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Juan Diego Botto, en la presentación de El
privilegio de ser perro. (EFE) |
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Con 29 años es un curtido actor, oficio que le ha empujado a otras
aventuras como la dirección escénica. Pero Juan Diego Botto no se ha
quedado ahí. También ha escrito El privilegio de ser perro,
texto de su primera puesta en escena, en el que con ironía, desgarro y
ternura habla del exilio y otras formas de emigración. Interpretado por
Alejandro Botto y Ernesto Arango, el montaje se estrena mañana en el
Centro de Nuevos Creadores de Madrid.
Muchos saben que el Centro de Nuevos Creadores (CNC) es un espacio
del que emergen actores con una sólida e incuestionable formación.
Como cabeza visible, la actriz y directora Cristina Rota, de la que se
dice ha sido especialmente dura con dos de sus discípulos: sus hijos
Juan Diego y María Botto.
La producción del CNC nace del impulso de uno de sus fundadores,
pero dejan claro que el proyecto tiene cabida "porque es coherente
con nuestros criterios de trabajo y está comprometido con su
tiempo".
Botto, en El privilegio de ser perro, dirige su mirada hacia sí
mismo y quizá salda cuentas pendientes. Él y parte de su familia
llegaron a España en 1978 huyendo de la dictadura argentina. Menos su
padre, que aún hoy sigue desaparecido. "La obra se adentra,
a través de cuatro monólogos (uno de ellos de Roberto Cossa) y de
cuatro diferentes puntos de vista en lo que es el exilio, la pérdida de
identidad, de raíces, en los procesos que se pasan tanto físicos como
psicológicos cuando alguien viaja en busca de una mejor calidad de
vida", dice Botto, quien, a pesar de la dureza de los temas que
trata, ha intentado dotar los textos de sentido del humor.
Definitivamente adiós, monólogo de Cossa, habla de exilios
de ida y vuelta: "En este caso, se ve cómo las dictaduras
movilizan: en 1936, de España hacia Argentina; en 1976, el viaje a la
inversa", señala el director, que cuenta que el segundo monólogo,
Arquímedes, juega con la perversión de ofrecer la mirada
racista y xenófoba a través de un funcionario instruido que cita a Heráclito,
Freud y Lorca: "Es el arquetipo de un reaccionario, sin llegar al
esperpento". El tercer texto parte de un hecho real; la carta de
dos chavales que escribieron a "los responsables de Europa"
antes de morir congelados en el tren de aterrizaje de un avión:
"Imagino sus conversaciones, lo he escrito con ternura y muy naíf".
El último, que da título al espectáculo, es un exilio más político:
"Se habla de la necesidad de buscar y perseguir la justicia",
dice el director, que se enfrenta a sus nuevos cometidos "con mucha
humildad y con la intención de reflexionar sobre este tema", dice
Botto, que ha contado para el montaje con los actores Ernesto Arango y
Alejandro Botto, este último actor argentino y primo suyo.
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