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Núm. 1    tardor    1997     Sumari     <<<     >>>


Anarcosindicalismo

Salvador Gurucharri


1. Para situar el problema: Consideraciones generales

Los apuntes que siguen sólo pretenden ser orientaciones de reflexión para un debate más amplio y abierto sobre el tema. Por lo tanto serán en muchos casos esquemáticos y posiblemente enfaticen más unos aspectos que otros. Se da por hecho que surgirán muchas otras aportaciones: lo importante sería que, en la medida de lo posible, fueran ya el resultado de algo pensado y llegasen formuladas por escrito. También conviene advertir que el mero hecho de reflexionar seriamente sobre anarcosindicalismo conduce obligadamente a abordar muchos otros conceptos que le son: intrínsecos/complementarios/condicionantes/etc. Por supuesto anarquismo y sindicalismo, pero también empleo / trabajo / producción / consumo / revolución / reformismo / organización / acción directa / etc.

El anarcosindicalismo no es un fenómeno social que surge de la nada ni como algo ya acabado. Tanto su cuerpo teórico como su práctica tienen unos procesos formativos/evolutivos, unos contextos históricos / sociales / económicos / laborales / geográficos / etc. variables en el tiempo y el espacio. Son conocidos, están documentados y conviene analizarlos. Por supuesto, no se trata únicamente de leer los textos doctrinales y conocer sus manifestaciones históricas. Sólo un análisis que englobe todos los aspectos ya señalados puede contribuir realmente a que el debate sea constructivo y sus conclusiones puedan servir como instrumento de pensamiento y de intervención de alguna utilidad hoy. De lo contrario, la mera lectura acrítica de los textos es simplemente hacer el loro. Lo importante no es necesariamente la letra de estos textos, algunos ya centenarios y por fuerza anticuados, sino su fondo; y es aquí donde cabe hacer el esfuerzo necesario interpretativo para, si procede, adecuar su letra a un contexto actualizado. Lo que a la vez supone una mínima reflexión sobre estos y demás conceptos en su contexto actual real hoy. La letra sería algo así como el instrumento táctico, el fondo sería la finalidad.

Conviene precisar que, en todo caso éstos apuntes, están redactados desde un discurrir anarquista. Y aquí cabe señalar que el anarquismo nunca ha sido unánime en su valoración del anarcosindicalismo. Ni tan siquiera en España ni en el momento de sus primeras articulaciones. Lo iremos viendo. Para algunos anarquistas era letra y fondo a la vez, se bastaba a sí mismo y el anarcosindicalismo (o sindicalismo revolucionario) era a la vez el embrión de la revolución así como de la sociedad futura. Para otros era una táctica de intervención válida en el tiempo, una especie de laboratorio de pruebas cuya gimnasia revolucionaria podía ser útil para dar el salto final pero no podía ser tomado como modelo definitivo de la revolución venidera. Y todavía para algunos otros no era ni siquiera letra válida ya que consideraban que, por sindicalista, era una letra condenada irremediablemente al reformismo. Será necesario ir estudiando de cerca todos estos matices y ver en qué medida las diferentes interpretaciones han podido coexistir y complementarse o, de lo contrario, si han generado tensiones y enfrentamientos.

De alguna manera el propósito del debate sería ver y analizar por un lado los escenarios históricos, con todos sus componentes, en que surge el anarcosindicalismo (o sindicalismo revolucionario). Recomponer el "guión" histórico que lo inspira y lo pone en escena. Por otro ver y analizar si el mismo "guión" es válido y posible hoy dentro de lo que es manifiestamente un escenario totalmente diferente. Por supuesto, aunque haya que modificarlo. Y, por supuesto también, cuales podrían o deberían ser estas modificaciones y por qué.

2. Conceptos y contextos

El asociacionismo obrero en sus diversas manifestaciones (para nuestro caso sindicalismo por simplificar, pues no es nuestra intención desarrollar aquí otras corrientes tales como cooperativismo / mutualismo / asociaciones de resistencia y socorro / tendencias owenistas / fouriristas / cabetistas / etc.) es anterior a la Primera Internacional y a la penetración de sus ideas en España. Pero el arranque más significativo del movimiento social que conducirá al sindicalismo revolucionario (por diferenciarlo del sindicalismo puramente reivindicativo y ya reformista tipo trade-unions) surge con la AIT y, en nuestro caso, bajo la indiscutible influencia bakuninista recogida en la FRE (en contraste con la marxista que dominará los sectores socialistas).

Pero en el recorrido de cuarenta años que va desde el final del 1869 (llegada de Fanelli a España) y la constitución de la CNT en 1910/1911, se utilizan conceptos múltiples: desde anarquistas a secas, bakuninistas, antiautoritarios, colectivistas, anarco-colectivistas, comunistas, anarco-comunistas, hasta anarco-insurreccionistas. Cuando aparece el término anarcosindicalismo, con claras influencias del sindicalismo revolucionario francés de Pelloutier / Pouget / Monette / Besnard / etc. es después de largos y con frecuencia muy enconados debates: los radicales insurreccionistas de la acción revolucionaria y a los más evolucionistas y ponderados del Consejo Federal/los enfrentamientos entre colectivistas y comunistas que se pueden seguir en el Primer y Segundo certamen socialista/etc. Proceso en el que se enfrentan constantemente diferentes opciones tácticas para llegar a la emancipación total y en el que intervienen casi todas las figuras de primera hora desde Anselmo Lorenzo, González Morago, Farga Pellicer, García Viñas, Trinidad Soriano, Mella, Urales, etc. y que es marcado por los graves contextos de la clandestinidad y represión contra la 1ª Internacional, los procesos de la Mano Negra, la propaganda por los hechos, las atrocidades de Monjuich y la Semana Trágica/etc.

Aparte las divergencias tácticas sobre la manera de llegar a la revolución, este período queda fuertemente marcado por los trágicos acontecimientos de Chicago y las enconadas luchas por conseguir las 8 horas. De éstas surgirá ese aureolado Primero de Mayo con todas las mitologías del movimiento social que contribuyen a movilizar las masas hasta la revolución del 36. Sin embargo, algunos tampoco se hacían ilusiones: "La huelga causa evidentemente inconvenientes al patrón (...) pero hay que desengañarse; si en el curso de una huelga parcial el obrero obtiene algunas mejoras, el libre juego de la concurrencia no tardará en restablecer el equilibrio." ("El Corsario" 1893).

Se puede afirmar que a lo largo de este proceso, aunque el objetivo de "la revolución" es derrotado por el capitalismo y el reformismo, el movimiento anarcosindicalista con la diversidad de todas sus tácticas es el motor principal que contribuye a la obtención de todas las mejoras sociales de los primeros 50 años del siglo. Arrastró a todo el proletariado en una fase en que su intervención directa contra el capitalismo tenía un sentido coherente y obtenía unos resultados (reformistas). Pero, gracias a su componente anarquista y no puramente sindicalista, también fijó las pautas y los objetivos de la emancipación: la abolición de la propiedad privada y la explotación del salario, la acción directa sin pasar por intermediarios políticos o burócratas. En parte todos estos componentes son experimentados durante la Revolución del 36 y, al ser derrotada, quedan "fijados" en el tiempo y en el espacio como metas de una futura utopía.

3. Más contextos

El proceso histórico de los últimos cien años es irrepetible. Aunque las pautas finales puedan ser las mismas, es evidente que el medio en que nos desenvolvemos ha cambiado radicalmente. Primero, como resultado directo de las luchas del propio movimiento social en su conjunto, el enfrentamiento capital - trabajo ya no reviste el mismo grado primario de injusticia brutal. Si bien se han desviado del objetivo finalista revolucionario, los trabajadores han conseguido institucionalizar sus organizaciones; a tal extremo reformista que hoy constituyen reconocidamente uno de los ejes indispensables del sistema. El escenario ha cambiado totalmente.

Estamos en presencia de un capitalismo avanzado, en concentración y "globalización" constante que ha sabido reajustarse y cuya "explotación" de los medios de producción en nuestra geografía inmediata ha sufrido cambios profundos. Hace tan sólo 50 años, derrotado el intento revolucionario, cerca del 50% de la población trabajadora estaba activa en el campo, en una fase productiva alimentaria todavía primitiva. El resto lo estaba en otra fase productiva de bienes manufacturados de primera necesidad. Hoy, el proceso de producción alimentario del campo queda reducido a un 5% que, gracias al progreso tecnológico produce mucho más que el 50% de entonces. Algo semejante ocurre en la producción industrial. El peso de la población activa se reparte entre el sector terciario de "servicios", un sector cuaternario que se define vagamente (los "servicios de servicios" -superestructuras de control generadas por este sector) y el paro.

El aumento de la productividad y el "boom" económico de los años 60/70 han contribuido a que los trabajadores hayan accedido a unos niveles de consumo y bienestar absolutamente inéditos en la historia y cuyo espejismo incide en un acomodamiento general. Ya no es posible ni aplicarles un apelativo de "masas" o "proletariado" ni de "clase" ni encuadrarlos como tales. La mayoría de ellos mismos son los primeros que no se reconocerían como tales. Es cierto que subsisten, junto con algunos parados cada día más marginados de la cadena de consumo, algunas excepciones (aquellos sectores de trabajos penosos/las víctimas de contratos basuras/etc.). Pero son, por lo general, excepciones.

Esto no es necesariamente negativo. De la misma manera que tampoco eran per se positivos los apelativos "masas" etc. Simplemente coincide con un bajo nivel de "consciencia social" pero que puede muy bien ir evolucionando y dibujando los conceptos nuevos que la situación exige. Conceptos que tienen que volver a integrar aspectos tales como el internacionalismo solidario (que hoy se concretarían más en la dicotomía norte/sur y la explotación de los recursos naturales), el no-trabajo (en su obsoleta ley trabajo/producción/salario/consumo y ir acercándose a las premisas libertarias de a cada cual según sus necesidades), la revolución (en la medida que el golpe insurreccional es cada vez más remoto y no necesariamente la panacea absoluta), etc. etc.

(seguirá)


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