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Responsabilidad moral y social en la actividad científico-técnica

por filosofem,



La acelerada dinámica de la ciencia y la técnica plantea a la sociedad en general y a la comunidad científico-técnica viejos y nuevos dilemas morales. Las dificultades que se dan para resolver estos problemas desde las teorías éticas clásicas, llevan a la necesidad de buscar una nueva ética para nuestra época, una ética centrada en la responsabilidad.

En este tema, tras el planteamiento del problema, veremos históricamente cómo algunos científicos e inventores han sido conscientes de que sus descubrimientos o sus inventos podían tener consecuencias no deseables para la humanidad. Sin embargo, no ha sido hasta mediados del siglo XX cuando comenzó a generalizarse entre la comunidad científico-técnica una conciencia moral y un compromiso con la sociedad. Por su parte, la ciudadanía han ido tomando conciencia de la necesidad de hacer oír su voz ante una forma de desarrollo, el científico-técnico, que no deja de afectarles, pero sobre el que apenas se les deja opinar o reflexionar. Finalmente, analizaremos de modo sistemático algunas de las cuestiones relativas a la relación entre ciencia, tecnología y ética.

 1. La sociedad tecno-científica y sus problemas

La ciencia y la tecnología, en la medida en que han aumentado el conocimiento sobre el mundo y la sociedad, han aumentado también el poder de transformar ambas. A consecuencia de esto, ha crecido el número de dilemas, interrogantes y problemas morales y éticos directamente vinculados al quehacer científico y tecnológico. Algunos ejemplos de ello son: el trasplante de órganos, la manipulación del cerebro, la prolongación técnica de la vida de la persona enferma, la creación mediante manipulación genética de nuevas especies, la producción de especies transgénicas, el re-diseño genético del ser humano, las técnicas de reproducción asistida, la creación de clones humanos, el uso de la energía nuclear tanto con fines pacíficos como militares, el empleo de las bases informáticas con datos confidenciales o privados, la sobreexplotación del planeta, la contaminación, la producción y almacenamiento de residuos tóxicos, el efecto invernadero, la desigualdad creciente entre países desarrollados y subdesarrollados, o el gasto que se destina a financiar la investigación militar. Cuanto más se sabe, más se puede hacer; disminuyen los límites técnicos, pero inevitablemente se plantean otro tipo de límites, los de carácter ético.

La ciencia y la tecnología posibilitan hacer cosas nuevas (o simplemente las mismas cosas, pero de otro modo), al proporcionarnos los conocimientos y los instrumentos necesarios para ello. Sin embargo, el hecho de que podamos hacer algo no significa que debamos hacerlo. La ciencia y la tecnología nos proporcionan los medios para poder hacer algo, pero no nos dicen nada acerca de si debemos hacerlo ni tampoco de los límites hasta dónde debemos llegar a la hora de poner en práctica un nuevo descubrimiento. No hay una respuesta científica a los dilemas y problema morales que el desarrollo de la ciencia y la tecnología plantean. Son cuestiones que han de ser afrontadas por toda la sociedad y no exclusivamente por las y los “expertos” (comunidad científico-tècnica). Y la vía para hacerlo es un tipo de reflexión que tenga en cuenta lo “humano” y lo “valioso”, esto es, los valores morales.

Extraterrestres
Extraterrestres

Actividad 1 Lee atentamente los dos párrafos anteriores y haz un resumen de 8 o 10 líneas.

 2. La era de las macro-consecuencias del desarrollo tecno-científico y la nueva ética

En cierta medida, podemos afirmar que la ética, la ciencia y la tecnología tienen un objetivo común: hacer que la gente viva bien. La diferencia entre ellas reside en el núcleo de su atención. Ciencia y tecnología se preocupan sobre todo por los medios o instrumentos materiales para vivir bien o vivir mejor, mientras que la ética se preocupa por los fines, es decir, por aclarar y apuntar en qué consiste realmente esa vida buena que se pretende conseguir. Bien expresa Miguel de Unamuno (1864-1936) esta diferencia cuando escribe en Del sentimiento trágico de la vida:

Un nuevo descubrimiento científico, de los que llamamos teóricos, es como un descubrimiento mecánico: el de la máquina de vapor, el teléfono, el fonógrafo, el aeroplano, una cosa que sirve para algo. Así, el teléfono, puede servirnos para comunicarnos a distancia con la [persona] amada. ¿Pero ésta para qué nos sirve? Toma uno el tranvía eléctrico para ir a una ópera y se pregunta: ¿Cuál es, en este caso más útil el tranvía o la opera?

Herramientas, instrumentos, aparatos, etc. no nos hacen felices por sí mismos, sino en cuanto nos facilitan conseguir esas otras cosas que más nos acercan a una vida grata y digna. Uno de los problemas más graves que acucian a las sociedades contemporáneas es que los medios (por ejemplo, el coche) acaban haciendo olvidar los fines (por ejemplo, hacer un viaje), de tal modo que creemos que la felicidad reside en la simple posesión y desarrollo de cada vez más medios.

Durante la Antigüedad, la preocupación por la vida buena (felicidad) era propia de la filosofía moral (ética) y la religión. Pero desde comienzos de la Modernidad (s. XVII), y sobre todo desde la Ilustración (s. XVIII), se confió en que la ciencia y la tecnología producirían una mejora constante en las condiciones de vida de las distintas sociedades humanas. Se creía que el progreso tecno-científico traería por sí solo el progreso humano, social y político.

En estos últimos 150 años, dos acontecimientos han sido los que han hecho que se ponga en duda el carácter necesariamente progresivo y benefactor de la ciencia y la tecnología. El primero de ellos fue la Revolución Industrial, que desde el siglo XIX ha empeorado las condiciones de vida y de trabajo de la gente. El segundo, en el siglo XX, fue la aplicación del conocimiento científico a la producción de armas de destrucción masiva, como las bombas atómicas.

El alcance que el desarrollo del conocimiento tecno-científico tiene sobre nuestras vidas y sobre el planeta ha llevado a afirmar que nos hallamos en la era de las macro-consecuencias del desarrollo científico-técnico. Sin embargo, ese aumento del conocimiento y del poder humano no ha ido seguido de un aumento paralelo en la reflexión ética y la responsabilidad. Actualmente desarrollo tecno-científico y desarrollo ético se hallan en una relación de falta de equilibrio.

Anteriormente ninguna teoría ética tuvo que considerar la condición entera de la vida humana y el futuro remoto. […] Los de ahora son problemas que exigen una nueva concepción de deberes y derechos (Hans Jonas, El principio de la responsabilidad)

Según defiende el filósofo moral contemporáneo Hans Jonas (1903-1993), las teorías éticas tradicionales podían ser válidas para otro tipo de sociedad pero son insuficientes para la nuestra. Jonas plantea una necesaria renovación de la reflexión ética, que la adecúe a los tiempos en que vivimos. Esa nueva ética, integrada con la política, tendría que dar respuesta a los dilemas que plantea el actual desarrollo tecno-científico.

Actividad 2 Busca en la prensa dos noticias sobre problemas morales planteados como consecuencia del uso de la tecnología y las presentas en el aula.

 3. El despertar de la conciencia moral en las ciencias y las técnicas

Todo comenzó con la búsqueda de la verdad;
pero centenares de miles de personas
pagaron en Hiroshima y Nagasaki
esta inestimable sed de conocimiento con su vida.
(Erwin Chargaff)

Desde la Antigüedad, en filosofía, ciencia, inventos e ingeniería ha existido la conciencia de que sus investigaciones podían tener repercusiones social y humanamente inaceptables y, por tanto, podía haber limitaciones no sólo de tipo intelectual, material, técnico o económico. Así un proyecto o una investigación podía no llevarse a cabo por razones morales o sociales, aunque su realización fuera técnicamente posible y económicamente rentable. La aplicación de este tipo de limitaciones morales o sociales resto reflejado en varios episodios y sucesos ocurridos en la historia del desarrollo científico y técnico, acontecimientos que ponen de manifiesto una preocupación por las consecuencias de ciertos descubrimientos e inventos, o por el uso o abuso que se pudiera hacer de ellos.

Se le atribuye al sabio griego Arquímedes (s. -III) la negativa a escribir un tratado sobre algunos de sus descubrimientos matemáticos por temor a las aplicaciones militares que pudiera hacerse de ellos. Sin embargo, Arquímedes sí puso con suficiente éxito su ingenio al servicio de su ciudad, Siracusa, cuando ésta fue atacada por el ejército romano. Aplicó espejos ustorios para quemar a distancia las velas de las naves romanas, aprovechando la concentración de los rayos solares.

En relación con el estudio y la práctica de la medicina, un caso anterior es el conocido juramento hipocrático (“la medicina está siempre en función de la curación del enfermo”), que permanece como el primer ejemplo de código deontológico profesional. Este juramento lo realizaban los aprendices de medicina de la escuela médica de Cos, isla donde nació Hipòcrates (s. -V).

Un siglo después, el filósofo griego Platón (s. -IV) nos ha dejado en el Fedre un fragmento muy revelador sobre la actitud de algunos inventores ante las posibles repercusiones de sus inventos. En este diálogo Platón cuenta el mito en el que el rey egipcio Thamus invita al dios Theuth, dios de los inventos, a hablar de sus logros. Cuando el dios llega a la escritura y describe sus ventajas, el rey le interrumpe y afirma lo siguiente:

Theuth, modelo de inventores, el descubridor de un arte no es la persona más apropiada para juzgar el daño o provecho que aportará a quien haga uso de él. Así sucede en este caso: tú, que eras el padre de la escritura, has dejado patente tu afecto hacia tu creación al atribuirle facultades contrarias a su verdadera función.

A finales del Imperio Romano, y en el marco de la construcción de grandes obras públicas, Diocleciano (s. III) rechazó un proyecto técnico que pretendía construir una máquina para levantar materiales muy pesados en las construcciones. El emperador se opuso a llevar adelante este proyecto porque las nuevas máquinas sustituirían a muchos trabajadores, en este caso dejaría a muchos esclavos desocupados. Sus palabras fueron las siguientes: "déjame alimentar al pueblo llano”.

En el Renacimiento, un caso parecido al de Arquímedes es el de Leonardo da Vinci (s. XV). Leonardo, al imaginar el que posiblemente era un "submarino", rehusó dejar ningún diseño de tal ingenio. Leonardo, conocedor de la naturaleza humana, temió que los seres humanos lo utilizaron para cometer sus asesinatos en el fondo del mar. Siglos más tarde, durante la guerra de Crimea (1854-1856), el gobierno británico le planteó al físico Michael Faraday (s. XIX) si era posible utilizar algún tipo de gas tóxico para atacar el bando enemigo. Faraday señaló que era perfectamente posible, pero que era inhumano y que no pondría su inventiva al servicio de la muerte. A pesar de estos y otros casos, hasta medios del siglo XX, lo característico ha sido considerar que la ciencia y la tecnología eran moralmente neutrales, pero que con su desarrollo beneficiarían a la humanidad.

Durante el siglo XX se produjo un cambio radical en la manera de entender las relaciones entre la ética y la ciencia-tecnología. En este siglo, las consecuencias de la actividad tecno-científica se ampliaron enormemente. Son dos los acontecimientos que produjeron este cambio significativo en la actitud de científicas, ingenieras, así como del resto de la ciudadanía.

  • El primero de estos cambios fue la creación y lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, seguida de la decisión del gobierno de los Estados Unidos de continuar el programa nuclear para construir una bomba con más poder destructivo que la atómica, la bomba de hidrógeno o Bomba H. La construcción y lanzamiento de las primeras bombas atómicas y la continuación del programa nuclear supuso el fin de la inocencia de la ciencia. A raíz de este acontecimiento, algunas científicas y científicos, sobre todo los más directamente implicados, lograron conciencia moral y responsabilidad y empezaron a reclamar más compromisos con los problemas sociales de la humanidad como por ejemplo el hambre, la enfermedad o la desigualdad económica [1].
  • El segundo hecho significativo, a finales de la década de 1960, es la oposición a la Guerra del Vietnam, así como también a los diferentes usos de la energía nuclear o al uso de pesticidas en la agricultura, especialmente el DDT. En este caso, fueron grupos de activistas sociales quienes tomaron conciencia e hicieron escuchar su protesta.

Ambos sucesos tienen en común que la conciencia moral y la demanda de responsabilidad no se dan de manera individual, como en el pasado, sino de un modo colectivo y social. Un reflejo de esto son los diferentes movimientos, grupos y conferencias opuestas al desarrollo de la investigación con fines bélicos, y comprometidas con la sociedad frente al uso interesado de la ciencia.

Incluso en el ámbito de la ciencia y en su ética se ha producido un giro que hace imposible mantener el viejo ideal de la investigación pura encaminada exclusivamente al conocimiento.

Mi generación se dedicó a la ciencia por la ciencia y creía que nunca podría conducir al mal porque la búsqueda de la verdad es buena por sí misma. Era un bello sueño del que fuimos despertados por los acontecimientos mundiales. Incluso quién disfrutaban de un sueño más profundo tuvieran que despertar cuando, en agosto de 1945, se lanzaron sobre dos ciudades japonesas las primeras bombas atómicas. Desde entonces hemos comprendido que debido a nuestro trabajo estamos implicados irremisiblemente en la economía y en la política, en las luchas internas de los países, en las luchas por el poder entre las diversas naciones (Max y Hedwig Borne Ciencia y conciencia en la era atómica. Madrid, Alianza Ed., 1971 , p. 187).

A pesar del cambio de actitud reflejado por estas iniciativas, todavía son una mayoría los y las científicas, tecnólogas y filósofas de la ciencia las que defienden que no hay que poner límites a la investigación científica ni tecnológica. Dicen que no se le puede poner barreras al afán humano de saber.

Actividad 3 Enumera tres descubrimientos científico-tecnológicos del siglo XX y otros tres descubrimientos éticos del siglo XX. Después, haz una reflexión por escrito sobre qué crees que produce el desfase que hay entre el desarrollo del conocimiento tecno-científico y el desarrollo de la reflexión ética. ¿Cuál crees que puede ser la solución para lograr un equilibrio entre ambas?

Actividad 4 Haz una breve reflexión ética sobre el sentido de la siguiente afirmación e intenta contestar la pregunta que formula: "Es fácil probar la superioridad del avión sobre la carreta, pero como demostrar el progreso moral o político?" (E. Sábato, Hombres y engranajes. p. 45).

 4. Hechos, valores y normas

Desde un punto de vista sistemático, la relación existente entre la ética, por un lado, y la ciencia y la tecnología, por otro, puede ser abordada desde diferentes perspectivas. Aquí mencionamos tres:

  1. La relación entre hechos y valores
  2. Las normas de la ciencia
  3. La ética de la ciencia y de la tecnología.

Actividad 5 Reflexiona y responde:

  • La defensa de la vida, tiene que implicar que el personal médico no deje morir dignamente a las personas?
  • Permitirías experimentos con personas sin pedirles su consentimiento si de esta investigación se consiguiera un fármaco para curar, por ejemplo, el SIDA?
  • Los beneficios económicos del desarrollo tecno-científico comportan beneficios para la humanidad?
  • Desde un punto de vista moral, señala qué problemas son los que hay que resolver de una manera prioritaria por parte de la investigación tecno-científica?

 4.1 La relación entre hechos y valores

De una manera general nos encontramos con dos posturas:

  • La que separa los hechos de los valores. Según esta postura la ciencia trata sobre cómo son los hechos de la realidad e intenta aumentar nuestro conocimiento sobre esta. Los hechos, para ser independientes de los sujetos, son neutros, no tienen valores y, en consecuencia, también el conocimiento sobre el mundo es neutro (ni bueno, ni malo). Por eso se dice que el conocimiento es objetivo. Los valores, entre ellos los de la ética, son propios de los seres humanos y por eso se afirma que son subjetivos. Son mudables o cambiantes, dependiendo de las personas que los tengan. Por eso el conocimiento científico será moralmente neutro. A su vez, dentro de esta postura podemos distinguir dos actitudes distintas:
    • El conocimiento científico es neutral y objetivo, pero la ciencia es buena en sí misma. La ciencia trata de conocer la realidad y así aumenta nuestro conocimiento sobre esta. Y el aumento del conocimiento nunca puede ser nada malo. Por esta razón es evidente que no se puede cuestionar ni la libertad ni la conveniencia de la investigación en el campo de la ciencia básica, porque su finalidad es, pura y simplemente, aumentar el conocimiento del Universo y esto es siempre una motivación noble. Quiero decir que la ciencia es siempre buena aunque sus aplicaciones puedan ser beneficiosas o perjudiciales para la humanidad.
      Quién mantiene esta postura traslada el problema de la responsabilidad moral desde la ciencia a la tecnología, a la que a veces denominan "ciencia aplicada". Son las aplicaciones de la ciencia las que son moralmente aceptables o rechazables.
    • La ciencia es axiològicament neutral. Esta es una postura más moderada y coherente. Defiende que el conocimiento científico no es ni bueno ni malo, sino esencialmente amoral. Y precisamente porque le son ajenas las preocupaciones éticas, es garantía de nada. El conocimiento por el conocimiento no es ni necesariamente progresivo ni benefactor. Por eso la ciencia necesitaría ser constantemente humanizada.
  • Por otro lado, está la posición que no separa taxativamente hechos y valores, es decir, no separa los mundos de la tecno-ciencia y de la ética. También aquí nos encontramos con posturas diferentes:
    • Los valores también son hechos. Hay quién ha tratado de construir o fundamentar una ética a partir de una determinada teoría científica. En la segunda mitad del siglo XIX, Herbert Spencer (1820-1903) propuso, a partir de la teoría de la evolución por selección natural de Darwin, una teoría de organización e intervención sobre la sociedad, el "darwinismo social". El Sido tendría que abstenerse de prestar cualquier tipo de ayuda a las personas socialmente más desfavorecidas. En nuestro siglo, algunas corrientes de pensamiento, como la Sociobiología, han tratado de hacer ver que determinadas conductas humanas tienen una fuerte componente natural (genética), como son los casos del machismo, la xenofobia, la homosexualidad, la violencia o la desigualdad social [2]
    • El conocimiento de los hechos puede servir porque cambien los valores. Hay quién defiende que la ciencia puede ofrecer información para la resolución de algunas cuestiones morales. Al proporcionarnos más conocimiento, la ciencia nos ayuda a liberarnos de la superstición y de la ignorancia, y así, aumentan nuestras posibilidades de actuación. Por ejemplo, los prejuicios sobre la inferioridad intelectual de las mujeres o de cualquier hombre que no sea blanco han sido rechazadas gracias al desarrollo del conocimiento científico.
    • No podemos separar totalmente los hechos de los valores. La ciencia es una acción llevada a cabo por personas que tratan de conocer la realidad tal como es y de aumentar nuestro conocimiento sobre esta. Son muchos los factores que condicionan esta acción (económicos, culturales, ideológicos). Por eso, es imposible que, de una manera u otra, algunos valores no acaben, muchas veces de manera imperceptible, dentro del mundo de la ciencia y del conocimiento científico. Esto se ve claramente en algunas de las controversias recientes sobre el uso de la energía nuclear, la reducción de emisiones de C02 a la atmósfera, el efecto invernadero, el consumo de tabaco o de hachís, o siempre que se produce algún tipo de vertido o escape tóxico al medio ambiente. En tales casos nunca hay un acuerdo unánime entre los llamados “expertos”.

Actividad 6 Cómo te explicas la diversidad de valoraciones hechas, por ejemplo, ante los posibles efectos secundarios de un vertido o accidente contaminador? Analiza un caso actual y relaciónalo con la posición política e ideológica de los “expertos”, sus motivaciones y las presiones políticas y económicas que puedan recibir.

 4.2 Las normas de la ciencia

En un segundo sentido, cuando se habla de "ética de la ciencia", nos podemos estar refiriendo al que el sociólogo norteamericano Robert K. Merton (n. 1910) y su escuela han denominado el ethos de la ciencia. Los científicos/se, cuando pertenecientes a un grupo concreto dentro de la sociedad, la comunidad científica, poseerían un código de normas o principios propio que los obligaría a comportarse de una manera particular (esto no tendría nada que ver con que los científicos/se sean -como personas- buenos/se o malos/se). Este conjunto de reglas de comportamiento o ethos sería el siguiente:

  • Universalismo. Las científicas y los científicos tienen que evaluar todas las opiniones e ideas que aspiran a ser científicas con objetividad e imparcialidad, vengan de quien vengan, sin tener en cuenta el sexo, la religión, la posición social o la nacionalidad, con unos criterios impersonales de contrastació metodológica.
  • Comunalisme. Se considera que el conocimiento científico es público, de libre disposición para todo el mundo, no privado. El secretismo sería una conducta contraria al ethos
  • Desinterés. Sin descartar la búsqueda del reconocimiento por su trabajo, el interés de científicas y científicos no es el económico ni el personal, sino el adelanto del conocimiento, esto es, el saber por el saber.
  • Escepticismo organizado. Las científicas y los científicos tienen que mantener una actitud de duda sistemática o de crítica racional ante todo saber, incluido el propio, puesto que todo saber científico es considerado como provisional y revisable. Las actitudes dogmáticas (es decir, mantener una opinión o idea sin tener en cuenta ninguna crítica) llevarían al estancamiento de las ciencias.
  • El ethos expuesto por Merton y su escuela es frecuentemente incumplido por científicas y científicos. En efecto, históricamente, el personal investigador se aferra a sus creencias o han rechazado las de otras cinetíficas y científicos, a veces, de manera irracional y caprichosa. Pero, además, desde el siglo XX la práctica científica está cada vez más alejada de este código de normas. Por un lado, el hecho de que la investigación tecno-científica haya adquirido una mayor dimensión económica y laboral hace que aumentan los casos de fraude deliberado; por otro lado, los resultados de las investigaciones no se hacen públicos si no son patentados, al anteponer el beneficio económico personal al interés científico. El ethos mertoniano es más bien la expresión de un deseo, basada en una imagen idealizada de la práctica científica, que de la realidad.

Actividad 7 Imagínate que estás trabajando en un prestigioso laboratorio científico y descubres un remedio contra un tipo de cáncer. ¿Intentarás que de tu descubrimiento se beneficie el mayor número de personas posible o tratarás de obtener el mayor beneficio económico y reconocimiento social para ti?

 4.3 Ética de las ciencias y de las tecnologías

En un tercer sentido, cuando se habla de ética de las ciencias y de las tecnologías se puede hablar de dos cosas relacionadas, pero que no son lo mismo.

  • Se puede hablar de una simple extensión o aplicación de los principios generales de la teoría ética a los problemas y dilemas concretos que plantean los desarrollos cientifico-técnicos. La expresión más clara de todo esto son los diferentes códigos deontológicos de profesiones como la medicina, la jurídica o la periodística. La participación en este tipo de análisis no tiene por qué reducirse únicamente a personal científico e ingeniero, sino que podría y tendría que implicar a varios organismos, grupos y movimientos que representan la sociedad. Algunas de sus formas son las siguientes: las comisiones parlamentarias destinadas a evaluar proyectos científicos y tecnológicos; los comités éticos dedicados a analizar las implicaciones sociales y morales como, por ejemplo, los Comités de Bioética; las organizaciones no gubernamentales (ONGs) como Greenpeace, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, ADENA, etc.; la promulgación de leyes que regulan o prohíben ciertas investigaciones científicas y sus aplicaciones técnicas.
  • En un sentido más ambicioso, se plantea la necesidad de conseguir una nueva ética para la época que vivimos, lo era de la ciencia y la técnica, puesto que las teorías éticas existentes actualmente serían insuficientes para abordar los dilemas morales que ambas nos plantean.

Actividad 8 Haz un mapa conceptual del apartado 4.

 5. Cuestiones y problemas morales de actualidad

Los problemas de tipo ético y moral suscitados por las ciencias y las tecnologías contemporáneas son variados y a veces de naturaleza muy distinta. Unos tienen que ver con la conducta del personal investigador en el seno de una comunidad científica; otros, con la mentira y el engaño; otros, con las consecuencias de ciertas investigaciones; otros, con la participación ciudadana.

 5.1 El fraude en las ciencias

Por fraude en el mundo de las ciencias tenemos que entender el plagio o copia, así como la selección, retoque y, en casos extremos, invención de hechos y datos. Recientemente se ha producido un incremento significativo de casos de conductas deshonestas, fraudes y engaños en el mundo científico. El aumento del número de investigadoras e investigadores científicos, por un lado, y el dinero que se mueve alrededor de la investigación tecno-científica, por otro, son factores que pueden servir para explicar este incremento. Otra posible causa puede ser el deseo de conseguir rápidamente el reconocimiento o el prestigio académico.

 5.2 Las investigaciones biomédicas

Los avances de las tecnologías médicas y de reproducción asistida son uno de los terrenos que más polémicas y controversias se suscitan. Lo que está en el centro del debate es el control de la vida con la técnica y la ciencia: su prolongación, su supresión (aborto, eutanasia), su producción (fecundación in vitro, clonación), o su alteración (la manipulación genética). No podemos cerrar los ojos a las posibilidades que nos plantea el desarrollo de la tecno-ciencia, pero ¿podemos hacer lo que queramos? ¿no hay ningún límite para estas nuevas biotecnologías?

 5.3 Las tecnologías de la información y la comunicación

Las tecnologías de la información y la comunicación están asociadas a un efecto liberador y descentralizador, pero podría suceder que tuvieran un efecto contrario. Estas tecnologías pueden servir para homogeneizar y controlar a las personas, influir sobre ellas, manipularlas, vigilarlas, al acceder a sus datos privados e incluso a su vida íntima.

 5.4 La investigación militar

Se argumenta a menudo que buena parte de los inventos y descubrimientos hechos por las ciencias tienen un origen militar. Imaginémonos entonces lo que podría haber sucedido si todo este potencial se hubiera dirigido directamente a resolver los problemas reales de las diferentes sociedades. Resulta paradójico que en el mundo de la ciencia y la tecnología se defiendo con tanto énfasis la libertad de investigación, cuando buena parte de esta se encuentra dirigida por militares y está orientada a la creación de tecnologías de control y de destrucción de seres humanos.

 5.5 La desigualdad entre países desarrollados y subdesarrollados

De una manera global la ciencia y tecnología tienden a aumentar la separación entre países subdesarrollados y desarrollados, así como también la dependencia de los primeros sobre los segundos. Mientras en una pequeña parte del mundo, gracias al desarrollo científico y técnico, se ha aumentado las expectativas de vida y el bienestar, en otras se sufren las consecuencias negativas de estos avances. Algunas de las manifestaciones más controvertidas de esta desigualdad puede verse en las alteraciones del clima, la exportación de residuos altamente tóxicos, o en el uso y venta de plaguicidas, medicamentos y alimentos que están prohibidos en los países desarrollados.

 5.6 La responsabilidad por omisión

Tan importante como las anteriores cuestiones es la que podemos denominar "responsabilidad por omisión". Hoy sabemos que si se destinan recursos suficientes, se puede obtener casi cualquier conocimiento, artefacto o producto que se deseo. La cuestión es: ¿por qué el personal investigador en ciencias y tecnologías no se dedica a solucionar los problemas que afectan a la mayor parte de la humanidad, en lugar de dedicarse a la producción de bienes y conocimientos para la sociedad capitalista de consumo o armas de control y destrucción? Casi las dos terceras partes de la humanidad sufre desnutrición y todavía muere demasiada gente por enfermedades fácilmente erradicables por la investigación científica.

 6. Imperativo galileano vs. imperativo de la responsabilidad

A manera de resumen, podríamos decir que nos encontramos ante dos posturas enfrentadas, sintetizadas por dos tipos de mandatos: el imperativo galileano y el de la responsabilidad. El imperativo galileano expresa la idea deque no se puede poner límites al avance del conocimiento, al saber por el saber. Según esta idea, esto conduciría a una catástrofe para la humanidad, puesto que la ciencia reduce nuestra ignorancia al tratar de conocer o comprender la realidad y de aumentar nuestro conocimiento sobre esta. Este deseo nunca puede ser malo. Los problemas que se asocian a la ciencia y la tecnología nacerían entonces del uso que se hace de todo este conocimiento. Estos usos pueden ser buenos o malos.

Sin embargo, es difícil hablar de un conocimiento independiente de las expectativas y los intereses humanos prácticos. Y precisamente el caso de Galileo (1564-1642) es significativo en este sentido. Cuando Galileo estudiaba o teorizaba sobre el movimiento de los cuerpos físicos no trataba de determinar de manera abstracta las relaciones cuantitativas a las que aquellos están sujetas en el mundo terrestre, ajeno a toda preocupación práctica. El estudio de la caída de los cuerpos se encuentra directamente relacionado con la determinación de la trayectoria de los proyectiles. Por otro lado, Galileo nunca hizo ninguna objeción a la hora de poner su ingenio científico al servicio de quien mejor le pagara, aunque fueran militares.

Nuestra época, la era de las macro-consecuencias de la ciencia y la técnica, necesita de nuevas actitudes. El imperativo de la responsabilidad podría ser una de las maneras de encarar la acción y la racionalidad técnica y científica. Ser responsable supone ser consciente de que las acciones humanas tienen consecuencias (por muy nobles que sean las intenciones y los fines que tengan quienes las realizan) y, llegado el caso, "responder" de estas. El imperativo de la responsabilidad está orientado hacia el futuro, esto es, hacia las consecuencias, previsibles e imprevisibles, de nuestras acciones. Uno de los problemas que se puede plantear al respeto es: ¿cómo ser responsable de aquello que no se puede prever? Como cualquiera otro ser humano, el personal científico puede y debe prever las consecuencias que se podrían derivar de sus investigaciones. Ciertamente no se pueden prever todas las aplicaciones futuras de ciertos conocimientos o artefactos, pero esto sucede tanto en la ciencia como en cualquier otra faceta de nuestras vidas. Nadie investiga con un microorganismo genéticamente manipulado o lo suelta fuera del laboratorio para ver qué ocurre, del mismo modo que no se construye una mortífera arma para ver qué pasa. Todo el mundo sabe que sus acciones pueden tener consecuencias. En la ciencia y la técnica ocurre el mismo, con la sola diferencia de que las consecuencias pueden ser globales.

El imperativo de la responsabilidad no supone una pérdida de la libertad y autonomía de la comunidad científica, como suponen quienes defienden el imperativo galileano. La responsabilidad es precisamente la máxima expresión de la libertad y la autonomía humanas, porque no se puede hablar de libertad humana sin hablar a la vez de responsabilidad.

Actividad 9 Si en el futuro, el desarrollo de la ingeniería genética y de las tecnologías de reproducción asistida te permitieran elegir las características, tanto físicas como intelectuales, de tus hijas e hijos, ¿cómo te gustaría que fueran?

Notas

[1Las demandas iniciales de no dirigir el conocimiento a la producción de armas atómicas por parte de reconocidos físicos como Werner Heisenberg (1901-1976) o Niels Bohr (1885-1962), a las cuales se sumaron, acabada la II Guerra Mundial, las del filósofo inglés Bertrand Russell (1872-1970) y el físico alemán Albert Einstein (1879-1955). Ambos escribieron conjuntamente un manifiesto en 1955, dirigido al presidente norteamericano Truman para que detuviera el proyecto de construcción de la bomba de hidrógeno. Este manifiesto dio lugar a la constitución de un influyente movimiento de oposición a la carrera armamentista conocido como el movimiento Pugwash

[2Además de otras razones, contra esta postura existe un argumento muy claro dentro de la filosofía, conocido como la falacia naturalista. Una “falacia” es una manera inválida de argumentación. Esta falacia se comete cuando se extrae una norma (tener que ser) de un hecho, es decir, de algo que es. Por ejemplo, de la existencia de cualquier tipo de desigualdad, aunque llegara a darse una explicación científica rigurosa de ella -cosa que hasta ahora no ha sucedido- no se puede pasar a hacer una política que discrimino o margino a quién es diferente

Adaptación del tema con el mismo título elaborado por Javier Gómez Ferri

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