02. El timo de las políticas para el llamado cambio reformista

          En el capítulo XII de su obra titulada “Anti-Dühring” —donde se ocupa de las falacias que Karl Eugen Dürhing sostuvo  filosofando acerca de las ciencias naturales y sociales—, Federico Engels alude al descubrimiento de Hegel en su “Lógica”, donde propone que cambios cuantitativos en el grado de temperatura del agua, alternativamente provoca cambios cualitativos en sus formas de manifestación, pasando del estado físico líquido al sólido y al gaseoso. Pero sin que por eso cambie lo más mínimo su naturaleza o esencia (química) que le caracteriza y distingue de los demás objetos materiales.

          Pues bien, este nuevo año 2016, entre los últimos días de enero y principios de febrero, los ciudadanos españoles han podido asistir al proceso todavía en curso, de un fenómeno sociopolítico similar a los de la física, protagonizado en el parlamento por los solapados representantes políticos de la llamada “soberanía nacional”, donde la disparidad de criterios contenida en la cantidad de votos emitidos durante los dos actos fallidos de investidura del nuevo gobierno, fue insuficiente para decidir acerca de si habrá o no un cambio cualitativo de la forma en que los políticos profesionales de todas las tendencias, se plantean una vez más “bailarle el agua” a los explotados.

          Estamos, pues, ante el mismo escenario y las mismas tretas del aggiornado gatopardismo al que, en sus momentos agónicos corriendo el año 1860, apeló la decadente nobleza italiana asediada por las fuerzas pro burguesas de Giuseppe Garibaldi. Fue bajo tales circunstancias cuando el joven sobrino del Príncipe Don Frabrizio Corbera le dijera a su tío: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Se refirió a provocar en Sicilia un cambio cualitativo aparente y de forma que, tal como sucede con el agua según su temperatura, deja intacta la naturaleza o esencia de un tipo de sociedad ya caduca, que a la clase todavía dominante, naturalmente le convenía preservar.

          Esta peripecia viene a cuento de que, en el momento actual, lo que les conviene preservar a los nuevos gatopardistas pequeñoburgueses de todo pelaje, que se disputan el poder político institucional en España, es el decadente sistema capitalista y sus leyes objetivas inflexibles que, contradictoriamente, no pueden evitar su deriva hacia un cambio no ya de forma, sino esencial de vivir en sociedad, superadora del actual sistema. Así las cosas, cualesquiera sean los cambios supuestamente progresistas de la política económica que falsariamente prometen nuestros representantes políticos al servicio de la gran burguesía, ya sean de extrema derecha, de centro derecha, de izquierda moderada o de izquierda extrema, ninguna de estas fracciones pro burguesas podrá impedir el curso histórico de la realidad, predeterminado por las leyes objetivas inflexibles de la economía política, inherentes al ya caduco sistema capitalista. Porque como bien dijera Epicuro: “Todo lo que nace merece perecer”.