polémica, por eso tampoco pretendo esforzar mi argumento. Solamente les dejo como comentario, que una revolución se hace con política, no con teoría, y su respuesta denota una falta tangible de noción de la política. 


          Aunque les pese, no les escribe un estudiante universitario, ni un profesional, ni nada de ello, les escribe un joven obrero de padres obreros y abuelos obreros, de la industria química, más preocupado por la unidad entre los revolucionarios, por la lucha contra la izquierda electoral, y por el desarrollo de la democracia directa, que por el debate teórico y las respuestas por computadora. Solo les contesto esta vez porque me causó indignación su respuesta infantil, que bien en otra circunstancia podríamos haber aprovechado ambos para comparar las realidades de la clase obrera en los diferentes países. No las realidades que nos cuentan los libros o los diarios de televisión, sino la que vivimos los trabajadores.


          Mientras tanto, disfruten de las discusiones de café con organizaciones de la izquierda oportunista de mi país.

 
Pato.

 

 

Asunt

o

Re: Información

Fecha:

Mon, 06 Jul 2015 13:00:05 +0200

De:

gpm <gpm@nodo50.org>

Para:

Pato Capital

 

Señor Pato:

          Se ha enfadado Ud. con nosotros sin justificación alguna y seguidamente vamos a explicar el porqué de ese sentimiento, lo más sintética y convincentemente que seamos capaces.  

          En 1944 Nahuel Moreno fundó el Grupo Obrero Marxista (GOM). En 1948 este sujeto participó en el segundo congreso mundial de la IVª Internacional (trotskysta) como observador, año en el que decidió que su partido cambiara de nombre para pasar a llamarse Partido Obrero Revolucionario (POR). En 1953 ensayó una incursión oportunista ingresando en el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN), de filiación política peronista. El 23 de julio de 1957 y a raíz de esta claudicación, nació la organización Palabra Obrera y su periódico del mismo nombre. Un año después, ante el pacto electoral de Perón —ya derrocado— con Arturo Frondizi, Palabra Obrera llamó a que se "acatara la orden" peronista de votar a Frondizi, candidato presidencial del sector mayoritario en la reaccionaria Unión Cívica Radical (UCR).

          A todo esto, corriendo el año 1952 en Cuba se había hecho con el poder dictatorial el general Fulgencio Batista, combatido por la mayoría de su pueblo que lideraba el Movimiento 26 de julio dirigido por Fidel Castro, a quien Moreno tildó de “gorila”. Pero ante el triunfó de la revolución en 1959 se declaró castrista. Fue durante ese período cuando Moreno llegó a renegar definitivamente de la revolución socialista, para recalar sin remisión en el nacionalismo pequeñoburgués reformista de filiación política peronista, sosteniendo que los asalariados no son la única clase revolucionaria fundamental. Fue en ese momento cuando afirmó:

<<Hemos superado el esquema trotskista de que sólo el proletariado es la vanguardia de la revolución>> (Nahuel Moreno: “Dos métodos frente a la revolución latinoamericana”).

Como si el concepto estratégico de revolución socialista íntimamente asociada con el proletariado, hubiera tenido su origen no en el pensamiento de Marx sino en el de Trotsky, porque a Marx decidió soslayarlo.

 

          Por su parte, Mario Roberto Santucho —otro sujeto absolutamente ayuno de marxismo— demostró lo que acabamos de afirmar en 1960, durante un viaje a través de varios países de América latina cuando en Perú conoció al líder aprista, de filiación socialdemócrata tradicional, Raúl Haya de la Torre, cuyas ideas le influenciaron y fue la causa de que un año después, con tales alforjas ideológicas creara e impulsara el movimiento antiimperialista pequeño burgués llamado “Frente Revolucionario Indoamericano Popular” (FRIP). Popular en el sentido de pueblo, entendiendo por esa palabra a la unidad de acción política de obreros y pequeños empresarios dirigida por estos últimos: El populismo. Una simplista y disparatada concepción política, aventura en la que nosotros le acompañamos durante un trecho habiéndole conocido personalmente. Estábamos por entonces entre los tantos millones de ignorantes cómplices involuntarios del aventurerismo militarista del populismo burgués. De hecho unos corruptos ideológicos hasta la médula de los huesos.

 

          En 1965 Santucho y Moreno se asocian, la Organización Palabra Obrera se unifica con el FRIP y nace el “Partido Revolucionario de los Trabajadores” (PRT). Pero esta alianza sin duda objetivamente contrarrevolucionaria duró muy poco. Lo que Fidel Castro en Cuba tardó en crear la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), en cuya primera conferencia tricontinental celebrada entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1967, se aprobó la declaración que propugnó difundir geopolíticamente la lucha armada mediante la táctica de la guerra de guerrillas, para extender la estrategia de “liberación” intercontinental a los demás países capitalistas económicamente dependientes del imperialismo en Asia, África y América Latina, naturalmente sin ruptura con el sistema. Una táctica que resultó ser pírrica y fallida, no porque las pérdidas humanas le hayan impedido a esa organización consolidar la victoria, sino porque si el sistema capitalista no se supera, sus propias leyes económicas se encargan por sí solas de reproducir en la sociedad el dominio del gran capital imperialista. Esta tendencia objetiva que palpita permanentemente en el sistema capitalista, está entre las pocas cosas esenciales que Rosa Luxemburgo pudo aprender de Marx:

<<Al igual que la clase obrera, la clase media capitalista está sometida (cíclicamente) a la influencia de dos tendencias contrapuestas: una que la eleva y otra que la oprime. La tendencia opresora (que actúa durante la fase expansiva del ciclo en que el desarrollo tecnológico de la gran empresa aumenta vertiginosamente el capital invertido y la escala de la producción, permitiéndole ofrecer sus productos de mayor calidad a menor precio, dificulta a los capitales pequeños y medianos en extremo la supervivencia en el mercado). En cambio, la tendencia elevadora (que actúa durante las fases de depresión y semi-parálisis del gran capital industrial, con un capital disminuido y a baja escala de producción) brinda al capital medio la ocasión de participar en antiguas e incluso nuevas esferas de la producción. La lucha de la industria media con el gran capital, no debe considerarse como una batalla formal en que las tropas de la parte más débil quedan diezmadas cada vez más, sino como una siega periódica de los pequeños capitales, que no cesan de brotar para ser de nuevo seccionados por la guadaña de la gran industria>>. Rosa Luxemburgo: “Reforma o Revolución” Ed. Fontamara. Barcelona/1978 Pp. 57. Lo entre paréntesis nuestro)

Para ello Rosa se ha inspirado en el pasaje del capítulo XV en el libro III de “El Capital”, donde Marx destaca la importancia de los capitales medios "que se agrupan por su cuenta" en competencia con el gran capital, como acicate de la acumulación sin la cual "el fuego fatuo" de la reproducción se extinguiría y el sistema "caería en la inercia". Tal vez haya sido Rosa Luxemburgo en polémica con Bernstein, quien mejor haya logrado explicar este fenómeno. Pero repetimos: en esta lucha, los capitales de magnitud mediana y pequeña no pueden impedir que la centralización del gran capital avance históricamente de ciclo en ciclo sobre la sociedad, cada vez más rápidamente, en detrimento de la pequeña y mediana empresa. Al contrario, se alimentan de ellos.      

 

          En fin, que aquella experiencia entre Moreno y Santucho nada tuvo que ver con la estrategia verdaderamente revolucionaria de liberación humana respecto del sistema capitalista, que solo puede llegar a su término si es liderada por el proletariado como clase revolucionaria fundamental y que, además, se propone acabar estratégicamente con el dominio del capital en su conjunto. Y ese no ha sido el caso en la vida de estos dos dirigentes políticos. Fue la suya, pues, una táctica compartida de raíz social pequeñoburguesa predominante, como hemos dicho tratando de estabilizar políticamente la existencia del pequeño y mediano capital. Pero que fracasó porque Nahuel Moreno renegó de la lucha armada. Tal fue la discrepancia que condujo a la ruptura irreparable entre Moreno y Santucho, entre Palabra Obrera y el PRT-ERP. Ambas organizaciones de la misma e idéntica naturaleza de clase social pequeñoburguesa y, por tanto, contrarrevolucionaria. 

 

          Le hemos dicho a Ud. que mientras existió, en el PRT-ERP predominó la simplista y equívoca idea de que la violencia antiimperialista genera conciencia revolucionaria. Un peregrino concepto que llevó a la práctica el Movimiento 26 de julio en Cuba, cuya vanguardia fue la pequeñoburguesía rural que en la zona del Caribe derivó de sus primitivos habitantes llamados “guajiros”. Una táctica sin fundamentos científicos sólo basada en los intereses de esa clase intermedia con la que por asimilación espontánea se identificaron sus máximos dirigentes políticos, y que por primera vez había ensayado el Frente de Liberación Nacional (FLN) en Argelia entre 1954 y 1962.

 

          Justamente al contrario de lo que sucediera en la Rusia Soviética durante la Revolución socialista entre febrero de 1917 y enero de 1924, unos hechos efectivamente revolucionarios que hubieran sido imposibles, de no mediar el rol político decisivo que desempeñó en ese movimiento la todavía por entonces minoritaria vanguardia obrera consciente, que supo guiar tras de sí a la masa mayoritaria de los campesinos rusos. Tal fue la condición necesaria del triunfo revolucionario. Pero que tuvo por condición suficiente la no menos decisiva función directriz del pensamiento científico que Lenin ejerció sobre el Partido Bolchevique y permitió concientizar al proletariado ruso en tales circunstancias. Una enseñanza que aprendió abrevando en el pensamiento de Marx y Engels, desde que ambos amigos debieron afrontar la situación política europea en 1848, cuando la clase obrera en ese continente seguía siendo todavía una “diminuta isla en un mar de campesinos” y, por tanto, se imponía de momento allí que la revolución democrática no pasara de ser pequeñoburguesa en lucha contra la minoría social de la nobleza que detentaba el poder político en contubernio con la aristocracia financiera:

<<Los obreros fran­ceses no podían dar un paso adelante, no podían tocar ni un pelo del orden burgués, mientras la marcha de la revolución no rebelase contra este orden, contra la dominación del capital, a la masa de la nación —campesinos y pequeños burgueses en general— que se interponía entre el proletariado y la burgue­sía (propiamente dicha); mientras no la obligase a unirse a los prole­tarios como a su vanguardia (para encarar la transición hacia la revolución socialista>> (K. Marx: “Las luchas de clases en Francia” Cap. I. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros.)

 

          Por su parte, la pequeñoburguesía, muy lejos de transitar por este cauce revolucionario, solo estaba empeñada en colmar sus intereses de clase burguesa intermedia al interior de la sociedad capitalista en su etapa temprana avanzada, encontrándose ya bastante vapuleada. ¿Cuál era su íntimo y encubierto propósito?:

<<En el momento actual, en que los demócratas pequeñoburgueses se hallan oprimidos en todas partes (por la gran burguesía industrial y la oligarquía financiera que habían hecho lo suyo desde la Revolución Francesa), predican al proletariado en general la unión y la concordia, le tienden la mano y aspiran a crear un gran partido de la oposición que abarque todos los matices existentes dentro del partido democrático; es decir, aspiran a enredar a los obreros en una organización de partido, en la que predominen las  frases democráticas en general, detrás de las cuales ocultan sus intereses específicos, y en las que en gracia a la amada paz, no deberán manifestarse las reivindicaciones concretas del proletariado. Semejante unión les beneficiaría exclusivamente a ellos y redundaría totalmente en perjuicio del proletariado. Éste perdería toda su independencia, a tan dura costa conquistada, para volver a convertirse en apéndice de la democracia burguesa oficial. Así pues, semejante unión debe rechazarse con toda energía>> (K. Marx: Londres, 1850: “Circular de marzo a la Liga de los Comunistas” Ed. FCE/México/1988 en Marx-Engels: “Los grandes fundamentos” Tomo II Pp. 359).

 

            Esta era la situación en Rusia bajo el dominio del zarismo a fines del siglo XIX, cuando los reformistas Eduard Bernstein y Karl Kautsky habían venido preconizando en el movimiento obrero europeo las teorías oportunistas socialdemócratas de la II Internacional. Fue cuando en 1902, instruido por la historia de aquella experiencia del movimiento obrero francés en 1848, enriquecida por las enseñanzas que sacó de ella Marx en sus escritos de la época, Lenin salió al paso de la contrarrevolución en ciernes para reivindicar la teoría científica como conditio sine qua non de una práctica política efectivamente revolucionaria, sentenciando que:

<<Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea en un tiempo en que a la prédica en boga del oportu­nismo va unido un apasionamiento por las formas más estrechas de la actividad práctica. Y, para la socialdemocracia rusa, la importan­cia de la teoría es mayor aun, debido a tres circunstancias que se olvidan con frecuencia, a saber; primeramente, por el hecho de que nuestro partido sólo ha comenzado a formarse, sólo ha empezado a elaborar su fiso­no­mía, y dista mucho de haber ajustado sus cue­ntas con las otras tendencias del pensamiento revolucio­nario, que amenazan con desviar el movimiento del camino justo (...). En estas condiciones, un error (teórico) "sin importancia" a primera vista, puede causar los más desastrosos efectos (prácticos), y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual "matiz" puede depender el porvenir de la socialdemocracia rusa por años y años>> (V. I. Lenin: “¿Qué hacer?”, capítulo I aptdo. d) Sobre la importancia de la lucha teórica Lo entre paréntesis nuestro.) 

 

          ¿Dónde cuajó, realmente, aquélla síntesis resultante de la relación entre el espíritu científico y la práctica  política soviética, que Lenin alumbró en los obreros rusos entre febrero y octubre de 1917 en contra de la embozada camarilla pequeñoburguesa de Stalin por entonces en formación, concientizándoles acerca de su propia situación como clase social, para que hicieran lo que era objetivamente necesario hacer y cómo? Aquella síntesis orgánica fue el partido político revolucionario bolchevique. Acabamos de difundir esos hechos en el capítulo 13 de nuestro trabajo en curso: “Marxismo y Stalinismo a la luz de la historia”.

 

          Pero el caso que nos ocupa en este escrito, es que a mediados del siglo pasado esos dos componentes de la revolución socialista: el teórico-científico y el práctico consciente, que hacen a toda praxis política verdaderamente transformadora o revolucionaria que se precie, estuvieron por completo ausentes durante la lucha de clases fallida en ese período acerca del cual nosotros hemos vuelto aquí a instancias suyas, señor Pato Capital. Porque tanto la lucha que Frantz Fanon dirigió en Argelia, como la que  Fidel Castro lideró en Cuba, el “Che” Guevara en Bolivia, o Nahuel Moreno y el mismísimo Mario Roberto Santucho en Argentina, todos ellos ensayaron una praxis política objetivamente contrarrevolucionaria, que nada tuvo que ver con aquella ejemplar revolución en la Rusia soviética. Porque tendió no más que a estabilizar la condición de predominio político-social pequeñoburgués en el bloque obrero-campesino que preconizaron en la etapa tardía del capitalismo imperialista, a medio camino entre la reacción y la revolución. Todo un despropósito. Tal como finalmente acaban de confirmar los acuerdos entre Obama y Raúl Castro estos días. Es decir, que buscando estabilizar el predominio político paternalista de la pequeñoburguesía sobre el proletariado en el sistema, reconocen ahora, con la boca pequeña, que pretendieron lo imposible, dado que la libre competencia intercapitalista disuelve periódicamente a los pequeños capitales privados en los grandes conglomerados económicos oligopólicos propios del capitalismo tardío o postrero, tal como acabamos de traer aquí a colación el riguroso pensamiento científico de Marx citado más arriba por Rosa Luxemburgo[1].

 

          Y en cuanto a eso de que, el ejercicio de la pura violencia bélica destructiva contra las altas clases dominantes genera conciencia revolucionaria, es algo tan ingenuo, irracional e inconducente, como creer en que rezando se obran milagros. Porque está claro que sin acabar inteligentemente y de una vez por todas con la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio, el proceso de centralización del gran  capital en detrimento del mediano y pequeño, sigue su curso determinado por la ley económica capitalista del valor.

 

          Y en este punto se impone añadir una verdad de a puño que muy a menudo pasa desapercibida y es, que la pequeñoburguesía más de una vez ha puesto de manifiesto su contradicción respecto del gran capital imperialista, luchando por sobrevivir a sus peligrosas asechanzas. Pero nunca decidió romper definitivamente su alianza política estratégica con él. No puede. Porque ambas partes jamás han dejado de compartir —bien que de modo intermitente— sus comunes intereses de clase social explotadora. Son esencialmente la misma cosa. ¿Puede Ud. demostrar que no sea esto verdad, señor Pato Capital? ¿Qué es la derecha política liberal institucionalizada en los parlamentos de todos los países, si no la representación del gran capital? ¿Y qué es la izquierda si no la representación del pequeño y mediano donde ambas sobreviven en contubernio al interior de cada Estado nacional?   

 

          Y claro que la fuerza es un factor insustituible en toda relación contradictoria. Pero aquí no estamos considerando la fuerza como producto de la relación natural entre cosas materiales, como el ácido sulfúrico y la piedra caliza, por ejemplo, cuya mezcla genera la reacción química violenta que sintetiza en yeso. En estos casos tampoco es necesario pensar previamente qué resultará de esa relación, porque no hace falta, ya que sólo se trata de una relación objetiva entre componentes de la naturaleza, fenómenos que no dependen de la voluntad de nadie. Pero en la sociedad humana la violencia política es otra cosa. Sin duda, bajo el sistema capitalista en parte la violencia que se manifiesta en el paro masivo y la miseria aguda, los desahucios y demás desgracias, como el suicidio o el crimen. Todas estas noxas sociales son inducidas por causas objetivas sistémicas, como las crisis económicas. Pero estos hechos, a su vez inducen a guerras de rapiña entre países capitalistas por la redistribución del dominio sobre territorios en disputa, que favorecen a determinados sectores de sus respectivas clases dominantes vencedoras divididas en países. Y no solo conducen a esto. También provocan el holocausto de las migraciones masivas. Toda esta violencia insensata y genocida es causalmente sistémica y objetiva. No casual sino causal, señor Pato Capital. Pero en ella y en sus desastrosas y criminales consecuencias es innegable que están conscientemente comprometidos, no sólo los grandes burgueses sino también sus antecesores pequeños y medianos. Y a despecho de tal barbarie, todos ellos sin excepción se mantienen deliberadamente firmes en defensa de un sistema de vida explotador, violento, déspota, corrupto y autotanático, al que hipócritamente siguen considerando perfectible, contribuyendo por todos los medios posibles para que a las inmensas mayorías sociales de condición asalariada, se les siga manteniendo ignorantes de lo que debieran saber hace ya mucho tiempo, para usarles como carne de cañón en esas disputas bálicas. Los pequeñoburgueses son, pues, tan cómplices y plenamente conscientes de la ignorancia en que contribuyen a mantener a los explotados, como los grandes magnates capitalistas. Conscientes de los males que ocasionan para satisfacer los intereses creados que defienden.

 

          Así las cosas, si bien es cierto que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario, no son menos ciertas  las enormes dificultades que la burguesía en su conjunto opone a esa tarea humanitaria de difusión de la verdad, utilizando para ello a los aparatos ideológicos del Estado capitalista, ejerciendo chantaje ideológico sobre los estudiantes universitarios —futuros dirigentes políticos— forzados de tal modo a comulgar con el falso pensamiento único burgués, como condición personal de sobrevivir para medrar en el sistema a expensas del trabajo y la penuria relativa de terceras personas. Función de la vida en sociedad tan perversa como políticamente eficaz para los fines de esas minorías pequeñoburguesas de destacados intelectuales arribistas, a quienes se suman los propietarios de las empresas privadas dedicadas a lucrarse con la industria embrutecedora del entretenimiento. Toda esta mafia expoliadora, déspota y criminal, es la que ha dado pábulo a que Marx y Engels acabaran atribuyendo como causa última determinante de la conciencia revolucionaria, no a la ciencia sino a la cada vez más insoportable situación de los explotados:

<<No es la conciencia la que determina la existencia, sino la existencia social (es decir, el sufrimiento de las fatales consecuencias del capitalismo sobre sus víctimas propicias) la que determina la conciencia (en tales víctimas)>>. (“La Ideología alemana” Cap. I Aptdo. 4. Lo entre paréntesis nuestro)

 

            O sea, que la verdad del capitalismo se abre paso y acaba inevitablemente brillando entre la mentira de la “ciencia” oficial encubridora. Y dada la imposibilidad de hacerlo “ad hominem” ejerciendo el pensamiento científico libre —porque eso está terminantemente prohibido—, lo hace a través del padecimiento causado por el sistema en los explotados, contribuyendo a que esa verdad acabe finalmente por saberse universalmente. Tal es el doble filo de esa daga de la crítica teórica radical haciendo lo suyo en la conciencia colectiva, que guía la consecuente acción política efectivamente revolucionaria de los explotados:

<<Es cierto que el arma de la crítica (teórica) no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominem (con validez universal), y argumenta y demuestra ad hominem cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz (de cada realidad, que es donde la verdad se muestra en plenitud)>> (K. Marx. Febrero de 1844: “En torno a la crítica de la filosofía del derecho estatal de Hegel” Introducción. Pp. 6-7. Lo entre paréntesis nuestro)

            Pero, ¿dónde está la raíz esclarecedora del problema que la burguesía no ha podido ni puede resolver, por la cuenta que su interés de clase social explotadora le trae de cabeza? En que su modus vivendi consiste en acumular capital explotando trabajo ajeno. ¿Cómo? Transformando salario en plusvalor mediante el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, es decir, de modo tal que un cada vez menor número de asalariados ponga en movimiento un creciente volumen de medios de producción al mismo tiempo. En sus “Líneas Fundamentales de la Crítica de la Economía Política” (Grundrisse), que dejó negro sobre blanco entre los años 1857 y 1858, Marx se ocupó de desentrañar matemáticamente la problemática comprendida en este metabolismo social que hace a la esencia económica del sistema capitalista de vida y a su necesaria caducidad histórica. Marx redactó este trabajo que tituló: “Plusvalía y fuerza productiva. Relación entre el aumento de las mismas. Resultado: El aumento de la fuerza productiva del trabajo está contenida como posibilidad en el adelanto científico técnico de los medios de producción cada vez más eficaces. Ergo: En la proporción en que ya ha disminuido el trabajo necesario contenido en el salario, tanto más difícil se vuelve la valorización de más plusvalor convertido en capital”. 

          Para ello, solo basta ejercitar las cuatro operaciones aritméticas elementales. ¿Ha incursionado Ud. en ella? Aquí tiene un resumen que nosotros hemos elaborado para su difusión hace ya tiempo. Una esclarecedora demostración categórica y terminante sobre los límites históricos absolutos del sistema capitalista, de la que TODOS, absolutamente TODOS los intelectuales y políticos pequeñoburgueses, incluyendo a los autoproclamados comunistas, han optado por huir de ella como de la peste. Incluyendo en esta huida naturalmente a los mencionados Frantz Fanon, Fidel Castro, el “Che” Guevara, Nahuel Moreno, Mario Roberto Santucho y tutti cuanti. Porque esta es la verdad y, como toda verdad, a nadie debiera ofender, dicho esto con todo respeto y sinceridad, estimado señor Pato Capital. 

          Y a propósito de límites absolutos, cabe aquí perfectamente volver a rememorar las sabias palabras de nuestro Quijote de las Pampas Argentinas, cuando sentenció que:

<<El tiempo sólo es tardanza de lo que está por venir>>

Añadiendo que si los seres humanos como individuos dividen el tiempo, es sólo para saber lo que han vivido y lo que les queda por vivir, inducidos por el temor a su propia muerte. Un límite absoluto insoslayable que desde Epicuro y según ha demostrado la historia, también lo es para los sistemas sociales de vida. Ergo, los burgueses —ya sean grandes, medianos o pequeños— todos ellos como tales también tienen fecha de caducidad y ven cada vez más cercano su fin como clase social, dando pábulo al concepto psicológico individualista o íntimo de “angustia existencial”. Tan íntimo e individualista como su fundamento: el concepto económico, social y político de propiedad privada pura. Una idea que destacados pequeñoburgueses intelectuales como Kierkegaard, Heidegger, Unamuno y Sartre, trasladaron subrepticiamente al YO de la filosofía subjetiva en el Occidente capitalista. Pero no admiten que el concepto de caducidad vital valga también para el capitalismo. ¡¡Esto no, el capitalismo es eterno!! ¿Por qué? Pues, por el tautológico artículo 33, por el hecho de que todavía sigue existiendo. Donde sujetos como Fidel Castro, Nahuel Moreno y Santucho ocupan en su historia un lugar destacado.

 

          Pero el significado del “to be or not to be,” tal como lo concibiera Shakespeare, no pasa por adaptarse cómodamente a lo que hay y existe, sino por lo que la verdad histórica de esa la realidad exige hacer actuando sobre ella para transformarla en libertad. Y para tal emprendimiento es necesario antes conocer esa verdad, como condición de acceder a la libertad:

<<Hegel ha sido el primero en exponer rectamente la relación entre libertad y necesidad. Para él, la libertad es la comprensión de la necesidad (a instancias del concepto). “La necesidad es ciega —decía— en la medida en que no está sometida al concepto”. La libertad no consiste en una soñada independencia respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados fines. Esto vale tanto respecto de la naturaleza externa (al ser humano, como es el caso de la ley físico-química resultante de la relación entre la piedra caliza y el ácido sulfúrico), cuanto respecto de aquellas (leyes) que regulan el cuerpo y el espíritu del ser humano mismo: dos clases de leyes que debemos separar a lo sumo en la  representación, no en la realidad. La libertad de la voluntad no significa, pues, más que la capacidad de poder decidir con conocimiento de causa. Cuanto más libre es el juicio de un ser humano respecto de un determinado punto problemático (de la realidad), con tanta mayor necesidad estará determinado el contenido de ese juicio (teniendo en cuenta que en el juicio va implícito el concepto, como relación de identidad entre el pensamiento y la esencia del objeto sobre el cual recae el acto de pensar); mientras que la inseguridad debida a la ignorancia y que opta con aparente arbitrio entre posibilidades de decisión diversas y contradictorias, prueba con ello su propia (ausencia de) libertad, su situación de (persona) dominada por el objeto al que precisamente tendría que dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio sobre nosotros mismos y sobre la naturaleza exterior, basado en el conocimiento de las necesidades naturales…>> Federico Engels: “Anti Dühring” Sección I Cap. XI. Moral y derecho. Libertad y necesidad).

 

             Ergo, cuando de alguien se dice que ha perdido el juicio, es porque desconoce la necesidad objetiva de hacer algo con determinada finalidad y procura conseguir lo contrario. Todas estas virtudes que hacen al concepto genuino de libertad, estuvieron ausentes en la práctica política de sujetos tales como Nahuel Moreno, Mario Roberto Santucho y Fidel Castro entre tantos otros de su misma extracción de clase burguesa intermedia.    

 

          Esperamos haberle aportado en la tarea común de alcanzar la libertad del que Marx llamó ser humano genérico, concepto al que nosotros nos hemos referido ya en varias publicaciones, es decir, la lucha por la emancipación humana respecto de toda pertenencia enajenada de los mismos sujetos a distintas clases sociales históricamente determinadas. Si es que Ud. está sinceramente comprometido en esta labor. También puede aportarle al mismo propósito, el trabajo que Lenin publicó en 1914 titulado: CARLOS MARX: Breve esbozo biográfico, con una exposición del marxismo.

    

          Un saludo: GPM.

 

 



[1] Está científica y empíricamente probado, que la estabilidad de las pequeñas formaciones económicas privadas de tipo familiar, no suelen superar el decenio.