En el día
de la fecha, en horas de la
madrugada, personas
desconocidas arrojaron en
forma artera un elemento
duro con el que destruyeron
la puerta de entrada al
domicilio particular del
compañero Norberto Galasso.
Es hoy un hecho aislado al
que no corresponde
adjudicarle ninguna acción
concertada de grupos de la
ultraderecha, en la medida
en que ninguna prueba haya
de ello. Sin embargo, por
haber sido cometido el hecho
en forma anónima, sin
amenaza previa y contra uno
de los pensadores y
escritores más públicamente
conocido del pensamiento
nacional y popular, revela
el objetivo de buscar un
efecto intimidatorio general
a toda la militancia. Si
bien es posible que debido a
la falta de testigos la
investigación policial no
arroje resultado concreto,
lo cierto es que se impone
realizar algunas urgentes
precisiones de índole
política.
Como todos sabemos, Norberto
Galasso ha venido cumpliendo
una labor importantísima
acompañando la actual etapa
histórica de liberación
nacional, democrática y
popular, que se abrió a
partir de la asunción de
Néstor Kirchner en mayo de
2003. Mucho más lo ha venido
haciendo con la
profundización del modelo
realizada por la Presidenta
Cristina Fernández. Su tarea
de fuerte contenido
ideológico es incesante y,
últimamente, de alta
exposición pública. A nadie
se le escapa la importancia
política de esta tarea
cultural y política tiene
para la consolidación del
proyecto popular, realizada
por parte de quien desde
hace años es convocado en
forma cotidiana por
organizaciones políticas,
sociales y sindicales de
todo el abanico del
movimiento nacional.
En este contexto, debe
advertirse acerca de la
peligrosidad que el clima
irresponsable de crispación,
que desde la oposición y los
multimedios se ha venido
insistiendo, provocando un
clima de agresividad en
donde cualquier hijo de buen
vecino se puede creer el
hijo del mesías, redentor de
los valores del país
oligárquico que la política
nacional de soberanía y de
inclusión social han puesto
en crisis. Es que la
crispación es, en esencia,
el odio de clase
reactulizado de la clase
dominante ante la creciente
mejora social de las clases
populares.
Debe entonces quedar muy en
claro que la responsabilidad
no recae solo en los
circunstanciales redentores,
sino también en aquellas
usinas mediáticas de la
mentira y la corrupción de
la palabra que llegan al
colmo de la hipocresía al
acusar de autoritaria a esta
etapa histórica que, por el
contrario, representa el
mayor nivel de democracia y
libertad conocidos por los
argentinos, lo que incluso
es reconocido por la
comunidad internacional.
Desde la Corriente Política
Enrique Santos Discépolo no
buscamos generar una
repercusión desmedida ni
despertar expresiones de
solidaridad que, además,
tenemos la certeza de su
existencia sincera, sino
simplemente dar a conocer el
hecho, alertar y prevenir.
Muy especialmente en este
momento en que están
teniendo lugar los
importantes juicios contra
los represores de la última
dictadura cívico militar.
Con el miedo se busca
desalentar esa alianza entre
una juventud que se suma con
pasión a la militancia y la
clase trabajadora
organizada, que anuncia el
mejor futuro posible para el
país.
Esto no debe ser desdeñado
por parte de la militancia
popular, en la antesala de
las cruciales elecciones
para renovar autoridades
políticas que van a conducir
el país en los próximos
años, porque se trata de
prevenir para que no haya ni
ingenuos ni distraídos.
Corriente Política Enrique
Santos Discépolo, 16 de
abril de 2011.