A la burguesía y sus políticos lacayos, se les acaba el pingüe negocio de la democracia representativa

         << ¿Cuáles son, en términos generales, los síntomas distintivos de una situación revolucionaria?  Estamos seguros de no equivocarnos cuando señalamos los siguientes tres síntomas principales: 1) cuando es imposible para las clases gobernantes mantener su dominación sin ningún cambio, ante una crisis en una u otra forma entre las “clases altas”; una crisis en la política de la clase dominante, que abre una hendidura por la que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no basta, por lo general, que los de abajo no quieran vivir como antes, sino que también es necesario que  “los de arriba no puedan vivir como hasta entonces”; 2) cuando los sufrimientos y las necesidades de las clases oprimidas se han hecho más agudos que habitualmente; 3) cuando como consecuencia de las causas mencionadas, hay una considerable intensificación de la actividad de las masas, las cuales en tiempos “pacíficos” se dejan expoliar sin quejas , pero que en tiempos agitados son compelidas , tanto por todas las circunstancias de la crisis como por las mismas “clases altas”, a la acción histórica independiente.

         Sin estos cambios objetivos que son independientes de la voluntad, no sólo de determinados grupos o partidos sino también de determinadas clases, una revolución es, por regla general,  imposible. El conjunto de estos cambios objetivos es, precisamente, lo que se llama situación revolucionaria. Tal situación existió en Rusia en 1905 y en todos los períodos revolucionarios en Occidente; también existió en la década de los sesenta el siglo [XVIII] pasado en Alemania, y en Rusia en 1859-1861 y 1879-1880, sin que se produjeran revoluciones en esos momentos. ¿Por qué? Porque la revolución no se produce en cualquier situación revolucionaria; se produce sólo en una situación donde los cambios objetivos citados son acompañados  por un cambio subjetivo [en la conciencia de los explotados] como es la habilidad de la clase revolucionaria para realizar acciones revolucionarias de masas suficientemente fuertes como para desbaratar (o dislocar) el viejo gobierno, que jamás “caerá” si no se lo “hace caer”>> (V. I. Lenin: “La bancarrota de la IIª Internacional” Ed. “Akal”/1977 Tomo XXII Pp. 310. Escrito entre la segunda quincena de mayo y la primera de junio en 1915. Lo entre corchetes y el subrayado nuestros).     

 

          Lo que fatalmente hace al individualismo solipsista y pragmático en cualquier sociedad clasista, impide a los sujetos que de eso viven, poder ver más allá de lo que cada cual hace por satisfacer su interés personal en cada momento a expensas de otros. Desde los tiempos del esclavismo y el feudalismo, esa enfermedad social causada por la propiedad privada sobre la riqueza se ha venido sucediendo a favor de unas irrisorias minorías agrupadas por regiones y países, en disputa competitiva cada vez más cruenta entre ellas, por gozar de los privilegios que les permiten explotar trabajo ajeno.  

          Pero en la más moderna sociedad capitalista, dada la capacidad destructiva y genocida contenida en el desarrollo científico-técnico de última generación incorporado a los medios bélicos, parece increíble observar hasta qué extremos la burguesía internacional dominante arriesga su propia existencia. Como si en esa peligrosa forma de querer perpetuar la satisfacción personal de sus miembros —de tal modo enfrentados al derrumbe económico de su sistema de vida—, no asomara el principio activo de la causa bélica que, a la postre, puede provocar la desaparición de toda forma de vida en este planeta.

          El pasado día 14 de octubre por mediación de la “Red Voltaire”, pudimos saber que Moscú decidió repatriar a las familias de sus diplomáticos destacados en Occidente. Claro síntoma de que, tal como lo advertimos en nuestro último trabajo, una tercera guerra mundial está cada vez más cerca de lo real que de lo meramente posible:

       <<Si como es verdad que las amenazas de una tercera guerra mundial se ciernen hoy sobre la humanidad, con el no menos cierto peligro de causar un holocausto nuclear que nos haga desaparecer a todos para siempre de la faz de la Tierra, cabe preguntarse cómo explicar el hecho de que frente a semejante posibilidad real, los asalariados del Mundo entero sigamos impasibles, divididos como estamos por la engañosa “democracia” representativa potencialmente genocida. Y para dar respuesta categórica indiscutible a este interrogante, ¡cómo no!, es otra vez preceptivo recurrir a Marx cuando el lunes 30 de marzo de 1846, le dijo al sastre Wilhelm Weitling aquello de que: “la ignorancia jamás ha sido de provecho para nadie”>>. (“El cinismo corrupto y belicoso, entre las virtudes que adornan a políticos institucionalizados y empresarios”).  

 

            Mientras tanto, el descalabro económico capitalista que ha sembrado la explotación y penuria más despiadadas entre las clases bajas por todo el Orbe, se está llevando por delante al aparato político del sistema en los principales países de la cadena imperialista, empezando por la socialdemocracia tradicional. Por ejemplo: el “Pasok” en Grecia —que durante décadas se había venido alternando cómodamente con los conservadores de “Nueva Democracia” a cargo del gobierno— en las elecciones de 2015 obtuvo apenas el 4% de los votos siendo superado por la emergente izquierda populista de “Syriza”. Una deriva que hoy también se verifica en el resto de países europeos, donde según un estudio de la  Universidad de East Anglia recogido por el semanario inglés  The Economist “, la confianza política de los electores por estos partidos “socialistas”, cayó a los niveles más bajos de los últimos setenta años. En Dinamarca perdieron el poder. En Finlandia fueron cuarta fuerza política, por debajo de los ultranacionalistas conservadores llamados “Auténticos Finlandeses”. En Polonia desaparecieron del Parlamento por primera vez desde la caída del comunismo. En Alemania, el Partido Socialdemócrata tradicional (SPD), que gobierna en coalición con los cristianodemócratas liderados por Ángela Merkel, también fue víctima del desgaste a cargo del gobierno, y su apoyo electoral declinó rondando el 20% de los votos. Como resultado de todo este proceso, hoy los socialdemócratas gobiernan junto con los conservadores en 12 países de la UE. En el Reino Unido, el Partido Laborista retrocedió hasta el 15,8%, por detrás incluso del euroescéptico Partido de la Independencia. En Francia, los socialistas se quedaron en el 16,8%, apenas por encima del golpe que recibió el francés Lionel Jospin en las presidenciales de 2002. Y en Portugal hay que remontarse a 22 años atrás para ver a los socialistas gobernando con mayoría absoluta, hoy por debajo del 30% con apenas el 26,58%. En Austria, los socialdemócratas, que dirigen el Gobierno de gran coalición, obtuvieron el 23,8%.

 

          Y en lo que respecta a España, cabe decir que desde la transición de la dictadura franquista a la “democracia” y montado a la grupa del bipartidismo durante más de tres décadas, el PSOE se había venido alternando a cargo del gobierno con la corrupta derecha liberal del Partido Popular. Pero en los últimos tiempos atraviesa por una de las crisis políticas más graves de su historia, tras haber perdido cinco millones de votos en cinco años. Últimamente esta formación política sufrió dos derrotas históricas consecutivas: la del 20 de diciembre de 2015 con 90 diputados, y las anticipadas del 26 de julio de 2016 con 85 escaños. Y aunque superó la amenaza del “sorpasso” por parte de “Unidos Podemos”, no pudo evitar que esta emergente coalición populista burguesa de izquierda se consolide como segunda fuerza política, desplazándole hacia la tercera posición. En la década de los años 80 el PSOE contaba con un apoyo electoral del 48%, mientras que ahora no supera el 22%. Un partido político que presume de ser “demócrata”, pero que ante el peligro de una posible situación —de la mayor trascendencia política que pueda poner al gobierno de la nación, aunque más no sea en manos de la estratégicamente inocua izquierda populista burguesa—, para impedirlo ya tenían preparados con suficiente antelación sus estatutos, redactados de tal forma que unos cuantos burócratas integrantes en este caso de su Comité Federal, puedan suplantar la voluntad política absolutamente mayoritaria de los afiliados al partido, para poder así decidir por antidemocrática mayoría relativamente minoritaria, que pueda acceder al gobierno el corrompido Partido Popular. Y para tal fin exigieron a los miembros del Comité Federal que voten todos a una en el Congreso de la nación, a favor de que el Partido se abstenga durante la segunda sesión de investidura, amenazando con severas sanciones para quienes se atrevan a romper con la “disciplina de voto”. Así es cómo el PSOE ha venido entendiendo, inculcando y asumiendo desde hace 137 años la “democracia”:

<<La gestora socialista decide que el pensamiento ha de ser único, que todo el partido debe obedecer y que el que disienta se atendrá a las consecuencias. No serán once los parlamentarios (integrantes del Comité Federal) que se abstengan para dejar gobernar al PP; obligatoriamente han de ser todos (….) Es más importante controlar al partido que permitir que alguien ajeno al núcleo duro (totalitario) del aparato gobierne. Importan menos los militantes (absolutamente mayoritarios, afiliados al partido), los simpatizantes, los votantes, que el ejercicio del poder>>. (Cecilio Nieto Lo entre paréntesis nuestro).          

 

          Finalmente, ahora acabamos de saber que durante las recientes elecciones en EE.UU el 06 de noviembre ppdo., triunfo rotundamente el inédito “populismo liberal gran burgués” encarnado en el multimillonario Donald Trump —actual líder del Partido republicano—, mientras los demócratas perdían siete millones de apoyos. ¿Es cierto que hubo un trasiego de voluntades políticas en medio de la profunda recesión económica que la burguesía no puede superar, o sucedió algo más importante y trascendental que ambas fuerzas políticas no se atreven a reconocer? Veamos:

 

Dinero para conseguir (comprando) votos, ausencia del derecho a votar, abstención y corrupción para elegir presidente

 

La farsa electoral de Estados Unidos.

Por Pascual  Serrano: http://www.pascualserrano.net

 

          El próximo noviembre, Estados Unidos celebra sus elecciones presidenciales precedidas de una campaña electoral de casi un año. Un mes más tarde se elige al Congreso y a un tercio del Senado. Al frente de la cultura Occidental, este país fundamenta su concepción de la democracia en el carácter representativo de sus gobernantes y legisladores, elegidos en sus correspondientes convocatorias electorales. Para el sistema de democracia representativa ese mero acontecimiento que suele celebrarse cada cuatro años, es la única fuente de su legitimidad que descarta cualquier otra vía de participación ciudadana. Un breve acercamiento a la trastienda de las elecciones norteamericanas nos permitirá comprobar que sólo son el decorado de una farsa que sonrojaría a cualquiera de los históricos luchadores por la democracia en Estados Unidos, al verlas como legitimadoras de un sistema político de gobierno supuestamente justo y libre.


          Tres son las características que dominan las elecciones norteamericanas: 1) la utilización del dinero como medio de lograr el apoyo electoral, 2) la falta de implicación ciudadana como lo demuestran los porcentajes de abstención y, 3) la corrupción. Pero es que, además, esos tres elementos que desacreditan totalmente semejante forma de gobierno, siguen incrementándose en cada campaña electoral.


Accionistas en lugar de votantes

          Viendo los mecanismos de financiación de los candidatos y sus partidos, se diría que en EEUU las organizaciones políticas no son refrendadas por votos de ciudadanos, sino por accionistas que son quienes definen el programa electoral, seleccionan el candidato, financian las campañas, logran los votos, desembarcan a sus hombres en la administración ganadora y aplican las políticas deseadas. Una dictadura empresarial en toda regla a la que llaman democracia y quieren aplicar en todo el mundo mediante bombas y torturas si es necesario.


          A finales de abril de este año el candidato Bush ya había recaudado 185 millones de dólares, un 67 % más de lo que logró en la campaña de 2000, frente a los 180 millones del candidato demócrata
John Kerry. Se podría pensar que ese dinero procede de un gran colectivo de ciudadanos que apoya con parte de sus ahorros y su esfuerzo al proyecto político en el que cree, dándole así a la política norteamericana un elemento de participación ciudadana, aunque sólo sea mediante humildes aportaciones económicas. Nada más alejado de la realidad. El 96% de la población estadounidense no aporta dinero a ningún candidato, según revela el periodista Charles Lewis en su libro: "La compra del presidente 2004", elaborado para el Centro por la Integridad Pública. El dinero de las campañas está financiado por el 1 % de la población compuesto por millonarios, grandes corporaciones y grupos de presión.


          Otras fuentes, como la revista Newsweek, afirmaba en 1998 que el 99'97 % de los norteamericanos no aporta voluntariamente contribución financiera alguna a los partidos ni a sus candidatos, o lo hace en una medida sumamente modesta. La CNN también afirmaba en 1997 ("Democracy for Sale") que el dinero procedía del 0'03 % de la población, y que el grueso de las aportaciones individuales correspondía a 340 personas. En el caso de Bush, según Michael Moore, recibió de tan sólo setecientas personas la cifra record de 190 millones de dólares[i].

 
          Pero en EEUU se estableció por ley el sistema llamado "marching funds" por el cual cada candidato recibe del presupuesto federal una suma igual a la que obtuvo de sus "contribuyentes". De este modo, el 99'97 % de la población se ve obligada a tener que pagar una cifra semejante a la que dieron el 0'03 % y los seleccionados por 340 personas se convierten así en candidatos. Y lo más indignante es que, a diferencia de los contribuyentes obligados, los adinerados sí lograrán recuperar su dinero mediante subsidios y ayudas a sus empresas por parte de los gobernantes una vez elegidos.


          Como afirmó el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, "es difícil encontrar otro asunto en el que los norteamericanos coincidan con tal virtual unanimidad (99'97 %) y asimismo es imposible hallar otro en que una ínfima minoría (0'03 %) imponga su voluntad y obligue a todos a hacer algo que evidentemente no desean... en nombre de la democracia"[ii].  


          La periodista Belén López detalla en la revista española La Clave[iii], los mecanismos de recaudación por los que millonarios y grandes corporaciones, que "votan con sus cheques en un referéndum privado y deciden quién es merecedor de la suficiente financiación para aspirar a la presidencia". "Son los ejecutivos de las compañías de petróleo, de las farmacéuticas, las tabacaleras, las inmobiliarias y las aseguradoras. Son los abogados multimillonarios que representan a las víctimas de negligencia médica o a las grandes corporaciones que se sientan en el banquillo (...). A cambio, buscan acceso a los miembros del Congreso y a la Casa Blanca, una línea directa con el presidente, su gabinete y las leyes que proponen y aprueban".

 

Cuadro 1

 

https://www.rebelion.org/hemeroteca/imperio/040614farsa1.jpg

Cuadro 2

https://www.rebelion.org/hemeroteca/imperio/040614farsa2.jpg

 

          Veamos cómo son esos métodos de recaudación:

 

 Dinero y votos:

           Es el resultado de una ley de 2002 de reforma de la financiación electoral. Establece un límite de 2.000 dólares para las contribuciones individuales. Una cantidad que mediante sofisticados mecanismos se logró burlar fácilmente como a continuación veremos.


Pioneros:
          Se trata de un método puesto en marcha en la campaña del año 2000 por Bush Jr., quien aprovechó la extensa red de patrocinadores que creó Bush padre. Puesto que quienes designaban presidente eran los mismos, lo más lógico era heredar en el hijo la designación para evitar complicaciones. Los pioneros son personas que se comprometen por escrito a recaudar un mínimo de 100.000 dólares a través de la recolección (compra de acciones) de cheques que no pueden superar los mil dólares. Se lleva un adecuado registro de las personas que aportan esas donaciones y los intereses a los que representan para "compensar" oportunamente sus esfuerzos una vez alcanzado el poder. Belén López desvela cómo el director de "Tejanos por la Justicia Pública" reconoció que al menos 19 de esos "pioneros" (accionistas) habían sido recompensados (dividendos) con puestos de embajadores (consejeros delegados). Por ejemplo el actual embajador en España George L. Arguyros o la secretaria de Trabajo de Bush: Elaine Chao.


Rangers:
          Es la nueva figura creada por Bush Jr. Son personas que asumen el compromiso de conseguir al menos 200.000 dólares (acciones de oro). Está siendo utilizado tanto por Bush como por Kerry:

<<Bush se trasladó con su familia a Washington en 1988 para trabajar y apoyar la campaña presidencial de su padre.57 58 Fue asesor de campaña, trabajó como enlace con los medios de comunicación53 e hizo campaña por todo el país. Tras la exitosa campaña y el triunfo de su padre en las elecciones, regresó a Texas y compró una participación, junto a un grupo de inversores de entre los amigos íntimos de su padre, en la franquicia de béisbol Texas Rangers en abril de 1989, donde ocupó el puesto de mánager general durante cinco años.59 Lideró los nuevos proyectos del equipo y asistió regularmente a sus partidos, a menudo sentado en las gradas abiertas con los demás aficionados.60 Bush vendió sus acciones de los Rangers en 1998 por unos 15 millones de dólares, cuando su inversión nueve años atrás había sido de 800 000 dólares.61

En diciembre de 1991 fue una de las siete personas nombradas por su padre para dirigir su campaña de reelección de cara a las elecciones de 1992, donde trabajó como «asesor de campaña».62 Un mes antes, su padre le pidió que le comunicara al jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John H. Sununu, que debía renunciar al cargo.63

 

Organizaciones 507:

          Toman el nombre del cogido de clasificación fiscal. Se trata de instituciones sin ánimo de lucro o con fines supuestamente sociales y que por tanto no están sujetas a los límites que impone la legislación electoral. López afirma en la revista “La Clave” que, según el Centro por la Integridad Pública, estas organizaciones recaudaron un total de 59 millones de dólares en los tres primeros meses del año. Entre estas instituciones "filantrópicas" está el productor de cine Stephen Bing, el financiero George Soros y el magnate de las aseguradoras Peter Lewis. No parece que la filantropía afecte mucho ni a los ciudadanos humildes ni a los pequeños partidos de izquierda.


Lobbys:
          Su papel es fundamental. Son grandes empresas y conglomerados que con su generoso apoyo económico se aseguran sus negocios con el nuevo gobierno (ver arriba cuadros 1 y 2). El ejemplo de Halliburton es elocuente: su presidente Dick Cheney dejó el cargo para incorporarse a la administración Bush como vicepresidente y así, la filial Kellog, Brown & Root se llevó un contrato de 7.000 dólares en dos años para la ejecución de un plan de contingencia de posibles daños provocados por la guerra en los campos iraquíes. Un plan por cierto que ya fue presentado seis meses antes de empezar la guerra.


          Los casos de relación entre lobbys y programas y decisiones políticas son frecuentes. Durante el periodo en que Bush fue gobernador de Texas, las principales empresas contaminantes se reunieron con él para diseñar un programa sólo fuera voluntario contra la polución. La aceptación de este programa le supuso al candidato Bush una donación de 260.648 dólares para su campaña gubernamental en 1998 y 243.900 dólares para su campaña presidencial. En cambio, el balance de este "programa anticontaminación" fue muy diferente para los ciudadanos del estado de Texas. La Agencia de Protección al Medio Ambiente cuantificó en ese estado, sólo en 1998, la utilización de 30.000 toneladas de pesticidas y alcanzó la más alta concentración de refinerías y plantas químicas del país con la emisión al aire de 804.000 toneladas de contaminantes cada año[iv].


          Charles Lewis y el Center for Public Integrity ya lo dejaron muy claro en 1996: "En realidad acopiar recursos financieros, duros y blandos, es la principal ocupación del político norteamericano y a ello debe dedicar buena parte de su tiempo (...). Tiene que hacerlo porque conoce la verdadera ley que rige el sistema norteamericano: para cada elección desde 1976 los dos partidos seleccionaron como su candidato al aspirante que, el año precedente, había conseguido más dinero"[v].


          La Asamblea Nacional de Ciudadanos sobre Dinero y Política llegó a declarar: "el dinero se ha apoderado de nuestra democracia y de la forma en que ella funciona. Hemos perdido de vista algunos de nuestros principios históricos, como el de una persona, una voto".[vi]


¿Y qué queda para los ciudadanos de Estados Unidos?


Los que no pueden votar

          Para Ricardo Alarcón, "se puede afirmar categóricamente que la mayoría de las personas que forman la sociedad estadounidense carecen por completo de derechos electorales, o no pueden o no quieren ejercerlos. Al primer grupo pertenecen varios millones de extranjeros que allí residen legalmente (no hablo ahora de la incalculable cifra de los indocumentados ni de los numerosos trabajadores de estación), trabajan muy duro, pagan impuestos, están sujetos a las mismas leyes que los demás, nutren sus fuerzas armadas cuando es necesario, pero carecen de derechos políticos por no ostentar la ciudadanía. A fines de los ochenta comprendían unos 7'3 millones de adultos".


          A los que no votan y están censados hay que sumar los millones de ciudadanos de todo el país que no tienen o se les ha negado el derecho de expresarse "democráticamente". Se trata de los casi cuatro millones de personas que cumplen penas por un delito mayor, quienes, según la legislación de Estados Unidos, además de la libertad pierden el derecho al sufragio. Junto con ellos, el pueblo de Puerto Rico tampoco tiene voz en la política del país que determina la vida en la isla.


          La ley de algunos Estados como el de Florida, sostiene que los ex convictos no tienen derecho a votar. Eso significa, según Michael Moore (1), que el 31 % de los hombres negros de Florida no puede votar por el hecho de contar con antecedentes penales. De los que lo pudieron hacer, menos del diez por ciento votaron a quien terminó siendo su presidente, lo que confirma el grado de democracia representativa que supone el sistema electoral y lo acertado que estaban los gobernantes de Florida seleccionando el tipo de votante (hombre negro) a eliminar. Para asegurarse de que no se producía ningún voto indeseado, el gobierno de Florida encargó en las elecciones del 2000 a
Database —una empresa estrechamente vinculada a los republicanos—, que "depurara" el censo electoral con el criterio más amplio posible. "De un plumazo, 173.000 votantes registrados en Florida fueron eliminados a perpetuidad del censo electoral. En Miami-Dade, el mayor condado de Florida, el 66 % de los votantes borrados del censo eran negros".


          "El segundo grupo —señala Alarcón— lo integran los ciudadanos que no están inscritos en los registros electorales. En 1988 se acercaban a los 70 millones de personas, equivalente a un 40 % de la población electoral. Debe suponerse que entre ellos son muchos los que expresan de ese modo su desinterés por un sistema electoral en el que no creen, pues lo perciben, justamente, como algo ajeno y distante".


Abstención:
          Y llegamos, finalmente, al tercer grupo, a los ciudadanos que pueden inscribirse y lo hacen. Solamente el 49 % de los estadounidenses con derecho a voto participó en las elecciones presidenciales de 1996. En las elecciones del 2000, consideradas de "alta participación" debido al reñido resultado entre Gore y Bush, la afluencia de votantes no superó el 50 %. La abstención lleva una tendencia galopante en Estados Unidos. Atrás quedan porcentajes del 63 % como el de las elecciones de 1960. Se trata de niveles muy inferiores a los índices del 70 y 80 por ciento, habituales en Europa. Así, en 1992, Bill Clinton ganó la presidencia con el apoyo de tan sólo el 43 del electorado que participó en la votación, menos de la cuarta parte de los potenciales electores.


          Según un sondeo conjunto del "Proyecto de los No Votantes de la Universidad de Harvard" y el diario The Washington Post, casi uno de cada cuatro ciudadanos con derecho a voto (un porcentaje similar a los votos que llevaron a Clinton a la Casa Blanca en 1992), dice estar disgustado con la política electoral y un 44 por ciento dice no estar interesado en la política. La mayoría de ellos tienen entre 18 y 30 años y no tienen o sólo alcanzan el nivel de educación primaria. Las encuestas realizadas en las elecciones del 2000 señalaron que de los electores menores de 30 años sólo votó un 28 %. El 35 por ciento de los no votantes afirma que el voto ya ni les importa.


          Existe también otro sector de población que no vota a pesar de encontrarse en el censo, son los trabajadores cuyos patrones no los autorizan a ausentarse del empleo para ir a votar o no tienen los medios para desplazarse al lugar de la votación. A diferencia de otros países, en EEUU tanto la inscripción como la votación se realiza en días y horas laborales, concretamente un martes.

          Entre las irregularidades en las elecciones norteamericanas es de destacar los errores en el censo, algo que sucede en todos los países en una cantidad razonable pero que en EEUU, según el Washington Post supuso en 1990 la "desaparición" de nada menos que entre 10 y 15 millones de norteamericanos. Todos los diarios coincidían en el perfil de los votantes "desaparecidos" del censo: "negros, latinos, aborígenes, jóvenes, inmigrantes, pobres de la ciudad y del campo, pobladores de arrabales o homeless y la masa creciente de personas que no hablan inglés". En otras ocasiones sucede lo contrario, como el número de representantes no varía sea cual sea la población total del país, algunos distritos inflan sus censos para tener un mayor porcentaje de representación. El Washington Post calcula entre seis y nueve millones la cantidad de personas que están contabilizadas más de una vez. Lo que si parece claro es que entre estos contabilizados doble no aparecen los negros, latinos y la gente pobre.


Corrupción:
          A todo ello hay que añadir los mecanismos de corrupción. Existe un tipo de voto que no cesa de crecer, el denominado "voto ausente". Se trata de un voto que no es secreto porque quien deposita la papeleta no es el elector, sino un agente pagado por las maquinarias electorales que "testifican" cuál era la "intención" del "elector". No solamente hay fraudes con la utilización del "voto ausente" de personas sin éstas saberlo, sino que se han conocido casos de que se compraron votos por un módico precio. Con este tipo de votos se han producido escándalos históricos, como el de agosto de 1996, cuando el Miami Herald publicó datos suministrados por la Secretaría de Estado de la Florida que revelaron que entre los electores de ese estado aparecieron cincuenta mil delincuentes encarcelados y diecisiete mil fallecidos, personas todas ellas susceptibles de ser cooptadas para el "voto ausente". En el mismo artículo, el Herald agrega la existencia de cuarenta y siete mil personas —-vivas y en libertad— que estaban inscritas como electores en más de un distrito y, por lo tanto, podían votar más de una vez.


          Como afirma Ricardo Alarcón, "el mismo sistema que hace extraordinariamente difícil a los trabajadores realizar los trámites para convertirse en electores y multiplica los obstáculos a quienes quieran ir a las urnas, pone a "votar" a los delincuentes convictos, a los muertos, a los que no quisieron votar y permite a otros hacerlo varias veces".


          El nivel mayor de fraude electoral lo logró sin duda George Bush en sus elecciones de 2000. Según revela Michael Moore (1), una de las jugadas fue que el hombre encargado de la cobertura de la noche electoral para Fox News tomó la decisión de anunciar en antena que Bush había ganado en Florida y que, por tanto, la presidencia era suya, sin esperar al recuento. El director encargado de la cobertura de la noche electoral por parte de la cadena Fox era John Ellis. "¿Y quién es John Ellis?", se pregunta Michael Moore. Pues el primo de George W. Y Jeb Bush.


          Otro de los fraudes fue el referente al voto de los residentes en el extranjero, procedentes en su mayoría de militares afectos al Partido Republicano. La ley de Florida establece que estos votos sólo se pueden contar en caso de que hayan sido enviados y matasellados en otros países en fecha no posterior a la de la jornada electoral, como es lógico. Una investigación llevada a cabo en julio de 2002 por el New York Times demostraba que de los 2.490 votos de residentes en el extranjero que se aceptaron como válidos, 680 eran defectuosos o cuestionables. Hay que recordar que Bush "ganó" por tan solo 537.

 
          La conclusión es clara. El país que se presenta como baluarte democrático y cuyo modelo se fundamenta básicamente en la democracia representativa, sin otra fórmula de participación ciudadana, decide el resultado electorales mediante la compra de las elecciones por parte de grandes grupos económicos, prohíbe a millones de ciudadanos ejercer ese derecho, la mitad de quienes pueden ejercerlo no lo hacen hastiados de la farsa en que se ha convertido el sistema y, además, no duda en recurrir a fraudes masivos para controlar los resultados electorales.

 

Nota: Las citas de Ricardo Alarcón de Quesada proceden del libro recién editado por Hiru (http://www.hiru-ed.com ) "Cuba y la lucha por la democracia".

 

          Hasta este punto el meritorio trabajo de Pascual Serrano.

 


 

          ¿Qué está pasando? Esta pregunta remite a la profundidad de la presente recesión económica capitalista terminal que se prolonga, e impide a la clase burguesa dominante mantener inmutable su dominación según los cauces normales y habituales de su dominio. O sea, que los burgueses no pueden seguir dirigiendo el proceso de explotación sin inconvenientes e intentan evitarlos apelando a todo tipo de medios excepcionales. Pero es que:

<<...Mientras todo marcha bien, la competencia, tal como se revela en la nivelación de la tasa general de ganancia, actúa como una cofradía práctica de la clase capitalista, de modo que ésta se reparte (los beneficios globales) comunitariamente y en proporción a la magnitud de capital, con el que cada cual participa en el botín colectivo. Pero cuando ya no se trata de dividir las ganancias sino de dividir las pérdidas, cada uno procura reducir en lo posible su participación en las mismas y de endosársela a los demás. La pérdida es inevitable para toda la clase. Pero la cantidad que de esa pérdida ha de corresponderle a cada cual, en qué medida ha de participar en ella, se torna entonces en una cuestión de poder y de astucia, y la competencia (intercapitalista) se convierte a partir de ahí en una lucha entre hermanos enemigos>>. (K. Marx: "El Capital" Libro III cap. XV. capital Ed. Siglo XXI/1976 Pp. 325. Lo entre paréntesis nuestro).

 

          En esta disputa de intereses al interior de la clase dominante a raíz de las crisis económicas periódicas, sin duda está contenida la causa de los conflictos bélicos, ya sean guerras civiles al interior de un país o internacionales entre países. Pero, por otro lado, la profundidad económica recesiva que agota la fuente de ganancias crecientes obtenida en condiciones normales mediante la productividad, induce a obtenerlas atacando las condiciones de vida y de trabajo de los explotados. Se abre así "en el suelo de su dominio una grieta, por la que afloran e irrumpen el descontento y la indignación de las clases subalternas", que sin duda erosionan las superestructuras políticas partidarias del sistema. Fisuras que muy especialmente afectan a los partidos políticos burgueses de la izquierda, cuyas clientelas electorales son en su mayoría de extracción obrera, todavía muchos de ellos inconscientes de sus propios intereses históricos, en un proceso inevitable de concientización a través del sufrimiento de circunstancias, cada vez más y más dolorosas. Tal es la situación en la cual hoy se hallan comprometidas inconscientemente las mayorías sociales explotadas y oprimidas en todo el Planeta. Hasta que como bien decía Marx:

<<…se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡¡demuestra lo que eres capaz de hacer!!>>  “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Cap. I Ed. Ariel S.A./1982 Pp. 16-17)          

 

          Y a propósito del proceso que, tarde o temprano e inevitablemente desemboca en la necesaria concientización revolucionaria, no deben olvidarse las enseñanzas históricas de trascendental importancia en la situación actual, como la resolución adoptada durante el Congreso extraordinario de la IIª Internacional socialdemócrata en Basilea, entre el 29 y el 30 de julio de 1912. Allí se abordó  la situación internacional y la cuestión de una posible guerra mundial en un momento especialmente delicado, ya que las guerras balcánicas estaban en su apogeo y era muy factible que pudieran derivar en una conflagración de mayor envergadura, como así sucedió. La misma deriva que hoy es impulsada por los conflictos en Ucrania y el Medio Oriente. Fue aquél un congreso en el que los socialistas quisieron demostrar al mundo su unidad aupados por sus bases obreras que repudiaban las guerras, aprobando un manifiesto que redactó Karl Kautsky —todavía influenciado por el marxismo— quien aludió al Congreso de Stuttgart reunido entre el 18 y el 24 de agosto de 1907, donde se advirtió a los gobiernos que no podrían desencadenar una guerra “sin peligro para ellos mismos”. ¿Cuál era ese peligro? La transformación de la guerra interimperialista, en guerra civil revolucionaria, protagonizada por las mayorías sociales que la clase dominante quería convertir en carne de cañón, forzándolas a matarse entre ellos en los campos de batalla so pretexto de la lucha por la patria. Así lo dejó escrito Lenin entre julio y agosto de 1915:

<<El manifiesto declaró con franqueza que ningún interés popular puede justificar una guerra semejante, en favor de las "ganancias de los capitalistas y por conveniencias dinásticas", basada en la política imperialista, expoliadora, de las grandes potencias. El manifiesto declara en forma expresa que la guerra es peligrosa "para los gobiernos" (para todos sin excepción), hace notar el temor que estos sienten  por la "revolución proletaria" y pone como ejemplos, en clarísima definición, a la Comuna de 1871 [en Francia] y los meses de octubre a diciembre de 1905 [en la Rusia imperial]. Así, pues, el Manifiesto de Basilea establecía para la guerra actual, la táctica de la lucha revolucionaria de los obreros contra sus gobiernos, en escala internacional; la táctica de la revolución proletaria. El manifiesto de Basilea repite las palabras de la resolución de Stuttgart de que, en caso de estallar la guerra, los socialistas deben utilizar la "crisis económica y política" que ella crea para "precipitar la caída del capitalismo", es decir, utilizar las dificultades que la guerra causa a los gobiernos y la indignación que despierta en las masas, para [concretar] la revolución socialista>> (V. I. Lenin: “Los principios del socialismo y la guerra de 1914-1915”. Obras completas. Tomo XXII Ed. “Akal/1977 Pp. 412.  Lo entre corchetes nuestro).

 

            Y en lo que concierne a lo actuado por el partido socialdemócrata en Alemania, tampoco Lenin olvidó hacer referencia a la resolución adoptada por esta formación política en su congreso de Chemnitz que sesionó el 20 de setiembre de 1912, abordando el problema del imperialismo y la necesaria actitud de los socialistas contra la guerra. Allí se subrayó la importancia de la lucha por la paz en los siguientes términos:

<<El Congreso del partido declara su voluntad decidida de hacer todo lo posible por establecer la comprensión mutua entre las naciones y conservar la paz. El Congreso del partido exige que, mediante acuerdos internacionales, se ponga fin a la desenfrenada carrera armamentista que amenaza la paz y a pasos agigantados empuja a la humanidad a una catástrofe terrible […]. El congreso del partido espera que los miembros del partido pondrán todo su empeño […] para combatir con más energía contra el imperialismo hasta que éste sea derrocado>>.  (Texto citado por Lenin en: “La Bancarrota de la IIª Internacional”. Ed. cit. Tomo XXII. Pp. 304-305).    

 

          Pero en agosto de 1914, esa formación política junto a sus colegas dirigentes de los demás partidos obreros europeos, traicionaron vilmente aquellos principios antibélicos decidiendo compartir mesa y mantel en el negocio de la guerra, con la gran burguesía imperialista de ese continente presidida por la triple alianza entre Inglaterra, Francia y Rusia. Fue aquel un negocio rapiñoso y genocida que dio al traste con los principios fundacionales inspirados en el pacifismo internacional basado en la fraternidad y cooperación entre los pueblos, así como en la libertad, la justicia social y el bienestar general en sus respectivos países.¡¡Toda una farsa!! ¿Cómo ha definido esta traición el movimiento político del proletariado? Lenin lo sintetizó entre la segunda quincena de mayo y la primera de junio en 1915, evocando  aquel "Manifiesto de Basilea" aprobado por unanimidad en el Congreso socialdemócrata de 1912:

<<Sólo pueden dejar de ver esta traición aquellos que no quieren verla, o les resulta ventajoso no verla. Si formulamos el problema de manera científica, es decir, desde el punto de vista de las relaciones entre las clases de la sociedad contemporánea, deberemos decir que la mayoría de los partidos socialdemócratas, encabezados en primer lugar por el partido más grande  e influyente de la IIª Internacional, el partido alemán, se han puesto de parte de su Estado mayor General, de su gobierno, de su burguesía, contra el proletariado. Es éste un acontecimiento de importancia histórica universal que, inevitablemente, tendremos que detenernos en él para poder analizarlo de la manera más exhaustiva posible>>. (V. I. Lenin: Op. Cit. Pp. 303).

 

            Esto es lo que hizo Lenin entre julio y agosto de 1915 en su trabajo titulado: “Los principios del socialismo y la guerra de 1914-1915”, del cual nosotros hemos escogido el siguiente párrafo, donde sintetiza magistralmente qué ha sucedido entre la etapa temprana del capitalismo superador del feudalismo, y su etapa tardía imperialista postrera por la que hoy todavía discurre la humanidad:

<<Casi todo el mundo reconoce que la guerra actual es una guerra imperialista, pero en la mayor parte de los casos se tergiversa esta idea, ya sea aplicándola a una de las partes o bien dando a entender que, pese a todo, esta guerra podría tener un carácter burgués progresista, de liberación nacional. El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo, fase a la que sólo ha llegado en el siglo XX. El capitalismo comenzó a sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados nacionales, sin la formación de los cuales no habría podido derrocar al feudalismo. El capitalismo ha llevado la concentración (de la riqueza y el poder político consecuente) a tal punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre ya está repartido entre estos "potentados del capital", bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras para realizar en ellas inversiones de capital y llevarse sus materias primas, etc. De liberador de naciones, como lo fue en su lucha contra el feudalismo, el capitalismo se ha convertido, en su fase imperialista, en el más grande opresor de naciones. El capitalismo, progresista en otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las "grandes" potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de opresión nacional>>. (V. I. Lenin: “Los principios del socialismo y la guerra de 1914-1915”. Ed. cit. Pp. 405-406. Versión digitalizada. Ver Pp. 127. Lo entre paréntesis nuestro).  

 

          Todo este panorama es el resultado esclarecedor de la experiencia signada por el sufrimiento a escala planetaria de las mayorías sociales explotadas, toda vez que por causa de las sucesivas crisis económicas periódicas y depresiones consecuentes del capitalismo, debieron pasar las distintas generaciones de asalariados en el Mundo, hasta esta última en fase terminal ya insuperable del sistema. Durante todo este proceso histórico, las mayorías sociales explotadas y oprimidas en el mundo entero —que hasta hace bien poco han venido confiando en el fiasco de la “democracia representativa”—, según parece van llegando tan paulatina como fatalmente a la conclusión, de que la izquierda socialdemócrata y la derecha conservadora forman parte del  mismo e idéntico establishment político institucionalizado, que solo obedece a los dictados de esa cosa llamada capital en contubernio con ella. Una realidad que sin duda empuja cada vez con más fuerza directamente a los perdedores de siempre, en el sentido preciso de resolver el dilema del ser o no ser de la revolución, que acabe de una vez por todas con esta diabólica confabulación corrupta y genocida entre políticos institucionalizados y empresarios. That’s the question.

 

          De momento, las recientes elecciones en los EE.UU. han demostrado, que de los 206 millones de posibles votantes, sólo 145 se habían registrado en el censo electoral para poder ejercer ese derecho. Pero de estos últimos sólo votaron no más de 60 millones, o sea menos de la mitad. El resto se abstuvo. De tales cifras comparativas cabe deducir lo que un enorme sector de la población norteamericana ya sabe, y es que “en ese país no cambiará nada mientras un republicano sustituya en la presidencia a un demócrata o viceversa”. Porque tanto montan unos como los otros y lo mismo cabe afirmar respecto de lo que pueda suceder en los comicios de cualquier otro país, mientras los explotados permanezcan engañosamente divididos entre la derecha y la izquierda burguesa, para poder así ellos salvaguardar sus intereses comunes estratégicos dejando al sistema intangible. Damos las gracias al “Blog de Carlos” por contribuir a inspirar en este último párrafo de nuestro trabajo, su tan acertada iniciativa político-literaria.

 

          Mucho es lo que se ha venido especulando estos últimos días, acerca de lo que hará o dejará de hacer el energúmeno recién electo para presidir el gobierno en EE.UU., a quien se le atribuye haberse convertido en el hombre más poderoso de la  Tierra. Como si el futuro inmediato de la humanidad dependiera exclusivamente de su voluntad personal. Los que así piensan ignoran por completo la verdadera naturaleza de la realidad en que viven. Y el caso es que, bajo el capitalismo, la propiedad privada —ya sea unipersonal o colectiva— sobre los medios de producción y de cambio, hace no solo al carácter eminentemente social participativo del o de los miembros propietarios en cada empresa fabricante de determinado producto, sino a la naturaleza y finalidad —también social— del producto fabricado. Donde la supuesta función determinante del individuo se diluye, dado que una vez producido el producto es expuesto en el mercado, donde pasa a competir —en calidad y precio— con otros de su propia especie, fabricados por empresas de la misma rama industrial. O sea, que sin lo social el individuo no es nada.

 

          Y así como este principio activo de lo social se impone y verifica en la sociedad civil capitalista, sucede otro tanto en los distintos Estados nacionales bajo el dominio de la burguesía, donde se ha venido demostrando que los presidentes gobiernan hasta donde las mayorías sociales se lo permiten. Y a propósito de esta proposición, el general Perón solía decir en Argentina que: “Cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento”. Pero en la revolución social triunfante que hace efectivamente al progreso de la humanidad, no se trata de dejarse llevar por la simple impaciencia sino por la conciencia, es decir, por el conocimiento científico previo de la realidad capitalista que permite comprehender —es decir—, apoderarse con el pensamiento, de lo que es objetivamente necesario hacer antes de ponerse manos a la obra para ejecutarlo:

<<Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad>> (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. V Aptdo. 1: “Proceso de trabajo y proceso de valorización”. Ed. Siglo XXI/1978 T. I Pp. 216. Subrayado nuestro).

 

            Otro tanto se ha venido verificando con los cambios sustanciales en la sociedad humana entre los distintos períodos históricos de su desarrollo, donde la elaboración de un proyecto ideal precedió a la acción política consecuentemente transformadora, que Lenin aprendió de Marx y acertó en llamar teoría revolucionaria:

<<Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea, en un tiempo en que a la prédica en boga del oportunismo [pragmático pequeñoburgués reaccionario], va unido un apasionamiento por las formas más estrechas de la actividad práctica. Y para la socialdemocracia rusa, la importancia de la teoría es mayor aún, debido a circunstancias que se olvidan con frecuencia, a saber: primeramente por el hecho de que nuestro partido sólo ha empezado a formarse, sólo ha empezado a elaborar su fisonomía, y dista mucho de haber ajustado sus cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario, que amenazan con desviar al movimiento del camino justo. Por el contrario, precisamente en estos últimos tiempos se han distinguido (como hace mucho predijo Axelrod a los “economistas”), por una reanimación de las tendencias revolucionarias no socialdemócratas. En estas condiciones, un error “sin importancia” a primera vista [en la teoría], puede causar los más desastrosos efectos [en la práctica], y sólo gente miope puede encontrar inoportunas o superfluas las discusiones [teóricas] fraccionales y la delimitación rigurosa de los matices. De la consolidación de tal o cual “matiz” puede depender el porvenir de la socialdemocracia rusa por años y años>> [V. I. Lenin: "¿Qué Hacer?". Cap. 1 apdo. d). Ed. “Progreso-Moscú. Cap. I. Pp. 25. Lo entre corchetes nuestro].

 

          Los contumaces reformistas del capitalismo —armados y no armados— no tienen este problema. En tanto y cuanto que para ellos no se trata de trascender ni revolucionar nada, por eso mismo no necesitan abrevar en la teoría revolucionaria ni están interesados en formular un programa para ejercitar una voluntad política transformadora, que rompa racionalmente con el sistema capitalista y lo trascienda históricamente. De ahí su desprecio por el materialismo histórico, filosofía política de la que estos sujetos sólo han tomado la letra, el discurso adecuadamente manipulado para falsear su espíritu. El uso pragmático que han hecho de las Tesis sobre Feüerbach" publicadas por Marx en 1845, por ejemplo, es una entre otras muchas tergiversaciones del marxismo, que han venido perpetrando las direcciones ideológicas y políticas pequeñoburguesas que dirigen el movimiento obrero internacional, desde que junto con Stalin y sus secuaces han aportado a la desaparición de la URSS.

 

          El punto de vista político que siguen asumiendo hipócritamente los reformistas tratando de ocultar su finalidad conservadora del capitalismo, coincide con la estrategia económica de la burguesía en su conjunto para preservar el sistema. Tanto más cuanto más avanza el proceso irreversible de acumulación y centralización de los capitales en cada vez menos manos, que ya no pueden obtener ganancias si no es exclusivamente atacando las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados. O sea, que no pueden evitar la tendencia objetiva irresistible hacia su colapso definitivo, tornando cada vez más imposibles las políticas de reforma supuestamente “progresistas” de estructura al interior del sistema. Un colapso definitivo que no podrá ser automático, sino políticamente inducido por la lucha revolucionaria de los explotados y que tarda en manifestarse:

<<...En fin, dando por sentado que estos tres elementos: salario del trabajo, renta del suelo y ganancia son las fuentes de ingreso de las tres clases, a saber: la de los terratenientes, la de los capitalistas (ya sean industriales, comerciales o financieros) y la de los obreros asalariados: como conclusión LA LUCHA DE CLASES, en la cual el movimiento (de la sociedad burguesa) se descompone y es el desenlace de toda esta mierda...>> (Carta de Marx a Engels del 30/04/1868.  Editora Política/La Habana 1983 Pp. 218).

 

          Ergo, el futuro inmediato de la humanidad debe pasar, necesariamente, por asumir los siguientes puntos programáticos:

 

1) Expropiación de todas las grandes y medianas empresas industriales, comerciales y de servicios, sin compensación alguna.

 

2) Cierre y desaparición de la Bolsa de Valores.

 

3) Control obrero colectivo permanente y democrático de la producción y de la contabilidad en todas las empresas, privadas y públicas, garantizando la transparencia informativa en los medios de difusión para el pleno y universal conocimiento de la verdad, en todo momento y en todos los ámbitos de la vida social.

 

4) El que no trabaja en condiciones de hacerlo, no come.

 

5) De cada cual según su trabajo y a cada cual según su capacidad.

 

6) Régimen político de gobierno basado en la democracia directa, donde los más decisivos asuntos de Estado se aprueben por mayoría en Asambleas, simultánea y libremente convocadas por distrito, y los altos cargos de los tres poderes, elegidos según el método de la representación proporcional, sean revocables en cualquier momento de la misma forma.

         

GPM.

         

 

         

 

           

 

 

           

                 

 

 

                                                                                                                     



[i] Michael Moore. “Estúpidos hombres blancos”. Editorial B.

 

[ii] Ricardo Alarcón. Cuba y la lucha por la democracia. Intervención durante la IX Conferencia de presidentes de parlamentos democráticos iberoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.

 

[iii] Belén López Garrido. “¿Presidente en venta?”. Revista La Clave. 14-20 mayo 2004. Madrid.

 

[iv] Pascual Serrano. Se subasta cargo de presidente. 09-11-00. http://www.pascualserrano.net

 

[v] Citado por Ricardo Alarcón en: “Cuba y la lucha por la democracia”. Intervención durante la IX Conferencia de presidentes de parlamentos democráticos iberoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.

 

[vi] Campaing 98, Aspectos destacados de la campaña electoral de 1988, número 2, publicado por la Oficina de Información del Servicio Informativo y Cultura de Estados Unidos. Citado por Ricardo Alarcón en su intervención durante la IX Conferencia de presidentes de parlamentos democráticos latinoamericanos, Montevideo, Uruguay, 15 y 16 de mayo de 1998.