Butlletí
de la
Fundació d'Estudis Llibertaris
i Anarcosindicalistes
  La FELLA
Notícies, convocatòries
Publicacions
Contactar

 

Núm. 2    primavera    1998     Sumari     <<<     >>>


En torno a la institucionalización del arte


Juan Colorado

El presente artículo pretende incidir, aun que sea someramente, en un aspecto de la cultura institucional, en este caso el de los nuevos museos de arte moderno. Me voy a referir más al continente que al contenido, pues es la construcción lo que las instituciones toman como emblemático del contenido, pasando a ser de este modo, más importante el edifico que lo que este contiene, es decir aquello que le da nombre (Arte Moderno).

En los últimos años, vemos como se están haciendo edificios a los que llaman museos (MACBA, IVAM, GUGGENHEIM etc.) en cuya construcción se han volcado plenamente las instituciones, los administradores - despilfarradores de la plusvalía de los ciudadanos, una vez convertida ésta en dinero público.

Los actuales representantes de esa arcaica institución que es la monarquía, suelen ser los maestros de ceremonias de éste espectáculo de diseño.

Todo en el museo es diseño y espectáculo, incluidos los discursos de los monarcas y la presencia de los funcionarios del régimen, ello convertido en espectáculo por representantes de esos otros funcionarios del régimen que son los medios de comunicación (el aparato propagandístico de la ideología), sin cuya presencia y bendición no sería tan espectáculo ni el acto inaugural ni el museo.

La espectacularidad del edificio, en el caso del MACBA se percibe por el contraste y desarraigo de la figura humana en la plaza, así como dentro del edificio la figura humana a través de las cristaleras contrasta diminuta respecto al mismo.

Espectacular es en el caso del GUGGENHEIM, la aparente robustez de su cubierta de titanio en forma de bloques, cuyo escandaloso coste económico se convierte a su vez en espectáculo, en un alarde de estupidez colectiva. La historia está llena de inauguraciones de monumentos y museos por parte de reyes, presidentes etc. que institucionalizan sus edificios y su contenido.

Es una constante el hecho de que en la misma medida en que un espacio público es institucionalizado, este sufre recíprocamente una despopularización. La institucionalización entendida como manifestación del poder establecido, o como mecanismo del Estado no contempla lo popular (lo incuantificable) y orienta sus proyectos hacia los ciudadanos, es decir, hacia los individuos aislados a los que cuenta, suma y resta, y con los que establece estadísticas de asistencia, rentabilidad de montajes con arreglo a costos, propaganda etc. También en la misma medida en que cuenta a los individuos orienta los gustos estéticos en el panorama artístico, establece el recorrido por el museo, selecciona cual es y como es el "arte institucional" que se debe exhibir y por lo tanto apreciar. Estos rasgos y otros forman parte de un más amplio bloque que es la cultura, también institucional, pero por ahora no voy a entrar en lo referente al contenido del museo, es decir, EL ARTE, pues por su amplitud, merece un tratamiento aparte.

Los nuevos museos, catedrales de "el arte" (uso el término catedral en el mismo sentido de ésta, es decir, como lugar de culto), exhiben lo más nuevo en diseño arquitectónico, tecnológico y técnico en el que el culto al edificio (al continente), se convierte así en culto a la modernidad, a la vez que se confunde con el contenido, al que también se le rinde culto (como modernidad ¨vanguardias"); y es que la influencia de la institución es patente tanto en el continente - (el cual queda representado como ARTE/DISEÑO de modernidad )- como en el contenido, pues el "moderno" museo exhibe el arte moderno.

Toda estética lleva implícita una ética puesto que ambas son inseparables. Ya en este sentido es interesante descubrir la relación estética/ética de las instituciones proyectistas y constructoras de monumentos oficiales.

Obviamente hay diferencias estéticas y de finalidad entre la pirámide de Keops, el palacio de Versalles, L'Arc de la Defense de París, los gigantescos edificios construidos o proyectados en la URSS de Stalin o la Alemania de Hitler o los nuevos museos todo diseño y técnica (Valencia, Madrid, Barcelona... ); diferencias estéticas que son expresión de los gustos institucionales propios de la época en que han sido llevados a cabo, diferencias en el tratamiento y utilización de los materiales. También hay diferencias en la concentración de poder en la persona o personas bajo cuyo gobierno se ha llevado a cabo el proyecto arquitectónico, pero hay algo que tienen en común todas estas construcciones, lo que tienen en común estos proyectos es que quienes detentan el poder llevan a cabo costosas obras arquitectónicas con riquezas y energías que no les pertenecen. La finalidad de las construcciones es variada, siempre justificada desde el poder, unas veces para mayor gloria del faraón, otras para absoluto disfrute del rey absolutista, otras para engrandecer el sentimiento patriótico, otras para impresionar a los ciudadanos para cuyo disfrute se supone que es el edificio, pero sea cual fuere la finalidad, hay un rasgo común a todas, se trata de la megalomanía del poder reflejada en sus construcciones.

Me parece oportuno hacer una precisión respecto al poder, pues ahora no sólo son las instituciones tradicionales directamente vinculadas con los organismos del Estado quienes difunden el arte institucional en sus modernos edificios, sino que además se han ampliado a otra forma aparentemente diferenciada de estas, se trata de la iniciativa privada (poder económico), o como en el caso del GUGGENHEIM que con dinero público se construye un edificio que albergará obra artística en su mayor parte privada y además de alquiler. Por la relación apoyo/pacto que la iniciativa privada establece con el Estado, la incluyo en la definición de Poder/Estado.


La FELLA    Notícies, convocatòries    Publicacions    Contactar    Inici