02. El problema

 

    Pues bien, acerca de esto último:     

 

El 10/09/2014 14:55, Octavio Alberola escribió:

    Pero el problema es que, con o sin cascabel, ese "animal" sigue imponiendo el rumbo de la historia y la humanidad sigue avanzando hacia el despeñadero... porque todas las tentativas de domesticarlo desde el poder han contribuido a hacerle ser más "racional" y hegemónico en sus animaladas.

    ¡¡Quizás sea pues cuestión de ponerle otro cascabel!!

Fraternalmente.

 

El 12/09/2014 10:35 el gpm escribió

Señor Alberola:

    Una señal es un signo que indica, por ejemplo, en qué dirección hay que ir para encontrar determinada cosa o evento. Todos podemos ver distintas señales de peligro asociadas a determinados actos o cosas. En ligüística, un signo denota la relación entre significante y significado de las palabras. Y ya se sabe que las palabras apuntan a determinadas realidades en forma de seres animados, relaciones sociales o cosas. El significante de una palabra remite a su significado, a su concepto. Y el concepto de un ser, relación social o cosa, permite saber qué es ese ser, relación social o cosa según su esencia o razón de ser, que determina su comportamiento.    

    Si alguien que ve, lee o escucha una señal, advirtiéndole qué y cómo es verdaderamente determinada realidad, y encima sufre una y otra vez sus consecuencias —como es el caso de las crisis económicas—, pero no hace nada por transformarla, el hecho de que acabe haciendo lo que esa realidad le exige hacer para tal fin, solo es cuestión de tiempo. Tiempo de sufrimiento para el necesario conocimiento de esa realidad, como condición de la acción transformadora consecuente. Y según este orden: 

<<No es la conciencia la que determina la existencia, sino la existencia social lo que determina la conciencia>> (K. Marx-F. Engels 1845: “La Ideología alemana”. Subrayado nuestro).

    Como le hizo decir a su “Martín Fierro” el genio literario de José Hernández: “El tiempo sólo es tardanza de lo que está por venir” El necesario que induce a esforzarse por conocer esa realidad; es decir, comprenderla como condición necesaria para transformarla. Pero una vez recorrido el camino de la experiencia que alumbra ese otro andar en dirección al conocimiento, es este último el que recoge el testigo para completar el trecho restante y ganar la carrera de la libertad, palabra cuyo significado desde Marx, es el acto de conocer cualquier realidad como condición “sine qua non” de transformarla:

<<Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar su obra, la proyecta en su cerebro>>. (K. Marx: “El Capital” Libro I Cap. V: 1. El proceso de trabajo. Subrayado nuestro)

    Por tanto, si es cierto que la existencia determina históricamente la conciencia y no al revés, no deja der ser menos cierto, como dijera Lenin en su “¿Qué hacer?”, que tampoco puede haber "práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria". O sea, que la teoría científica es la guía de toda práctica efectivamente transformadora.

    Y por último, siguiendo la pauta de lo razonado hasta este punto, decirle que se puede domesticar a los capitalistas obligándoles a dejar de serlo para reciclarse a la condición racional del ser humano genérico. Pero lo que no se puede, es domesticar al capitalismo como sistema de vida, porque es de la misma naturaleza salvaje que cualquier animal de rapiña. Ergo: una vez que ya se sabe lo que es por medio de la ciencia y la experiencia, al capitalismo hay que destruirlo cuanto antes, señor Alberola.

    Un saludo: GPM.

 

El 12/09/2014 11:06, Octavio Alberola escribió:

Efectivamente compañero, "otro cascabel" que el del Poder. 
    ¡Salud y revolución!

 El 12/09/14 a las 12:34 el gpm escribió

Señor Alberola:

       Para que dos o más sujetos con capacidad de pensar puedan ponerse de acuerdo, es condición necesaria que ambas partes comprendan lo que una le dice a la otra y viceversa. Y puede que aun así, no lleguen a coincidir porque piensan distinto, es decir, que discrepan.

    Ud. y nosotros parecemos estar de acuerdo en lo que queremos hacer y para qué. Pero es probable que nosotros no hayamos sabido explicarnos como es debido. En ese caso, debería ser Ud. quien nos dijera qué es lo que no ha comprendido de lo que nosotros le hemos explicado, señor Alberola.

    Le decimos esto con toda sinceridad y deseo de que, efectivamente, Ud. y nosotros coincidamos en las mismas razones acerca de por qué y cómo hacer la revolución. Pero eso hay que comprobarlo.

 

El 12/09/2014 a las 13:06hs., Octavio Alberola escribió:

    Sí "el significante de una palabra remite a su significado", comencemos por compañero y no por "señor"; pues yo no me considero "señor" ni "Señor".

    Dicho esto para que quede claro y podamos comprendernos, para mí la revolución (con r o con R) no es el Gran Día ni el futuro esplendoroso que le seguirá sino el camino (proceso) que los humanos andaremos para ir construyendo un mundo sin explotación ni dominación. Y como debemos aprender del camino ya andando, no es de arriba sino desde abajo que se debe ir construyendo ese mundo. Más claramente: destruyendo el Capital y el Estado que le sirve. Lo que evidentemente no se puede lograr sirviéndolos; pues en eso acaba el pensar que uno se sirve de ellos.

    Fraternalmente.

 

       El 12/09/2014 a las 13:37 el gpm escribió:

    Nosotros consideramos “compañeros” —y en ese término le incluimos a Ud. a partir de ahora—, a quienes acuerdan con la doctrina científica del materialismo histórico. Mientras tanto, cualquier otro no deja de ser un Señor en el sentido coloquial que suele usarse hoy día. Nunca en el sentido del Señor esclavista o feudal, obviamente. Hecha esta aclaración y si a Ud. no le parece mal, de momento damos aquí por cerrado este diálogo.

    Un saludo: GPM.

 

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