COMISION DE EXILIADOS ARGENTINOS EN MADRID - PAGINA PRINCIPAL
MANIFIESTO 2006 Arte, Poesía y Vida
Por Cristina Castello y Ricardo Dessau «Porque
los hombres, Sócrates, han olvidado la obligación de pensar...» Miguel
Betanzos: Sócrates, el sabio
envenenado Nosotros,
poetas del mundo decimos «
¡Basta!» y decimos «lobos».
«Lobos».
Los poetas somos «lobos esteparios», y nos «organizamos», al
modo de los lobos, no al del hombre lobo del hombre.
«Los
lobos sanos y las mujeres sanas... han sido perseguidos, hostigados y
falsamente acusados de ser voraces, taimados y demasiado agresivos y de
valer menos que sus detractores. Han sido el blanco de aquellos que no sólo
quisieran limpiar la selva sino también el territorio salvaje de la
psique, sofocando lo instintivo hasta el punto de no dejar ni rastro de él.
La depredación que ejercen sobre los lobos y las mujeres aquellos que no
los comprenden es sorprendentemente similar.” ¾Clarissa
Pinkola Estés, «Mujeres que corren con los lobos»¾
. Nosotros,
poetas del mundo, somos lobos en defensa de ese «territorio salvaje» y
sublime que, por fortuna, aún existe debajo de la vida transformada en «Dios
Mercado». Los
poetas del mundo aullamos que Que
la poesía destruye y se autodestruye en un solo movimiento. Que
se recrea a sí misma, y recrea el mundo permanentemente. Nietszche: «Di
tu palabra y rómpete». Decimos,
con los surrealistas, que Que
es imaginación. Y
con el fuego prometeico de León Felipe, en un grito de ángeles, aullamos
que Aquí nuestro « ¡Basta!», nuestro aullido, nuestras señales. Y
nuestro intento de alas: 1.
«
¡He aquí el tiempo de los asesinos!», escribió Rimbaud. Este tiempo se
ha extendido hasta el siglo XXI, se ha
profundizado como nunca y, por fin, parece haberse arraigado en 2.
Nosotros,
poetas del mundo, nos revolvemos contra ese «Tiempo de los Asesinos»,
como lo hizo 3.
El
Tiempo de los Poetas es el de las Madres dadoras de Vida. « ¡Ah, qué
buena la tierra de mi huerto. Hace un olor a madre que enamora!» (Miguel
Hernández). 4.
Es
el tiempo de la poesía escrita y cantada en femenino, aunque la cólera,
la disonancia, las aberraciones del lenguaje (para los «académicos»),
la falta de «decoro» (para los «bienpensantes»), y la sed angustiosa
de reparación dominen, y nos muestren como retoños de los viejos «asesinos».
5.
Las
mujeres y los varones poetas del Siglo XXI hemos decidido «matar» con
palabras a los Asesinos con armas. Palabras no regladas por nadie más que
por el propio poeta. Palabras no fraguadas en ninguna fragua más que en
la suya: ni siquiera en la de los dioses, aunque el canto sea un don de
ellos, ni menos que menos en la del lenguaje al uso (o «no lenguaje», en
rigor), burda caricatura del Lenguaje Común y, por tanto, de 6.
La
masa no entiende la poesía; el Pueblo –o lo que aún pueda quedar de él–,
sí. 7.
8.
El
positivismo, el pragmatismo y 9.
De
las dos dimensiones esenciales que nos constituyen (la del «Sí» y la
del «No»), nos han dejado sólo la primera, porque descarada pero
insensiblemente se robaron la segunda. De ahí que los hombres sean hoy la
reproducción fiel de aquel Hombre Unidimensional del que nos habló por
primera vez el filósofo Herbert Marcuse en 1964. 10.
Sin
embargo, El
«No» niega la comodidad, la facilidad y la vulgaridad del dato
inmediato, los «hechos». El «No» es símbolo de libertad. Que
11.
Los
poetas del mundo seremos los Poetas del «No», o no seremos nada. 12.
Para
nosotros « 13.
Ese
«No» es «totalitario» en el mejor sentido del término, es decir, es
un «No» «totalizador». Incluye todos los asuntos del mundo humano,
puesto que «nada humano nos es ajeno». No
nos son ajenos ni el amor, ni el erotismo, ni la sexualidad. Ni
Ni
las hoy llamadas «guerras». «Guerras»,
dicen de las agresiones del Imperio contra los pueblos más débiles de Como
no nos son ajenas la miseria crecientemente «globalizada», ni la
falsedad de los también cada
vez más globalizados «derechos humanos» que, en realidad, son los «derechos
de los solventes». «Derechos
Humanos»: he aquí otra jugarreta con las palabras, esas palabras que
tenemos el deber irrenunciable de defender de todo truco, de todo pase mágico
que pretenda ocultar o deformar la
verdad. 14.
Los
poetas del mundo tenemos el deber de alumbrar auroras. Puesto que nuestro
oficio son las palabras, nuestra obligación ¾junto
a nuestros camaradas creadores de la ficción literaria¾
es la de desenmascarar los millones de términos y frases
obviamente falsos que nos «venden»
como obviamente verdaderos. Al igual que en el caso de los tan recitados «derechos humanos», nuestro deber moral, subversivo, escandaloso, demencial, para el mundo «políticamente correcto», consiste en denunciar la ya insoportablemente extendida y normalizada «defensa del medio ambiente». ¡No! Rechazamos esa bandera cuando, hoy más que nunca, es enarbolada hasta el cielo por los mismos que depredan el planeta sistemáticamente. Abominamos
también del resto de las banderas negras de los piratas del siglo XXI.
Estas banderas ya no ostentan una calavera con dos huesos atravesados. En
una mueca de puro mentir, nos exhiben los rostros de jóvenes bonitas o
fascinantes, según corresponda, rostros con los que nos venden desde un
automóvil hasta la creencia ingenua de que lo único que les importa a
estos Asesinos internacionales, multinacionales y nacionales es nuestro
bienestar o la preservación de ¡Fariseos! Los poetas del mundo tomamos como ejemplo al Cristo de los Evangelios, y marcharemos junto a los Pueblos cuando despierten y griten « ¡Basta!», y echen a los mercaderes del Templo. El
Templo del siglo XXI ya no
está en Jerusalén: es la propia Humanidad encadenada y utilizada como
hiedra enmohecida. « ¡Basta!»: Basta de seres humanos condenados y
agradecidos de ser sometidos a las sombras. 15.
Los
poetas del mundo nos comprometemos al amor. Porque
tenemos la certeza de que ya no se vive el amor en los tiempos del cólera,
sino la cólera despojada de todo amor. Y que por el sexo sin alma, ni
vida, ni albores que nos rodea ¾virtual,
incoloro, inodoro e insípido¾
, el Eros terminó en mera gestualidad patética y olvidó toda
trascendencia. El
deseo pasó a los objetos de consumo y se consumió en ellos. Renunció al
deleite de la comunión de cuerpos, almas y mentes, y convirtió al mundo
en un «no lugar» deserotizado, con hombres y mujeres librados al consumo
de su propia soledad. Nosotros
decimos « ¡Basta!» a este «hoy» deserotizado del mundo, donde cada «yo»
es una mónada sin ventanas desde la cual nadie puede comunicarse con
nadie. En esta compra-venta «global» donde también el amor es una
mercancía, es hora de decir ¾otra
vez con Marcuse¾
que la llamada «Revolución Sexual», que por fin iba a liberarnos y
entregarnos 16.
Un
mundo sin amor es un mundo sin poesía. Si John Donne, Paul Eluard, Julio
Cortázar, Paul Celan, García Lorca, Miguel Hernández, Nazim Hikmet o
Robert Desnos resucitaran en este siglo «cambalache», continuación y
superación insuperable del «cambalache» anterior, no escribirían, sin
embargo, poemas ajenos al erotismo ni a la excelsitud del amor. Y
nosotros, poetas del mundo situados en la más dramática encrucijada de
dos siglos, levantamos sus antorchas y tratamos desesperadamente de
reerotizar el mundo, desde y con nuestra Poesía. 17.
«No son restos, son semillas», dijo Tencha Bussi, frente a los «restos»
de su amadísimo hombre y esposo, Salvador Allende.
Y nosotros, poetas del mundo, nos comprometemos en la
esperanza, en la lucha
celeste y en la siembra. Para poder decir un día: * «Cumplimos. Hemos ‘matado’, con palabras, a los Asesinos». *
«Las semillas dieron sus frutos y petrificaron guadañas, para que nunca
más haya mártires. Nunca. Nunca. ¡Nunca Más!» *
« ¡He aquí
Por fin
El tiempo de los que aman!» [«...
y aun cuando el rebaño pudiera vivir amordazado, aun cuando algunos
toleraran o acaso prefirieran la discreción, él, Sócrates, no imaginaba
siquiera un mundo hecho de silencios, un mundo sin la palabra que
despierta, que aviva, que estimula, un mundo en que no existieran los
versos de Homero ni las tragedias de Eurípides ni las historias de Heródoto.
No imaginaba un mundo ayuno de voces y palabras, pues la palabra era como
el antiguo fuego que Prometeo había robado a los dioses; la palabra
otorgaba sentido al hombre y le confería un aura sagrada, casi divina, y
sin ella quedaba reducido a una mera criatura salvaje y sentenciada a
errar por el mundo como una sombra». Ibídem.] Buenos
Aires, 21 de noviembre de 2005 Para
adherir al Manifiesto, por
favor envía un mensaje a: manifiesto@cristinacastello.com
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