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 FALLECIMIENTO DE HUGO CORES

Amigas, amigos
 
  Entre los textos que hemos circulado estos años entre nuestros amigos uruguayos,  no faltaron algunos con análisis u opiniones de Hugo Cores, secretario del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), pero también ex dirigente de la CNT, ex dirigente estudiantil,
fundador de la Resistencia Obrero-Estudiantil, ex miembro activo de la OPR33, ex diputado frenteamplista y por sobre todo, un militante consecuente del movimiento popular uruguayo. Durante la dictadura uruguaya, (1973-1985 ) se exilió en Argentina, donde estuvo encarcelado en la prisión de Sierra Chica.
 
  Hoy nos llegó la noticia de su repentino fallecimiento, cuando tenía 69 años de edad y una vida entregada a la lucha por la liberación de los pueblos. Perderle nos golpea fuerte y nos priva de un compañero honesto y de un pensamiento lúcido y comprometido. Como crónica de urgencia compartimos este envío de SERPAL con una nota de Andrés Capelán ( Comcosur ) y un reportaje que hiciera Samuel Blixen a Hugo hace poco más de tres meses.-
 
  Un abrazo,
  Carlos
  SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa 
 
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  HUGO CORES VIVE
        Por Andrés Capelán
 

 Anoche, "el Hugo" iba caminando por la calle Ayacucho y se sintió mal. Tocó timbre en una casa y pidió que le llamaran a la emergencia médica. Ya era demasiado tarde, su corazón grande no pudo esperar. Pero Hugo no murió solo, las últimas palabras que escuchó fueron "quedáte tranquilo, Hugo, estás entre  compañeros". Seguro que fue el azar el que guió sus pasos hasta allí, pero  tal vez también pudo haber sido la estrella de Mauricio Gatti, o la de León Duarte, o la de Elena Quinteros, la que le llevó a golpear la puerta del hogar de unos amigos que fueron mis compañeros de militancia en el FER 68.

 

¿Como se escribe el obituario de un amigo? Porque si bien me encontré pocas veces con Hugo (la última en el casamiento de mi hija Lucía), éramos amigos a la distancia y en la sustancia. Hugo fue, sí, un amigo/hermano/padre de mis hijos y de su madre, y siempre estuvo junto a ellos en los momentos difíciles. No puedo entonces escribir esto sino con el corazón lleno de agradecimiento y de dolor, mordiéndome los labios para que la pena no se derrame ahora.

 

El más humilde, Hugo hablaba poco de sí mismo, por lo que resulta difícil reconstruir su peripecia. Había nacido en Villa Crespo, provincia de Buenos Aires, hace menos de 70 años. Militante desde su adolescencia, en 1956, ya estaba fundando la Federación Anarquista Uruguaya. Luego, fundó la Resistencia Obrero Estudiantil, fue dirigente de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, y vicepresidente de la Convención Nacional de Trabajadores. En junio de 1973 participó activamente en la Huelga General contra el Golpe de Estado. Ya en Buenos Aires, en 1975 fundó el Partido por la Victoria del Pueblo; y poco tiempo después fue secuestrado por la patota de la OCOA pero logró escapárseles, aunque fue detenido luego por la policía argentina. Tras permanecer desaparecido 20 días, la presión internacional

logró su reaparición. Estuvo detenido 9 meses en el penal de Sierra Chica, y luego fue expulsado a Francia. Tozudo, inclaudicable, en 1978 ya estaba en San Pablo reorganizando nuevamente su PVP.

 

En 1989 fue electo diputado, y luego fue secretario político del entonces presidente del Frente Amplio y hoy de la República, Tabaré Vázquez.

Historiador, Hugo fue profesor de profesores y autor de varios libros sobre las luchas populares y la historia uruguaya. Desde hace años escribía una fermental columna de análisis político en el diario La República. Su compañero de partido, Milton Romani, lo definió hoy como "un organizador político, un agitador que reunía las virtudes de la pasión y la sensatez". Para Romani, "si hay una palabra que puede darle un perfil a Hugo es Solidaridad", y vaya si tiene razón. Por aquello de "sepan que solo muero si ustedes van aflojando", la muerte de

Hugo nos compromete aún más en la lucha por la Verdad y la Justicia, por la  anulación de la Ley de Caducidad, y por el justo castigo a los terroristas de Estado, a algunos de los cuales pudo ver por fin tras las rejas. Está en nuestras manos pues, continuar la lucha de Hugo, que es la manera de lograr que su alma colmenera siga siempre con nosotros... 

 

Andrés Capelán ( Comcosur )

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ENTREVISTA DE SAMUEL BLIXEN A HUGO CORES (24.08.06)

   

CONTRA UNA VISIÓN DESCAFEINADA DE LA HISTORIA

Entrevista de Samuel Blixen (Brecha)

 

En conversación con BRECHA, el profesor Hugo Cores (dirigente del PVP) analizó uno de los puntos críticos de cualquier intento de producción histórica: el temor de ciertos actores a que el estudio de los orígenes del autoritarismo ponga en evidencia responsabilidades mayúsculas.

 

-Impulsar el estudio de la historia reciente en la enseñanza media me parece que es un paso positivo. Forma parte de un momento histórico en el que la sociedad uruguaya se pregunta acerca de un tramo de su historia sobre el cual hubo un obstáculo de conocimiento muy importante. Todo lo que fue la realidad de la sociedad uruguaya durante la dictadura y en los años previos, en que la prensa fue objeto de prohibiciones  discriminatorias, es absolutamente desconocido por las nuevas generaciones. Mientras se informaba abundantemente sobre ciertas actividades, había otras censuradas, en especial de los sindicatos y los partidos opositores, que expresaban de palabra o de hecho un rechazo al autoritarismo del gobierno colorado de Pacheco Areco.

 

  Conviene recordar que en el período que se inicia con el primer gobierno blanco hubo medidas de seguridad en 1959, en 1961, en 1963, y en 1965 dos veces. Una vez cada dos años medidas de seguridad que daban facultades al gobierno para intervenir la prensa, limitar el derecho de reunión, clausurar sindicatos, detener personas e internarlas en cuarteles. Con el gobierno colorado que emergió de las elecciones de 1966 hubo medidas de seguridad permanentes; se levantaron unos meses en 1968, y otros meses en 1969.  Después siguieron ininterrumpidas hasta 1976. De hecho se convirtieron en el único ordenamiento constitucional que regía, porque el resto de la

Constitución se suspendió en aras de combatir el "desorden".   El decreto de mayo de 1968, que me sorprendió presidiendo una asamblea de 3 mil bancarios en el Palacio Peñarol, se fundamentaba sólo en la agitación  sindical. En 1964, después del golpe en Brasil, la prensa brasileña tiene una dedicación constante a los que llamaba sindicatos "rojos" en Uruguay, una prédica que insistía en la existencia de una subversión sindical. Daban la imagen de que Uruguay era un país al borde de caer en manos del marxismo soviético. ¿Cuál era la realidad, cuáles eran los contextos de aquella época? En ese sentido, me parece fundamental la iniciativa del Codicen para dotar de contenidos al estudio de ese tramo de nuestra historia. Ciertamente hay algo irreparable. La gente que vivió su juventud en aquellos años, en el seno de una familia desinformada, no pudo trasmitirle a sus hijos las vivencias.

 

  Este movimiento cultural que se propone conocer y difundir lo qué pasó realmente enfrenta otro problema: el papel que juega la televisión en la relación entre las personas, entre las generaciones y en la familia. Los de mi generación, cuando niños, tuvimos la suerte de recibir las vivencias de nuestros padres, de compartir los hechos, una huelga, un acto de solidaridad entre compañeros. Hoy esa trasmisión está minimizada. La avidez que hoy existe por el pasado tiene que ver con la carencia de información de los padres, y también porque hay menos vivencia de vida colectiva. 

 

-¿La juventud está verdaderamente interesada en conocer el pasado?

  

-Creo que sí. Pero la enseñanza del pasado va a contracorriente de los entretenimientos que tratan de ganar la atención de los muchachos, las maquinitas, los celulares, Internet, la propia televisión. Internet y celulares proporcionan un mayor contacto, aunque trivial, un área de

comunicación entre personas de una misma generación. Son formas nuevas de relación, pero hay que ver en qué medida satisfacen ciertas inquietudes, porque esa intercomunicación está limitada por los contenidos. 

 

-¿Por qué esa creciente avidez por el pasado no se daba hace diez años?

 

 -Con el advenimiento de un gobierno progresista, con el protagonismo de militantes que fueron objeto de una campaña de difamación pública, socialistas, comunistas, tupamaros que hoy ejercen cargos de responsabilidad, de alguna manera se revela la intención de aquella

difamación, y se reafirma que esos hombres y mujeres siempre estuvieron motivados por el deseo de intervenir en la cosa pública y de dar lo mejor de sí. Por otro lado, al perforarse la impunidad, y al verse obligados sus defensores a reiterar su viejo discurso, entre los historiadores más serios, más académicos, se refuerza la determinación, el desafío de plasmar en una síntesis de contenido científico las verdaderas causas de aquello que hoy sigue acaparando la atención.  

 

-Pero la investigación histórica sigue estando condicionada por la imposibilidad de obtener los documentos y materiales que sirven de soporte para un trabajo de carácter científico.

 

-Son difíciles de conseguir documentos esenciales para el conocimiento del pasado. Todavía hoy es difícil de conseguir un documento hecho por parlamentarios de esta democracia sobre los desaparecidos. No estamos hablando de documentos secretos de la dictadura. Uno de los primeros pasos que podría dar este gobierno es editar esos documentos; una contribución sería editar las actas del Parque Hotel, donde aparece el grado de compromiso de los dirigentes políticos con las violaciones a los derechos humanos; sería revelador y aleccionante comprobar cómo se justificaban aquellos actos terroristas. Es absolutamente imprescindible obtener los documentos, porque hoy nos manejamos básicamente con testimonios de los protagonistas, y los testimonios tienen el defecto de la recreación de la memoria. No obstante, con las nuevas técnicas de investigación histórica, que se asemejan mucho a la investigación judicial, el testimonio es un punto

de partida imprescindible. 

 

-¿La reacción del Partido Nacional expresa un intento de evitar la investigación histórica del pasado?

 

 -Hay una parte de las responsabilidades que le caben al Partido Nacional, sobre las que no se ha puesto el énfasis. Hemos tenido la tendencia a señalar como blanco principal de nuestras críticas a Pacheco, pero hay diez años que preceden a Pacheco, que están llenos de hechos determinantes: por ejemplo, la aceptación del viraje de la diplomacia estadounidense que impulsó la doctrina de la seguridad nacional imponiendo el concepto de enemigo interno. Por ejemplo, el protagonismo de Benito Nardone, que instaló la discusión de si era viable un fascismo uruguayo a partir de la prédica furibundamente anticomunista de quien era a la vez consejero de gobierno y conductor de un programa de radio.   Por ejemplo, la firma de la primera carta de intención con el fmi, que incorporó dos conceptos desconocidos para los uruguayos: apretarse el cinturón y austeridad. Vino la represión contra las grandes huelgas; hubo un consejero ruralista, Faustino Harrison, que propuso "darle unas vacaciones a la democracia". Aparecieron las bandas fascistas del Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad y el Frente Estudiantil de Acción Nacionalista, que organizan el asalto a la Universidad en 1961 y que preanuncian a la Juventud Uruguaya de Pie. Todo esto está hoy pudorosamente silenciado. El debate y la polémica histórica forman parte de la disciplina histórica. Me

llama la atención que se proteste tanto por la expresión del profesor Carlos Demasi, en un taller que duró ocho horas, de que Wilson Ferreira llevó al Partido Nacional a la catástrofe, cuando regresó al país en 1984 después de un largo exilio. Pero Demasi también dijo que Luis Alberto Lacalle formaba parte de aquellos "blancos baratos" de la época anterior a la dictadura, y nadie protestó.

  

-¿Por qué una reacción tan extemporánea acerca de una figura como la de Wilson, compleja y rica en sus contradicciones, como corresponde a alguien que se compromete con la realidad y por tanto se expone? 

 

-La imagen de Wilson ha sido descafeinada por sus propios correligionarios blancos. Todos los discursos de Wilson a lo largo de 1984 están silenciados. En uno de los momentos de mayor elocuencia de sus demandas democráticas, Wilson afirma que cuando las Fuerzas Armadas consideran "pichis" a toda la población, dejan de ser militares para convertirse en parásitos. Los blancos han silenciado toda la militancia de Wilson en el exilio, sus denuncias ante  el Congreso de Estados Unidos, su participación en la Convergencia Democrática, su alianza con el Partido Comunista. Silencian la autocrítica  de Wilson por haber votado la ley de guerra interna y la ley de seguridad

nacional. Después del golpe, Wilson se entrevistó en Buenos Aires con Gerardo Gatti, tuvo una conversación muy franca.  Admitió que el Partido Nacional era muy frágil en su estructura organizativa, que nunca había convocado a sus bases, y que por lo tanto era poco lo que podía hacer para combatir a la dictadura. Y le dijo a Gatti que sería muy oportuno atentar contra un toro propiedad del presidnte Juan

María Bordaberry que cosechaba éxito en la exposición del Prado. Eso lo cuento en mi libro Memorias de la resistencia. Es una anécdota que ejemplifica el carácter de Wilson, como su valentía de reconocer errores, que el Partido Nacional elude. ¿Cómo explicar la estatura de Wilson eludiendo sus contradicciones cuando la ley de caducidad? Los blancos son los principales responsables de la mutilación de la figura de Wilson.

  

-¿Qué hay detrás de esa actitud?

  

-La intención de impedir que su partido sea analizado en el contexto histórico. Su responsabilidad en la génesis del autoritarismo. Hay un

episodio ilustrativo de 1960 o 1961. Una banda atacó un club comunista en la calle Yi, donde vivía una familia. Tiraron 11 cócteles molotov, provocando un incendio de proporciones. Cuando se estaban retirando dispararon con un revólver contra la puerta, y como consecuencia murió un niño. El predominio conservador, la hegemonía de derecha, en el primer gobierno blanco, borró ese episodio de la memoria colectiva. El episodio quedó impune, como quedaron impunes el asalto a la Universidad o el atentado contra Soledad Barret, la estudiante a la que una banda fascista le marcó una esvástica en el cuerpo con un cuchillo.   Esto me lleva a reflexionar que la historia también tienen que escribirla las organizaciones sociales y los partidos políticos; eso favorecería la polémica. Y nos permitiría saber qué hicieron los políticos de los partidos tradicionales durante la dictadura, aquí, en Uruguay. Ese es otro capítulo sumergido. Por ejemplo: desde una postura liberal conservadora, Enrique Tarigo impulsó una visión crítica de la dictadura, pero Julio María Sanguinetti se limitó a administrar la rebeldía ajena, para neutralizarla. El discurso histórico, el alegato histórico, es campo de los historiadores, del reportaje, de las mesas redondas, no es tarea del aparato del Estado. 

 

-¿Cómo sigue esto, a partir de las propuestas de Demasi?

 

-Hay cosas que ya han sido trabajadas. La cuestión de qué fue primero, si la represión o la guerrilla, por ejemplo. Hay trabajos de Caetano, de Rila, de Rico, de Trochón, de Freda, que ya tienen 20 años. La producción histórica se controla por sí misma. Si hay errores se rectifican, se debate. Para dar un ejemplo de debate: me parece relevante, provocadora, la afirmación de Demasi sobre el papel de Estados Unidos en la salida democrática uruguaya. El planteo permite ahondar. Yo creo que en esa actitud de Estados Unidos durante el gobierno de Jimmy Carter tuvieron un papel determinante los sectores minoritarios de la sociedad estadounidense, comprometidos con el drama de nuestros países, que denunciaban ante la prensa y ante el Congreso. Y esos activistas que expresaban su solidaridad se alimentaban de las

informaciones que aportaban los exiliados, que a su vez amplificaban las denuncias que salían de la cárcel y que manejaban los que mantenían la resistencia en el país. Desde el Estado la contribución es la publicación de documentos que están ocultos. Hay, a mi juicio, lentitud en esa contribución, que favorecería no sólo la producción de investigación histórica, sino fundamentalmente el debate colectivo sobre nuestro pasado reciente.

 

 Los ejecutados del segundo vuelo

 

Consultado sobre las revelaciones del secretario de la Presidencia acerca de la ejecución en Montevideo de "21 o 22 militantes" del PVP trasladados en el segundo vuelo, Cores se mostró dolido por la forma en que se manejó esa información.

  

-Acabo de leer algunos medios de prensa en los que se da cuenta de una información vertida por un representante del gobierno ante la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de diputados: 21 o 22 militantes secuestrados en 1976 en Argentina y trasladados a Montevideo en el llamado segundo vuelo fueron primero llevados al Batallón 13 y luego ejecutados. También acabo de leer las actas de esa reunión parlamentaria, realizada el miércoles 23 de agosto.   Las personas a las que se hace referencia como habiendo sido asesinadas

son integrantes del partido al que pertenezco.Desde el punto de vista estrictamente formal, como ciudadanos, realizamos

ante la justicia la denuncia de 11 de los casos de compañeros que formarían parte del grupo objeto del traslado y que habrían sido ejecutados (Gerardo Gatti, Pablo Recagno, María Emilia Islas, Pablo Errandonea, Cecilia Trías, Rafael Lezama, Ary Cabrera, Carlos Rodríguez Mercader). Muchos de los compañeros tienen familiares que también forman parte de nuestro partido.

 

  Desde el inicio, como PVP colaboramos con las investigaciones realizadas por la justicia y por el Parlamento antes de la ley de impunidad. También en los años siguientes. Los datos aportados, que podrían ser fragmentarios o incompletos, nunca contuvieron falseamientos ni exageraciones.   Sobre los compañeros secuestrados en junio (Gatti), julio (Duarte),  setiembre y octubre de 1976 ya hace mucho tiempo que venimos aportando  testimonios, de toda índole, que fueron desoídos. Eran referencias  verdaderas sobre compañeros a los que ahora se reconocerían como formando  parte del segundo vuelo.

 

En ese como en otros terrenos se aceptaron las versiones del tipo "99 por  ciento de las posibilidades", elusivas, falsas y mentirosas por parte de los militares que han manejado y manejan lo que saben de acuerdo a sus intereses y sus manipulaciones.   El PVP es una organización que existió bajo la dictadura. Y aún existe,  con representación en la Mesa Política del Frente Amplio y responsables

conocidos. Tenemos derecho a saber de qué se trata. Nos hemos ganado ese  derecho en la militancia y en la lucha. En la seriedad y la verdad de  nuestras denuncias. La ejecución de los compañeros no es un hecho insignificante. Es una masacre  de presos. Ocultada por el Estado durante treinta años.   Estamos vivos, por eso el episodio nos indigna y nos subleva. No admitimos que una tragedia de esa magnitud se banalice. O se analice con los ojos del "cálculo político".

 

Manejar como se ha hecho la información acerca de los compañeros asesinados  es un estilo que no podemos admitir. Como enteamplistas, ¿de qué clase de organizaciones políticas formamos parte? ¿Cuánto está en pie y cuánto está extinguido de los valores de izquierda y las referencias éticas de la izquierda? Si es la que surge de este episodio, que quede claro que la combatiremos, como hemos hecho siempre. No nos resignaremos a convivir con estas formas de actuar.

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Fuente: Comcosur, Montevideo, Uruguay.
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