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Funciones de la Filosofia en la cultura occidental

¿Qué es filosofía?

por Àngels Varó Peral,



La filosofía no puede funcionar de espaldas a la sociedad. Debe abandonar su "torre de marfil" y hacerse solidaria con los problemas actuales: paro, hambre, explotación laboral, globalización de la economía, violación de los derechos humanos y de las libertades públicas, sexismo, racismo y xenofobia, clasismo... También es función de la filosofía someter a crítica la ordenación social y las situaciones injustas a que ésta da lugar, es decir, desmontar argumentos políticos falaces, defendernos de los abusos del poder, mostrar la ilegitimidad de los regímenes políticos autoritarios y antidemocráticos...

 1. El saber filosófico

¿Qué es filosofía? ¿Para qué sirve?

Antes de buscar respuestas a nuestra pregunta haremos algunas aclaraciones:

  • La primera es que nuestra cultura forma parte del denominado “pensamiento occidental”, por tanto, la filosofía que estudiaremos será la occidental.
  • La segunda es su significado etimológico. “Filosofía” deriva de la palabra griega (phylosophia), compuesta de dos términos: filew (amar, amante) y sofia (sabiduría, ciencia, entendimiento). Así, “filosofía” significa amor a la sabiduría, es decir, deseo de saber.
  • La tercera es que filosofía es “eso que hacen los filósofos” y las filósofas: reflexionar sobre la experiencia.
  • Y la cuarta, que cuando se utiliza la palabra “hombre”, se refiere al hombre adulto, blanco, burgués, sin minusvalías, con derecho de ciudadanía; y no al conjunto de los seres humanos.

A continuación veamos el vídeo "Què és la filosofia?"

El contenido conceptual de este tema es:

  • Algunas de les diferentes maneras de entender qué es filosofía a lo largo de su historia para llegar a una noción aproximada de qué es filosofar.
  • Una exposición de algunas de las funciones de la filosofía en nuestra cultura.
  • Unas justificaciones del porqué ahora la filosofía es útil, e incluso, necesaria.

 2. Concepciones de la filosofía a lo largo de su historia

En la historia de la filosofía se pueden distinguir dos grandes períodos: el “metafísico” y el “posmetafísico”. El primer período abarca desde el siglo -VI hasta el siglo XVII. En él, la filosofía investiga acerca de la realidad (el ser). El segundo período se va perfilando en el siglo XVII y llega hasta la actualidad. En él, la filosofía se ocupa del conocimiento (filosofía “crítica”) y después de la palabra (filosofía del lenguaje).

 2.1 Período metafísico (ss –VI / XVII)

Comenzamos por el siglo –VI, cuando la insatisfacción con las explicaciones míticas, ofrecidas en el siglo –VIII, por Homero y Hesíodo, promovió un cambio de actitud radical en el deseo de comprender la naturaleza y el lugar de los seres humanos en ella. Esta nueva actitud consistió en indagar qué son las cosas a partir de las cosas mismas, de su inmanencia y necesidad. Tal cambio ha sido denominado “el paso del mito al lógos. Se produjo en Jonia (situada en la actual Turquía), concretamente en la ciudad de Mileto, con Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Esta nueva manera de pensar aportó explicaciones racionales acerca del origen (arjé), estructura y composición de la naturaleza (phýsis), entendida ésta como un kósmos.

Dos fueron los principales problemas planteados por la filosofía presocrática:

  • el del arjé (o lo que es lo mismo, el de la unidad en la multiplicidad, es decir, el de la relación existente entre la multiplicidad de la experiencia y la unidad necesaria postulada por la razón; unidad que posibilitaba la comprensión de la naturaleza como un todo ordenado, como un kósmos, capaz de ser inteligible y, por tanto, capaz de ser entendido) y
  • el de la causa del movimiento: nacimiento, corrupción y cambio.
    Las respuestas presocráticas a esta doble problemática fueron muy diversas e incluso hoy nos sorprenden.
Escoles presocràtiques
Escoles presocràtiques

Pero ahora, lo importante no es la variedad de respuestas, sino la unidad de las preguntas planteadas. Respuestas variadas que tienen en común, postular la existencia de un arjé (substrato original, permanente y esencial) en el dinámico despliegue de la naturaleza. Lo importante es el hecho de haber postulado, a partir de la admiración y de la observación de los hechos cotidianos, la unidad en la multiplicidad, es decir, que a pesar de que las cosas se nos aparecen como múltiples y cambiantes son en última instancia lo mismo, y necesariamente lo mismo. Lo importante es que la filosofía presocrática puso las bases del pensamiento racional, obligándolo a buscar en la propia naturaleza las respuestas a los problemas planteados. De este modo quedó iniciado el camino de la racionalidad científica.

En el siglo –V, en Atenas, se produjo el denominado “giro antropológico” en la investigación filosófica. Si antes la filosofía se ocupaba de la phýsis, ahora dirigirá su atención a temas más propiamente humanos: la búsqueda de una fundamentación racional de la práctica moral y política. Sócrates y la Sofística fueron sus protagonistas.

Desde entonces vamos a encontrar una doble dirección en la filosofía: la teórica (el saber de los primeros principios: metafísica y epistemología); y la práctica (la ética y la política).

En el siglo –IV, Platón y Aristóteles sostuvieron que la filosofía nace de la admiración y de la extrañeza.

Platón

Según Platón (–428/–348) la filosofía es el saber que, al extrañarse de las contradicciones de las apariencias, llega a la visión de lo que es verdaderamente, de las Ideas. Filosofar es admirarse ante los múltiples sentidos posibles de todo lo real y, sobrepasándolos, ir a la fuente de todos ellos: a su idea. Es el conocimiento de las realidades ideales que dotan de sentido a las cosas particulares. Este conocimiento de lo absoluto es la ciencia verdadera, la ciencia de las ideas. Además, la filosofía tiene, para Platón, una función transformadora del mundo y de la sociedad: posibilitar una forma de vida "colectiva" acorde a la idea de justicia.

... Sin embargo, no dejaba de reflexionar sobre la posibilidad de mejorar la situación y, en consecuencia todo el sistema político ... Entonces me sentí obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en el terreno de la vida pública como en la privada. Por ello, no cesarán los males del género humano hasta que ocupen el poder los filósofos puros y auténticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filósofos verdaderos, gracias a un especial favor divino. Platón, Carta VII

Aristóteles

Para Aristóteles (–384/–322) la filosofía es la ciencia de los primeros principios y de las primeras causas de todas las cosas. Pretende explicar qué son las cosas y por qué son como son. Si queremos saber qué son las cosas tendremos que buscar su esencia (los principios); si queremos saber por qué son como son, tendremos que investigar las causas que hacen que las cosas sean como son. Por eso, la filosofía se dirige al estudio de la realidad considerada en sí misma y no en su concreción en este o aquel ser o tipo de seres. Es una ciencia que atiende no a lo que sucede o aparece, sino a lo que hace posible todo cuanto sucede y aparece. La filosofía (metafísica) quiere determinar aquello que en cada ser, y en la realidad en general, no puede faltar: lo ineludible y necesario para que las cosas sigan

De todo lo que acabamos de decir sobre la ciencia misma, resulta la definición de la filosofía que buscamos. Es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas ... Y que no es una ciencia práctica lo prueba el ejemplo de los primeros que han filosofado. Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del Universo. ... Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad. El hecho mismo lo prueba, puesto que casi todas las artes que tienen relación con las necesidades, con el bienestar y con los placeres de la vida, eran ya conocidas cuando se comenzaron las indagaciones y las explicaciones de este género. Es por tanto evidente, que ningún interés extraño nos mueve a hacer el estudio de la filosofía. Aristóteles, Metafísica, I, p. 40

Durante el período helenístico-romano (ss –IV al III), la filosofía dejará de ser especulación teórica y metafísica en el sentido aristotélico, para ocuparse fundamentalmente de temas antropológicos y, particularmente, morales. Se convierte, pues, en preocupación ética cuyo objetivo es ofrecer un modelo de vida: el del sabio, que busca la felicidad y la halla en la tranquilidad exterior y la paz interior. La filosofía es considerada como el “arte de la vida” basado en principios elaborados por la razón humana.

Las escuelas más importantes de la filosofía helenístico-romana son: el cinismo, el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo.

Cinismo

Cinismo. Los principios de la filosofía cínica son: el máximo control de uno mismo, la capacidad de suprimir todas las necesidades y la fortaleza de volver a una vida natural, sencilla y plena. El sabio despreciará todas las convenciones sociales y aceptará sólo lo que es natural. El filósofo cínico más destacable es Diógenes de Sinope (-413 / -323).

Epicureísmo

Epicureísmo. Según Epicuro (-341 / -270), la filosofía tiene una doble función. Primero debe liberar a los hombres de los cuatro males de la vida: del temor a los dioses, del temor a la muerte, del temor al destino (a no alcanzar el bien) y del temor a los males y peligros. Después debe conducirlos a la felicidad. La búsqueda del placer es el fin fundamental de la vida, en el placer se encuentra la felicidad. La felicidad o el placer consiste en la satisfacción medida y equilibrada de las necesidades naturales (beber, comer, dormir...) y en la serenidad del espíritu o ataraxia (ausencia de dolor en el cuerpo y de perturbaciones en el alma).

Estoicismo

Estoicismo. Fundado por Zenón de Citio (-334 / -262). Su ética está basada en la aceptación de lo que acontece y en la ausencia de deseo. Según el estoicismo todo cuanto sucede en el mundo está regido por el lógos y la aceptación de este destino es la mejor pauta ética. La ética estoica establece que, en un Universo determinado por un orden racional, el hombre (el sabio) sólo puede encontrar la felicidad en la aceptación del orden cósmico. La libertad humana radica en la aceptación de la determinación, en la aceptación de lo que es necesario e inevitable. La virtud o excelencia es vivir de acuerdo con la naturaleza, y ésta sigue un orden inflexible, un destino.

Escepticismo

Escepticismo. Fundado por Pirrón de Elis (-334 / -262). Para ser sabio hace falta saber qué son las cosas, saber qué actitud debemos tomar ante ellas y saber qué conseguiremos adoptando esa actitud. Pero como de las cosas no podemos saber nada sino únicamente podemos tener sensaciones y opiniones, lo mejor será no decantarnos por nada y suspender todo juicio (epojé), abstenernos de decir nada (aphasía) y quedarnos imperturbables (ataraxia). Para ser feliz es necesario permanecer indiferente a todo. Del período romano, destacó Séneca (+4 / +65).

En la Edad Media (ss IV-XIV) la filosofía (razón) quedó limitada y subordinada al poder de la teología (fe), que se autoconstituyó en saber absoluto dominante. Las diferentes relaciones entre filosofía y teología podemos verlas con Agustín de Hipona, Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham.

Agustín de Hipona

Para Agustín de Hipona (354-430) existe armonía entre razón y fe, pues ambas persiguen el esclarecimiento de la única verdad. La sabiduría tiene como objeto el conocimiento de las verdades eternas e inmutables. Debido a que éstas son patrimonio de dios, la filosofía como “amor a la sabiduría”, coincide con el amor de dios (teología).

Tomás de Aquino

Tomás de Aquino (1224-1274) subordina la filosofía a la teología. Establece la legitimidad de ambos saberes: el filosófico (que se ocupa de la naturaleza) y el teológico (que se ocupa de la revelación). Ahora bien, así como el orden natural se subordina al sobrenatural, así el saber filosófico se subordina al teológico. La filosofía es un conocimiento cierto (válido en su orden, ya que en nada recurre a la fe para considerar y analizar las cosas y su sentido natural) pero incompleto puesto que da cuenta de la finitud y la contingencia de las cosas naturales. Para que el conocimiento sea completo, la filosofía debe exigir el conocimiento teológico. Por eso el análisis de las criaturas del mundo conduce a demandar la existencia de dios, la inmortalidad del alma, etc.

Guillermo de Ockham

Para Guillermo de Ockham (1295-1349) el único conocimiento posible es la experiencia y la única realidad cognoscible es la que nos revela la experiencia (la naturaleza), por tanto, cualquier realidad que trascienda la experiencia no puede ser conocida por la razón. Así queda separada la filosofía de la teología. La filosofía se ocupará del estudio de la naturaleza (cuestiones que pueden ser alcanzadas por la razón) y abandonará las cuestiones propias de la teología (como por ejemplo, la existencia de dios, su unidad, la imposibilidad de una serie infinita de causas, la creación del universo, etc.).

Durante el Renacimiento (ss XV-XVI) la filosofía adquiere la función de explicar la naturaleza, la historia y el hombre en virtud de sus propias leyes, evitando recurrir a la voluntad de dios. Ello dio pie a dos grandes núcleos temáticos. Por un lado, la preocupación antropológica: reflexiones sobre la naturaleza de la libertad, el origen del poder, la ley natural y la naturaleza de la sociedad. Y, por otro lado, la preocupación por la naturaleza: la ciencia es el único medio adecuado para poder comprender la naturaleza, por tanto, ella es la única filosofía posible. La filosofía es filosofía de la naturaleza y se inquieta por la metodología, para la investigación de la naturaleza, que conduzca a la formulación, en términos matemáticos, de las leyes de su comportamiento.

Un ejemplo de filosofía renacentista es la de Francis Bacon (1561-1626), para quien la función de la filosofía es elaborar una concepción del mundo basada en los resultados obtenidos por las ciencias. Bacon quiere reformar la sociedad a través de la ciencia aplicada (éste es el proyecto de su utopía La nueva Atlántida); pero ello presupone reformar antes la ciencia, en sus objetivos y en sus métodos.

Sólo nos resta decir unas palabras acerca del objeto que nos proponemos. ...aquellos que se esfuerzan por fundar y extender el imperio del género humano sobre la naturaleza, tienen una ambición (si es que este nombre puede aplicárselas) incomparablemente más sabia y elevada que los otros. Pero el imperio del hombre sobre las cosas, tiene su único fundamento en las artes y en las ciencias, pues sólo se ejerce imperio en la naturaleza obedeciéndola [Bacon Novum Organum, I, 129]

 2.2 Período Posmetafísico (ss XVII-XXI)

En la Modernidad (ss XVII-XVIII) se produce un “giro crítico” en las concepciones de la filosofía. Ésta va a ser considerada principalmente como epistemología (o teoría del conocimiento) cuya tarea será la búsqueda y fundamentación de la verdad científica. Las corrientes filosóficas que se desarrollan durante esta etapa son: el racionalismo, el empirismo y el idealismo trascendental.

El Racionalismo pretende convertir la filosofía en ciencia estricta, cuyo objeto es obtener una verdad filosófica, científica, con certeza matemática. La razón es la única facultad que puede conducir al conocimiento de la verdad. El poder de la razón radica en la capacidad de sacar de sí misma las verdades primeras y fundamentales (llamadas ideas innatas), a partir de las cuales, y por deducción, es posible obtener todas las demás, y construir el “sistema” del mundo. Representantes del racionalismo son: Descartes, Spinoza y Leibniz.

Descartes

Descartes (1596-1650) caracteriza a la filosofía como un saber encaminado a obtener certezas indudables. La filosofía tiene en él la amplitud de una sabiduría general, asentada en principios evidentes, de los cuales el primero es la intuición de la propia existencia en el acto mismo del pensamiento. La filosofía es, para Descartes, el estudio de la sabiduría, y por sabiduría entiende no sólo la prudencia en los negocios, sino un perfecto conocimiento de todas las cosas que el hombre puede saber, tanto para conducir su vida como para la conservación de la salud y la invención de todas las artes.

Spinoza

Para Spinoza (1632-1677) la filosofía pretende liberar al espíritu de todo lo mundano y particular (placeres, honores, riquezas), para que el hombre alcance el bien, que reside en percibirse inserto en la unidad absoluta de toda la naturaleza. Ello exige que la filosofía no sólo persiga una reforma del entendimiento particular, sino que también contribuya a que el bien sea buscado socialmente. Lo que impone a la filosofía una función educativa, moral, política e incluso técnica, para que el hombre viva de acuerdo con su condición de integrante en la unidad (la naturaleza), en cuyo reconocimiento reside su libertad.

Leibniz

Leibniz (1646-1716), por su parte, se propuso reducir todo el saber a un matemática universal que, estableciese las reglas de las posibles combinaciones y sustituciones de palabras y razonamientos. Esta característica universal sería la única filosofía adecuada y posible ya que ella expresaría la completa estructura formal de la realidad.

Para el Empirismo la filosofía es una reflexión sobre cómo se originan y organizan nuestros contenidos mentales y sobre la validez del conocimiento. El origen y límite del conocimiento ya no será la razón (como decía el racionalismo) sino la experiencia. De ello dan cuenta, entre otros, Locke y Hume.

Locke

Locke (1632-1704) hará consistir la filosofía en el conocimiento y crítica de nuestras ideas. La filosofía no es análisis o reflexión sobre el mundo, sobre las cosas –en fin, sobre la realidad– sino sobre mis ideas y concepciones de la realidad. La función de la filosofía es “examinar nuestras aptitudes y ver qué objetos están a nuestro alcance o más allá de nuestro entendimiento”.

Hume

Hume (1711-1776) otorgará a la filosofía la función de establecer los límites de la certeza, dando sólo por válido lo que procede de los datos de la experiencia (impresiones).

En la Ilustración (s. XVIII), Kant (1724-1804), con su Idealismo Trascendental, descarta la pretensión racionalista de asimilar ciencia y filosofía, pero sin abandonar la reflexión sobre la ciencia. De este modo duplica el sentido mismo de la filosofía. La filosofía, en primer lugar, debe ser reflexión trascendental, o sea, debe fijar las condiciones a las que debe someterse todo conocimiento científico. En segundo lugar, debe ser una reflexión sobre la obligación moral (deber ser). En fin, la filosofía ha de contestar a estas preguntas: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué puedo esperar? Y, por último, ¿qué es el hombre?

Además, durante la Ilustración, la filosofía también es entendida como un esfuerzo de la razón por cambiar el mundo, por liberarlo de errores y de prejuicios, para hacerlo progresar.

Con el Idealismo alemán (primera mitad del s. XIX) culmina la pretensión, iniciada por Descartes, de convertir la filosofía en ciencia. Para el Idealismo la filosofía no es meramente el fundamento de la ciencia (Kant), sino la única ciencia: la filosofía es el sistema de saber absoluto, la autoconciencia de la humanidad lograda dialécticamente. Su objeto son las condiciones subjetivas que hacen posible las relaciones del hombre con el mundo, tanto teórica como prácticamente. Representantes del Idealismo alemán son: Fichte, Schelling y Hegel.

Fichte

Para Fichte (1762-1814) la filosofía deja de ser investigación particular sobre cualquier saber u objeto para convertirse en una ciencia del propio saber, esto es, en una consideración sobre el fundamento mismo del saber y sobre las funciones unificadoras subjetivas que lo hacen posible. De ahí que La esencia de la filosofía consista en esto: “reducir a la unidad absoluta todo lo múltiple”. La misión de la filosofía es conocer y llevar a cabo el destino del hombre.

Schelling

Schelling (1775-1854), por su parte, insistirá en que la filosofía debe hacer que el hombre se sienta perteneciente a la unidad absoluta de la que él, con todo lo demás, forma parte. Debido a ello la misión de la filosofía consistirá en descubrir lo objetivo (todo lo inconsciente, natural, determinado) en el seno mismo de lo subjetivo (lo libre, lo consciente) y descubrir lo subjetivo en el seno de lo objetivo, con el fin de hacer posible la fusión de los dos elementos. Y tal función la realizará el arte, no la filosofía. Así el arte se convierte en el órgano de la filosofía.

Hegel

Para Hegel (1770-1831) la realidad verdadera no radica en cada cosa concreta y natural sino en una idea absoluta, esto es, en una idea que abarque todas las posibles cualidades o modos de realizarse una cosa. Por ejemplo, la realidad del arte no radica en ningún artista concreto o en una época, sino que ella viene constituida por todo el arte histórico ya realizado y por todas las posibles formas artísticas que puedan darse y no se han dado históricamente todavía. Y así sucede con todos los demás órdenes de la realidad. Debido a esta concepción de lo real, la tarea de la filosofía será aprehender la idea, en su forma verdadera y universal. Para ello la filosofía ha de considerar la compleja y múltiple realidad natural (filosofía de la naturaleza) y analizar el esfuerzo de cada ser por realizar en sí el ideal de la idea absoluta (filosofía del espíritu).

La filosofía contemporánea (a partir de la segunda mitad s. XIX) comienza con la crisis del idealismo alemán, en la segunda mitad del siglo XIX. Se caracteriza por la escasa valoración de la realidad trascendente (dios y el mundo espiritual) y por la crisis de la razón como instrumento para el conocimiento absoluto (duda respecto de que la filosofía pueda alcanzar una descripción racional de la realidad).

Positivismo

El Positivismo afirma que no es posible alcanzar un conocimiento de realidades que estén más allá de lo dado, de lo positivo, porque todo conocimiento genuino se basa en la experiencia sensible y sólo puede progresar mediante la observación y el experimento. Por tanto, los intentos metafísicos o especulativos de obtener conocimiento a través de la razón, sin efectuar comprobaciones empíricas, deben ser abandonados en favor de los métodos de las ciencias especiales. El positivismo niega que la filosofía (como metafísica) pueda dar información acerca del mundo y asigna esta tarea a las ciencias. La filosofía como metafísica ha de ser sustituida por una filosofía científica. Este proyecto fue iniciado por Auguste Comte (1798-1857), quien propuso hacer de la filosofía una ciencia positiva descriptiva de los fenómenos sociales, de la estructura y el cambio social. Así nació la sociología como disciplina científica.

Marxismo

Para el Marxismo la filosofía tiene un papel emancipador. Es el instrumento intelectual con el que podemos entender las causas de la explotación y la injusticia social y nos permite actuar racionalmente para la superación de la alienación. Karl Marx (1818-1883) sostuvo que la teoría no debe ser considerada como algo distinto de la práctica. Pensamientos, creencias y sentimientos morales son formas de acción. Marx identificó la filosofía con la praxis. La praxis es la actividad genuina del hombre –intelectual y operativa– que impide separar pensamiento y realidad, de tal modo que conocer y actuar forman una unidad, contribuyendo a una “sabiduría total” –praxis– que hace imposible la independencia de reflexión y hechos histórico-materiales. La filosofía es entonces la actividad práxica del hombre encaminada a conocer y transformar las condiciones históricas, con el fin de superar la alienación del hombre en la sociedad de clases.

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo. [Marx Tesis sobre Feuerbach T. 11]

Vitalismo

El Vitalismo (en oposición al racionalismo, al positivismo y al mecanicismo) sostiene la existencia de un principio vital que explica las características irreductibles de los seres vivos, ya que niega la reductibilidad de los fenómenos vitales a causas meramente físico-químicas o fisiológicas.

  • Nietzsche (1844-1900) dice que la filosofía es una actividad dirigida a que el hombre tome conciencia de los auténticos valores vitales (dionisiacos: la vida en sus aspectos oscuro, instintivo, irracional, biológico) y a invitarle a vivir según ellos. La filosofía, pues, ha de ser crítica de los valores no vitales (apolíneos: la luz, la claridad, la armonía, la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la racionalidad) que predominan –ya desde Sócrates– en la cultura occidental.
  • Bergson (1859-1941) es ejemplo de la distinción entre el objeto y el método de la filosofía y el de las ciencias. Para él la filosofía debe ser, en clara oposición con los positivismos, una actividad intuitiva de la vida interior, que se presenta fundamentalmente como duración o realidad temporalizada que es inaprehensible por los métodos científicos.

Pragmatismo

El Pragmatismo es una forma de empirismo que considera la experiencia como criterio de verdad y validez; pero no la experiencia acumulada en el pasado, sino la experiencia futura: el resultado. También se opone a la concepción positivista de la ciencia ya que niega el carácter necesario y determinista de las leyes naturales. Y rechaza la interpretación contemplativa de la filosofía.

  • C. S. Peirce (1839-1914) fue el iniciador del método pragmático (método de otorgar significado a los conceptos, tendente a eliminar lo metafísico), al formular el principio de que el interés e importancia de un concepto reside únicamente en los efectos directos que consideramos pueda tener en la conducta humana: Para comprobar el significado de una concepción intelectual, hay que considerar las consecuencias prácticas que podrían derivarse necesariamente de la verdad de tal concepción; y la suma de tales consecuencias constituirá el significado completo de la concepción.
  • W. James(1842-1910) generalizó la búsqueda del sentido no sólo de los términos, sino también de las cuestiones metafísicas, y la configuró como una teoría sobre la verdad. Más que en un acuerdo o concordancia con la realidad, la verdad consiste en lo que es ventajoso para el pensamiento, o en la consecución de una relación satisfactoria con la realidad; la ventaja y la satisfacción se refieren a lo útil, o a lo práctico; “verdadero” es una clase de “bueno”.
  • Ese aspecto relativista del pragmatismo fue discutido por J. Dewey (1859-1952) quien analiza el concepto de lo “verdadero en la práctica” en términos que se acercan a los requisitos de una investigación científica. Dewey llamó instrumentalismo a su manera de enfocar el pragmatismo: el conocimiento es un proceso de investigación, en el cual las ideas son los instrumentos; de ellas no decimos propiamente que sean verdaderas o falsas en sí mismas, sino que los medios de que nos valemos para investigar cuáles de nuestras creencias sirven para resolver nuestros problemas son de índole variada; el término de la investigación no es la verdad o la certeza absoluta, sino una “afirmabilidad garantizada”, esto es, un prudente juicio práctico que se apoya en el conjunto de afirmaciones desarrolladas metódicamente por la empresa (comunidad) científica.
  • De ahí que, para Charles Morris (1901-1979), como para todo el pragmatismo, la creencia no sea más que una regla de comportamiento y la filosofía, como organización de las creencias fundamentales, constituya el proyecto fundamental de la vida. Una filosofía, dice Morris, es una organización sistemática que comprende las creencias fundamentales: creencias acerca de la naturaleza del mundo y del hombre, acerca de lo que es el bien, sobre los métodos a seguir en el conocimiento, sobre el modo en que la vida debe vivirse.

El panorama de la filosofía del siglo XX también es muy complejo. La reflexión filosófica de las primeras décadas se encuentra muy determinada, por un lado, por la crisis de la concepción positivista de la ciencia, y, por otro lado, por los efectos traumáticos de las dos guerras mundiales. En cambio, las últimas corrientes filosóficas se encaminan más bien hacia la búsqueda de un nuevo modo de filosofar y a resituar a la filosofía en el campo de las ciencias sociales.

Fenomenología

La Fenomenología, en oposición al vitalismo, es otro intento de construir una filosofía como ciencia estricta. Se caracteriza por su pretensión de radical fidelidad a lo dado, a lo que realmente se ofrece a la experiencia, para describir las esencias de las distintas regiones de la realidad. Tal como la entiende E. Husserl (1859-1938), es el método que permite describir el sentido de las cosas viviéndolas como fenómenos de conciencia. La fenomenología no es simplemente un método, Husserl la considera la “ciencia de las esencias” y la identifica con un “idealismo trascendental”. Por ello es, como sucede con la filosofía trascendental de Kant, no sólo una crítica del conocimiento, sino también una fundamentación del saber: Husserl cree que todos los conceptos fundantes de los diversos ámbitos científicos deben ser hallados y elucidados (esto es, descritos a priori) mediante el análisis fenomenológico. Esta ciencia a priori de todos los conceptos fundamentales puede considerarse, en opinión de Husserl, el fundamento de las demás ciencias y la ciencia universal que buscaba Descartes.
Esta filosofía fenomenológica sería, no una ciencia de hechos, sino una “ciencia de esencias” (como una ciencia eidética); como una ciencia que quiere exclusivamente fijar “conocimiento de esencias”, y no en absoluto de hechos.

Existencialismo

Con el Existencialismo, el centro de la reflexión filosófica es la existencia. Esta existencia no se refiere a la existencia como categoría abstracta, ni a la existencia de las cosas o realidades no humanas, se refiere a la existencia humana concreta. Así, el existencialismo recupera al sujeto que piensa, pero no como un ente psíquico (tal y como lo postuló Descartes), sino como un hombre de carne y hueso. El hombre no es una sustancia susceptible de ser determinada objetivamente. Su ser es un constituirse a sí mismo. En el proceso de esta autoconstitución existencial, el hombre puede engendrar el ámbito de inteligibilidad que le permitirá comprenderse a sí mismo y a su situación en el mundo. El hombre no es “conciencia” y menos aún “conciencia de la realidad”: es la realidad misma. Así pues, la existencia humana es de algún modo algo “primario”. Sólo desde ella es posible y legítimo filosofar. El existencialismo entendió la filosofía como una analítica de la existencia propia, concebida como realidad singular que se va realizando en esencial dependencia del tiempo y del mundo. El existencialismo exige la participación consciente del existente en su propio realizarse. Entre sus representantes cabe destacar a Heidegger y a Sartre.

  • Para Martin Heidegger(1889-1976), la filosofía quiere ser una pregunta por lo que hace posible todo cuanto existe. Y como todo lo que existe son entes, la filosofía es intentar oír la voz del Ser, o un preguntarse por el ser. Sintetiza así Heidegger lo que inició la tradición filosófica griega: encontrar la razón de todo lo que aparece. La filosofía es la pregunta por lo que en cada cosa, en el mundo, en nuestra vida, no puede faltar para que puedan seguir siendo cosa, mundo o vida.
  • Jean Paul Sartre (1905-1980) entiende la filosofía como “totalizadora del saber, método, idea reguladora, arma ofensiva y comunidad de lenguaje”, y también como un instrumento que obra sobre las sociedades en decadencia para transformarlas y que puede constituir la cultura o, aún más, la naturaleza de una clase en su totalidad. La filosofía tiende a transformar el mundo.

Hermenéutica

La Hermenéutica (“comprensión”), se convierte, con Hans-Georg Gadamer (1900-2002), en el objeto propio de la filosofía. La cuestión que se pretende resolver es ¿cómo es posible la comprensión y la interpretación en las ciencias sociales? Según Gadamer la compresión de la tradición histórica y de la experiencia estética son dos grandes maneras para comprenderse el hombre a sí mismo. Ambas se despliegan en el lenguaje, que es el poder de hacer hablar lo que está contenido en la tradición. Los textos nos ofrecen “modos de estar en el mundo”, “horizontes de mundo”. La interpretación debe buscar la confluencia del “horizonte del texto” con el “horizonte de quien interpreta”. De ahí la necesidad de interpretar para conocernos. Dentro del movimiento hermenéutico también se sitúa la Escuela de Frankfurt (Adorno, Horckheimer y Habermas) que entiende la filosofía como una interpretación de la cultura en general y de los intereses subyacentes al conocimiento, para la explicación de los fenómenos sociales.

Filosofía Analítica

La Filosofía Analítica (o Neopositivismo) entiende la filosofía como el esclarecimiento, a través de análisis lingüísticos, de los sistemas conceptuales de que hacen uso las ciencias, la religión, la ética, etc. Para Wittgenstein (1889-1951) la filosofía no es un saber con contenido sino un conjunto de actos; no es conocimiento, sino actividad. La filosofía sería, en suma, una aclaración y, sobre todo, una aclaración del lenguaje para descubrir pseudoproblemas. La filosofía es análisis del lenguaje.

El objeto de la filosofía es la aclaración lógica del pensamiento.
Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
El resultado de la filosofía no son "proposiciones filosóficas", sino el esclarecerse de las proposiciones.
La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.
Wittgenstein Tractatus logico-philosophicus 4.112

Estructuralismo

El Estructuralismo es una corriente metodológica contemporánea que trata de dotar a las ciencias sociales de un método científico propio, distinto del de las ciencias de la naturaleza. El núcleo teórico de esta corriente de pensamiento está definido por la noción de estructura, y surge como un rechazo de las orientaciones de carácter historicista y subjetivista, a la vez que se enmarca en el contexto del estudio del estatus epistemológico de las ciencias sociales. La estructura es entendida como un todo que sólo puede comprenderse a partir del análisis de sus componentes y de la función que cumplen dentro del todo. El método estructuralista consiste, pues, en considerar cualquier realidad humana (una lengua, una institución, una obra literaria, etc.) como una totalidad estructurada y significativa, articulada en relaciones estables y regidas por unas leyes internas que hay que buscar en su estructura profunda.

Posmodernismo

El Posmodernismo es un movimiento de sospecha, de incredulidad respecto del proyecto de la Modernidad. La Modernidad fue la época de establecimiento de los grandes ideales humanos (burgueses) de nuestro tiempo: crítica, libertad, autonomía, emancipación, individualidad, progreso, igualdad, secularización, racionalismo, justicia. La Razón sería la guía o el medio para lograr la realización mundana de todos ellos. Ahora bien, la posmodernidad no reacciona contra el “proyecto moderno” porque éste sea injusto, incompleto o inacabado, sino porque considera que es irrealizable. Esto ha llevado a un replanteamiento de la filosofía y de sus funciones. En este contexto, Michel Foucault (1926-1984) pretendió escribir una historia de la verdad, poniendo en claro los lazos que ésta mantiene (tanto por sus condiciones de posibilidad como por sus efectos) con el campo social y político. Su objetivo fue destruir la pretensión positivista (o la del racionalismo clásico) de fundar el saber en un suelo estable y asegurado. Para Foucault la cultura constituye los órdenes a priori de los que el sujeto depende en mayor medida que de sí mismo. Estos órdenes a priori intervienen como condición de posibilidad del conocimiento. Ellos constituyen un prerreflexivo que guía sistemas de segundo orden, tales como la teoría de los signos, los sistemas monetarios, la moda, etc. La subjetividad desaparece así a favor de la coherencia a priori de los episteme.

Finalizado nuestro “paseíllo” por la Historia de la Filosofía podemos constatar que no hay una única respuesta a la pregunta “¿qué es filosofía?”, pues cada sistema filosófico nos ofrece “su” respuesta. Ante esta situación parece que no tenemos más remedio que concluir que nos encontramos ante un problema insoluble.

Pero si reformulamos nuestra pregunta tal vez hallemos una respuesta: en lugar de buscar la definición de filosofía, averigüemos qué es filosofar. Todas las corrientes filosóficas se caracterizan por su incesante exploración, profundización y aclaración de cuestiones de interés permanente: la naturaleza de la existencia, del conocimiento, de la moralidad, de la razón y de los fines humanos… Filosofar es una actividad que se caracteriza por: a) Explicitar de forma consciente los supuestos de las diferentes ideologías que subyacen al discurso de las ciencias, sean humanas o de la naturaleza. b) Situar las propias ideas en un marco que posibilite la tarea de integrar y recomponer la diversidad de conocimientos y valores que se poseen. c) Usar la razón en el debate de las ideas y en el análisis de los hechos. Y d) desarrollar un pensamiento autónomo y crítico y una actitud abierta a nuevas formas de pensar, sentir y actuar.

Así pues la filosofía es una actividad que tiende a plantear problemas más bien que a resolverlos. Esto no es una definición, pero sí una especie de orientación para el reconocimiento de las actividades calificadas de “filosóficas”.

 3. Funciones de la filosofía en nuestra cultura

Todavía nos queda una pregunta por contestar “¿qué representa la actividad filosófica para la vida humana?” O, lo que es lo mismo, “¿cuáles son las funciones de la filosofía en nuestra cultura?”

La cultura, según los antropólogos estadounidenses Kroeber (1876-1960) y Kluckhohn (1905-1960), consiste en modelos o patrones explícitos e implícitos, de y para el comportamiento –adquiridos y transmitidos mediante símbolos–, que constituyen la obra exclusiva de los grupos humanos e incluyen los objetivos materiales. El núcleo esencial de la cultura está constituido por ideas tradicionales (es decir, transmitidas y seleccionadas históricamente) y, especialmente, por los valores ligados a ellas. Los sistemas culturales pueden considerarse, por un lado, producto de la acción, y, por otro lado, elementos condicionantes de la acción subsiguiente.

De esta definición cabe destacar que la cultura es un producto humano inacabado. Que la creatividad humana y su capacidad de resolución imaginativa de las condiciones de existencia son las que permiten la generación de distintos hechos culturales. De este modo entenderíamos lo cultural como resultado de la acción humana y no como un efecto de estructuras transferidas, de tradiciones heredadas o como el producto simple de la ideología dominante. Concepciones todas ellas que hacen caso omiso de los sujetos que crean las culturas, las disfrutan y se sirven de ellas para sobrevivir.

Grosso modo podemos afirmar que las funciones de la filosofía son:

  • Por un lado, indagar y esclarecer. Como resultado de esta actividad filosófica tenemos la “filosofía teórica”: Actualmente aquí cabría englobar a las reflexiones en torno a problemas relativos a las ciencias, el lenguaje, la ontología, etc. (Filosofía de la ciencia, filosofía del lenguaje, filosofía de la biología...
  • Por otro lado, transformar. La actividad filosófica orientada a la acción, a la vida, a la transformación del mundo natural y humano la denominamos “filosofía práctica”. Aquí incluimos las filosofías que pretenden transformar la sociedad, ya sea desde el punto de vista socioeconómico (marxismos), desde la realidad personal como presupuesto de otras transformaciones (vitalismo), desde el individuo como tal (algunos existencialismos: Sartre), desde el medio ambiente (ecología) o, transversalmente, desde las mujeres (feminismos).

Ambas funciones, si bien no pueden identificarse, están estrechamente vinculadas, pues no hay que olvidar que la labor transformadora (práctica) requiere un previo conocimiento (teórico) de la situación. Unificando ambas funciones, podríamos decir que uno de los papeles de la filosofía en el conjunto de la cultura es organizar el mundo que nos rodea para interpretar y comprender nuestra experiencia y poder, así, hacer propuestas para orientar nuestra acción hacia una vida buena, tanto a nivel individual como a nivel colectivo.

La filosofía no puede funcionar de espaldas a la sociedad, debe visibilizar los problemas actuales: paro, hambre, explotación laboral, globalización de la economía, violación de los derechos humanos y de las libertades públicas, sexismo, racismo y xenofobia, clasismo... También es función de la filosofía someter a crítica el orden social y las situaciones injustas a que da lugar, es decir, desmontar argumentos políticos falaces, defendernos de los abusos del poder, mostrar la ilegitimidad de los regímenes políticos autoritarios y antidemocráticos...

 4. Utilidad y necesidad de la filosofía

A menudo se dice que la filosofía ya no sirve para nada. Ante esta afirmación caben diferentes justificaciones:

  • La ineludibilidad de las preguntas filosóficas, no siendo óbice para plantearlas el no hallar respuestas definitivas.

    Para resumir nuestro análisis sobre el valor de la filosofía: la filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación, pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el Universo que constituye su supremo bien. Bertrand Russell Los problemas de la filosofía Ed. Labor. Barcelona 1978, p. 134-135

  • La filosofía supone la ampliación de nuestro juicio y conocimiento de las cosas.

    ...el valor de la filosofía debe ser buscado en una larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio, los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas. ...La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar. [Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía. p. 131-133]

  • Respecto de las ciencias, la filosofía alcanza un mayor nivel de generalidad y, a la vez, les da sentido.

    El qué que explica la diferencia entre el propósito de la filosofía, por un lado, y la investigación, por ejemplo en química o en psicología, por otro, consiste sobre todo en el nivel de generalidad de aquellos enunciados que consideramos ser por naturaleza específicamente filosóficos. Es cierto que toda ciencia generaliza y formula leyes que abarcan una clase de elementos, pero los enunciados filosóficos son por naturaleza mucho más generales aún, ya que formulan leyes que abarcan todos los fenómenos. Esto no es realizado por ninguna disciplina especializada, ni siquiera como ocurre en el caso de la teoría de la gravitación, aunque la disciplina pretenda que sus leyes sean máximamente generales por naturaleza. [...] Dado que ninguna rama de la ciencia (ni tampoco el pensamiento cotidiano) puede funcionar sin apoyarse en conceptos tales como verdad y falsedad, causa y efecto, necesidad y azar, ninguna de esas ramas puede mantenerse sin una filosofía específica. [ Adam Schaff "Qué hacen los filósofos" en Bontempo y Odell La lechuza de Minerva Ed. Cátedra. págs. 186-7]

 5. La relación del saber filosófico con el saber científico

La historia de la filosofía nos presenta tanto los múltiples intentos para convertir la filosofía en ciencia, como los que prefieren hacer de ella un saber comprehensivo acerca de la realidad total, sin pretensiones de cientificidad.

  • Identificación entre los saberes filosófico y científico: A finales del siglo XIX se pensaba que la filosofía tenía que marchar codo a codo con la ciencia. De ahí que se afirmara que sólo pueden considerarse aceptables las contribuciones filosóficas de naturaleza epistemológica (aquellas que versan sobre la teoría del conocimiento científico o que se ocupan de la sintaxis lógica de los lenguajes científicos). Las razones que justifican esta identificación entre el saber filosófico y el científico son:
    • Establecer la única diferencia perceptible entre filosofía y conocimiento científico en el "lugar" que ocupan cada uno de ellos en una especie de "continuo" del saber.
    • Sostener que a menudo la investigación filosófica genera cuestiones que luego son abordadas por la ciencia, es decir, anticipa y preludia los desarrollos de la ciencia. Como afirma Popper, junto con ciertas ideas metafísicas que han obstaculizado el progreso de la ciencia, ha habido otras ideas metafísicas, tales como el atomismo especulativo, que la han hecho avanzar.
    • Considerar la filosofía como una meta-ciencia cuya labor es de crítica o aclaración de las proposiciones, metodología, presupuestos y resultados de las ciencias.
  • La filosofía no es solo un compendio metafísico de los datos científicos. Otras corrientes han recelado que la indagación filosófica sea una especie de compendio metafísico de los datos científicos. Esta postura se justifica marcando las diferencias entre filosofía y ciencia:
    • Aun cuando la ciencia y la filosofía sean por igual procesos esencialmente cognoscitivos, sus objetos de estudio son muy distintos. Mientras la ciencia parcela la realidad, estudiando regiones de ella bien delimitadas, la filosofía se pregunta por el mundo en su conjunto, en su globalidad. Su objeto es el Universo total, lo desconocido, que aborda en una perenne búsqueda. Así pues, la filosofía se plantea un problema absoluto y universal, mientras que las ciencias se plantean cuestiones parciales.
    • El saber científico es un saber acumulativo, el filosófico no. Es un saber en "espiral" (como un tornado) que requiere repensar lo ya pensado (que no "sabido"). No hay en él conocimiento definitivo ni "progreso", sino una incesante exploración, profundización y aclaración de unos problemas de interés permanente. No importa que tales problemas aparezcan como insolubles: la filosofía se ocupa de todo problema, mientras que la ciencia sólo se ocupa de problemas que pueda solucionar, un problema insoluble no es para la ciencia tal problema.
    • Las ciencias buscan el conocimiento (el conocimiento del modo como transcurren los fenómenos y ocasionalmente del porqué transcurren como lo hacen), la filosofía se ocupa fundamentalmente de acciones y de valoraciones humanas. El conocimiento filosófico no se refiere a lo que es, sino a lo que debe ser.
    • La filosofía también puede relacionarse con las ciencias de un modo "externo". Ello sucede cuando se consideran las ciencias como actividad humana. La filosofía puede contribuir a poner de relieve los móviles y las finalidades de las ciencias y ello significa esencialmente proyectar claridad sobre el papel que las ciencias desempeñan, o pueden desempeñar, en la existencia humana.
    • La filosofía no es una actividad auxiliar de las ciencias: existen problemas no susceptibles de respuestas científicas ni de demostraciones sensu estricto que son objeto de la filosofía.
      • La racionalidad no se agota en el conocimiento científico, y su dominio técnico de la naturaleza: La ciencia no está libre de supuestos, y éstos han de ser sometidos a la reflexión crítica.
      • Aspiramos a superar la fragmentación del conocimiento: aspiramos a una visión racional y totalizadora del mundo, de la sociedad y de la existencia humana, visión en la cual se integren, junto al conocimiento científico del mundo, otros aspectos de nuestro conocimiento y de nuestra experiencia.
      • Las ciencias deben ser puestas en relación con los intereses y fines político-morales de la humanidad. Ellas no pueden constituirse en criterio y guía moral. La reflexión y el debate corresponden a la filosofía.

6. Bibliografia

  • Bontempo y Odell Ed. (1957) La lechuza de Minerva ¿Qué es filosofía? Ed. Cátedra. Madrid. 1979.
  • Echegoyen Olleta, Javier (1995) Historia de la Filosofía. Vocabulario y Ejercicios. Vol. I y III. Ed. Edinumen. Madrid 1995
  • Ferrater Mora, José "Filosofía" en Diccionario de Filosofía.
  • Fortuny, Francesc i altres (1987) Breu història de la filosofia. Les grans etapes del pensament filosòfic. Ed. Columna. Barcelona 1995
  • Maceiras; M. ¿Qué es filosofía? El hombre y su mundo. Ed. Cincel. Madrid 1985. Cap. 3 "Formulaciones históricas del concepto filosofía".
  • Ortega y Gasset, José (1958) ¿Qué es filosofía? Rev. de Occidente en Alianza Editorial. Madrid 1980.
  • Russell, B.(1912) Los problemas de la filosofía Ed. Labor. Barcelona 1981. Cap. 15 "El valor de la filosofía".

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