“Martínez de Hoz es la génesis del golpe de Estado”

 
Eduardo Luis Duhalde. Su papel fue decisivo en el encarcelamiento del jefe civil del golpe de 1976.
 

El secretario de DD.HH. analiza el rol del ministro de Economía durante la dictadura.

 

Por Gabriela Juvenal
gjuvenal@miradasalsur.com

Hasta hace no menos de dos años, cuando los medios de comunicación se referían al 24 de marzo de 1976, era corriente que hablaran de golpe militar, y no tanto de golpe cívico-militar. La detención de José Alfredo Martínez de Hoz abrió la página para instalar y rediscutir el rol de los civiles durante el proceso que actuaron bajo el ala de las Fuerzas Armadas. Entre 1974 y 1975, cuando Joe –como le decían sus amigos– era presidente del Consejo Empresario Argentino (CEA), el diseño del plan económico     que aniquilaría a la clase trabajadora estaba en plena marcha.
Aquella historia, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, la conoce como nadie. En esta entrevista con Miradas al Sur analiza el rol de esos grupos, y no se asombra de que Martínez de Hoz, antes de su detención, haya publicado una solicitada en los dos grandes diarios, tal como solía hacer hace 30 años. “Ahora se comprende mejor la participación de estos grupos en la dictadura, porque son los mismos que operan hoy intentando desestabilizar la democracia”, afirma.

–¿Qué características tenía Martínez de Hoz para haber sido el cerebro del golpe?

–Martínez de Hoz viene de una de las primeras familias terratenientes de la Argentina, beneficiaria de la enfiteusis rivadaviana y luego de los que lo sucedieron en los repartos de tierras públicas que acrecentaron sus fortunas. Partícipe de un negociado de la Conquista del Desierto y, por lo tanto, corresponsables del genocidio de las poblaciones indígenas del sur, los Martínez de hoz ascendieron –dentro del proyecto liberal del los ’80– a cargos como la presidencia de la Sociedad Rural Argentina (SRA), cuyo primer presidente fue su bisabuelo. Así que, por derecho propio, han sido los dirigentes principales del proyecto liberal y luego neoliberal del ajuste perpetuo con que, tanto la Argentina liberal del ’80 como tras la del golpe de 1930 con la década infame y la del ’55, fueron copartícipes de los golpes de Estados y beneficiarios directos en tanto representantes de la oligarquía.

–¿Usted fue alumno de él?

–Sí, lo conocí como profesor de la materia Derecho Agrario en la facultad de Derecho. Era profesor adjunto, y era la única cátedra. Di examen libre.

 –¿Por qué fue el jefe civil de la dictadura?

–Cuando decimos que es el jefe civil de la dictadura tiene que ver con la génesis del golpe de Estado. El plan de Martínez de Hoz se concibe antes de la propia conspiración militar. Hay declaraciones de él en la que se jacta de haber hecho el plan y ante la imposibilidad de que lo aplicara Ítalo Luder desplazando a Isabel Martínez de Perón, a la cual Luder se negó rotundamente, aceleraron los contactos con los militares para el Golpe. Martínez de Hoz fue uno de los jefes y por eso duró cinco años, igual al mandato de Videla. Están sus discursos, su propósito expreso de reducción del salario, destrucción del Estado, de la industria nacional, la concentración del capital porque él representaba a toda la fracción del capital.

–¿Qué función cumplió en la unificación de esos sectores antes enfrentados?

 –El golpe que se da en 1976 no fue sólo para disciplinar a la militancia política, a la clase obrera y al pueblo, sino también para disciplinar las fracciones del capital. Hacia el año 1975 –con el Gobierno de Isabel Perón que no era un auténtico representante de los sectores dominantes– se agudizó la crisis entre los sectores tradicionales, la burguesía agraria y la industrial, con una fuerte presencia de un tercer componente que fue el capital financiero concentrado. En esos años, donde se necesitaba reformular el modelo de acumulación, había disensos entre esas tres fracciones de la clase dominante. Y Martínez de Hoz es quien los unifica porque estaba ligado al sistema bancario de los Bancos suizos; había sido presidente de Acindar y de la Italo Argentina de Electricidad. O sea, tenía una representación importante del capital industrial y al mismo tiempo por su pertenencia a los sectores agrarios y la SRA.

–¿El rol de esos sectores se vio con la 125?

–Yo digo que la receta siempre se repite: Para crear las condiciones del golpe de 1976, antes se realizó un paro agrario y las manifestaciones habían sido encabezadas por el padre de Máxima Zorreguieta, Jorge, al cual lo premian como Secretario de Agricultura. El origen del golpe ni fue militar ni fueron precisamente los sectores civiles los únicos encargados de crear las condiciones. El propio Ricardo Balbín, en un discurso famoso, poco antes del golpe, dijo que no había posibilidad de salvar el orden constitucional. No hay duda de que el sentido fundamental del golpe fue imponer una política de disciplinamiento y que su destinatario fundamental fue la clase obrera; más del 50 por ciento de los desaparecidos son trabajadores, activistas de fábrica, delegados de sección, integrantes de comisiones internas o secretarios generales como Jorge di Pasquale u Oscar Smith. Es evidente el sentido que tuvo la represión, con esa política de ocultar mostrando el terror, multiplicado en las desapariciones.

–¿Cómo se diseñó esa política?

–La publicación de las listas de agentes civiles de la dictadura es prueba de que ellos tenían cooptados –por lo general por parentesco con miembros de suboficiales de las fuerzas– obreros que trabajaban en las fábricas, con lo cual trabajaban a dos puntas. Las listas se confeccionaban por los jefes de personal de las grandes fábricas como sucedía con Mercedes Benz pero también tenían agentes, propio de los servicios, dentro de las propias fábricas. La maquinaria preparatoria fue brutal. Ellos hicieron durante el ’75 un relevamiento completo en todas las grandes fábricas de cuáles eran los activistas más peligrosos. Tenían más información sobre la organización de comisiones internas, asociaciones de trabajadores y de la propia estructura del movimiento sindical que de las organizaciones armadas. Porque ellos sabían bien que tanto Montoneros como el ERP estaban debilitados y en camino de una derrota antes del golpe de Estado del ’76. Su objetivo principal del relevamiento de inteligencia, queda claro, estuvo en la clase obrera organizada.

–Martínez de Hoz está involucrado en infinidad asociaciones ilícitas...

–No se limitó a ser el responsable de ese genocidio económico. Se involucró en múltiples actividades ilícitas, cuyo caso arquetípico es el de los Gutheim, que fueron obligados en cautiverio a firmar un convenio con empresarios en Hong Kong. Pero también está el caso de Casariego de Bel, director del área jurídica financiera del Ministerio de Economía que se había opuesto a indemnizar por segunda vez, porque ya había cobrado la Italo. Salía de su casa, por una citación de Walter Klein, y no regresó más. Está desaparecido. Pero además, en la medida en que la estructura de ese Ministerio facilita a los militares sus propios miembros para que a través de la Comisión de Valores interrogue a los empresarios que el Primer Cuerpo del Ejército secuestraba, existe una implicancia directa de quien era su responsable     y de quien dependía la Comisión de Valores.

–¿Por qué sólo se lo detiene por este caso?

–Está procesado por dos hechos puntuales pero lo cierto es que todavía no se ha agotado ni por mucho las acciones jurídicas tendientes a que pague esos ilícitos. Además, al Estado les insumió altísimos costos, de millones de dólares al pago de la reparación a los empresarios que fueron privados de sus empresas. Sobre eso, falta concluir un trabajo porque tanto en el gobierno de Alfonsín como después, hubo juicios que llegaron a sentencia, que el Estado pagó sumas altísimas a los que habían sido despojados por esas sumas de inventaria cuantificación de empresas, incluidos bancos, bodegas, etcétera. Por eso, Martínez de Hoz es autor de innumerables ilícitos y no puede gozar de privilegios.

–Aduce enfermedad pero puede publicar solicitadas y fúnebres en La Nación…

–Y pasear por Plaza San Martín. Hay gente que manifestó que cuatro días antes de ser detenido, paseó con total impunidad.

–¿Qué diferencia tiene la causa Gutheim con el resto?

–Esta causa estaba prácticamente iniciada con la vuelta de la democracia y se paralizó con el indulto de Menem. La del golpe la inició la Secretaría que presido, aunque no ha avanzado. Sucede que teniendo ahora a Martínez de Hoz y Videla, cambia; la querella va a reforzar su impulso.

–¿Qué rol tuvieron los organismos en eso?

- Naturalmente, fueron ellos los que impulsaron los juicios contra los autores materiales. Eran los carniceros los verdugos. Hoy, esos juicios tienen un cierto desarrollo como para poder ampliar la mirada. Pero fíjese lo que nos ha costado por ejemplo en la figura más emblemática como Martínez de Hoz dentro de los civiles llegar a la inconstitucionalidad de sus indultos.

–¿Y qué hay con el Poder judicial?

– Los indultos se resolvieron rápido porque fueron de los militares. Los usaron y después dejaron de interesarles. Lo de Martínez de Hoz tuvo inexplicables demoras que no son atribuibles a Oyarbide. Fueron 4 años en el que los organismos y la Secretaría querellaron. Sí, en el avance de los juicios existe una sorda complicidad de algunos jueces pero hoy es posible avanzar más sobre la responsabilidad civil de los coautores de esa política represiva.

–¿Por qué?

–Por una creencia general fomentada por los sectores civiles implicados, de que era un golpe de los militares, que no es exacto. Martínez de Hoz no fue el único. Junto al entonces ministro de Justicia, Rodríguez Varela, que anda dando vueltas por ahí haciendo apología al terrorismo de Estado, manejaron dos resortes claves: la economía y la Justicia. Su responsabilidad aparece menos visible al común de los ojos de la gente que el cuartelero. 

 –Usted lo demuestra en su libro El Estado Terrorista Argentino...

–Basta con ver lo que publicaban todos los sectores económicos de poder concentrado y que por supuesto la SRA fue vanguardia, para dar cuenta de ello. En el capítulo del bloque civil de la dictadura, hace muchos años denuncié a los grupos económicos, a miembros del poder judicial, y a los firmantes de las solicitadas de apoyo al proceso.

–¿Qué herencia dejó el plan Martínez?

–Un país devastado y atado al capital financiero con un Domingo Cavallo que convirtió a la deuda privada en estatal, salarios que perdieron más del 50 por ciento de su valor, el desmantelamiento del Estado y después el ajuste brutal de Menem que no es casual que haya indultado a Martínez de Hoz. Eso se completa con las privatizaciones que se implementaron también con las empresas del Estado. Menem completó la obra de Martínez de Hoz. En la dictadura aplicaron una ley de 1970, donde se realizó el salvataje de empresas que tenían dificultes financieras mediante las inversiones del Estado. Así, el Estado pasó a ser accionista y nunca ejerció la titularidad de esas acciones. Y con la dictadura, después, se desprendieron a precio vil de las acciones haciéndole perder al Estado la garantía que tenía de esas inversiones que había puesto para salvar a esas empresas.

–¿Por qué hablamos de golpe cívico?

–Yo creo que empieza a verse más claro a partir del comportamiento en el presente de esos grupos civiles. De esta manera, se comprende mejor la participación que tuvieron los grupos de poder durante el golpe de Estado, los mismos que operan hoy intentando desestabilizar la democracia. Basta con leer los titulares de los diarios de ahora, para comprender el apoyo irrestricto que tuvieron La Nación y Clarín en dictadura. Además, haciendo aparecer como algo inevitable. Hoy se aprovechan de la ley Videla en materia de comunicación. Ninguno de los llamados “grandes diarios” hizo autocrítica por su apoyo descarado al terrorismo de Estado, del que fueron cómplices.

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