Con una muestra
de persistencia
en lograr una
reparación
económica para
los exiliados
en la última
dictadura, el
oficialismo
firmó en
Diputados un
controvertido
dictamen en la
comisión de
Derechos
Humanos.
Un asunto
renacido a
partir de un
proyecto del
diputado
kirchnerista
Hugo Perié,
quien hizo
propio el del
entonces senador
justicialista
Marcelo López
Arias, hoy
diputado.
Iniciativa que
el Senado aprobó
en 2005 y que
Diputados, pese
a haber logrado
los dictámenes
favorables, dejó
en un cajón
debido a las
resistencias que
generaba.
Por lo tanto,
pasado el tercer
período
parlamentario
sin lograr la
sanción de la
Cámara que
faltaba, todo
debió comenzar
de nuevo. Así lo
determina la
llamada Ley
Olmedo.
El pasado martes
lo aprobó la
comisión de
Derechos
Humanos, que
encabeza el
bonaerense Remo
Carlotto, en una
reunión sin
taquígrafos y de
visibles
apuros
porque el
secretario de la
comisión hacía
circular
expedientes para
la firma de
asuntos que
todavía no se
habían
discutido.
Para los
diputados
oficialistas, el
hecho de haber
sido tratado por
la Cámara con
otra composición
de miembros le
daba al trámite
una celeridad
especial,
criterio que los
diputados
opositores,
obviamente, no
compartían.
Tenso clima para
una comisión de
Derechos Humanos
en la que la
palabra
indemnización,
reemplazada en
el nombre de la
ley por la de
"beneficios",
parecía tener
mayor
significado que
la del dolor
"que nos
hermana",
como precisó la
diputada
independiente
Norma Morandini,
una de las voces
que marcó las
diferencias.
"Por hablar del
precio no
hablamos del
valor",
sintetizó.
Según los que se
oponen -y las
críticas que
recibió la
iniciativa ya en
2005-, la ley
beneficiaría
sólo a aquellos
que tuvieron
oportunidad de
irse del país en
plena dictadura,
pero no a los
que sufrieron
"exilios" de
otro tipo, como
mudanzas
obligadas al
interior,
pérdida de
familiares, del
empleo o de
amigos.
Falta el tilde
favorable de la
comisión de
Presupuesto,
luego el
plenario del
cuerpo y después
la aprobación
del Senado.
Pasos de una ley
en la que los
números tienen
hasta ahora
mucho mayor peso
que las
palabras.