DOS VALIOSOS APORTES AL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD ACTUAL CADUCA, PARA SUPERARLA

  <<Desde el último presidente del Imperio USA en funciones, Barack Obama y demás líderes de las potencias centrales, hasta el último gerente político de los países que integran el circuito económico globalizado del Planeta —controlado por las más poderosas corporaciones económicas transnacionales—, todos a una han venido haciendo lo que pueden para convertir el actual desbarajuste capitalista en una supuesta crisis pasajera falsamente atribuida a "errores humanos".

  De esta manera, sacan de escena al sistema capitalista que emergió del feudalismo sin mediar la voluntad de nadie.  Una realidad histórica cuya lógica objetiva desde sus orígenes, consistió en explotar trabajo asalariado para los fines de que una minoría social relativa, acumule y disfrute de riqueza a expensas del trabajo de las mayorías. Un proceso que culminó dando pábulo a los grandes consorcios empresariales, hoy todavía en poder de sus respectivos aparatos productivos, los mercados internos y el comercio a escala planetaria, tanto en los países centrales como en los periféricos.

  Así las cosas, cabe concluir que las causas por las cuales el sistema capitalista ha derivado en crisis económicas periódicas, no se explican por "errores humanos" sino por su propia dinámica y modo de funcionamiento histórico-sistémico, que ha sido diseñado por las circunstancias no para servir al bienestar general y al reparto equitativo de los bienes producidos, sino para concentrar esa riqueza en pocas manos. Los dos siguientes textos expuestos seguidamente aquí —tanto el de Stein Klopfer asumido por la “Corriente Comunista internacional”, como el Programa del “Partido Socialista por la Igualdad” en EE.UU., ambos movimientos coinciden en la necesidad imperiosa de revolucionar las actuales estructuras económicas, políticas y sociales del capitalismo, como única posibilidad real de salvar al género humano de la barbarie apocalíptica que se avecina. ¡No estamos solos!>>. GPM.

 

1) La elección de Trump y el derrumbe del “orden” mundial capitalista

 

Por Stein Klopfer

 

 

            ¿Qué puede esperar el mundo del nuevo gobierno Trump en EEUU? Mientras las élites políticas tradicionales en todo el mundo están consternadas y ansiosas, el gobierno ruso y los populistas de derechas en América y en toda Europa ven que la historia se pone de su parte. Y mientras las grandes empresas que operan a escala internacional (como la industria del automóvil), temen represalias ahora si no producen en EEUU, las bolsas y los institutos económicos mostraron inicialmente confianza, esperando un aumento del crecimiento de la economía USA e incluso mundial con Trump. En cuanto al propio Sr. Presidente, no sólo contradice regularmente a su nuevo gobierno, sino que también se contradice él mismo. La OTAN, el libre comercio o la UE pueden ser «esenciales» en una frase, y estar «obsoletos» en la siguiente.

 

            En vez de unirnos a contemplar en la bola de cristal cual será la política del Estado americano en el futuro próximo, intentaremos aquí primero de todo analizar porqué Trump fue elegido presidente, a pesar de que la élite política establecida no lo quería. Partiendo de esta contradicción entre lo que Trump representa y los intereses del conjunto de la clase dominante en EEUU, esperamos ganar tierra firme para dar algunas indicaciones iniciales de lo que se puede esperar de su presidencia, sin caer en demasiadas especulaciones.

 

El dilema del Partido republicano

 

            No es ningún secreto que a Donald Trump se le considera un cuerpo extraño en el partido Republicano, que lo nominó para gobernar el país desde la Casa Blanca. No es lo bastante religioso ni conservador para los cristianos fundamentalistas que juegan un papel tan importante en el partido. Sus propuestas en política económica, como la de un programa de infraestructuras organizado por el Estado, el proteccionismo, o la substitución del «Obamacare» por un Seguro social para todos respaldado por el Estado, son anatema para los neo-liberales que aún mantienen una influencia en los círculos Republicanos. Sus planes de un acercamiento a la Rusia de Putin lo enfrentan al lobby militar y de inteligencia que es tan fuerte, tanto en el partido Republicano como en el Demócrata.

 

            La candidatura presidencial de Trump fue posible por una revuelta sin precedentes de los miembros y electores del partido Republicano contra sus líderes. Los otros candidatos, tanto si venían del clan Bush, de los cristianos evangelistas, los neo-liberales o el Tea Party, se habían desacreditado por su integración o apoyo al gobierno de George W Bush Jr., que precedió al de Obama. El hecho de que, frente a la crisis económica y financiera de 2007/08, un presidente Republicano no hubiera hecho nada para ayudar a millones de pequeños propietarios y aspirantes a pequeños propietarios —que en muchos casos perdieron su empleo, su casa y sus ahorros de golpe al mismo tiempo— mientras financiaban las pérdidas de los bancos con dinero del gobierno, fue imperdonable para los votantes Republicanos. Además, ninguno de los otros candidatos tenía nada que proponer en el terreno económico, sino más de lo mismo que no había prevenido el desastre de 2008.

 

            A decir verdad, la rebelión de los tradicionales votantes Republicanos se dirigió no solo contra sus líderes, sino también contra alguno de los “valores” tradicionales del partido. En ese sentido, no solo se hizo posible la candidatura de Trump, sino que fue virtualmente impuesta a la dirección del partido. Por supuesto que ésta última podría haberlo impedido, pero solo a riesgo de separarse de sus bases e incluso de dividir el partido. Eso explica que los intentos de frustrar los planes de Trump fueran tan poco entusiastas e inefectivos a la larga. A fin de cuentas el “Grand Old Party” se vio obligado a llegar a un acuerdo con el intruso de la costa Este.

 

            En el capitalismo siempre hay dos posibles alternativas: o intercambio de equivalentes, o no intercambio de equivalentes (robo). Puedes darle a alguien un equivalente por lo que consigues, o no dárselo. Para que funcione el mercado, sus sujetos tienen que renunciar al despojo de lo ajeno mediante la violencia (robo) en la vida económica. Y lo hacen bajo amenaza de represalias, como la cárcel, pero también con la promesa de que su renuncia valdrá la pena para ellos a largo plazo en términos de hacer su existencia segura. Sin embargo el caso es que la base de la vida económica en el capitalismo es el robo, la plusvalía que el capitalista gana del plus de trabajo no pagado de los obreros asalariados. Este robo se ha legalizado como la propiedad privada capitalista de los medios de producción; y el Estado, que es el aparato político de la clase dominante, legitima e impone ese robo por la fuerza cada día. La economía capitalista requiere un tabú respecto a la violencia para que el mercado funcione. Comprar y vender se supone que son actividades pacíficas —incluyendo la compra-venta de la fuerza de trabajo: los obreros no son esclavos. En circunstancias “normales”, la gente que trabaja está dispuesta a vivir más o menos en paz bajo tales condiciones, a pesar de saber que hay una minoría delincuencial y violenta transgresora de esa norma. Tal minoría se compone del medio criminal, que vive del robo y del Estado, que es el mayor ladrón de todos, tanto en relación a “su propia” población (impuestos), como en relación a los otros Estados (guerra). Y aunque el Estado reprime a los criminales en defensa de la propiedad privada, en las altas esferas los principales gánsteres y el Estado tienden a colaborar más que a oponerse entre sí. Pero cuando el capitalismo ya no puede hacer creíble siquiera la ilusión de una posible mejora en las condiciones de vida para el conjunto de la sociedad, el conformismo en esa sociedad respecto de sus leyes empieza a resquebrajarse.

 

            Hoy hemos entrado en un periodo (similar al de la década de 1930) en que amplios sectores de la sociedad se sienten engañados y ya no creen que renunciar a la violencia valga la pena. Pero siguen intimidados por la amenaza de represión, por el status ilegal del mundo criminal. Y ahí es cuando el anhelo de ser parte de los que roban sin miedo se hace político. La esencia de su “populismo” es la demanda de que la violencia contra ciertos grupos sea legalizada, o al menos tolerada no oficialmente. En la Alemania de Hitler, por ejemplo, el recurso a la guerra era una manifestación “normal” del “Estado ladrón” que compartía con la Rusia de Stalin, los EEUU de Roosevelt, etc. Lo que era nuevo en el Nacional Socialismo fue el robo sistemático, organizado por el Estado, contra parte de su propia población. Los pogromos y la búsqueda de chivos expiatorios se legalizaron. El llamado Holocausto no fue principalmente producto de la historia del anti-semitismo o del Nazismo. Fue un producto del capitalismo moderno. El robo se convierte en la perspectiva económica alternativa de sectores de la población que se hunden en la barbarie. Pero esta barbarie es la del propio sistema capitalista. El hampa, el mundo criminal, es tanto parte de la sociedad burguesa como la Bolsa. El robo y la compraventa son los dos polos de la avanzada sociedad moderna basada en la propiedad privada. La práctica del robo solo puede abolirse aboliendo la sociedad de clases. Cuando el robo empieza a reemplazar la compra y la venta, significa al mismo tiempo la autorrealización y la autodestrucción de la civilización burguesa. En ausencia de una alternativa, de una perspectiva revolucionaria comunista, crece el anhelo de ejercer la violencia contra otros.

 

            El pescado apesta desde la cabeza hacia abajo[1]

 

            ¿Qué pasa cuando partes de la misma clase dominante, seguidas por parte de las capas intermedias de la sociedad, empiezan a perder la confianza en la posibilidad de un crecimiento sostenido de la economía mundial? ¿O cuando empiezan a perder la esperanza de poder beneficiarse de cualquier crecimiento que se produjera? De ninguna manera querrían renunciar a sus aspiraciones de un (mayor) pedazo de riqueza y poder. Si la riqueza disponible no aumentara, lucharían por un mayor pedazo a expensas del resto. Aquí radica la conexión entre la situación económica y la creciente sed de violencia. La perspectiva de crecimiento empieza a ser reemplazada por la perspectiva de robo y pillaje. Si millones de trabajadores ilegales fueran expulsados, entonces según el cálculo, habría más empleos, viviendas y beneficios sociales, para los que se quedaran. Lo mismo vale para todos esos que viven del sistema de beneficios sociales sin contribuir. Y respecto a las minorías étnicas, algunos tienen trabajos que podrían pasar a manos de otros. Esta forma de pensar, emerge de las profundidades de la “sociedad civil” burguesa.

 

            Sin embargo, de acuerdo con un viejo proverbio, “el pescado comienza a apestar desde la cabeza hacia abajo”. Es ante todo el Estado y el aparato económico de la clase dominante lo que produce esta putrefacción. El diagnóstico que hacen los medios de comunicación capitalistas es que la presidencia de Trump, la victoria de los que están por el Brexit en Gran Bretaña, y el auge del “populismo” de derechas en Europa, son el resultado de una protesta contra la “globalización”. Pero esto solo es cierto si se entiende la violencia como la esencia de esta protesta, y si la globalización se comprende, no solo como una opción económica entre otras, sino como una etiqueta para nombrar los medios extremadamente violentos por los que se ha mantenido vivo en las recientes décadas el capitalismo en declive. El resultado de esa gigantesca ofensiva económica y política de la burguesía (una especie de guerra de la clase capitalista contra el resto de la humanidad y contra la naturaleza) ha sido la producción de millones de víctimas, no solo entre la población trabajadora de todo el planeta, sino incluso en las filas de la propia clase dominante. Es fundamentalmente este último aspecto, por sus dimensiones, lo que no tiene precedentes en absoluto en la historia moderna. Tampoco tiene precedentes el grado en que, partes de la burguesía en EEUU y del mismo aparato de Estado, han sido víctimas de esta devastación. Y eso es así aun cuando EEUU fue el principal instigador de esa política. Es como si la clase dominante se viera obligada a amputar partes de su propio cuerpo para salvar el resto. Sectores enteros de la industria nacional se cerraron porque sus productos podían producirse más baratos en alguna otra parte. Pero no solo esas industrias tuvieron que echar la persiana —partes enteras del país se dejaron echar a perder en el proceso: regiones y administraciones, consumidores locales, minoristas y agencias de crédito, proveedores subsidiarios, industria local de la construcción, etc., fueron todos desguazados. No solo obreros, sino también grandes y pequeños propietarios, funcionarios, dignatarios locales, pueden contarse entre las víctimas. A diferencia de los trabajadores, que perdieron su sustento, estas víctimas burguesas y pequeñoburguesas perdieron su poder, sus privilegios y su status social.

 

            Este proceso tuvo lugar, más o menos radicalmente, en todos los viejos países industriales las pasadas tres décadas. Pero en EEUU ha habido, además, una especie de terremoto en el sector militar y el así llamado, de inteligencia. Con Bush hijo y Donald Rumsfeld, parte de las fuerzas armadas y de las fuerzas de seguridad, e incluso de los servicios de “inteligencia” fueron “privatizados” —medidas que costaron sus empleos a muchos altos mandos. Adicionalmente, la “inteligencia” tuvo que afrontar la competencia de las modernas empresas media como Google o Facebook, que en cierta forma están tan bien informadas y son tan importantes para el Estado, como la CIA o el FBI. En el curso de este proceso, el balance de fuerzas al interior de la clase dirigente ha cambiado, incluyendo al nivel económico, donde los sectores de crédito y finanzas (“Wall Street”) y las nuevas tecnologías (“Silicon Valley”) no solo están entre los principales beneficiarios de la “globalización”, sino entre sus principales protagonistas.

 

            En oposición a estos sectores, que apoyaron la candidatura de Hillary Clinton, los partidarios de Donald Trump no tienen que ubicarse al interior de fracciones económicas específicas, aunque sus partidarios más rotundos se encuentran entre los ejecutivos de las viejas industrias que han decaído tanto en las décadas recientes. Más bien habría que buscarlos aquí y allá a través del aparato estatal y económico del poder. Ellos fueron los francotiradores que provocaron el fuego cruzado desde detrás de los escenarios contra Clinton como la supuesta candidata de “Wall Street”. E incluyen magnates de los negocios, publicistas frustrados y líderes del FBI. Para esos de entre ellos que han perdido la esperanza de hacerse a sí mismos “grandes de nuevo”, su apoyo a Trump fue sobre todo una especie de vandalismo político, de venganza ciega contra la élite dirigente.

           

            Este vandalismo también puede verse en la voluntad de importantes fracciones de la clase dirigente —sobre todo las vinculadas a la industria del petróleo— de respaldar el rechazo indiscriminado de Trump de la explicación científica del cambio climático, que él ha desestimado “olímpicamente” como un chiste inventado por los chinos. Esto es una manifestación más del hecho de que partes significativas de la burguesía han perdido hasta tal punto la visión de cualquier futuro para la humanidad, que están descaradamente dispuestas a poner sus márgenes de beneficio (“nacionales”) por encima de cualquier otra consideración por el mundo natural, y así a correr el riesgo de socavar las bases fundamentales para cualquier vida social humana. La guerra contra la naturaleza, que fue ampliamente intensificada por el orden mundial “neo-liberal”, se llevará a cabo aún más brutalmente por Trump y sus vándalos colegas.

 

            Lo que ha ocurrido es muy grave. Mientras las fracciones dirigentes de la burguesía en EEUU todavía apoyan el orden mundial económico existente y quieren implicarse en su mantenimiento, el consenso sobre esto en el conjunto de la clase dirigente ha empezado a derrumbarse. Esto es así en primer lugar, porque a una parte creciente de ella parece que ya no le preocupa este orden mundial. En segundo lugar, porque las fracciones dirigentes fueron incapaces de prevenir la llegada de un candidato de esos bandidos a la Casa Blanca. La erosión, tanto de la cohesión de la clase dirigente, como de su control sobre su propio aparato político, difícilmente podría haberse manifestado más claramente. Desde que, hace tiempo, con su victoria en la IIª Guerra mundial, la burguesía norteamericana tomó de manos de su homóloga británica el papel dirigente en la gestión del conjunto de la economía mundial, ha asumido continuamente esta responsabilidad. En general, la burguesía del capital nacional dirigente a escala mundial es la mejor situada para asumir ese papel. Más aún cuando, como EEUU, dispone del poderío militar para dar a su liderazgo autoridad adicional. Es notable que actualmente ni EEUU, ni su predecesor Gran Bretaña sean capaces de asumir ese papel —y básicamente por la misma razón. Se trata del peso del populismo político, que está sacando a Londres de las instituciones económicas europeas. Fue un signo de algo próximo a la desesperación que, a principios del nuevo año, el Financial Times, que es una de las voces importantes de la City de Londres, apelara a la canciller alemana Angela Merckel a asumir el liderazgo mundial. Trump, en cualquier caso, parece reticente e incapaz de asumir ese papel, y por el momento no hay ningún otro dirigente mundial que pueda reemplazarlo. El sistema capitalista y la humanidad entera tienen por delante una peligrosa fase.

 

          El debilitamiento del principio de solidaridad claramente indica que la victoria de Trump no es solo resultado de una pérdida de perspectiva de la clase capitalista, sino también de la clase obrera. Como resultado, muchos más trabajadores que antes son influenciados negativamente por lo que se llama populismo. Es significativo, por ejemplo, que junto a millones de obreros blancos, muchos latinos también hayan votado por Trump, a pesar de sus diatribas contra ellos. Muchos de los últimos en ganar acceso a la «misma patria de Dios» —precisamente por el miedo a ser expulsados los primeros— fueron arrastrados a pensar que estarían más a salvo si la puerta se cerrara firmemente tras ellos.

 

          ¿Qué ha pasado con la clase obrera, con su perspectiva revolucionaria, con su identidad de clase y su tradición de solidaridad? Hace aproximadamente medio siglo se produjo una vuelta de la clase obrera a la escena de la historia, sobre todo en Europa (Mayo 1968 en Francia, Otoño 1969 en Italia, 1970 en Polonia, etc.), pero también más globalmente. En el “Nuevo Mundo” este renacimiento de la lucha de clases se manifestó en América latina (sobre todo en 1969 en Argentina) pero también en Norteamérica, en particular EEUU. Hubo dos expresiones principales de este resurgimiento. Una fue un amplio desarrollo de huelgas a menudo salvajes a gran escala, y otras luchas muchas veces radicales en el terreno económico por reivindicaciones obreras. La otra fue la reaparición de minorías politizadas entre la nueva generación, atraída por las posiciones revolucionarias proletarias. Particularmente importante fue la tendencia a desarrollar una perspectiva proletaria revolucionaria contra el estalinismo, que se reconocía más o menos claramente, como contra-revolucionario. La vuelta al centro de la situación de luchas obreras, de la identidad de clase y la solidaridad y de una perspectiva proletaria revolucionaria, iban de la mano. Durante la década de 1960 y 1970, probablemente varios millones de jóvenes en los viejos países industriales se politizaron de esta forma —una fuerza y esperanza de la humanidad.

 

          Aparte del sufrimiento de la clase obrera, las dos “patatas calientes” del momento en EEUU eran la guerra de Vietnam (el gobierno norteamericano además había introducido el reclutamiento general) y la violencia y exclusión racista contra los negros. Al principio esos asuntos fueron, al menos parcialmente, factores adicionales de politización y radicalización. Sin embargo, a falta de cualquier experiencia política propia, privados de la guía de una generación veterana politizada de alguna forma en la tradición proletaria, los nuevos activistas albergaban enormes ilusiones sobre las posibilidades de una rápida transformación social. En particular los movimientos de clase de la época eran aún demasiado débiles, tanto para obligar al gobierno a terminar la guerra de Vietnam, como para proteger a los negros y otras minorías contra el racismo y la discriminación (a diferencia del movimiento revolucionario de 1905 en Rusia, por ejemplo, que incluyó la revuelta contra la guerra ruso-japonesa, así como la protección de los judíos en Rusia contra los pogromos). Puesto que en el seno de la burguesía norteamericana se desarrollaron fracciones que, en su propio interés de clase, quisieron acabar con la implicación en Vietnam y permitir que la burguesía americana negra compartiera el poder, muchos de esos jóvenes militantes fueron arrastrados a la política burguesa, volviendo la espalda a la clase obrera. Otros, queriendo seguir comprometidos con la causa de los trabajadores, abrumados por la impaciencia, se presentaron como candidatos de izquierdas para las elecciones, o se enrolaron en los sindicatos con la esperanza de conseguir algo inmediato y tangible para los que decían representar. Esperanzas que fueron invariablemente defraudadas. Los obreros desarrollaron una hostilidad cada vez más abierta hacia esos izquierdistas, que además a menudo se desacreditaban ellos mismos y desacreditaban la reputación de la revolución por su identificación con regímenes contra-revolucionarios esencialmente estalinistas, y por su enfoque burgués y manipulador de la política. Respecto a esos mismos militantes, a su vez desarrollaron una hostilidad hacia la clase obrera, que se negó a seguirlos; una hostilidad que a veces se convirtió en odio. Todo esto contribuyó a una destrucción a gran escala de la energía política revolucionaria de la clase explotada. Fue una tragedia para casi una generación entera de la clase obrera que había empezado tan prometedoramente. Luego siguió el hundimiento del estalinismo en 1989 (deliberadamente malentendido y manipulado como el hundimiento del comunismo y el marxismo) y el cierre de sectores industriales tradicionales enteros en los viejos países capitalistas (malentendido y manipulado como la desaparición de la clase obrera en esa parte del mundo. En ese contexto (como por ejemplo ha señalado el sociólogo francés Didier Eribon) la izquierda política (que para la Corriente Comunista Internacional es la izquierda social-demócrata del capital, parte del aparato dirigente) fue de los primeros en declarar la desaparición de la clase obrera. Es revelador que, durante la campaña electoral reciente en USA, el candidato de los Demócratas (que solía reivindicarse como el representante del sector “trabajo”) nunca se refirió a nada parecido a la clase obrera, mientras que el multimillonario Donald Trump lo hizo constantemente. De hecho una de sus principales promesas fue la de prevenir la “extinción” de la clase obrera en EEUU (entendida solo como los “blue collars”, expresión traducida del inglés como “aristocracia obrera”). “Su” clase obrera (la de Trump) es una parte esencial de la nación y del sueño capitalista: patriótica, trabajadora hasta la extenuación, obediente.

 

          La desaparición, por el momento, de la identidad de clase de la clase obrera y de su solidaridad del primer plano de la escena, es una catástrofe para el proletariado y para la humanidad. Frente a la incapacidad actual de cualquiera de las dos clases principales de la sociedad moderna de plantear una perspectiva propia creíble, la esencia misma de la sociedad burguesa aparece más claramente a la luz del día: insolidaridad. El principio de solidaridad que fue la red de seguridad, más o menos, de todas las sociedades precapitalistas basadas principalmente en la economía natural sobre la economía de mercado, se reemplaza por la red de seguridad de la propiedad privada —para los que la tienen. En la sociedad burguesa has de ser capaz de ayudarte a ti mismo, y el medio para esto no es la solidaridad, sino la solvencia (dineraria) y la seguridad crediticia. Durante muchas décadas, en los principales países industriales, el Estado del bienestar —aunque parte integrante de la economía de crédito y de Seguro social— se usó para ocultar la eliminación de la solidaridad de la “agenda” social. Hoy en día el rechazo de la solidaridad no solo no se oculta, sino que gana cada vez más terreno.

 

El desafío para la clase obrera

 

          La manifestación de millones de personas, principalmente mujeres, por todo EEUU, contra el nuevo presidente el día después de su toma de posesión, mostró claramente que gran parte de la población obrera de EEUU no apoya a Trump ni a su tendencia. Sin embargo, lejos de oponerse al nacionalismo de Trump, esas manifestaciones tendían a responder a Trump en su propio terreno reivindicando: «nosotros somos la verdadera América».

 

          Esas manifestaciones mostraron de hecho que la política populista de exclusión y chivo expiatorio no es el único peligro para la clase obrera. Esta joven generación que expresa su protesta, si es cierto que no se deja arrastrar por Trump, corre el riesgo sin embargo de caer en la trampa de defender la sociedad burguesa, “liberal” y “democrática”. Las fracciones dirigentes de la burguesía estarían encantadas de ganar el apoyo de los sectores más inteligentes y generosos de la clase obrera en defensa de la versión actual, de un sistema de explotación que —incluso sin “populismo”— se ha convertido desde hace tiempo en una amenaza para la existencia de nuestra especie, y que además es él mismo el productor del “populismo” que quiere mantener a raya. Es innegable que actualmente, para muchos trabajadores, a falta de una alternativa revolucionaria en la que puedan confiar, un Obama, Sanders o Ángela Merkel, pueden aparecer como el mal menor comparado con Trump, Farage, Le Pen o ”Alternative für Deutschland”. Pero al mismo tiempo, esos trabajadores también se sienten indignados por lo que la “sociedad burguesa liberal” ha hecho a la humanidad en las décadas pasadas. El antagonismo de clase persiste.

 

          También habría que señalar que la resistencia de la clase obrera al populismo no es una prueba de que esos trabajadores sigan a los liberales burgueses y estén dispuestos a sacrificar sus propios intereses de clase. Millones de obreros en el corazón del sistema de producción globalizado, son sobre todo muy conscientes de que su existencia material depende de un sistema mundial de producción e intercambio, y de que no puede haber ninguna reversión a una división más local del trabajo. También son conscientes de que lo que Marx llamaba la “socialización” de la producción (la substitución del individuo por el trabajo asociado) les enseña a colaborar entre ellos a escala mundial, y que solo a esa escala pueden superarse los problemas actuales de la humanidad. En la situación histórica actual, en ausencia de identidad de clase y de una perspectiva de lucha por una sociedad sin clases, el potencial revolucionario de la sociedad contemporánea toma refugio, por el momento, en las condiciones “objetivas”: la persistencia de los antagonismos de clase; la naturaleza irreconciliable de los intereses de clase; la colaboración mundial de los proletarios en la producción y la reproducción de la vida social. Solo el proletariado tiene un interés objetivo y la capacidad para resolver la contradicción entre la producción mundial y la apropiación privada y nacional estatal de la riqueza. Puesto que la humanidad no puede volver atrás, a la producción para el mercado local, solo puede ir adelante aboliendo la propiedad privada, poniendo el proceso internacional de producción a disposición del conjunto de la humanidad.

 

          Sobre estas bases objetivas, las condiciones subjetivas para la revolución aún pueden recuperarse, en particular a través de la vuelta de la lucha económica del proletariado a escala importante, y a través del desarrollo de una nueva generación de minorías políticas revolucionarias con la intrepidez necesaria para adherir, ahora más que nunca, a la causa de la clase obrera, y de hacerlo con la profundidad necesaria para convencer al proletariado de su propia misión histórica revolucionaria.

 

Publicado por la “Corriente comunista Internacional”

Cfr. con versión publicada: http://es.internationalism.org/revista-internacional/201703/4201/la-eleccion-de-trump-y-el-derrumbe-del-orden-mundial-capitalista

 

 

2) El derrumbe del capitalismo y la lucha por el socialismo en EE.UU.

 

Programa del Partido Socialista por la Igualdad (PSI-EE.UU)

Primera parte: 23 diciembre 2010.

          El Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) adoptó el documento que sigue más abajo durante su primer Congreso Nacional, el cual se celebró del 11 al 15 de agosto, 2010, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. Vamos a publicar el documento en dos partes. La primera aparece hoy. La segunda sigue mañana. La versión original en inglés se publicó en tres partes del 2 al 4 de septiembre, 2010.

 

El impacto de la crisis económica sobre la sociedad.

 

1. El sistema capitalista mundial ahora sufre su peor crisis desde la Gran Depresión de los años 1930. El terremoto económico que se inició en septiembre 2008 con el repentino fracaso de los iconos empresariales de Wall Street, se ha convertido en un cáncer cuya metástasis ha invadido la economía del mundo entero. Por décadas, los apologistas del capitalismo proclamaron que el sistema de "libre empresa" al estilo estadounidense era la forma más perfecta de organización económica. Estos ignoraron las muchas señales de la crisis que se avecinaba mientras que los medios de comunicación bajo control empresarial celebraban la temeraria especulación —financiera y el irresponsable enriquecimiento personal que define el estilo de vida personal de la clase gobernante. Cuando el desastre por fin llegó en el 2008, el gobierno de EE.UU. intervino con una desesperada infusión de cientos de billones de dólares para salvar al sistema bancario del colapso. El presidente de EE.UU. admitió públicamente que la supervivencia del sistema capitalista estaba en peligro. El rescate económico de emergencia protegió la riqueza de inversionistas acaudalados pero fracasó en detener la crisis.

 

2. El alegato del gobierno de Obama que asegura haber "desnucado" la recesión es una mentira de políticos cínicos convencidos de que al pueblo se le puede hacer creer cualquier cosa. Pero la realidad de la creciente consternación social no es tan fácil de ocultar. Aproximadamente 26 millones de personas en EE.UU. están desempleadas o no pueden encontrar trabajo a tiempo completo. 50% de los incluidos en las cifras oficiales de desempleo no han tenido trabajo por seis meses o más. Esta tasa de desempleo es la más prolongada desde los años 1930. La juventud, agobiada por las deudas que ha acumulado para pagar su educación, se gradúa de las universidades sin esperanzas de conseguir empleos bien pagados o de cualquier otro tipo.

 

3. Cada año, un millón de trabajadores son arrojados de sus hogares mediante ejecuciones hipotecarias. El ingreso de los trabajadores estadounidenses, que había estado disminuyendo desde principios de los años 1970, ahora cae en picada. Desde el principio de la recesión ha habido una ola de reducciones salariales. Millones de familias obreras no pueden pagar sus cuentas. Los que no pueden pagar sus facturas a tiempo son tratados con brutalidad inhumana. En ciudades como Detroit, las empresas de servicios públicos rutinariamente cortan el gas y la electricidad a trabajadores empobrecidos, ocasionando la muerte de numerosas personas en todo el país.

 

4. La crisis financiera casi estrangula a todos los estados y gobiernos locales. La reacción de la élite empresarial ha sido exigir la austeridad. Los políticos que tan sólo ayer ofrecían rescate a los bancos ahora proclaman que "no hay dinero" para programas sociales esenciales. Los planes de pensiones están siendo incumplidos, se están cerrando escuelas e incontables servicios sociales vitales para el bienestar de pequeñas comunidades están siendo drásticamente reducidos o totalmente suprimidos. Con la excusa de "reformas", se han impuesto mayores restricciones a la atención médica de las que ya tenía.

 

5. Los ataques contra la clase trabajadora en EE.UU. son parte de un proceso mundial. El colapso económico que comenzó en septiembre del 2008 es comparable al derrumbe de Wall Street en 1929. Ahora, tal como ocurrió hace 80 años, la crisis comenzó en EE.UU. pero se extendió rápidamente por Europa y el resto del mundo. En septiembre del 2008, los bancos y las empresas inversionistas de Wall Street se encontraban al borde de la bancarrota. Para la primavera del 2010, con la solvencia económica de los países europeos en duda, un gobierno tras otro anunció su determinación de imponer dolorosas medidas de austeridad.

 

6. Luego del colapso de Wall Street en 1929, el gobierno y la prensa repitieron incesantemente la frase, "La prosperidad está al doblar la esquina". No obstante, la depresión que comenzó con el colapso de la bolsa de valores y se extendió rápidamente por todo el mundo duró más de una década y condujo a destrucción y sufrimientos insólitos, a dictaduras militares, al fascismo y a la guerra mundial.

 

7. El fantasma de las tragedias del pasado es aún más espantoso hoy día. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, León Trotsky, el estratega socialista revolucionario más grande del Siglo XX, describió la crisis como "la agonía de muerte del capitalismo". Advirtió que "una catástrofe amenaza a toda la cultura humana". Los horrores que siguieron vindicaron sus palabras. El capitalismo sobrevivió sólo porque hundió al mundo en el cataclismo de la guerra. Cuando ésta llegó a su fin en 1945, aproximadamente 70 millones de personas habían perecido.

 

8. Nos incumbe advertir de nuevo y de la manera más urgente que la crisis de hoy simplemente no va a desaparecer. No existe manera pacífica, y mucho menos fácil, de librar a la humanidad del callejón sin salida socioeconómico al cual el capitalismo la ha arrojado. El programa del Partido Socialista por la Igualdad—el cual colabora en solidaridad política con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional—no consiste de una colección de tratamientos paliativos o medidas incompletas. El objetivo de este partido y sus colegas en la Cuarta Internacional no consiste en reformar el capitalismo en EE.UU. o en el resto del mundo. Si algo ha de aprenderse de las tragedias del Siglo XX, es que la repetición de estos horrores en el Siglo XXI—a un nivel mucho más sangriento—sólo puede prevenirse por medio de la lucha revolucionaria de la clase trabajadora estadounidense e internacional por el socialismo.

 

El declive histórico del capitalismo norteamericano

 

9. La crisis de hoy día difiere de la Gran Depresión solamente en un aspecto clave. A pesar de lo severo de la crisis, los EE.UU. de los años 1930 continuó siendo una potencia económica mundial en ascenso. El capitalismo estadounidense, que se había desarrollado de manera explosiva durante los cincuenta años anteriores, todavía era dueño de la base manufacturera y tecnológica más avanzada y eficiente del mundo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. ocupaba una posición incuestionable como la mayor potencia industrial y el principal acreedor del planeta. Esto fue la base de la estabilización del capitalismo mundial y el rápido aumento de los niveles de vida de los trabajadores estadounidenses durante el cuarto de siglo que siguió a la guerra. No obstante, la recuperación de Europa y Japón gradualmente socavó el dominio del capitalismo estadounidense durante los años 1950 y1960. El deterioro de la balanza comercial aumentó la presión sobre el dólar estadounidense, que sirvió de piedra angular del sistema monetario internacional de la posguerra. La militancia industrial y social de la clase trabajadora le arrancó concesiones a la clase gobernante, colocando una carga aun mayor sobre las finanzas del capitalismo estadounidense. El increíble costo de la reaccionaria y fracasada guerra que EE.UU. lanzó contra el pueblo vietnamita llevó a un punto crítico las dificultades económicas que se habían ido acumulando durante los años 1960. En lo que representó una admisión del fin del incontestable dominio mundial económico de los EE.UU., el 15 de agosto de 1971 el gobierno de Nixon abolió la convertibilidad internacional del dólar al oro (a una tasa de $35 por onza).

 

10. Durante las últimas cuatro décadas hemos presenciado el estancamiento y deterioro del capitalismo norteamericano. Desde principios de los años 1970, en comparación con las monedas de los principales competidores capitalistas de EE.UU. en Europa y Japón, el valor del dólar ha disminuido drásticamente. EE.UU. se ha convertido en la nación más endeudada del mundo. La balanza comercial mensual y los déficits en pagos alcanzan las decenas de billones de dólares. El deterioro de la base manufacturera e industrial del capitalismo estadounidense—producto de la interacción de la competencia internacional y la disminución de las ganancias—ha sido la causa de la enorme expansión del parasitismo financiero. Hace treinta años, la industria financiera tan solo producía 6% de las ganancias empresariales. Hoy día, más de 40% de los ingresos empresariales son generados mediante préstamos, la especulación bursátil y otros tipos de estafas bancarias. Además, las inversiones de la aristocracia financiera en la producción de bienes, tanto en EE.UU. como el resto del mundo, tiene como único objetivo generar las mayores ganancias empresariales y fortunas personales posibles en el menor tiempo posible. Este es el origen del despiadado movimiento hacia la eliminación de empleos, la reducción salarial, el aumento de la productividad, y la disminución de los programas sociales. La aristocracia bancaria de EE.UU. está en la cúspide de un sistema mundial de explotación que trata de exprimir tantas ganancias como pueda de la carne, los huesos y los tendones de cada trabajador.

                       

11. No es sólo la locura por el dinero y la sed por ilimitadas fortunas personales lo que impulsa a la clase gobernante de EE.UU. a intensificar la explotación. El prolongado deterioro económico del capitalismo estadounidense es, a fin de cuentas, la causa principal del ataque contra los niveles de vida y las condiciones sociales de la clase trabajadora. Los EE.UU. ya no puede autodenominarse "la tierra de oportunidades sin límites". En realidad, esta frase siempre fue un mito que ocultó una realidad mucho más fea y dura. Pero durante los años 1930, bajo el liderazgo de Franklin Roosevelt, todavía le era posible al capitalismo estadounidense prometer un "Nuevo Trato" [New Deal] a los trabajadores. Pero incluso entonces, con un gobierno reformista en el poder, la clase trabajadora tuvo que entablar amargas luchas para hacer realidad las promesas vagas y frecuentemente insinceras de Roosevelt. Hoy día, el gobierno de Obama no tiene un "Nuevo Trato" que ofrecer. La demagogia del eslogan de su campaña electoral— "¡Sí se puede!"—se ha convertido en un "No podemos" que refleja la realidad de su presidencia.

 

El fracaso del gobierno de Obama

 

12. Millones de trabajadores votaron por Barack Obama con la esperanza que su gobierno cambiara la política reaccionaria de George W. Bush. La experiencia indica que estas esperanzas han sido refutadas. Bajo la pancarta fraudulenta de la "guerra contra el terror", el gobierno de Obama continúa los planes imperialistas mundiales de la clase gobernante de EE.UU. Las tropas todavía ocupan Irak, y las actividades militares en Afganistán y Pakistán se han intensificado. El uso de vehículos aéreos no tripulados [drones] ha hecho de los asesinatos selectivos [targeted killings] cosa de todos los días. Al mismo tiempo, el gobierno de Obama continúa intensificando las presiones contra Irán, preparando el terreno, bajo uno u otro pretexto, para un ataque militar que tendría consecuencias catastróficas. A fin de cuentas, Obama, como sus antecesores, cree que el poderío militar de EE.UU. se puede utilizar para contrarrestar las consecuencias del declive de la posición de ese país en el orden económico mundial.

 

13. Los adelantos en tecnologías de comunicación e informática han creado las bases materiales para la integración mundial de todos los aspectos de la economía. Pero las características progresistas y el potencial productivo de una economía mundializada son negados por la continua división del mundo en estados-naciones. Esta contradicción domina la vida política del planeta. Con la primera y segunda guerras mundiales, la historia ya ha demostrado las horribles consecuencias de la competencia entre naciones capitalistas rivales. El peligro de una nueva conflagración mundial avanza rápidamente. Los EE.UU. observa con gran preocupación el desarrollo económico de rivales potenciales en todo el mundo. En particular, el rápido desarrollo económico de China ha provocado extensos debates dentro de los círculos militares y políticos del país acerca de las posibilidades y repercusiones de una guerra con esa nación.

 

14. El resultado de semejante guerra sería, sin ninguna duda, un desastre de dimensiones inimaginables, pero ello no significa que no pueda suceder. La lógica del imperialismo conduce a conflictos militares, y el empuje hacia la guerra es determinado por crueles consideraciones económicas y geoestratégicas. Y China no es el único adversario potencial. Conflictos de intereses y ambiciones en Asia Central, la región del Mar Negro, los Balcanes y Europa del Este sirven de base a tensiones crónicas entre Rusia y EE.UU. Hay indicios claros que las crecientes diferencias sobre la política económica están produciendo un resurgimiento de los viejos antagonismos entre EE.UU., Alemania y otros países europeos. En su "propio" hemisferio, las relaciones entre Washington y América Latina se están deteriorando.

 

15. La determinación del imperialismo estadounidense de mantener su posición dominante dentro del sistema capitalista mundial plantea innumerables escenarios, con muchas diferentes naciones, que llevan a conflictos militares. Uno u otro de estos escenarios—o alguna variación imprevista—inevitablemente se hará realidad. Esto es, de hecho, lo que las fuerzas militares de EE.UU. esperan. El análisis oficial del 2010 escrito por el Entorno Operativo Unido (Joint Operating Environment) y publicado por el Comando de Fuerzas Conjuntas de EE.UU. (United States Joint Forces Command), declara sin rodeos en su introducción: "La guerra ha sido un elemento principal de cambio durante toda la historia, y no hay ninguna razón para creer que el futuro va a ser diferente". Sólo hay una manera de prevenir otra catastrófica guerra mundial, y es por medio de la movilización política internacional de la clase trabajadora para luchar por el socialismo. La clase trabajadora de EE.UU. debe y jugará un papel estelar en esta lucha internacional.

 

16. El fracaso del gobierno de Obama en tomar medidas significantes para aliviar el sufrimiento económico de decenas de millones de familias obreras estadounidenses es testimonio de la profunda realidad de la vida política en EE.UU.: el control absoluto mantenido por empresas, multibillonarias y los ultra-ricos sobre todas las ramas del gobierno y el sistema bipartidista. La rama ejecutiva, el Congreso, el sistema judicial y todos los gobiernos locales y estatales son serviles a los intereses empresariales. Es imposible adoptar alguna ley o medida que la clase capitalista perciba como un peligro o amenaza a sus intereses o riqueza. Cada vez es más obvio que la democracia de EE.UU. es un gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. El aumento y la concentración de las fortunas personales durante los últimos treinta años, los cuales han producido el nivel de desigualdad social más alto de todos los otros países capitalistas avanzados, son consecuencia de las reducciones en los impuestos y la revocación de las leyes y reglamentos que solían limitar las actividades explotadoras de las empresas.

 

17. La concentración de asombrosas cantidades de dinero en manos de una pequeña fracción de la población, como consecuencia de que los medios de producción sean propiedad privada, no es solamente socialmente obsceno. También destruye la economía y es incompatible con las necesidades primordiales de la sociedad, tanto en EE.UU. como el resto del mundo. Estamos en la era de una sociedad de masas integrada globalmente. Aproximadamente 7.000.000.000 de personas pueblan el planeta, y de ellos 300.000.000 viven en EE.UU. Todos los grandes problemas sociales a los cuales se enfrenta la sociedad moderna—el abastecimiento de alimentos y otras necesidades esenciales, la educación, la atención médica, la vivienda, la infraestructura social, el desarrollo de las materias primas—requieren soluciones colectivas, no individuales. Es urgente que los recursos económicos mundiales se desarrollen de forma racional y se utilicen para servir los intereses de los pueblos del mundo. Además, los adelantos tecnológicos y el crecimiento de la economía, necesarios para abolir la pobreza y satisfacer siempre crecientes necesidades sociales y culturales de los pueblos, no se pueden lograr sin un entendimiento científico de los complejos y peligrosos problemas que enfrenta la ecología de nuestro planeta.

 

18. Ninguno de estos problemas se puede resolver en un país y en un mundo en que las empresas privadas controlan todas las decisiones importantes acerca de la economía. La insensata especulación sobre hipotecas basadas en préstamos de alto riesgo, la cual precipitó la debacle bancaria mundial del 2008, demostró como la economía mundial está a la merced de la rapaz y socialmente criminal sed por enriquecerse personalmente. Y como si esa lección fuese insuficiente, la catástrofe ecológica en el Golfo de México—envenenado por cientos de millones de galones de petróleo crudo—es una demostración histórica del carácter socialmente tóxico de la empresa privada. Ya se ha establecido que BP ignoró o violó conscientemente los procesos más elementales de seguridad en pos de las ganancias. La conducta criminal de BP fue alentada por gobiernos estadounidenses sucesivos, tanto Republicanos como Demócratas.

 

19. A pesar de la magnitud del desastre producido por la explosión de la torre petrolera Deepwater Horizon, propiedad de BP, el gobierno de Obama permanece paralizado frente al enorme poder económico y político que ejercen BP y otras empresas transnacionales. En una reveladora y previsible demostración de su servilismo a los poderes empresariales, el Presidente declaró que no tiene el deseo de socavar la viabilidad financiera de BP. Así como a los financieros de Wall Street nunca se les imputó ningún cargo por los estragos que sus especulaciones imprudentes causaron en la economía, BP también ha sido protegida de las consecuencias de sus acciones. Mucho más importante que el destino que BP y sus jefes ejecutivos sufran son las profundas causas económicas de esta catástrofe. El origen básico no solo de esta catástrofe en el Golfo de México sino también en las numerosas otras formas que asume la creciente crisis económica, se encuentra en la implacable subordinación de los intereses socioeconómicos de las masas trabajadoras a la acumulación de las ganancias y fortunas personales de las empresas capitalistas propietarias y controladoras de los medios de producción.

 

El fracaso del liberalismo y del Partido Demócrata

 

20. La crisis económica que estalló en el otoño del 2008 continúa y no se le ve fin. El gobierno de Obama ha tratado de cubrir la incompetencia de sus medidas blandengues con una retórica vacua y superficial. Su reacción a la crisis recuerda más y más a la de Herbert Hoover después del colapso de 1929. Cuando esa crisis económica ocurrió, una revista liberal comentó lo siguiente: "Por dieciocho meses el desempleo ha estado extendiendo pobreza y sufrimiento agudo tanto en las zonas industriales como en las agrícolas. Nadie todavía sabe cuándo el presente desastre económico llegará a su fin. Los años de ilusiones le han cedido paso a una temida inseguridad económica y a una desesperación generalizada. Estos dieciocho meses han revelado la hipocresía de la promesa de cooperación del Presidente para lograr la seguridad económica. Los esfuerzos del gobierno para lograrla han consistido de intentos de minimizar la seriedad de la depresión, de audaces declaraciones sobre la pronta implementación de medidas para restaurar la prosperidad, y un programa deplorablemente infructuoso para estimular a varias agencias privadas o locales a que se encarguen de emprender tareas que el propio gobierno estaba dispuesto a eludir"1

 

21. Estas palabras, escritas en 1931, eran una acusación a la política del gobierno de Hoover, pero ahora pueden también servir de descripción para la reacción del gobierno de Obama al desastre socioeconómico. El fracaso no es de un presidente; es de todo un sistema político y el orden económico capitalista que defiende. Todavía queda una cantidad no muy pequeña de Demócratas liberales que, contra toda esperanza, todavía creen que el gobierno de repente va a cambiar de rumbo para proclamar, con toda una fanfarria, la segunda venida del "Nuevo Trato" de Roosevelt. Esos sueños son en vano. La oligarquía empresarial y bancaria que dicta la política a los Republicanos y a los Demócratas ahora exige que se impongan medidas de austeridad todavía más brutales.

 

22. Cuando el capitalismo estadounidense se acercaba a la cúspide de su autoridad e influencia mundial, sus líderes admitieron que los derechos políticos enumerados en la Constitución de EE.UU. no eran por sí mismos suficientes para garantizar la igualdad y permitir la "búsqueda de la felicidad". En su discurso del "Estado de la Unión" pronunciado en enero de 1944, el Presidente Roosevelt declaró: "No podemos estar satisfechos...si una fracción de nuestro pueblo—sea un tercio, un quinto o una décima parte— está mal-alimentada, mal-vestida, mal-alojada e insegura". Roosevelt declaró que era "evidente" que "la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económica". Como parte de sus esfuerzos para restaurar al capitalismo, el cual había sido desacreditado enormemente por la Gran Depresión, Roosevelt propuso que se adoptara una "segunda Declaración de Derechos bajo la que se garantizara una nueva base de seguridad y prosperidad para todos sin importar la clase social, raza o credo".

 

23. Durante los próximos 20 años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. y la economía mundial lograron tasas de crecimiento sin precedentes en la historia. En EE.UU., los niveles de vida aumentaron significantemente. Pero la segunda Declaración de Derechos de Roosevelt se perdió en el fango y la seguridad económica que había proclamado como "derecho" nunca llegó a materializarse. Aún durante este período—el más próspero en toda la historia de EE.UU. —casi el 20% de los ciudadanos del país vivían sumidos en la pobreza. En 1964, el Presidente Lyndon Johnson declaró su "Guerra contra la Pobreza". No obstante, las promesas de esa campaña fueron abandonadas a medida que las contradicciones globales e internas del capitalismo estadounidense se intensificaron. Desde los años 1970 en adelante, el Partido Demócrata comenzó a virarse hacia la derecha con paso seguro y abandonó su previa política basada en reformas liberales. Éste proceso reflejó el deterioro de la posición mundial de EE.UU. Durante los últimos 40 años, los niveles de vida de la clase trabajadora han declinado sin cesar. Las grandes recesiones de 1979-1980, 1981-1983, 1991-1993 y 2001-2003 ya le habían infligido enormes daños a la clase trabajadora antes que el último desastre comenzara.

 

24. Durante las décadas de mayor éxito, el capitalismo norteamericano probó ser incapaz de hacer realidad lo que había prometido acerca de la seguridad económica y la eliminación de la pobreza. ¿Qué se puede esperar, entonces, de este sistema económico en un período de colapso y crisis?

 

Los trabajadores estadounidenses y el socialismo

 

25. No se puede negar que existe una gran disparidad entre el carácter histórico de las tareas sociopolíticas que enfrentan a los trabajadores estadounidenses y su presente nivel de concientización. Pero el programa de un partido verdaderamente revolucionario ha de basarse en un análisis científico de la realidad objetiva, no en conceptos impresionistas y comúnmente falsos de lo que los trabajadores están o no están listos a aceptar. Como León Trotsky, fundador de la Cuarta Internacional, explicara: "Nuestras labores no dependen de la mentalidad de los trabajadores. La labor es desarrollar esa mentalidad. Eso es lo que el programa debería formular y presentar a los trabajadores más avanzados". Además, el Partido Socialista por la Igualdad rechaza enfáticamente la idea, proclamada por todo tipo de escépticos desmoralizados, que la clase trabajadora de EE.UU. es incapaz de montar un desafío revolucionario al capitalismo y que nunca aceptará que el socialismo es necesario. Esta fracasada perspectiva política, imbuida del espíritu enfermizo del derrotismo, está basada en el rechazo a las leyes de la historia y las lecciones de luchas anteriores.

 

26. La historia de la clase trabajadora de EE.UU. consiste de luchas difíciles e incesantes. La historia de su lento progreso, en cara a la brutal resistencia de la clase capitalista, está escrita en sangre. Desde las primeras luchas de clases de los trabajadores ferroviarios en los años 1870 y las batallas por jornadas laborales de ocho horas en los 1880, hasta el establecimiento de sindicatos industriales de masas en los años 1930, la clase trabajadora derramó su sangre y produjo sus mártires para acabar con la tiranía de los patrones. Luego de la Segunda Guerra Mundial, la gran ola de huelgas que pasó sobre todos los sectores industriales arrancó concesiones de los patrones que ocasionaron un rápido mejoramiento de los niveles de vida. Estas luchas, a su vez, inspiraron las grandes batallas de los trabajadores afroamericanos por sus derechos civiles durante los años 1950 y 1960, las cuales tuvieron gran apoyo del pueblo trabajador y de la juventud.

 

27. Pero el talón de Aquiles de la clase trabajadora norteamericana siempre ha sido la falta de un movimiento socialista independiente de masas basado en la teoría marxista. Aún durante el período de las batallas de clases más violentas, la clase trabajadora se quedó, a causa de su alianza con el Partido Demócrata, bajo el control político de la clase capitalista. Desde sus primeros días, la American Federation of Labor [Federación Estadounidense del Trabajo; AFL según siglas en inglés] hizo todo lo posible para mantener la subordinación política de la clase trabajadora a los partidos de las grandes empresas. Esto marcó la política de los sindicatos obreros durante y después de las luchas de las masas por el sindicalismo industrial que ocurrieron a lo largo de los EE.UU. durante los años 1930.

 

29. A fin de cuentas, la gran riqueza y el enorme poder del capitalismo estadounidense fue la causa objetiva que mayor influencia tuvo en la subordinación de la clase trabajadora al sistema de dos partidos controlado por las corporaciones. Mientras EE.UU. permaneciera como una potencia económica en ascendencia, considerada por sus ciudadanos como "tierra de oportunidad sin límites", y en donde una parte suficiente de la riqueza nacional estaba disponible para financiar la mejoría de los niveles de vida, los trabajadores estadounidenses no estaban convencidos de la necesidad de una revolución socialista.

 

30. Sin embargo, el cambio en las condiciones objetivas obligarán a los trabajadores estadounidenses a cambiar de parecer. Las realidades del capitalismo darán a los trabajadores muchas razones para luchar por un cambio fundamental y revolucionario en la organización económica de la sociedad. Las generaciones más jóvenes del pueblo trabajador—los nacidos durante los años 1980, 1990 y la primera década del Siglo XXI—no conocen y no conocerán la "prosperidad" capitalista. Son la primera generación de estadounidenses de la era moderna que no tiene esperanzas razonables de lograr un nivel de vida igual—y mucho menos mejor—que el de la generación de sus padres. Los trabadores automotrices jóvenes nacidos durante los años 1990 ganan menos de la mitad de lo que sus padres alguna vez ganaban por el mismo trabajo. Y en cuanto a esos mismos padres, muchos han perdido sus empleos y pensiones. El pueblo trabajador estadounidense está siendo arrastrado al torbellino global de una creciente lucha de clases y se están concientizando sobre el espíritu de resistencia social que va apareciendo en todo el mundo, desde Grecia hasta Bangladesh. Por décadas se les dijo a los trabajadores de EE.UU. que los obreros de Asia eran sus enemigos, que estos producían productos baratos que socavaban sus empleos. Pero ahora leen y oyen acerca de huelgas en China y comienzan a darse cuenta que los trabajadores de Asia no son sus enemigos, sino sus hermanos y hermanas.

 

31. Hay una nueva situación en el mundo. Las luchas de la clase trabajadora tienen que basarse en una comprensión de la realidad objetiva, es decir, en un entendimiento científico de la crisis capitalista y de las lecciones de la historia. La clase trabajadora necesita una perspectiva nueva, un programa nuevo y una dirigencia nueva.

 

32. En su resumen del concepto materialista de la historia, Carlos Marx, fundador del socialismo moderno, escribió lo siguiente: "En cierto grado de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes... Por estas formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se transforman en grilletes. Entonces comienza una era de revolución social". [2] Estas fuerzas productivas, que consisten no sólo de las fábricas, las oficinas, las herramientas y el conocimiento científico, sino también de la clase trabajadora misma, están siendo estranguladas por las relaciones sociales del capitalismo: la propiedad privada y la división del mundo en estados-naciones. La crisis económica mundial, el declive de la producción, la contracción del comercio mundial, los enormes déficits presupuestales, la inestabilidad de las monedas nacionales, el deterioro de las relaciones entre naciones, el crecimiento del militarismo, y, sobre todo, la precipitada caída de los niveles de vida de la clase trabajadora, son procesos interconectados que significan el comienzo de una nueva era de convulsiones revolucionarias. Las necesidades de la sociedad de masas no pueden satisfacerse dentro de los límites de un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción. El desarrollo de las fuerzas productivas está siendo estrangulado por el sistema capitalista de naciones-estado.

 

El potencial revolucionario de la clase trabajadora

 

33. Sólo a través de la lucha de la clase trabajadora, la principal fuerza revolucionaria de la sociedad moderna, puede hallarse una solución progresista a la crisis creada por el colapso del capitalismo. La clase trabajadora es revolucionaria porque: 1) es la principal fuerza productiva de la sociedad; 2) la lógica política e histórica de su resistencia a la explotación y opresión capitalista conduce a la abolición de los medios de producción privados, al reemplazamiento del afán por las ganancias con la satisfacción de las necesidades sociales como principio motivador de la economía, y al establecimiento de una igualdad social verdadera de todos los pueblos; y 3) es una clase internacional cuya victoria derribará las barreras de los naciones-estado y unirá a la humanidad en una comunidad verdaderamente global consagrada a la protección y el desarrollo de su hogar común, el planeta Tierra.

 

34. Nunca antes en la historia la clase trabajadora había tenido una proporción tan grande en la población mundial. En países en que la industria moderna casi no existía hace 50 años—sobre todo en Asia—el enorme ingreso del capital ha financiado un inmenso crecimiento de la infraestructura industrial y de la clase trabajadora. En los históricamente avanzados centros del capitalismo de Europa y América del Norte, la clase trabajadora constituye la mayoría preponderante de la población. Los adelantos tecnológicos, los cambios en la repartición internacional de la mano de obra, y el declive de la posición mundial de los productos manufacturados en EE.UU. han alterado la composición de la clase trabajadora. Pero las transformaciones socioeconómicas en EE.UU. han, o creado nuevas categorías de trabajadores, o las han expandido. En 1960, cuando John F. Kennedy fue elegido presidente, las mujeres todavía constituían un porcentaje relativamente pequeño de la fuerza laboral. La "industria de los servicios" estaba en su infancia. La "programación" de computadoras todavía era la profesión de un pequeño número de especialistas. En ese entonces nadie hablaba de trabajadores especializados en la informática.

 

35. El tamaño de la clase media tradicional—pequeños empresarios "independientes" y agricultores—ha disminuido drásticamente. De mayor significado es que su importancia económica colectiva no es más que una pequeña fracción de lo que era hace 50 años, y ni hablar de hace 80. La sociedad estadounidense ha sido "proletarizada" en grado extremo. La vasta mayoría del pueblo—trabajen en fábricas o en la construcción, en oficinas, centros médicos, centros comerciales, escuelas primarias y secundarias, recintos universitarios o laboratorios científicos; o manejen camiones, autobuses y trenes; o vuelen aviones comerciales—viven de quincena en quincena. Estos trabajadores comparten los mismos problemas y tienen el mismo enemigo: las enormes instituciones bancarias y empresariales que los emplean, los despiden de sus empleos y los explotan en nombre de las ganancias.

 

36. Existe una contradicción sorprendente entre el peso socioeconómico de la clase trabajadora y la insignificante influencia que tiene sobre la dirección política de la sociedad. La concentración de la riqueza inevitablemente termina en la concentración del poder político. En EE.UU., la oligarquía bancaria y empresarial ha monopolizado el poder político hasta tal grado que ya no tiene igual in ningún otro país capitalista avanzado. La clase trabajadora de EE.UU. nunca ha tenido éxito en establecer su propio partido político de masas. La crisis de hoy día ha sacado a la luz el enorme precio que la clase trabajadora está pagando por su subordinación al Partido Demócrata.

 

37. Durante el curso de las grandes huelgas industriales de los años 1930, que incluyeron la toma de fábricas y batallas campales con la policía en las principales ciudades del país, los trabajadores estadounidenses establecieron una poderosa organización sindicalista: la CIO [Congreso de Sindicatos Industriales; Congress of Industrial Unions]. En 1955, luego de amalgamarse con los antiguos sindicatos basados en la mano de obra especializada, casi un tercio de los trabajadores en empresas privadas pertenecían a la AFL-CIO. Aun así, incluso durante su apogeo después de la Segunda Guerra Mundial, que coincidió con la hegemonía económica internacional de EE.UU., la AFL-CIO quedó paralizada por su política reaccionaria. Esta organización aceptó con entusiasmo y sin reservas la legitimidad del sistema de ganancias capitalista, fue ferozmente hostil al socialismo y trató de purgar los sindicatos, a menudo por medio de la violencia, de influencias izquierdistas y anti capitalistas. En línea con su lealtad al capitalismo, la AFL-CIO se alineó con el Partido Demócrata, oponiéndose ferozmente a todo esfuerzo para librar a los sindicatos del control político de las grandes empresas. Finalmente, los sindicatos se transformaron en instituciones nacionalistas feroces que identifican a los intereses de la clase trabajadora completamente con la política imperialista de la clase gobernante.

 

38. Sobre estas bases podridas, los sindicatos han demostrado ser incapaces de defender hasta los intereses más mínimos de la clase trabajadora, y mucho menos han podido mejorar los niveles de vida de ésta. Durante los últimos 30 años, la política de los sindicatos no ha causado más que derrotas para sus miembros. ¡El porcentaje de trabajadores en el sector privado que pertenece a sindicatos ha llegado a su nivel más bajo desde los tempranos años 1900! Pero los ingresos de la burocracia sindicalista, la cual consiste de funcionarios clase media, están garantizados por los servicios que prestan a las empresas. En términos de política y objetivos, no existe diferencia significativa entre las empresas y los sindicatos.

 

39. Esperar que estas organizaciones corruptas y bajo el control de las empresas puedan, tras décadas de traiciones, transformarse en instrumentos de lucha social es una ilusión inútil. A fin de cuentas, el fracaso de la AFL-CIO revela el fracaso total de su programa nacionalista, capitalista y de colaboración entre las clases. Un renacimiento de las luchas obreras sólo se puede basar en un programa que reconoce que el sistema capitalista ha fracasado. Esta crisis no se resolverá con súplicas a las empresas y a los políticos que éstas controlan para que reformen al capitalismo. Más bien, el Partido Socialista por la Igualdad insiste en la lucha por el poder obrero y la reorganización socialista de la sociedad, tanto en EE.UU. como a nivel internacional.

 

El socialismo es el único paso hacia adelante

 

40. El capitalismo le ha fallado a la clase trabajadora de EE.UU. y del mundo entero. Ha llegado la hora de que la clase trabajadora luche por una nueva perspectiva en la organización económica de la sociedad. La única alternativa viable al capitalismo es el socialismo: la reorganización de toda la economía bajo el control democrático de la clase trabajadora con el propósito de satisfacer las necesidades sociales, no las ganancias privadas.

 

41. Pero el socialismo sólo se podrá lograr mediante el establecimiento del poder de los trabajadores. Esto requerirá una dura lucha ya que el "objetivo final" del socialismo—la eliminación de la explotación económica, de todas las formas de desigualdad, de la opresión de un grupo de seres humanos por otro, y, como consecuencia, la eliminación de todas las restricciones a la creatividad del individuo y el florecimiento de la cultura humana—no va a ser el resultado de ninguna hazaña mítica. La revolución que echará las bases políticas para el socialismo se preparará en el curso de incontables luchas de la clase trabajadora, tanto en EE.UU. como a nivel internacional, para defender sus intereses y oponerse a los esfuerzos de la aristocracia bancaria y empresarial para imponerle a las masas el peso de la crisis. El socialismo no es un regalo que se le ofrece a la clase trabajadora. Este debe ser peleado y ganado por la clase trabajadora misma.

 

42. El programa del Partido Socialista por la Igualdad parte de las necesidades urgentes de la clase trabajadora. Las demandas y la política del PSI no comienzan con lo que el capitalismo nos "permita", sino con lo que exigen la clase trabajadora y nuestra compleja sociedad internacional de masas. El PSI tampoco adapta su programa a lo que los oportunistas y pragmáticos de visión limitada consideran inmediatamente "lograble". Lo que puede lograrse o no, bajo cualquier circunstancia, se determina en la lucha. Los que no están preparados para luchar nunca ganarán nada. Las exigencias del PSI juegan un papel primordial en agudizar la consciencia social y política de la clase trabajadora y, como resultado, el fortalecimiento de su capacidad de lucha.

 

43. Las exigencias del PSI no difieren del objetivo de la revolución socialista. Más bien, cada exigencia por su propia naturaleza impone un desafío a los intereses materiales de los aristócratas corporativos. A medida que encuentre la resistencia de las empresas y el estado capitalista contra sus exigencias legítimas, los trabajadores verán de manera cada vez más clara la necesidad de una transformación revolucionaria de la sociedad. La lucha por estas exigencias fortalece a la clase trabajadora, unifica a sus diferentes luchas, y en cada caso plantea la necesidad de tomar el poder político y de establecer el socialismo en EE.UU. como parte de la reorganización socialista de la economía mundial.

 

Cfr. con versión publicada: http://www.webislam.com/articulos/35588-sistema_en_rojo.html

 

Programa del Partido Socialista por la igualdad (PSI-EE.UU)

Segunda parte: 24 diciembre 2010.

El Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) adoptó el documento que sigue más abajo durante su primer Congreso Nacional celebrado del 11 al 15 de agosto, 2010, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. Publicamos el documento en dos partes. La primera parte apareció ayer. La segunda sigue hoy más abajo.

La versión original en inglés se publicó en tres partes del 2 al 4 de septiembre, 2010.

Los derechos sociales básicos de la clase trabajadora

44. Todo hombre, mujer y niño tiene el derecho a vivir, gozar de la vida y desarrollar su potencial al máximo, sin la amenaza de caer en la pobreza o la escasez material. El hecho que decenas de millones de personas en EE.UU. estén "mal-alimentadas, mal-vestidas, mal-alojadas e inseguras"—casi 70 años después que el presidente Roosevelt tildara a tales condiciones de intolerables—irrefutablemente condena al capitalismo estadounidense. El Partido Socialista por la Igualdad propone que la clase trabajadora adopte el concepto de que existen derechos sociales esenciales para la vida en una sociedad moderna compleja; por lo tanto, éstos son "inalienables". Los trabajadores deben estar resueltos a asegurar estos derechos con la movilización de su fuerza de clase independientemente y en oposición a los partidos políticos controlados por las grandes empresas e instituciones del estado capitalista. Estos derechos son:

El derecho al trabajo

45. El derecho al trabajo es el más básico de todos. Es imposible satisfacer las necesidades de la vida sin un empleo estable con salario adecuado. La pérdida de un trabajo trae consigo la pérdida de la autoestima y las conexiones sociales, enormes presiones psicológicas, la eliminación del seguro médico, la destrucción de los ahorros y el peligro de caer en la pobreza y la indigencia, tanto para el trabajador como para su familia.

46. Millones de estadounidenses se enfrentan a esta situación. Lo que en una época se consideraba inaceptable en EE.UU. ahora es lo "normal". La tasa oficial de desempleo es casi el 10%, pero el verdadero desempleo es mucho más alto. Más de la mitad de los desempleados han estado sin trabajo por más de 27 semanas y el tiempo promedio de desempleo es de nueve meses, nivel de desempleo a largo plazo sin precedentes desde la Gran Depresión. Aproximadamente 26 millones de personas están desempleadas o subempleadas. En algunos estados, el desempleo oficial es mayor al 14%, mientras que el desempleo verdadero en centros urbanos se acerca al 50%.

47. El desempleo crónico le está robando el futuro a toda una generación de jóvenes. El 60% de los universitarios se están graduando sin tener ofertas de trabajo, y más de la mitad de los trabajadores entre los 16 y 24 años están desempleados, lo que significa el nivel de desempleo más alto desde la Segunda Guerra Mundial. Ya es universalmente aceptado que la juventud de hoy vivirá significativamente peor que sus padres.

48. Un programa de emergencia de obras públicas debe ser inmediatamente puesto en marcha para ofrecer empleo para todos. Trabajo hay de sobra: la reconstrucción de las escuelas, los hospitales, las viviendas públicas, las carreteras, el transporte masivo, los sistemas de agua y desagüe, las redes de comunicaciones y otros servicios públicos, y el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo trabajador.

49. La clase trabajadora debe defender incondicionalmente el derecho al trabajo contra el desempleo generalizado, los despidos y los cierres de centros de trabajo. A cada trabajador que es despedido y a todos aquellos que entran al mercado laboral se le debe garantizar capacitación pagada y empleo.

El derecho a un ingreso adecuado

50. Los salarios han estado bajo ataque durante décadas. El desmantelamiento de las industrias ha eliminado los empleos industriales de "clase media" con salarios adecuados, beneficios y seguridad laboral. En la industria automotriz, que por mucho tiempo fijó el estándar de los salarios en la manufactura, los nuevos trabajadores son contratados a $14 la hora, apenas por encima de la muy inadecuada línea oficial de pobreza para una familia de cuatro. El desempleo generalizado ahora se usa deliberadamente para reducir los costos de mano de obra y aumentar las ganancias. La estrategia de crecimiento económico del gobierno de Obama se basa en convertir a EE.UU. en una plataforma exportadora basada en mano de obra barata.

51. El salario mínimo federal de hoy día ($7.25 la hora) condena a millones a la pobreza. Debe ser reemplazado con un salario anual garantizado que cubra todas las necesidades. Aquellos que no pueden trabajar debido a la vejez, los problemas de salud o las discapacidades también deben recibir este ingreso.

52. Durante décadas, las tarjetas de crédito, segundas hipotecas y otras formas de deuda han ocultado el declive de los niveles de vida. Los mismos bancos que fueron rescatados con fondos públicos están apretando las tuercas a los trabajadores. Para garantizar la seguridad económica, se debe crear un programa para aliviar las deudas de millones de estadounidenses que trabajan casi como siervos de las enormes instituciones bancarias. Tal programa debe incluir la reducción de pagos de deudas a niveles asequibles y la abolición de los intereses usureros, las comisiones bancarias y los cargos a los sobregiros.

El derecho a la recreación

53. Los trabajadores han sido sometidos a un aumento incesante de la jornada semanal, con millones que dependen de las horas adicionales y de varios empleos para sobrevivir. La jornada de ocho horas, demanda por la cual luchó el movimiento obrero hace casi 150 años, es hoy una cosa del pasado. Los trabajadores de Estados Unidos laboran 340 horas más que sus pares en Francia, o sea, casi nueve semanas completas adicionales. Mientras millones llenan las filas de desempleo, los patrones tratan de reducir los gastos aumentando las horas de los que todavía trabajan en vez de contratar a los desempleados. Esto es inaceptable. La semana laboral se debe reducir para mejorar las condiciones de vida y ofrecer trabajos a los desempleados. Los trabajadores deben recibir un ingreso adecuado basado en una semana de 30 horas de trabajo.

54. De los 33 países más ricos del mundo, EE.UU. es el único en el que los trabajadores no tienen vacaciones pagadas por ley. Casi la mitad de los trabajadores no tienen días de licencia pagados a causa de enfermedad. Los trabajadores tienen el derecho a la recreación, a actividades culturales y a pasar suficiente tiempo con sus familias. Esto debe incluir el derecho a cinco semanas de vacaciones pagadas por año, más días de licencia por enfermedad y licencia pagada por asuntos de familia. Además, la sociedad debe ofrecer gratis guardería infantil y actividades luego de las horas escolares para reducir la carga de las familias.

El derecho a una vivienda decente y asequible

55. Se calcula que todos los años 3.5 millones de personas, incluyendo 1 millón de niños, quedan sin techo. Más de 1 millón de casas son reposeídas anualmente, y decenas de miles viven bajo la amenaza de ser desalojados de sus apartamentos y viviendas alquiladas. Una de las pruebas más condenatorias del sistema de ganancias es el surgimiento de asentamientos informales de tiendas de campaña en las afueras de las grandes ciudades, equivalentes modernos a las "villas Hoover" de la Gran Depresión.

56. La crisis económica del 2008 fue precipitada por una orgía especulativa en las hipotecas de alto riesgo. Los prestamistas de hipotecas explotaron la necesidad de la vivienda con una sucia confabulación cuyo propósito fue extraer lo más posible de los que menos podían pagar. En medio de este proceso, los precios de las casas subieron a niveles históricos. A medida que los precios se derrumbaron en los últimos dos años, millones de personas se encontraron "bajo agua"; es decir, deben más de lo que valen sus casas.

57. La falta de viviendas asequibles es uno de los factores principales que obliga a las personas a quedarse sin techo. Debido al aumento del precio de las casas y la caída de los ingresos, el estadounidense común gasta 34% de sus ingresos en vivienda y otro 30% en transporte. Esto deja poco para alimentos, servicios públicos, salud, educación y otras necesidades básicas.

58. Debe haber un paro inmediato a los desalojos y las ejecuciones hipotecarias. Se deben reestructurar todas las hipotecas a niveles asequibles y ser ajustadas a los salarios y a las condiciones de empleo.

59. El derecho a una vivienda adecuada para todos sólo se puede asegurar si las industrias de la construcción y de las finanzas se convierten en propiedad pública, e invirtiendo miles de millones de dólares en fondos públicos para la construcción de nuevas casas y nuevos apartamentos y en la renovación de las estructuras existentes.

El derecho a servicios públicos y al transporte

60. Todos los años, a millones de hogares en EE.UU. le cortan los servicios públicos por falta de pago. Estos cortes, motivados por el interés de lucro de las enormes empresas de servicios, son directamente responsables de incendios fatales, de gente muriéndose de frío en sus propios hogares y otros horrores sociales.

61. La desregulación y privatización de las empresas de servicios públicos en todo el país han causado un aumento de las tarifas de electricidad y calefacción. Los más afectados son los pobres. En promedio, el individuo que recibe el Seguro Social Suplementario [Supplemental Security Income, SSI] gasta aproximadamente 20% de sus ingresos en servicios públicos. Muchos trabajadores enfrentan facturas de miles de dólares que no pueden pagar. Los programas federales y municipales de asistencia para los gastos de energía para personas de bajos recursos económicos son inadecuados y carecen de fondos. No obstante, este año el gobierno de Obama planea reducir otros $1.8 mil millones a la asistencia monetaria de estos programas.

62. Todos los servicios públicos esenciales —incluyendo la electricidad, el gas, el teléfono y el acceso al Internet— deben de estar a disposición de todos como un derecho básico y no sujetos a las necesidades de lucro de las empresas que ahora ofrecen estos servicios.

63. Al igual que los servicios esenciales ya mencionados, los sistemas de transporte público para las masas han sido privados de inversiones públicas y llevados al deterioro. Esto ha afectado severa y particularmente, a los ancianos, los discapacitados y a todos aquellos que no pueden proveerse de otros medios de transporte. Todos deben tener acceso al transporte público seguro y asequible.

El derecho a la atención médica de alta calidad

64. Los adelantos en la tecnología de la medicina hacen posible mejorar enormemente la salud de la población mundial. Sin embargo, 46 millones de personas en EE.UU. carecen de seguro médico y por lo menos 25 millones más tienen seguro "insuficiente" y son incapaces de cerrar la brecha entre las facturas médicas y lo que pagan las empresas de seguros. Los programas federales de atención médica, incluyendo Medicare y Medicaid, son inadecuados, carecen de fondos suficientes y están bajo ataques continuos.

65. A pesar que los gastos incurridos por la atención a la salud son el doble o más que en otros países capitalistas avanzados, EE.UU. se encuentra de último entre éstos en cuanto a la salud se refiere. Según un estudio realizado en 2009 por investigadores de Harvard, en el 2005 hubo casi 45 mil muertes en el país relacionadas con la falta de cobertura médica. Las altas facturas médicas son responsables del 62% de las quiebras personales, y el 80% de éstas corresponden a familias que tienen seguro médico.

66. La reacción de la clase dirigente a la crisis de la salud ha sido reducir los gastos que le corresponden a las grandes empresas y el gobierno y racionar la atención médica para la gran mayoría del pueblo. El gobierno de Obama dirige esta campaña bajo la fraudulenta consigna de la "reforma" de la atención médica a la salud; campaña elaborada en íntima consulta con las compañías de seguros y las empresas farmacéuticas. Al mismo tiempo, el mismo gobierno ha formado un panel bipartito sobre el déficit presupuestal cuyo propósito es reducir los programas federales de la salud y del Seguro Social. A nivel estatal, gobiernos que sufren de falta de fondos están reduciendo la cobertura y la elegibilidad para los pobres, ancianos y discapacitados que reciben ayuda de Medicaid.

67. La solución a la crisis de la atención médica requiere poner fin a las empresas privadas de asistencia médica, las cuales producen $200 mil millones anuales en ganancias a costa del sufrimiento humano, y establecer un sistema de salud socializado. Esto significa la eliminación del sistema basado en el lucro por medicina y el establecimiento de una asistencia médica gratis, pública y de alta calidad para todos. Ésta debe incluir el derecho a la atención preventiva, las recetas farmacéuticas, la atención a la salud mental, los análisis y procedimientos avanzados, así como también el derecho al aborto, que está bajo ataque en todo el país. Un programa de miles de millones de dólares debe lanzarse para capacitar a nuevos médicos y demás personal relacionado con la medicina, y para establecer nuevos centros médicos que satisfagan las necesidades de todo el pueblo. De la misma manera, se debe cancelar toda deuda por motivo de gastos de salud.

El derecho a una jubilación segura

68. Millones de trabajadores jubilados y ancianos están a la merced del capitalismo de Estados Unidos, obligados a vivir en la pobreza cuando ya no son capaces de producir ganancias para sus patronos. Los recortes a la atención médica, o su falta de disponibilidad para los ancianos, significan que los hijos deben dedicar sus propios recursos para encargarse de sus padres.

69. Más de 7 millones de estadounidenses de edad avanzada—aproximadamente uno de cada cinco—viven bajo la línea de la pobreza debido parcialmente al aumento del costo de la atención a la salud. Casi el 60% de los ancianos depende totalmente del Seguro Social para sobrevivir. Debido a que los beneficios del Seguro Social son inadecuados, más y más trabajadores mayores se ven obligados a posponer su jubilación o a regresar a sus empleos, a menudo compitiendo con jóvenes por empleos de salario mínimo porque los beneficios del Seguro Social son inadecuados. Los trabajadores mayores también están sujetos a la discriminación debido a su edad. Casos documentados de esto, según varios informes, aumentaron un 10% entre 2004 y 2009.

70. Los beneficios de aquellos trabajadores que en otros tiempos pudieron recibir pensiones adecuadas hoy están siendo reducidos. Los trabajadores más jóvenes sólo encuentran empleos con beneficios mínimos o sin ningún beneficio. En las últimas tres décadas han proliferado los planes de pensión basados en contribución fija, incluyendo los planes 401(k), que han reemplazado a los planes basados en beneficios fijos. El resultado ha sido una reducción considerable de costos para las empresas y la transformación de las pensiones en medios para inyectar miles de millones de dólares en la bolsa de valores, poniéndolos a la merced de especuladores.

71. Todos los trabajadores deben ser garantizados una pensión que permita una jubilación segura con un ingreso que cubra todas las necesidades de la vida. Los trabajadores deberían, si desean, poder jubilarse a los 60 años con una pensión completa. Los programas para cuidar a los ancianos deben expandirse y ser completamente financiados con fondos públicos.

El derecho a la educación

72. Mientras más complejos sean la sociedad y el trabajo, más se le requiere a los trabajadores una educación de alta calidad. Sin embargo, la educación en actualidad es pésima y va empeorando. Carente de fondos, las autoridades estatales y municipales por todo el país están cerrando escuelas públicas y eliminando programas esenciales. Los maestros se convierten en chivos expiatorios, se les culpa de haber creado la crisis en la educación, o han sido obligados a aceptar despidos, reducciones en los beneficios y salarios, y un aumento en la cantidad de alumnos por clase. El deterioro de las escuelas, junto con la crisis social, ha resultado en un gran aumento en la deserción escolar. El resultado inevitable es una disminución en el rendimiento escolar.

73. La catástrofe a la que se enfrentan las escuelas públicas es consecuencia de tres décadas de ataques y reducciones presupuestales, de la privatización de los servicios escolares, de la transferencia recursos públicos a las escuelas con fines de lucro, y de la proliferación de la valoración del rendimiento escolar basado en un sistema que enfoca la manera de como aprobar los exámenes y las pruebas [Performance-based] en vez de como aprender a pensar lógica y creativamente. Estas acciones han ido mano a mano con ataques contra la separación del estado y la iglesia por medio de la introducción en las escuelas del adoctrinamiento religioso en lugar de enseñar la teoría de la evolución, la cosmología y otras ciencias. El programa Race to the Top ("Carrera a la Cima") de Obama ha profundizado la política derechista promovida por la ley bipartita, No Child Left Behind ("Qué ningún niño se quede atrás") firmada por Bush. La expansión de charter schools [escuelas públicas especiales que funcionan con fondos del estado y financiamiento privado pero de manera autónoma] obliga a los distritos escolares a competir por fondos limitados, a eliminar los puestos de maestros que enseñan en escuelas de bajo rendimiento escolar, y al cierre de las mismas.

74. Si bien la desigualdad siempre ha azotado la educación en EE.UU., la expansión de la democracia estadounidense estuvo acompañada de un creciente acceso a esa educación—incluyendo el establecimiento de la educación pública después de la Revolución Estadounidense, la expansión de la educación pública secundaria promovida por el reformista Horace Mann, la extensión de la educación a los afro-americanos tras la Guerra Civil, y la desegregación del Siglo XX. Estas reformas tempranas ahora están siendo destruidas. Es precisamente el aspecto igualitario de la educación pública que la convierte en el blanco de los políticos de derecha y de los intereses empresariales que éstos representan.

75. El acceso a la educación universitaria está cada vez más lejos del alcance de los jóvenes trabajadores, quienes se ven forzados a tomar decenas de miles de dólares en préstamos para pagar gastos intolerables de matrícula. Estudiantes que se gradúan con licenciatura de instituciones universitarias públicas de cuatro años deben un promedio de $20.000, justo cuando se enfrentan a un futuro laboral cada vez más sombrío. La deuda total de préstamos que estudiantes universitarios deben llega a casi $1.000.000.000.000 (trillón), lo que supera la deuda total de tarjetas de crédito. Esta deuda debe ser eliminada en su totalidad.

76. Todo debate acerca de la igualdad en una sociedad en la que el acceso a la educación lo determina, en gran medida, la condición económica del estudiante, es un fraude. Un programa de obras públicas debe incluir un plan para contratar a decenas de miles de maestros y personal educativo con salarios y beneficios adecuados, reducir el tamaño de las clases, reparar las escuelas más antiguas y construir otras nuevas, y equipar todas las escuelas con libros que estén al día y una tecnología de aprendizaje más moderna. La educación superior gratis, inclusive la educación continua para los trabajadores adultos, es una necesidad en la sociedad moderna y debe ser garantizada a todos.

El derecho a un medio ambiente sano y seguro

77. La salud y el bienestar de la humanidad dependen de un medio ambiente saludable. Sin embargo, es imposible resolver la degradación del medio ambiente en una sociedad en que todas las decisiones son dictadas por la necesidad de lucro.

78. El desastre del derrame de petróleo en el Golfo de México ha destruido la base económica y ambiental de toda la región. Este es un ejemplo claro de las consecuencias letales de la desregulación, de la reducción de costos por las empresas y de la búsqueda temeraria de ganancias por parte de esas mismas grandes empresas. Ante la mayor catástrofe ambiental en la historia de EE.UU., el gobierno de Obama ha dejado todo en manos de BP, defendido incondicionalmente los intereses de lucro de la empresa, y no le ha pedido cuentas a nadie. Las víctimas inmediatas de la catástrofe—los trabajadores y propietarios de pequeños negocios en la región del Golfo—recibirán una indemnización insuficiente como pago por la devastación de sus medios de subsistencia.

79. Entre los muchos desastres ambientales que la humanidad enfrenta—incluyendo la contaminación de las ciudades y las vías navegables, la devastación de las selvas tropicales y las zonas costeras y la destrucción de la diversidad biológica—tal vez el más peligroso sea el calentamiento global, que amenaza con alterar el clima del mundo, destruir la producción agrícola, aumentar el peligro de la propagación de enfermedades, y poner en peligro toda la vida en el planeta. A pesar de las advertencias urgentes de científicos del mundo, los gobiernos capitalistas de todo el mundo son incapaces de reaccionar debidamente. Incluso los tratados internacionales inadecuados, tales como el Protocolo de Kyoto, han sido declarados irrealizables.

80. Todo plan de respuestas de emergencia a la catástrofe ambiental debe comenzar con la expropiación de las gigantes empresas que dominan la energía mundial para colocarlas bajo el control democrático de la clase trabajadora. Este es el primer paso imprescindible para la ejecución de un plan racional mundial de producción de energía que satisfaga las necesidades sociales y proteja el medio ambiente, y que incluye grandes inversiones de carácter social en formas alternativas de energía y transporte público. La expropiación de estas empresas también librará importantes recursos para garantizar que las regiones afectadas por desastres ambientales sean restauradas y que los que han sufrido la destrucción de sus medios de vida, incluso por el derrame (vertido) petrolero de BP, sean compensados.

81. Incluido en el derecho a un medio ambiente saludable está el de un ambiente de trabajo seguro. Décadas de reducciones de costes y desregulaciones gubernamentales han creado un ambiente de trabajo cada vez más riesgoso; ambiente que causa desde los trastornos de estrés que anualmente afectan aproximadamente a 1 millón de trabajadores, a los accidentes fatales como la explosión en la mina Upper Big Branch, en la que perecieron a 29 mineros en el peor desastre de la minería del carbón en 40 años. El sistema capitalista trata como mercancías desechables a los trabajadores, cuyos daños físicos, e incluso la muerte, son de poca importancia en comparación al afán implacable por las ganancias y la acumulación de la riqueza individual.

El derecho a la cultura

82. El acceso al arte y a la cultura es un elemento básico de una sociedad saludable. Sin embargo, como todo lo demás, es objeto de ataques incesantes. La cultura de Estados Unidos—el cine, la televisión, la música—una vez fue enormemente atractiva debido a sus innovaciones y su espíritu democrático y humanista. Pero la subordinación de la cultura a las ganancias empresariales ha creado una inmensa degeneración.

83. La cultura ha sufrido reducciones presupuestales en las artes, lo cual es un asalto ideológico de la derecha sobre la expresión artística, y en la educación general de la sociedad estadounidense. Los subsidios gubernamentales a museos, orquestas, teatros y estaciones públicas de radio y televisión han sido reducidos. La educación artística y musical ha sido reducida drásticamente o eliminada del todo de la mayoría de las escuelas públicas. Los horarios y servicios de las bibliotecas públicas han sido reducidos y las reducciones presupuestales a las escuelas han forzado el cierre de las mismas. Los medios de prensa, propiedad de grandes corporaciones, funcionan como voceros del gobierno y de la clase adinerada, contaminando las ondas públicas y diseminando mentiras. El daño al tejido moral e intelectual de la sociedad que resulta de esta perspectiva mercenaria y filistea es imposible de cuantificar.

84. Permitir acceso ilimitado al arte y la cultura a todos los trabajadores requiere de gran cantidad de fondos públicos y la creación de nuevas escuelas y complejos para la música, la danza, el drama, y el arte, ya sean gratuitos o a bajo costo. Las decisiones sobre los subsidios y fondos para las artes deben moverse de las manos de los políticos y burócratas a la de los comités de artistas, músicos y otros trabajadores culturales.

85. Los derechos sociales que hemos enumerados representan las necesidades esenciales de la clase trabajadora. Sería utópico creer que se van a lograr sin una reorganización fundamental del poder económico y sin una redistribución de la riqueza dentro de Estados Unidos. El Partido Socialista por la Igualdad declara abiertamente que la conquista de esos derechos requiere un ataque frontal contra las prerrogativas de las grandes empresas y de los ricos, privilegios que hasta ahora no han sido sometidos a tela de juicio. La inmensa riqueza que es fruto del esfuerzo de generaciones de trabajadores debe ser expropiada de las capas privilegiadas y puesta a la disposición de todo el pueblo. Nada lograrán los trabajadores con evitar esa confrontación directa contra el poder económico y político de la clase capitalista. Por lo tanto, la lógica de la lucha por los derechos sociales de los trabajadores plantea demandas adicionales, las cuales incluyen:

Por la expropiación de los bancos y las instituciones bancarias

86. Todas las necesidades básicas de la clase trabajadora de hoy día están en conflicto con la dictadura de los grandes bancos e instituciones bancarias en todas las esferas de la vida política y económica. Esas grandes empresas, instituciones que dominan la economía, controlan inmensos recursos sociales producto de la labor colectiva de miles de millones en todo el mundo. Lejos de beneficiar a la sociedad, esos inmensos recursos sólo se utilizan para multiplicar las riquezas de un pequeño grupo, para sobornar a los gobiernos y para dictar política.

87. En los últimos 40 años, los bancos se han vuelto mucho más poderosos. Una ola de fusiones empresariales, propulsadas por los bancos, ha causado la drástica reducción de los sueldos, la contracción de empresas y el saqueo de los fondos destinados a las pensiones y la salud. La explosión de la bolsa de valores durante la década de los 1990 causó que Wall Street se enfocara obsesivamente en las ganancias inmediatas. Con frecuencia este fenómeno iba mano a mano con—y requería—la destrucción de fuerzas productivas reales, el cierre de fábricas y la eliminación de empleos.

88. El parasitismo de la aristocracia bancaria, cuyas riquezas cada vez se separan más de la producción de valores reales, fue una de las causas principales del colapso bancario del 2008. En varios casos, tales como en las apuestas de Goldman Sachs a favor del colapso del mercado de los negocios inmobiliarios, la crisis fue creada deliberadamente para enriquecer a los especuladores de Wall Street. El dogma de la "libre empresa" no impidió que los bancos y sus representantes políticos saquearan el tesoro público para cubrir las malas deudas de la aristocracia bancaria. El gobierno se hizo cargo de esas deudas; ahora se pagarán con la reducción de beneficios sociales importantes.

89. Las reacciones la clase dirigente bancaria y de sus representantes políticos a la crisis han expandido el poder de los bancos enormemente. Como consecuencia de una cadena de quiebras bancarias, los cuatro bancos comerciales principales de Estados Unidos—Citigroup, J.P. Morgan Chase, Bank of America y Wells Fargo—ahora controlan aproximadamente el 70% del capital bancario; a fines del 2000 controlaban menos del 50%.

90. No existe una sola necesidad social que se pueda satisfacer mientras estas instituciones sigan en manos privadas. Los bancos y todas las otras grandes instituciones financieras deben ser expropiadas— con garantía total para los pequeños depositantes—y pasadas a la administración democrática de la clase trabajadora como propiedades públicas. Así se liberarán enormes recursos para crear programas de obras públicas que eliminen la pobreza y satisfagan las necesidades sociales en Estados Unidos y el resto del mundo.

Por la nacionalización de las grandes empresas

91. Codo a codo con los bancos van las grandes empresas. Nunca antes en la historia de Estados Unidos han existido tantos monopolios. Después de décadas de desregulaciones y fusiones empresariales se han creado las condiciones en que unas pocas grandes empresas—ExxonMobil y ChevronTexaco en la producción de energía; Archer Daniels Midland y Monsanto en la industria agropecuaria; Johnson & Johnson y Pfizer en productos farmacéuticos; y Apple, Google e Intel en la tecnología de la informática—dominan los mercados, determinan la política del gobierno y explotan a cientos de miles de trabajadores en todo el mundo.

92. Es un fraude lo que se afirma acerca de estas gigantescas empresas: que funcionan de la manera más eficiente sólo cuando son propiedad privada. En estas empresas se trabaja día y noche para defender sus propios intereses egoístas a expensas de toda la sociedad. Así no sólo impiden el desarrollo de recursos energéticos alternativos y del transporte público, sino que mantienen su control de los monopolios de los sistemas de informática.

93. Todas las empresas industriales, de manufactura y de informática en manos privadas—cuyo valor excede los $10 mil millones—deben ser transformadas en empresas públicas y los pequeños accionistas deben ser indemnizados 100%. Además, las inversiones en los fondos para financiar los planes de pensión y salud deben garantizarse. Las industrias de mayor importancia para el funcionamiento de la sociedad—incluyendo la telecomunicación, la agricultura, la educación, la salud y el transporte—también deben ponerse en manos públicas y bajo control democrático.

94. Estas medidas no significa que todo debe nacionalizarse. Las pequeñas y medianas empresas, fuentes de empleo para millones de trabajadores, desesperadamente también necesitan acceso a fuentes de crédito fidedignas y ayuda para defenderse contra con las injustas prácticas monopolísticas de las grandes empresas.

Por el control obrero

95. Junto con la expropiación de los bancos y de las grandes empresas se debe establecer un control sobre la producción que sea verdaderamente democrático, condición obligatoria para elaborar un plan racional de producción y distribución global con el propósito de reemplazar la anarquía del mercado capitalista y así asegurar que todas las decisiones correspondan a las necesidades sociales.

96. No es el propósito de la política socialista reemplazar a los financieros capitalistas con burócratas que no le deben responsabilidad a nadie. La democracia industrial significa que el pueblo trabajador ejerce un verdadero control sobre la vida laboral. No hay nada democrático en un sistema cuyos lugares de trabajo—donde la mayoría de la gente pasa gran parte del tiempo—se administran como dictaduras. Las decisiones que afectan las condiciones de trabajo, la seguridad, los sueldos, las horas y los contratos de empleo deben estar sujetos al control democrático de los empleados. Eso supone que los libros de contabilidad de todas las empresas se abran para la inspección de los trabajadores y del público en general. Los trabadores también elegirían por voto democrático a los administradores de sus empresas.

Por la igualdad social

97. Una de las pruebas esenciales del progreso o el atraso de una sociedad es si ésta ofrece mayor o menos igualdad. Los niveles de desigualdad que ahora imperan en Estados Unidos no tienen par en la historia del país. Las últimas cuatro décadas han producido un aumento de desigualdad increíble. En los años 1970, el 1% más rico de la población recibió aproximadamente del 8 al 9% de todos los ingresos anuales. Para el 2007, la porción había aumentado marcadamente a un 23,5%; nivel que no había existido desde los años veinte justamente antes de la Gran Depresión. Durante este mismo periodo [1970-2007] el 58% de todo el aumento en los ingresos cayó en manos del 1% más rico, y el 35% fue a parar al 10% del 1% más rico. Los ingresos para el 60% más pobre de la población declinaron en un 5%.

98. Hoy existen 1000 personas a nivel mundial con fortunas superiores a los mil millones de dólares; 400 de ellos viven en Estados Unidos. La riqueza colectiva de estos súper ricos aumentó en un 50% durante el 2009 a $3.600.000.000.000. La riqueza de esta capa ha aumentado a pesar de la peor crisis económica en varias generaciones, consecuencia de medidas políticas de los gobiernos del mundo, sobre todo del gobierno de Obama. El rescate del sistema económico—rescate valorado en miles de millones de dólares—se llevó a cabo al mismo tiempo que se rechazó toda medida para controlar las compensaciones y los bonos de los ejecutivos empresariales y a los gerentes de los fondos tipo "hedge" que protegen a los inversionistas.

99. Como si el retiro de miles de millones de dólares del sector productivo no causara ningún impacto económico, los apologistas del sistema capitalista insisten que la desigualdad no tiene nada que ver con la crisis económica. El apetito insaciable de la aristocracia bancaria, que constantemente exige mayores ganancias, ha llevado al país a la quiebra y acelerado una orgía tras otra en las especulaciones financieras. Los mismos jefes ejecutivos de las empresas que pretenden no tener dinero para pagar sueldos buenos y que drásticamente reducen sus fuerzas laborales, de alguna forma encuentran la manera de pagarse a sí mismos y a sus gerentes más importantes millones o hasta decenas de millones de dólares todos los años.

100. Instamos a tomar medidas inmediatas que fomenten la igualdad social y la distribución radical de la riqueza, inclusive un impuesto progresivo de rentas internas que los ricos serían mayormente responsable de pagar. Al mismo tiempo, los impuestos para la vasta mayoría de la población deberían reducirse. También hay que aumentar significativamente los impuestos sobre las ganancias de todas las empresas principales.

101. Además de las razones políticas y económicas que justifican la expropiación de los ricos, existen también las razones morales y legales. El famoso dicho de Balzac—que detrás de cada gran fortuna hay un gran delito—bien describe a la aristocracia de hoy día, lo que se evidencia en los fraudes perpetrados por la empresa Enron y en los embrollos de los préstamos hipotecarios de alto riesgo. ¡Tanta riqueza se ha acumulado con métodos totalmente destructivos e indiscutiblemente delictivos! No obstante, muy pocos de esos empresarios criminales han rendido cuentas. Los más culpables de todos se salieron con la suya. El PSI aboga por la investigación y el enjuiciamiento de todos los que hayan participado en actividades especulativas y en la malversación de los recursos sociales y empresariales.

102. La lucha por la igualdad social rechaza toda forma de discriminación basada en el racismo, el género, la religión, la etnicidad, el país natal y la orientación sexual. Pero la igualdad verdadera no significa que las oportunidades educacionales y laborales deben racionarse según las diferencias raciales u otras categorías. El programa de la "acción afirmativa" beneficia solamente a una capa privilegiada a la vez que divide a los trabajadores y estudiantes blancos y minoritarios y los obliga a competir unos contra otros por empleos y admisiones a las universidades. Insistimos en la igualdad completa por medio de grandes inversiones en la sociedad para garantizar todas las necesidades sociales, incluyendo la educación universitaria gratis y accesible para todos. Sólo a través de estas medidas, basadas en la unidad de todos los sectores de los trabajadores en lucha, se puede establecer una sociedad en la que todos puedan gozar la seguridad económica y realizar su potencial.

Demandas políticas y democráticas

103. En conclusión, tenemos toda una serie de demandas democráticas y políticas de gran importancia para el futuro de la clase trabajadora, cuyas luchas no pueden limitarse solamente a la esfera económica por importantes que ésta sea. La clase trabajadora debe estar consciente del contexto político e internacional de la lucha contra sus ‘propias' burguesías. En este programa, el PSI incluye demandas en torno a esas grandes cuestiones políticas.

Por la defensa de los derechos democráticos

104. El desarrollo de la desigualdad social no es compatible con la democracia. La nueva aristocracia exige que el gobierno se base en principios aristocráticos, con el resultado de que el estado se muestra cada vez más como instrumento de una clase para oprimir a la otra. Desde la Roma antigua hasta las épocas prerrevolucionarias en Francia y Rusia y hasta el presente, los que acumulan grandes fortunas hacen todo lo posible para no perderlas. Los derechos democráticos fundamentales en Estados Unidos están bajo ataques constantes. Establecidos por la Revolución y la Guerra Civil, éstos incluyen la libre expresión y asociación política; el derecho al voto y a protecciones durante los trámites de juicios penales; y la protección contra los registros y secuestros de bienes arbitrarios.

105. Los ataques del 11 de septiembre en 2001 se han utilizado como pretexto para expandir enormemente el espionaje interno, limitar la libertad de expresión y asociación, y ampliar los poderes de la rama ejecutiva del gobierno. La clase dominante de Estados Unidos ha armado una vasta maquinaria de seguridad nacional que incluye al Departamento de Seguridad de la Patria [Department of Homeland Security; DHS, siglas en inglés], que cuenta con el apoyo de cientos de oficinas y agencias del gobierno y de empresas privadas. Los poderes de espionaje interno del FBI y de la Agencia de Seguridad Nacional contra el pueblo se han expandido debido a la Ley Patriota y varios decretos del ejecutivo. El gobierno de Estados Unidos ha dictado que tiene el poder de encarcelar indefinidamente y sin cargo alguno a cualquiera, inclusive a ciudadanos del país.

106. El ataque contra los derechos democráticos se arraiga profundamente en la estructura social de Estados Unidos, especialmente en la extrema desigualdad social, y no es producto de un solo gobierno. Esto lo muestra la Casa Blanca de Obama, que ha agravado las medidas antidemocráticas de Bush. Se ha opuesto a toda investigación de los funcionarios del gobierno de Bush que violaron la Constitución y sigue apoyando a la Ley Patriota y otras leyes antidemocráticas. También ha suprimido la publicación de fotografías que muestran la tortura y otras actividades delictivas e invocado el privilegio de guardar secretos de Estado para prevenir que las víctimas de tortura entablen pleitos contra el gobierno. Obama también ha intensificado la persecución de las personas que revelan instancias de mala conducta en el gobierno y las empresas y ha lanzado una campaña contra WikiLeaks por publicar documentos que revelan las actividades delictivas de los militares estadounidenses.

107. Incapaz de encontrar toda solución a la crisis social de Estados Unidos, la clase dirigente y su gobierno recurren al encarcelamiento de más gente, en términos proporcionales a la población, que cualquier otro país del mundo. En este país, que se auto denomina líder del ‘mundo libre', viven 2.3 millones de individuos encarcelados en condiciones de extrema brutalidad. Más de cinco millones existen en libertad vigilada o provisional. Estados Unidos es uno de los pocos países avanzados que todavía utiliza la pena de muerte, habiendo ejecutado a 1,216 individuos desde que la Corte Suprema autorizara la reanudación de estos asesinatos legales en 1977.

108. Para defender los derechos democráticos es imprescindible abolir las fuerzas de seguridad del Estado, inclusive todas sus agencias—el Departamento de la Seguridad de la Patria, la CIA, el FBI y la NSA [National Security Agency] —y la revocación de la Ley Patriota y otras leyes impuestas bajo el pretexto de la ‘guerra contra el terrorismo'. La clase trabajadora debe iniciar una ofensiva contra los intentos de la clase dirigente para buscar apoyo en las fuerzas sociales y políticas más reaccionarias, las cuales desean integrar a su campaña para eliminar los derechos básicos. Debe redoblar sus esfuerzos no solo para defender las conquistas sociales y democráticas ya logradas, sino también democratizar la sociedad de Estados Unidos, incluyendo la abolición de la pena de muerte y el desmantelamiento de toda la maquinaria interna policial y carcelaria.

Contra la guerra y el militarismo

109. La intensificación del militarismo amenaza a los derechos democráticos. Hace medio siglo que el Presidente Dwight D. Eisenhower, comandante en jefe durante la Segunda Guerra Mundial, advirtió acerca del surgimiento de un "complejo industrial militar" con el "potencial para el desastroso surgimiento de un poder desequilibrado". Advirtió que el pueblo de Estados Unidos "no debería dar nada por sentado". Desde ese entonces, el poder de las fuerzas militares ha crecido ininterrumpidamente. Al transformarse en una fuerza "totalmente voluntaria", se han aislado más y más de los sentimientos democráticos del pueblo.

110. Los soldados de hoy, que en su mayoría provienen de la juventud trabajadora, están perennemente sujetos a ser desplegados para combate. Decenas de miles sufren del síndrome de estrés post traumático, de lesiones horribles, o mueren en las guerras neo coloniales de Washington. Con la intención de crear lo que bien se podría llamar una casta militar aparte, se les enseña que son "guerreros". Los oficiales de las fuerzas armadas más y más se politizan y favorecen a la derecha, y los de mayor antigüedad desafían abiertamente al gobierno civil en cuanto a política se refiere. Por su posición social e ideológica, estos militares de Estados Unidos más y más se asemejan a sus contrapartes por todo el mundo que han llevado a cabo golpes militares e impuesto dictaduras sangrientas.

111. Las fuerzas armadas constantemente se integran a la vida política de Estados Unidos, en la que juegan un papel cada vez más directo. El uso abierto de estas fuerzas en situaciones internas ha socavado la Ley Posse Comitatus, que prohíbe la intervención de las fuerzas militares en los conflictos internos del país. Con la creación de Comando del Norte, por primera vez se ha creado una estructura de mando militar que supervisa al territorio de Estados Unidos. Todas estas medidas han echado las bases embrionarias para establecer una dictadura militar y policial en el país.

112. La economía mundial se ha integrado como nunca antes en un sistema único de producción, pero este desarrollo sólo ha empeorado los conflictos entre los estados- naciones e intensificado el peligro de guerra. Las que Bush llamara "guerras del Siglo XXI" comenzaron con la invasión de Afganistán en octubre de 2001. Ésa es ahora la guerra más prolongada en la historia del país. Le siguió la invasión a Irak en marzo de 2003. Las dos guerras se han llevado a cabo en conjunto con una serie de confrontaciones menores y con amenazas de conflictos más amplios entre las grandes potencias.

113. La agresión estadounidense ya ha causado la muerte de cientos de miles de iraquíes y afganis y convertido a millones en refugiados. Más de 7000 soldados estadounidenses y de otras naciones que ocupan a estos dos países yacen muertos. Las atrocidades militares estadounidenses contra las poblaciones civiles por todo el mundo ahora son rutinarias. Al mismo tiempo, Estados Unidos insiste en su derecho de asesinar a quienes considere enemigos, incluyendo a sus propios ciudadanos.

114. Bajo el gobierno de Obama, estas guerras se han expandido, inclusive con el enorme aumento de tropas yanquis en Afganistán. Los bombardeos contra Pakistán también se han intensificado. Al mismo tiempo, el gobierno amenaza a Irán cada vez más con imponerle sanciones.

115. Estados Unidos ha dedicado cuantiosos recursos a la producción de los medios destructivos más avanzados que se puedan imaginar. Si se suman el presupuesto militar y los gastos con que EE.UU. directamente financia sus guerras en el extranjero ($700 billones en total) y a éstos se le añaden a los gastos militares que no incluyen al Departamento de Defensa, la cantidad anual total de los gastos militares excedería $1,000,000,000,000 (un trillón de dólares).

116. Tanto los gobiernos Demócratas como Republicanos constantemente aluden a los extraños e inexplicables acontecimientos del 11 de septiembre del 2001 para justificar una interminable "guerra contra el terrorismo". En realidad, esa tragedia no fue más que un pretexto para lanzar guerras de agresión cuyo propósito fue y es establecer la hegemonía de EE.UU. sobre regiones vitales de gran importancia geoestratégica que contienen gran parte del petróleo, el gas natural y otras materias primas en el mundo.

117. La crisis económica ha agravado tensiones globales que en cualquier momento pueden estallar en guerras. EE.UU. se prepara asiduamente para el conflicto militar contra China. Por otra parte, aparecen de nuevo las viejas divisiones europeas que terminaron en las dos guerras mundiales. Las intenciones del imperialismo yanqui de aprovecharse del colapso de la Unión Soviética para extender su influencia en Europa Oriental y en las antiguas repúblicas soviéticas agrava las tensiones con Rusia, lo que también crea la posibilidad de un conflicto militar directo, evidente en el ataque de Georgia contra Osetia del Sur en agosto del 2008 con el apoyo de EE.UU. Al igual que en los años 1930, la crisis capitalista global intensifica los conflictos económicos y comerciales. Éstos deben resultar inevitablemente en mayores tensiones militares entre EE.UU. y sus antiguos aliados capitalistas. Otra guerra mundial pondría en juego el futuro de nuestra civilización, dado que las grandes potencias poseen armas nucleares.

118. El P.S.I. demanda la retirada inmediata e incondicional de Irak y Afganistán de todas las tropas estadounidenses, británicas y de otros países. Los culpables de haber planeado y lanzado guerras de agresión deben ser sometidos a juicio. Es necesario desmantelar la enorme maquinaria militar y de espionaje de EE.UU. clausurando las cientos de bases militares en el extranjero y disolver el ejército permanentemente. Con eso se pondrían a disposición de la sociedad inmensos recursos para compensar a los países asolados por el imperialismo yanqui y para cumplir con las necesidades sociales en el mismo Estados Unidos.

119. La única alternativa progresista al militarismo es el internacionalismo socialista: la lucha por unir a la clase trabajadora internacionalmente, por un futuro socialista en el que todos los recursos del planeta se puedan utilizar y desarrollar cooperativamente para eliminar azotes como la pobreza, las enfermedades y la ignorancia, así como para mejorar los niveles de vida y culturales de toda la humanidad.

Por la defensa de los trabajadores inmigrantes

120. Toda la clase trabajadora debe defender los derechos de los trabajadores inmigrantes contra la súper explotación por parte de los patrones capitalistas y contra la represión por parte de la policía y las autoridades migratorias.

121. Tanto la prensa como los políticos que defienden los intereses de las grandes empresas tratan de convertir a los inmigrantes en chivos expiatorios por los males que ocurren en la sociedad. Incitan al racismo y al chauvinismo. Fomentan la despreciable mentira que esta capa oprimida de la clase trabajadora es responsable del creciente desempleo, de la caída de los sueldos y de los ataques contra los beneficios sociales. Pero esa agresión es consecuencia de los ataques contra toda la clase trabajadora por parte de las grandes empresas. Tienen un propósito: desviar la ira popular y la frustración de las masas en contra del sistema capitalista y dividir y debilitar a toda la clase trabajadora.

122. Sectores enteros de la casta política que gobierna al país ahora proponen medidas descaradamente racistas y antidemocráticas que facilitarían las redadas de las masas inmigrantes. También abogan por la modificación de la decimocuarta enmienda a la Constitución de Estados Unidos para eliminar las garantías que protegen el derecho de ciudadanía a todos los nacidos en el territorio nacional. Este ataque contra un derecho democrático tan fundamental—adoptado después de la Guerra Civil no sólo para garantizar la ciudadanía de los ex-esclavos, sino también para garantizar la protección equitativa ante la ley y los procesos jurídicos de todos los ciudadanos—constituye una amenaza contra toda la clase trabajadora.

123. Con la ayuda de sus partidarios liberales y de presuntos "izquierdistas", el régimen de Obama se ha aprovechado de la ira popular contra esta política para abogar por sus propias medidas reaccionarias bajo la bandera de una "amplia reforma migratoria". Pero el mismo Obama se ha puesto al frente de la campaña para militarizar la frontera (incluyendo el uso de aviones Predator), extender las redadas en lugares de trabajo, y deportar a trabajadores inmigrantes. Muchos inmigrantes, desesperados por conseguir trabajo, han muerto cruzando la frontera con EE.UU. por zonas inhóspitas, consecuencia de la expansión de fuerzas policiales en la frontera. El gobierno también ha propuesto el uso de cédulas de identificación biométricas, lo que le abriría el paso a la introducción de tarjetas nacionales de identificación que le facilitarían al gobierno controlar a toda la población.

124. El PSI lucha para revocar todas las leyes anti-migratorias y desmantelar la Agencia para el Control de Inmigración y la Aduana (ICE; siglas en inglés), así como también la Patrulla Fronteriza de EE.UU. Aboga para que a todos los trabajadores indocumentados se les garantice plenos derechos legales, incluyendo el derecho al empleo y a viajar a sus países de origen sin ser amenazados con no poder regresar o con ser separados de sus familias. En oposición a la militarización de las fronteras y la persecución de inmigrantes, no solo en EE.UU sino en todo el mundo, la clase trabajadora debe defender el principio de las fronteras abiertas; es decir, el derecho de todos los trabajadores a vivir y laborar en cualquier país que les plazca y con plenos derechos de ciudadanía.

La independencia política de la clase trabajadora

125. La lucha por este programa—a favor de las necesidades sociales de la clase trabajadora, de la defensa de los derechos democráticos y de ponerle fin a las guerras— plantea en todo momento la necesidad de una organización política independiente de la clase trabajadora, para quien no es posible defender sus intereses y progresar en Estados Unidos si se deja encerrar en la prisión del Partido Demócrata y del sistema capitalista basado en dos partidos burgueses.

126. Las experiencias con el gobierno de Obama han demostrado una vez más que el Partido Demócrata es un partido de derecha que defiende los intereses de las grandes empresas. La oligarquía bancaria y empresarial que controla el sistema político de EE.UU. son las que han dictado todas las medidas de este gobierno: la expansión de las guerras, el rescate a los bancos, los ataques desmedidos contra los trabajadores y las exigencias continuas tendentes a reducir los programas sociales. Que a veces los dos partidos estén en desacuerdo refleja meras diferencias tácticas sobre cuál es la mejor manera de defender las ganancias e impedir que la clase trabajadora forme una oposición independiente.

127. La lucha por la independencia política de la clase trabajadora exige una lucha contra todas las organizaciones basadas en la clase media, incluso grupos que dicen ser socialistas, que sostienen que al Partido Demócrata se le puede presionar con fuerza para que se mueva hacia la izquierda. El objetivo de esta postura no es más que impedir que la clase trabajadora establezca su propio partido independiente.

128. La verdad es que el Partido Demócrata ya hace rato que abandonó hasta la dedicación más mínima a las reformas sociales. La evolución hacia la derecha de este partido está vinculada muy íntimamente a la política de sus partidarios de la clase media, quienes promueven todo tipo de temas referentes a las costumbres de su estilo de vida y a la política de identidad [basada en la raza, grupo étnico/nacional, preferencia sexual o género], para ocultar verdaderos problemas de clase e igualdad social.

Por nuevas organizaciones que luchen por la clase trabajadora

129. Solo la lucha de masas puede defender los intereses de los trabajadores. La historia enseña que la clase dirigente no le regala nada a nadie. Hasta los beneficios más básicos logrados bajo el capitalismo —los derechos democráticos, las reformas sociales, el día laboral de ocho horas, las leyes que regulan las condiciones laborales de los niños —resultaron de luchas revolucionarias.

130. Nuevas organizaciones populares de la clase trabajadora deben basarse en una oposición acérrima a los sindicatos laborales. La AFL-CIO y la coalición, Change to Win ["Cambiemos Para Ganar"], no son organizaciones de la clase trabajadora, sino brazos auxiliares de las empresas y sus gerencias. Funcionan activamente para intensificar la explotación de la clase trabajadora y aislar y desmoralizar a toda oposición que brote de las bases trabajadoras mismas. De ese modo alientan los sentimientos nacionalistas y dividen a los diferentes sectores de la clase trabajadora para que se peleen entre sí. En cuanto a la política, el papel de los sindicatos consiste en entregar a la clase trabajadora al Partido Demócrata y así subordinarla a la política de la clase capitalista.

131. Durante el curso de las últimas cuatro décadas, ha habido una gran reducción anual de la cantidad de huelgas, la forma más elemental de militancia clasista. En 1968 se perdieron 35 millones de días laborales debido a las huelgas. Para 1972, esa cifra había bajado a 16 millones. Hoy día, la cifra es de 2 millones. Esto no se debe a la disminución de tensiones sociales, puesto que la desigualdad social se disparó durante el mismo período, sino a las traiciones de la burocracia sindical. A la misma vez, las grandes fortunas que esta burocracia ha acumulado se han desligado más y más de 1) la situación que sufren los miembros comunes; y 2) de la cantidad de trabajadores que pertenecen a los sindicatos. Entre 2001 y 2008, la cantidad de miembros del sindicato automotriz UAW disminuyó en un 40%: de 701,000 a 431,000. No obstante, los bienes del sindicato, valorados en miles de millones de dólares, continuaron aumentando. Durante este periodo, los sindicatos obligaron a los obreros a aceptar contratos saturados de concesiones, inclusive reducciones de sueldos y el establecimiento de sistemas salariales con niveles múltiples.

132. Para promover sus intereses, la clase trabajadora debe establecer organizaciones verdaderamente de masas: comités de acción democráticos con bases en los lugares de trabajo, en las fábricas y en los vecindarios. Debe animarlos el espíritu de intransigencia revolucionaria y oponerse a los dos partidos de las grandes empresas. Estas organizaciones parten de las necesidades de la clase trabajadora y deben caer bajo el control democrático de ella. Deben asumir mayor responsabilidad de unir a la clase trabajadora—empleados y desempleados, trabajadores especializados y no especializados, criollos e inmigrantes, en diferentes industrias y lugares de trabajo—y de organizar las luchas en común contra la clase capitalista.

Por un gobierno obrero

133. Estos órganos independientes de poder obrero deben ser los instrumentos para la movilización revolucionaria de la clase trabajadora para tomar el poder político en sus propias manos y barrer con la dictadura que Wall Street y la clase dirigente empresarial ejercen sobre la vida política, económica y social. Esto sólo se puede lograr con el establecimiento de un gobierno de los trabajadores; es decir, un gobierno de la clase trabajadora, por la clase trabajadora y para la clase trabajadora que imponga las medidas socialistas necesarias para satisfacer las necesidades del pueblo trabajador.

134. El socialismo no se puede lograr simplemente mediante la elección de candidatos socialistas a las instituciones del estado. Tanto unos como otros son democráticos únicamente en el sentido más formal de la palabra. Realmente son instrumentos de dominio empresarial creados por el capitalismo y por medio del cual los dos partidos gemelos de la clase dirigente, el Demócrata y el Republicano, ejercen su monopolio.

135. Todos los integrantes del Congreso de Estados Unidos, la Casa Blanca y los tribunales y las cortes principales representan, en su totalidad, a diferentes sectores de las grandes empresas y a toda la aristocracia que controla las finanzas. La clase dirigente está dispuesta a recurrir a toda una variedad de artimañas para excluir toda representación auténtica de los intereses de la clase trabajadora, incluyendo la flagrante restricción al voto durante las elecciones, la manera de usar sus fortunas para comprar el proceso electoral, y el control empresarial de los medios de comunicación.

136. El estado obrero debe erigirse sobre nuevas formas y estructuras de la democracia participativa, las cuales surgirán durante el curso de las luchas revolucionarias de las masas y representarán a la mayoría. Este proceso garantizará que semejante gobierno sea verdaderamente popular y democrático, basado en las organizaciones elegidas directamente en las fábricas, las oficinas y otros lugares de trabajo, así como también en las comunidades obreras.

137. A medida que se introduzcan medidas esenciales para la transformación socialista de la vida económica, la política del nuevo gobierno consistirá en alentar y activamente fomentar una vasta expansión de la participación de los trabajadores en la democracia, y en controlar las estructuras responsables por las decisiones.

Por la unidad internacional de los trabajadores

138. El Partido Socialista por la Igualdad es el único partido cuyo programa se basa en los intereses en común de la clase trabajadora internacional. Su objetivo consiste en forjar un movimiento unido de los trabajadores de todos los países.

139. Los problemas de los trabajadores de Estados Unidos son esencialmente iguales a los que los trabajadores en todos los rincones del mundo enfrentan. Las guerras, los ataques contra los derechos democráticos, la explotación, el desempleo, la pobreza y la destrucción del medio ambiente no son problemas que sólo azotan a Estados Unidos. Son problemas globales que requieren soluciones globales.

140. El capitalismo es un sistema económico internacional. Enormes empresas transnacionales recorren al mundo entero buscando la mano de obra más barata y materias primas para la producción destinada a los mercados mundiales. Los mismos bancos y mercados de capital dictan la política de todos los países. Dada la naturaleza global de la producción, los problemas de la sociedad de masas sólo se resolverán en base a un programa socialista internacional.

141. El PSI rechaza rotundamente el punto de vista de que la globalización, en sí misma, es el problema, y que es necesario restablecer la estructura de las economías nacionales para fortalecer el estado-nación. El inmenso desarrollo de la tecnología y de la comunicación vinculado a la globalización ofrece las bases para mejorar dramáticamente los niveles de vida de todos los seres humanos. El problema no es la globalización en sí, sino la subordinación de la economía global al sistema de ganancias privadas y a los intereses de los ricos.

142. Cuando las grandes empresas y sus representantes políticos se aprovechan de los bajos salarios en el extranjero para justificar los ataques constantes contra los sueldos y beneficios en EE.UU. se pone el dedo en el renglón: los trabajadores estadounidenses necesitan unirse políticamente con los trabajadores del mundo en una lucha mundial por el socialismo y en contra de la tiranía de las empresas transnacionales.

143. El PSI rechaza a todo nacionalismo, chauvinismo étnico o religioso, y racismo. Esto incluye la promoción intencional de prejuicios anti-árabes y anti-islámicos para justificar las guerras criminales que EE.UU. ha lanzado en el Medio Oriente y en Asia Central.

¡Forjemos el Partido Socialista por la Igualdad! ¡Adelante con la Cuarta Internacional!

144. El Partido Socialista por la Igualdad se basa en las grandes tradiciones del movimiento socialista internacional. El socialismo significa igualdad, solidaridad y cooperación humana; es decir, la liberación material y espiritual de la humanidad para no sufrir de opresión y la miseria. Las labores teóricas de Carlos Marx y Federico Engels establecieron que el socialismo es una necesidad histórica y echaron las bases para el establecimiento del movimiento obrero moderno revolucionario. Fue con la Revolución Rusa de 1917 que el socialismo se convirtió en el programa de un movimiento popular de masas que derrocó al capitalismo y creó el primer estado obrero: la Unión Soviética. La Revolución Rusa fue parte de una lucha internacional más amplia de la clase trabajadora por la igualdad social. Todos los grandes adelantos de los trabajadores estadounidenses se debieron a sus vínculos muy íntimos con el socialismo y a los militantes que lo dirigían: desde la jornada de ocho horas, a las leyes que regulan el trabajo de los menores, a la educación escolar pública y universal, a la formación de sindicatos industriales de masas, y a la eliminación de las leyes segregacionistas Jim Crow en el Sur de Estados Unidos.

145. Como otros tantos ideales, el socialismo ha sido víctima de abusos y traiciones. En la Unión Soviética fue traicionado por una burocracia contrarrevolucionaria bajo el mando de José Stalin. El estalinismo no representó la continuación del patrimonio igualitario e internacional que había legado la Revolución Rusa. Más bien, fue una reacción conservadora y burocrática en contra de la revolución; reacción basada en el programa nacionalista del "socialismo en un solo país". La burocracia estalinista aplastó la democracia obrera, impuso una dictadura, fusiló a los verdaderos marxistas y subvirtió, en nombre del "socialismo", todas las luchas revolucionarias de la clase trabajadora en todo el mundo. Esta traición de la Revolución Rusa y el socialismo culminó con la colaboración directa entre la burocracia del Kremlin y el imperialismo internacional a principios de la década de los 1990 para destruir a la Unión Soviética y restaurar el capitalismo.

146. El PSI se basa en el patrimonio que nos han legado los mejores, los más valientes y más visionarios representantes de la clase trabajadora, quienes lucharon por el socialismo como adversarios de la burocracia. Esa tradición la encarnó León Trotsky de la manera más brillante; fue dirigente de la Revolución Rusa junto con Lenin. Dirigió la lucha contra las traiciones del estalinismo, comenzando con la fundación de la Oposición de Izquierda en 1923, y echó las bases para el renacimiento del movimiento internacional de trabajadores con la fundación de la Cuarta Internacional, partido mundial de la revolución socialista. La Cuarta Internacional, con el Comité Internacional a la cabeza, es hoy el único partido verdaderamente revolucionario de la clase trabajadora en todo el planeta.

147. Estados Unidos ha producido grandes luchadores por el socialismo: hombres y mujeres que batallaron a los burócratas del movimiento obrero y consagraron sus vidas a la liberación de la clase trabajadora. Entre esas figuras se encuentran Big Bill Haywood, Eugene Debbs y James Cannon. Los trabajadores de EE.UU. deben encontrar de nuevo este fértil patrimonio socialista para organizar la lucha de hoy y así transformar la sociedad en base de los intereses del pueblo y ponerle fin una vez por todas a la pobreza, la explotación y la opresión en Estados Unidos y por todo el mundo.

148. Llamamos a todos aquellos que acuerden con este programa, que apoyan la lucha por la igualdad social y que se oponen a las guerras y las agresiones contra los derechos democráticos, a que se unan al Partido Socialista por la Igualdad y a la lucha por el socialismo.

Cfr. con versión publicada: https://www.wsws.org/es/articles/2010/12/24/esp2-d24.html.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] «The fish stinks from the head downwards» Antiguo proverbio, de origen desconocido, que algunos sitúan en Grecia, otros en Rusia o Polonia. Significa que cuando una organización o un Estado se derrumban, las raíces de la causa hay que buscarlas en la dirección