Texto leído en la apertura del acto del 24 de marzo organizado por H.I.J.O.S Madrid * Comisión de Exilados en Madrid * Casa Argentina de Madrid.

 

Hoy, a 35 años del golpe cívico militar en la República Argentina, no me resulta extraño reivindicar la "esperanza". Esta no es una esperanza cualquiera, no, no se confundan. Esta esperanza es la que día a día me arregla el corazón, la que me lame las heridas, la que me ayuda a ver profundo en los ojos de la compañera, del compañero, de los viejos, los hermanos y de los hijos.......... y allí, encontrar abrigo. Suena cursi? lo sé, pero en una época pensé que sólo iba a encontrarla en letras de canciones, o en algún poema, como una fisura que ayudaba un poco soñar ¿Recuerdan cómo eran esos tiempos? si? lo recordamos todos (?) fue en el camino confuso de los 80', que nos llevó a la "larga noche de los 90' ", en lo que parecía el gran triunfo de la dictadura, donde el estado cómplice premió al "desmemoriado" por perdonar algo que no recordaba, o, peor, que no quería recordar ........ y al que sí recordaba y no daba perdón, lo quiso dejar en el olvido........ pero sé que no por suerte, y sí por esperanza, hubo quien suspiró en un grito que "aquellos que quieren olvidar estarán destinados a recordar"......y fue así, el grito hondo de su verdad sanó el recuerdo de nuestros muertos, nos acercó a los que fueron lejos, puso cara y nombre a hijos, nietos y hermanos en el re-encuentro, y abrigaron de esperanza a aquellos que, como yo, teníamos el frío de la larga noche sin memoria.....nadie se quedó sin escuchar, y siento, por esperanza, que nadie se quedará afuera.....

            Los genocidas querían que sólo tuviésemos memoria para el miedo, quisieron desahuciarnos y desencontrarnos. El miedo supo ser una forma efectiva de asfixiar nuestra memoria, de anular nuestra identidad de lucha. Aún hoy intentan salar nuestras heridas, perseguir nuestras esperanzas y atormentarnos con nuevas desapariciones, como Julio López, que nos duele, pero ni así nos tiran atrás, seguimos avanzando sin pausa, como lo hacen ellas, nuestras madres y abuelas. Pocas rondas se han visto que avanzaran tan lejos. Las madres, en sus jueves, no daban una misma pisada, iban construyendo y mostrándonos el camino; en él nos fuimos encontrando todos, en todas partes, nos llenamos de lucha y lo vislumbramos claro: allá adónde vayan los iremos a buscar.

            Todos al fin y al cabo nos reencontramos en la dignidad de la lucha, de nuestras madres y nuestros padres, de nuestras hermanas y nuestros hermanos, de nuestras compañeras y de nuestros compañeros, de quienes cayeron pero están aquí, siempre.

            Construimos historia, construimos memoria y construimos justicia. No sólo en nuestra búsqueda de reparación, sino también desde nuestro anhelo por construir un mundo mejor, porque si consiguiésemos meter en la cárcel hasta el último cómplice, torturador o asesino, dejaríamos de luchar? No. Son muchos los derechos que nos toca reivindicar, y pensar que sólo la reparación de nuestro dolor cerrará las heridas, es tan ingenuo como creer que nuestro abrazo sólo alcanza a las víctimas que cayeron en nuestro tiempo…... e incluso, nuestro suelo…...

            No nos detengamos a la hora de rodar nuestra esperanza, seamos, como fueron nuestros padres, un referente de lucha para las generaciones que (re)tomarán este sueño hecho bandera, velando por la consecución del mismo, frente a este mundo que debe cambiar ya. Y serán entonces quienes reafirmen, que ante los crímenes de los genocidas no habrá olvido ni perdón, que la lucha aún continúa y que la verdad, la justicia y la igualdad, son mas posibles que nunca.

No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos, juicio y castigo para todos los responsables.