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POR UNA ÉTICA DE LA MEMORIA POLÍTICA

 

 El 24 de marzo en Argentina tiene un nombre desde que el congreso nacional en 2002 decidió nominar a este día como “Dia de la memoria, por la verdad y la justicia”.    De manera que no solo hoy se conmemora lo que sucedió aquel miércoles 24 de marzo de 1976, también se conmemora esta nominación, por ello he denominado mi intervención “Por una ética de la memoria política”.con la idea de profundizar el alcance de esa nominación.    Por sus implicaciones subjetivas en psicoanálisis diferenciamos entre una nominación y una denominación.   Cuando se genera un nombre propio nominar no es asignar un sustantivo más, es un acto instituyente de una identidad social o individual, con todas las consecuencias que el discurso depara a la identidad de los seres hablantes.

 

VERDAD E  IDENTIDAD DEL 24 DE MARZO

 

Desde mi trabajo sobre la identidad se  trata de indagar en primer lugar la identidad de este día.  Como se sabe la identidad argentina tiene una complexión endeble. Se atribuye a varios escritores (Fuentes, Paz, Borges) decir que si los mexicanos descendían de los aztecas y los peruanos de los incas, los argentinos descendían de los barcos.  Pero a las oleadas inmigratorias hay que considerar sin embargo otra falla mayor de  la inestable identidad del ser argentino: ni más ni menos que su historia política y es la que hoy es de rigor conmemorar.

            Anunciado con tres meses de antelación, el 24 de diciembre de 1975, el General Videla en un discurso que debía funcionar  como un presente navideño castrense, anticipó públicamente que tres meses era el plazo que se daba el ejército para el golpe de estado.  El 24 de marzo de 1976 se producía entonces el golpe anunciado, un golpe de estado cívico-militar  sin precedentes en la Argentina porque no solo participaron las tres fuerzas armadas con una responsabilidad compartida, (aunque su igualdad fuera más que nada formal), sino que su particularidad mayor consistía en su proyecto de permanencia de gobierno al que bautizaron “Proceso de Reorganización Nacional”.    En él la lucha contra las organizaciones armadas revolucionarias se llevó a cabo con un estudiada estrategia de exterminación basada en delitos de lesa humanidad.

 

 

 

A destacar de esos delitos

1º Una forma de eliminación directa de las personas seleccionadas por desconocidos armados y con la cabeza cubierta. o bien aplazada a través de un secuestro, cuya prolongación indefinida transformaba a las víctimas como desaparecidos.   Ante las denuncias sin respuesta  y con el correr del tiempo esas desapariciones permanentes inauguraron de esta manera una denominación de esos actos como “desaparecimientos”. 

2º El “desaparecimiento” de militantes de las organizaciones armadas o simplemente de afines con su lucha, fuera cual fuera el grado de su compromiso con la lucha de los grupos armados, requería la organización de instalaciones adecuadas que garantizaran el procedimiento de rigor aplicable a los secuestrados en trámite de desaparición.  Para asegurar la desaparición y facilitar la tramitación de la  tortura y la violación en el cometido del interrogatorio de los secuestrados antes de su asesinato, se crearon e instalaron de 275 Centros Clandestinos de Detención.

 

            Una larga y conocida crónica de las atrocidades y crímenes contra los más elementales derechos humanos, que llegó entonces a contar con auxilio sacerdotal y asistencia médica para facilitar traslados y ejecuciones inminentes, no solo petendía brindar una cortina humanitaria para los ejecutables, también perseguía brindar alivio moral para los ejecutores inmediatos de la acción material criminal.  Se calculan que los centros clandestinos de detención, a los que denominar campos de concentración podría ser un eufemismo, terminó con la vida de 30.000 personas.   Muchos de los que estamos aquí y nos exiliamos somos deudores de desapariciónes fallidas o detenciones imposibles de ocultar.  

 Poner hoy el acento en la verdad y la justicia de esta memoria política que conmemora este día concierne al lado oscuro de la identidad de este día y de la identidad en general.  Pero la identidad más allá de sus condicionantes simbólicos e imaginarios tiene una dimensión que solemos tener poco en cuenta: la identidad requiere y se ampara en un goce como lo he expuesto en un texto reciente.   Pilar Calveiro ha sabido oportunamente sostener que sin una complicidad civil y una aquiescencia social muy extendida, así como el silenciamiento informativo de los principales medios de comunicación y la abstención de una opinión oficial de la iglesia, todo el procedimiento hubiera encontrado serias dificultades para su continuidad.    Pero la identidad tiene fronteras peligrosas y retorcidas y queda a cargo de cada uno, militante o simple ciudadano, preguntarse si de alguna forma contribuyó en lo que sucedía.   Desde el ciudadano de la por entonces extensa clase media argentina que solía recurrir al conocido comentario ante un secuestro por los “grupos de tareas” del: “por algo será”, o  el remanido argumento de “los dos demonios”, en el que como bien señala  Calveiro, se excluía las responsabilidades del estado y la sociedad.   Incluso no faltaron militantes que pensaron que tal vez el golpe trajera cierto orden al caos del accionar asesino de la triple A.   Decíamos que la identidad tiene un trasfondo siniestro para el yo oficial de cada sujeto y cada sociedad.   Siniestro porque es la parte que cuestiona la unidad narcisista de la persona.   Desconocerlo, negarlo, es instaurar su permanente retorno y su accionar inconsciente en repeticiones de un goce punitivo que somete la libertad subjetiva.   El super-yo es esa instancia subjetiva de cada uno descubierta por Freud, que goza haciéndonos repetir comportamientos culpabilizantes.    La memoria histórica no debe olvidar estos condicionantes.

 

LA MEMORIA BIEN USADA

 

La argentina es una identidad más y por lo tanto se goza, pero difícilmente un argentino puede hacerlo en referencia a la estabilidad democrática.   La memoria bien usada hace justicia y produce verdad.   Un primer buen uso nos reclama recordar que en el siglo xx han existido seis golpes de estado: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976.   Los cuatro primeros se tomaron con carácter transitorio.   Los dos últimos con carácter permanente, o sea con un proyecto de durabilidad en el gobierno y la presidencia de la nación.   Un hábito de asimilación a los golpes militares se hizo cultura en el argentino del siglo XX.    Desde el golpe contra Irigoyen en 1930 al golpe del “Proceso· en 1976 transcurren 53 años y en esos 53 años se contabilizan 28 años de gobierno democráticos (algunos condicionados por cierto por proscripciones de partidos y 25 años de dictadura y gobierno militar.   Desde esa endeble y pobre existencia democrática Argentina, no se puede omitir que paradójicamente esta fecha coincide con una celebración ya que  nos permite también cumplir los primeros 31 años de continuidad democrática en Argentina.  .Los datos políticos históricos sufren la congelación estatutaria que los fetichiza y se termina por necesitar que no cambien, pero hay que decir que cada conmemoración se hace desde un presente que cambia lo conmemorado.   Lo vuelve a producir.  Los amigos de la EPLA dicen que la memoria como monumento al pasado traumático es tan peligrosa como la política del borramiento de la historia. Carlos Fuentes insistía en la novedad del pasado y Eliot asignaba al tiempo futuro no solo la contención del tiempo presente y el tiempo pasado sino que reconocía que el futuro actual  estaría contenido en el tiempo pasado.   La memoria exige para ser respetada como dimensión del pasado una ética que la inscriba  desde un reclamo presente y desde una expectativa futura.   Como sostiene Hugo Vezzetti, la memoria se ejecuta desde un marco de sentido de recuperación de los hechos del pasado...   Quienes militábamos en los años sesenta y setenta lo hacíamos desde una lectura de las injusticias sociales categorizadas como explotación de una clase por otra, pero en la actualidad las desigualdades sociales son entendidas desde la exclusión social.   No es que el capitalismo haya cambiado sustancialmente sino que su mundialización establece una desigualdad social capitalista con distintos grados de exclusión, generando capas de exclusión en todas las clases sociales.  La dialéctica de la exclusión ha substituido a la lucha de clases como principal problema social.   Por ello hoy en día se sostiene que en los países occidentales el populismo tiene mayor posibilidad de arraigo, a lo que yo pongo un interrogante porque no todos los populismos son iguales.   Encontrar el lugar común de reclamos populares que permitan constituir una corriente hegemónica es una situación que puede ser dirigida con distintos objetivos.  Habría que abrir aquí un largo debate sobre la pertinencia actual de los partidos y la creación de una movilización social pública siempre latente.   Con ello ingresamos en la posibilidad de otra subjetividad política, ya no tan dependiente de los partidos, sino que sin que se trate de excluirlos, con cierta posibilidad de autonomía de los mismos se permitiría superar las redes en las que el estado les impone pensar a los partidos políticos como sostiene Raúl Cerdeiras.

 

POLITICA Y JUSTICIA

Si como afirma Hanna Arendt  el poder de un cambio social no está en las armas sino en el consentimiento, hacer justicia con este día es preguntarnos por el consentimiento social del golpe de estado del 24 de marzo de 1976.   Ya hace varios años que se califica al P:R:N como una dictadura cívico-militar, lo que en la actualidad se ha confirmado judicialmente luego de los últimos documentos dados a conocer y que han propulsado la investigación penal de la complicidad civil en la instauración y eficacia de la dictadura.    Que el papel desempeñado por sectores del poder judicial, el empresariado,  la Iglesia Católica, el sindicalismo, la prensa, etc., adquieran ese carácter judicial  no es un relato suficiente de esa civilidad comprometida.  Hay más.  De una forma difícil de precisar, pero no de estimar, una participación social  debe ser investigada por cada sujeto sobre sí mismo.    Todos los que en esa época éramos mayores de edad podemos ingresar en esa complicidad civil con diversos matices, según el grado en el que nuestra identidad y su goce se vieran afectados.   Si la identidad se goza, cuestión tan fácil de apreciar en esa  patología del carácter llamada “caracteropatía” ya que en ella se puede ver a cielo abierto que se goza de la forma de ser, tenemos que considerar que las injurias que puede sufrir este goce son múltiples y de variada naturaleza: materiales, simbólicas, imaginarias, reales, intelectuales y morales, etc.   A lo que voy es que una verdadera justicia de nuestro proceder político requiere esta mirada desprejuiciada sobre nuestra subjetividad .  La justicia social sufrió con la dictadura el más duro castigo, no solo por el crecimiento exponencial de la pobreza sino por la mordaza y la represión del vínculo social.   Se trataba de exterminar el reclamo popular  y sus distintas expresiones políticas.   Martínez de Hoz, el ministro neoliberal de la dictadura era un predicador de las ventajas placenteras que el individualismo encontraría en las medidas privatizadoras de los espacios públicos institucionales.  Fiel precursor del neoliberalismo aleccionado por EE.UU.,  fue un adelantado practicante de la exclusión social.   .    Por eso en este aniversario se trata también de rescatar las posibilidades de gobiernos democráticos cuyos logros representan una política popular progresista en camino hacia una cultura de la emancipación de las sociedades cuya democracia permanece prisionera de los dictados de un neoliberalismo despersonalizante en su afán globalizador.   La mejor expresión de una justicia social reside en una emancipación política de la democracia una vez que se ha desmoronado la aspiración que perseguía el ideal emancipatorio del comunismo.  La mundialización del capitalismo neoliberal al que tan disciplinadamente sirviera Martínez de Hoz, impone un consumismo de goce que se opone a cualquier emancipación porque se instaura en el interior del sujeto como una necesidad que el discurso capitalista instituye, tal como lo considera Lacan..  Brevemente; se trata de que el mercado organiza la libido promoviendo el uso de objetos que representan bienes rentables.   El neoliberalismo en esta actualidad capitalista globalizada, se expande también con la promoción de los objetos de goce más variados. 

      Una regeneración de la democracia emancipadora hace justicia con el vínculo social.   La defensa de los derechos humanos, el acceso al empleo, a la sanidad  y la escuela pública responden de la vigencia de la búsqueda de ese vínculo.  Es por ello que juzgar y castigar a los responsables militares y civiles de tanto crímenes sin escamotear nuestra posible complicidad por simple abstinencia o nuestro militarismo despreciativo con la tarea de concurrencia popular, no es un acto vindicativo sino una afirmación pública de la defensa de una política emancipatoria.   Las Madres, Abuelas e Hijos de Plaza de Mayo han sido los garantes con su apoyo de que esa justicia, imposible de encontrar sin la concurrencia de la verdad para iluminar la memoria, hoy es posible. Ello nos habilita el acceso a una referencia ética en la nominación de este día como día de la memoria, por la verdad y la justicia.

                                                         Eduardo Foulkes

                                                         Madrid, 24/3/2014


 

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