11. El carácter internacional de la revolución proletaria en la etapa imperialista del capitalismo.

 

En el “Manifiesto Comunista” Marx y Engels previeron que la revolución socialista sería “nacional por su forma (idiomática y cultural distinta en cada país) e internacional por su contenido (de clase social proletaria común a todos los países). Habiendo comprendido su trascendental importancia desde fines del siglo XIX, a sus 23 años, Lenin actualizó políticamente la significación teórica de este concepto en 1916, al destacar que el capitalismo de libre competencia correspondió a la etapa ya pretérita del desarrollo económico capitalista temprano incipiente, todavía bajo regímenes políticos precapitalistas de tipo feudal. Un desarrollo que acabó con el dominio de la aristocracia y dejó expedito el camino hacia la formación de los modernos Estados nacionales independientes, sobre base económica de tipo capitalista.

 

Durante esta etapa, el proceso de producción y acumulación de plusvalor en cada país, no pasaba de ser compartimentado y estanco respecto de los demás; en el sentido de que estaba reservado exclusivamente a su respectiva burguesía nacional. Solo tenía un carácter internacional el intercambio de mercancías. En este período, pues, la lucha por la emancipación social del proletariado como clase social, no podía pasar de tener un carácter nacional; era una lucha que se limitaba a las fronteras de cada país. Y en lo que respecta a la autodeterminación nacional, la lucha por alcanzarla se restringía a los países colonizados por las potencias imperiales bajo el dominio político de distintas estirpes monárquicas residuales. Esta realidad explica que Engels y Marx en sus escritos sobre Irlanda, propusieran a los obreros ingleses que apoyaran a la burguesía irlandesa en su lucha por emanciparse de la corona británica. Y por eso mismo Lenin acusó a los socialdemócratas rusos de servir a los retrógrados intereses de la aristocracia, al no apoyar la autodeterminación de las distintas nacionalidades al interior del imperio de los zares. El concepto de autodeterminación fue actualizado por Lenin entre febrero y mayo de 1914, reivindicado por él como el más poderoso argumento para la emancipación de la sociedad respecto de todo resabio feudal, como parte de la revolución democrático-burguesa:

<<Ni es la primera vez que surgen movimientos nacionales en Rusia, ni le son inherentes a ella sola. La época del triunfo definitivo del capitalismo sobre el feudalismo estuvo ligada en todo el mundo a movimientos nacionales. La base económica de estos movimientos estriba en que, para la victoria completa de la producción mercantil, es necesario que la burguesía conquiste el mercado interior, es necesario que territorios con población de un solo idioma adquieran cohesión estatal, eliminándose cuantos obstáculos se opongan al desarrollo de ese idioma y a su consolidación en la literatura. El idioma es el medio principal de comunicación entre los hombres; la unidad de idioma y el libre desarrollo del mismo es una de las condiciones más importantes de una circulación mercantil realmente libre y amplia, correspondiente al capitalismo moderno, de una agrupación libre y amplia de la población en cada una de las diversas clases; es, por último, la condición de un estrecho nexo del mercado con todo propietario, grande o pequeño, con todo vendedor y comprador.

       Por ello, la tendencia de todo movimiento nacional es formar Estados nacionales, que son los que mejor cumplen estas exigencias del capitalismo contemporáneo. Impulsan a ello factores económicos de lo más profundos, y para toda la Europa Occidental, es más, para todo el mundo civilizado, el Estado nacional es por ello lo típico, lo normal en el período capitalista.

       Por consiguiente, si queremos entender lo que significa la autodeterminación de las naciones, sin jugar a definiciones jurídicas ni "inventar" definiciones abstractas, sino examinando las condiciones históricas y económicas de los movimientos nacionales, llegaremos inevitablemente a la conclusión siguiente: por autodeterminación de las naciones se entiende su separación estatal de las colectividades de otra nación, se entiende la formación de un Estado nacional independiente. (V.I. Lenin: “El derecho de las naciones a la autodeterminación” Cap. 1. (Obras  completas T. XXI Ed. Cit. Cap. I. Pp. 316/17)

 

           Lo que demostró Lenin en este trabajo, es que la autodeterminación nacional en modo alguno entorpece u obstaculiza el desarrollo del capitalismo a escala internacional, sino que lo apuntala y favorece su desarrollo, preparando las condiciones para la revolución mundial:

<<Por consiguiente, el ejemplo de toda la humanidad civilizada de vanguardia, el ejemplo de los Balcanes y el ejemplo de Asia demuestran, a pesar de Rosa Luxemburgo, la absoluta justedad de la tesis de Kautsky: el Estado nacional es regla y "norma" del capitalismo, el Estado de composición nacional (idiomática y culturalmente) heterogénea (al interior de los imperios) es atraso o excepción. Desde el punto de vista de las relaciones nacionales, el Estado nacional (puro sin resabios aristocráticos) es el que ofrece, sin duda alguna, las condiciones más favorables para el desarrollo del capitalismo. Lo cual no quiere decir, naturalmente, que semejante Estado, erigido sobre las relaciones burguesas, pueda excluir la explotación y la opresión de otras naciones (el colonialismo). Quiere decir tan solo que los marxistas no pueden perder de vista los poderosos factores económicos que originan las tendencias a crear Estados nacionales. Quiere decir que "la autodeterminación de las naciones", en el programa de los marxistas, no puede tener, desde el punto de vista histórico-económico, otra significación que la autodeterminación política, la independencia estatal, la formación de un Estado nacional (sobre la base de un idioma y una cultura comunes a las mayorías de su población que facilitan las relaciones mercantiles)>>. (Op. cit.)

 

                   Otra es la problemática que se planteó pasada ya la etapa temprana del capitalismo entre los siglos XVII y fines del siglo XIX, donde los medios idiomáticos y culturales para la vida en sociedad bajo condiciones económicas de la llamada “competencia perfecta”, dieron sentido y razón de existir a los modernos Estados nacionales puros. Y en efecto, desde el último lustro del siglo XIX ha venido prevaleciendo la explotación y opresión que unos países ejercen sobre otros. Pero no directamente por medios políticos y/o bélicos, como en las antiguas colonias, sino a través de la superioridad económica de países más desarrollados sobre otros de menor desarrollo, como es el caso que se ha verificado en la etapa tardía del capitalismo imperialista todavía en curso, época en la cual la competencia entre los países económicamente más poderosos, dieron pábulo a las grandes guerras de reparto territorial por el dominio sobre los Estados económicamente dependientes, como se pudo verificar en las dos últimas guerras mundiales.  

 

           Es en esta etapa donde se puso de manifiesto semejante forma de explotación y opresión, entre fines del Siglo XIX y mediados del XX. Aquí es donde se reveló al mundo el contenido internacionalista del socialismo previsto magistralmente por Marx y Engels en 1848. Ocurrió cuando la originaria competencia perfecta entre muchos pequeños capitales dentro de cada país, generó una gran masa de capital acumulado en determinados países —convertidos así en potencias económicas—, cuyos excedentes en poder de sus minorías sociales propietarias cada vez más minoritarias, exportaron a otros países. Así fue cómo el capitalismo, de ser un sistema global caracterizado por el intercambio internacional de mercancías, pasó a funcionar en base a la internacionalización del flujo de capitales, especialmente desde los países de mayor desarrollo económico relativo, hacia los de menor desarrollo.

 

           Esta  nueva realidad dio pábulo a que, la competencia perfecta al interior de cada país, sea sustituida por la competencia monopólica entre grandes capitales de distintos países, no sólo ejercida al interior de los países económicamente dependientes, sino también de los países económicamente poderosos entre sí, que a la postre acaban dirimiendo la supremacía de sus intereses mediante guerras genocidas, creando así todas las premisas objetivas que activaron la tendencia histórica irresistible del proletariado, a su unidad política internacional, es decir, a la internacionalización de su lucha, no ya por su emancipación política como clase social nacional en cada país, sino por su emancipación social como clase internacional sin distinción de nacionalidades, a la vez emancipadora de la humanidad respecto de la pertenencia de los individuos a determinadas clases sociales. En suma, el hermanamiento en la sociedad sin clases:

       <<El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo. En los países adelantados, el capital sobrepasó los marcos de los Estados nacionales y colocó al monopolio en el lugar de la competencia, creando todas las premisas objetivas para la realización del socialismo. Por eso, en Europa occidental y en Estados Unidos se plantea en la orden del día la lucha revolucionaria del proletariado por el derrocamiento de los gobiernos capitalistas y por la expropiación de la burguesía. El imperialismo empuja a las masas hacia esta lucha al agudizar en grado enorme las contradicciones de clase, al empeorar la situación de las masas, tanto en el sentido económico —trusts, carestía— como en el político: ascenso del militarismo, mayor frecuencia de las guerras, recrudecimiento de la reacción, afianzamiento y ampliación de la opresión nacional y de la rapiña colonialista. El socialismo victorioso debe necesariamente realizar la democracia total; por consiguiente, no sólo tiene que poner en práctica la absoluta igualdad de derechos entre las naciones, sino también realizar el derecho de las naciones oprimidas a su autodeterminación, es decir, el derecho a la libre separación política. Los partidos socialistas que no demostraran en toda su actividad, ahora, durante la revolución, como luego de su victoria, ser capaces de liberar a las naciones avasalladas y construir las relaciones con las mismas sobre la base de una unión libre —y una unión libre, sin libertad de separación, es una frase mentirosa—, esos partidos cometerían una traición al socialismo>>. (V. I. Lenin: “La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación” Enero-Febrero de 1916. Pp. 2 Enero/febrero 1916. Obras completas. T. XXIII. Ed. Cit. Pp. 241). 

 

Así fue cómo la política del derecho a la autodeterminación nacional de los países oprimidos por los países opresores, pasó a estar en el centro de la tendencia objetiva del capitalismo, a unificar la lucha de los asalariados como clase explotada sin distinción de fronteras nacionales: el internacionalismo proletario[1]:

      <<Sin esto no es posible defender la política independiente del proletariado [ruso] y su solidaridad de clase con el proletariado de otros países, en vista de todos los engaños, traiciones y fraudes de la burguesía. Pues la burguesía de las naciones oprimidas siempre trasforma las consignas de liberación nacional en engaño a los obreros: en la política interna utiliza estas consignas para los acuerdos reaccionarios con la burguesía de las naciones dominadoras (por ejemplo, los polacos de Austria y Rusia, que entran en componendas con la reacción para oprimir a los judíos y ucranianos); en política exterior, trata de concertar negociaciones con una de las potencias imperialistas rivales, para realizar sus fines de rapiña (la política de los pequeños países de los Balcanes, etc.)>>. (Op. cit. Pp. 8)

 



[1] El concepto de tendencia objetiva significa, que es una fuerza económica sistémica, o sea, que surge de las relaciones sociales bajo el capitalismo con independencia de toda voluntad humana. Todo comienza donde los individuos al intercambiar sus diversos productos como valores, equiparan entre sí el trabajo contenido en ellos. “No lo saben pero lo hacen” dice Marx en “El Capital”, apdo. 4 del capítulo I titulado: El fetichismo de la mercancía.