5. Composición Orgánica del Capital tasa de Plusvalor y tasa de Ganancia

Para dilucidar este problema, supongamos, por ejemplo, un capital global de 100€ que bajo condiciones normales opera con una estructura productiva promedio que Marx ha dado en llamar Composición Orgánica, constituida por 60€ invertidos en Capital constante (Cc) y 40€ en salarios, llamado Capital variable (Cv). Esta relación 60Cc/40Cv vista desde la perspectiva económica del sistema, significa que 60Cc ponen en movimiento 40Cv, aunque desde el punto de vista técnico sea justamente al revés.

Ahora bien, el capital “constante” se desgasta físicamente, según pasa el tiempo en que cada operario lo utiliza produciendo plusvalor materializado en distintos productos y, en esa medida, dichos medios de trabajo pierden valor incorporado, según el tiempo que el trabajo humano efectuado sobre ellos, traslada ese valor —por el equivalente de tal desgaste— al valor del producto final de tal modo creado. Tal es el concepto de “amortización”

Por su parte, el valor que el trabajo explotado traslada al producto final en materia de salarios durante cada proceso productivo, es lo que por eso Marx ha llamado trabajo necesario. ¿Necesario para qué? Para reproducir el equivalente a su medios de vida que le permitan seguir produciendo plusvalor para sus patronos en condiciones de óptimo rendimiento.

Pero, a diferencia de lo que ocurre con la parte constante del capital invertido por la clase capitalista, su parte variable adquiere mediante el trabajo de cada operario empleado, la virtud de añadir más valor del que con su trabajo traslada al producto que crea, por eso llamado trabajo excedente creador de plusvalor, y que la patronal se embolsa. De aquí proviene su calificativo de capital variable, porque dicha parte del capital invertido varía incrementándose en un “plus”, según la magnitud de ese plusvalor que cada asalariado añade o agrega al producto final durante cada jornada, además de lo que traslada en concepto de salario.

Todo el secreto del sistema capitalista reside en este hecho que los economistas clásicos precursores de la “teoría objetiva del valor” han descubierto por primera vez, y cuyas consecuencias lógicas sistémicas aportadas con precisión científica por Marx, los economistas vulgares posteriores a él se han venido empeñando torticeramente de escamotear y mixtificar, desde los creadores de la llamada “escuela psicológica marginalista” hasta los representantes de la “escuela neoclásica” más recientemente. De esto nos ocuparemos críticamente en un apartado especial más adelante.

Finalmente, decir que el plusvalor o ganancia capitalista, varía según el grado de explotación del trabajo, es decir, del tiempo de cada jornada laboral en que los asalariados trabajan para su patrón, respecto del tiempo de esa misma jornada en que crean el equivalente a lo que necesitan para vivir, acordado en el contrato de trabajo. Dicha relación entre plusvalor Pv y el salario Cv se denomina tasa de plusvalor o de explotación del trabajo, cuya expresión aritmética es: Pv/Cv. En nuestro ejemplo: 40Pv/40Cv = 100%. Y la Composición Orgánica del Capital sería: 60Cc/40Cv = 1,5. De lo cual resulta el valor de la producción: 60Cc+40Cv+40Pv = 140.

Si en vez del 100% la tasa de explotación fuera, por ejemplo, del 50% = 20Pv/40Cv., los asalariados trabajarían 2/3 de la jornada laboral para reproducir el valor contratado de su fuerza de trabajo = 40Cv. El equivalente al otro tercio de la jornada = 20Pv se lo embolsaría el capitalista bajo la forma de plusvalor. En tal caso, el valor de lo producido sería: 60Cc+40Cv+20Pv. = 120.

En nuestro ejemplo, suponemos una tasa de explotación del 100%, de lo cual resulta que el plusvalor es 40Pv, de modo que el valor del producto = 60Cc+40Cv+40Pv = 140. Por último, si la relación 60Cc/40Cv es la expresión matemática de la Composición Orgánica media del capital global de la sociedad, esto en términos económicos se resuelve en que los 40Cv invertidos en salarios ponen en movimiento 60Cc para crear 40Pv. de plusvalor.

Supongamos, ahora, que la tasa de explotación se mantiene constante = 100%, pero la estructura de la producción se modifica porque la Composición Orgánica media del capital global aumenta de 60Cc/40Cv = 1,5 a 80Cc/20Cv = 4. Este cambio supone que el plusvalor obtenido sería de 20Pv, es decir, se reduciría a la mitad, lo cual desde el punto de vista de la lógica del capitalismo sería un despropósito y el proceso de acumulación fracasaría desembocando en la parálisis del sistema, porque de lo que se trata para la burguesía no es de aumentar la eficacia del trabajo social para la producción de más riqueza, sino de producir más plusvalor para acumular capital. Por tanto, a fin de obtener la misma magnitud de plusvalor (40Pv) que antes de producirse el aumento en su composición orgánica media, el capital invertido deberá duplicarse pasando de 100€ a 200€, de modo que la estructura de producción pasaría a ser: 160Cc + 40Cv = 200.

Pero bajo el capitalismo no se trata de mantener una ganancia constante, sino de incrementarla, de ser posible hasta el infinito. Dada esta tendencia objetiva del capital en su conjunto cuya criatura social es la burguesía, en nuestro ejemplo con una misma composición orgánica = 4, la masa de capital durante una coyuntura económica expansiva, podría pasar a ser de 200Cc + 50Cv = 250 o de 320Cc +80Cv = 400, acumulando 40Pv, 50Pv y 80Pv respectivamente o más.

Así las cosas, la pregunta es: ¿de dónde sale el capital adicional o dinero fresco no disponible en ese momento por los capitalistas productivos individuales asociados? No solo del crédito a la producción que las empresas obtienen de los bancos en cada coyuntura económica expansiva de los negocios, sino también y principalmente de la emisión u oferta pública de títulos de propiedad llamados “acciones”, a cambio de dinero que dichas empresas obtienen de ahorradores particulares y de los propios bancos, negociables en la Bolsa o mercado de valores. Se trata de dinero ajeno para los fines de ampliar la escala de la producción y la tasa de acumulación del capital productivo en funciones. Un capital-dinero adicional que sigue administrado por los antiguos dueños de las empresas emisoras de acciones, pero que en virtud de ello y a instancias de la Bolsa de valores, la propiedad de dichas empresas pasa alternativamente a ser compartida por sus accionistas, de modo tal que la propiedad en cierto modo se “democratiza” dejando de ser así empresas de unos pocos propietarios individuales asociados, para pasar a ser empresas sociales, “sociedades anónimas”.

En estas estructuras productivas del capital, ampliado mediante crédito accionario, no solo es ajeno a sus originales propietarios el trabajo adicional explotado que contratan, sino la masa de dinero adicional que, bajo la forma de capital accionario les posibilita producir y acumular capital más allá de sus propios límites naturales, merced a disponer y administrar crecientes masas de capital-dinero ajeno, para invertirlo en estructuras productivas de composición orgánica progresivamente más alta. Todo ello a cambio de que sus accionistas participen de las ganancias según la magnitud del aporte dinerario de cada cual en acciones, a la tasa de interés bancario vigente:

<<Si el sistema de crédito aparece como la palanca principal de la superproducción y del exceso de especulación en el comercio es pura y simplemente, porque el proceso de reproducción, que es por su propia naturaleza un proceso elástico, se ve forzado aquí hasta el máximo, y se ve forzado porque una gran parte del capital social es invertido por quienes no son sus propietarios, los cuales lo manejan, naturalmente, con mayor desembarazo que los propietarios, ya que éstos, cuando actúan personalmente, tantean de un modo meticuloso los límites y las posibilidades de su capital privado. No hace más que destacarse así el hecho de que la valorización del capital basada en el carácter antagónico de la producción capitalista sólo consiente hasta cierto punto su libre y efectivo desarrollo, pues en realidad, constituye una traba y un límite inmanentes de la producción, que el sistema de crédito se encarga de romper constantemerte.4 Por consiguiente, el crédito acelera el desarrollo material de las fuerzas productivas y la instauración del mercado mundial, bases de la nueva forma de producción, que es misión histórica del régimen de producción capitalista implantar hasta un cierto nivel. El crédito acelera al mismo tiempo las ex¬plosiones violentas de esta contradicción, que son las crisis, y con ellas los elementos para la disolución del régimen de producción vigente>>. (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. XXVII)

La base objetiva de las cotizaciones bursátiles —abstracción hecha de las oscilaciones provocadas por la oferta y la demanda— se calcula tomando como referencia el dividendo o rendimiento de cada acción a la tasa media de interés vigente. Por ejemplo, si el rendimiento anual de una acción sobre una determinada empresa según su cuenta de resultados es de 10€ y la tasa de interés vigente del 5%, el valor o cotización de este título será de 200€ (5% de 200€ = 10€). Si la tasa de interés aumentara del 5 al 10% manteniéndose el rendimiento de la acción constante, el precio o cotización de dicha acción bajaría a la mitad, ya que a esa tasa de interés, el rendimiento de 10€ pasa a ser representado por un capital de 100€. Por lo tanto, la cotización varía en sentido inverso a las variaciones de la tasa de interés.

Hecha esta aclaración, la fuerza que gravita sobre el destino que se da al dinero crediticio adicional disponible por los bancos, para invertir en la producción de plusvalor con fines de acumulación, ¿dónde se genera, en el mercado bancario, en la bolsa? No. Esa fuerza física gravitatoria que atrae capital-dinero desde la esfera de la circulación (donde la riqueza pasa de unas manos a otras en virtud del intercambio) hacia la esfera de la producción, surge de la coyuntura capitalista en fase cíclica expansiva que se verifica en la economía real donde la riqueza se produce, lo cual aumenta la demanda para inversión por parte del capital productivo y éste, a su vez, crea su correspondiente oferta bancaria de crédito disponible para tales fines.

O sea, que la oferta de dinero para la inversión productiva —ya sea de los ahorradores privados, de los bancos o del Estado— no es autónoma o independiente. Pero tampoco es autopropulsada la demanda por parte del capital productivo privado. En sí y por sí, el dinero, cualquiera sea su masa disponible en la circulación, carece de fuerza gravitatoria propia sobre la economía real, sino que es justamente al revés. El dinero alternativamente gravita hacia la producción, la especulación o el atesoramiento, según el estado en que se encuentra la economía real o productiva, potencialmente productora de plusvalor para los fines de la acumulación. Es aquí, en la economía real según el signo de la coyuntura, donde reside la fuerza que preside el sentido y la dirección en que se mueve el dinero prestable en el sistema capitalista, según sea la fase del ciclo económico en la cual se encuentre la economía real.

Una coyuntura expansiva induce tanto a un aumento de la oferta como de la demanda de crédito para la inversión productiva. Tal es su condición previa. Pero, ¿en qué radica esa condición previa? En la Tasa general de Ganancia Media, como cociente o resultado (G’) de la relación entre la masa de ganancia o plusvalor (p) obtenida por una determinada masa de capital en funciones (c + v) invertido o gastado en producir dicha ganancia durante un determinado lapso de tiempo llamado “rotación”:

fórmula

Tal como concluye Marx en “El Capital” tras haberlo demostrado de modo apodíctico y categórico:

<<…La Tasa de ganancia es la fuerza impulsora de la producción capitalista, donde sólo se produce lo que se puede producir con ganancia y en la medida en que pueda producírselo con ganancia>> (Op. cit. Libro III Cap. XV)

La ganancia es el acicate de la producción de riqueza bajo el capitalismo, su característica esencialísima. La burguesía no produce nada si su venta no le proporciona un “quantum” de ganancia que justifique lo invertido en producirla. Esta exigencia está contenida en la fórmula de la tasa de ganancia. El capitalismo consiste en la producción sin límite ni medida para la venta con ganancia. ¿Cómo es posible esto? A instancias del dinero crediticio.

Nadie puede vender sin que otro compre por su equivalente. Esto se expresa en la fórmula M—D—M. Según esta fórmula, alguien llamado a) produce y vende una determinada magnitud de valor contenido en la mercancía M a otro llamado b) quien, a cambio, entrega a su contraparte a) el equivalente en dinero D. En un segundo momento, a) compra otra mercancía M a un tercero llamado c) del mismo valor cerrado así el círculo del intercambio mercantil simple.

Pero la existencia del dinero como equivalente general y medio universal de cambio, permite que nadie necesite comprar por el hecho de haber vendido. El dinero escinde —y, hasta cierto punto independiza en el tiempo y el espacio—, la unidad económica interna entre la compra y la venta, autonomiza por así decirlo estos dos actos, que realmente no son autónomos sino interdependientes el uno del otro.

Dentro de este proceso, el dinero adelantado por los bancos durante la fase expansiva del ciclo, es relativamente autónomo en tanto y cuanto permite al capitalista productivo volver a comprar medios de producción y fuerza de trabajo sin haber todavía recuperado el valor invertido más el plusvalor materializados en lo que acaba de producir. Le permite comprar nuevos medios de producción y fuerza de trabajo ejecutanto DM , sin haber todavía vendido lo producido en la rotación anterior M—D. Esta operación de crédito comercial, es posible a través de las llamadas letras de cambio que los bancos gestionan cobrando una comisión según el monto de dinero adelantado a la tasa de interés vigente.[8]

Y dado que cada letra de cambio se endosa como mínimo dos veces, una misma masa de valor-dinero expresado en una letra de cambio, permite ejecutar el doble de operaciones equivalentes al doble o triple de ese valor y que, de no ser así, se necesitaría el doble o el triple de dinero contante de curso legal, incrementando así lo que técnicamente se conoce por “velocidad de circulación” del dinero:

<<La circulación media de billetes del Banco de Francia fue, en 1812, de 106.538.000 francos; en 1818, de 101.205.000 francos, mientras que la circulación de dinero, el volumen global […] de todos los ingresos y pagos, fue en 1812 de 2.837.712.000 francos y en 1818 de 9.665.030.000. Por lo tanto, la actividad de la circulación en Francia en 1818, guardaba con la de 1812 una relación de 3 a 1. El gran regulador de la velocidad de la circulación es el crédito (fundamentalmente a través de la letra de cambio)>> (K. Marx: “El Capital” Libro III Cap.XXVII. Lo entre paréntesis nuestro)

De este modo, la burguesía puede seguir produciendo plusvalor y acumular capital más allá de sus límites naturales:

<<Pese a su autonomía, el movimiento del capital comercial no es nunca otra cosa que el movimiento del mismo capital industrial en la esfera de la circulación. Lo que ocurre es que, gracias a su autonomía, se mueve hasta cierto punto independientemente de los límites propios del proceso de reproducción, por lo cual empuja a éste a rebasar sus propios límites. La dependencia interna y la autonomía externa lo empujan hasta un punto en el que la conexión interior (cada vez más limitada por la creciente disminución del trabajo necesario a expensas del cual puede crecer el trabajo excedente) se restablece violentamente, por medio de una crisis.>> (K. Marx: Op. cit. Libro III Cap. XVIII)

Hasta este punto, para facilitar la comprensión de la correlación que la Ley del valor determina, entre el aumento de la Composición Orgánica del Capital social global y la mayor masa de capital empleado para la producción de una magnitud creciente de plusvalor, hemos supuesto que la tasa de explotación o de plusvalor = 100%, constante en las cinco estructuras o empresas de capital productivo que seguidamente presentaremos.

 

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[8] La letra de cambio es un documento que alguien llamado “librado” firma prometiendo pagar a otro una determinada cantidad de dinero al vencimiento de un plazo estipulado, y que lo hará aceptando transferir dicho importe desde su cuenta bancaria a la del beneficiario o “librador” de la letra, quien convertido así en “tomador” del documento, podrá, a su vez, “endosarlo” a favor de su banco para que éste le “adelante” su importe antes del vencimiento descontándole la respectiva comisión a la tasa de interés vigente, o bien “endosarlo” a favor de una tercera persona en concepto de pago por la compra de una mercancía, con lo cual el dinero-crédito de la letra se convierte en un billete de banco que circula entre sucesivos endosantes. Finalmente, a su vencimiento, el último tenedor de la letra, procederá a reclamar su cobro ante el banco del último librado. Normalmente, antes de su vencimiento cada letra suele negociarse con dos y hasta tres endosos, lo cual permite acelerar la circulación del dinero crediticio y, por tanto, el proceso de acumulación del capital productivo.