vaya este testo de Carlos Pesce, en Caracas,
sobre el fayesimiento de "Palomo" Linares, hermano del pintor Ezequiel,
grandes hombres los dos, y quien tuvo una trayectoria comprometida,
artística y luchadora de la cual el Carlitos, da vero testimonio:
tal ves les sea útil como otro Homenaje para la página!

( CP me encarga de corregir algunas variantes del testo, pero finalmente
lo dejo tal cual él lo consibió y escribió, etc... las fotos que acompanian esta nota,
no tienen desperdisio! ( en una de eyas, casi de perfil, se puede ver
a Germán Rozenmacher, uno de los cuentistas mas talentosos que tuvo el íspa
en aqueyos anios fragorosos! recuerdo vivamente su
"El gato dorado",
piesa narrativa breve de gran fuersa realista y emosional... )
salud y poesía!
poni


 

Y buéh... ahora se murió Salvador Linares...

Dá bronca el ultimamente escribir sobre los amigos artistas que mueren... Dan ganas de decir, de gritar: ¡No... paren...! ¡Los artistas no están solo para morir...!

Y que los recordemos en alguna crónica obituaria, con su toda capacidad vital y su tenacidad escondida para transitar y afrontar el tiempo que les tocó vivir y compartir, siempre en pasado, como unos personajes y tiempos del Quijote...

Sus vidas, no son más extraordinariamente más completas, complejas o importantes, que el más común de los seres humanos...

Pienso que nada más, rescatan y nos remiten a tiempos, conductas, valores y actitudes, de una época sin computadoras, sin internet, sin Facebook, sin Twiter, y tantas imbecilidades sórdidas impuestas y que modernamente nos puedan llevar a pensar que estamos comunicados, que sabemos, que queremos y nos quieren...

Su existencia, (la de Salvador y los artitas en general...) su presencia y hasta su ausencia, nos devuelven a valores humanos, más conmensurables, de una palabra, un trabajo, una risa, un miedo, un pensamiento, un desconcierto...

Y aunque muriendo, nos vuelven a convocar a algo que sentimos tan próximo, tan vigente, y tan escaso... a recuperar el valor de la complicidad existencial...

Salvador Linares era "el Palomo" para sus amigos, apodo que le quedó de una época de antes, en que en los carteles de las plazas de toros de España, brillaba el matador de apellido homónimo, el  "Palomo Linares".

Intuyo que el apodo le quedaba bién a éste argentino, (más por temperamento de palomo, que por el de torero), lejos ya de la ironía de un torero de nombre Salvador...

Palomo era hermano de Ezequiel, un tan introvertido como extraordinario dibujante y pintor, a quien conocí hace años en Madrid donde él vivía exiliado y compartimos amistad  y volví a encontrar años después en Buenos Aires, poco tiempo antes de que muriera, en el año 2001.

En los caminos de la diáspora y los años, el tiempo mezcla, confunde y difumina recuerdos de charlas, bromas, actividades y preocupaciones, contraviniendo coordenadas lógicas de lugares y tiempos, para dar paso a otras complicidades compartidas, de sueños, anhelos, algunos odios y mucho de un arrollador optimismo con sereno y lúcido coraje para afrontar la vida y el futuro... Y hacerle gambetas a la muerte, la misma que en tantos años se llevó a tantos amigos y compañeros de lucha y resistencia.  Y más de una vez, sentimos sus pasos y sus sirenas,  acechándonos en las largas noches y días de oprobiosas dictaduras fascistas latinoamericanas...

Cómo explicar entonces, la cadena de códigos de afectos, de lealtades, de tiempos compartidos, de dolores y miedos, cada uno donde pudo luchar o replegarse... y el imperceptible clic de la mente y la memoria, que nos domesticó a olvidarnos de caras, nombres, lugares, caras o cosas...  De casi todo, menos del afecto...

Un gesto, una actitud, una broma, y ya, sin aportar mayores datos, volvemos a reencontrarnos, burlando el tiempo, los lugares, los nombres, las caras y las cosas...

Con el Palomo, fuimos presentados tres veces en la vida...

Hace poco nomás lo comentábamos riéndonos y reflexionando... Mi emigración a Venezuela hace ya cuatro años, y ahora su muerte, hizo imposible el seguir completando el rompecabezas al revés que sin proponernoslo, se fue conviertiendo la vida de nuestra generación...

Por entonces, creíamos que teníamos el cuadro, la figura completa de como se deberían hacer las cosas para cambiarlas... vinieron los militares fascistas, y patearon la mesa... y por ahí volamos, cada una de sus figuritas, incompletas, partícipes y solitarias, para reencontrándonos, veinte, treinta, cuarenta años después, mantener en la memoria la vigencia del mundo mejor, más justo y solidario que conformaron aquella imagen del año 73 en la Argentina...

Si, fuimos presentados tres veces... La primera, justamente en el año 73.

Yo era un incipiente fotógrafo, y él diagramador de una revista.

Una extraordinaria revista semanal, una especie de revista Hola, de los pobres, de los oprimidos, de los luchadores... Pero  Salvador no era nada más que un diagramador... ponía en ello toda su capacidad y sensibilidad, para en cada foto, en cada título, transmitir algo más que un artículo o un reportaje... ponía ideología...

El mismo nombre o logotipo de la publicación (El Descamisado), fue de su creación... Se habló del título, y él rápidamente, dibujó, garabateó en un papel con un rotulador, a la manera de los grafittis políticos en las paredes, las palabras...

Al principio, previsiblemente, no gustó, (era inaceptable tanta espontaneidad...) y se convocó a otras alternativas de ideas gráficas, más pensadas, más sesudas, más "elaboradas" que las hubo y muy ingeniosas... pero prevaleció y quedó la suya, tan cargada del verdadero sentir y expresar del pueblo y de la calle, que es a donde iba dirigida la publicación...

Y así salió y siguió saliendo...

El semanario pudo ser publicado poco menos de un año... lo suficiente para marcar en la memoria popular, un antes y un después de los medios gráficos impresos...

Las garras civiles y militares de los poderosos ya empezaban a cobrar sus certeras víctimas y sus crímenes y amenazas provocaron las primeras diásporas urbanas...

La supervivencia, nos replegó al aislamiento, al olvidarnos de nombres, caras, casas, lugares y cosas... y la mayoría dejamos de vernos, de saber unos de otros... y hasta era mejor, no intentarlo... y así durante cinco, seis, siete años...

Osvaldo J. era también amigo, periodista y fotógrafo del Desca. Nos reencontramos en el 79, y con él y otros, casi clandestinamente volvíamos a reunirnos con frecuencia en mi casa de entonces... Osvaldo es secuestrado y desaparecido en el 80 por los marinos asesinos...

La dictadura militar estaba en feróz decadencia, y las presiones hasta internacionales lograron que Osvaldo fuera liberado... (hasta el por entonces reciente premio Nóbel de la Paz, Pérez Esquivel, pidió por su liberación...). Y poco tiempo después, Osvaldo vuelve a aparecer con vida, con la "amable" imposición de que debía irse del país... Para lo cual, lógicamente, lo privan de su documentación y pasaporte...

Pero decide viajar, y viaja... Y se le hace una clandestina cena de despedida...

Ahí me vuelven a presentar a Linares, al Palomo... del que ya no me acordaba ni de su nombre, ni de su cara...

Supe muchos años después, que fue uno de los que más rápidamente movilizó todos sus contactos para conseguir la liberación de Osvaldo...

De ésta cena, de ésta reunión, ya hay algunas fotos... que las vimos, mucho tiempo después,  más veinte años, cuando volvimos a ser presentados... y con Osvaldo y con otros, fuimos intentando destejer el tiempo, las historias y las vidas...

Aprendimos a no hacer preguntas... La felicidad del reencuentro allanaba todo...

Los posteriores encuentros con los amigos de entonces, que afortunadamente se sucedieron, se fueron dando entre asados y empanadas... y el festejo de la vida y el estar,   de seguir, solo por momentos, daba paso a los recuerdos, las anécdotas, y remotas certezas de hechos con lo que intentábamos recomponer lo que en definitiva fue conformando nuestras rotas vidas...

Linares, generacionalmente siempre fue mayor que nosotros... calculo que ahora debería andar por casi los ochenta... Tenía una memoria prodigiosa, y ése desplazado sentido de la observación de los artistas, en sus narraciones subjetivas de los hechos... Vivió las dos primeras presidencia de Perón, de las que con cuentagotas narraba los aspectos más positivos y vitales, con su cara de risa, esperanza y alegría... También vió los bombardeos a la Plaza del 55, y padeció todos los años posteriores, de los que con certeza relataba insospechadas tareas de resistencia, de las que fue partícipe y testigo...

Un libro abierto, como decimos los argentinos...

Circuló hace poco tiempo, una teoría que el origen de la humanidad, no estaba en los Urales, sino en el Africa... bueno, con la inmediatez del humor de los amigos argentinos, decidimos que Linares, era negro... Porque sabía todo, conocía todo, se acordaba de todo...

Como todo artista polifacético, incurisionó en casi todas las materias, (incluso la cocina), pero ultimamente se sintió cómodo en la actividad de escribir, y  la amalgamó su pasión por las artes visuales, regresando a la de comentarista e historiador de arte, con una serie de artículos, de entrevistas, con pintores argentinos actuales y de otros tiempos, siempre orientados a la realidad social, que publicó hermosamente graficadas, en la revista Questión Latinoamérica durante más de un año... Y que, incipientemente, fueron conformando, (según me comentaba en sus correos), la próxima y cercana futura compilación en un libro...

Vivió lo que serían sus últimos años, en un departamento a orillas del Riachuelo, en la Boca, un lugar donde transitaran y vivieran otros grandes artistas argentinos, un puerto natural y abandonado en la costa sur de la ciudad de la Capital Argentina, como un símbolo que quizás los incluyera... No ya en su río sucio y contaminado, sino en sus humildes casitas, barcos de colores y su gente... Lugar donde concurrieran y recalaran años atrás, tantos inmigrantes italianos, huyendo de sus guerras y su miseria...

Ahí donde me hicieran la despedida del pequeño grupo de amigos, sobrevivientes del Desca, antes de embarcarme a éste otro viaje tenáz de la aventura del ver y fotografiar el intentar cambiar las cosas si bién los años y las derrotas...

Y sin sospecharlo, nos dimos el último abrazo... yo que me demoré y demoraré en volver, y él que la vida y una enfermedad, se lo llevó...

O no, porque si bien el tiempo y la distancia, sigue mezclando, difuminando todo, me y nos cabe la obligada certeza del seguir y como entonces, estando sin estar, sintiéndonos siempre acompañados por amigos, compañeros, seres humanos que han logrado trascender las obvias coordenadas del tiempo, las distancias, o las tareas... Y la memoria que los recrea,  los aproxima, los acerca y los pervive, en el recuerdo y en la actitud...

En todas partes donde sigan habiendo y existiendo gente con valores, coraje y alegría  para ejercerlos, como trasuntó siempre calladamente el Palomo...

Arrivederci Palomo, y ojalá la metafísica de la vida (y no el terror), nos siga empeñosamente, presentando...

Más adelante, compartiré con los amigos, fragmentos de tus escritos que tan bién contaban de vos y tu mirada...

Afectuosamente,  Carlos Pesce