
“El peronismo se ha llenado de mártires y
entre ellos no hay un solo hombre que, como nuestros enemigos, pueda
ser tildado de asesino con fundamento, como podemos llamarlos a
ellos con razón.
La sangre generosa de estos compañeros caídos por la infamia
“libertadora” será siempre el pedestal de Abel, que los seguirá
hasta su tumba, llenándolos de remordimiento y de vergüenza”
(Juan Domingo Perón -“La fuerza es el derecho de las Bestias”)
Los fusilamientos (asesinatos) de junio 1956
Está de más dicho que el gobierno de Aramburu estaba al tanto de la
iniciativa golpista del General Valle, y la “dejó correr”, para así
poder dar una contundente respuesta a una insurrección que pintaba
como peligrosa, por que involucraba Pueblo y Ejército. Pero, ¿por
qué tanta saña?
Los golpistas de 1955 habían sido la Marina de Guerra, casi en su
totalidad, y un sector del Ejército. Como les hubiera sido difícil
lograr consenso si se presentaban con el programa de entrega de
Patrimonio Social, corte de conquistas obreras, subordinación a las
multinacionales y largo etcétera, buscaron y encontraron un general
nacionalista, católico, que en sus primeros mensajes habló de la
ausencia de “vencedores y vencidos”, y prometió mantener los logros
sociales alcanzados. Por eso, Lonardi duró escaso mes y medio.
Luego, había que depurar el Ejército y de paso, dar un claro mensaje
a los sectores populares que intentaban resistir la avanzada del
Gran Capital. Por eso los fusilamientos. Por eso fueron hechos de
cualquier manera: con pompa militar o sin ella, contra un paredón o
contra una pila de basura, en un cuartel, en una comisaría o a cielo
abierto. De cara a los verdugos o incitándolos a la huida, para
luego balearlos por la espalda.
En la lista de asesinados vamos a encontrar nombres de generales,
coroneles, mayores y tenientes, pero también un cabo músico, un
suboficial de maestranza. Y también: ferroviarios, metalúrgicos, un
policía retirado por asco a su institución, empleados.
La noche del 12 de junio, el General Aramburu se fue a dormir,
negándose a recibir a Susana, la hija de Valle, que venía a pedir
por la vida de su padre. Olvidando (¿olvidando?) que había obtenido
su grado por intervención directa ante el Comandante en Jefe –Perón-
del hombre que iba a asesinar, porque sus mediocres calificaciones
no daban para el ascenso.
El General se fue a dormir. Había dado un paso importante para
restituir al Ejército en el camino de las glorias pasadas: la
campaña al desierto, los fusilamientos en la Patagonia, la
intervención contra Irigoyen. También –pero no lo sabía- lo estaba
preparando para las andanzas futuras: la intervención en el poder
político, la entrega, la represión, la “seguridad nacional”
fronteras adentro, el asesinato solapado.
En términos militares, había instaurado una doctrina. Veinte años
después, otro General -tan mediocre como él- la seguiría a
rajatabla, al negarse a intervenir ante el secuestro de dos monjas
que habían cuidado a su hijo oligofrénico.

Lista de los muertos por la “Revolución Fusiladora”:
Asesinados en Lanús, simulando fusilamiento 10 de Junio de 1956
• Tte. Coronel José Albino Yrigoyen,
• Capitán Jorge Miguel Costales,
• Dante Hipólito Lugo,
• Clemente Braulio Ros,
• Norberto Ros y
• Osvaldo Alberto Albedro.
Asesinados en los basurales de José León Suárez, disparando por la
espalda 10 de junio de 1956
• Carlos Lizaso,
• Nicolás Carranza,
• Francisco Garibotti,
• Vicente Rodríguez y
• Mario Brión
Muertos por la represión en La Plata 10 de junio de 1956
• Carlos Irigoyen,
• Ramón R. Videla y
• Rolando Zanetta.
Fusilados en La Plata 11 y 12 de junio de 1956
• Teniente Coronel Oscar Lorenzo Cogorno,
• Subteniente de Reserva Alberto Abadie
Fusilados en Campo de Mayo 11 de junio de 1956
• Coronel Eduardo Alcibíades Cortines,
• Capitán Néstor Dardo Cano,
• Coronel Ricardo Salomón Ibazeta,
• Capitán Eloy Luis Caro,
• Teniente Primero Jorge Leopoldo Noriega y
• Teniente Primero Maestro de Banda de la Escuela de
• Suboficial Néstor Marcelo Videla
Asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejercito 11 de junio de
1956
• Sub Oficial Principal Ernesto Gareca;
• Sub Oficial Principal Miguel Ángel Paolini;
• Cabo Músico José Miguel Rodríguez;
• Sargento Hugo Eladio Quiroga.
Ametrallado en el Automóvil Club Argentino 11 de junio de 1956
(falleció el 13 de junio de 1956 en el Hospital Fernández)
• Miguel Ángel Maurino
Fusilados en la Penitenciaria Nacional de la Av. Las Heras 11 de
junio de 1956
• Sargento ayudante Isauro Costa
• Sargento carpintero Luis Pugnetti y
• Sargento músico Luciano Isaías Rojas
Fusilado en la Penitenciaria Nacional de la Av.Las Heras 12 de junio
de 1956
• Gral. De División Juan José Valle
Asesinado, simulando suicidio por ahorcamiento, en la Divisional de
Lanús, 28 de junio de 1956, donde estuvo detenido desde el 9 de
junio de 1956
• Aldo Emil Jofré
Carta del General Valle a Aramburu
Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme
asesinado. Debo a mi patria la declaración fidedigna de los
acontecimientos.
Declaro que un grupo de marinos y militares, movidos por ustedes
mismos, son los únicos responsables de lo acaecido. Para liquidar
opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y
sacrificarnos luego fríamente.
Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se
explica que nos esperaran en los cuarteles apuntándonos con las
ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de
estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos
oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí,
bastaba. Pero no, han querido escarmentar al pueblo, cobrarse la
impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los
sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al
día siguiente en solicitadas en los diarios y desahogar una vez más
su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de
asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes, me quedo con la mía. Mi esposa y mi
hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado
por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, ¡hasta ellas!,
verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos.Y si les
sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan.
Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón
del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y
sus hijos bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún
derecho ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
La palabra "monstruos" brota incontenida de cada argentino a cada
paso que da.
Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material
es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más
de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo
argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era
totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa.
Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las
instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no
sacrificamos ni un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido
con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas,
Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo
buscábamos la justicia y la libertad del 95 por ciento de los
argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin
garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada.
No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es
asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto
y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad
como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes
le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en
pugna con la verdadera libertad de la mayoría y un liberalismo
rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro pueblo. Todo
el mundo sabe que la crueldad la dicta el odio, sólo el odio de
clases o el miedo.
Como tienen ustedes los días contados, para liberarse del propio
terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por ese método sólo han
logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán
con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda
la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
Como cristiano me presento ante Dios, quien murió ajusticiado,
perdonando a mis asesinos, y, como argentino, derramo mi sangre por
la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos,
no sólo de minorías privilegiadas.
Espero que el pueblo conocerá algún día esta carta y la proclama
revolucionaria, en las que quedan nuestros ideales en forma
intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de
mentiras contradictorias y ridículas con las que el gobierno trata
de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en
sangre.
Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la
Patria.
Juan José Valle.
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