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Simone de Beauvoir (1908-1986)

Filósofa feminista del segle XX

por Àngels Varó Peral,



Simone de Beauvoir (1908-1986) es una filósofa francesa del siglo XX. Feminista y existencialista. Su libro El segundo sexo (1949) promovió la denominada "Segunda Ola" del feminismo occidental.

 I. BIOGRAFÍA

Para un primer acercamiento a Beauvoir, veamos el vídeo "Simone de Beauvoir -cultura para principiantes".

Un conocimiento más profundo de la filósofa lo puedes obtener con este documental dirigido por Virginie Linhart, "Simone de Beauvoir. No se nace mujer..." (2007).

 II. CONTEXTO FILOSÓFICO

 1. El feminismo

¿Què es la teoria feminista?

La teoría feminista es la extensión del feminismo a los campos teóricos o filosóficos. Abarca el trabajo (...) en cuanto a los roles y vidas de las mujeres y la política feminista en la antropología y sociología, el psicoanálisis, la economía, los estudios de género y de mujeres, la crítica literaria feminista y la filosofía, (...) La teoría feminista tiene como fin la comprensión de la naturaleza de la desigualdad y se centra en la política de género, las relaciones de poder y la sexualidad. (...). El feminismo explora temas como la historia del arte, y el arte contemporáneo, la estética, la discriminación, los estereotipos, la deshumanización (especialmente la deshumanización sexual), la opresión, y el patriarcado. [1]

Corriente feminista de Beauvoir

Beauvoir forma parte de la corriente del feminismo ilustrado. En Los feminismos a través de la historia. Capítulo II. Feminismo Moderno, Ana de Miguel caracteriza el feminismo ilustrado.

...Diferentes autoras, como Geneviève Fraisse y Celia Amorós, han coincidido en señalar la obra del filósofo cartesiano Poulain de la Barre y los movimientos de mujeres y feministas que tuvieron lugar durante la Revolución Francesa como dos momentos clave -teórico uno, práctico el otro- en la articulación del feminismo moderno. Así, en el texto de Poulain de la Barre titulado Sobre la igualdad de los sexos y publicado en 1673 -en pleno auge del movimiento de preciosas- sería la primera obra feminista que se centra explícitamente en fundamentar la demanda de igualdad sexual. (...) Amorós encuadra la obra de Poulain en el contexto más amplio de la Ilustración. Aun reconociendo el carácter pionero y específico de la obra, ésta forma parte de un continuo feminista que se caracteriza por radicalizar o universalizar la lógica de la razón, racionalista primero e ilustrada después. Asimismo, mantiene que el feminismo como cuerpo coherente de vindicaciones y como proyecto político capaz de constituir un sujeto revolucionario colectivo, sólo puede articularse teóricamente a partir de premisas ilustradas: premisas que afirman que todos los hombres nacen libres e iguales y, por tanto, con los mismos derechos. Aun cuando las mujeres queden inicialmente fuera del proyecto igualatorio -tal y como sucedió en la susodicha Francia revolucionaria y en todas las democracias del siglo XIX y buena parte del XX-, la demanda de universalidad que caracteriza a la razón ilustrada puede ser utilizada para irracionalizar sus usos interesados e ilegítimos, en este caso patriarcales. En este sentido, afirma que el feminismo supone la efectiva radicalización del proyecto igualitario ilustrado. La razón ilustrada, razón fundamentalmente crítica, posee la capacidad de volver sobre sí misma y detectar sus propias contradicciones. Y así la utilizaron las mujeres de la Revolución Francesa cuando observaron con estupor cómo el nuevo estado revolucionario no encontraba contradicción alguna en pregonar a los cuatro vientos la igualdad universal y dejar sin derechos civiles y políticos a todas las mujeres.

Simone de Beauvoir

Historia del Feminismo

Para acercarnos a la historia del feminismo, es recomendable la lectura del artículo "Feminismo: historia y corrientes" de Susana Gamba, publicado en la web Mujeres en Red que reproducimos a continuación:

Feminismo: historia y corrientes, de Susana Gamba

El concepto se refiere a los movimientos de liberación de la mujer, que históricamente han ido adquiriendo diversas proyecciones. Igual que otros movimientos, ha generado pensamiento y acción, teoría y práctica.

El feminismo propugna un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer –y también del varón– a través de eliminar las jerarquías y desigualdades ente los sexos. También puede decirse que el feminismo es un sistema de ideas que, a partir del estudio y análisis de la condición de la mujer en todos los órdenes –familia, educación, política, trabajo, etc. (ver Estudios de género/perspectiva de género)–, pretende transformar las relaciones basadas en la asimetría y opresión sexual, mediante una acción movilizadora. La teoría feminista se refiere al estudio sistemático de la condición de las mujeres, su papel en la sociedad y las vías para lograr su emancipación. Se diferencia de los Estudios de la Mujer por su perspectiva estratégica. Además de analizar y/o diagnósticar sobre la población femenina, busca explícitamente los caminos para transformar esa situación.

Aunque el feminismo no es homogéneo, ni constituye un cuerpo de ideas cerrado –ya que las mismas posturas políticas e ideológicas que abarcan toda la sociedad, se entrecruzan en sus distintas corrientes internas– podemos decir que éste es un movimiento político integral contra el sexismo (ver Sexo y género) en todos los terrenos (jurídico, ideológico y socioeconómico), que expresa la lucha de las mujeres contra cualquier forma de discriminación.

Antecedentes históricos

Algunas autoras ubican los inicios del feminismo a fines del s. XIII, cuando Guillermine de Bohemia planteó crear una iglesia de mujeres. Otras rescatan como parte de la lucha feminista a las predicadoras y brujas (ver Brujas), pero es recién a mediados del s. XIX cuando comienza una lucha organizada y colectiva. Las mujeres participaron en los grandes acontecimientos históricos de los últimos siglos como el Renacimiento, la Revolución Francesa y las revoluciones socialistas, pero en forma subordinada. Es a partir del sufragismo cuando reivindican su autonomía.

Las precursoras

La lucha de la mujer comienza a tener finalidades precisas a partir de la Revolución Francesa, ligada a la ideología igualitaria y racionalista del Iluminismo, y a las nuevas condiciones de trabajo surgidas a partir de la Revolución Industrial. Olimpia de Gouges, en su “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” (1791), afirma que los “derechos naturales de la mujer están limitados por la tiranía del hombre, situación que debe ser reformada según las leyes de la naturaleza y la razón” (por lo que fue guillotinada por el propio gobierno de Robespierre, al que adhería). En 1792 Mary Wollstonecraft escribe la “Vindicación de los derechos de la mujer”, planteando demandas inusitadas para la época: igualdad de derechos civiles, políticos, laborales y educativos, y derecho al divorcio como libre decisión de las partes. En el s. XIX, Flora Tristán vincula las reivindicaciones de la mujer con las luchas obreras. Publica en 1842 La Unión Obrera, donde presenta el primer proyecto de una Internacional de trabajadores, y expresa “la mujer es la proletaria del proletariado [...] hasta el más oprimido de los hombres quiere oprimir a otro ser: su mujer”. Sobrina de un militar peruano, residió un tiempo en Perú, y su figura es reivindicada especialmente por el feminismo latinoamericano.

Las sufragistas

Si bien los principios del Iluminismo proclamaban la igualdad, la práctica demostró que ésta no era extensible a las mujeres. La Revolución Francesa no cumplió con sus demandas, y ellas aprendieron que debían luchar en forma autónoma para conquistar sus reivindicaciones. La demanda principal fue el derecho al sufragio, a partir del cual esperaban lograr las demás conquistas.

Aunque en general sus líderes fueron mujeres de la burguesía, también participaron muchas de la clase obrera. EE.UU. e Inglaterra fueron los países donde este movimiento tuvo mayor fuerza y repercusión. En el primero, las sufragistas participaron en las sociedades antiesclavistas de los estados norteños. En 1848, convocada por Elizabeth Cady Stanton, se realizó en una iglesia de Séneca Falls el primer congreso para reclamar los derechos civiles de las mujeres. Acabada la guerra civil, se concedió el voto a los negros pero no a las mujeres, lo que provocó una etapa de duras luchas. En 1920, la enmienda 19 de la Constitución reconoció el derecho al voto sin discriminación de sexo.

En Gran Bretaña las peticiones de las sufragistas provocan desde el s. XIX algunos debates parlamentarios. El problema de la explotación de mujeres y niños en las fábricas vinculó al movimiento con el fabianismo, planteando reivindicaciones por mejoras en las condiciones de trabajo. En 1903 se crea la Woman’s Social and Political Union, que, dirigida por Emmiline Pankhurst, organizó actos de sabotaje y manifestaciones violentas, propugnando la unión de las mujeres más allá de sus diferencias de clase. Declarada ilegal en 1913, sus integrantes fueron perseguidas y encarceladas. La primera guerra mundial produjo un vuelco de la situación: el gobierno británico declaró la amnistía para las sufragistas y les encomendó la organización del reclutamiento de mujeres para sustituir la mano de obra masculina en la producción durante la guerra; finalizada ésta, se concedió el voto a las mujeres.

En América Latina el sufragismo no tuvo la misma relevancia que en los EE.UU. y Europa, reduciéndose en general la participación a sectores de las elites. Tampoco las agrupaciones de mujeres socialistas lograron un eco suficiente. En la Argentina, desde sus comienzos, las luchas de las mujeres por sus derechos se dividieron en una corriente burguesa y otra de tendencia clasista y sufragista. En ésta última militó Carolina Muzzilli, joven obrera, escritora y militante socialista. Desde 1900 surgieron diversos centros y ligas feministas. En 1918 se funda la Unión Feminista Nacional, con el concurso de Alicia Moreau de Justo. En 1920 se crea el Partido Feminista dirigido por Julieta Lanteri, que se presentó varias veces a elecciones nacionales. Pero las mujeres adquirieron un rol relevante en la escena política argentina recién con la figura de María Eva Duarte de Perón, quien promovió en 1947 la ley de derechos políticos de la mujer.

El Feminismo como Movimiento Social o Nuevo Feminismo. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las mujeres consiguieron el derecho al voto en casi todos los países europeos, pero paralelamente se produjo un reflujo de las luchas feministas. En una etapa de transición se rescata como precursora a Emma Goldmann, quien ya en 1910 había publicado Anarquismo y otros ensayos, donde relacionaba la lucha feminista con la de la clase obrera e incluso hacía aportes sobre la sexualidad femenina. En esta etapa –ubicándolas como “iniciantes” del nuevo feminismo– se destacan los aportes de Simone de Beauvoir, en El Segundo sexo (1949) y de Betty Friedan, con el también consagrado Mística de la femineidad (1963).

El denominado “nuevo feminismo”, comienza a fines de los sesenta del último siglo en los EE.UU. y Europa, y se inscribe dentro de los movimientos sociales surgidos durante esa década en los países más desarrollados. Los ejes temáticos que plantea son, la redefinición del concepto de patriarcado (ver Patriarcado), el análisis de los orígenes de la opresión de la mujer, el rol de la familia (ver Familia), la división sexual del trabajo (ver División sexual del trabajo) y el trabajo doméstico, la. sexualidad, la reformulación de la separación de espacios público y privado –a partir del eslogan “lo personal es político”– y el estudio de la vida cotidiana. Manifiesta que no puede darse un cambio social en las estructuras económicas, si no se produce a la vez una transformación de las relaciones entre los sexos (v. Estudios de genero/perspectiva de genero).

Plantea también la necesidad de búsqueda de una nueva identidad de las mujeres que redefina lo personal como imprescindible para el cambio político. El feminismo contemporáneo considera que la igualdad jurídica y política reclamada por las mujeres del s. XIX –en general conquistadas en el s. XX– si bien constituyó un paso adelante, no fue suficiente para modificar en forma sustantiva el rol de las mujeres. Las limitaciones del sufragismo eran las propias del liberalismo burgués, y se concebía la emancipación de la mujer como igualdad ante la ley. Pero las causas de la opresión demostraron ser mucho más complejas y más profundas. Aún con el aporte de las ideas socialistas, la denuncia de la familia como fuente de opresión, y la concepción de igualdad proletaria, no se llega al meollo de la cuestión. Aunque hubo aportes esenciales como los de Alexandra Kolontai, también el socialismo estaba teñido de una ideología patriarcal. Las revoluciones socialistas no significaron un cambio sustancial para la mayoría de las mujeres.

El nuevo feminismo asume como desafío demostrar que la Naturaleza no encadena a los seres humanos y les fija su destino: “no se nace mujer, se llega a serlo” (S. de Beauvoir). Se reivindica el derecho al placer sexual por parte de las mujeres y se denuncia que la sexualidad femenina ha sido negada por la supremacía de los varones, rescatándose el orgasmo clitoridiano y el derecho a la libre elección sexual. Por primera vez se pone en entredicho que - por su capacidad de reproducir la especie- la mujer deba asumir como mandato biológico la crianza de los hijos y el cuidado de la familia. Se analiza el trabajo doméstico, denunciando su carácter de adjudicado a ésta por nacimiento y de por vida, así como la función social del mismo y su no remuneración. Todo ello implica una crítica radical a las bases de la actual organización social. “Ya no se acepta al hombre como prototipo del ser humano, como universal. Luchamos, sí, porque no se nos niegue ningún derecho, pero luchamos, sobre todo, para acabar con la división de papeles en función del sexo” (P. Uría, E. Pineda, M Oliván, 1985).

Dentro del feminismo contemporáneo existen numerosos grupos con diversas tendencias y orientaciones por lo cual es más correcto hablar de movimientos feministas. Según Stoltz Chinchilla, el feminismo es una ideología parcial que tiene que estar ligada consciente o inconscientemente con otra ideología de clase. En un primer momento, que abarca la denominada Primera Ola (desde los sesenta, hasta comienzos los ochenta aproximadamente) podemos sintetizar estas corrientes en tres líneas principales: una radical, otra socialista y otra liberal, entrecruzadas por las tendencias de la igualdad y la diferencia.

El feminismo radical sostiene que la mayor contradicción social se produce en función del sexo y propugna una confrontación. Las mujeres estarían oprimidas por las instituciones patriarcales que tienen el control sobre ellas y, fundamentalmente, sobre su reproducción. Shulamith Firostene en su ya clásico La dialéctica de los sexos (1971) sostiene que las mujeres constituyen una clase social, pero “al contrario que en las clases económicas, las clases sexuales resultan directamente de una realidad biológica; el hombre y la mujer fueron creados diferentes y recibieron privilegios desiguales”. Propone como alternativa la necesidad de una nueva organización social, basada en comunidades donde se fomente la vida en común de parejas y amigos sin formalidades legales. El feminismo radical tiene como objetivos centrales: retomar el control sexual y reproductivo de las mujeres y aumentar su poder económico, social y cultural; destruir las jerarquías y la supremacía de la ciencia; crear organizaciones no jerárquicas, solidarias y horizontales. Otro rasgo principal es la independencia total de los partidos.políticos y los sindicatos. La mayoría de las feministas radicales se pronuncian también por el feminismo de la diferencia, que surge a comienzos de los setenta en los EE.UU. y Francia con el eslogan ser mujer es hermoso. Propone una revalorización de lo femenino, planteando una oposición radical a la cultura patriarcal y a todas las formas de poder, por considerarlo propio del varón; rechazan la organización, la racionalidad y el discurso masculino. Este feminismo reúne tendencias muy diversas reivindicando por ejemplo que lo irracional y sensible es lo característico de la mujer, revalorizando la maternidad, exaltando las tareas domésticas como algo creativo que se hace con las propias manos, rescatando el lenguaje del cuerpo, la inmensa capacidad de placer de la mujer y su supremacía sobre la mente, la existencia de valores y culturas distintas para cada sexo, que se corresponden con un espacio para la mujer, y un espacio para el varón, etc. El mundo femenino se define en términos de antipoder o no-poder. Esta tendencia fue mayoría en Francia e Italia y tuvo bastante fuerza en España. Sus principales ideólogas fueron Annie Leclerc y Luce Yrigaray en Francia, Carla Lonzi en Italia y Victoria Sendón de León en España.

Al anterior se contrapone el feminismo de la igualdad, que reconoce sus fuentes en las raíces ilustradas y el sufragismo, pero se plantea conseguir la profundización de esa igualdad hasta abolir totalmente las diferencias artificiales en razón del sexo. En España, E. Pineda y C. Amorós abrieron el debate realizando un análisis clarificador acerca de las implicancias conservadoras de la tendencia extrema de la diferencia. En el seno del feminismo radical hay corrientes –como la radical materialista- que cuestionan severamente la diferencia. Christine Delphy la designa como neofemineidad, ya que tiene connotaciones biologistas y esencialistas, y en definitiva no hace sino afianzar los estereotipos sexuales, propio de una ideología reaccionaria. Las defensoras de la igualdad niegan la existencia de valores femeninos y señalan que la única diferencia válida es la que tiene su origen en la opresión. “Lo que se encuentra en la sociedad jerárquica actual no son machos o hembras, sino construcciones sociales que son los hombres y las mujeres” (Delphy, 1980).

Cabe destacar también que, después de duras polémicas, lograron eliminarse las aristas más ríspidas de ambas tendencias, e incluso se reconocen aportes mutuos, produciéndose lo que Amorós llama “la diferenciación de la igualdad y la igualación de la diferencia”. Las corrientes del feminismo que se proponen una alternativa de poder, como las socialistas y liberales, se pronuncian por la igualdad, aunque esta noción adquiere significados muy distintos para ambas. El feminismo liberal, con peso en especial en EE.UU., considera al capitalismo como el sistema que ofrece mayores posibilidades de lograr la igualdad entre los sexos. Cree que la causa principal de la opresión está dada por la cultura tradicional, que implica atraso y no favorece la emancipación de la mujer. El enemigo principal sería la falta de educación y el propio temor de las mujeres al éxito.

El feminismo socialista coincide con algunos análisis y aportes del feminismo radical, reconociendo la especificidad de la lucha femenina, pero considera que ésta debe insertarse en la problemática del enfrentamiento global al sistema capitalista. Expresa también que los cambios en la estructura económica no son suficientes para eliminar la opresión de las mujeres. Relaciona la explotación de clase con la opresión de la mujer, planteando que ésta es explotada por el capitalismo y oprimida por el patriarcado, sistema que es anterior al capitalismo y que fue variando históricamente. En general están a favor de la doble militancia contra ambos. Esta corriente se destacó principalmente en Inglaterra y en España, y en algunos países latinoamericanos tuvo bastante importancia. En América Latina el feminismo fue adquiriendo relevancia en los últimos años. Durante la Primera Ola la preocupación era articular las luchas de las mujeres contra el imperialismo. Un rasgo distintivo es la coincidencia con importantes movimientos de mujeres que se organizan en torno a objetivos y demandas diversas, algunas más puntuales o sectoriales –lucha contra la carestía y la desocupación, por el agua, guarderías, etc.– y otras más generales, como las de militantes de partidos y movimientos revolucionarios, que relacionan sus reivindicaciones con los cambios necesarios en la sociedad global. Los movimientos de mujeres, sumamente heterogéneos, están constituidos básicamente por grupos de amas de casa, villeras, pobladoras, sindicalistas, trabajadoras de salud, etc., en general pertenecientes a los sectores populares. Aunque mayoritariamente no se reconocen como feministas, muchas veces comparten reclamos comunes –divorcio, anticoncepción, aborto, patria potestad, eliminación de leyes discriminatorias, etc.–, constituyendo frentes con las feministas y otros sectores.

Los feminismos del siglo XXI

A mediados de la década de 1980 con el reconocimiento de las multiplicidades y de la heterogeneidad del movimiento se produce una crisis y grandes discusiones en su seno. Algunas hablan de una tercera ola. La falta de paradigmas alternativos en la sociedad global después de la caída del muro de Berlín, también afectó al feminismo, observándose una significativa desmovilización de las mujeres, en especial en el hemisferio norte.

Según algunas autoras/es la producción teórica más importante ha tenido lugar en las dos últimas décadas, sin estar acompañada por un movimiento social pujante como había sucedido durante el principio de la Segunda Ola. El feminismo consiguió colocar la cuestión de la emancipación de las mujeres en la agenda pública desde mediados de los setenta, para comenzar a desarticularse y perder fuerza como movimiento social años después. Se produce una importante institucionalización del movimiento con la proliferación de ONGs, la participación de feministas en los gobiernos y organismos internacionales, y la creación de ámbitos específicos en el Estado. Desde su espacio en las universidades el feminismo aumentó la investigación y la construcción de tesis, profundizando y complejizando sus reflexiones con mayor rigor académico. Se abrió notablemente el abanico de escuelas y propuestas, incluidas las referentes a la discusión estratégica sobre los procesos de emancipación.

Las razones de la diversificación teórica en cuanto al diagnóstico y la explicación son complejas. También ha sucedido con otras teorías del conflicto que, precisamente en los períodos de ausencia de movilización social, la reflexión se extiende por aspectos teóricos no resueltos y antes simplificados. Es indudable que la teoría feminista ha absorbido elementos de nuevas propuestas dentro de la teoría social general –postestructuralistas, postmodernas, etc. (ver Estructuralismo/posestructuralismo)–, precisamente en un momento en que ésta se fragmentaba por una crisis notable de paradigmas (Gomáriz, 1991).

Los debates que se fueron suscitando a lo largo de las décadas dan cuenta de las preocupaciones y núcleos temáticos que se fueron desarrollando, así como los mitos que el/los feminismos fueron produciendo. En los ochenta uno de los mitos más cuestionados –que constituye también una crítica a cierto feminismo de la diferencia (ver Feminismo de la diferencia sexual)– es el de la naturaleza única y ontológicamente buena” de la mujer, prevaleciente en las décadas de los sesenta y setenta. La producción de los ochenta, contrariando esta visión de observar lo común, subrayó la diversidad entre las mujeres, expresada según la clase, raza, etnia, cultura, preferencia sexual, etc. Esto sin dudas está fuertemente influenciado por el auge del pensamiento postmodernista y postestructuralista, pero también se basó en la propia evolución y experiencia del movimiento.

Respecto al poder (ver Poder y Poder y autoridad), se critica la visión unilineal que lo considera como prerrogativa masculina. Señala el carácter relacional entre los géneros y denuncia las estructuras de poder que se dan entre las mujeres. Los aportes del psicoanálisis permitieron visualizar la manipulación emocional que suelen ejercer las madres. Se rompe con la idea prevaleciente de la mujer víctima. La polémica con el feminismo de la diferencia permitió que emergieran estos mitos, así como también -en el plano de la ciudadanía-, el de una supuesta identidad política “mejor”, menos contaminada de las mujeres. Respecto al medio ambiente, se polemiza con el ecofeminismo, que defiende la relación mujer/naturaleza y sostiene que las mujeres –por el hecho de serlo - tendrían una buena relación con el entorno, por lo que se desprendería una mayor responsabilidad para cuidar y salvar al planeta.

Este balance crítico, unido a la crisis de los movimientos sociales y populares, atraviesan de modo peculiar a los feminismos latinoamericanos. Según Gina Vargas (1998), el movimiento de la década del noventa, en el marco de los procesos de transición democrática que se vivió en las mayoría de los países, se enfrenta a nuevos escenarios y atraviesa una serie de tensiones y nudos críticos caracterizados por su ambivalencia. Las nuevas lógicas que intenta tener frente a las transformaciones paradigmáticas no se terminan de adecuar a estas nuevas dinámicas ni pueden reconocer siempre los signos que da la realidad. Dilema que no es exclusivo del feminismo sino de casi todos los movimientos sociales. Es importante destacar que en general éstos surgieron y se desarrollaron en el marco de la lucha contra gobiernos autoritarios, o en los inicios de procesos democráticos postdictatoriales, con el énfasis y las certezas de los setenta. La incertidumbre posterior repercutió en un movimiento menos movilizado pero más reflexivo, y a la búsqueda de lógicas dialogantes. En este contexto, uno de los cambios significativos lo constituye el pasar (en general) de una actitud antiestatista a una postura crítica pero negociadora cpm el Estado y los espacios internacionales. (Vargas, 1998).

En América Latina, más allá de las múltiples diferencias y matices entre las corrientes internas (en las cuáles están presentes los debates expuestos) puede esquematizarse un feminismo más institucionalizado –en donde las mujeres se agrupan dentro de ONGs y en los partidos políticos–, y un feminismo más autónomo y radicalizado. El primero es heredero del feminismo de la igualdad de la década anterior y cree necesario la negociación política. El segundo sostiene las banderas del feminismo radical aggiornado y cuestionan severamente la institucionalización del movimiento. Por otro lado, existen también amplios grupos y/o movimientos de feministas denominadas populares, que tienen como prioridad la militancia, recogiendo demandas e intentando nuevos liderazgos.

Entre los principales riesgos por los que atraviesan los feminismos hoy, podemos destacar los siguientes:

  1. desdibujamiento de propuestas colectivas articuladas desde las sociedades civiles y ausencia de canales de diálogo que ubiquen al feminismo como sujeto de interlocución válido;
  2. “cooptación” de técnicas y expertas por parte de los gobiernos y organismos internacionales;
  3. fragmentación de miradas, luchas internas y desarticulación de propuestas;
  4. posturas demasiado radicalizadas e inviables que se alejan de los movimientos populares.

En síntesis, podemos decir que en Latinoamérica la principal tensión reside en cómo mantener la radicalidad del pensamiento y la acción, al mismo tiempo que se incursiona en espacios públicos y políticos más amplios, que permitan negociar y consensuar las propuestas y agendas que la mayoría de las mujeres necesitan.

Los países donde el fenómeno adquirió mayor envergadura son Brasil, México, Perú y Chile. Resulta peculiar la evolución alcanzada en países como Cuba y Nicaragua, donde la lucha de las mujeres organizadas es significativa, a pesar de que éstas no siempre se definan como feministas.

Pese a las crisis señaladas, la importancia que adquiere el feminismo del continente se puede visualizar a partir del constante incremento en la participación de mujeres en encuentros feministas internacionales que se realizan desde 1981 en distintos países de la Región, así como de las numerosas redes temáticas que se articulan internacionalmente (Violencia, Salud, Medio Ambiente, etc.)

El desafío principal de los feminismos latinoamericanos hoy es encontrar estrategias adecuadas para articular sus luchas con los de otros movimientos más amplios, de mujeres, derechos humanos, etc., para impulsar las transformaciones que requiere la sociedad actual.

BIBLIOGRAFÍA

  • Braidotti, R.: Sujetos nómades, Paidós, Bs. As. en J. Butler y E. Laclau (1999), “Los usos de la igualdad” en Debate Feminista, Año 10, Vol. 19, México, edición de abril.
  • Castells, C. (comp.) (1996): Perspectivas feministas en teoría política, , Paidós, Barcelona.
  • Gomáriz, E. (1992): “Los estudios de género y sus fuentes epistemológicas: periodización y perspectivas” en AAVV, Fin de Siglo- Género y cambio civilizatorio, Santiago, Isis Internacional- Ed. de las Mujeres Nª 17.
  • L. Nicholson (comp.) (1994): Feminismo/posmodernismo, Feminaria Editora, Buenos Aires.
  • Stoltz Chinchilla, N.: “Ideologías del feminismo liberal, radical y marxista”, en M. León (comp.) (1982): Sociedad, subordinación y feminismo, ACEP, Bogotá.
  • Uría, P., Pineda, E., Oliván, M. (1985): Polémicas feministas, Revolución, Madrid.
  • G. Vargas Valente: “Nuevos derroteros de los feminismos latinoamericanos en los 90” en C. Olea (comp.) (1998): El movimiento feminista en América Latina, Ed. Flora Tristán, Lima.


 2. Psicoanálisis (Sigmund Freud)

Relaciones entre psicoanálisis y feminismo

Una visión de las relaciones entre psicoanálisis y feminismo, la encontramos en el artículo "Sexualidad, psicoanálisis y crítica feminista" de Judith Ribas. En el epígrafe 7 ("Complejo de Edipo y deseo masculino y femenino"), Ribas escribe:

"Según dicha teoría, el deseo más arraigado y, a la vez, el más reprimido dentro de todo sujeto y cultura es el del incesto, tanto es así que en el tabú del incesto Freud cree ver en el plano social el fundamento de la constitución de la sociedad y la moralidad. En el plano individual, la correcta superación del complejo de Edipo supondrá el establecimiento normalizado de la personalidad femenina o masculina y su carácter moral. [...]

...¿qué sucede con las mujeres? Esta es una pregunta que a menudo se hacía Freud para concluir rápidamente que en ellas todo es mucho más complicado. En primer lugar -señala-, las mujeres no tienen que temer la castración puesto que ya están castradas, pero como esto es algo que no podrán lograr, sustituyen esta envidia por el deseo de tener un bebé, especialmente un varón. Otra de las consecuencias de la envidia del pene sería la tendencia al narcisismo y una fuerte necesidad de ser amada como resultado de la constatación de inferioridad que produce en la mujer el saber que está privada de este miembro, y que lo estará siempre.

Al sentirse castrada, de entrada, el superyó de la niña no necesita presentar una batalla tan severa a su impuso incestuoso. Esto es lo que hace -según Freud- que las mujeres tengamos menos inclinación a la competencia, a la creatividad, a las tareas científicas, etc. Al no tener que reprimir con tanta fuerza, como los varones, su deseo por los progenitores, las mujeres no desarrollan un superyó tan fuerte. Esta sería la causa de que a las mujeres nos falte el sentido de la justicia social y la conciencia que es la esencia del hombre civilizado, piensa Freud."

Por su parte, Susana López Pavón [2], afirma:

Beauvoir reconoce en El Segundo Sexo las aportaciones de esta teoría [el psicoanálisis], sobre todo el carácter complejo de la vida psíquica. Comparte con ella la idea de que lo que existe no es el cuerpo-objeto descrito por los científicos, sino el "cuerpo vivido" por el sujeto: para Freud, está atravesado por tensiones a veces contradictorias; para Beauvoir, está integrado en una determinada estructura valorativa. A partir de aquí, la filósofa existencialista realiza una fuerte crítica a las teorías freudianas. En primer lugar, porque no puede admitir un sistema que, según su interpretación, hace descansar el desarrollo de la vida humana en su totalidad en la sexualidad. Rechaza también el tratamiento freudiano de la sexualidad femenina, que es considerada a partir de la masculina. Finalmente, para la filósofa existencialista es inadmisible el determinismo de la vida psíquica que implica la teoría freudiana, esto es, la historia humana explicada por un juego de elementos establecidos. Además de no dar cabida a la decisión y actuación libres, guiada por valores, por parte del sujeto, no respeta la unidad de la vida psíquica, sede de la intencionalidad original de la existencia. Insiste en que no pretende negar la importancia del papel que la sexualidad desempeña en la vida humana, pero afirma que solo puede descubrirse su significado desde una determinada concepción de la existencia

Psicoanàlisi. Il.lusió òptica.


 3. Materialismo histórico (Karl Marx y Frederic Engels)

Ideas principales

En el prefacio de la Contribución a la crítica de la economía política (1859), Karl Marx (1818-1883) resume las ideas principales del materialismo histórico:

"El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura. Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción –que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales– y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la conciencia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productoras sociales y las relaciones de producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso, la humanidad no se propone nunca más que los problemas que pueda resolver, pues mirando más de cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir. Esbozados a grandes rasgos los modos de producción asiáticos, antiguos, feudales y burgueses modernos, pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación económica. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana."

Enciclopaedia Herder

Sobre materialismo histórico ver el artículo de la web Enciclopaedia Herder

El materialismo que sostuvieron K. Marxy F. Engels y que se caracteriza como una concepción del desarrollo de la historia y la sociedad en función de la realidad económica. La idea se halla ya en Saint-Simon, y a Marx se debe -y en parte también a Engels- su articulación teórica y sistemática plena, sobre todo en sus obras La ideología alemana (1845) y Contribución a crítica de la economía política (1859). El hombre es un ser histórico que se construye a sí mismo satisfaciendo en el medio que le rodea sus propias necesidades. Esta interrelación inicial con el medio ambiente se convierte en una actividad humana modificadora del mismo, mediante el trabajo, a lo cual denomina Marx praxis. A partir de este momento, no es simplemente un conjunto de necesidades biológicas y vitales lo que impulsa y provoca la actividad del hombre, sino la satisfacción de todas las necesidades «humanas» con la aplicación de lo que mayormente caracteriza al hombre como tal, como es su fuerza productiva, o relación del hombre con la naturaleza, que se convierte en motor de la historia humana. A ella se debe la existencia de unas determinadas relaciones de producción, o relaciones de los hombres que producen entre sí. Fuerzas de producción y relaciones de producción configuran, a su vez, los modos de producción, que son lo que determina una manera de vivir en sociedad en una fase concreta de la historia humana.

En los modos de producción, es decir, en la manera como se produce -que no es más que el sistema social-, se manifiesta lo que el hombre es: su naturaleza histórica. A su vez, los modos de producción condicionan todo el proceso en que se estructura la vida social, política y espiritual del hombre. En esta estructuración puede diferenciarse:

  1. una base real, constituida por las relaciones de producción, independientes de la voluntad del hombre y determinadas por el momento histórico de la evolución de las fuerzas productivas, que forman la estructura económica, y
  2. la superestructura, formada por el resto de estructuras, jurídicas, políticas e ideológicas, fundadas sobre aquella base real.

Materialismo histórico y feminismo

Según Susana López Pavón [3],

Beauvoir reconoce el valor del materialismo histórico por haber puesto de relieve la importancia del contexto histórico -económico y social- en sus análisis de las relaciones humanas. Sin embargo, no acepta el determinismo económico que implica. (...) Que la humanidad es una realidad histórica que se desarrolla a través de la acción humana, por un lado; que la acción humana está condicionada por la estructura económica de la sociedad, por otro; son cuestiones que el existencialismo acepta. Pero Beauvoir señala las insuficiencias de este punto de vista, algunas de las cuales se muestran (...) en el análisis que ofrece Engels (1820-1895) (...) de las causas de la opresión de las mujeres en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

Para Engels, la opresión de las mujeres está vinculada a la historia de las técnicas. La derrota del sexo femenino se habría producido con la aparición de la propiedad privada, explicada por el gran cambio acaecido en la división del trabajo tras el invento de nuevos instrumentos (descubrimiento del cobre, estaño, bronce, hierro). Pero desde el punto de vista de la filósofa francesa, Engels no profundiza en las cuestiones que subyacen a sus planteamientos: ¿Cómo se pudo realizar el paso del régimen comunitario a la propiedad privada? ¿Cómo se explica que la propiedad privada haya provocado fatalmente el sometimiento de la mujer? ¿De dónde nació el interés que une al hombre con la propiedad, que sería a su vez origen de instituciones sociales como el matrimonio?.

Además, Beauvoir está convencida de que la abolición de la familia que, según Engels, traería consigo la comunidad socialista no supone necesariamente la liberación de la mujer. El Estado puede pretender controlar la función reproductora de las mujeres para conseguir determinado objetivos. (...) Beauvoir advierte que esto ya ha ocurrido en la URSS, con la puesta en marcha de una política natalista desde el final de la década de los años 30 del siglo XX."

Beauvoir, Sartre, El Che y Castro. Març, 1960


 4. Existencialismo

Temas del existencialismo

Sobre los temas de los que se ocupa el existencialismo, podéis leer el artículo "Existencialismo" de la web Cibernous.

...Las fuentes de las que brota la temática existencialista se encuentran en Kierkegaard, Nietzsche y el vitalismo así como la fenomenología de Edmund Husserl.

1. Definición de la existencia como modo de ser propio del hombre.

En clara deuda con el pensamiento de Kierkegaard, para los existencialistas lo que propiamente existe es el hombre, no las cosas, que toman su ser en él o a través de él.
El hombre no tiene una esencia que le determine a ser o a comportarse de una manera concreta, sino que él mismo es su propio hacerse, su propio existir. Existir es sinónimo de hombre (el Dasein de Heidegger o el "para-sí" de Sartre). Esto significa que el hombre es libertad y conciencia. Libertad porque el hombre es un modo de ser que nunca es dado de antemano (el Dasein o ser-ahí es un poder-ser que tiene constantemente que ejercitarse) ni tampoco es puesto por algo o alguien. Conciencia porque la existencia es lo que nunca es objeto, sino aquello a partir de lo cual me refiero a lo otro que no soy yo y con lo que me relaciono, además de conmigo mismo (autoconciencia).

Para Sartre y Lavelle la existencia precede a la esencia, y la hace posible, ya que si no existo no puedo conquistar mi esencia ni dármela a través de actos absolutamente dependientes de mí. Heidegger, sin embargo, no acepta este primado de la existencia sobre la esencia, sino que identifica a ambas: el ser (esencia) del Dasein consiste en su existencia (existenz).

2. Individualismo y particularismo.

Lo primario es lo singular y concreto, la existencia humana, pero no en su generalidad, sino en la particularidad de "esta" existencia humana o "aquella otra". El yo no es el momento de una Razón absoluta o universal, como afirmaba Hegel.

3. Las cosas no existen, "son".

Es desde la existencia humana desde donde se establece el valor y sentido de todo lo real. El objeto al que se dirige la conciencia no existe. Es un "ser-en-sí" (Sartre), caracterizado por la plenitud de coincidencia, la impenetrabilidad y opacidad. Su ausencia de relación rehuye la temporalidad y entra en tensión con la conciencia, "ser-para-sí". Ésta desea ser, a la vez, en-sí y para-sí, lo cual equivaldría a ser Dios, algo imposible de realizar (ateísmo).

4. Utilización de la fenomenología como método.

Los existencialistas parten del análisis husserliano de la conciencia, a la que conciben como pura intencionalidad. Toda conciencia es siempre un dirigirse hacia algo; es conciencia de, y por eso se proyecta hacia fuera, hacia el objeto o "ser-en-sí".

La conciencia es "un poder de ser lo que no se es y de no ser lo que se es", una intencionalidad que introduce la nada dentro de ella: cuando conoce al objeto, se diferencia y separa de él (enajenación). Si se intenta conocer a sí misma (autoconciencia) debe convertirse en lo que no es (objeto), creando la nada, siendo nada.

La fenomenología se constituye no sólo en un método de análisis de la conciencia, sino en una ontología (Heidegger) que permite desocultar el sentido del ser: aquello que se manifiesta (fenómeno) ante la existencia humana (Dasein).

5. Existir es estar en el mundo.

El ser del hombre es un ser-en-el-mundo (in-der-Welt-sein). Pero "mundo" no es un lugar, ni designa la naturaleza. No estamos "pasivamente" en el mundo, sino de manera activa y creadora, trascendiendo siempre hacia "lo otro" (el ser-en-sí) que no es la conciencia, hacia el "ser-en-sí" (el hombre, la conciencia), sin poder abrazarlo.

La existencia humana consiste en un continuo "quehacer" que tiene que vérselas con "las cosas", "aquello que está a la mano": enseres, útiles. Mundo es instrumento para que y en el que la conciencia se realiza, el conjunto de relaciones de "las cosas" entre sí y con el hombre. El Dasein crea mundo. La existencia es mundaneidad.

6. Posibilidad y elección.

El hombre es posibilidad abierta, libertad de hacerse esto y lo otro. Elección. Ahora bien, en la medida en que el hombre está arrojado al mundo, ha de contar con aquello que le es "dado", las circunstancias (tratadas ampliamente por Ortega y Gasset) que limitan sus posibilidades y su libertad. La autenticidad consiste en no renunciar a la libertad bajo ninguna circunstancia: no dejarse caer entre las cosas como una más de ellas (facticidad).

El hombre no debe eludir su responsabilidad de obrar libremente, de lo contrario obrará de mala fe y llevará una existencia inauténtica.

7. La angustia, la naúsea, la vergüenza.

Los sentimientos, al igual que la razón desvelan nuestra existencia y nos ponen en contacto con ella, de manera más íntima y radical que la razón.

La angustia nace de un futuro indefinido, de la falta de esencia, de un horizonte cuajado de posibilidades al que el hombre debe enfrentarse sin ninguna garantía, asumiendo plenamente su libertad de "construirse a sí mismo a cada instante".

La náusea de Sartre surge de la falta de propósito y finalidad del mundo y de los hombres. Todo está de más, tejiendo el mismo entramado de lo absurdo del mundo. Ningún teleologismo puede salvarnos porque la idea de finalidad es en sí misma producto de la mala fe: un autoengaño.

La vergüenza es el sentimiento mediante el cual constatamos que existen otros para-sí distintos al nuestro. En su presencia me convierto en un objeto (en-sí), y quedo cosificado y privado de mi libertad. El otro puede pensarme como quiera, anulando mi libertad de ser.

El existencialismo, a través del análisis fenomenológico de la conciencia, abruma al hombre con una pesada carga de responsabilidad, pero también le muestra un camino individualmente creativo de hacerse a sí mismo, a pesar de lo dado y de toda circunstancia.

Existencialismo de Sartre

El existencialismo de Jean Paul Sartre, lo encontramos en ’Existencialismo’ en e-torredebabel, donde dice:

...el propio Jean-Paul Sartre (1905-1980), en su obra El existencialismo es un humanismo, destaca dos versiones en este movimiento:

  • el existencialismo católico: Karl Jaspers (1883-1969) y Gabriel Marcel (1889-1973);
  • el existencialismo ateo: en donde sitúa a Martin Heidegger (1889-1976) y a su propia filosofía.

En la citada obra, Sartre atribuye a su versión del existencialismo los siguientes rasgos:

1. Tesis fundamental: es un ateísmo consecuente; puesto que Dios no existe, no existe la naturaleza humana; el hombre no tiene esencia o naturaleza, es lo que él mismo se ha hecho; en el la existencia precede a la esencia

2. El hombre es un proyecto que se vive subjetivamente lo que mueve a las personas son sus proyectos, su preocupación por la realización de su ser; pero estos proyectos y los ideales involucrados en ellos, no existen previamente a su decisión de realizarlos, no están trazados previamente por un destino, una naturaleza o una tabla de valores objetivos.

3. El hombre es responsable de sí mismo y de todos los hombres somos responsables de nosotros mismos porque lo que somos depende de lo que hemos querido ser, no de un destino divino, ni de una circunstancia social, ni de una predisposición biológica o natural; pero somos también responsables de los demás porque al elegir unos valores, elegimos una imagen del hombre tal y como debe ser; «nuestra acción compromete a la humanidad entera».

4. La libertad humana trae consigo los sentimientos de angustia, desamparo y desesperación. Angustia ante el hecho de que es uno mismo el responsable de sí mismo y de los demás; desamparo porque la elección se hace en soledad, no existe una tabla de valores en la que apoyarse, ni ningún signo que nos indique la conducta a seguir, es preciso inventarse la moral; y desesperación porque no es posible un control completo de la realidad en la realización del proyecto, porque siempre hay que contar con factores imprevistos, con la posibilidad de que se truequen nuestras buenas intenciones en malos efectos.

5. Es una doctrina de la acción, contraria al quietismo para el existencialismo sólo hay realidad en la acción, el hombre existe en la medida en que se realiza, es el conjunto de sus actos y nada más. Este pensamiento tiene dos caras: por un lado es duro para aquellas personas descontentas con lo que son, para los que no han triunfado en la vida; estas personas pueden engañarse diciendo que en realidad el conjunto de sus actos no muestra su auténtica valía, diciendo que hay en ellos capacidades, talentos o disposiciones desaprovechadas, que el mundo les ha impedido dar de sí todo lo que realmente son. Pero, por otro lado, esta doctrina es optimista pues declara que el destino de cada uno de nosotros está en nuestra mano y nos predispone a la acción, a no vivir de sueños, de esperanzas, a dejar de lado nuestra miseria y realizar nuestro proyecto: el héroe no nace héroe, se hace héroe; si se es cobarde es como consecuencia de una decisión, no porque fisiológicamente o socialmente se esté predispuesto para ello; el cobarde se hace cobarde, pero hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser por más tiempo cobarde, como para el héroe la de dejar de ser héroe.

6. Es una doctrina que reivindica la intersubjetividad aunque parte del cogito como la verdad indudable, no defiende el aislamiento de la subjetividad, pues considera que sólo en el trato con el otro, en el reconocimiento que el otro hace de nuestro ser, en la presencia de su mirada, sólo así nos hacemos conscientes de nuestro propio ser, de nuestra propia realidad.

7. Frente a la noción de «naturaleza humana» defiende la existencia de la «condición humana» aunque no existe una esencia común a todos los hombres, Sartre cree que sí se puede hablar de ciertos rasgos formales y universales que permiten la identificación de la humanidad como un todo y el reconocimiento y comprensión del proyecto de cada individuo y de cada cultura; la libertad, la indigencia de la existencia, la sociabilidad, son estructuras antropológicas que desvelan la condición humana.

8. Es una doctrina que permite el compromiso moral y la crítica de la conducta inauténtica aunque los valores se inventan, no todos tienen el mismo valor, pues algunas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad; la conducta de mala fe, por ejemplo, se basa en el error, en el error de excusarse en las pasiones, en el determinismo, en el destino, o el error de declarar ciertos valores como existentes de modo objetivo e independiente de mi voluntad. La actitud auténtica es la de buena fe, la de aquél que asume la responsabilidad completa de su acción y situación, la de aquél que tiene como lema moral la realización de la libertad propia y ajena.

9. Para el existencialismo el mundo, la vida, no tiene un sentido a priori declara que Dios no existe, por lo que la vida misma carece de sentido; sólo se puede hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.

10. El existencialismo es un humanismo pero no un humanismo que valore a la humanidad por la excelencia de alguno de sus miembros, ni por la supuesta bondad de la humanidad en su conjunto; es un humanismo por declarar que no hay otro legislador que el hombre mismo, por afirmar la libertad y la necesidad de trascender la situación, de superarse a sí mismo, por reivindicar el ámbito de lo humano como el único ámbito al que el hombre pertenece.

Existencialismo de Beauvoir

Sobre el existencialismo propio de nuestra filósofa, Teresa López Pardina, en "Beauvoir, la filosofía existencialista y el feminismo" nos dice:

"El existencialismo de Beauvoir está provisto, en 1947, cuando empieza su investigación sobre las mujeres, (...), de las herramientas necesarias para aplicar un análisis crítico a la información que va recopilando en las bibliotecas de París acerca de “las múltiples maneras mediante las cuales vosotros, infames hombres, nos habéis oprimido a nosotras, pobres criaturas femeninas”. Las herramientas propias con que cuenta como filósofa son los conceptos que constituyen su propia hermenéutica existencialista (...).

Su primera e inintercambiable herramienta es el hecho de ser mujer. (...) qué ha supuesto para ella el hecho de ser mujer.

Primera respuesta: absolutamente nada; nunca notó que el hecho de ser mujer fuese un obstáculo para hacer lo que se había propuesto hacer en cada momento. Vuelta a la reflexión, por consejo de Sartre, que le advierte: tú no has sido educada del mismo modo que si hubieras nacido chico. Segunda respuesta, tras el estudio de los mitos de nuestra cultura: vivimos en un mundo construido por los hombres. Los mitos han sido inventados por los hombres y las mujeres en ellos son como los varones quieren que sean. (...)

Así pues, el hecho de ser mujer, le provee de una especial sensibilidad para indagar y captar el modo de existirse como tal. Pero lo primero de todo, porque es un modo de existirse diferente, desigual con respecto a los varones: un modo de existir que casi siempre raya en la opresión, que de forma generalizada es opresivo.

La segunda herramienta hermenéutica es su particular manera de entender las nociones de libertad/situación. Somos absolutamente libres, constitutivamente libres, pero la libertad se encarna en situaciones y las situaciones pueden favorecer o entorpecer nuestra actividad libre. (...) nuestros libres proyectos tienen más bien que acomodarse a las posibilidades que nos ofrece la situación. Si no queremos aprovechar las posibilidades, si no utilizamos el margen de libertad que nos ofrece la situación, no ejercemos la trascendencia que como seres humanos nos corresponde, nos degradamos a la categoría de cosas; (...) Pero hay situaciones muy constrictivas que sistemáticamente impiden nuestro ejercicio de la trascendencia, que nos constriñen a caer una y otra vez en la inmanencia, en la facticidad cuando queremos ejercer la trascendencia: a este tipo de mal moral, Beauvoir lo llama opresión.

Las mujeres sufrimos la degradación ontológica y moral de la opresión en múltiples escalas y desde múltiples instancias. Las costumbres nos atribuyen poca capacidad de decisión: en la familia por ser patriarcal, en el trabajo porque casi siempre ocupamos un lugar subordinado; las normas morales y jurídicas nos ponen del lado de los que tienen que obedecer las decisiones que otros, varones siempre, toman; la literatura, incluida la literatura infantil, nos describe pasivas, inconstantes, todo sentimiento y sensibilidad, acomodaticias, siempre pendientes de las decisiones que otros adoptan. La educación que se nos da desde la infancia va en el mismo sentido y es bien diferente de la de los varones.

Tercera herramienta: El cuerpo como elemento de la situación: el cuerpo de las mujeres es un handicap para su trascendencia, porque está sometido a la especie de una forma mucho más estrecha que el cuerpo de los varones, mucho más atado que el de ellos a la función biológica de la reproducción. Pero, con todo, no determina nuestro destino. (...) La cultura en su versión científica viene favoreciendo cada vez más el control autónomo del cuerpo con sus conocimientos sobre la fisiología de las mujeres y el avance de los métodos anticonceptivos. Pero también los avances impulsados por el feminismo: las leyes despenalizadoras del aborto y del uso de anticonceptivos; la libertad de opción sexual; (...)

Los pasajes que El segundo sexo dedica a la cuestión del cuerpo como situación, dispersos en varios capítulos, levantaron ampollas en la sociedad francesa de la posguerra: una mujer que llamaba a los órganos genitales por su nombre, que hablaba de la vulva y de la vagina, del pene y del coito, que describía las molestias y el engorro de la menstruación, que afirmaba que el embarazo es un trabajo para el cuerpo, un gasto de energía que no representa ningún beneficio individual desde el punto de vista fisiológico y que desde el punto de vista perceptivo es una alienación. (...) [Sin embargo, lo que hizo Beauvoir fue] utilizar el método fenomenológico que, como enseñaba Husserl, consiste en “ir a las cosas mismas”, describir la realidad tal como se presenta, sin interpretaciones mediadoras.

Eso es lo que hace también cuando trata la cuestión de las conductas relacionadas con el cuerpo en la pubertad, en la juventud y en la vida de sociedad: lo que supone para las mujeres el arreglo, el vestido las costumbres y las normas que se acostumbra a seguir.

Relacionada también con el cuerpo está la afectividad, la vida afectiva de las mujeres, a propósito de la cual polemiza con el psicoanálisis (...)"


Para ampliar conocimientos sobre el contexto filosófico de Beauvoir es recomendable la lectura de "El legado de Simone de Beauvoir en la genealogía feminista: la fuerza de los proyectos frente a ’La fuerza de las cosas’" de Ana DE MIGUEL ÁLVAREZ

"El taller de Picasso" Lacan, Pierre Reverdy, Picasso, Simone de Beauvoir, Sartre, Albert Camus, Michel Leiris y Jean Aubier. (16 de juny de 1940)

 III. LECTURA

Simone de Beauvoir, El Segundo Sexo, "Introducción" y "Conclusión"

Introducción a "El Segundo Sexo"
Simone de Beauvoir, 1949
Conclusión de "El Segundo Sexo"
Simone de Beauvoir, 1949

 IV. CONTENIDOS CONCEPTUALES PARA LA PRUEBA DE ACCESO A LA UNIVERSIDAD

 1. Hermenéutica propia del existencialismo de Beauvoir

El término ’hermenéutica’ deriva del griego hermenéuiein que significa expresar o enunciar un pensamiento, descifrar e interpretar un mensaje o un texto. [4] Según Susana López Pavón, "Se entiende por ’Hermenéutica propia del Existencialismo de Simone de Beauvoir’ el conjunto de elementos propios que la filósofa desarrolla en la interpretación (hermenéutica) que realiza de la corriente filosófica existencialista, en diálogo con otros autores." [5] [entre ellos, Jean Paul Sartre y Merleau-Ponty]. Estos elementos propios son: la lectura feminista de la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo, el concepto de "sujeto situado" y el método regresivo-progresivo.

 1.1 Lectura feminista de la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo: la mujer como la “Otra” en la sociedad patriarcal

¿Qué significa "dialéctica"? La palabra dialéctica ha sido utilizada, a lo largo de la historia de la filosofía, con diversas acepciones cuyo elemento común hace referencia a una relación dinámica entre elementos opuestos que lleva a la superación de los mismos.

Y la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo de Hegel, ¿qué nos dice?:

Significado del concepto ’Otra’, referido a la mujer en la sociedad patriarcal. El concepto ’Otra’ está relacionado con el de ’Alteridad’, el otro: (del latín alter, otro). La alteridad és una característica contraria a la ’identidad’. Por su parte,
Hegel le otorga un lugar destacado al concepto «lo otro» (la alteridad) en la constitución del sentido (y de la realidad) de las cosas. Pues para comprender qué es una cosa, también tenemos que comprender qué no es, porque nada «es» simplemente; todo se relaciona -dialécticamente- con todo. Filósofos contemporáneos como Husserl, Sartre, Merleau-Ponty y Levinas, han entendido la alteridad como la presencia necesaria del otro, no sólo para la existencia y constitución del propio yo, sino sobre todo para la constitución de la intersubjetividad. En cuanto a nuestra filósofa, la categoría ’Otra’ le sirve para expresar que la feminidad está al margen de lo humano. La feminidad es un atributo que no está integrado en el concepto de ’ser humano’, mientras que la masculinidad es un atributo inseparable de lo humano. Según nos dice Joana Ortega Raya, en su tesis Simone de Beauvoir, su aportación a la discusión sobre el género: [6]

Para explicar la relación entre el hombre y la mujer como el Sujeto y el Otro, Beauvoir utiliza la dialéctica hegeliana de amo/esclavo y dice que la razón es que el hombre surge como sujeto, colectiva e individualmente, en relación a otros hombres y se delimita a sí mismo negando ser Otro(s) (...)”

(...) el otro grupo o la otra conciencia reacciona inmediatamente con una conducta parecida, lo cual tiende a privar a “la idea de lo Otro de su sentido absoluto y descubren su relatividad; de buena o mala gana, los individuos y los grupos se ven obligados a reconocer la reciprocidad de sus relaciones.” El hecho de que el otro haga una afirmación similar es a su vez un punto de partida para una posible identificación con el otro (...)

(...) Sin embargo, (...) las mujeres no participan en esas luchas de reconocimiento y por tanto no se hacen demandas recíprocas del reconocimiento de su humanidad, de su libertad. (...)

La singularidad de la relación entre los sexos viene expresada en el texto [El Segundo Sexo] por la designación de la mujer como “pura alteridad” o “lo absolutamente Otro”, con mayúsculas, mientras que la alteridad entre los hombres se designa con minúscula, así los hombres sólo son “el otro” los unos para los otros, o “el otro que también es el mismo”. Las mujeres no son consideradas como “semejantes”. (...)

La diferencia está en que, mientras que los hombres oprimidos, más pronto o más tarde, se rebelan, y a través de su rebelión se afirman colectivamente como sujetos, las mujeres, según Beauvoir, no lo hacen. Porque las mujeres no dicen “nosotras” sobre sí mismas, “los hombres dicen ’las mujeres’, y ellas retoman estas palabras para designarse a sí mismas, pero no se plantean auténticamente como sujetos.” De ahí la importancia de adquirir la capacidad de autonombrarse para la constitución de una identidad de género. Por eso llega a la conclusión de que, puesto que en el curso de la historia, a las mujeres nunca se las ha considerado capaces de afirmarse a sí mismas como sujetos, los hombres nunca se han sentido amenazados, nunca han temido que ellas pudieran convertirles en objetos. De este modo: “La mujer se presentaba así como lo inesencial que no vuelve jamás a lo esencial, como el Otro absoluto, sin reciprocidad.” (...)

(...) En las sociedades patriarcales las mujeres son definidas como “inmanencia”, lo que quiere decir que una mujer cuya conducta refleja trascendencia es considerada como poco, o nada, femenina. La producción de los mitos se asocia con la posición del sujeto; es el hombre el que los erige: “Como las mujeres no se plantean como Sujeto, no han creado ningún mito viril en el cual se reflejen sus proyectos”.

(...) Beauvoir cree que es inauténtico percibir a la mujer como el Otro y no como un sujeto y que el hombre que niega que la mujer es también un sujeto está distorsionando la verdad. Según ella, cuando la mujer se sitúa a sí misma como sujeto, deja de ser el Otro, lo que quiere decir que los mitos no tienen ningún lugar en una sociedad igualitaria (...)

Por su parte, Susana López Pavón propone distinguir tres momentos en la relación entre hombres y mujeres [7] para poder apreciar mejor su carácter dialéctico, el dinamismo de la relación que impide su ruptura, aunque la autora no lo haya explicitado de este modo.

Esquemáticamente, resultaría como sigue, en una sucesión de tres momentos: 1º: Riesgo/Libertad; 2º: Reconocimiento/Desigualdad; 3º: Sometimiento/Protección.

(...) Primer momento de la dialéctica: los varones arriesgan su vida en acciones peligrosas. No temen perder la vida: pueden libremente decidir sus propios fines.

Segundo momento de la dialéctica: las mujeres, que no pueden participar en tales acciones, reconocen su valor. Los varones obtienen prestigio ante los demás, sobre todo ante las mujeres. Ellas no han podido participar de las acciones libres de los varones porque mantienen un fuerte vínculo con la naturaleza: la mujer es el ser que da la vida. La mujer es la Otra para el varón: no es reconocida por él como una igual.

Tercer momento de la dialéctica: los varones someten a las mujeres aprovechando el prestigio del que disfrutan y les brindan protección para mantenerlo.

Simone de Beauvoir

Actividad 1 Explica cada uno de los momentos de la relación entre hombres y mujeres expuestos por Susana López Pavón.

 1.2 Concepto de “sujeto situado”

En "Perfiles del existencialismo de Beauvoir, una filosofía emancipatoria y humanista", Teresa López Pardina sostiene:

...Para Beauvoir la situación es el marco en el que se puede ejercer la libertad; un marco que facilita mucho, poco o medianamente el ejercicio de la libertad. Hay situaciones que posibilitan al máximo la libertad y otras que la imposibilitan absolutamente. La situación es, pues, el afuera, lo que queda fuera, de la libertad y está constituida por el mundo: las cosas y los otros. Las situaciones, además, se jerarquizan según posibiliten más o menos la libertad.

Como ejemplo de situaciones que coartan la libertad cita la ignorancia y el error, que compara con los muros de una prisión; también la situación del niño y la de la mujer en el harén. Como ejemplo de situaciones que posibilitan la libertad nos propone la de la mujer en Occidente hoy: porque elige o, al menos, consiente en su situación.

Los modos de facilitar el ejercicio de la libertad son, por ejemplo, disipar la ignorancia del esclavo, porque es facilitarle la manera de trascender su situación de esclavo mediante la rebelión o haber desarrollado en los proletarios del XIX la conciencia de clase, que fue una manera de posibilitarles la libertad.

En [El segundo sexo] considera la situación de las mujeres en Occidente como una verdadera coacción a su libertad, desde la educación recibida durante la infancia hasta los usos sociales que se le imponen a las jóvenes, a las adultas, a las mujeres de edad avanzada: el tomo II es una descripción de cómo se fabrica esa opresión de las mujeres en forma de feminidad según los cánones de la sociedad patriarcal occidental; desde la coacción ejercida sobre el cuerpo (un elemento de la situación) hasta el comportamiento canónico de la mujer casada, por ejemplo.

... [Sonia] Kruk pone de relieve que para Beauvoir el sujeto es social y culturalmente construido (“no se nace mujer...”) y por ello nuestra autora es una referencia fundamental de todo el feminismo posterior. [El segundo sexo] demuestra que ser mujer es vivir una situación sociocultural que han impuesto los varones a las mujeres para sacar ventaja de ello. Las mujeres se quedan bloqueadas en la inmanencia por la situación que los hombres les infligen, y las diferentes situaciones que se describen allí ofrecen una muestra de las diferentes posibilidades –algunas nulas–­ que se presentan a las mujeres de ejercer la libertad en la cultura patriarcal. Como señala Moi, mientras en Sartre el sujeto moral es pura libertad, en Beauvoir la dimensión social modula y puede coartar la libertad.

Por mi parte, creo que Beauvoir ha introducido un enfoque propio en el existencialismo al señalar “la situación” como un “afuera de la libertad” ya que, si es así, el sujeto no es absolutamente libre; es decir, todos los sujetos no son absolutamente libres: cada uno ejerce su libertad en función del contexto (situación) en que le toca vivirla. Y no vale ya la fórmula sartreana de que hay una “universalidad humana de condición” como había afirmado en L ́Existentialisme est un humanisme (1946). Beauvoir ha demostrado en Le Deuxième Sexe (1949) que no la hay.

Cada subjecte exerceix sa llibertat en funció de la situació que li toca viure

Actividad 2 Explica, con tus palabras, qué es la situación según Simone de Beauvoir y qué es el sujeto situado.

 1.3 Método regresivo-progresivo en el análisis de la condición femenina

María Luisa Femenías, en "Simone de Beauvoir. Contribuciones de una filósofa" dice:

A grandes líneas, tal como Beauvoir lo emplea [el método], constituye un modo de reconstruir y esclarecer la experiencia vivida desde la propia hermenéutica existencial, comenzando con un análisis regresivo de la situación o de los hechos. Es decir, ...«de las condiciones que definen la inserción de las mujeres en lo real» ... La primera fase «regresiva» inicial implica un análisis (histórico-fenomenológico) de las condiciones que hacen posible la existencia de las mujeres tal como es dada en una cierta sociedad. El método supone, entonces, dos dimensiones: diacrónica y sincrónica. Se trata, pues, de un primer momento analítico en el que se establecen los puntos de referencia conceptuales que configuran una cierta forma de vida. La segunda fase es «progresiva», sintética y reconstructiva del modo actual en que viven las mujeres como miembros de una cierta sociedad histórica. En otras palabras, cómo desde aquéllas condiciones, las mujeres devienen en esta vida presente.

A de Beauvoir ... le importa dar cuenta de las instancias mediadoras que han hecho posible un cierto estado de cosas para las mujeres. Toma cómo base el comportamiento real y actual de las mujeres entendido como el «resultado» de una «experiencia vivida» (en despliegue histórico) bajo ciertas condiciones. En este sentido, el trabajo de Beauvoir pretende, con los datos de que dispone en su momento, reconstruir cómo las mujeres llegaron a este estado de cosas, desenmascarando los elementos ideológicos y los presupuestos sobre los que se funda su situación. Sólo iluminando los modos de la concretización, es posible comprender cómo han sido sistemáticamente excluidas de derechos y reconocimiento. Como Beauvoir no puede pensar a las mujeres como un sujeto meramente pasivo y dependiente, acuña la noción de «víctima cómplice» que tantas y airadas críticas mereció.

Según López Pavón, [8]

... Se trata de un método de investigación que aborda su objeto de estudio desde dos perspectivas distintas, necesarias y complementarias: la primera, analítica y regresiva y la segunda, sintética y progresiva ...

La primera perspectiva tiene como objetivo esclarecer cómo se ha constituido, cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo y qué discursos han contribuido a la consolidación de la feminidad. El punto de partida es la constatación de la falta de simetría entre feminidad y masculinidad en la mayor parte de las sociedades. Lo masculino se ha identificado como lo humano y lo femenino se ha constituido como "carencia" de determinadas cualidades respecte a lo masculino. Estas supuestas carencias se asocian a la sexualidad específica de las mujeres, como si el cuerpo de la mujer estuviese "lastrado" por ella y fuera un ser defectuoso en comparación con el varón. ... En relación a esta falta de simetría, lo que Beauvoir se platea averiguar es qué circunstancias la hicieron posible, es decir, por qué la mujer se determina y se diferencia respecto al hombre y no a la inversa, por qué el varón es tradicionalmente considerado Sujeto y ella no ... ¿De dónde le viene a la mujer esta sumisión? esta es la pregunta que clarifica la mirada que se desarrolla en la primera parte de la investigación, que coincide con el primer volumen de El segundo sexo "Los hechos y los mitos". Es una mirada regresiva porque trata de entender la opresión de las mujeres clarificando las circunstancias que confluyeron en el pasado para que esta situación injusta se gestase. Es una mirada analítica porque descompone el fenómeno universalmente extendido de la opresión de las mujeres en diferentes aspectos, ...

... El fenómeno de la opresión de las mujeres es considerado como "exterioridad" ...

Pero la investigación resulta incompleta si no se estudia el fenómeno de la opresión de las mujeres desde el punto de vista de las propias mujeres y se muestran las posibilidades que tienen de modificación de la situación. Por ello, el segundo volumen de El segundo sexo, "la experiencia vivida", adopta la perspectiva de la "interioridad". Se desarrolla en él la segunda fase del método, que es progresiva y sintética. ...

Si en el primer volumen las mujeres constituían un objeto de estudio, ahora aparecen como sujetos con vivencias concretas ... Se muestra cómo han vivido las mujeres, en las distintas etapas de la vida, su situación concreta, cómo la asumen como sujetos (aspecto sintético: el sujeto integra en su acción los elementos diferentes de la situación), superándola (aspecto progresivo), es decir, cómo modifican mediante su acción los condicionamientos biológicos y culturales que constituyen cada situación. Al mismo tiempo se pretende evaluar las posibilidades que tienen de modificar su situación en el futuro, a partir de la consideración de los cambios que, sobre todo a partir del siglo XIX, se han ido produciendo en la sociedad occidental...

En resumen, el método regresivo-progresivo ... consta de dos fases complementarias ...El esquema de investigación es ...: una situación humana que se investiga en primer lugar como "exterioridad", como objeto de saber, y en segundo lugar como "interioridad", en cuanto el sujeto asume los elementos diferentes que constituyen su situación y los transciende, va más allá de ellos, mediante su propia acción.

"Algunas coincidencias entre Sartre y Beauvoir sobre el método progresivo­regresivo" de Rolando Casale.

Simone de Beauvoir, París 1945

Actividad 3 Muy brevemente explica los diferentes pasos del método progresivo-regresivo.

 2. Problematización de la categoría “mujer”

Según Susana López Pavón, [9]

Podría parecer que Simone de Beauvoir, al plantear en la "Introducción" la cuestión: "¿Qué es una mujer?", simplemente busca una definición apropiada para un concepto cuyo referente no se cuestiona porque su existencia se considera evidente. Sin embargo, lo que hace nuestra autora al formular la pregunta es llevar una duda radical al significado del concepto "mujer"...

¿Qué lleva a Beauvoir a convertir en un problema la categoría central de su investigación? En primer lugar, la filósofa señala el uso contradictorio que se hace del término "mujer" cuando se vincula, por un lado, al hecho biológico de tener útero, esto es, al hecho de ser hembra humana y, por otro, se emplea en un sentido valorativo que permite establecer si determinadas hembras humanas son más o menos mujeres. ... Este punto de vista relaciona el ser mujer a cierta cualidad denominada "feminidad", que las mujeres concretas manifestarían en mayor o menor medida. Beauvoir ironiza preguntándose si dicha cualidad es segregada por los ovarios o si se trata de una idea de tipo platónico ("feminidad", "eterno femenino") de la que las mujeres tendrían que participar para ser plenamente mujeres. ... este punto de vista ... está perdiendo fuerza: el supuesto "eterno femenino" ha sido negado tanto por los ilustrados racionalistas como por autoras contemporáneas, que llegan a afirmar que mujer es aquel ser humano al que arbitrariamente se califica de "mujer". Esta solución es rechazada con claridad por la filósofa feminista porque no contribuye a la liberación de los individuos concretos a los que se aplica dicho concepto. ... Negar la validez de falsos estereotipos no tiene como consecuencia inmediata la desaparición de la discriminación que los ha forjado, ni de las circunstancias que afectan a los individuos concretos: puede ser un modo de huir del problema sin afrontarlo. El hecho real es que la clasificación de los seres humanos en hombres y mujeres existe en la realidad; ...

Por lo que se nos plantea el problema con toda claridad: "Si su función de hembra no basta para definir a la mujer, si también rechazamos explicarlo por "el eterno femenino" y si, a pesar de ello, admitimos que, aunque sea de modo provisional, hay mujeres sobre la tierra, no tenemos más remedio que preguntarnos: ¿qué es una mujer?"

Beauvoir formula esta pregunta porque para ella la "feminidad" no es una cualidad que caracterice a las mujeres de manera natural. Entiende la feminidad como un mito forjado a lo largo del tiempo ... Afirma que ser mujer, con todo lo que ello implica desde el punto de vista tradicional (pasividad, dependencia, emotividad, etc.) no es algo natural, sino el resultado de un complejo proceso de aprendizaje que empieza desde los primeros momentos de la vida de los individuos. "No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana: el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino." ...

Tradicionalmente se ha asociado "ser mujer" a realizar funciones vinculadas al cuidado de los demás (los hijos, el marido, los mayores, las personas dependientes...) y se la ha excluido del ejercicio de otras funciones que se desligaban del ámbito de la afectividad (el ejercicio del poder, la política, determinados trabajos, el deporte, etc.). Esta asociación se justificaba por la atribución previa de características supuestamente naturales tanto a las mujeres como a los varones. A la pasividad, dependencia o emotividad señaladas anteriormente, podemos añadir, en el caso de las mujeres, la sensibilidad, la afectividad, la debilidad y necesidad de protección, la incapacidad técnica, la irracionalidad, la frivolidad o el gusto por la belleza. Esta concepción tradicional asignaba a los varones la autonomía, la capacidad para la acción, la racionalidad, la capacidad para ejercer el poder, el control de la emotividad, la valentía, el gusto por el riesgo, la seriedad y el rigor, la falta de sensibilidad y las dificultades para manifestar y desarrollar la afectividad, etc. Este conglomerado de características y funciones constituyen en las mujeres "lo femenino", "la feminidad" o "el eterno femenino" ...

A la pregunta "¿Qué es una mujer?" la filósofa francesa añade otras: "¿Cómo puede realizarse un ser humano dentro de la condición femenina? ¿Cuáles conducen a callejones sin salida? ¿Cómo recuperar la independencia en el seno de la dependencia? ¿Qué circunstancias limitan la libertad de la mujer? ¿Y ella, las puede superar?" ...

La afirmación de que la feminidad que se atribuye y se exige a las mujeres en determinados contextos es el resultado de la socialización diferenciada de niñas y niños -que afecta negativamente sobre todo a las mujeres porque las sitúa en una posición de inferioridad y dependencia respecto de los varones- se remonta al siglo XVII. Beauvoir hace referencia a las propuestas feministas del cartesiano François Poulain de la Barre, continuadas durante la Ilustración por Diderot, Condorcet, Mary Wollstonecraft y, posteriormente, por Stuart Mill. Todas ellas advierten del carácter "artificial", construido culturamente, de lo femenino y denuncian la exclusión de las mujeres del ámbito de lo público y del poder. Estos análisis harán posible que surja el movimiento sufragista, centrado en la vindicación de los derechos de ciudadanía de las mujeres, ...

La dona no naix, es fa

Actividad 4 Haz una síntesis del punto 2 Problematización de la categoria “mujer”.

 3. El factor cultural como factor decisivo en el análisis de las causas de la opresión de la mujer

Según Joana Ortega Raya, en su tesis Simone de Beauvoir, su aportación a la discusión sobre el género

(...) El volumen II de El segundo sexo muestra cómo, desde el nacimiento, la niña es educada para llegar a ser una mujer, el Otro, el objeto. Rechazando que la feminidad represente algo así como una esencia inherente a la mujer, Beauvoir se exige a sí misma mostrar cómo la feminidad es algo que ha sido elaborado, como la mujer como objeto es un producto. Ella mantiene que la mujer “es uno de los tantos productos elaborados por la civilización” y que “el abismo que separa a la adolescente del adolescente ha sido elaborado en forma concertada desde los primeros tiempos de la infancia.”

Según Beauvoir, a los chicos se les anima a afirmarse a sí mismos como sujetos, mientras que a las chicas, a aceptarse a sí mismas como objetos, a apreciar su ser-para-los-otros como su dimensión básica. A un joven se le incita a vivir su cuerpo para-sí, a una chica a hacerlo para-los-otros. Para él no hay un conflicto fundamental entre cómo le ven los otros y su propio deseo de afirmarse a sí mismo a través de sus proyectos, pero para ellas la cuestión es diferente:

(...) A la joven se la educa para aceptar la posición de objeto y resulta muy difícil escapar de esa situación.

Vivir en la posición de objeto significa que el ser-para-los-otros es la dimensión dominante, lo cual quiere decir que el propio cuerpo es experimentado en primer lugar como algo “mirado”. (...) Beauvoir afirma que, mientras que a los jóvenes se les incita a sentirse orgullosos de sus cuerpos y de sus órganos sexuales, el cuerpo y los órganos sexuales de las chicas son considerados como algo vergonzoso y cargado de tabúes.

A las jóvenes se las educa para ser objetos pasivos, no sólo impidiéndoles afirmarse a sí mismas en relación con el mundo, sino enseñándoles que si ellas no se comportan de una forma “femenina”, los hombres no las encontrarán atractivas. Si la feminidad significa ser un objeto, entonces ser sujeto y mujer no resulta una cuestión sencilla. Una mujer libre encuentra más dificultades para ser vista que para ver, dice Beauvoir, para escuchar que para hablar, para ser una persona en la que un hombre pueda reflejarse a sí mismo que un individuo con sus propios intereses.

Según Susana López Pavón [10]

De las diversas cuestiones que sirven a Beauvoir para desarrollar su argumentación, tres de ellas poseen especial relevancia porque le dan cohesión. La primera, ¿qué es una mujer?, problematiza el concepto objeto de consideración y posibilita la reflexión filosófica. La segunda, ¿por qué la mujer es la Alteridad? ... se responde en el primer volumen del estudio (fase regresiva del método). La tercera, ¿cómo viven las mujeres su situación?, es abordada en el segundo volumen (la fase progresiva de la investigación)

Nos centraremos a continuación en la segunda de las preguntas mencionadas, ¿por qué la mujer es la Alteridad?, que nos introduce en la cuestión de las causas de la opresión de las mujeres.

... El primer capítulo de El segundo sexo, dedicado a la biología, rechaza con rotundidad que la opresión de las mujeres esté determinada por sus características biológicas vinculadas a la reproducción. ... Denuncia el carácter ideológico, interesado en mantener la subordinación de las mujeres, de muchas teorías científicas, así como la frecuencia con que se mezclan las consideraciones científicas con los prejuicios androcéntricos de los investigadores. ...

... Una perspectiva humana no puede evaluar las capacidades fisiológicas de las personas sin situarlas en un contexto histórico determinado. El desarrollo tecnológico, por ejemplo, hace que determinados trabajos que antiguamente exigían grandes esfuerzos físicos, hoy requieran el manejo de un cómodo panel de control. ...

Para Beauvoir, el cuerpo "no es una cosa, es una situación: es nuestra forma de aprehender el mundo y el esbozo de nuestros proyectos". ... El cuerpo humano siempre es cuerpo vivido, es decir, se encuentra revestido de los valores que le confiere cada existente singular. Y cada existente se sitúa en un contexto ontológico, económico, social y psicológico, afirma la filósofa, que hay que tener en cuenta para entender los valores que dan sentido a la existencia humana en cada sociedad y momento histórico determinado.

La respuesta a la pregunta ... por qué la mujer es Alteridad no puede venir de la biología. Cómo las mujeres vivan su cuerpo va a depender del contexto cultural en el que éstas se desenvuelvan y de las oportunidades que puedan gozar para ejercer su libertad (contexto ontológico: el ser humano se constituye mediante su propio obrar). Por ello podemos afirmar que el factor cultural es decisivo en el análisis de las causas de la opresión de las mujeres.

... ¿por qué la mujer es la Alteridad? ... ¿cómo se estableció la jerarquía de los sexos? ... Para Beauvoir, solo puede explicarse si se consideran los datos de la prehistoria y la etnografia a la luz de la filosofía existencialista.

Su punto de partida es la comparación de la diferente situación de hombres y mujeres en el período que precedió a la agricultura: grupos nómadas en duras condiciones de vida. Aquellos que tenían el privilegio de la fuerza física, los varones ... asumían las tareas de defensa. Las vidas de las mujeres ... estaba lastrada por lo que Beauvoir denomina "las servidumbres de la reproducción". Los "largos períodos de impotencia" -pensemos en los embarazos casi continuos- supondrían para las mujeres un "terrible obstáculo" que las alejaría de determinadas funciones dentro del grupo, que serían asumidas por los varones: defensa, caza, pesca, por ejemplo. ... en un contexto en que el control técnico sobre el cuerpo y sus servidumbres era prácticamente inexistente: ellas tienen enormemente limitadas sus posibilidades de acción.

Desde la filosofía existencialista se subraya que lo que distingue a la humanidad es justamente no ser una simple especie natural cuyo objetivo sea su simple mantenimiento como tal. ... Mujeres y hombres no son realidades inmutables, serán todo aquello que puedan desarrollar en su devenir histórico. ... Desde esta perspectiva, engendrar o amamantar no son actividades decididas por las mujeres que respondan a proyecto alguno, a diferencia de las funciones que en las hordas primitivas asumen los varones.

[...]

Los hombres arriesgan su vida mediante actos que trascienden la vida animal: experimentan un poder que les permite establecer sus propios fines, trazando así ellos mismos sus futuro y el de su grupo.

[...]

Como afirma Beauvoir, "aquí está la clave de todo el misterio". El macho humano, menos supeditado a la especie que la hembra, "moldea la faz del mundo, crea instrumentos nuevos, inventa, forja el futuro". La hembra humana se reconoce en estos proyectos de los varones que también ella valora por encima de los trabajos a los que está forzada a dedicar buena parte de su existencia. Ellas reconocen el valor de lo que ellos llevan a cabo ... Tal reconocimiento solo es posible en un contexto cultural, ineludible desde una perspectiva humana.

[...]

Los varones somete a las mujeres a partir del reconocimiento que han obtenido por parte de ellas, porque ese reconocimiento les permite afirmarse como sujetos. ...

... A partir de este momento, la autora emprende un recorrido por la Historia que muestra de modo exhaustivo las fases diferentes por las que pasa la afirmación y el desarrollo de la jerarquía. Para referirse a ella, usa con frecuencia la expresión ... "patriarcado" aludiendo así a la forma de organización social caracterizada por la hegemonía masculina y la consiguiente opresión de las mujeres. ...

La formación y consolidación del patriarcado será para Beauvoir el resultado de lentas transformaciones que conducirán a su establecimiento definitivo con la redacción escrita de mitologías y leyes. Son los varones los que elaborarán los códigos en los que la posición de la mujer siempre será subalterna. ...Caracterizada como Alteridad, la mujer será también entendida como la pasividad frente a la actividad, la diversidad frente a la unidad, la materia frente a la forma, el desorden frente al orden, vinculándose así también al Mal. ...

[...]

El exhaustivo recorrido que la filósofa existencialista realiza a lo largo de la Historia de la sociedad occidental muestra, sobre todo, la falta de oportunidades de la mayor parte de las mujeres para decidir sus proyectos propios y desarrollar su libertad. ...

Ahora bien, en el siglo XIX tiene lugar la gran revolución que sí cambiará la suerte de las mujeres: la revolución industrial y el maquinismo ... La incorporación de las mujeres en masa al trabajo industrial las dota del protagonismo económico sin el cual, para Beauvoir, no hay liberación posible. ... Las máquinas anulan en muchos casos las diferencias en relación a la fuerza física entre trabajadoras y trabajadores, pero los empresarios tienen muy claro desde el primer momento que la mano de obra femenina es más fácilmente explotable ...

Con el trabajo industrial cobra fuerza otro de los grandes problemas que las mujeres han de afrontar: la conciliación entre su papel reproductor y el trabajo productor. En la terminología en que Beauvoir lo plantea: "La razón profunda que en el origen de la historia consagra a la mujer al trabajo doméstico y le impide que tome parte en la construcción del mundo es su sometimiento a la función generadora" ... Por tanto, el control de esta función generadora es absolutamente necesario para que la mujer pueda realizarse como ser humano.

La evolución de la condición de las mujeres dependerá, pues, de la convergencia de dos factores: la participación de las mujeres en la producción y la liberación de las servidumbres de la reproducción. ... Por ello, el desarrollo de las prácticas anticonceptivas es fundamental para la apertura de las posibilidades vitales de las mujeres. ... En definitiva, el control por parte de la mujer de su propio cuerpo es, para Beauvoir, condición necesaria para que pueda asumir el papel económico que las nuevas circunstancias le permiten y, con ello, con sus palabras: "la conquista de la totalidad de su persona".

[...]

Para las mujeres, la elección del camino de la independencia requiere un esfuerzo moral mayor que el que han de realizar los varones porque se las educa para que acepten la subordinación y dependencia, en definitiva, para que dimitan de su libertad:

[...]

... La cultura ha constituido la feminidad como tal, que se transmite a través de generaciones mediante una socialización desigual de niñas y niños. Por tanto, la modificación de la situación dependerá de la transformación de los elementos culturales:

[...]

... La autora describe con detalles en "la experiencia vivida" la formación de la autoconciencia de niños y niñas. ...Desde muy pronto se le transmite [al niño] el orgullo por su virilidad, que plásticamente se encarnará en su pene. ...La diferencia fisiológica [entre niñas y niños] será transformada en superioridad o inferioridad por las actitudes valorativas de los adultos en relación a lo que supone estar conformado de una manera u otra. Estas actitudes valorativas se manifiestan en infinidad de enseñanzas, aprendizajes cotidianos, que pasan también por el trato que se da al propio cuerpo y, concretamente, a los genitales. Por ejemplo, los niños han tenido tradicionalmente más posibilidades de exhibir su torso desnudo, pueden orinar en la calle libremente; los genitales femeninos se rodean de tabúes, se viven en la clandestinidad.

[...]

La educación tradicional que Beauvoir está criticando favorece en los varones las actitudes encaminadas a la acción, al riesgo; en las niñas, aquellas otras que la vayan fijando en su papel de objeto ... No hay destinos biológicos, insiste Beauvoir, sólo destinos impuestos por la educación y por la sociedad.

Beauvoir expone con detalle los mecanismos sociales que van forjando los diferentes modos de ser, las resistencias, las compensaciones, los papeles que juegan padres y madres diversos, el papel de la literatura infantil, de la mitología, de la religión. Como niños y niñas van descubriendo tempranamente, inicialmente en el ámbito familiar, la jerarquía de los sexos (por ejemplo, el prestigio de todo lo que rodea al padre: su trabajo, sus objetos, sus manías tienen, en ocasiones, un carácter sagrado).

[...]

Solo desde este punto de vista puede entenderse el carácter negativo que reviste tan frecuentemente para las niñas la crisis de la pubertad ... El cuerpo de las niñas comienza a ser objeto de miradas; se les inculca vergüenza y pudor. Señala Beauvoir que, con mucha frecuencia, a las niñas no se les ha informado acerca de la menstruación cuando ésta se produce por primera vez y esto provoca que el acontecimiento se viva como humillante y repugnante. ... Así como el pene extrae su valor del contexto social, es el contexto social el que convierte la menstruación en una maldición ... La menstruación simboliza la feminidad y la feminidad, afirma Beauvoir, significa alteridad e inferioridad. ...

El desarrollo del erotismo en la adolescencia también viene marcado de manera diferente por el contexto social para chicos y chicas: mientras que en los chicos se afirma públicamente, en las chicas se vive de manera mucho más clandestina; en los chicos se potencia la actuación y la iniciativa y en ellas la pasividad y la dependencia; en definitiva, a ellos se les confirma en su papel de sujetos y a ellas se las dirige hacia el papel de objeto. ... Los cambios fisiológicos son vividos desde una determinada situación. ... Mientras ellos desarrollan su agresividad, su voluntad de poder, ellas entran en el momento de la renuncia a estas actitudes. ... Para Beauvoir, ejercer la violencia forma parte de la afirmación de uno mismo como sujeto ... No permitirla en absoluto es condenar al sujeto a la impotencia física, a la desconfianza en sus propias posibilidades. Si a ello se le suma la falta de estímulos, las sobrecargas de trabajo doméstico que implica la feminidad desde la juventud, la necesidad impuesta de autocontrol, nos encontramos en una situación limitada que estimula la pereza y la mediocridad. En el chico, la independencia y la libertad que en él se fomentan contribuyen a su realización como ser humano. En el caso de las chicas se potencia aquello que menos contribuye a su desarrollo personal.

[...]

La civilización patriarcal no interpreta el erotismo desde la reciprocidad. Prohibiciones y tabúes se reparten de manera injusta en todas las sociedades, lo que contribuye a que las primeras relaciones heterosexuales revistan en ocasiones para las mujeres un carácter negativo. A estos elementos se añade un nuevo factor que incide sobre todo en ellas: el miedo al embarazo no deseado. Este último motivo de limitación para el desarrollo afectivo libre de las mujeres puede verse por fin modificado, indica Beauvoir, por el desarrollo de métodos anticonceptivos seguros y cómodos. En definitiva, la sexualidad de la mujer está condicionada por el conjunto de la situación, que incluye el contexto social y económico. Hombres y mujeres son siempre sujetos situados. Desde la situación concreta deben analizarse los comportamientos diversos, a veces, contradictorios, de unos y otras.

[...]

En la Conclusión, la autora insiste en que la autonomía de la mujer hará surgir nuevos modos de vivir la sexualidad, más libre para ellas, que posibilitarán relaciones eróticas más equilibradas y enriquecedoras.

... puede verse el desacuerdo de Beauvoir con las concepciones tradicionales de masculinidad y feminidad, que conllevan que se efectúen juicios muy negativos acerca de los individuos cuyas actitudes no se corresponden con ellas. Es lo que sucede con las mujeres que actúan con iniciativa, que no manifiestan pudor, que se inclinan a actividades no típicamente femeninas o muestran más agresividad de la habitual, pro ejemplo. Del mismo modo, se castiga socialmente a los varones que no controlan sus emociones o asumen tareas que se consideran propias de la mujeres. Unos modelos que limitan las posibilidades vitales tanto para los hombres como para las mujeres, en los que se incluye también como norma un definido modelo de heterosexualidad.

[...]

...lo que requiere explicación no es por qué algunas mujeres no aceptan vivir en la normalidad prescrita por la sociedad: el problema es más bien entender por qué muchas lo aceptan.

"El cuerpo y la experiencia femenina" Capítulo 2, pàg. 260 Simone de Beauvoir, su aportación a la discusión sobre el género de Joana Ortega Raya Tesis 2005

Simone de Beauvoir. Su aportación a la discusión sobre el género
Joana Ortega Raya. Tesis. 2005

Actividad 5 Enumera y explica cuáles son las causas de la opresión de las mujeres según Simone de Beauvoir.

 4. Educación y evolución colectivas para conseguir la autonomía de las mujeres y la reciprocidad de las relaciones entre hombres y mujeres.

Susana López Pavón indica [11] que, según Beauvoir:

La conciliación del trabajo productivo con el reproductivo es uno de los elementos fundamentales para conseguir la autonomía de las mujeres. ... La sociedad debe organizarse de modo que el sistema público se haga cargo en gran medida de las niñas y los niños, que han de recibir una educación igualitaria. Solo la autonomía económica puede garantizar a la mujer el desarrollo de su libertad concreta. ...

... El factor primordial para la evolución de la condición de la mujer es, para Beauvoir, la transformación de su condición económica pero se han de producir las consecuencias morales, sociales y culturales que dicha transformación "anuncia y exige", para que surja la mujer nueva. Para ello se requiere una evolución colectiva, llevada a cabo sobre todo, a través de una educación realmente igualitaria para niños y niñas [una coeducación]...

Según López Pavón, en la "Conclusión" a El Segundo Sexo, Beauvoir ofrece una descripción de una sociedad no patriarcal

... Este modelo se establece en torno a tres ejes:

  1. Educación en las mismas condiciones para hombres y mujeres.
  2. Las mismas oportunidades de acceso al trabajo con idénticas condiciones laborales (sin distinciones en función del sexo o "casta" social, aunque puedan tenerse en cuenta las capacidades físicas e intelectuales.
  3. El abandono de un modelo de familia en el que la mujer es mantenida por el varón a cambio de determinados "servicios" sexuales...

Esto último implica una profunda transformación de las costumbres y la liberación de la mujer de lo que ella ha denominado a lo largo del ensayo "las servidumbres de la reproducción": libertad erótica para ambos, legalización del divorcio, acceso a sistemas adecuados de control de la natalidad, legalización del aborto, reconocimiento de derechos para madres e hijos independientemente del estado civil de las madres, remuneración de permisos de maternidad y asunción por parte de los poderes públicos de determinadas responsabilidades de control en relación a la crianza y educación de los hijos.

[...]

... Beauvoir ... Tiene muy claro que la transformación ha de empezar por una educación igualitaria desde "la más tierna edad": el mismo trato, los mismos juegos, los mismos estudios y, sobre todo, modelos masculinos y femeninos no jerárquicos, sino igualitarios. ...

No podemos pasar por alto dos elementos importantes de la propuesta educativa que está haciendo Beauvoir: aboga por " una educación sexual coherente " y por un sistema educativo mixto. ...La educación sexual tendría que estar encaminada a que hombres y mujeres pudieran elegir el modo de desarrollar su erotismo, asumiendo de manera auténtica su situación ... con lucidez, generosidad y libertad.

Actividad 6 Simone de Beauvoir defendió que "La conciliación del trabajo productivo con el reproductivo es uno de los elementos fundamentales para conseguir la autonomía de las mujeres" Explica qué quiere decir la filósofa con la anterior cita.

Y, para terminar, mira este vídeo

Notas

[2en Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Lectura crítica de la Introducción y la Conclusión. Editorial Diálogo, pág 14

[3en Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Lectura crítica de la Introducción y la Conclusión. Editorial Diálogo, pág 15-16

[4Fuente: "Hermenéutica". Glosario de Cibernous.

[5Susana López Pavón "Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 19

[6Fuente: epígrafe 1.1, pàg. 198 Simone de Beauvoir, su aportación a la discusión sobre el género de Joana Ortega Raya Tesis 2005

[7Susana López Pavón Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 29

[8Susana López Pavón Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 22-25

[9Susana López Pavón Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 19-22

[10Susana López Pavón Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 34-46

[11Susana López Pavón Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Ed. Diálogo, pág. 46 y 121-124

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