Elementos para un juicio político
revolucionario al Estado “democrático” Español
Parte II: Terror de Estado, corrupción y centralización bancaria.
Sinceramiento
Tu patrón: Vota y trabaja, esclavo
El policía: Vota y circula, majadero
El cura: Vota y reza, borrego
El banquero: Vota y paga, cretino
El oficial militar: Vota y mata, soldado
El juez: Vota y a la cárcel, imbécil.
El político: Vota y espera, idiota.
Votar es un derecho y un deber
Votar es una fiesta.
Al día siguiente suena el despertador.
Como todos los días.
Anónimo
El general Javier Calderón, “colaborador necesario” en el 23F
Así ha opinado el historiador Jesús Palacios en un suplemento de doce páginas publicado con su firma en “El Mundo” el 22 de febrero de 2001, y que incorporó a la edición de su libro: “El Golpe del CESID”. Al día siguiente, durante la conferencia de prensa tras la reunión del Consejo de Ministros del gobierno de Aznar, al ser preguntado acerca de si el Gobierno estaba considerando adoptar "medidas disciplinarias" contra el general Calderón, ante la publicación de informaciones que le vinculan con la intentona golpista, el por entonces portavoz del gobierno, Pío Cabanillas, manifestó que el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, es "cosa juzgada", por lo que el Gobierno "respeta" la decisión del director del CESID, Javier Calderón, de emprender acciones legales por informaciones que le implican en la organización del golpe:
<<“El único comentario del Gobierno es que respeta las declaraciones del general Calderón en lo que respecta a su derecho de tomar las medidas que considere oportunas en defensa de su persona y su honor; fuera de eso, ningún otro comentario”, dijo Cabanillas.
El portavoz también aconsejó “extremar el cuidado con la utilización de términos absolutos que pudieran parecer acusaciones directas hacia la persona del general Calderón”. Y recordó que el golpe de Estado del 23 F de 1981 es “un caso trágico para la democracia de nuestro país, que ocurrió hace mucho y es cosa juzgada, tanto en sus aspectos civiles como militares.”>> Cfr.:
Y eso es lo primero que hizo el general: interponer una querella contra Palacios. Luego, con la sentencia favorable como resultado de su mayor peso específico fáctico ante la relativa ingravidez de un simple historiador sin relumbre sobre la balanza de la justicia burguesa, Calderón arremetió contra el resto de los periodistas respaldados por ese otro poder fáctico que es el periódico dirigido por P. J. Ramírez. [1]
Entonces, las cosas fueron diferentes. El magistrado Rosel Marín, encargado del caso, después de estudiar, analizar y comprobar toda la documentación que aportó Palacios para defenderse de esa querella —entre la que figuraba el suplemento de 12 páginas de “El Mundo”—, ha llegado a la conclusión de que la información que aparece en el libro del historiador es “veraz y documentada”. Es decir, que el escritor y los periodistas no mentían y que el CESID y sus jefes estaban al tanto no sólo de lo que iba a ocurrir, sino cuándo y quiénes eran los oficiales y mandos que iban a protagonizar la “asonada militar” que pretendió cambiar el rumbo de la Historia de España.
Pero no demasiado diferentes. En sus consideraciones jurídicas, el juez aclaró que no es su “función la de valorar si el general Calderón dirigió o no el golpe de Estado” porque “no parece que estas diligencias [en referencia a la querella del general contra el periodista] deban convertirse en una segunda edición del juicio militar”. Efectivamente, ese juzgado de instrucción no era el órgano competente para dilucidar quiénes estaban involucrados en el golpe de Estado del 23-F.
Por esa razón, un grupo de abogados —entre quienes estaban Carlos Slepoy y Manuel Ollé— recogiendo las informaciones publicadas por “El Mundo” sobre ese suceso, pretendieron darle la vuelta a la táctica de Calderón y contraatacaron presentando los “papeles de “El Mundo” como prueba de cargo contra el general en el juzgado de guardia.
La denuncia se presentó la misma noche del 22 de febrero de 2001, minutos antes de que se cumplieran los 20 años de prescripción, y que, por reparto cayó en el Juzgado de Instrucción número 26 de Madrid, cuyo titular era por entonces el magistrado Santiago Juan Pedraz Gómez. Rápidamente, este juez se inhibió de esta “patata caliente” presentada por los abogados y la derivó al Tribunal Supremo. Una vez en esa alta instancia, recayó en la Sala de lo Militar y, desde ese momento, nada se ha sabido de de la denuncia presentada por los abogados Ollé y Slepoy. Cfr.:
El resultado fue que, bajo condiciones políticas dadas en que dos poderes fácticos de igual peso específico tiran en dirección contraria, se impone la ley física del paralelogramo de fuerzas cuya resultante es nula, como así ha ocurrido en este caso con la balanza de la justicia vigente respecto del contencioso entre el periodismo y el ejército, y que eso de que “todos los ciudadanos somos iguales ante la ley según la verdad de los hechos” es uno de los tantos embelecos burgueses que si todavía señorean en la conciencia colectiva de los explotados, es porque —necesidad obliga— millones de periodistas como Antonio Rubio y letrados como Manuel Ollé o Carlos Slepoy, a cambio de relativamente holgadas condiciones de vida, generan confianza en la idea de que el sistema capitalista se rige por la verdad histórica y el imperio de “la ley igual para todos”. Así, mientras los periodistas se conforman a la perspectiva de que la verdad de los hechos finalmente resplandezca —después que la historia se haya conformado a los intereses de quienes en su momento la falsificaron— los abogados concilian su conciencia en que el derecho burgués hace de vez en cuando justicia en la persona de algunos corruptos y criminales políticos, sin evitar que la corrupción y el gangsterismo se conviertan cada vez más en la forma principal de que la burguesía pueda sobrevivirse a así misma y todos contentos. Unos y otros, en mutua solidaridad y colaboración para los fines compartidos de alejar en todo lo posible el inevitable horizonte en que los explotados agoten su paciencia y hagan tronar el escarmiento.
Ya nos hemos referido más arriba a la “Sección Especial de Agentes” —creada para dar cobertura logística a la toma del Congreso por parte del destacamento al mando de Tejero el 23F— en relación con el informe “Jaudenes”. Allí se atribuye la dirección de este engendro golpista al Comandante José Luis Cortina. En realidad, la SEA dependía por entonces directamente del comandante Cortina, su cabeza visible, pero la máxima jerarquía de mando en la sombra recaía sobre el general Javier Calderón. Por eso su nombre no apareció en el informe “Jaudenes”:
<<En las fechas del 23F el CESID tenía un director Interino, el general Narciso Carreras, quien en julio de 1980, había sustituido al también general Gerardo Mariñas.
Al margen del organigrama y de la línea de mando, el hombre fuerte de los servicios de información era Javier Calderón.>> (Antonio Rubio y Manuel Cerdan, en: “El Mundo”del 22/02/01)
Tanto Calderón como Cortina, procedían del grupo “Forja”, una sociedad secreta surgida del movimiento franquista —auspiciada por el Capital Pinilla y el padre Llanos— que dio pábulo a la Unión Militar Democrática liderada por el General Andrés Gutiérrez Mellado.
Nacido en Valladolid el 26 de marzo de 1921, siendo un adolescente Luis Pinilla Soliveres sufrió los avatares de la guerra civil. Combatió como voluntario al servicio del bando nacional franquista en las postrimerías de la guerra, sin entrar apenas en combate, asistiendo después a la Academia de Transformación donde se convirtió en oficial profesional. En 1943, siendo capitán de infantería fue nombrado profesor de esa academia. En 1944 pasó a dirigir la “Asesoría nacional de Educación Preliminar del Frente de Juventudes”.
Durante unos ejercicios espirituales en la semana santa de 1945, conoció al Padre Llanos. En 1948 fundó el primer colegio de “Preparación Preliminar del Frente de Juventudes”. En 1951 creó la “Milicia Española de Cristo”, nada que ver con los guerrilleros ni legionarios de Cristo Rey, de corte netamente fascista. En 1956 creó el Colegio Preparatorio llamado “Forja”, hasta que fue suprimido por las más altas instancias políticas y militares del régimen franquista en 1960 .
Los principios impartidos por el entonces capitán Pinilla, fueron los que inspiraron el grupo religioso-profesional militar llamado “Forja”, estrechamente ligado al Frente de Juventudes. Se cultivó allí el espíritu del esfuerzo para ser, ante todo, buenos soldados y buenos cristianos.
José María De Llanos Pastor, ex capellán de la Falange y amigo de Franco, hijo de un general de infantería, nació el 26 de abril de 1906. Licenciado en químicas por Madrid en 1927, después de la Guerra Civil española, en 1943, adscrito a la Compañía de Jesús intervino en la organización estratégica de los “Cursillos de Cristiandad”. Durante el retiro espiritual de la semana santa en 1943, intervino en la “organización estratégica” de los “Cursillos de Peregrinos”, inspirados en el ideario “progre” de la Compañía, cuya divisa para "la mayor gloria de Dios", es "la promoción de la justicia que brota de la fe", inspiración que impulsa “un esfuerzo constante por ayudar a los marginados, y sus mayores energías a los que sufren la opresión que originan las estructuras de los poderes que no respetan al individuo dentro del espíritu del Vaticano II y de las encíclicas de los últimos Romanos Pontífices..” No es casual que, con esta ideología de medio pelo, el Padre Llanos acabara haciendo buenas migas con el PCE.
Finalizada la Guerra Mundial, la Compañía le encargó a De Llanos desplegar su actividad de apostolado en los ambientes estudiantiles próximos a Falange, incluyendo la forja de futuros militares buscando desactivar la influencia del ateísmo religioso de Ortega y el totalitarismo político de las JONS, de Ramiro Ledesma [2] . En 1946 ya era Capellán del Frente de Juventudes y, en calidad de Subdirector de la “Congregación Universitaria de Madrid”, formó parte de la Junta Organizadora del “XIX Congreso Mundial de la Pax Romana”, que sesionó en El Escorial y Salamanca entre junio y julio de 1946, siendo además, habitual colaborador de las revistas estudiantiles más significativas de aquella época, como “Alférez”, “La hora” o “Alcalá”.
A mediados los años cincuenta, cuando la Compañía advirtió el peligro de deslizamiento hacia el ateísmo que suponía para el incipiente movimiento estudiantil su creciente vinculación con el tradicional anticlericalismo del movimiento obrero tutelado por el PCE, de Llanos fue encargado de desplegar su actividad de apostolado en los ambientes obreros de las nacientes barriadas proletarias del sur de Madrid. Así fue cómo el Padre Llanos se fue haciendo “comunista” y el PCE comulgó con el catolicismo.
Suele fijarse la Nochebuena de 1955, como el inicio de la actividad de este jesuita en el suburbio madrileño denominado “El pozo del tío Raimundo”, que coincidió con la progresiva adaptación de su nombre al medio social en que comenzó a desempeñarse. Así, de haber sido el jerárquico “Reverendo Padre José María de Llanos S. J.,”, pasó a ser el “democrático” y cuasi seglar “Padre Llanos” a secas. El éxito del activismo católico del Padre Llanos fue total, e influyó decisivamente en la clericalización del movimiento obrero y en la consiguiente desactivación del ateísmo e incluso del anticlericalismo en amplios sectores de Comisiones Obreras, del Partido Comunista y de otros grupos minoritarios que se presentaban como la “extrema izquierda” del sistema, no precisamente por su presunto e inexistente radicalismo social y político, sino por su efectivo anticlericalismo y ateismo religioso remanente, heredado del odio hacia a la jerarquía católica por su compromiso con el régimen franquista durante la guerra civil.
En el contexto de ascenso espectacular en las luchas obreras durante la década de los sesenta y setenta, muchos de los miembros del grupo “Forja” fueron abandonando la derecha más reaccionaria del franquismo, para evolucionar desigualmente en la escala ideológica, hacia la derecha liberal más o menos asimilada a la socialdemocracia de centro representada por el PSOE, hasta la izquierda burguesa socialdemócrata en que acabó recalando el PCE. Así se explica que fueran legión los políticos que colaboraron con el “Padre Llanos”, entre otros los hermanos Javier y Luis Solana, del PSOE, el ex alcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano, del PP, y el sindicalista Marcelino Camacho. Las exigentes inquietudes profesionales de los militares adscriptos al “Forja”, fueron las que determinaron que este grupo tuviera tanta influencia, ya que la mayoría de ellos eran aspirantes a ocupar puestos en el Estado Mayor, destacando entre los primeros en las distintas promociones, lo que les permitió ocupar altos cargos en la escala jerárquica del las FF.AA. y, en muchos casos, asegurarles el ascenso al generalato, como fue el caso de Gutiérrez Mellado, Díez Alegría y el propio Pinilla.
En 1936, Javier Calderón quedó huérfano de padre fusilado por el bando republicano. A principios de la década de los sesenta, siendo capitán de infantería comenzó a colaborar en obras de caridad junto a De Llanos entre los chabolistas (villas miseria) de “El Pozo del Tío Raimundo”. Allí pudo conocer a Luis Pinilla y al resto de oficiales que dieron nacimiento a la “Unión Militar Democrática” (UMD).
Empezó a vincularse con los servicios secretos desde 1971, desempeñándose tanto en el Servicio Central de Documentación (SECED) dependiente de la Presidencia de Gobierno —durante la etapa de su primer responsable el coronel José Ignacio San Martín— (1972-74), como en el órgano que le sucedió: el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) creado en 1977 por el general Gutiérrez Mellado. A finales de 1974, colaboró con Manuel Fraga en la creación de la sociedad de estudios políticos “Gabinete de Orientación y Documentación” (GODSA), desde donde se intentó la formación de un partido político de centro. Así, del GODSA surgió en febrero de 1976 “Reforma Democrática”, formación política precursora del actual “Partido Popular”. [3] En el CESID, Calderón también tuvo como máximos responsables al entonces teniente coronel Andrés Casinillo (1976-78) y al coronel Emilio Alonso Manglano, nombrado este último por el presidente Calvo Sotelo tras sobrevivir en su cargo provisorio al intento golpista de 1981. [4]
En 1976, Javier Calderón intervino como defensor de Restituto Valero en el juicio contra los miembros de la Unión Militar Democrática (UMD). Junto al ya fallecido teniente general Gutiérrez Mellado, fue uno de los promotores de la Fundación Ayuda contra la Drogadicción, FAD, donde en 1986 conoció y estrechó fuertes lazos de amistad con el socialista Eduardo Serra, su valedor.
http://www.nodo50.org/gpm
e-mail: gpm@nodo50.org
[1] Tanto en los libros de Palacios y Perote como en las investigaciones de Cerdán y Rubio en “El Mundo” queda fuera de toda duda razonable la participación intelectual y material de Calderón y Cortina en la gestación y ejecución del golpe, dentro de la denominada "Solución Armada" para imponer un gobierno de todos los partidos democráticos presidido por el ex-jefe de la Casa del Rey, con Felipe González como vicepresidente, Tamames como ministro de economía y Ansón como ministro de Información.
[2] Fascista y antirrepublicano visceral, Ramiro Ledesma Ramos, fue el fundador de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (JONS) y uno de los teóricos que más han influido en la concepción del Movimiento Nacional iniciado en 1936, nació en Alfaraz (Zamora) el 23 de mayo de 1905 y murió fusilado por los republicanos en Aravaca (Madrid) el 29 de octubre de 1936. Licenciado en la Carreras de Filosofía y Letras y Ciencias Físicas y Matemáticas por la Universidad de Madrid, fue un aventajado discípulo de Ortega y Gasset. Habiendo profundizado en el estudio del filósofo existencialista alemán Martín Heidegger y colaborado desde muy joven, en “La Gaceta Literaria” y la “Revista de Occidente”, escribió su única novela: “El sello de la muerte”. El 14 de marzo de 1931, tenía veinticinco años cuando ocupó la dirección del periódico: “La Conquista del Estado”, al tiempo que irrumpía en la política activa. Su publicación estuvo inspirada en dos consignas fundamentales: nacionalismo profundo y revolución de carácter económico-sindical. El 25 de julio el periódico fue suspendido no reanudando su publicación hasta el mes de octubre, en cuyo número, se anunció la próxima fundación de las J. O. N. S., cuya organización fue fundada el 30 de noviembre de ese mismo año, proclamando la unidad intangible de España, el respeto a la tradición religiosa y su incompatibilidad radical con el marxismo.
[4] Hijo del ingeniero de minas y político franquista almeriense
Andrés Casinello Barroeta —diputado electo en 1933 por el partido Acción
Popular—, Andrés Casinello Pérez es un general diplomado en contrainsurgencia
por el Ejercito de
Estados Unidos, que posteriormente se desempeñó como Jefe del Estado Mayor
de la Guardia Civil. Siendo comandante, en 1974 ya se había convertido
en el hombre fuerte de los servicios secretos por entonces a cargo de José
Ignacio San Martín —hombre de confianza de Carrero Blanco— implicado luego
en el golpe del 23F como jefe de la “Organización Nacional Contra-subversiva”
(ONC). Por ese entonces, Casinello ideó un plan consistente en que Franco
conmutara algunas de las condenas a pena muerte que se habían decretado
en el proceso de Burgos, para que, de ese modo, no quedara tan mal la opinión
internacional y su imagen no se deteriore internamente más de lo que ya
estaba. Casinello convenció a la madre de Izco de la Iglesia, uno de los
condenados, de que escribiera una carta al Caudillo como viuda de un excombatiente
requeté, solicitándole la gracia para su hijo. La carta surtió efecto y
en un acto presentado como de buena cristiandad, el Generalísimo concedió
el derecho de gracia para Izco de la Iglesia y otros cinco condenados: Javier
Larena, Jokin Gorostidi, Teo Uriarte, José Dorronsoro y Mario Onaindía.
Posteriormente, tras la muerte de Carrero Blanco, y el nombramiento de Arias
Navarro, junto con su jefe superior Casinello fue apartado del servicio,
pero retornó un año después al ser repuesto por el nuevo responsable del
CECED, hasta que, en 1976, fue nombrado como dirigente máximo del organismo
hasta 1977, en que lo abandonó para ser nombrado al frente del poderoso
servicio de información de la Guardia Civil, que se encargó de reestructurar
en 1978. En 1982, una semana después de asumir la presidencia del gobierno,
Felipe González encomendó a Casinello —por entonces convertido ya en general
al frente del estado Mayor de la Guardia Civil— que, como experto en información
y contrainsurgencia se encargase de mejorar organizativamente todos los
contenidos del plan ZEN (Zona Especial Norte), cuyo cometido fue acabar
con ETA. Esta gestión derivó en la creación del clandestino “Grupo Antiterrorista
de Liberación” (GAL), que implementó el terrorismo de Estado entre los
grupos radicales nacionalistas vascos. En cuanto a Emilio Alonso Manglano,
se hizo cargo del CESID nombrado por el presidente interino, Calvo Sotelo,
tras el intento de golpe del 23F, sustituyendo en el cargo de director a
……Calvo Sotelo cuenta en su libro: “Pláticas de Familia”, que, tras
presenciar el juramento de rigor, con una evidente carga de ironía le pidió
a Manglano que “procurase informar al Gobierno del próximo golpe militar
con alguna anticipación, para que no nos sorprendan como el 23-F” .
En 1982, el CESID pasó a depender funcionalmente de la presidencia del gobierno.
En 1995, este general se vio implicado en el sonado caso de las escuchas
telefónicas ilegales a numerosas personalidades políticas y empresariales
españolas por parte del CESID, entre 1983 y 1991, que saltó a la opinión
pública ante la acusación al jefe de la AOME, el coronel Perote, de apropiarse
de numerosas cintas magnetofónicas que constituían el cuerpo del delito.