Introducción: Necesidad de la lucha contra el revisionismo

En todo período de reflujo del movimiento de masas, se acentúan diversas desviaciones de las cuales queremos destacar dos. La primera es la del sectarismo -de matriz izquierdista- que se consolida como producto del repliegue defensivo y de la radicalización “en abstracto” de los principios: la propia resistencia se confunde con el aislamiento y el temor a actuar en espacios adversos en términos de correlación de fuerzas. El segundo desvío es el del reformismo -de matriz oportunista- que tiene que ver con la adecuación gradualista a la lucha por reformas subvalorando la orientación subversiva de la estrategia. En este caso, la dialéctica entre reforma y revolución se rompe, tornándose la reforma fin y medio. Se cae en el famoso lema de “el movimiento lo es todo, el objetivo final no es nada” de Eduardo Bernstein.

Luchar contra el sectarismo y contra el reformismo son, por tanto, tareas concretas fundamentales que se presentan actualmente a la hora de plantearnos intervenir en el movimiento de masas. Esta lucha supone, a su vez, conjugar de modo dialéctico la flexibilidad con la intransigencia: nos impulsa a ser flexiblemente intransigentes. Por un lado, la lucha contra el sectarismo nos empuja a trabajar con apertura y paciencia en el movimiento de masas, con el objetivo de apuntar a la unidad de la clase en su enfrentamiento cotidiano contra el capital, nos lleva a  “abrir el juego” para golpear con fuerza y desde “abajo”, esto es, desde las luchas inmediatas. En esto, precisamente consiste la política del frente único. Por otro, la lucha contra el reformismo nos empuja a ser intransigentes en la estrategia, a luchar por la perspectiva socialista de la lucha inmediata, debatiendo con las tendencias no revolucionarias que ahogan esa lucha en las reformas. Todo esto, con el objetivo de golpear al capital desde “arriba”, esto es, desde el terreno de las ideas y la estrategia política.

Ambos desvíos aparecen, a su vez, como consecuencia del desarrollo de la actitud revisionista ante el marxismo. Actitud que se instala en el movimiento revolucionario como reflejo “interno” de la ofensiva ideológica “externa” de la burguesía y que no resulta en otra   cosa que en el abandono de los principios-ideas fundamentales que orientan la estrategia revolucionaria. Estamos hablando del terreno político-ideológico en el que se disputa la orientación efectiva del movimiento y, por tanto, la posibilidad de trascender la sociedad burguesa. No estamos hablando aquí de “ideas-entelequias” que se acoplan metafísicamente al movimiento, sino, de ideas-fuerza, de verdaderas “armas” que pueden fundirse y “apoderarse de las masas”. En este sentido, planteamos que parte de la tarea del presente consiste en luchar contra el revisionismo en tanto justificación ideológica de la práctica política oportunista que guía continuamente al movimiento al cepo de la conciliación de clases.

En vez de educar “tácticamente” al movimiento sobre la conveniencia de apoyar tal o cual fracción “progresista” o “antiimperialista” de la burguesía -como desde hace muchos años gran parte de la izquierda viene proponiéndonos- aquí se sostiene que la tarea estratégica de los socialistas sigue siendo la de demostrar, y por tanto, educar la conciencia de la vanguardia natural, que los males que enfrentamos como trabajadores no encontraran solución al interior del sistema capitalista. Nuestros intereses son irreconciliables, por eso nuestra independencia ideológica es políticamente necesaria. Esto pone en evidencia la importancia de recuperar el legado del marxismo revolucionario de los primeros socialdemócratas -especialmente el de Lenin-  para los cuales, la socialdemocracia era en esencia:

"La unión del movimiento obrero con el socialismo. (Como la socialización de los medios de producción al interior del Estado obrero: la dictadura del proletariado) Su cometido no estriba en servir  pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino en representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e ideológica"  Lenin, V:Tareas urgentes de nuestro movimiento”. (1900) (El subrayado es nuestro)

El capitalismo, en tanto modo de producción social, es un sistema cuyas leyes de funcionamiento se “imponen con férrea necesidad” estableciéndose objetivamente, esto es, “de hecho”, sin pasar antes por la conciencia. O lo que es igual: esas leyes no se pueden adecuar a los deseos ni modificar por ninguna política de “justicia distributiva” o como se la quiera llamar. Y el resultado de esas mismas ciegas leyes —los daños sociales que se derivan de ellas— es lo que, junto con la teoría revolucionara aplicada al movimiento espontáneo, alumbra en las masas la necesidad objetiva de acabar con esas leyes mismas. Por tanto, desarrollar el conjunto de condiciones para derrocar revolucionariamente a la burguesía es la única alternativa que nos permitirá avanzar hacia otro tipo de sociedad, en la cual la explotación de una mayoría de seres humanos por una minoría relativa, cada vez más minoritaria, deje inevitablemente de existir. Este hecho, requiere que una parte considerable de los explotados tomen conciencia de su verdadera situación social, es decir, comprendan la necesidad de acabar con el capitalismo, y asuman su misión histórica.  

A propósito de esto, en una entrevista concedida a la revista América Libre, Paulo Freire decía parafraseando a Marx “que la burguesía (en tanto personificación del capital) no puede formar a la clase trabajadora, a no ser, para reproducir a la clase trabajadora (en tanto personificación del capital variable)como tal” [1] esto es, para formarla como clase para ella misma sin trascender la relación capitalista. Esto “es obvio” afirmaba. Por eso, para que la clase trabajadora “encarne” una dimensión política realmente transformadora, “ésta se tiene que formar en una perspectiva <<contradictoria y antagónica>> con la visión de la clase burguesa[2] ”.

Comentario del GPM  <<Decir que una relación es “contradictoria y antagónica” constituye un redundancia porque toda contradicción supone antagonismo. Y el caso es que la relación entre proletariado y burguesía no sólo es antagónica sino al mismo tiempo lógica e históricamente irreconciliable. El antagonismo entre los términos de una relación define su carácter contradictorio. Pero lo que hay que dilucidar es la esencia de la contradicción, si la lógica entre sus contrarios es conciliable o irreconciliable. Por ejemplo: radicalismo y peronismo, en tanto que son políticamente antagónicos, ambos partidos constituyen una relación dialéctica. Pero esencialmente, es decir, en términos sociales, son la misma cosa, porque ambos partidos constituyen la expresión política de dos sectores de una misma clase social: la burguesía. Por tanto, estamos ante una  relación dialéctica cuyos términos son tácticamente antagónicos pero estratégicamente aliados. Por tanto,  conciliables y complementarios. En cambio, los términos de la dialéctica entre las dos clases universales antagónicas —burguesía y proletariado— no sólo son contradictorios, sino lógica e históricamente irreconciliables.  Sin esta necesaria precisión, proponer que el proletariado “ ‘encarne’ una dimensión política realmente transformadora” resulta ideológicamente ambiguo y políticamente neutro.>>

En otras palabras,  no sería posible superar la “sociedad injusta”, en este caso la sociedad capitalista, asentada en la explotación de los trabajadores-productores por la burguesía mediante la extracción de trabajo no remunerado, sin que los primeros se re-conozcan como explotados y nieguen a sus explotadores..

Comentario del GPM  <<La sociedad burguesa no es una sociedad injusta sino irracional. Dado que todo derecho consiste y ha consistido en aplicar una misma ley (igual) a individuos desiguales, desde este punto de vista, injusto es no cumplir con la ley. De esto en su “Crítica del Programa de Gotha” Marx concluye en que el derecho, la justicia, “es el derecho de la desigualdad”. Por tanto, una de las tareas históricas del proletariado consistirá en acabar con el derecho, con todo derecho, empezando por implantar un derecho desigual en la sociedad de transición al comunismo. Por otra parte, toda negación supone confirmar la relación del término dialéctico que se niega. Sin negación no hay relación. Es el “ser para sí” que muy a menudo se confunde con la “autoconciencia”. Ver: http://www.nodo50.org/gpm/bipr/08.htm#_ftnref28. Por tanto, para referirse a la emancipación del proletariado, lo correcto no es hablar de “negación” del capital por el proletariado, sino de negación de la negación. En tanto que niegan a sus patronos mediante la lucha por sus reivindicaciones inmediatas, los asalariados se distinguen de ellos y así devienen “clase para sí”.  Pero esto no supone superar la relación sino confirmarla. El acto de la negación dialéctica se produce dentro de la relación entre patronos y obreros como algo de andar por casa. Por tanto, no hace más que confirmarla. No se trata, pues, de negar a los burgueses sino de negar esa negación, es decir, negar la relación. Tal es la condición suficiente para que la posibilidad de superarla deje de ser abstracta y pase a ser real. >>

Esta negación de la negación que tienen que efectuar los trabajadores, supone un movimiento de la conciencia “hacia fuera” seguido inmediatamente por un acto deliberado de voluntad tendente a trascender la relación. Movimiento que llevaría a romper con el carácter alienado del trabajo en la sociedad burguesa, generando las bases ideológicos para proyectar y realizar políticamente en la acción otro tipo de sociedad donde no exista explotación.

Ahora bien, ¿Cómo se conforma esta conciencia de clase antagónica e irreconciliable en el movimiento de masas? ¿Cuál es la contribución de los revolucionarios en la tarea de alumbrar esa conciencia? ¿En qué o bajo qué circunstancias o condiciones se torna ostensiblemente revolucionario este trabajo en el movimiento de masas?  ¿Cuál es el papel de la teoría y cual el de la lucha de masas? ¿Como influye lo material objetivo y como lo espiritual revolucionario? Este es, justamente, un campo donde han existido y existen diferencias importantes no sólo respecto del  “progresismo de la izquierda burguesa”, sino, también en el mismo seno de la izquierda autoproclamada revolucionaria. Son estos temas los que ocuparan principalmente la atención del presente trabajo.

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[1] Lo entre paréntesis es nuestro.

[2] Freire P. (1998), Revista América Libre Nº2.  p-115