04. Epílogo

 

          Por último, queremos insistir aquí en lo previsto por Marx que sucedería necesaria y fatalmente, utilizando para ello las cuatro operaciones aritméticas elementales en 1857, y que ahora mismo está sucediendo por segunda vez en todo el Mundo. Nos referimos a la crisis terminal del sistema capitalista en 1929, y a la espantosa idea que bajo tales circunstancias alumbró en la gran burguesía internacional de entonces, para los fines de poder continuar con el común negocio de explotar trabajo ajeno. Esa idea consistió en hacer realidad la “contingencia” de una Segunda Guerra Mundial, que destruyó gran parte de lo construido por las fuerzas sociales productivas hasta ese momento, retrotrayendo así la situación económica del capitalismo a condiciones anteriores ya superadas. Una idea que se concretó, además, llevándose por delante la vida de 70 millones de personas. ¿Hay alguna duda acerca de lo que la barbarie de la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio es capaz de hacer, con la irrisoria minoría de sus propietarios que la usufructúan en todo el Mundo, dirigiendo férreamente desde la sombra las instituciones políticas del sistema?

 

          En nuestro trabajo anterior a éste bajo el título: <<Como en las “Palabras para Julia” de Paco Ibáñez>>, estamos seguros de haber despejado al respecto cualquier duda, acerca de los peligros que ahora mismo se ciernen sobre la humanidad, ante la posibilidad de que los burócratas políticos corruptos presionados por los intereses económicos internacionales que les manejan, vuelvan a desatar otra Guerra Mundial de proporciones apocalípticas, dado el poder destructivo de sus medios bélicos que podrían hacer desaparecer toda forma vida en este Planeta. ¿Qué hacemos, seguimos ocupándonos de nuestros mezquinos asuntos personales y familiares, “cada uno en su casa y el Dios capital en la de todos”?    

 

          Como dejó dicho Hegel con toda razón, la comprensión o el conocimiento de lo que es necesario hacer, ha sido la causa que permitió a ciertos seres humanos consagrarse a la virtud de la libertad en toda su historia. Pero esta razón científica no se suele hoy impartir en las escuelas y universidades del sistema capitalista, donde está prohibido pensar más allá de lo que simplemente aparenta o parece ser. Por el contrario, la única causa que ha venido regimentando y todavía mueve cada vez más brutalmente a los burgueses desde sus orígenes, ha sido y sigue siendo la maximización de las ganancias. Esta es su “libertad” por excelencia y no conocen otra, dejándose regir por la ley del valor económico a su disposición para explotar trabajo ajeno. O sea, que para ellos, la “libertad” pasa por su propiedad sobre cosas. Es la cosificación de la libertad que le supone al “burgués demócrata y plural”, la cuasi omnímoda facultad o prerrogativa de mandar sobre terceras personas de condición asalariada —dentro y fuera de su lugar de trabajo— que para eso está la engañosa industria de la publicidad, completando el ejercicio de ese odioso requisito clasista cosificado, explotador y potencialmente genocida bestial, que jamás ha tenido ni tiene nada que ver con el verdadero y legítimo concepto de libertad, propio del ser humano genérico.

 

          A ver quién puede demostrar con pruebas históricas tangibles al canto, dónde y desde cuando la consigna de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, ha estado vigente. ¡¡A la mierda, pues, con el sistema capitalista y su democracia representativa, falsa y corrompida ya mismo!! ¡¡Ésta es la consigna que debiera prevalecer en la conciencia y determinación política ciudadana de las mayorías sociales explotadas!!

 

          ¿Qué tontería es esa de seguir en todos los países votando a unos políticos oportunistas —cualesquiera sean las siglas de su filiación y promesas electorales—, para comprobar luego que se someten a las directrices de sus mandantes, los capitalistas, haciendo justamente lo contrario que prometieron? ¿No es esto lo que ha hecho recientemente y así sigue cumpliendo con esa máxima, el actual primer ministro Alexis Tsipras en Grecia, como antes sus antecesores en todo el Mundo? ¿O es que la próxima sería la primera vez? ¿No será que nosotros, los explotados, somos tan imbéciles y redomados como masoquistas empedernidos? ¿Queremos capitalismo? ¡¡Pues toma capitalismo!!