Observaciones particulares

Primera Observación

Todos aquellos que nos ubicamos en las antípodas de su posición política respecto de Libia, somos asimilados por Astarita a la fracción ultraizquierdista existente en la Rusia revolucionaria entre febrero y Octubre de 1917 diciendo lo siguiente:

<<En febrero de 1917 fue derrotado el zarismo, por un movimiento revolucionario (aunque Lenin caracterizó que se trataba de un semigolpe de Estado), a partir del cual se instala un gobierno de coalición democrática. En julio de 1917, ese gobierno, encabezado por Kerenski, desata una terrible represión contra los revolucionarios y encarcela a miles (según Trotsky) de bolcheviques. El objetivo era ahogar la revolución. En agosto se produce un intento de golpe militar, encabezado por el general Kornilov. Pues bien, si en ese momento los bolcheviques hubieran aplicado el criterio que defienden hoy algunos ultraizquierdistas [supuestamente como el GPM], habrían concluido que Kornilov era igual a Kerenski, que no había que alinearse con ninguno, y que la salida era “el gobierno de los obreros y los campesinos”>> (Astarita Lo entrecorchetes nuestro)

La conclusión política de Astarita es clara: los revolucionarios rusos debieron alinearse con las fuerzas de Kerenski, es decir, no distinguirse ideológica ni políticamente ante los explotados respecto de la burguesía, para luchar juntos contra las fuerzas prozaristas de Kornilov. Esto es, elegir entre lo que parece ser “el mal menor” para enfrentarse al “mal mayor”. Dicho en el lenguaje de Proudhon, optar por el “lado político bueno” frente al “lado malo” de la realidad social:

<<¿Es posible —dice Astarita en el mismo contexto— que alguien piense seriamente que se puede hacer política sin elegir entre diversos grados de “males”? Cuando Lenin y los bolcheviques eligieron enfrentar a Kornilov, eligieron el mal menor, a saber, que continuara el gobierno provisional. Cuando luchamos por una libertad democrático burguesa (formal), luchamos por un mal menor (continúa la dictadura del capital) frente a un mal mayor (que no haya ninguna libertad, siquiera formal)>> (Op. cit)

¡¡Esto es radicalmente falso!! Los bolcheviques no eligieron sino que se lo impusieron las circunstancia o condiciones del momento, que no es lo mismo. La opción no consiste entre hacer política o no hacerla, sino elegir entre una política efectivamente revolucionaria o lo contrario. Para los revolucionarios, la elección entre dos manifestaciones distintas de una IDÉNTICA realidad ESENCIAL, supone optar estratégicamente por ella, dejarla intacta. Semejante opción demuestra absoluta falta de principios, que es la condición de toda táctica estratégicamente dependiente del enemigo, de los momentáneos e imprevisibles cambios de rumbo que suele dar, como fue el golpe de Kornílov en agosto de 1917. Aunque parezca una cuestión teórica de matiz sin importancia, el saber adecuar todo cambio de táctica a una invariable estrategia como producto de un previo análisis teórico correcto de la realidad según su esencia, resulta ser políticamente decisivo. Esto ya lo advirtió Lenin en 1902 refiriéndose a la importancia de la teoría sobre los destinos de la acción política cuando un partido recién está en formación; más aun cuando todavía ni ha dejado rastro en la hsitoria de un país, como es el caso de Libia:

<<En estas condiciones, un error (teórico) "sin importancia" a primera vista, puede causar los más desastrosos efectos (políticos), y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o superfluas las discusiones fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual "matiz" puede depender el porvenir de la socialdemocracia rusa por años y años.>> (V. I. Lenin:"¿Qué Hacer?". Lo entre paréntesis nuestro)

El arte político en estos casos, consiste en adoptar la táctica de lucha contra ambos aspectos o manifestaciones DISTINTAS de la MISMA O IDÉNTICA realidad política ESENCIAL a transformar según la estrategia prevista, lo cual en el contexto histórico al que nos remitió Astarita, exigió en ese momento que la forma de lucha contra Kornílov no debiera ser la misma que contra Kérensky, dado que, de cara a las masas, ambos aparecían como si fueran dos cosas opuestas. La forma de lucha contra Kornílov debió ser y fue de carácter MILITAR, en tanto que la forma de lucha contra Kérenski debió ser y fue de carácter IDEOLÓGICO Y POLÍTICO.

Y, en efecto, fijémonos al respecto en lo que Lenin dice en el apartado V de “Las enseñanzas de la revolución”, acerca de la personalidad política de Kérenski, así como de la pasividad política de la burguesía que se había hecho cargo del Gobierno Provisional. Y en el epílogo de ese trabajo prestemos atención a lo que el propio Lenin advierte sobre las intenciones de la burguesía en alianza estratégica con las fuerzas de Kornílov, presentándose ambas tácticamente como dos formas políticas distintas del enemigo común aparentemente dividido, cuando en realidad ambos coincidían en el propósito de acabar con la revolución democrática materializada en los soviets de obreros, soldados y campesinos:

<<….a fines de agosto la rebelión de Kornílov provocó un nuevo viraje de la revolución y demostró palpablemente a todo el pueblo, que los kadetes (con Kérenski a la cabeza) asociados con los generales contrarrevolucionarios (comandados por Kornílov) tienden a disolver los Soviets y restaurar la monarquía.>> (Lo entre paréntesis nuestro) Ver pie pp.114.

Quedó claro que Kornílov y Kérenski demostraron ser esencialmente la misma cosa, aun cuando hasta cierto punto de los acontecimientos, de cara a las masas explotadas, Kérenski aparentara apuntar a una finalidad estratégica distinta respecto de Konílov, lo cual dio pábulo a la confusión entre algunos bolcheviques, quienes dejándose llevar por las apariencias se deslizaron hacia la conciliación con Kérenski, como así lo expuso Lenin el 30 de setiembre en su carta “Al Comité Central del POSDR de Rusia”:

<<La rebelión de Kornílov es un viraje de los acontecimientos de lo más inesperado (inesperado por el momento y por la forma) e increíblemente brusco. Como todo viraje brusco, exige una revisión y un cambio de táctica. Y como con toda revisión, debemos ser extraordinariamente prudentes para no caer en una falta de principios (…)
No debemos apoyar al gobierno de Kérenski ni siquiera ahora. Es una falta de principios. Preguntarán: ¿No vamos a luchar contra Kornílov? ¡Por cierto que sí! Pero no es lo mismo. ; hay aquí una línea divisoria, y la traspasan algunos bolcheviques que caen en la “conciliación”
[con la burguesía políticamente comandada por Kérenski] y se dejan arrastrar por el curso de los acontecimientos.
Vamos a luchar, luchamos contra Kornílov, exactamente como lo hacen las tropas de Kérenski, pero nosotros no apoyamos a Kérenski. Por el contrario, nosotros desenmascaramos su debilidad
[frente a Kornílov y los oficiales a su mando]. Esa es la diferencia. Es una diferencia bastante sutil, pero muy esencial y no debe ser olvidada.
¿En qué consiste, pues, nuestro cambio de táctica después de la rebelión de Kornílov?
En que cambiamos la forma de nuestra lucha contra Kérenski. Sin aflojar un ápice nuestra hostilidad hacia él, sin retirar una sola palabra dicha contra él, sin renunciar a la tarea de derrocar a Kérenski, decimos: hay que tener en cuenta la situación. No vamos a derrocar a Kérenski ahora. Encararemos de otra manera la forma de luchar contra él, o más precisamente, señalaremos al pueblo (que lucha contra Kornílov) la debilidad y las vacilaciones de Kérenski. Eso también se hacía antes. Pero ahora pasa a ser lo fundamental; en esto consiste el cambio.
Además, el cambio consiste en que lo fundamental pasa a ser ahora intensificar nuestra campaña a favor de lo que podríamos llamar “exigencias parciales” que deben plantearse a Kérenski: arrestar a Miliukov, armar a los obreros de Petrogrado, llamar a las tropas de Kronstadt, de Víborg y de Helsinffors a Petrogrado, disolver la Duma
[parlamento], arrestar a Rodzianko, legalizar la entrega de las tierras de los terratenientes a los campesinos, implantar el control obrero sobre el cereal y las fábricas, etc, etc. Estas exigencias no las tenemos que presentar solo a Kérenski y NO TANTO a Kérenski como a los obreros, soldados y campesinos arrastrados por el curso de la lucha contra Kornílov. Debemos mantener su entusiasmo, alentarlos a que liquiden a los generales y oficiales que se han pronunciado a favor de Kornílov.>> (Op. cit. Cfr. pagina 119El subrayado y lo entre corchetes nuestro)

Está meridianamente claro, pues, que ni los bolcheviques distinguieron esencialmente entre Kornílov y Kerenski alineándose con este último, ni Astarita se ajustó a la verdad histórica sino que la falsificó groseramente. Lo que sucede es que, así como este señor ha demostrado confundir la esencia de la producción capitalista con sus formas mercantiles de manifestación, para despistar a sus lectores, hizo lo propio ahora confundiendo la táctica política del POSDR —presidida por su estrategia de poder proletaria durante ese breve período de la revolución—, con el cambio de forma de esa táctica a raíz de la rebelión de Kornílov. Porque si la táctica de los bolcheviques hubiera pasado por alinearse con Kérenski, eso supondría traicionar la estrategia de poder orientada según las exigencias del último párrafo que acabamos de citar.

Naturalmente, Lenin sabía que Kérenski no podía ni tenía ninguna intención de cumplir lo que el partido bolchevique le exigió públicamente, como así fue. Esto permitió que los militantes bolcheviques peligrosamente confundidos por el momentáneo espejismo, abrieran los ojos antes de que fuera demasiado tarde, lo cual unificó al partido y, a través suyo, a las masas obrero-campesinas, que así pudieron actuar con independencia política táctica respecto del Gobierno Provisional presidido por Kérenski desobedeciendo sus ordenes de proceder al "desarme de la fortaleza en el puerto de Cronstadt", cuyos efectivos "debían ser víctimas de represalias en masa" que Kérensky había acordado con Kornílov “por motivos estratégicos” compartidos, tal como así lo reconoció el propio Trotsky en su “Historia de la Revolución rusa”

<<Poco después de las jornadas de julio, el gobierno provisional había decidido suprimir la fortaleza de Cronstadt, por considerarla un foco bolchevista.>> (Op. cit. Libro II Cap. X)

Trotsky en este pasaje de su obra parece haberse equivocado. Según reporta Ida Mett en “La comuna de Cronstadt” (Ver: Pp.34 a 36), a juzgar por el texto que despachó citado por Ida Mett, los marinos destacados en aquella base del Báltico no fueron acusados por Kérenski de “bolchevistas” —que de verdad lo fueron y como tales se comportaron—, sino de "agentes al servicio del enemigo alemán". Kérenski mintió miserablemente y Trotsky en "Historia de la Revolución Rusa” le respondía:

<<Si los bolcheviques son espías de los alemanes, ¿por qué quienes difunden principalmente esas calumnias son los hombres más odiados del pueblo? ¿Por qué precisamente la prensa de los kadetes, que con cualquier motivo atribuye los más bajos móviles a los obreros y soldados, es la que en voz más alta y con mayor decisión acusa a los bolcheviques…?>> Op. cit.La resaca.

¿Por qué mintió Kérenski? Porque tenía un acuerdo estratégico tácito con Kornílov. En esencia ambos eran, pues, la misma cosa. Otra fue la idea que Trotsky adoptó en “La Revolución Española” , donde dice literalmente que los bolcheviques se disciplinaron a las directivas del Partido Demócrata Constitucionalista, aceptando el mando oficial de Kérensky:

<<Los centristas de izquierda como los incurables “ultraizquierdistas” citan a menudo el ejemplo de la política bolchevique en el conflicto Kerensky-Kornílov, sin comprender nada. El POUM dice: “Pero los bolcheviques luchaban junto a Kérensky”. Los ultraizquierdistas responden: “Pero los bolcheviques negaron, hasta frente a la amenaza de Kornílov, toda confianza a Kerensky”. Los dos tienen razón... a medias, es decir, los dos se equivocan completamente. Los bolcheviques no permanecieron neutrales entre el campo Kerensky y el de Kornílov. Aceptaron el mando oficial, mientras no fueron lo suficientemente fuertes para derribarlo.>> (Op. cit. Ver: Pp. 144)

En esto que escribió el 28 de setiembre de 1930, Trotsky no se ha ceñido a la verdad histórica respecto de lo sucedido entre julio y octubre de 1917. Porque si los marinos de Cronstadt hubieran “aceptado el mando oficial” del Gobierno Provisional presidido por Kérenski, se habrían cumplido la orden del citado despacho, la flota del Báltico habría sido desarmada, los marinos masacrados y la Revolución fracasado.

Conclusión: que a tenor de la posición que defiende hoy para Libia, de haber vivido en aquellos tiempos Rolando Astarita hubiera militado en la filas de los mencheviques junto a Plejanov, Axelrod y demás socialchovinistas enfrentados a los revolucionarios rusos del POSDR entre 1914 y octubre de 1917, haciendo frascasar la revolución en nobre de la "democracia"..

Lamentablemente, los revolucionarios no podemos llegar hoy con nuestro discurso al proletariado en ningún rincón del Mundo, tal como el Partido bolchevique sí pudo llegar al proletariado ruso entre Julio y octubre de 1917. Porque seguimos siendo una irrisoria minoría todavía dispersa, porque no existe aun ni en germen el partido revolucionario en ninguna parte. Y si en ausencia de ese arma ideológica y política revolucionaria, el proletariado permanece políticamente dividido optando por uno de los tantos bandos burgueses que se disputan el gobierno en los diversos países del Mundo —como sucede lamentablemente hoy en Libia— es porque proposiciones como la que aconseja Rolando Astarita para ese país, prevalecen todavía en la conciencia del proletariado mundial. Y con tales proposiciones resulta imposible construir ninguna alternativa verdaderamente revolucionaria en ningún sitio. That’s the question.

Cuando un partido revolucionario comprueba su declinante influencia en el movimiento asalariado, tras el reflujo que le ha impuesto la contrarrevolución, bajo determinadas circunstancias que tácticamente lo justifiquen, de poder hacerlo debería participar en las instituciones burguesas. Pero para denunciarlas como un instrumento de la más rancia reacción, así como para mantener orgullosamente vivas las mejores tradiciones revolucionarias en materia de instituciones alternativas, como fueron los soviets en Rusia. Precisamente porque la reacción burguesa trata de borrarlas de la memoria histórica de los explotados poniendo énfasis en las ilusiones constitucionalistas. Tal fue la posición de Lenin en junio de 1907 saliendo al paso de quienes, dentro del partido, proponían el boicot a la III Duma (parlamento) del Estado ruso en poder de los Demócratas Constitucionalistas:

<<No cabe duda de que las simpatías que muchos sienten por el boicot son suscitadas precisamente por esta aspiración de los revolucionarios, merecedora de todo respeto, de mantener la tradición del mejor pasado revolucionario, de avivar el desolador pantano de los actuales días grises con el fuego de la lucha audaz, franca y decidida. Pero, precisamente porque apreciamos la conservación cuidadosa de las tradiciones revolucionarias, debemos protestar enérgicamente contra el punto de vista de que mediante la aplicación de una de las consignas de una época histórica especial se puede contribuir a que revivan las condiciones fundamentales de esa época. Una cosa es guardar (en la memoria) las tradiciones de la revolución, saber utilizarlas constantemente para la propaganda y la agitación, para dar a conocer a las masas las condiciones de la lucha directa y de la ofensiva contra la vieja sociedad, y otra cosa es repetir una consigna arrancada del conjunto de las condiciones que la motivaron y aseguraron su éxito, para aplicarlas a una condiciones esencialmente distintas.
El mismo Marx, que en tan alta estima tenía las tradiciones revolucionarias y que fustigaba implacablemente a los que adoptaban frente a ellas una actitud de filisteos o de renegados, exigía al propio tiempo de los revolucionarios que supiesen pensar, que supiesen analizar las condiciones en las que pueden aplicarse los viejos métodos de lucha y que no se limitasen a repetir consignas conocidas. Las tradiciones “nacionales” de 1792 en Francia seguirán siendo, quizás para siempre, un modelo de ciertos métodos de lucha revolucionaria, pero esto no impidió a Marx, en su famoso Manifiesto de la Internacional, en 1870, prevenir al proletariado francés contra la aplicación errónea de dichas tradiciones a las condiciones de una época distinta.>> (Lenin: "Contra El Boicot" O.C. T.XIII.
El subrayado y lo entre paréntesis nuestro)

¿Cuáles son las condiciones esenciales existentes hoy en Libia, a las que se refiere Lenin en el pasaje de su obra que acabamos citar? Que es una guerra civil burguesa o, por mejor decir, interburguesa, donde los dos bandos miden sus fuerzas utilizando como carne de cañón al proletariado en primera línea de combate, puestos a luchar unos contra otros para dirimir qué fracción de sus explotadores se queda con el poder y la posibilidad real de capitalizar una parte alícuota mayor del plusvalor obtenido por el trabajo social explotado en ese país. ¿Quiénes son, por tanto, en esta historia, los filisteos y renegados que "se merecen ser fustigados implacablemente"? Sin duda los que toman partido por cualquiera de los dos bandos burgueses en lucha. ¿Cuál debiera ser la consigna en el caso hipotético de que actualmente hubiera el Libia una organización revolucionaria con influencia política en el movimiento de masas asalariadas de ese país? Unificarlo llamando a transformar la guerra interburguesa en guerra revolucionaria contra los dos bandos burgueses en pugna.

Lamentablemente, ninguna fuerza efectivamente revolucionaria está política ni militarmente presente en esta contienda, en las condiciones de la lucha directa, tanto como para poder emprender la ofensiva contra la vieja sociedad con perspectivas de triunfo, de modo que sería totalmente inútil proponer consignas. Pero sí cabe y es obligado, que los revolucionarios apelemos a la tradición revolucionaria, a la memoria histórica de las revoluciones pasadas en la sociedad capitalista, para poder analizar correctamente las condiciones presentes y estar capacitados en la tarea de explicar a los explotados hasta donde seamos capaces y con posibilidades de llegar, las condiciones de la lucha directa en cada conflicto interburgués que nos sorprenda.

Los reformistas transversales, obviamente no tienen este problema, porque tal como están, totalmente sensualizados por el sistema capitalista, ellos no piensan ni sienten la necesidad de subvertir nada, sino bien al contrario. Astarita se justifica diciendo:

<<Es penoso repetirlo, pero no se puede hacer política si no se parte de la realidad objetiva, y si no se comprende dónde estamos ubicados (entre otras cosas, si no se comprende que hoy los marxistas casi no influenciamos en nadie).>>

Una cosa es partir de la realidad objetiva —en el sentido esencial de la expresión— y otra muy distinta atender a sus variables formas de manifestación, como en la etapa del capitalismo tardío sucede con el cambio entre dictadura política y “democracia”, o bajo la “democracia” entre las diversas fracciones políticas burguesas que a instancias de las elecciones periódicas se disputan el gobierno, lo cual deja intangible dicha realidad esencial. Sea porque uno está cansado de “no influir en nadie” y le urge hacer política, incidiendo socialmente con ideas políticas por completo ajenas a los principios que esa realidad objetiva o esencial exige con paciencia y tenacidad poner en movimiento, sea porque consciente o inconscientemente prevalecen condicionamientos personales disfrazados de principios políticos generales.

Segunda observación.

Astarita apeló al Trotsky posterior a 1930, al brusco cambio de posición que puso de manifiesto a propósito de la guerra civil española, inmediatamente después de haber escrito “La Revolución Permanente”, donde todavía seguía levantando la dictadura del proletariado como única forma política de transformar la realidad en los países capitalistas atrasados. Fijémonos de qué modo acabó Trotsky el capítulo I de esa obra subtitulado: "Carácter obligado de este trabajo y su propósito”:

<<¿Cómo explica Radek el hecho de que los actuales teóricos y políticos del antitrotsquismo —Zinoviev, Kaménev, Stalin, Rikov, Mólotov, etcétera, etc.— adoptaran todos, sin excepción, después de la Revolución de Febrero, una posición democrática vulgar y no proletaria? Lo repito: ¿a quién podía referirse Lenin al hablar de la fusión con el bolchevismo de los mejores elementos de las tendencias que le eran más afines? ¿Y no demuestra acaso ese balance final que hace Lenin de las pasadas divergencias que, en todo caso, no veía dos líneas estratégicas irreconciliables?
Más notable aún, en este sentido, es el discurso de Lenin en la sesión del Soviet de Petrogrado del 1-14 de noviembre de 1917 (9). En dicha reunión se examinaba la cuestión del acuerdo con los mencheviques y socialistas revolucionarios. Los partidarios de la coalición intentaron también, a decir verdad, muy tímidamente, hacer una alusión al "trotsquismo". ¿Qué contestó Lenin?
“... ¿El acuerdo? Ni tan siquiera puedo hablar de esto seriamente. Trotsky dijo hace tiempo que la unificación (entre conciliadores y revolucionarios) era imposible. Trotsky comprendió esto, y desde entonces no ha habido mejor bolchevique que él".
No la revolución permanente, sino la tendencia conciliadora; he aquí lo que, a juicio de Lenin, me separaba del bolchevismo. Para que pudiera convertirme en el mejor de los bolcheviques, sólo me era necesario comprender, como hemos oído, la imposibilidad del acuerdo con el menchevismo.>>
(L. D. Trotsky: Op. cit.)

¿En qué consistió el menchevismo? En sostener que la lucha contra la autocracia zarista debería estar dirigida por la burguesía liberal, cuya expresión política era el Partido Demócrata constitucionalista. ¿Qué fórmula de gobierno proponía ese partido? La que se ajustaba a una conciliación entre la burguesía y la aristocracia terrateniente, materializada en la monarquía constitucional. ¿Qué sostenía Trotsky en 1905 por el contrario? Iba más allá de lo propuesto por Lenin, diciendo que la “dictadura democrática del proletariado y los campesinos adolecía de un defecto, y era dejar en pie la cuestión de saber a qué clase correspondería en la práctica, la dirección de esa dictadura. O sea, que ante la dialéctica entre autocracia feudal y revolución burguesa, no se le ocurrió a Trotsky proponer la forma política intermedia de la partidocracia burguesa. Optó por los soviets como la forma de gobierno ajustada a la necesidad objetiva de implantar allí la dictadura del proletariado. Esto lo seguía sosteniendo en 1930:

<<¿Cuál había de ser el contenido social de dicha dictadura? En primer lugar, implantaría en términos radicales la revolución agraria y la transformación democrática del Estado. En otras palabras, la dictadura del proletariado se convertiría en el instrumento para la realización de los fines de una revolución burguesa históricamente retrasada. Pero las cosas no podían quedar aquí. Al llegar al poder, el proletariado veríase obligado a hacer cortes cada vez más profundos en el derecho de propiedad privada, abrazando con ello las reivindicaciones de carácter socialista. (.............) En cuanto al problema de la importancia decisiva que había de tener la revolución agraria en los destinos de la revolución burguesa, yo profesé siempre, al menos desde octubre de 1902, esto es, desde mi primer viaje al extranjero, la doctrina de Lenin.
Para mí no era discutible —digan lo que durante estos últimos años han difundido versiones absurdas sobre este particular— que la revolución agraria, y, por consiguiente, la democrática en general, sólo podía realizarse contra la burguesía liberal por las fuerzas mancomunadas de los obreros y los campesinos..>>
(L. D. Trotsky: Ibíd

¿Había cambiado esa necesidad objetiva determinada por la realidad del capitalismo durante la guerra civil, en ese país históricamente atrasado llamado España, respecto de Rusia en 1905? No. Sin embargo, Trotsky retrocedió hacia su pasado menchevique diciendo en 1937 que:

<<La lucha militar en España está dirigida actualmente, de un lado por Franco, del otro por Negrín-Stalin. Si Franco representa el fascismo, Negrín-Stalin de ninguna manera representan al socialismo. Al contrario, representan un freno “democrático” que impide el movimiento hacia el socialismo. La alternativa histórica: comunismo o fascismo, no ha encontrado todavía su expresión política. Lejos de ello.
Después de julio de 1936, la revolución española ha sido empujada hacia atrás del objetivo que formulaba Nin (la dictadura del proletariado) sin comprenderlo. Pero pese a todo, la guerra civil en España sigue siendo un hecho de importancia capital. Hay que tomar este hecho tal como es, es decir como la lucha armada entre dos campos sociales, subyugados, de un lado
(el proletariado) por la democracia burguesa, y del otro (la democracia burguesa) por el fascismo bien comprobado. Se trata de encontrar una actitud justa (intermedia) con respecto a esta lucha híbrida (mixta, heterogénea, transversal, atravesada, mezclada entre dictadura y “democracia”) para transformarla desde dentro en lucha por la dictadura del proletariado. El gobierno Negrín-Stalin es un freno cuasi-democrático en el camino del socialismo, pero es también un freno, ciertamente ni seguro ni perdurable, pero por lo menos un freno, en el camino del fascismo.>> (L.D. Trotsky: "Los ultraizquierdistas en general y los incurables en particular. Algunas consideraciones teóricas” 28/09/1937. Lo entre paréntesis nuestro)

¿Cómo puede ser la democracia burguesa un freno en el camino del fascismo, siendo lógicamente —como siempre ha sido—, su caldo político de cultivo? Olvidó Trotsky que “desde dentro” de la dialéctica POLÍTICA entre dos contrarios de IDÉNTICA naturaleza SOCIAL (BURGUESA), es imposible que sintetice o resulte algo en dirección a la dictadura del proletariado, de naturaleza social AJENA al capitalismo, es decir, el socialismo. De hecho históricamente así fue. Antes de ser derrotado por el bando del General Franco, el gobierno burgués Negrín-Stalin se encargó de aniquilar a ese cuerpo extraño que desde dentro del polo democrático-burgués, en relación dialéctica de identidad social —o de clase— con el fascismo, se propuso la tarea imposible de implantar la “democracia en general”: el socialismo. Este es el razonamiento dialéctico marxista que Trotsky demostró no haber aquilatado en la década de los 30, el mismo del cual carece o bien escamotea hoy, la proposición “democrática menchevique de Astarita.

En 1934, Trotsky no solo siguió preconizando la lucha desde dentro de la dialéctica burguesa entre dictadura y “democracia, sino que como parte de esa infundada y nefasta metodología política, propuso a Nin y Andrade que practicaran el “entrismo” en el Partido Socialista del empresario Indalecio Prieto, para experimentar otro despropósito similar: construir allí “un ala revolucionaria”. Según reportan Pierre Broué y Emile Témime en “La Revolución y la Guerra de España”, ambos amigos decidieron romper con Trotsky y fusionarse con el Bloque Obrero Campesino, creando el "Partido Obrero de Unificación Marxista" (POUM). Sobre la trayectoria de esta organización política en Catalunya, ver:

Tras el rotundo triunfo de la lucha revolucionaria espontáneamente iniciada el 19 de julio de 1936 por la clase obrera y los campesinos españoles contra el golpe militar fascista, como no pudo ser de otra manera en ausencia de un gobierno que apoye la acción política independiente de los explotados, y de un partido verdaderamente revolucionario que los eduque antes de y sepa dirigirlos durante los momentos decisivos de la lucha por el poder:

<<A pesar de las magníficas perspectivas que se abrían para los oprimidos, el resultado final en la España de 1936 fue muy diferente al de Rusia en 1917. La causa fundamental de este hecho no se explica por la actitud de las masas obreras y campesinas españolas, sobradas de conciencia, preparación y decisión revolucionaria. El factor decisivo y cualitativo fue que en Rusia existía un gobierno obrero que llamaba a completar la revolución y que encabezaba la acción de las masas, dándole cobertura y fortaleciéndolas a través de la abolición de las instituciones de la legalidad burguesa, como el Parlamento (léase Asamblea Constituyente), sustituyéndolas en todo el territorio ruso por los nuevos órganos del poder socialista: los sóviets de obreros y campesinos.
En el caso de la revolución española, no existía un gobierno como el soviético ni un partido bolchevique con influencia entre las masas. El estalinismo, que usurpó la bandera del comunismo en esos titánicos acontecimientos, se comportó de una forma diametralmente opuesta a la de los bolcheviques en 1917. En la práctica, jugaron el mismo papel que los mencheviques y que los dirigentes socialdemócratas alemanes en la revolución de 1918-1919: el de enterradores de la revolución y salvadores de la burguesía.
Como los hechos indicaron en todo momento, los estalinistas no lucharon por el poder obrero ni por el derrocamiento del capitalismo. Al contrario, todos sus esfuerzos se dirigieron desde el primer instante de la revolución a constreñir la lucha de los trabajadores, tanto en el frente como en la retaguardia, a la defensa de la República “democrática”. Ello implicaba, naturalmente, la reconstrucción del Estado burgués que había sido parcialmente demolido tras el 19 de julio, y la supresión de todas las conquistas revolucionarias del proletariado y el campesinado. Y esta tarea contrarrevolucionaria fue llevada a cabo con la misma decisión y celeridad que Stalin mostró en la URSS a la hora de encarcelar y fusilar a decenas de miles de comunistas que se opusieron a su dictadura burocrática..>>
(L. D. Trotsky: “La Revolución Española 1930-1939” Selección de Escritos). aquí voy

Tercera observación

Volviendo a enfatizar sobre la diferencia entre dictadura política y partidocracia al interior de la dictadura social de la burguesía, Astarita nos quiere volver a enroscar la víbora diciendo que:

<<…por sobre todas las cosas, es inmensamente progresivo lo que se está dando en el mundo árabe desde la perspectiva de la lucha por el socialismo. Es que incluso en Rusia, donde existió la experiencia revolucionaria más profunda y extendida (formación de soviets), hubo que pasar por la democracia (¿qué fue si no el llamado a la Asamblea Constituyente por los soviets?). Esto le parecerá inaceptable al sectario, pero es el camino que siguen las masas cuando quieren tomar sus destinos en sus propias manos.>> (Op. cit.)

El carácter político de una Asamblea Constituyente, viene determinado por la naturaleza de clase del Gobierno Provisional que la convoca, y este último por la clase en el poder que lo preside. Y dado que la de Libia es una guerra civil interburguesa, en la que los asalariados libios adolecen por completo de una vanguardia revolucionaria organizada que les haya venido educando durante años en la tarea de conseguir su unidad política orgánica independiente respecto del conjunto de sus explotadores para la lucha directa efectiva por su emancipación política como clase explotada, y que esta es la causa de que hayan aceptado seguir a sus respectivas patronales burguesas enfrentadas para matarse entre sí en una guerra fratricida, ¿en qué se puede parecer una supuesta Asamblea Constituyente que bajo las actuales circunstancias pueda convocarse en Libia, a la que convocaron en 1917 los asalariados y campesinos desde el poder ejercido a través de los soviets en Rusia? ¡¡En nada!!

En la Rusia de 1905, Lenin y los bolcheviques le decían al pueblo ruso que la consigna de Asamblea Constituyente era la consigna de la burguesía monárquica, la consigna del contubernio entre la burguesía y el gobierno zarista. De estas condiciones Lenin sacaba la conclusión de que una Asamblea Constituyente verdaderamente democrática solo podía ser convocada por un Gobierno Provisional Revolucionario de naturaleza obrero campesina

<<La consigna de la lucha revolucionaria no puede ser otra que el derrocamiento del gobierno zarista y su reemplazo por un gobierno provisional revolucionario que convoque la asamblea constituyente>> (V.I. Lenin: “Las tareas democráticas del proletariado revolucionario” 04/06/1905. El subrayado nuestro)

Y al mes siguiente, en "Dos tácticas de la Socialdemocracia en la revolución democrática", sostenía lo mismo más explícita y didácticamente:

<<En los momentos revolucionarios que estamos atravesando, está a la orden del día la cuestión de la convocatoria de una Asamblea Constituyente de todo el pueblo. Las opiniones divergen cuando se trata de determinar cómo hay que resolver dicha cuestión. Se manifiestan tres tendencias políticas El gobierno zarista admite la necesidad de la convocatoria de los representantes populares, pero no desea de ningún modo permitir que esa asamblea sea de todo el pueblo y constituyente. Parece ser que se muestra de acuerdo —si se puede dar crédito a las noticias de la prensa sobre la labor de la Comisión Bulyguin —, con una Asamblea Consultiva, elegida sin libertad de agitación y de acuerdo con un sistema electoral estrechamente censatario o estrechamente corporativo. El proletariado revolucionario, por cuanto está dirigido por la socialdemocracia, exige el paso completo del Poder a la Asamblea Constituyente, tratando de conseguir con este fin no sólo el sufragio universal y no sólo la completa libertad de agitación, sino, además, el derrocamiento inmediato del gobierno zarista y la sustitución del mismo por un gobierno provisional revolucionario (de naturaleza social obrero-campesina). Finalmente, la burguesía liberal, que expresa sus deseos por boca de los jefes del llamado "partido constitucional demócrata” , no exige el derrocamiento del gobierno zarista, no propugna la consigna de gobierno provisional, no insiste en las garantías reales para que las elecciones sean completamente libres y justas, para que la asamblea de los representantes pueda ser efectivamente de todo el pueblo y efectivamente constituyente. En el fondo, la burguesía liberal, la única que constituye el apoyo social serio de la tendencia de Osvobozhdenie, trata de conseguir una transacción, lo más pacífica posible, entre el zar y el pueblo revolucionario, una transacción tal, además, que deje la mayor parte posible del Poder en sus manos, en las de la burguesía, y la parte menos considerable al pueblo revolucionario, al proletariado y a los campesinos.>> ( V.I. Lenin: Aptdo 1: Una cuestión política urgenteOp. cit. . Lo entre paréntesis nuestro)

En la Rusia económica y socialmente atrasada de entonces, la dictadura democrática que debía ejercer el Gobierno Provisional Revolucionario como garantía de una Asamblea Constituyente que expresara libremente la voluntad mayoritaria o democrática del pueblo Ruso, era de carácter obrero-campesina, es decir, burguesa, en tanto que hoy día en países de relativo atraso económico como Libia, pero donde el proletariado pasó a ser la clase absolutamente mayoritaria de la sociedad, la dictadura democrática de un gobierno provisional verdaderamente revolucionario, que garantice una Asamblea Constituyente donde se exprese la voluntad mayoritaria verdaderamente democrática de esa sociedad, debe ser de carácter proletario y directamente socialista.

Al oponer tan arbitraria y radicalmente los falsos conceptos de dictadura y “democracia” bajo el capitalismo, tal como lo ha hecho, el profesor universitario Rolando Astarita pondera la realidad política en esta sociedad desde la vulgar perspectiva de todo burgués práctico, que por sentirse muy bien representado en la “democracia”, es incapaz de verla como una dictadura política disfrazada. Como si en las supuestas “libertades” de opinión y de reunión, no prevaleciera la dictadura del pensamiento único burgués que predetermina férreamente la opinión pública, introyectada en la conciencia colectiva de los explotados por el omnipotente capital privado invertido en los llamados más media, así como por los intelectuales a sueldo en los aparatos ideológicos del Estado. Y como si en la engañosa “diversidad” de formaciones políticas —cuyos políticos profesionales representan distintos intereses particulares en disputa por monopolizar de ser posible los tres poderes del Estado—, no prevaleciera un idéntico interés general de clase minoritaria explotadora, con probada vocación política de dominio totalitario sobre la clase explotada absolutamente mayoritaria.

Toda esta basura histórica que niega radicalmente lo que significa la palabra DEMOCRACIA, se muestra y empieza a ser popularmente comprendida como lo que es, en épocas de crisis periódicas recurrentes que empujan a los asalariados en la dirección y el sentido de ruptura ideológica y política con el sistema capitalista en su conjunto.

La expresión: dictadura democrática tiene, pues su concepto y es real, en tanto que racional, aunque hoy día no exista, mientras que la supuesta contradicción entre democracia burguesa y dictadura política hace mucho ya que, por humanamente irracional y tautológicamente falsa, ha dejado de ser real, aunque todavía exista colonizando la conciencia de los explotados:

<<La tarea de los revolucionarios en semejantes circunstancias, consiste en aplicar la ciencia y mostrar paciente y tenazmente la verdad que la burguesía escamotea, para que brille lo que en la realidad actual ya se puede prever con destellos de futuro superador, usando al mismo tiempo la memoria histórica del movimiento revolucionario que nos indica la dirección y el sentido político de lo que hay que hacer y cómo (con qué formas de lucha y medios de acción) para crear con más perfección y firmeza que en el pasado, esos trazos históricos de la sociedad por venir, porque todo obstáculo que se reconoce como tal, ya marca el camino. Se trata, entonces, de contribuir entre nosotros, a esgrimir la razón revolucionaria luchando con todas nuestras fuerzas contra las “furias del interés privado” para conseguir que, entre todos, hagamos más corto el tiempo que media entre la irracionalidad esencial recurrente del capitalismo, y el trascenderla mediante la conciencia revolucionaria positiva en acción organizada, “para abreviar y mitigar los dolores del parto” socialista.>>

 

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