DOS VALIOSOS APORTES AL CONOCIMIENTO DE LA
REALIDAD ACTUAL CADUCA, PARA SUPERARLA
<<Desde el último presidente del Imperio
USA en funciones, Barack Obama y demás líderes de las potencias centrales,
hasta el último gerente político de los países que integran el circuito económico
globalizado del Planeta —controlado por las más poderosas corporaciones económicas
transnacionales—, todos a una han venido haciendo lo que pueden para convertir
el actual desbarajuste capitalista en una supuesta crisis pasajera falsamente
atribuida a "errores humanos".
De esta manera, sacan de escena al sistema
capitalista que emergió del feudalismo sin mediar la voluntad de nadie. Una realidad histórica cuya lógica objetiva desde
sus orígenes, consistió en explotar trabajo asalariado para los fines de que
una minoría social relativa, acumule y disfrute de riqueza a expensas
del trabajo de las mayorías. Un proceso que culminó dando pábulo a los grandes
consorcios empresariales, hoy todavía en poder de sus respectivos aparatos
productivos, los mercados internos y el comercio a escala planetaria, tanto en
los países centrales como en los periféricos.
Así las cosas, cabe concluir que las causas
por las cuales el sistema capitalista ha derivado en crisis económicas periódicas,
no se explican por "errores humanos" sino por su propia dinámica y
modo de funcionamiento histórico-sistémico, que ha sido diseñado por
las circunstancias no para servir al bienestar general y al reparto
equitativo de los bienes producidos, sino para concentrar esa riqueza en pocas
manos. Los dos siguientes textos expuestos seguidamente aquí —tanto el de Stein
Klopfer asumido por la “Corriente Comunista internacional”, como el Programa
del “Partido Socialista por la Igualdad” en EE.UU., ambos movimientos coinciden
en la necesidad imperiosa de revolucionar las actuales estructuras
económicas, políticas y sociales del capitalismo, como única posibilidad
real de salvar al género humano de la barbarie apocalíptica que se avecina. ¡No
estamos solos!>>. GPM.
1) La elección de Trump
y el derrumbe del “orden” mundial capitalista
Por Stein
Klopfer
¿Qué puede esperar el mundo del
nuevo gobierno Trump en EEUU? Mientras las élites políticas tradicionales en
todo el mundo están consternadas y ansiosas, el gobierno ruso y los populistas
de derechas en América y en toda Europa ven que la historia se pone de su
parte. Y mientras las grandes empresas que operan a escala internacional (como
la industria del automóvil), temen represalias ahora si no producen en EEUU,
las bolsas y los institutos económicos mostraron inicialmente confianza,
esperando un aumento del crecimiento de la economía USA e incluso mundial con
Trump. En cuanto al propio Sr. Presidente, no sólo contradice regularmente a su
nuevo gobierno, sino que también se contradice él mismo. La OTAN, el libre
comercio o la UE pueden ser «esenciales» en una frase, y estar «obsoletos» en
la siguiente.
En vez de unirnos a contemplar en la
bola de cristal cual será la política del Estado americano en el futuro
próximo, intentaremos aquí primero de todo analizar porqué Trump fue elegido
presidente, a pesar de que la élite política establecida no lo quería.
Partiendo de esta contradicción entre lo que Trump representa y los intereses del
conjunto de la clase dominante en EEUU, esperamos ganar tierra firme para dar
algunas indicaciones iniciales de lo que se puede esperar de su presidencia, sin
caer en demasiadas especulaciones.
El dilema del Partido republicano
No es ningún secreto que a Donald
Trump se le considera un cuerpo extraño en el partido Republicano, que lo
nominó para gobernar el país desde la Casa Blanca. No es lo bastante religioso
ni conservador para los cristianos fundamentalistas que juegan un papel tan
importante en el partido. Sus propuestas en política económica, como la de un
programa de infraestructuras organizado por el Estado, el proteccionismo, o la
substitución del «Obamacare»
por un Seguro social para todos respaldado por el Estado, son anatema para los neo-liberales que aún mantienen una
influencia en los círculos Republicanos. Sus planes de un acercamiento a la
Rusia de Putin lo enfrentan al lobby militar y de inteligencia que es tan
fuerte, tanto en el partido Republicano como en el Demócrata.
La candidatura presidencial de Trump
fue posible por una revuelta sin precedentes de los miembros y electores del
partido Republicano contra sus líderes. Los otros candidatos, tanto si venían
del clan Bush, de los cristianos evangelistas, los neo-liberales o el Tea Party, se habían desacreditado por su
integración o apoyo al gobierno de George W Bush Jr., que precedió al de Obama. El hecho de que,
frente a la crisis económica y financiera de 2007/08, un presidente Republicano
no hubiera hecho nada para ayudar a millones de pequeños propietarios y
aspirantes a pequeños propietarios —que en muchos casos perdieron su empleo, su
casa y sus ahorros de golpe al mismo tiempo— mientras financiaban las pérdidas
de los bancos con dinero del gobierno, fue imperdonable para los votantes
Republicanos. Además, ninguno de los otros candidatos tenía nada que proponer
en el terreno económico, sino más de lo mismo que no había prevenido el
desastre de 2008.
A decir verdad, la rebelión de los tradicionales
votantes Republicanos se dirigió no solo contra sus líderes, sino también
contra alguno de los “valores” tradicionales del partido. En ese sentido, no
solo se hizo posible la candidatura de Trump, sino que fue virtualmente
impuesta a la dirección del partido. Por supuesto que ésta última podría
haberlo impedido, pero solo a riesgo de separarse de sus bases e incluso de
dividir el partido. Eso explica que los intentos de frustrar los planes de Trump
fueran tan poco entusiastas e inefectivos a la larga. A fin de cuentas el “Grand Old Party”
se vio obligado a llegar a un acuerdo con el intruso de la costa Este.
En el capitalismo siempre hay dos
posibles alternativas: o intercambio de equivalentes, o no intercambio de
equivalentes (robo). Puedes darle a alguien un equivalente por lo que
consigues, o no dárselo. Para que funcione el mercado, sus sujetos tienen que
renunciar al despojo de lo ajeno mediante la violencia (robo) en la vida
económica. Y lo hacen bajo amenaza de represalias, como la cárcel, pero también
con la promesa de que su renuncia valdrá la pena para ellos a largo plazo en
términos de hacer su existencia segura. Sin embargo el caso es que la base de
la vida económica en el capitalismo es el robo, la plusvalía que el capitalista
gana del plus de trabajo no pagado de los obreros asalariados. Este robo se ha
legalizado como la propiedad privada capitalista de los medios de producción; y
el Estado, que es el aparato político de la clase dominante, legitima e impone ese
robo por la fuerza cada día. La economía capitalista requiere un tabú respecto a la violencia para que el mercado
funcione. Comprar y vender se supone que son actividades pacíficas —incluyendo
la compra-venta de la fuerza de trabajo: los obreros no son esclavos. En
circunstancias “normales”, la gente que trabaja está dispuesta a vivir más o
menos en paz bajo tales condiciones, a pesar de saber que hay una minoría delincuencial
y violenta transgresora de esa norma. Tal minoría se compone del medio
criminal, que vive del robo y del Estado, que es el mayor ladrón de todos,
tanto en relación a “su propia” población (impuestos), como en relación a los
otros Estados (guerra). Y aunque el Estado reprime a los criminales en defensa
de la propiedad privada, en las altas esferas los principales gánsteres y el
Estado tienden a colaborar más que a oponerse entre sí. Pero cuando el
capitalismo ya no puede hacer creíble siquiera la ilusión de una posible mejora
en las condiciones de vida para el conjunto de la sociedad, el conformismo en
esa sociedad respecto de sus leyes empieza a resquebrajarse.
Hoy hemos entrado en un periodo
(similar al de la década de 1930) en que amplios sectores de la sociedad se
sienten engañados y ya no creen que renunciar a la violencia valga la pena.
Pero siguen intimidados por la amenaza de represión, por el status ilegal del
mundo criminal. Y ahí es cuando el anhelo de ser parte de los que roban sin
miedo se hace político. La esencia de su “populismo” es la demanda de que la
violencia contra ciertos grupos sea legalizada, o al menos tolerada no oficialmente.
En la Alemania de Hitler, por ejemplo, el recurso a la guerra era una manifestación
“normal” del “Estado ladrón” que compartía con la Rusia de Stalin, los EEUU de
Roosevelt, etc. Lo que era nuevo en el Nacional Socialismo fue el robo sistemático,
organizado por el Estado, contra parte de su propia población. Los pogromos y la búsqueda de chivos expiatorios se
legalizaron. El llamado Holocausto no fue principalmente producto
de la historia del anti-semitismo o del Nazismo. Fue un producto del
capitalismo moderno. El robo se convierte en la perspectiva económica alternativa
de sectores de la población que se hunden en la barbarie. Pero esta barbarie es
la del propio sistema capitalista. El hampa, el mundo criminal, es tanto parte
de la sociedad burguesa como la Bolsa. El robo y la compraventa son los dos polos
de la avanzada sociedad moderna basada en la propiedad privada. La práctica del
robo solo puede abolirse aboliendo la sociedad de clases. Cuando el robo empieza
a reemplazar la compra y la venta, significa al mismo tiempo la autorrealización
y la autodestrucción de la civilización burguesa. En ausencia de una alternativa,
de una perspectiva revolucionaria comunista, crece el anhelo de ejercer la
violencia contra otros.
El pescado apesta desde la cabeza
hacia abajo[1]
¿Qué pasa cuando partes de la misma
clase dominante, seguidas por parte de las capas intermedias de la sociedad,
empiezan a perder la confianza en la posibilidad de un crecimiento sostenido de
la economía mundial? ¿O cuando empiezan a perder la esperanza de poder
beneficiarse de cualquier crecimiento que se produjera? De ninguna manera
querrían renunciar a sus aspiraciones de un (mayor) pedazo de riqueza y poder.
Si la riqueza disponible no aumentara, lucharían por un mayor pedazo a expensas
del resto. Aquí radica la conexión entre la situación económica y la creciente
sed de violencia. La perspectiva de crecimiento empieza a ser reemplazada por
la perspectiva de robo y pillaje. Si millones de trabajadores ilegales fueran
expulsados, entonces según el cálculo, habría más empleos, viviendas y beneficios
sociales, para los que se quedaran. Lo mismo vale para todos esos que viven del
sistema de beneficios sociales sin contribuir. Y respecto a las minorías étnicas,
algunos tienen trabajos que podrían pasar a manos de otros. Esta forma de pensar,
emerge de las profundidades de la “sociedad civil” burguesa.
Sin embargo, de acuerdo con un viejo
proverbio, “el pescado comienza a apestar desde la cabeza hacia abajo”. Es ante
todo el Estado y el aparato económico de la clase dominante lo que produce esta
putrefacción. El diagnóstico que hacen los medios de comunicación capitalistas
es que la presidencia de Trump, la victoria de los que están por el Brexit en
Gran Bretaña, y el auge del “populismo” de derechas en Europa, son el resultado
de una protesta contra la “globalización”. Pero esto solo es cierto si se
entiende la violencia como la esencia de esta protesta, y si la globalización
se comprende, no solo como una opción económica entre otras, sino como una
etiqueta para nombrar los medios extremadamente violentos por los que se ha
mantenido vivo en las recientes décadas el capitalismo en declive. El resultado
de esa gigantesca ofensiva económica y política de la burguesía (una especie de
guerra de la clase capitalista contra el resto de la humanidad y contra la
naturaleza) ha sido la producción de millones de víctimas, no solo entre la
población trabajadora de todo el planeta, sino incluso en las filas de la
propia clase dominante. Es fundamentalmente este último aspecto, por sus
dimensiones, lo que no tiene precedentes en absoluto en la historia moderna.
Tampoco tiene precedentes el grado en que, partes de la burguesía en EEUU y del
mismo aparato de Estado, han sido víctimas de esta devastación. Y eso es así aun
cuando EEUU fue el principal instigador de esa política. Es como si la clase
dominante se viera obligada a amputar partes de su propio cuerpo para salvar el
resto. Sectores enteros de la industria nacional se cerraron porque sus
productos podían producirse más baratos en alguna otra parte. Pero no solo esas
industrias tuvieron que echar la persiana —partes enteras del país se dejaron
echar a perder en el proceso: regiones y administraciones, consumidores
locales, minoristas y agencias de crédito, proveedores subsidiarios, industria
local de la construcción, etc., fueron todos desguazados. No solo obreros, sino
también grandes y pequeños propietarios, funcionarios, dignatarios locales,
pueden contarse entre las víctimas. A diferencia de los trabajadores, que
perdieron su sustento, estas víctimas burguesas y pequeñoburguesas perdieron su
poder, sus privilegios y su status social.
Este proceso tuvo lugar, más o menos
radicalmente, en todos los viejos países industriales las pasadas tres décadas.
Pero en EEUU ha habido, además, una especie de terremoto en el sector militar y
el así llamado, de inteligencia. Con Bush hijo y Donald Rumsfeld, parte de las
fuerzas armadas y de las fuerzas de seguridad, e incluso de los servicios de
“inteligencia” fueron “privatizados” —medidas que costaron sus empleos a muchos
altos mandos. Adicionalmente, la “inteligencia” tuvo que afrontar la
competencia de las modernas empresas media como Google o Facebook, que
en cierta forma están tan bien informadas y son tan importantes para el Estado,
como la CIA o el FBI. En el curso de este proceso, el balance de fuerzas al
interior de la clase dirigente ha cambiado, incluyendo al nivel económico,
donde los sectores de crédito y finanzas (“Wall Street”) y las nuevas
tecnologías (“Silicon Valley”) no solo están entre los principales
beneficiarios de la “globalización”, sino entre sus principales protagonistas.
En oposición a estos sectores, que
apoyaron la candidatura de Hillary Clinton, los partidarios de Donald Trump no
tienen que ubicarse al interior de fracciones económicas específicas, aunque
sus partidarios más rotundos se encuentran entre los ejecutivos de las viejas
industrias que han decaído tanto en las décadas recientes. Más bien habría que
buscarlos aquí y allá a través del aparato estatal y económico del poder. Ellos
fueron los francotiradores que provocaron el fuego cruzado desde detrás de los
escenarios contra Clinton como la supuesta candidata de “Wall Street”. E
incluyen magnates de los negocios, publicistas frustrados y líderes del FBI.
Para esos de entre ellos que han perdido la esperanza de hacerse a sí mismos
“grandes de nuevo”, su apoyo a Trump fue sobre todo una especie de vandalismo
político, de venganza ciega contra la élite dirigente.
Este vandalismo también puede verse
en la voluntad de importantes fracciones de la clase dirigente —sobre todo las
vinculadas a la industria del petróleo— de respaldar el rechazo indiscriminado
de Trump de la explicación científica del cambio climático, que él ha
desestimado “olímpicamente” como un chiste inventado por los chinos. Esto es
una manifestación más del hecho de que partes significativas de la burguesía
han perdido hasta tal punto la visión de cualquier futuro para la humanidad,
que están descaradamente dispuestas a poner sus márgenes de beneficio
(“nacionales”) por encima de cualquier otra consideración por el mundo natural,
y así a correr el riesgo de socavar las bases fundamentales para cualquier vida
social humana. La guerra contra la naturaleza, que fue ampliamente intensificada
por el orden mundial “neo-liberal”, se llevará a cabo aún más brutalmente por
Trump y sus vándalos colegas.
Lo que ha ocurrido es muy grave.
Mientras las fracciones dirigentes de la burguesía en EEUU todavía apoyan el
orden mundial económico existente y quieren implicarse en su mantenimiento, el
consenso sobre esto en el conjunto de la clase dirigente ha empezado a
derrumbarse. Esto es así en primer lugar, porque a una parte creciente de ella
parece que ya no le preocupa este orden mundial. En segundo lugar, porque las
fracciones dirigentes fueron incapaces de prevenir la llegada de un candidato
de esos bandidos a la Casa Blanca. La erosión, tanto de la cohesión de la clase
dirigente, como de su control sobre su propio aparato político, difícilmente
podría haberse manifestado más claramente. Desde que, hace tiempo, con su
victoria en la IIª Guerra mundial, la burguesía norteamericana tomó de manos de
su homóloga británica el papel dirigente en la gestión del conjunto de la
economía mundial, ha asumido continuamente esta responsabilidad. En general, la
burguesía del capital nacional dirigente a escala mundial es la mejor situada
para asumir ese papel. Más aún cuando, como EEUU, dispone del poderío militar
para dar a su liderazgo autoridad adicional. Es notable que actualmente ni
EEUU, ni su predecesor Gran Bretaña sean capaces de asumir ese papel —y
básicamente por la misma razón. Se trata del peso del populismo político, que
está sacando a Londres de las instituciones económicas europeas. Fue un signo
de algo próximo a la desesperación que, a principios del nuevo año, el Financial
Times, que es una de las voces importantes de la City de Londres, apelara a
la canciller alemana Angela Merckel a asumir el liderazgo mundial. Trump, en
cualquier caso, parece reticente e incapaz de asumir ese papel, y por el
momento no hay ningún otro dirigente mundial que pueda reemplazarlo. El sistema
capitalista y la humanidad entera tienen por delante una peligrosa fase.
El debilitamiento del principio de
solidaridad claramente indica que la victoria de Trump no es solo resultado de
una pérdida de perspectiva de la clase capitalista, sino también de la clase
obrera. Como resultado, muchos más trabajadores que antes son influenciados
negativamente por lo que se llama populismo. Es significativo, por ejemplo, que
junto a millones de obreros blancos, muchos latinos también hayan votado por
Trump, a pesar de sus diatribas contra ellos. Muchos de los últimos en ganar
acceso a la «misma patria de Dios» —precisamente por el miedo a ser expulsados
los primeros— fueron arrastrados a pensar que estarían más a salvo si la puerta
se cerrara firmemente tras ellos.
¿Qué ha pasado con la clase obrera,
con su perspectiva revolucionaria, con su identidad de clase y su tradición de
solidaridad? Hace aproximadamente medio siglo se produjo una vuelta de la clase
obrera a la escena de la historia, sobre todo en Europa (Mayo 1968 en Francia,
Otoño 1969 en Italia, 1970 en Polonia, etc.), pero también más globalmente. En
el “Nuevo Mundo” este renacimiento de la lucha de clases se manifestó en
América latina (sobre todo en 1969 en Argentina) pero también en Norteamérica,
en particular EEUU. Hubo dos expresiones principales de este resurgimiento. Una
fue un amplio desarrollo de huelgas a menudo salvajes a gran escala, y otras
luchas muchas veces radicales en el terreno económico por reivindicaciones
obreras. La otra fue la reaparición de minorías politizadas entre la nueva
generación, atraída por las posiciones revolucionarias proletarias. Particularmente
importante fue la tendencia a desarrollar una perspectiva proletaria
revolucionaria contra el estalinismo, que se reconocía más o menos claramente,
como contra-revolucionario. La vuelta al centro de la situación de luchas
obreras, de la identidad de clase y la solidaridad y de una perspectiva proletaria
revolucionaria, iban de la mano. Durante la década de 1960 y 1970, probablemente
varios millones de jóvenes en los viejos países industriales se politizaron de
esta forma —una fuerza y esperanza de la humanidad.
Aparte del sufrimiento de la clase
obrera, las dos “patatas calientes” del momento en EEUU eran la guerra de
Vietnam (el gobierno norteamericano además había introducido el reclutamiento
general) y la violencia y exclusión racista contra los negros. Al principio
esos asuntos fueron, al menos parcialmente, factores adicionales de
politización y radicalización. Sin embargo, a falta de cualquier experiencia
política propia, privados de la guía de una generación veterana politizada de
alguna forma en la tradición proletaria, los nuevos activistas albergaban
enormes ilusiones sobre las posibilidades de una rápida transformación social.
En particular los movimientos de clase de la época eran aún demasiado débiles,
tanto para obligar al gobierno a terminar la guerra de Vietnam, como para proteger
a los negros y otras minorías contra el racismo y la discriminación (a diferencia
del movimiento revolucionario de 1905 en Rusia, por ejemplo, que incluyó la
revuelta contra la guerra ruso-japonesa, así como la protección de los judíos
en Rusia contra los pogromos).
Puesto que en el seno de la burguesía norteamericana se desarrollaron
fracciones que, en su propio interés de clase, quisieron acabar con la
implicación en Vietnam y permitir que la burguesía americana negra compartiera
el poder, muchos de esos jóvenes militantes fueron arrastrados a la política
burguesa, volviendo la espalda a la clase obrera. Otros, queriendo seguir
comprometidos con la causa de los trabajadores, abrumados por la impaciencia,
se presentaron como candidatos de izquierdas para las elecciones, o se
enrolaron en los sindicatos con la esperanza de conseguir algo inmediato y tangible
para los que decían representar. Esperanzas que fueron invariablemente defraudadas.
Los obreros desarrollaron una hostilidad cada vez más abierta hacia esos
izquierdistas, que además a menudo se desacreditaban ellos mismos y desacreditaban
la reputación de la revolución por su identificación con regímenes contra-revolucionarios
esencialmente estalinistas, y por su enfoque burgués y manipulador de la
política. Respecto a esos mismos militantes, a su vez desarrollaron una
hostilidad hacia la clase obrera, que se negó a seguirlos; una hostilidad que a
veces se convirtió en odio. Todo esto contribuyó a una destrucción a gran
escala de la energía política revolucionaria de la clase explotada. Fue una
tragedia para casi una generación entera de la clase obrera que había empezado
tan prometedoramente. Luego siguió el hundimiento del estalinismo en 1989 (deliberadamente
malentendido y manipulado como el hundimiento del comunismo y el marxismo) y el
cierre de sectores industriales tradicionales enteros en los viejos países capitalistas
(malentendido y manipulado como la desaparición de la clase obrera en esa parte
del mundo. En ese contexto (como por ejemplo ha señalado el sociólogo francés Didier
Eribon)
la izquierda política (que para la Corriente Comunista Internacional es la izquierda social-demócrata
del capital, parte del aparato dirigente) fue de los primeros en declarar la
desaparición de la clase obrera. Es revelador que, durante la campaña electoral
reciente en USA, el candidato de los Demócratas (que solía reivindicarse como
el representante del sector “trabajo”) nunca se refirió a nada parecido a la
clase obrera, mientras que el multimillonario Donald Trump lo hizo
constantemente. De hecho una de sus principales promesas fue la de prevenir la
“extinción” de la clase obrera en EEUU (entendida solo como los “blue collars”, expresión traducida del inglés
como “aristocracia obrera”). “Su” clase obrera (la de Trump) es una parte
esencial de la nación y del sueño capitalista: patriótica, trabajadora hasta la
extenuación, obediente.
La desaparición, por el momento, de la
identidad de clase de la clase obrera y de su solidaridad del primer plano de
la escena, es una catástrofe para el proletariado y para la humanidad. Frente a
la incapacidad actual de cualquiera de las dos clases principales de la
sociedad moderna de plantear una perspectiva propia creíble, la esencia misma
de la sociedad burguesa aparece más claramente a la luz del día: insolidaridad.
El principio de solidaridad que fue la red de seguridad, más o menos, de todas
las sociedades precapitalistas basadas principalmente en la economía natural
sobre la economía de mercado, se reemplaza por la red de seguridad de la propiedad
privada —para los que la tienen. En la sociedad burguesa has de ser capaz de
ayudarte a ti mismo, y el medio para esto no es la solidaridad, sino la
solvencia (dineraria) y la seguridad crediticia. Durante muchas décadas, en los
principales países industriales, el Estado del bienestar —aunque parte
integrante de la economía de crédito y de Seguro social— se usó para ocultar la
eliminación de la solidaridad de la “agenda” social. Hoy en día el rechazo de
la solidaridad no solo no se oculta, sino que gana cada vez más terreno.
El desafío para la
clase obrera
La manifestación de millones de
personas, principalmente mujeres, por todo EEUU, contra el nuevo presidente el
día después de su toma de posesión, mostró claramente que gran parte de la
población obrera de EEUU no apoya a Trump ni a su tendencia. Sin embargo, lejos
de oponerse al nacionalismo de Trump, esas manifestaciones tendían a responder
a Trump en su propio terreno reivindicando: «nosotros somos la verdadera
América».
Esas manifestaciones mostraron de
hecho que la política populista de exclusión y chivo expiatorio no es el único
peligro para la clase obrera. Esta joven generación que expresa su protesta, si
es cierto que no se deja arrastrar por Trump, corre el riesgo sin embargo de
caer en la trampa de defender la sociedad burguesa, “liberal” y “democrática”.
Las fracciones dirigentes de la burguesía estarían encantadas de ganar el apoyo
de los sectores más inteligentes y generosos de la clase obrera en defensa de
la versión actual, de un sistema de explotación que —incluso sin “populismo”—
se ha convertido desde hace tiempo en una amenaza para la existencia de nuestra
especie, y que además es él mismo el productor del “populismo” que quiere
mantener a raya. Es innegable que actualmente, para muchos trabajadores, a falta
de una alternativa revolucionaria en la que puedan confiar, un Obama, Sanders o
Ángela Merkel, pueden aparecer como el mal menor comparado con Trump, Farage, Le Pen o ”Alternative für Deutschland”. Pero al mismo
tiempo, esos trabajadores también se sienten indignados por lo que la “sociedad
burguesa liberal” ha hecho a la humanidad en las décadas pasadas. El
antagonismo de clase persiste.
También habría que señalar que la
resistencia de la clase obrera al populismo no es una prueba de que esos
trabajadores sigan a los liberales burgueses y estén dispuestos a sacrificar
sus propios intereses de clase. Millones de obreros en el corazón del sistema
de producción globalizado, son sobre todo muy conscientes de que su existencia
material depende de un sistema mundial de producción e intercambio, y de que no
puede haber ninguna reversión a una división más local del trabajo.
También son conscientes de que lo que Marx llamaba la “socialización” de la
producción (la substitución del individuo por el trabajo asociado) les enseña a
colaborar entre ellos a escala mundial, y que solo a esa escala pueden
superarse los problemas actuales de la humanidad. En la situación histórica
actual, en ausencia de identidad de clase y de una perspectiva de lucha por una
sociedad sin clases, el potencial revolucionario de la sociedad contemporánea
toma refugio, por el momento, en las condiciones “objetivas”: la persistencia
de los antagonismos de clase; la naturaleza irreconciliable de los intereses de
clase; la colaboración mundial de los proletarios en la producción y la
reproducción de la vida social. Solo el proletariado tiene un interés objetivo
y la capacidad para resolver la contradicción entre la producción mundial y la
apropiación privada y nacional estatal de la riqueza. Puesto que la humanidad
no puede volver atrás, a la producción para el mercado local, solo puede ir
adelante aboliendo la propiedad privada, poniendo el proceso internacional de
producción a disposición del conjunto de la humanidad.
Sobre estas bases objetivas, las condiciones
subjetivas para la revolución aún pueden recuperarse, en particular a través de
la vuelta de la lucha económica del proletariado a escala importante, y a
través del desarrollo de una nueva generación de minorías políticas
revolucionarias con la intrepidez necesaria para adherir, ahora más que nunca,
a la causa de la clase obrera, y de hacerlo con la profundidad necesaria para
convencer al proletariado de su propia misión histórica revolucionaria.
Publicado por la “Corriente
comunista Internacional”
Cfr. con versión publicada: http://es.internationalism.org/revista-internacional/201703/4201/la-eleccion-de-trump-y-el-derrumbe-del-orden-mundial-capitalista
2) El
derrumbe del capitalismo y la lucha por el socialismo en EE.UU.
Programa del Partido Socialista por la Igualdad (PSI-EE.UU)
Primera parte: 23 diciembre 2010.
El
Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) adoptó el documento que sigue más
abajo durante su primer Congreso Nacional, el cual se celebró del 11 al 15 de
agosto, 2010, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. Vamos a publicar
el documento en dos partes. La primera aparece hoy. La segunda sigue mañana. La
versión original en inglés se publicó en tres partes del 2 al 4 de septiembre,
2010.
El
impacto de la crisis económica sobre la sociedad.
1. El sistema
capitalista mundial ahora sufre su peor crisis desde la Gran Depresión de los
años 1930. El terremoto económico que se inició en septiembre 2008 con el
repentino fracaso de los iconos empresariales de Wall Street, se ha convertido
en un cáncer cuya metástasis ha invadido la economía del mundo entero. Por
décadas, los apologistas del capitalismo proclamaron que el sistema de
"libre empresa" al estilo estadounidense era la forma más perfecta de
organización económica. Estos ignoraron las muchas señales de la crisis que se
avecinaba mientras que los medios de comunicación bajo control empresarial
celebraban la temeraria especulación —financiera y el irresponsable
enriquecimiento personal que define el estilo de vida personal de la clase
gobernante. Cuando el desastre por fin llegó en el 2008, el gobierno de EE.UU.
intervino con una desesperada infusión de cientos de billones de dólares para
salvar al sistema bancario del colapso. El presidente de EE.UU. admitió
públicamente que la supervivencia del sistema capitalista estaba en peligro. El
rescate económico de emergencia protegió la riqueza de inversionistas
acaudalados pero fracasó en detener la crisis.
2. El alegato del
gobierno de Obama que asegura haber "desnucado" la recesión es una
mentira de políticos cínicos convencidos de que al pueblo se le puede hacer
creer cualquier cosa. Pero la realidad de la creciente consternación social no
es tan fácil de ocultar. Aproximadamente 26 millones de personas en EE.UU.
están desempleadas o no pueden encontrar trabajo a tiempo completo. 50% de los
incluidos en las cifras oficiales de desempleo no han tenido trabajo por seis
meses o más. Esta tasa de desempleo es la más prolongada desde los años 1930.
La juventud, agobiada por las deudas que ha acumulado para pagar su educación,
se gradúa de las universidades sin esperanzas de conseguir empleos bien pagados
o de cualquier otro tipo.
3. Cada año, un millón
de trabajadores son arrojados de sus hogares mediante ejecuciones hipotecarias.
El ingreso de los trabajadores estadounidenses, que había estado disminuyendo
desde principios de los años 1970, ahora cae en picada. Desde el principio de
la recesión ha habido una ola de reducciones salariales. Millones de familias
obreras no pueden pagar sus cuentas. Los que no pueden pagar sus facturas a
tiempo son tratados con brutalidad inhumana. En ciudades como Detroit, las
empresas de servicios públicos rutinariamente cortan el gas y la electricidad a
trabajadores empobrecidos, ocasionando la muerte de numerosas personas en todo
el país.
4. La crisis financiera
casi estrangula a todos los estados y gobiernos locales. La reacción de la
élite empresarial ha sido exigir la austeridad. Los políticos que tan sólo ayer
ofrecían rescate a los bancos ahora proclaman que "no hay dinero"
para programas sociales esenciales. Los planes de pensiones están siendo
incumplidos, se están cerrando escuelas e incontables servicios sociales
vitales para el bienestar de pequeñas comunidades están siendo drásticamente
reducidos o totalmente suprimidos. Con la excusa de "reformas", se
han impuesto mayores restricciones a la atención médica de las que ya tenía.
5. Los ataques contra
la clase trabajadora en EE.UU. son parte de un proceso mundial. El colapso
económico que comenzó en septiembre del 2008 es comparable al derrumbe de Wall
Street en 1929. Ahora, tal como ocurrió hace 80 años, la crisis comenzó en
EE.UU. pero se extendió rápidamente por Europa y el resto del mundo. En
septiembre del 2008, los bancos y las empresas inversionistas de Wall Street se
encontraban al borde de la bancarrota. Para la primavera del 2010, con la
solvencia económica de los países europeos en duda, un gobierno tras otro
anunció su determinación de imponer dolorosas medidas de austeridad.
6. Luego del colapso de
Wall Street en 1929, el gobierno y la prensa repitieron incesantemente la
frase, "La prosperidad está al doblar la esquina". No obstante, la
depresión que comenzó con el colapso de la bolsa de valores y se extendió
rápidamente por todo el mundo duró más de una década y condujo a destrucción y
sufrimientos insólitos, a dictaduras militares, al fascismo y a la guerra
mundial.
7. El fantasma de las
tragedias del pasado es aún más espantoso hoy día. En vísperas de la Segunda
Guerra Mundial, León Trotsky, el estratega socialista revolucionario más grande
del Siglo XX, describió la crisis como "la agonía de muerte del
capitalismo". Advirtió que "una catástrofe amenaza a toda la cultura
humana". Los horrores que siguieron vindicaron sus palabras. El capitalismo
sobrevivió sólo porque hundió al mundo en el cataclismo de la guerra. Cuando
ésta llegó a su fin en 1945, aproximadamente 70 millones de personas habían
perecido.
8. Nos incumbe advertir
de nuevo y de la manera más urgente que la crisis de hoy simplemente no va a desaparecer.
No existe manera pacífica, y mucho menos fácil, de librar a la humanidad del
callejón sin salida socioeconómico al cual el capitalismo la ha arrojado. El
programa del Partido Socialista por la Igualdad—el cual colabora en solidaridad
política con el Comité Internacional de la Cuarta Internacional—no consiste de
una colección de tratamientos paliativos o medidas incompletas. El objetivo de
este partido y sus colegas en la Cuarta Internacional no consiste en reformar
el capitalismo en EE.UU. o en el resto del mundo. Si algo ha de aprenderse de
las tragedias del Siglo XX, es que la repetición de estos horrores en el Siglo
XXI—a un nivel mucho más sangriento—sólo puede prevenirse por medio de la lucha
revolucionaria de la clase trabajadora estadounidense e internacional por el
socialismo.
El
declive histórico del capitalismo norteamericano
9. La crisis de hoy día
difiere de la Gran Depresión solamente en un aspecto clave. A pesar de lo
severo de la crisis, los EE.UU. de los años 1930 continuó siendo una potencia
económica mundial en ascenso. El capitalismo estadounidense, que se había
desarrollado de manera explosiva durante los cincuenta años anteriores, todavía
era dueño de la base manufacturera y tecnológica más avanzada y eficiente del
mundo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. ocupaba una posición
incuestionable como la mayor potencia industrial y el principal acreedor del
planeta. Esto fue la base de la estabilización del capitalismo mundial y el
rápido aumento de los niveles de vida de los trabajadores estadounidenses
durante el cuarto de siglo que siguió a la guerra. No obstante, la recuperación
de Europa y Japón gradualmente socavó el dominio del capitalismo estadounidense
durante los años 1950 y1960. El deterioro de la balanza comercial aumentó la
presión sobre el dólar estadounidense, que sirvió de piedra angular del sistema
monetario internacional de la posguerra. La militancia industrial y social de
la clase trabajadora le arrancó concesiones a la clase gobernante, colocando una
carga aun mayor sobre las finanzas del capitalismo estadounidense. El increíble
costo de la reaccionaria y fracasada guerra que EE.UU. lanzó contra el pueblo
vietnamita llevó a un punto crítico las dificultades económicas que se habían
ido acumulando durante los años 1960. En lo que representó una admisión del fin
del incontestable dominio mundial económico de los EE.UU., el 15 de agosto de
1971 el gobierno de Nixon abolió la convertibilidad internacional del dólar al
oro (a una tasa de $35 por onza).
10. Durante las últimas
cuatro décadas hemos presenciado el estancamiento y deterioro del capitalismo
norteamericano. Desde principios de los años 1970, en comparación con las
monedas de los principales competidores capitalistas de EE.UU. en Europa y
Japón, el valor del dólar ha disminuido drásticamente. EE.UU. se ha convertido
en la nación más endeudada del mundo. La balanza comercial mensual y los
déficits en pagos alcanzan las decenas de billones de dólares. El deterioro de
la base manufacturera e industrial del capitalismo estadounidense—producto de
la interacción de la competencia internacional y la disminución de las
ganancias—ha sido la causa de la enorme expansión del parasitismo financiero.
Hace treinta años, la industria financiera tan solo producía 6% de las
ganancias empresariales. Hoy día, más de 40% de los ingresos empresariales son
generados mediante préstamos, la especulación bursátil y otros tipos de estafas
bancarias. Además, las inversiones de la aristocracia financiera en la
producción de bienes, tanto en EE.UU. como el resto del mundo, tiene como único
objetivo generar las mayores ganancias empresariales y fortunas personales
posibles en el menor tiempo posible. Este es el origen del despiadado
movimiento hacia la eliminación de empleos, la reducción salarial, el aumento
de la productividad, y la disminución de los programas sociales. La
aristocracia bancaria de EE.UU. está en la cúspide de un sistema mundial de
explotación que trata de exprimir tantas ganancias como pueda de la carne, los
huesos y los tendones de cada trabajador.
11. No es sólo la locura
por el dinero y la sed por ilimitadas fortunas personales lo que impulsa a la
clase gobernante de EE.UU. a intensificar la explotación. El prolongado
deterioro económico del capitalismo estadounidense es, a fin de cuentas, la
causa principal del ataque contra los niveles de vida y las condiciones
sociales de la clase trabajadora. Los EE.UU. ya no puede autodenominarse
"la tierra de oportunidades sin límites". En realidad, esta frase
siempre fue un mito que ocultó una realidad mucho más fea y dura. Pero durante
los años 1930, bajo el liderazgo de Franklin Roosevelt, todavía le era posible
al capitalismo estadounidense prometer un "Nuevo Trato" [New Deal] a
los trabajadores. Pero incluso entonces, con un gobierno reformista en el
poder, la clase trabajadora tuvo que entablar amargas luchas para hacer
realidad las promesas vagas y frecuentemente insinceras de Roosevelt. Hoy día,
el gobierno de Obama no tiene un "Nuevo Trato" que ofrecer. La demagogia
del eslogan de su campaña electoral— "¡Sí se puede!"—se ha convertido
en un "No podemos" que refleja la realidad de su presidencia.
El
fracaso del gobierno de Obama
12. Millones de
trabajadores votaron por Barack Obama con la esperanza que su gobierno cambiara
la política reaccionaria de George W. Bush. La experiencia indica que estas
esperanzas han sido refutadas. Bajo la pancarta fraudulenta de la "guerra
contra el terror", el gobierno de Obama continúa los planes imperialistas
mundiales de la clase gobernante de EE.UU. Las tropas todavía ocupan Irak, y
las actividades militares en Afganistán y Pakistán se han intensificado. El uso
de vehículos aéreos no tripulados [drones] ha hecho de los asesinatos
selectivos [targeted killings] cosa de todos los días. Al mismo tiempo, el
gobierno de Obama continúa intensificando las presiones contra Irán, preparando
el terreno, bajo uno u otro pretexto, para un ataque militar que tendría
consecuencias catastróficas. A fin de cuentas, Obama, como sus antecesores,
cree que el poderío militar de EE.UU. se puede utilizar para contrarrestar las
consecuencias del declive de la posición de ese país en el orden económico
mundial.
13. Los adelantos en
tecnologías de comunicación e informática han creado las bases materiales para
la integración mundial de todos los aspectos de la economía. Pero las
características progresistas y el potencial productivo de una economía
mundializada son negados por la continua división del mundo en
estados-naciones. Esta contradicción domina la vida política del planeta. Con
la primera y segunda guerras mundiales, la historia ya ha demostrado las
horribles consecuencias de la competencia entre naciones capitalistas rivales.
El peligro de una nueva conflagración mundial avanza rápidamente. Los EE.UU.
observa con gran preocupación el desarrollo económico de rivales potenciales en
todo el mundo. En particular, el rápido desarrollo económico de China ha
provocado extensos debates dentro de los círculos militares y políticos del
país acerca de las posibilidades y repercusiones de una guerra con esa nación.
14. El resultado de
semejante guerra sería, sin ninguna duda, un desastre de dimensiones
inimaginables, pero ello no significa que no pueda suceder. La lógica del
imperialismo conduce a conflictos militares, y el empuje hacia la guerra es
determinado por crueles consideraciones económicas y geoestratégicas. Y China
no es el único adversario potencial. Conflictos de intereses y ambiciones en
Asia Central, la región del Mar Negro, los Balcanes y Europa del Este sirven de
base a tensiones crónicas entre Rusia y EE.UU. Hay indicios claros que las
crecientes diferencias sobre la política económica están produciendo un
resurgimiento de los viejos antagonismos entre EE.UU., Alemania y otros países
europeos. En su "propio" hemisferio, las relaciones entre Washington
y América Latina se están deteriorando.
15. La determinación del
imperialismo estadounidense de mantener su posición dominante dentro del
sistema capitalista mundial plantea innumerables escenarios, con muchas
diferentes naciones, que llevan a conflictos militares. Uno u otro de estos
escenarios—o alguna variación imprevista—inevitablemente se hará realidad. Esto
es, de hecho, lo que las fuerzas militares de EE.UU. esperan. El análisis
oficial del 2010 escrito por el Entorno Operativo Unido (Joint Operating
Environment) y publicado por el Comando de Fuerzas Conjuntas de EE.UU. (United
States Joint Forces Command), declara sin rodeos en su introducción: "La
guerra ha sido un elemento principal de cambio durante toda la historia, y no
hay ninguna razón para creer que el futuro va a ser diferente". Sólo hay
una manera de prevenir otra catastrófica guerra mundial, y es por medio de la
movilización política internacional de la clase trabajadora para luchar por el
socialismo. La clase trabajadora de EE.UU. debe y jugará un papel estelar en
esta lucha internacional.
16. El fracaso del
gobierno de Obama en tomar medidas significantes para aliviar el sufrimiento
económico de decenas de millones de familias obreras estadounidenses es
testimonio de la profunda realidad de la vida política en EE.UU.: el control
absoluto mantenido por empresas, multibillonarias y los ultra-ricos sobre todas
las ramas del gobierno y el sistema bipartidista. La rama ejecutiva, el
Congreso, el sistema judicial y todos los gobiernos locales y estatales son
serviles a los intereses empresariales. Es imposible adoptar alguna ley o
medida que la clase capitalista perciba como un peligro o amenaza a sus
intereses o riqueza. Cada vez es más obvio que la democracia de EE.UU. es un
gobierno de los ricos, por los ricos y para los ricos. El aumento y la
concentración de las fortunas personales durante los últimos treinta años, los
cuales han producido el nivel de desigualdad social más alto de todos los otros
países capitalistas avanzados, son consecuencia de las reducciones en los
impuestos y la revocación de las leyes y reglamentos que solían limitar las
actividades explotadoras de las empresas.
17. La concentración de
asombrosas cantidades de dinero en manos de una pequeña fracción de la
población, como consecuencia de que los medios de producción sean propiedad
privada, no es solamente socialmente obsceno. También destruye la economía y es
incompatible con las necesidades primordiales de la sociedad, tanto en EE.UU.
como el resto del mundo. Estamos en la era de una sociedad de masas integrada
globalmente. Aproximadamente 7.000.000.000 de personas pueblan el planeta, y de
ellos 300.000.000 viven en EE.UU. Todos los grandes problemas sociales a los
cuales se enfrenta la sociedad moderna—el abastecimiento de alimentos y otras
necesidades esenciales, la educación, la atención médica, la vivienda, la
infraestructura social, el desarrollo de las materias primas—requieren
soluciones colectivas, no individuales. Es urgente que los recursos económicos
mundiales se desarrollen de forma racional y se utilicen para servir los
intereses de los pueblos del mundo. Además, los adelantos tecnológicos y el
crecimiento de la economía, necesarios para abolir la pobreza y satisfacer
siempre crecientes necesidades sociales y culturales de los pueblos, no se
pueden lograr sin un entendimiento científico de los complejos y peligrosos
problemas que enfrenta la ecología de nuestro planeta.
18. Ninguno de estos
problemas se puede resolver en un país y en un mundo en que las empresas
privadas controlan todas las decisiones importantes acerca de la economía. La
insensata especulación sobre hipotecas basadas en préstamos de alto riesgo, la
cual precipitó la debacle bancaria mundial del 2008, demostró como la economía
mundial está a la merced de la rapaz y socialmente criminal sed por
enriquecerse personalmente. Y como si esa lección fuese insuficiente, la
catástrofe ecológica en el Golfo de México—envenenado por cientos de millones
de galones de petróleo crudo—es una demostración histórica del carácter
socialmente tóxico de la empresa privada. Ya se ha establecido que BP ignoró o
violó conscientemente los procesos más elementales de seguridad en pos de las
ganancias. La conducta criminal de BP fue alentada por gobiernos
estadounidenses sucesivos, tanto Republicanos como Demócratas.
19. A pesar de la
magnitud del desastre producido por la explosión de la torre petrolera
Deepwater Horizon, propiedad de BP, el gobierno de Obama permanece paralizado
frente al enorme poder económico y político que ejercen BP y otras empresas
transnacionales. En una reveladora y previsible demostración de su servilismo a
los poderes empresariales, el Presidente declaró que no tiene el deseo de
socavar la viabilidad financiera de BP. Así como a los financieros de Wall
Street nunca se les imputó ningún cargo por los estragos que sus especulaciones
imprudentes causaron en la economía, BP también ha sido protegida de las
consecuencias de sus acciones. Mucho más importante que el destino que BP y sus
jefes ejecutivos sufran son las profundas causas económicas de esta catástrofe.
El origen básico no solo de esta catástrofe en el Golfo de México sino también
en las numerosas otras formas que asume la creciente crisis económica, se
encuentra en la implacable subordinación de los intereses socioeconómicos de
las masas trabajadoras a la acumulación de las ganancias y fortunas personales
de las empresas capitalistas propietarias y controladoras de los medios de
producción.
El
fracaso del liberalismo y del Partido Demócrata
20. La crisis económica
que estalló en el otoño del 2008 continúa y no se le ve fin. El gobierno de
Obama ha tratado de cubrir la incompetencia de sus medidas blandengues con una
retórica vacua y superficial. Su reacción a la crisis recuerda más y más a la
de Herbert Hoover después del colapso de 1929. Cuando esa crisis económica
ocurrió, una revista liberal comentó lo siguiente: "Por dieciocho meses el
desempleo ha estado extendiendo pobreza y sufrimiento agudo tanto en las zonas
industriales como en las agrícolas. Nadie todavía sabe cuándo el presente
desastre económico llegará a su fin. Los años de ilusiones le han cedido paso a
una temida inseguridad económica y a una desesperación generalizada. Estos
dieciocho meses han revelado la hipocresía de la promesa de cooperación del
Presidente para lograr la seguridad económica. Los esfuerzos del gobierno para
lograrla han consistido de intentos de minimizar la seriedad de la depresión,
de audaces declaraciones sobre la pronta implementación de medidas para
restaurar la prosperidad, y un programa deplorablemente infructuoso para
estimular a varias agencias privadas o locales a que se encarguen de emprender
tareas que el propio gobierno estaba dispuesto a eludir"1
21. Estas palabras,
escritas en 1931, eran una acusación a la política del gobierno de Hoover, pero
ahora pueden también servir de descripción para la reacción del gobierno de
Obama al desastre socioeconómico. El fracaso no es de un presidente; es de todo
un sistema político y el orden económico capitalista que defiende. Todavía
queda una cantidad no muy pequeña de Demócratas liberales que, contra toda
esperanza, todavía creen que el gobierno de repente va a cambiar de rumbo para
proclamar, con toda una fanfarria, la segunda venida del "Nuevo
Trato" de Roosevelt. Esos sueños son en vano. La oligarquía empresarial y
bancaria que dicta la política a los Republicanos y a los Demócratas ahora
exige que se impongan medidas de austeridad todavía más brutales.
22. Cuando el
capitalismo estadounidense se acercaba a la cúspide de su autoridad e
influencia mundial, sus líderes admitieron que los derechos políticos
enumerados en la Constitución de EE.UU. no eran por sí mismos suficientes para
garantizar la igualdad y permitir la "búsqueda de la felicidad". En
su discurso del "Estado de la Unión" pronunciado en enero de 1944, el
Presidente Roosevelt declaró: "No podemos estar satisfechos...si una
fracción de nuestro pueblo—sea un tercio, un quinto o una décima parte— está
mal-alimentada, mal-vestida, mal-alojada e insegura". Roosevelt declaró
que era "evidente" que "la verdadera libertad individual no
puede existir sin seguridad e independencia económica". Como parte de sus
esfuerzos para restaurar al capitalismo, el cual había sido desacreditado
enormemente por la Gran Depresión, Roosevelt propuso que se adoptara una
"segunda Declaración de Derechos bajo la que se garantizara una nueva base
de seguridad y prosperidad para todos sin importar la clase social, raza o
credo".
23. Durante los próximos
20 años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. y la economía mundial
lograron tasas de crecimiento sin precedentes en la historia. En EE.UU., los
niveles de vida aumentaron significantemente. Pero la segunda Declaración de
Derechos de Roosevelt se perdió en el fango y la seguridad económica que había
proclamado como "derecho" nunca llegó a materializarse. Aún durante
este período—el más próspero en toda la historia de EE.UU. —casi el 20% de los
ciudadanos del país vivían sumidos en la pobreza. En 1964, el Presidente Lyndon
Johnson declaró su "Guerra contra la Pobreza". No obstante, las
promesas de esa campaña fueron abandonadas a medida que las contradicciones
globales e internas del capitalismo estadounidense se intensificaron. Desde los
años 1970 en adelante, el Partido Demócrata comenzó a virarse hacia la derecha
con paso seguro y abandonó su previa política basada en reformas liberales.
Éste proceso reflejó el deterioro de la posición mundial de EE.UU. Durante los
últimos 40 años, los niveles de vida de la clase trabajadora han declinado sin
cesar. Las grandes recesiones de 1979-1980, 1981-1983, 1991-1993 y 2001-2003 ya
le habían infligido enormes daños a la clase trabajadora antes que el último desastre
comenzara.
24. Durante las décadas
de mayor éxito, el capitalismo norteamericano probó ser incapaz de hacer
realidad lo que había prometido acerca de la seguridad económica y la
eliminación de la pobreza. ¿Qué se puede esperar, entonces, de este sistema
económico en un período de colapso y crisis?
Los
trabajadores estadounidenses y el socialismo
25. No se puede negar
que existe una gran disparidad entre el carácter histórico de las tareas
sociopolíticas que enfrentan a los trabajadores estadounidenses y su presente
nivel de concientización. Pero el programa de un partido verdaderamente
revolucionario ha de basarse en un análisis científico de la realidad objetiva,
no en conceptos impresionistas y comúnmente falsos de lo que los trabajadores
están o no están listos a aceptar. Como León Trotsky, fundador de la Cuarta
Internacional, explicara: "Nuestras labores no dependen de la mentalidad
de los trabajadores. La labor es desarrollar esa mentalidad. Eso es lo que el
programa debería formular y presentar a los trabajadores más avanzados".
Además, el Partido Socialista por la Igualdad rechaza enfáticamente la idea,
proclamada por todo tipo de escépticos desmoralizados, que la clase trabajadora
de EE.UU. es incapaz de montar un desafío revolucionario al capitalismo y que
nunca aceptará que el socialismo es necesario. Esta fracasada perspectiva
política, imbuida del espíritu enfermizo del derrotismo, está basada en el
rechazo a las leyes de la historia y las lecciones de luchas anteriores.
26. La historia de la
clase trabajadora de EE.UU. consiste de luchas difíciles e incesantes. La
historia de su lento progreso, en cara a la brutal resistencia de la clase
capitalista, está escrita en sangre. Desde las primeras luchas de clases de los
trabajadores ferroviarios en los años 1870 y las batallas por jornadas
laborales de ocho horas en los 1880, hasta el establecimiento de sindicatos
industriales de masas en los años 1930, la clase trabajadora derramó su sangre
y produjo sus mártires para acabar con la tiranía de los patrones. Luego de la
Segunda Guerra Mundial, la gran ola de huelgas que pasó sobre todos los
sectores industriales arrancó concesiones de los patrones que ocasionaron un
rápido mejoramiento de los niveles de vida. Estas luchas, a su vez, inspiraron
las grandes batallas de los trabajadores afroamericanos por sus derechos
civiles durante los años 1950 y 1960, las cuales tuvieron gran apoyo del pueblo
trabajador y de la juventud.
27. Pero el talón de
Aquiles de la clase trabajadora norteamericana siempre ha sido la falta de un
movimiento socialista independiente de masas basado en la teoría marxista. Aún
durante el período de las batallas de clases más violentas, la clase
trabajadora se quedó, a causa de su alianza con el Partido Demócrata, bajo el control
político de la clase capitalista. Desde sus primeros días, la American
Federation of Labor [Federación Estadounidense del Trabajo; AFL según siglas en
inglés] hizo todo lo posible para mantener la subordinación política de la
clase trabajadora a los partidos de las grandes empresas. Esto marcó la
política de los sindicatos obreros durante y después de las luchas de las masas
por el sindicalismo industrial que ocurrieron a lo largo de los EE.UU. durante
los años 1930.
29. A fin de cuentas, la
gran riqueza y el enorme poder del capitalismo estadounidense fue la causa
objetiva que mayor influencia tuvo en la subordinación de la clase trabajadora
al sistema de dos partidos controlado por las corporaciones. Mientras EE.UU.
permaneciera como una potencia económica en ascendencia, considerada por sus
ciudadanos como "tierra de oportunidad sin límites", y en donde una
parte suficiente de la riqueza nacional estaba disponible para financiar la
mejoría de los niveles de vida, los trabajadores estadounidenses no estaban
convencidos de la necesidad de una revolución socialista.
30. Sin embargo, el
cambio en las condiciones objetivas obligarán a los trabajadores
estadounidenses a cambiar de parecer. Las realidades del capitalismo darán a
los trabajadores muchas razones para luchar por un cambio fundamental y
revolucionario en la organización económica de la sociedad. Las generaciones
más jóvenes del pueblo trabajador—los nacidos durante los años 1980, 1990 y la
primera década del Siglo XXI—no conocen y no conocerán la
"prosperidad" capitalista. Son la primera generación de
estadounidenses de la era moderna que no tiene esperanzas razonables de lograr
un nivel de vida igual—y mucho menos mejor—que el de la generación de sus
padres. Los trabadores automotrices jóvenes nacidos durante los años 1990 ganan
menos de la mitad de lo que sus padres alguna vez ganaban por el mismo trabajo.
Y en cuanto a esos mismos padres, muchos han perdido sus empleos y pensiones.
El pueblo trabajador estadounidense está siendo arrastrado al torbellino global
de una creciente lucha de clases y se están concientizando sobre el espíritu de
resistencia social que va apareciendo en todo el mundo, desde Grecia hasta
Bangladesh. Por décadas se les dijo a los trabajadores de EE.UU. que los
obreros de Asia eran sus enemigos, que estos producían productos baratos que
socavaban sus empleos. Pero ahora leen y oyen acerca de huelgas en China y
comienzan a darse cuenta que los trabajadores de Asia no son sus enemigos, sino
sus hermanos y hermanas.
31. Hay una nueva
situación en el mundo. Las luchas de la clase trabajadora tienen que basarse en
una comprensión de la realidad objetiva, es decir, en un entendimiento
científico de la crisis capitalista y de las lecciones de la historia. La clase
trabajadora necesita una perspectiva nueva, un programa nuevo y una dirigencia
nueva.
32. En su resumen del
concepto materialista de la historia, Carlos Marx, fundador del socialismo
moderno, escribió lo siguiente: "En cierto grado de su desarrollo, las
fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las
relaciones de producción existentes... Por estas formas de desarrollo de las
fuerzas productivas, estas relaciones se transforman en grilletes. Entonces
comienza una era de revolución social". [2] Estas fuerzas productivas, que
consisten no sólo de las fábricas, las oficinas, las herramientas y el
conocimiento científico, sino también de la clase trabajadora misma, están
siendo estranguladas por las relaciones sociales del capitalismo: la propiedad
privada y la división del mundo en estados-naciones. La crisis económica
mundial, el declive de la producción, la contracción del comercio mundial, los
enormes déficits presupuestales, la inestabilidad de las monedas nacionales, el
deterioro de las relaciones entre naciones, el crecimiento del militarismo, y,
sobre todo, la precipitada caída de los niveles de vida de la clase
trabajadora, son procesos interconectados que significan el comienzo de una
nueva era de convulsiones revolucionarias. Las necesidades de la sociedad de
masas no pueden satisfacerse dentro de los límites de un sistema basado en la
propiedad privada de los medios de producción. El desarrollo de las fuerzas
productivas está siendo estrangulado por el sistema capitalista de
naciones-estado.
El
potencial revolucionario de la clase trabajadora
33. Sólo a través de la
lucha de la clase trabajadora, la principal fuerza revolucionaria de la
sociedad moderna, puede hallarse una solución progresista a la crisis creada
por el colapso del capitalismo. La clase trabajadora es revolucionaria porque:
1) es la principal fuerza productiva de la sociedad; 2) la lógica política e
histórica de su resistencia a la explotación y opresión capitalista conduce a
la abolición de los medios de producción privados, al reemplazamiento del afán
por las ganancias con la satisfacción de las necesidades sociales como
principio motivador de la economía, y al establecimiento de una igualdad social
verdadera de todos los pueblos; y 3) es una clase internacional cuya victoria
derribará las barreras de los naciones-estado y unirá a la humanidad en una
comunidad verdaderamente global consagrada a la protección y el desarrollo de
su hogar común, el planeta Tierra.
34. Nunca antes en la
historia la clase trabajadora había tenido una proporción tan grande en la
población mundial. En países en que la industria moderna casi no existía hace
50 años—sobre todo en Asia—el enorme ingreso del capital ha financiado un
inmenso crecimiento de la infraestructura industrial y de la clase trabajadora.
En los históricamente avanzados centros del capitalismo de Europa y América del
Norte, la clase trabajadora constituye la mayoría preponderante de la
población. Los adelantos tecnológicos, los cambios en la repartición
internacional de la mano de obra, y el declive de la posición mundial de los
productos manufacturados en EE.UU. han alterado la composición de la clase
trabajadora. Pero las transformaciones socioeconómicas en EE.UU. han, o creado
nuevas categorías de trabajadores, o las han expandido. En 1960, cuando John F.
Kennedy fue elegido presidente, las mujeres todavía constituían un porcentaje
relativamente pequeño de la fuerza laboral. La "industria de los
servicios" estaba en su infancia. La "programación" de computadoras
todavía era la profesión de un pequeño número de especialistas. En ese entonces
nadie hablaba de trabajadores especializados en la informática.
35. El tamaño de la
clase media tradicional—pequeños empresarios "independientes" y
agricultores—ha disminuido drásticamente. De mayor significado es que su
importancia económica colectiva no es más que una pequeña fracción de lo que
era hace 50 años, y ni hablar de hace 80. La sociedad estadounidense ha sido
"proletarizada" en grado extremo. La vasta mayoría del pueblo—trabajen
en fábricas o en la construcción, en oficinas, centros médicos, centros
comerciales, escuelas primarias y secundarias, recintos universitarios o
laboratorios científicos; o manejen camiones, autobuses y trenes; o vuelen
aviones comerciales—viven de quincena en quincena. Estos trabajadores comparten
los mismos problemas y tienen el mismo enemigo: las enormes instituciones
bancarias y empresariales que los emplean, los despiden de sus empleos y los
explotan en nombre de las ganancias.
36. Existe una contradicción
sorprendente entre el peso socioeconómico de la clase trabajadora y la
insignificante influencia que tiene sobre la dirección política de la sociedad.
La concentración de la riqueza inevitablemente termina en la concentración del
poder político. En EE.UU., la oligarquía bancaria y empresarial ha monopolizado
el poder político hasta tal grado que ya no tiene igual in ningún otro país
capitalista avanzado. La clase trabajadora de EE.UU. nunca ha tenido éxito en
establecer su propio partido político de masas. La crisis de hoy día ha sacado
a la luz el enorme precio que la clase trabajadora está pagando por su
subordinación al Partido Demócrata.
37. Durante el curso de
las grandes huelgas industriales de los años 1930, que incluyeron la toma de
fábricas y batallas campales con la policía en las principales ciudades del
país, los trabajadores estadounidenses establecieron una poderosa organización
sindicalista: la CIO [Congreso de Sindicatos Industriales; Congress of
Industrial Unions]. En 1955, luego de amalgamarse con los antiguos sindicatos
basados en la mano de obra especializada, casi un tercio de los trabajadores en
empresas privadas pertenecían a la AFL-CIO. Aun así, incluso durante su apogeo
después de la Segunda Guerra Mundial, que coincidió con la hegemonía económica
internacional de EE.UU., la AFL-CIO quedó paralizada por su política
reaccionaria. Esta organización aceptó con entusiasmo y sin reservas la
legitimidad del sistema de ganancias capitalista, fue ferozmente hostil al
socialismo y trató de purgar los sindicatos, a menudo por medio de la
violencia, de influencias izquierdistas y anti capitalistas. En línea con su
lealtad al capitalismo, la AFL-CIO se alineó con el Partido Demócrata,
oponiéndose ferozmente a todo esfuerzo para librar a los sindicatos del control
político de las grandes empresas. Finalmente, los sindicatos se transformaron
en instituciones nacionalistas feroces que identifican a los intereses de la
clase trabajadora completamente con la política imperialista de la clase gobernante.
38. Sobre estas bases
podridas, los sindicatos han demostrado ser incapaces de defender hasta los
intereses más mínimos de la clase trabajadora, y mucho menos han podido mejorar
los niveles de vida de ésta. Durante los últimos 30 años, la política de los
sindicatos no ha causado más que derrotas para sus miembros. ¡El porcentaje de
trabajadores en el sector privado que pertenece a sindicatos ha llegado a su
nivel más bajo desde los tempranos años 1900! Pero los ingresos de la
burocracia sindicalista, la cual consiste de funcionarios clase media, están
garantizados por los servicios que prestan a las empresas. En términos de
política y objetivos, no existe diferencia significativa entre las empresas y
los sindicatos.
39. Esperar que estas
organizaciones corruptas y bajo el control de las empresas puedan, tras décadas
de traiciones, transformarse en instrumentos de lucha social es una ilusión
inútil. A fin de cuentas, el fracaso de la AFL-CIO revela el fracaso total de
su programa nacionalista, capitalista y de colaboración entre las clases. Un
renacimiento de las luchas obreras sólo se puede basar en un programa que
reconoce que el sistema capitalista ha fracasado. Esta crisis no se resolverá
con súplicas a las empresas y a los políticos que éstas controlan para que
reformen al capitalismo. Más bien, el Partido Socialista por la Igualdad
insiste en la lucha por el poder obrero y la reorganización socialista de la
sociedad, tanto en EE.UU. como a nivel internacional.
El
socialismo es el único paso hacia adelante
40. El capitalismo le ha
fallado a la clase trabajadora de EE.UU. y del mundo entero. Ha llegado la hora
de que la clase trabajadora luche por una nueva perspectiva en la organización
económica de la sociedad. La única alternativa viable al capitalismo es el
socialismo: la reorganización de toda la economía bajo el control democrático
de la clase trabajadora con el propósito de satisfacer las necesidades
sociales, no las ganancias privadas.
41. Pero el socialismo
sólo se podrá lograr mediante el establecimiento del poder de los trabajadores.
Esto requerirá una dura lucha ya que el "objetivo final" del
socialismo—la eliminación de la explotación económica, de todas las formas de
desigualdad, de la opresión de un grupo de seres humanos por otro, y, como
consecuencia, la eliminación de todas las restricciones a la creatividad del
individuo y el florecimiento de la cultura humana—no va a ser el resultado de
ninguna hazaña mítica. La revolución que echará las bases políticas para el
socialismo se preparará en el curso de incontables luchas de la clase
trabajadora, tanto en EE.UU. como a nivel internacional, para defender sus
intereses y oponerse a los esfuerzos de la aristocracia bancaria y empresarial
para imponerle a las masas el peso de la crisis. El socialismo no es un regalo
que se le ofrece a la clase trabajadora. Este debe ser peleado y ganado por la
clase trabajadora misma.
42. El programa del
Partido Socialista por la Igualdad parte de las necesidades urgentes de la
clase trabajadora. Las demandas y la política del PSI no comienzan con lo que
el capitalismo nos "permita", sino con lo que exigen la clase
trabajadora y nuestra compleja sociedad internacional de masas. El PSI tampoco
adapta su programa a lo que los oportunistas y pragmáticos de visión limitada
consideran inmediatamente "lograble". Lo que puede lograrse o no,
bajo cualquier circunstancia, se determina en la lucha. Los que no están
preparados para luchar nunca ganarán nada. Las exigencias del PSI juegan un
papel primordial en agudizar la consciencia social y política de la clase
trabajadora y, como resultado, el fortalecimiento de su capacidad de lucha.
43. Las exigencias del
PSI no difieren del objetivo de la revolución socialista. Más bien, cada
exigencia por su propia naturaleza impone un desafío a los intereses materiales
de los aristócratas corporativos. A medida que encuentre la resistencia de las
empresas y el estado capitalista contra sus exigencias legítimas, los
trabajadores verán de manera cada vez más clara la necesidad de una
transformación revolucionaria de la sociedad. La lucha por estas exigencias
fortalece a la clase trabajadora, unifica a sus diferentes luchas, y en cada
caso plantea la necesidad de tomar el poder político y de establecer el
socialismo en EE.UU. como parte de la reorganización socialista de la economía
mundial.
Cfr. con versión publicada: http://www.webislam.com/articulos/35588-sistema_en_rojo.html
Programa del Partido Socialista por
la igualdad (PSI-EE.UU)
Segunda parte: 24 diciembre 2010.
El Partido
Socialista por la Igualdad (EE.UU.) adoptó el documento que sigue más abajo
durante su primer Congreso Nacional celebrado del 11 al 15 de agosto, 2010, en
la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. Publicamos el documento en dos
partes. La primera parte apareció ayer. La segunda sigue hoy
más abajo.
La versión
original en inglés se publicó en tres partes del 2 al 4 de septiembre, 2010.
Los derechos
sociales básicos de la clase trabajadora
44. Todo hombre, mujer y niño tiene el
derecho a vivir, gozar de la vida y desarrollar su potencial al máximo, sin la
amenaza de caer en la pobreza o la escasez material. El hecho que decenas de
millones de personas en EE.UU. estén "mal-alimentadas, mal-vestidas,
mal-alojadas e inseguras"—casi 70 años después que el presidente Roosevelt
tildara a tales condiciones de intolerables—irrefutablemente condena al
capitalismo estadounidense. El Partido Socialista por la Igualdad propone que
la clase trabajadora adopte el concepto de que existen derechos sociales
esenciales para la vida en una sociedad moderna compleja; por lo tanto, éstos
son "inalienables". Los trabajadores deben estar resueltos a asegurar
estos derechos con la movilización de su fuerza de clase independientemente y
en oposición a los partidos políticos controlados por las grandes empresas e
instituciones del estado capitalista. Estos derechos son:
El derecho
al trabajo
45. El derecho al trabajo es el más básico de todos. Es imposible
satisfacer las necesidades de la vida sin un empleo estable con salario
adecuado. La pérdida de un trabajo trae consigo la pérdida de la autoestima y
las conexiones sociales, enormes presiones psicológicas, la eliminación del
seguro médico, la destrucción de los ahorros y el peligro de caer en la pobreza
y la indigencia, tanto para el trabajador como para su familia.
46. Millones de estadounidenses se enfrentan a esta
situación. Lo que en una época se consideraba inaceptable en EE.UU. ahora es lo
"normal". La tasa oficial de desempleo es casi el 10%, pero el
verdadero desempleo es mucho más alto. Más de la mitad de los desempleados han
estado sin trabajo por más de 27 semanas y el tiempo promedio de desempleo es
de nueve meses, nivel de desempleo a largo plazo sin precedentes desde la Gran
Depresión. Aproximadamente 26 millones de personas están desempleadas o
subempleadas. En algunos estados, el desempleo oficial es mayor al 14%,
mientras que el desempleo verdadero en centros urbanos se acerca al 50%.
47. El desempleo crónico le está robando
el futuro a toda una generación de jóvenes. El 60% de los universitarios se
están graduando sin tener ofertas de trabajo, y más de la mitad de los
trabajadores entre los 16 y 24 años están desempleados, lo que significa el
nivel de desempleo más alto desde la Segunda Guerra Mundial. Ya es
universalmente aceptado que la juventud de hoy vivirá significativamente peor
que sus padres.
48. Un programa de emergencia de obras públicas debe ser
inmediatamente puesto en marcha para ofrecer empleo para todos. Trabajo hay de
sobra: la reconstrucción de las escuelas, los hospitales, las viviendas
públicas, las carreteras, el transporte masivo, los sistemas de agua y desagüe,
las redes de comunicaciones y otros servicios públicos, y el mejoramiento de
las condiciones de vida del pueblo trabajador.
49. La clase trabajadora debe defender incondicionalmente
el derecho al trabajo contra el desempleo generalizado, los despidos y los
cierres de centros de trabajo. A cada trabajador que es despedido y a todos
aquellos que entran al mercado laboral se le debe garantizar capacitación
pagada y empleo.
El derecho a
un ingreso adecuado
50. Los salarios han estado bajo ataque durante décadas.
El desmantelamiento de las industrias ha eliminado los empleos industriales de
"clase media" con salarios adecuados, beneficios y seguridad laboral.
En la industria automotriz, que por mucho tiempo fijó el estándar de los
salarios en la manufactura, los nuevos trabajadores son contratados a $14 la
hora, apenas por encima de la muy inadecuada línea oficial de pobreza para una
familia de cuatro. El desempleo generalizado ahora se usa deliberadamente para
reducir los costos de mano de obra y aumentar las ganancias. La estrategia de
crecimiento económico del gobierno de Obama se basa en convertir a EE.UU. en
una plataforma exportadora basada en mano de obra barata.
51. El salario mínimo federal de hoy día ($7.25 la hora)
condena a millones a la pobreza. Debe ser reemplazado con un salario anual
garantizado que cubra todas las necesidades. Aquellos que no pueden trabajar
debido a la vejez, los problemas de salud o las discapacidades también deben
recibir este ingreso.
52. Durante décadas, las tarjetas de crédito, segundas
hipotecas y otras formas de deuda han ocultado el declive de los niveles de
vida. Los mismos bancos que fueron rescatados con fondos públicos están
apretando las tuercas a los trabajadores. Para garantizar la seguridad
económica, se debe crear un programa para aliviar las deudas de millones de
estadounidenses que trabajan casi como siervos de las enormes instituciones
bancarias. Tal programa debe incluir la reducción de pagos de deudas a niveles
asequibles y la abolición de los intereses usureros, las comisiones bancarias y
los cargos a los sobregiros.
El derecho a
la recreación
53. Los trabajadores han sido sometidos a un aumento
incesante de la jornada semanal, con millones que dependen de las horas
adicionales y de varios empleos para sobrevivir. La jornada de ocho horas,
demanda por la cual luchó el movimiento obrero hace casi 150 años, es hoy una
cosa del pasado. Los trabajadores de Estados Unidos laboran 340 horas más que
sus pares en Francia, o sea, casi nueve semanas completas adicionales. Mientras
millones llenan las filas de desempleo, los patrones tratan de reducir los
gastos aumentando las horas de los que todavía trabajan en vez de contratar a
los desempleados. Esto es inaceptable. La semana laboral se debe reducir para
mejorar las condiciones de vida y ofrecer trabajos a los desempleados. Los
trabajadores deben recibir un ingreso adecuado basado en una semana de 30 horas
de trabajo.
54. De los 33 países más ricos del mundo, EE.UU. es el
único en el que los trabajadores no tienen vacaciones pagadas por ley. Casi la
mitad de los trabajadores no tienen días de licencia pagados a causa de
enfermedad. Los trabajadores tienen el derecho a la recreación, a actividades
culturales y a pasar suficiente tiempo con sus familias. Esto debe incluir el
derecho a cinco semanas de vacaciones pagadas por año, más días de licencia por
enfermedad y licencia pagada por asuntos de familia. Además, la sociedad debe
ofrecer gratis guardería infantil y actividades luego de las horas escolares
para reducir la carga de las familias.
El derecho a
una vivienda decente y asequible
55. Se calcula que todos los años 3.5 millones de
personas, incluyendo 1 millón de niños, quedan sin techo. Más de 1 millón de
casas son reposeídas anualmente, y decenas de miles viven bajo la amenaza de
ser desalojados de sus apartamentos y viviendas alquiladas. Una de las pruebas
más condenatorias del sistema de ganancias es el surgimiento de asentamientos
informales de tiendas de campaña en las afueras de las grandes ciudades,
equivalentes modernos a las "villas Hoover" de la Gran Depresión.
56. La crisis económica del 2008 fue precipitada por una
orgía especulativa en las hipotecas de alto riesgo. Los prestamistas de
hipotecas explotaron la necesidad de la vivienda con una sucia confabulación
cuyo propósito fue extraer lo más posible de los que menos podían pagar. En
medio de este proceso, los precios de las casas subieron a niveles históricos.
A medida que los precios se derrumbaron en los últimos dos años, millones de
personas se encontraron "bajo agua"; es decir, deben más de lo que
valen sus casas.
57. La falta de viviendas asequibles es uno de los
factores principales que obliga a las personas a quedarse sin techo. Debido al
aumento del precio de las casas y la caída de los ingresos, el estadounidense
común gasta 34% de sus ingresos en vivienda y otro 30% en transporte. Esto deja
poco para alimentos, servicios públicos, salud, educación y otras necesidades
básicas.
58. Debe haber un paro inmediato a los desalojos y las
ejecuciones hipotecarias. Se deben reestructurar todas las hipotecas a niveles
asequibles y ser ajustadas a los salarios y a las condiciones de empleo.
59. El derecho a una vivienda adecuada para todos sólo se
puede asegurar si las industrias de la construcción y de las finanzas se
convierten en propiedad pública, e invirtiendo miles de millones de dólares en
fondos públicos para la construcción de nuevas casas y nuevos apartamentos y en
la renovación de las estructuras existentes.
El derecho a
servicios públicos y al transporte
60. Todos los años, a millones de hogares en EE.UU. le
cortan los servicios públicos por falta de pago. Estos cortes, motivados por el
interés de lucro de las enormes empresas de servicios, son directamente
responsables de incendios fatales, de gente muriéndose de frío en sus propios
hogares y otros horrores sociales.
61. La desregulación y privatización de las empresas de
servicios públicos en todo el país han causado un aumento de las tarifas de
electricidad y calefacción. Los más afectados son los pobres. En promedio, el
individuo que recibe el Seguro Social Suplementario [Supplemental Security
Income, SSI] gasta aproximadamente 20% de sus ingresos en servicios públicos.
Muchos trabajadores enfrentan facturas de miles de dólares que no pueden pagar.
Los programas federales y municipales de asistencia para los gastos de energía
para personas de bajos recursos económicos son inadecuados y carecen de fondos.
No obstante, este año el gobierno de Obama planea reducir otros $1.8 mil
millones a la asistencia monetaria de estos programas.
62. Todos los servicios públicos esenciales —incluyendo la
electricidad, el gas, el teléfono y el acceso al Internet— deben de estar a
disposición de todos como un derecho básico y no sujetos a las necesidades de
lucro de las empresas que ahora ofrecen estos servicios.
63. Al igual que los servicios esenciales ya mencionados,
los sistemas de transporte público para las masas han sido privados de
inversiones públicas y llevados al deterioro. Esto ha afectado severa y
particularmente, a los ancianos, los discapacitados y a todos aquellos que no
pueden proveerse de otros medios de transporte. Todos deben tener acceso al
transporte público seguro y asequible.
El derecho a
la atención médica de alta calidad
64. Los adelantos en la tecnología de
la medicina hacen posible mejorar enormemente la salud de la población mundial.
Sin embargo, 46 millones de personas en EE.UU. carecen de seguro médico y por
lo menos 25 millones más tienen seguro "insuficiente" y son incapaces
de cerrar la brecha entre las facturas médicas y lo que pagan las empresas de
seguros. Los programas federales de atención médica, incluyendo Medicare y
Medicaid, son inadecuados, carecen de fondos suficientes y están bajo ataques
continuos.
65. A pesar que los gastos incurridos por la atención a la
salud son el doble o más que en otros países capitalistas avanzados, EE.UU. se
encuentra de último entre éstos en cuanto a la salud se refiere. Según un
estudio realizado en 2009 por investigadores de Harvard, en el 2005 hubo casi
45 mil muertes en el país relacionadas con la falta de cobertura médica. Las
altas facturas médicas son responsables del 62% de las quiebras personales, y
el 80% de éstas corresponden a familias que tienen seguro médico.
66. La reacción de la clase dirigente a la crisis de la
salud ha sido reducir los gastos que le corresponden a las grandes empresas y
el gobierno y racionar la atención médica para la gran mayoría del pueblo. El
gobierno de Obama dirige esta campaña bajo la fraudulenta consigna de la
"reforma" de la atención médica a la salud; campaña elaborada en
íntima consulta con las compañías de seguros y las empresas farmacéuticas. Al
mismo tiempo, el mismo gobierno ha formado un panel bipartito sobre el déficit
presupuestal cuyo propósito es reducir los programas federales de la salud y
del Seguro Social. A nivel estatal, gobiernos que sufren de falta de fondos
están reduciendo la cobertura y la elegibilidad para los pobres, ancianos y
discapacitados que reciben ayuda de Medicaid.
67. La solución a la crisis de la
atención médica requiere poner fin a las empresas privadas de asistencia
médica, las cuales producen $200 mil millones anuales en ganancias a costa del
sufrimiento humano, y establecer un sistema de salud socializado. Esto
significa la eliminación del sistema basado en el lucro por medicina y el
establecimiento de una asistencia médica gratis, pública y de alta calidad para
todos. Ésta debe incluir el derecho a la atención preventiva, las recetas
farmacéuticas, la atención a la salud mental, los análisis y procedimientos
avanzados, así como también el derecho al aborto, que está bajo ataque en todo
el país. Un programa de miles de millones de dólares debe lanzarse para
capacitar a nuevos médicos y demás personal relacionado con la medicina, y para
establecer nuevos centros médicos que satisfagan las necesidades de todo el
pueblo. De la misma manera, se debe cancelar toda deuda por motivo de gastos de
salud.
El derecho a
una jubilación segura
68. Millones de trabajadores jubilados y ancianos están a
la merced del capitalismo de Estados Unidos, obligados a vivir en la pobreza
cuando ya no son capaces de producir ganancias para sus patronos. Los recortes
a la atención médica, o su falta de disponibilidad para los ancianos, significan
que los hijos deben dedicar sus propios recursos para encargarse de sus padres.
69. Más de 7 millones de estadounidenses de edad
avanzada—aproximadamente uno de cada cinco—viven bajo la línea de la pobreza
debido parcialmente al aumento del costo de la atención a la salud. Casi el 60%
de los ancianos depende totalmente del Seguro Social para sobrevivir. Debido a
que los beneficios del Seguro Social son inadecuados, más y más trabajadores
mayores se ven obligados a posponer su jubilación o a regresar a sus empleos, a
menudo compitiendo con jóvenes por empleos de salario mínimo porque los
beneficios del Seguro Social son inadecuados. Los trabajadores mayores también
están sujetos a la discriminación debido a su edad. Casos documentados de esto,
según varios informes, aumentaron un 10% entre 2004 y 2009.
70. Los beneficios de aquellos
trabajadores que en otros tiempos pudieron recibir pensiones adecuadas hoy
están siendo reducidos. Los trabajadores más jóvenes sólo encuentran empleos
con beneficios mínimos o sin ningún beneficio. En las últimas tres décadas han
proliferado los planes de pensión basados en contribución fija, incluyendo los
planes 401(k), que han reemplazado a los planes basados en beneficios fijos. El
resultado ha sido una reducción considerable de costos para las empresas y la
transformación de las pensiones en medios para inyectar miles de millones de
dólares en la bolsa de valores, poniéndolos a la merced de especuladores.
71. Todos los trabajadores deben ser garantizados una
pensión que permita una jubilación segura con un ingreso que cubra todas las
necesidades de la vida. Los trabajadores deberían, si desean, poder jubilarse a
los 60 años con una pensión completa. Los programas para cuidar a los ancianos
deben expandirse y ser completamente financiados con fondos públicos.
El derecho a
la educación
72. Mientras más complejos sean la sociedad y el trabajo,
más se le requiere a los trabajadores una educación de alta calidad. Sin
embargo, la educación en actualidad es pésima y va empeorando. Carente de
fondos, las autoridades estatales y municipales por todo el país están cerrando
escuelas públicas y eliminando programas esenciales. Los maestros se convierten
en chivos expiatorios, se les culpa de haber creado la crisis en la educación, o
han sido obligados a aceptar despidos, reducciones en los beneficios y
salarios, y un aumento en la cantidad de alumnos por clase. El deterioro de las
escuelas, junto con la crisis social, ha resultado en un gran aumento en la
deserción escolar. El resultado inevitable es una disminución en el rendimiento
escolar.
73. La catástrofe a la que se enfrentan las escuelas
públicas es consecuencia de tres décadas de ataques y reducciones
presupuestales, de la privatización de los servicios escolares, de la transferencia
recursos públicos a las escuelas con fines de lucro, y de la proliferación de
la valoración del rendimiento escolar basado en un sistema que enfoca la manera
de como aprobar los exámenes y las pruebas [Performance-based] en vez de como
aprender a pensar lógica y creativamente. Estas acciones han ido mano a mano
con ataques contra la separación del estado y la iglesia por medio de la
introducción en las escuelas del adoctrinamiento religioso en lugar de enseñar
la teoría de la evolución, la cosmología y otras ciencias. El programa Race to
the Top ("Carrera a la Cima") de Obama ha profundizado la política
derechista promovida por la ley bipartita, No Child Left Behind ("Qué
ningún niño se quede atrás") firmada por Bush. La expansión de charter
schools [escuelas públicas especiales que funcionan con fondos del estado y
financiamiento privado pero de manera autónoma] obliga a los distritos
escolares a competir por fondos limitados, a eliminar los puestos de maestros
que enseñan en escuelas de bajo rendimiento escolar, y al cierre de las mismas.
74. Si bien la desigualdad siempre ha azotado la educación
en EE.UU., la expansión de la democracia estadounidense estuvo acompañada de un
creciente acceso a esa educación—incluyendo el establecimiento de la educación
pública después de la Revolución Estadounidense, la expansión de la educación
pública secundaria promovida por el reformista Horace Mann, la extensión de la
educación a los afro-americanos tras la Guerra Civil, y la desegregación del
Siglo XX. Estas reformas tempranas ahora están siendo destruidas. Es
precisamente el aspecto igualitario de la educación pública que la convierte en
el blanco de los políticos de derecha y de los intereses empresariales que
éstos representan.
75. El acceso a la educación universitaria está cada vez
más lejos del alcance de los jóvenes trabajadores, quienes se ven forzados a
tomar decenas de miles de dólares en préstamos para pagar gastos intolerables
de matrícula. Estudiantes que se gradúan con licenciatura de instituciones
universitarias públicas de cuatro años deben un promedio de $20.000, justo
cuando se enfrentan a un futuro laboral cada vez más sombrío. La deuda total de
préstamos que estudiantes universitarios deben llega a casi $1.000.000.000.000
(trillón), lo que supera la deuda total de tarjetas de crédito. Esta deuda debe
ser eliminada en su totalidad.
76. Todo debate acerca de la igualdad en una sociedad en
la que el acceso a la educación lo determina, en gran medida, la condición
económica del estudiante, es un fraude. Un programa de obras públicas debe
incluir un plan para contratar a decenas de miles de maestros y personal
educativo con salarios y beneficios adecuados, reducir el tamaño de las clases,
reparar las escuelas más antiguas y construir otras nuevas, y equipar todas las
escuelas con libros que estén al día y una tecnología de aprendizaje más
moderna. La educación superior gratis, inclusive la educación continua para los
trabajadores adultos, es una necesidad en la sociedad moderna y debe ser garantizada
a todos.
El derecho a
un medio ambiente sano y seguro
77. La salud y el bienestar de la humanidad dependen de un
medio ambiente saludable. Sin embargo, es imposible resolver la degradación del
medio ambiente en una sociedad en que todas las decisiones son dictadas por la
necesidad de lucro.
78. El desastre del derrame de petróleo en el Golfo de
México ha destruido la base económica y ambiental de toda la región. Este es un
ejemplo claro de las consecuencias letales de la desregulación, de la reducción
de costos por las empresas y de la búsqueda temeraria de ganancias por parte de
esas mismas grandes empresas. Ante la mayor catástrofe ambiental en la historia
de EE.UU., el gobierno de Obama ha dejado todo en manos de BP, defendido
incondicionalmente los intereses de lucro de la empresa, y no le ha pedido
cuentas a nadie. Las víctimas inmediatas de la catástrofe—los trabajadores y
propietarios de pequeños negocios en la región del Golfo—recibirán una
indemnización insuficiente como pago por la devastación de sus medios de
subsistencia.
79. Entre los muchos desastres ambientales que la
humanidad enfrenta—incluyendo la contaminación de las ciudades y las vías
navegables, la devastación de las selvas tropicales y las zonas costeras y la
destrucción de la diversidad biológica—tal vez el más peligroso sea el
calentamiento global, que amenaza con alterar el clima del mundo, destruir la
producción agrícola, aumentar el peligro de la propagación de enfermedades, y
poner en peligro toda la vida en el planeta. A pesar de las advertencias
urgentes de científicos del mundo, los gobiernos capitalistas de todo el mundo
son incapaces de reaccionar debidamente. Incluso los tratados internacionales
inadecuados, tales como el Protocolo de Kyoto, han sido declarados irrealizables.
80. Todo plan de respuestas de emergencia a la catástrofe
ambiental debe comenzar con la expropiación de las gigantes empresas que
dominan la energía mundial para colocarlas bajo el control democrático de la
clase trabajadora. Este es el primer paso imprescindible para la ejecución de
un plan racional mundial de producción de energía que satisfaga las necesidades
sociales y proteja el medio ambiente, y que incluye grandes inversiones de
carácter social en formas alternativas de energía y transporte público. La
expropiación de estas empresas también librará importantes recursos para
garantizar que las regiones afectadas por desastres ambientales sean
restauradas y que los que han sufrido la destrucción de sus medios de vida,
incluso por el derrame (vertido) petrolero de BP, sean compensados.
81. Incluido en el derecho a un medio ambiente saludable
está el de un ambiente de trabajo seguro. Décadas de reducciones de costes y
desregulaciones gubernamentales han creado un ambiente de trabajo cada vez más riesgoso;
ambiente que causa desde los trastornos de estrés que anualmente afectan
aproximadamente a 1 millón de trabajadores, a los accidentes fatales como la
explosión en la mina Upper Big Branch, en la que perecieron a 29 mineros en el
peor desastre de la minería del carbón en 40 años. El sistema capitalista trata
como mercancías desechables a los trabajadores, cuyos daños físicos, e incluso
la muerte, son de poca importancia en comparación al afán implacable por las
ganancias y la acumulación de la riqueza individual.
El derecho a
la cultura
82. El acceso al arte y a la cultura es un elemento básico
de una sociedad saludable. Sin embargo, como todo lo demás, es objeto de
ataques incesantes. La cultura de Estados Unidos—el cine, la televisión, la
música—una vez fue enormemente atractiva debido a sus innovaciones y su
espíritu democrático y humanista. Pero la subordinación de la cultura a las
ganancias empresariales ha creado una inmensa degeneración.
83. La cultura ha sufrido reducciones presupuestales en las
artes, lo cual es un asalto ideológico de la derecha sobre la expresión
artística, y en la educación general de la sociedad estadounidense. Los
subsidios gubernamentales a museos, orquestas, teatros y estaciones públicas de
radio y televisión han sido reducidos. La educación artística y musical ha sido
reducida drásticamente o eliminada del todo de la mayoría de las escuelas
públicas. Los horarios y servicios de las bibliotecas públicas han sido
reducidos y las reducciones presupuestales a las escuelas han forzado el cierre
de las mismas. Los medios de prensa, propiedad de grandes corporaciones,
funcionan como voceros del gobierno y de la clase adinerada, contaminando las
ondas públicas y diseminando mentiras. El daño al tejido moral e intelectual de
la sociedad que resulta de esta perspectiva mercenaria y filistea es imposible
de cuantificar.
84. Permitir acceso ilimitado al arte y la cultura a todos los trabajadores
requiere de gran cantidad de fondos públicos y la creación de nuevas escuelas y
complejos para la música, la danza, el drama, y el arte, ya sean gratuitos o a
bajo costo. Las decisiones sobre los subsidios y fondos para las artes deben
moverse de las manos de los políticos y burócratas a la de los comités de
artistas, músicos y otros trabajadores culturales.
85. Los derechos sociales que hemos enumerados representan
las necesidades esenciales de la clase trabajadora. Sería utópico creer que se
van a lograr sin una reorganización fundamental del poder económico y sin una
redistribución de la riqueza dentro de Estados Unidos. El Partido Socialista
por la Igualdad declara abiertamente que la conquista de esos derechos requiere
un ataque frontal contra las prerrogativas de las grandes empresas y de los
ricos, privilegios que hasta ahora no han sido sometidos a tela de juicio. La
inmensa riqueza que es fruto del esfuerzo de generaciones de trabajadores debe
ser expropiada de las capas privilegiadas y puesta a la disposición de todo el
pueblo. Nada lograrán los trabajadores con evitar esa confrontación directa
contra el poder económico y político de la clase capitalista. Por lo tanto, la
lógica de la lucha por los derechos sociales de los trabajadores plantea
demandas adicionales, las cuales incluyen:
Por la
expropiación de los bancos y las instituciones bancarias
86. Todas las necesidades básicas de la clase trabajadora
de hoy día están en conflicto con la dictadura de los grandes bancos e
instituciones bancarias en todas las esferas de la vida política y económica.
Esas grandes empresas, instituciones que dominan la economía, controlan
inmensos recursos sociales producto de la labor colectiva de miles de millones
en todo el mundo. Lejos de beneficiar a la sociedad, esos inmensos recursos
sólo se utilizan para multiplicar las riquezas de un pequeño grupo, para
sobornar a los gobiernos y para dictar política.
87. En los últimos 40 años, los bancos
se han vuelto mucho más poderosos. Una ola de fusiones empresariales,
propulsadas por los bancos, ha causado la drástica reducción de los sueldos, la
contracción de empresas y el saqueo de los fondos destinados a las pensiones y
la salud. La explosión de la bolsa de valores durante la década de los 1990
causó que Wall Street se enfocara obsesivamente en las ganancias inmediatas.
Con frecuencia este fenómeno iba mano a mano con—y requería—la destrucción de
fuerzas productivas reales, el cierre de fábricas y la eliminación de empleos.
88. El parasitismo de la aristocracia bancaria, cuyas
riquezas cada vez se separan más de la producción de valores reales, fue una de
las causas principales del colapso bancario del 2008. En varios casos, tales
como en las apuestas de Goldman Sachs a favor del colapso del mercado de los
negocios inmobiliarios, la crisis fue creada deliberadamente para enriquecer a
los especuladores de Wall Street. El dogma de la "libre empresa" no
impidió que los bancos y sus representantes políticos saquearan el tesoro
público para cubrir las malas deudas de la aristocracia bancaria. El gobierno
se hizo cargo de esas deudas; ahora se pagarán con la reducción de beneficios
sociales importantes.
89. Las reacciones la clase dirigente bancaria y de sus
representantes políticos a la crisis han expandido el poder de los bancos
enormemente. Como consecuencia de una cadena de quiebras bancarias, los cuatro
bancos comerciales principales de Estados Unidos—Citigroup, J.P. Morgan Chase,
Bank of America y Wells Fargo—ahora controlan aproximadamente el 70% del
capital bancario; a fines del 2000 controlaban menos del 50%.
90. No existe una sola necesidad social que se pueda
satisfacer mientras estas instituciones sigan en manos privadas. Los bancos y
todas las otras grandes instituciones financieras deben ser expropiadas— con
garantía total para los pequeños depositantes—y pasadas a la administración
democrática de la clase trabajadora como propiedades públicas. Así se liberarán
enormes recursos para crear programas de obras públicas que eliminen la pobreza
y satisfagan las necesidades sociales en Estados Unidos y el resto del mundo.
Por la
nacionalización de las grandes empresas
91. Codo a codo con los bancos van las
grandes empresas. Nunca antes en la historia de Estados Unidos han existido
tantos monopolios. Después de décadas de desregulaciones y fusiones
empresariales se han creado las condiciones en que unas pocas grandes
empresas—ExxonMobil y ChevronTexaco en la producción de energía; Archer Daniels
Midland y Monsanto en la industria agropecuaria; Johnson & Johnson y Pfizer
en productos farmacéuticos; y Apple, Google e Intel en la tecnología de la informática—dominan
los mercados, determinan la política del gobierno y explotan a cientos de miles
de trabajadores en todo el mundo.
92. Es un fraude lo que se afirma acerca de estas
gigantescas empresas: que funcionan de la manera más eficiente sólo cuando son propiedad
privada. En estas empresas se trabaja día y noche para defender sus propios
intereses egoístas a expensas de toda la sociedad. Así no sólo impiden el
desarrollo de recursos energéticos alternativos y del transporte público, sino
que mantienen su control de los monopolios de los sistemas de informática.
93. Todas las empresas industriales, de manufactura y de
informática en manos privadas—cuyo valor excede los $10 mil millones—deben ser
transformadas en empresas públicas y los pequeños accionistas deben ser
indemnizados 100%. Además, las inversiones en los fondos para financiar los
planes de pensión y salud deben garantizarse. Las industrias de mayor
importancia para el funcionamiento de la sociedad—incluyendo la
telecomunicación, la agricultura, la educación, la salud y el
transporte—también deben ponerse en manos públicas y bajo control democrático.
94. Estas medidas no significa que todo debe
nacionalizarse. Las pequeñas y medianas empresas, fuentes de empleo para
millones de trabajadores, desesperadamente también necesitan acceso a fuentes
de crédito fidedignas y ayuda para defenderse contra con las injustas prácticas
monopolísticas de las grandes empresas.
Por el
control obrero
95. Junto con la expropiación de los bancos y de las
grandes empresas se debe establecer un control sobre la producción que sea
verdaderamente democrático, condición obligatoria para elaborar un plan
racional de producción y distribución global con el propósito de reemplazar la
anarquía del mercado capitalista y así asegurar que todas las decisiones
correspondan a las necesidades sociales.
96. No es el propósito de la política socialista
reemplazar a los financieros capitalistas con burócratas que no le deben
responsabilidad a nadie. La democracia industrial significa que el pueblo
trabajador ejerce un verdadero control sobre la vida laboral. No hay nada
democrático en un sistema cuyos lugares de trabajo—donde la mayoría de la gente
pasa gran parte del tiempo—se administran como dictaduras. Las decisiones que
afectan las condiciones de trabajo, la seguridad, los sueldos, las horas y los
contratos de empleo deben estar sujetos al control democrático de los
empleados. Eso supone que los libros de contabilidad de todas las empresas se
abran para la inspección de los trabajadores y del público en general. Los
trabadores también elegirían por voto democrático a los administradores de sus
empresas.
Por la
igualdad social
97. Una de las pruebas esenciales del progreso o el atraso
de una sociedad es si ésta ofrece mayor o menos igualdad. Los niveles de
desigualdad que ahora imperan en Estados Unidos no tienen par en la historia
del país. Las últimas cuatro décadas han producido un aumento de desigualdad
increíble. En los años 1970, el 1% más rico de la población recibió aproximadamente
del 8 al 9% de todos los ingresos anuales. Para el 2007, la porción había
aumentado marcadamente a un 23,5%; nivel que no había existido desde los años
veinte justamente antes de la Gran Depresión. Durante este mismo periodo
[1970-2007] el 58% de todo el aumento en los ingresos cayó en manos del 1% más
rico, y el 35% fue a parar al 10% del 1% más rico. Los ingresos para el 60% más
pobre de la población declinaron en un 5%.
98. Hoy existen 1000 personas a nivel mundial con fortunas
superiores a los mil millones de dólares; 400 de ellos viven en Estados Unidos.
La riqueza colectiva de estos súper ricos aumentó en un 50% durante el 2009 a
$3.600.000.000.000. La riqueza de esta capa ha aumentado a pesar de la peor
crisis económica en varias generaciones, consecuencia de medidas políticas de
los gobiernos del mundo, sobre todo del gobierno de Obama. El rescate del
sistema económico—rescate valorado en miles de millones de dólares—se llevó a
cabo al mismo tiempo que se rechazó toda medida para controlar las compensaciones
y los bonos de los ejecutivos empresariales y a los gerentes de los fondos tipo
"hedge" que protegen a los inversionistas.
99. Como si el retiro de miles de millones de dólares del
sector productivo no causara ningún impacto económico, los apologistas del
sistema capitalista insisten que la desigualdad no tiene nada que ver con la
crisis económica. El apetito insaciable de la aristocracia bancaria, que
constantemente exige mayores ganancias, ha llevado al país a la quiebra y
acelerado una orgía tras otra en las especulaciones financieras. Los mismos
jefes ejecutivos de las empresas que pretenden no tener dinero para pagar
sueldos buenos y que drásticamente reducen sus fuerzas laborales, de alguna
forma encuentran la manera de pagarse a sí mismos y a sus gerentes más
importantes millones o hasta decenas de millones de dólares todos los años.
100. Instamos a tomar medidas inmediatas
que fomenten la igualdad social y la distribución radical de la riqueza,
inclusive un impuesto progresivo de rentas internas que los ricos serían
mayormente responsable de pagar. Al mismo tiempo, los impuestos para la vasta
mayoría de la población deberían reducirse. También hay que aumentar
significativamente los impuestos sobre las ganancias de todas las empresas principales.
101. Además de las razones políticas y económicas que
justifican la expropiación de los ricos, existen también las razones morales y
legales. El famoso dicho de Balzac—que detrás de cada gran fortuna hay un gran
delito—bien describe a la aristocracia de hoy día, lo que se evidencia en los
fraudes perpetrados por la empresa Enron y en los embrollos de los préstamos
hipotecarios de alto riesgo. ¡Tanta riqueza se ha acumulado con métodos
totalmente destructivos e indiscutiblemente delictivos! No obstante, muy pocos
de esos empresarios criminales han rendido cuentas. Los más culpables de todos
se salieron con la suya. El PSI aboga por la investigación y el enjuiciamiento
de todos los que hayan participado en actividades especulativas y en la
malversación de los recursos sociales y empresariales.
102. La lucha por la igualdad social rechaza toda forma de
discriminación basada en el racismo, el género, la religión, la etnicidad, el
país natal y la orientación sexual. Pero la igualdad verdadera no significa que
las oportunidades educacionales y laborales deben racionarse según las
diferencias raciales u otras categorías. El programa de la "acción
afirmativa" beneficia solamente a una capa privilegiada a la vez que
divide a los trabajadores y estudiantes blancos y minoritarios y los obliga a
competir unos contra otros por empleos y admisiones a las universidades.
Insistimos en la igualdad completa por medio de grandes inversiones en la
sociedad para garantizar todas las necesidades sociales, incluyendo la educación
universitaria gratis y accesible para todos. Sólo a través de estas medidas,
basadas en la unidad de todos los sectores de los trabajadores en lucha, se
puede establecer una sociedad en la que todos puedan gozar la seguridad
económica y realizar su potencial.
Demandas
políticas y democráticas
103. En conclusión, tenemos toda una
serie de demandas democráticas y políticas de gran importancia para el futuro
de la clase trabajadora, cuyas luchas no pueden limitarse solamente a la esfera
económica por importantes que ésta sea. La clase trabajadora debe estar
consciente del contexto político e internacional de la lucha contra sus
‘propias' burguesías. En este programa, el PSI incluye demandas en torno a esas
grandes cuestiones políticas.
Por la
defensa de los derechos democráticos
104. El desarrollo de la desigualdad social no es
compatible con la democracia. La nueva aristocracia exige que el gobierno se
base en principios aristocráticos, con el resultado de que el estado se muestra
cada vez más como instrumento de una clase para oprimir a la otra. Desde la
Roma antigua hasta las épocas prerrevolucionarias en Francia y Rusia y hasta el
presente, los que acumulan grandes fortunas hacen todo lo posible para no
perderlas. Los derechos democráticos fundamentales en Estados Unidos están bajo
ataques constantes. Establecidos por la Revolución y la Guerra Civil, éstos
incluyen la libre expresión y asociación política; el derecho al voto y a
protecciones durante los trámites de juicios penales; y la protección contra
los registros y secuestros de bienes arbitrarios.
105. Los ataques del 11 de septiembre en 2001 se han
utilizado como pretexto para expandir enormemente el espionaje interno, limitar
la libertad de expresión y asociación, y ampliar los poderes de la rama
ejecutiva del gobierno. La clase dominante de Estados Unidos ha armado una
vasta maquinaria de seguridad nacional que incluye al Departamento de Seguridad
de la Patria [Department of Homeland Security; DHS, siglas en inglés], que
cuenta con el apoyo de cientos de oficinas y agencias del gobierno y de
empresas privadas. Los poderes de espionaje interno del FBI y de la Agencia de
Seguridad Nacional contra el pueblo se han expandido debido a la Ley Patriota y
varios decretos del ejecutivo. El gobierno de Estados Unidos ha dictado que
tiene el poder de encarcelar indefinidamente y sin cargo alguno a cualquiera,
inclusive a ciudadanos del país.
106. El ataque contra los derechos democráticos se arraiga
profundamente en la estructura social de Estados Unidos, especialmente en la
extrema desigualdad social, y no es producto de un solo gobierno. Esto lo
muestra la Casa Blanca de Obama, que ha agravado las medidas antidemocráticas
de Bush. Se ha opuesto a toda investigación de los funcionarios del gobierno de
Bush que violaron la Constitución y sigue apoyando a la Ley Patriota y otras
leyes antidemocráticas. También ha suprimido la publicación de fotografías que
muestran la tortura y otras actividades delictivas e invocado el privilegio de
guardar secretos de Estado para prevenir que las víctimas de tortura entablen
pleitos contra el gobierno. Obama también ha intensificado la persecución de
las personas que revelan instancias de mala conducta en el gobierno y las
empresas y ha lanzado una campaña contra WikiLeaks por publicar documentos que
revelan las actividades delictivas de los militares estadounidenses.
107. Incapaz de encontrar toda solución a la crisis social
de Estados Unidos, la clase dirigente y su gobierno recurren al encarcelamiento
de más gente, en términos proporcionales a la población, que cualquier otro
país del mundo. En este país, que se auto denomina líder del ‘mundo libre',
viven 2.3 millones de individuos encarcelados en condiciones de extrema
brutalidad. Más de cinco millones existen en libertad vigilada o provisional.
Estados Unidos es uno de los pocos países avanzados que todavía utiliza la pena
de muerte, habiendo ejecutado a 1,216 individuos desde que la Corte Suprema
autorizara la reanudación de estos asesinatos legales en 1977.
108. Para defender los derechos
democráticos es imprescindible abolir las fuerzas de seguridad del Estado,
inclusive todas sus agencias—el Departamento de la Seguridad de la Patria, la
CIA, el FBI y la NSA [National Security Agency] —y la revocación de la Ley Patriota
y otras leyes impuestas bajo el pretexto de la ‘guerra contra el terrorismo'.
La clase trabajadora debe iniciar una ofensiva contra los intentos de la clase
dirigente para buscar apoyo en las fuerzas sociales y políticas más
reaccionarias, las cuales desean integrar a su campaña para eliminar los
derechos básicos. Debe redoblar sus esfuerzos no solo para defender las
conquistas sociales y democráticas ya logradas, sino también democratizar la
sociedad de Estados Unidos, incluyendo la abolición de la pena de muerte y el
desmantelamiento de toda la maquinaria interna policial y carcelaria.
Contra la
guerra y el militarismo
109. La intensificación del militarismo
amenaza a los derechos democráticos. Hace medio siglo que el Presidente Dwight
D. Eisenhower, comandante en jefe durante la Segunda Guerra Mundial, advirtió
acerca del surgimiento de un "complejo industrial militar" con el
"potencial para el desastroso surgimiento de un poder
desequilibrado". Advirtió que el pueblo de Estados Unidos "no debería
dar nada por sentado". Desde ese entonces, el poder de las fuerzas
militares ha crecido ininterrumpidamente. Al transformarse en una fuerza
"totalmente voluntaria", se han aislado más y más de los sentimientos
democráticos del pueblo.
110. Los soldados de hoy, que en su mayoría provienen de la
juventud trabajadora, están perennemente sujetos a ser desplegados para
combate. Decenas de miles sufren del síndrome de estrés post traumático, de
lesiones horribles, o mueren en las guerras neo coloniales de Washington. Con
la intención de crear lo que bien se podría llamar una casta militar aparte, se
les enseña que son "guerreros". Los oficiales de las fuerzas armadas
más y más se politizan y favorecen a la derecha, y los de mayor antigüedad
desafían abiertamente al gobierno civil en cuanto a política se refiere. Por su
posición social e ideológica, estos militares de Estados Unidos más y más se
asemejan a sus contrapartes por todo el mundo que han llevado a cabo golpes
militares e impuesto dictaduras sangrientas.
111. Las fuerzas armadas constantemente se integran a la vida política de
Estados Unidos, en la que juegan un papel cada vez más directo. El uso abierto
de estas fuerzas en situaciones internas ha socavado la Ley Posse Comitatus,
que prohíbe la intervención de las fuerzas militares en los conflictos internos
del país. Con la creación de Comando del Norte, por primera vez se ha creado
una estructura de mando militar que supervisa al territorio de Estados Unidos.
Todas estas medidas han echado las bases embrionarias para establecer una
dictadura militar y policial en el país.
112. La economía mundial se ha integrado
como nunca antes en un sistema único de producción, pero este desarrollo sólo
ha empeorado los conflictos entre los estados- naciones e intensificado el
peligro de guerra. Las que Bush llamara "guerras del Siglo XXI"
comenzaron con la invasión de Afganistán en octubre de 2001. Ésa es ahora la
guerra más prolongada en la historia del país. Le siguió la invasión a Irak en marzo
de 2003. Las dos guerras se han llevado a cabo en conjunto con una serie de
confrontaciones menores y con amenazas de conflictos más amplios entre las grandes
potencias.
113. La agresión estadounidense ya ha causado la muerte de
cientos de miles de iraquíes y afganis y convertido a millones en refugiados.
Más de 7000 soldados estadounidenses y de otras naciones que ocupan a estos dos
países yacen muertos. Las atrocidades militares estadounidenses contra las
poblaciones civiles por todo el mundo ahora son rutinarias. Al mismo tiempo,
Estados Unidos insiste en su derecho de asesinar a quienes considere enemigos,
incluyendo a sus propios ciudadanos.
114. Bajo el gobierno de Obama, estas guerras se han
expandido, inclusive con el enorme aumento de tropas yanquis en Afganistán. Los
bombardeos contra Pakistán también se han intensificado. Al mismo tiempo, el
gobierno amenaza a Irán cada vez más con imponerle sanciones.
115. Estados Unidos ha dedicado cuantiosos recursos a la
producción de los medios destructivos más avanzados que se puedan imaginar. Si
se suman el presupuesto militar y los gastos con que EE.UU. directamente
financia sus guerras en el extranjero ($700 billones en total) y a éstos se le
añaden a los gastos militares que no incluyen al Departamento de Defensa, la
cantidad anual total de los gastos militares excedería $1,000,000,000,000 (un
trillón de dólares).
116. Tanto los gobiernos Demócratas como Republicanos
constantemente aluden a los extraños e inexplicables acontecimientos del 11 de
septiembre del 2001 para justificar una interminable "guerra contra el
terrorismo". En realidad, esa tragedia no fue más que un pretexto para
lanzar guerras de agresión cuyo propósito fue y es establecer la hegemonía de
EE.UU. sobre regiones vitales de gran importancia geoestratégica que contienen
gran parte del petróleo, el gas natural y otras materias primas en el mundo.
117. La crisis económica ha agravado tensiones globales que
en cualquier momento pueden estallar en guerras. EE.UU. se prepara asiduamente
para el conflicto militar contra China. Por otra parte, aparecen de nuevo las
viejas divisiones europeas que terminaron en las dos guerras mundiales. Las
intenciones del imperialismo yanqui de aprovecharse del colapso de la Unión
Soviética para extender su influencia en Europa Oriental y en las antiguas
repúblicas soviéticas agrava las tensiones con Rusia, lo que también crea la
posibilidad de un conflicto militar directo, evidente en el ataque de Georgia
contra Osetia del Sur en agosto del 2008 con el apoyo de EE.UU. Al igual que en
los años 1930, la crisis capitalista global intensifica los conflictos
económicos y comerciales. Éstos deben resultar inevitablemente en mayores
tensiones militares entre EE.UU. y sus antiguos aliados capitalistas. Otra
guerra mundial pondría en juego el futuro de nuestra civilización, dado que las
grandes potencias poseen armas nucleares.
118. El P.S.I. demanda la retirada inmediata e incondicional
de Irak y Afganistán de todas las tropas estadounidenses, británicas y de otros
países. Los culpables de haber planeado y lanzado guerras de agresión deben ser
sometidos a juicio. Es necesario desmantelar la enorme maquinaria militar y de
espionaje de EE.UU. clausurando las cientos de bases militares en el extranjero
y disolver el ejército permanentemente. Con eso se pondrían a disposición de la
sociedad inmensos recursos para compensar a los países asolados por el
imperialismo yanqui y para cumplir con las necesidades sociales en el mismo
Estados Unidos.
119. La única alternativa progresista al militarismo es el
internacionalismo socialista: la lucha por unir a la clase trabajadora
internacionalmente, por un futuro socialista en el que todos los recursos del
planeta se puedan utilizar y desarrollar cooperativamente para eliminar azotes
como la pobreza, las enfermedades y la ignorancia, así como para mejorar los
niveles de vida y culturales de toda la humanidad.
Por la
defensa de los trabajadores inmigrantes
120. Toda la clase trabajadora debe defender los derechos
de los trabajadores inmigrantes contra la súper explotación por parte de los
patrones capitalistas y contra la represión por parte de la policía y las
autoridades migratorias.
121. Tanto la prensa como los políticos que defienden los
intereses de las grandes empresas tratan de convertir a los inmigrantes en
chivos expiatorios por los males que ocurren en la sociedad. Incitan al racismo
y al chauvinismo. Fomentan la despreciable mentira que esta capa oprimida de la
clase trabajadora es responsable del creciente desempleo, de la caída de los
sueldos y de los ataques contra los beneficios sociales. Pero esa agresión es
consecuencia de los ataques contra toda la clase trabajadora por parte de las
grandes empresas. Tienen un propósito: desviar la ira popular y la frustración
de las masas en contra del sistema capitalista y dividir y debilitar a toda la
clase trabajadora.
122. Sectores enteros de la casta política que gobierna al
país ahora proponen medidas descaradamente racistas y antidemocráticas que
facilitarían las redadas de las masas inmigrantes. También abogan por la
modificación de la decimocuarta enmienda a la Constitución de Estados Unidos
para eliminar las garantías que protegen el derecho de ciudadanía a todos los
nacidos en el territorio nacional. Este ataque contra un derecho democrático
tan fundamental—adoptado después de la Guerra Civil no sólo para garantizar la
ciudadanía de los ex-esclavos, sino también para garantizar la protección
equitativa ante la ley y los procesos jurídicos de todos los
ciudadanos—constituye una amenaza contra toda la clase trabajadora.
123. Con la ayuda de sus partidarios
liberales y de presuntos "izquierdistas", el régimen de Obama se ha
aprovechado de la ira popular contra esta política para abogar por sus propias
medidas reaccionarias bajo la bandera de una "amplia reforma
migratoria". Pero el mismo Obama se ha puesto al frente de la campaña para
militarizar la frontera (incluyendo el uso de aviones Predator), extender las
redadas en lugares de trabajo, y deportar a trabajadores inmigrantes. Muchos
inmigrantes, desesperados por conseguir trabajo, han muerto cruzando la
frontera con EE.UU. por zonas inhóspitas, consecuencia de la expansión de
fuerzas policiales en la frontera. El gobierno también ha propuesto el uso de
cédulas de identificación biométricas, lo que le abriría el paso a la introducción
de tarjetas nacionales de identificación que le facilitarían al gobierno
controlar a toda la población.
124. El PSI lucha para revocar todas las leyes anti-migratorias
y desmantelar la Agencia para el Control de Inmigración y la Aduana (ICE; siglas
en inglés), así como también la Patrulla Fronteriza de EE.UU. Aboga para que a
todos los trabajadores indocumentados se les garantice plenos derechos legales,
incluyendo el derecho al empleo y a viajar a sus países de origen sin ser
amenazados con no poder regresar o con ser separados de sus familias. En
oposición a la militarización de las fronteras y la persecución de inmigrantes,
no solo en EE.UU sino en todo el mundo, la clase trabajadora debe defender el
principio de las fronteras abiertas; es decir, el derecho de todos los
trabajadores a vivir y laborar en cualquier país que les plazca y con plenos
derechos de ciudadanía.
La
independencia política de la clase trabajadora
125. La lucha por este programa—a favor de las necesidades
sociales de la clase trabajadora, de la defensa de los derechos democráticos y
de ponerle fin a las guerras— plantea en todo momento la necesidad de una
organización política independiente de la clase trabajadora, para quien no es
posible defender sus intereses y progresar en Estados Unidos si se deja
encerrar en la prisión del Partido Demócrata y del sistema capitalista basado
en dos partidos burgueses.
126. Las experiencias con el gobierno de Obama han
demostrado una vez más que el Partido Demócrata es un partido de derecha que
defiende los intereses de las grandes empresas. La oligarquía bancaria y
empresarial que controla el sistema político de EE.UU. son las que han dictado
todas las medidas de este gobierno: la expansión de las guerras, el rescate a los
bancos, los ataques desmedidos contra los trabajadores y las exigencias continuas
tendentes a reducir los programas sociales. Que a veces los dos partidos estén
en desacuerdo refleja meras diferencias tácticas sobre cuál es la mejor manera
de defender las ganancias e impedir que la clase trabajadora forme una
oposición independiente.
127. La lucha por la independencia política de la clase
trabajadora exige una lucha contra todas las organizaciones basadas en la clase
media, incluso grupos que dicen ser socialistas, que sostienen que al Partido
Demócrata se le puede presionar con fuerza para que se mueva hacia la
izquierda. El objetivo de esta postura no es más que impedir que la clase
trabajadora establezca su propio partido independiente.
128. La verdad es que el Partido Demócrata ya hace rato que
abandonó hasta la dedicación más mínima a las reformas sociales. La evolución
hacia la derecha de este partido está vinculada muy íntimamente a la política
de sus partidarios de la clase media, quienes promueven todo tipo de temas referentes
a las costumbres de su estilo de vida y a la política de identidad [basada en
la raza, grupo étnico/nacional, preferencia sexual o género], para ocultar
verdaderos problemas de clase e igualdad social.
Por nuevas
organizaciones que luchen por la clase trabajadora
129. Solo la lucha de masas puede defender los intereses de
los trabajadores. La historia enseña que la clase dirigente no le regala nada a
nadie. Hasta los beneficios más básicos logrados bajo el capitalismo —los
derechos democráticos, las reformas sociales, el día laboral de ocho horas, las
leyes que regulan las condiciones laborales de los niños —resultaron de luchas
revolucionarias.
130. Nuevas organizaciones populares de la clase
trabajadora deben basarse en una oposición acérrima a los sindicatos laborales.
La AFL-CIO y la coalición, Change to Win ["Cambiemos Para Ganar"], no
son organizaciones de la clase trabajadora, sino brazos auxiliares de las
empresas y sus gerencias. Funcionan activamente para intensificar la explotación
de la clase trabajadora y aislar y desmoralizar a toda oposición que brote de
las bases trabajadoras mismas. De ese modo alientan los sentimientos
nacionalistas y dividen a los diferentes sectores de la clase trabajadora para
que se peleen entre sí. En cuanto a la política, el papel de los sindicatos
consiste en entregar a la clase trabajadora al Partido Demócrata y así
subordinarla a la política de la clase capitalista.
131. Durante el curso de las últimas cuatro décadas, ha
habido una gran reducción anual de la cantidad de huelgas, la forma más
elemental de militancia clasista. En 1968 se perdieron 35 millones de días
laborales debido a las huelgas. Para 1972, esa cifra había bajado a 16
millones. Hoy día, la cifra es de 2 millones. Esto no se debe a la disminución
de tensiones sociales, puesto que la desigualdad social se disparó durante el
mismo período, sino a las traiciones de la burocracia sindical. A la misma vez,
las grandes fortunas que esta burocracia ha acumulado se han desligado más y
más de 1) la situación que sufren los miembros comunes; y 2) de la cantidad de
trabajadores que pertenecen a los sindicatos. Entre 2001 y 2008, la cantidad de
miembros del sindicato automotriz UAW disminuyó en un 40%: de 701,000 a
431,000. No obstante, los bienes del sindicato, valorados en miles de millones
de dólares, continuaron aumentando. Durante este periodo, los sindicatos
obligaron a los obreros a aceptar contratos saturados de concesiones, inclusive
reducciones de sueldos y el establecimiento de sistemas salariales con niveles
múltiples.
132. Para promover sus intereses, la clase trabajadora debe
establecer organizaciones verdaderamente de masas: comités de acción
democráticos con bases en los lugares de trabajo, en las fábricas y en los
vecindarios. Debe animarlos el espíritu de intransigencia revolucionaria y
oponerse a los dos partidos de las grandes empresas. Estas organizaciones
parten de las necesidades de la clase trabajadora y deben caer bajo el control
democrático de ella. Deben asumir mayor responsabilidad de unir a la clase
trabajadora—empleados y desempleados, trabajadores especializados y no
especializados, criollos e inmigrantes, en diferentes industrias y lugares de
trabajo—y de organizar las luchas en común contra la clase capitalista.
Por un
gobierno obrero
133. Estos órganos independientes de poder obrero deben ser
los instrumentos para la movilización revolucionaria de la clase trabajadora
para tomar el poder político en sus propias manos y barrer con la dictadura que
Wall Street y la clase dirigente empresarial ejercen sobre la vida política,
económica y social. Esto sólo se puede lograr con el establecimiento de un
gobierno de los trabajadores; es decir, un gobierno de la clase trabajadora,
por la clase trabajadora y para la clase trabajadora que imponga las medidas
socialistas necesarias para satisfacer las necesidades del pueblo trabajador.
134. El socialismo no se puede lograr simplemente mediante
la elección de candidatos socialistas a las instituciones del estado. Tanto
unos como otros son democráticos únicamente en el sentido más formal de la
palabra. Realmente son instrumentos de dominio empresarial creados por el
capitalismo y por medio del cual los dos partidos gemelos de la clase
dirigente, el Demócrata y el Republicano, ejercen su monopolio.
135. Todos los integrantes del Congreso de Estados Unidos,
la Casa Blanca y los tribunales y las cortes principales representan, en su
totalidad, a diferentes sectores de las grandes empresas y a toda la
aristocracia que controla las finanzas. La clase dirigente está dispuesta a
recurrir a toda una variedad de artimañas para excluir toda representación
auténtica de los intereses de la clase trabajadora, incluyendo la flagrante
restricción al voto durante las elecciones, la manera de usar sus fortunas para
comprar el proceso electoral, y el control empresarial de los medios de
comunicación.
136. El estado obrero debe erigirse sobre nuevas formas y
estructuras de la democracia participativa, las cuales surgirán durante el
curso de las luchas revolucionarias de las masas y representarán a la mayoría.
Este proceso garantizará que semejante gobierno sea verdaderamente popular y
democrático, basado en las organizaciones elegidas directamente en las
fábricas, las oficinas y otros lugares de trabajo, así como también en las
comunidades obreras.
137. A medida que se introduzcan medidas esenciales para la
transformación socialista de la vida económica, la política del nuevo gobierno
consistirá en alentar y activamente fomentar una vasta expansión de la
participación de los trabajadores en la democracia, y en controlar las
estructuras responsables por las decisiones.
Por la
unidad internacional de los trabajadores
138. El Partido Socialista por la Igualdad es el único
partido cuyo programa se basa en los intereses en común de la clase trabajadora
internacional. Su objetivo consiste en forjar un movimiento unido de los
trabajadores de todos los países.
139. Los problemas de los trabajadores de Estados Unidos
son esencialmente iguales a los que los trabajadores en todos los rincones del
mundo enfrentan. Las guerras, los ataques contra los derechos democráticos, la
explotación, el desempleo, la pobreza y la destrucción del medio ambiente no
son problemas que sólo azotan a Estados Unidos. Son problemas globales que
requieren soluciones globales.
140. El capitalismo es un sistema
económico internacional. Enormes empresas transnacionales recorren al mundo
entero buscando la mano de obra más barata y materias primas para la producción
destinada a los mercados mundiales. Los mismos bancos y mercados de capital
dictan la política de todos los países. Dada la naturaleza global de la
producción, los problemas de la sociedad de masas sólo se resolverán en base a
un programa socialista internacional.
141. El PSI rechaza rotundamente el punto de vista de que
la globalización, en sí misma, es el problema, y que es necesario restablecer
la estructura de las economías nacionales para fortalecer el estado-nación. El
inmenso desarrollo de la tecnología y de la comunicación vinculado a la globalización
ofrece las bases para mejorar dramáticamente los niveles de vida de todos los
seres humanos. El problema no es la globalización en sí, sino la subordinación
de la economía global al sistema de ganancias privadas y a los intereses de los
ricos.
142. Cuando las grandes empresas y sus representantes
políticos se aprovechan de los bajos salarios en el extranjero para justificar
los ataques constantes contra los sueldos y beneficios en EE.UU. se pone el
dedo en el renglón: los trabajadores estadounidenses necesitan unirse
políticamente con los trabajadores del mundo en una lucha mundial por el
socialismo y en contra de la tiranía de las empresas transnacionales.
143. El PSI rechaza a todo nacionalismo,
chauvinismo étnico o religioso, y racismo. Esto incluye la promoción
intencional de prejuicios anti-árabes y anti-islámicos para justificar las
guerras criminales que EE.UU. ha lanzado en el Medio Oriente y en Asia Central.
¡Forjemos
el Partido Socialista por la Igualdad! ¡Adelante con la Cuarta Internacional!
144. El Partido Socialista por la Igualdad se basa en las
grandes tradiciones del movimiento socialista internacional. El socialismo
significa igualdad, solidaridad y cooperación humana; es decir, la liberación
material y espiritual de la humanidad para no sufrir de opresión y la miseria.
Las labores teóricas de Carlos Marx y Federico Engels establecieron que el
socialismo es una necesidad histórica y echaron las bases para el
establecimiento del movimiento obrero moderno revolucionario. Fue con la
Revolución Rusa de 1917 que el socialismo se convirtió en el programa de un
movimiento popular de masas que derrocó al capitalismo y creó el primer estado
obrero: la Unión Soviética. La Revolución Rusa fue parte de una lucha
internacional más amplia de la clase trabajadora por la igualdad social. Todos
los grandes adelantos de los trabajadores estadounidenses se debieron a sus
vínculos muy íntimos con el socialismo y a los militantes que lo dirigían:
desde la jornada de ocho horas, a las leyes que regulan el trabajo de los
menores, a la educación escolar pública y universal, a la formación de
sindicatos industriales de masas, y a la eliminación de las leyes
segregacionistas Jim Crow en el Sur de Estados Unidos.
145. Como otros tantos ideales, el socialismo ha sido
víctima de abusos y traiciones. En la Unión Soviética fue traicionado por una
burocracia contrarrevolucionaria bajo el mando de José Stalin. El estalinismo
no representó la continuación del patrimonio igualitario e internacional que
había legado la Revolución Rusa. Más bien, fue una reacción conservadora y
burocrática en contra de la revolución; reacción basada en el programa
nacionalista del "socialismo en un solo país". La burocracia
estalinista aplastó la democracia obrera, impuso una dictadura, fusiló a los
verdaderos marxistas y subvirtió, en nombre del "socialismo", todas
las luchas revolucionarias de la clase trabajadora en todo el mundo. Esta
traición de la Revolución Rusa y el socialismo culminó con la colaboración
directa entre la burocracia del Kremlin y el imperialismo internacional a
principios de la década de los 1990 para destruir a la Unión Soviética y
restaurar el capitalismo.
146. El PSI se basa en el patrimonio que nos han legado los
mejores, los más valientes y más visionarios representantes de la clase
trabajadora, quienes lucharon por el socialismo como adversarios de la
burocracia. Esa tradición la encarnó León Trotsky de la manera más brillante;
fue dirigente de la Revolución Rusa junto con Lenin. Dirigió la lucha contra
las traiciones del estalinismo, comenzando con la fundación de la Oposición de
Izquierda en 1923, y echó las bases para el renacimiento del movimiento
internacional de trabajadores con la fundación de la Cuarta Internacional,
partido mundial de la revolución socialista. La Cuarta Internacional, con el
Comité Internacional a la cabeza, es hoy el único partido verdaderamente
revolucionario de la clase trabajadora en todo el planeta.
147. Estados Unidos ha producido grandes luchadores por el
socialismo: hombres y mujeres que batallaron a los burócratas del movimiento
obrero y consagraron sus vidas a la liberación de la clase trabajadora. Entre
esas figuras se encuentran Big Bill Haywood, Eugene Debbs y James Cannon. Los
trabajadores de EE.UU. deben encontrar de nuevo este fértil patrimonio
socialista para organizar la lucha de hoy y así transformar la sociedad en base
de los intereses del pueblo y ponerle fin una vez por todas a la pobreza, la
explotación y la opresión en Estados Unidos y por todo el mundo.
148. Llamamos a todos aquellos que acuerden con este
programa, que apoyan la lucha por la igualdad social y que se oponen a las
guerras y las agresiones contra los derechos democráticos, a que se unan al
Partido Socialista por la Igualdad y a la lucha por el socialismo.
Cfr. con versión publicada: https://www.wsws.org/es/articles/2010/12/24/esp2-d24.html.
[1] «The fish stinks from the head downwards»
Antiguo proverbio, de origen desconocido, que algunos sitúan en Grecia, otros
en Rusia o Polonia. Significa que cuando una organización o un Estado se
derrumban, las raíces de la causa hay que buscarlas en la dirección