COMISIÓN DE EXILIADOS ARGENTINOS EN MADRID - PAGINA PRINCIPAL

NOTA REMITIDA POR UNA EXILIADA EN FRANCIA A LOS COMPAÑEROS DE COEPRA EN BUENOS AIRES EN APOYO A LO REALIZADO PARA IMPULSAR LA LEY DE RECONOCIMIENTO DEL EXILIO

 

Francia, 24 de marzo de 2005

 

«Ley del exilio »

 

Hoy, 24 de marzo de 2005, en esta fecha que marcó la historia argentina y la historia personal de una generación, les escribo estas líneas.

 

Han sido escritas con la necesidad imperiosa de decir públicamente y sin tabú qué es el « exilio ». Para que todos los que están trabajando por la « ley del exilio » sepan que están realizando un trabajo de envergadura, ya que es el primer intento serio de restablecer la continuidad de la Historia Argentina introduciendo en ella una generación que, por razones y con medios diferentes, salimos del país.

 

Hoy, casi con 30 años de tiempo transcurrido, recomenzamos a hacer trámites para justificar nuestro exilio. Esto nos ha llevado a juntarnos entre exilados políticos, hablar, revivir los primeros momentos y una gran emoción sube, nos invade, lloramos, contándonos « detalles » que no sabíamos unos de los otros.

 

Todas las emociones, el sufrimiento de todas las pérdidas, de todas las rupturas, de todas las heridas físicas y psíquicas, las dejamos de lado ; las vivimos en la más grande intimidad, sin exteriorizar nuestros sentimientos ni con las personas más cercanas en nuestra vida.

 

A nadie se le hubiera ocurrido hablar de si mismo y sus problemas existenciales, cuando habíamos dejado atrás nuestro, los compañeros, los amigos, los familiares devorados por los monstruos de la dictadura.

 

Nosotros estábamos vivos sin saber ni por qué, ni cómo. El carácter sorprendente de haber sobrevivido, nos tapó la dimensión del simple humano.

 

Y les voy a contar pedacitos de mi historia, ustedes la multiplican por millares y la adaptan a la situación diferente de cada exilado.

 

A mí, el 22 de agosto de 1972, ya me habían matado a mi marido en Trelew. Nosotros estábamos viviendo en la clandestinidad desde 1974, cuando las 3 AAA de Isabel Perón y López Rega nos buscaban.

 

Éramos una familia, yo había tenido 2 hijos con Rubén y me volví a casar, durante ese período de clandestinidad nació mi tercer hija. Cambiamos de nombres y apellidos, cambiamos de casas y los chicos de escuelas y  mientras militábamos tratábamos de estar atentos a todo y no sabemos cómo, ni por qué el monstruo de la represión no llegó a nuestra casa.

 

El 20 de junio de 1977, en el acto por el día de la Bandera, fui a ver cómo mis nenes bailaban la chacarera con pañuelos celestes y blancos…..

 

Ese día  la directora dijo a todas las familias, que a partir de la semana siguiente, la policía iba a venir a las escuelas para hacer la cédula de identidad de menores y que había que preparar las partidas de nacimiento, libretas de matrimonio, etc.

 

Cada día se hacía más difícil hacer documentos falsos, el círculo se cerraba y no podíamos pedir una mano ni a la familia, ni a los amigos, ni a los colegas, ni a los vecinos, ya que era contaminarlos y eso podía haber llevado a que caigan en manos de la represión.

 

En esos momentos, las organizaciones revolucionarias decidieron hacer salir del país a la máxima cantidad de compañeros. Nos dieron una cita en Río de Janeiro y la orden de vender en una semana, lo máximo de cosas y así con la plata recolectada seguir sacando compañeros del país. Todo se debía hacer de manera disimulada, discreta, sin que nadie se de cuenta que nos estábamos yendo…. para siempre.

 

Viajamos el 7 de julio durante las vacaciones de invierno, y nos transformamos en “turistas” sin valija. Dejamos todo, perdimos todo, cerramos la puerta y empezamos a caminar sin saber si llegaríamos a la esquina, al aeropuerto, a la frontera, a Brasil, a Río de Janeiro donde, no teníamos ni la mínima idea de qué iba a pasarnos después.

 

El “exilio” comenzó en ese momento, yo en unas líneas que me escribí  lo comparé a un sismo, cuando la tierra tiembla, se abre, se cae todo y hay que alejarse rápidamente antes que se produzca otro movimiento de tierra, no solamente no se puede volver sino ni siquiera, se puede mirar para atrás, hay que correr para adelante.

 

En ese viaje, llegando a Brasil  fue cuando les dije a mis chicos que no sabíamos cuando íbamos a volver.

 

Mi hija se puso a llorar porque quería el cuaderno con los deberes que le había dado la maestra…Ya hacía tiempo que inventábamos cuentos a la María Elena Walsh para ayudarnos a “vivir”.

 

Llegamos a la cita de Río de Janeiro, otros fueron atrapados por la represión del Plan Cóndor, en los viajes, en las fronteras, en Brasil. hubo muertos en las puertas de las embajadas, secuestraban a argentinos que iban llegando y después, con los Volswagen (el auto de los servicios brasileros) los paseaban por Río para que marquen las casas de los compañeros, nos fuimos dando cuenta del peligro que corríamos. algunas embajadas abrieron sus puertas, recibieron a compañeros en países latinoamericanos : Perú, México, Venezuela, Cuba, etc.

Otros compañeros pedían a los familiares que les manden los documentos si tenían ascendencia española, italiana o alemana, porque esos países los recibían por lazos de sangre,. otros fueron sacados por la embajada de Israel en acuerdo con la ley judía de proteger a todo judío perseguido; otros fueron sacados por las embajadas de Suecia, de Suiza porque estaban muy enfermos, destrozados por las torturas; otros salieron del país con pasaportes verdaderos o falsos; otros se escondieron en las calles de Brasil; otros en fin, se quedaron ocultos en algún lugar recóndito de Argentina esperando que pase la tormenta.

 

Nosotros, nos dimos cuenta una tarde, 20 días después de llegar que había un Volswagen con tipos y armas en la puerta del departamento que habíamos alquilado como “turistas”. Es en ese momento que llamamos por teléfono a la oficina de las Naciones Unidas para explicar la situación, que estábamos con 3 niños y que nadie en el mundo sabía dónde estábamos (nuestro terror era ese,  no que nos mataran a nosotros, sino qué iba a pasar con los chicos solos en Brasil?)

 

La señorita de las  Naciones Unidas nos contestó: señora son las 18 h y ya cerramos, ustedes me dan sus datos y vienen mañana a las 9h todos juntos ; si no llegan es el señal que les paso algo y nosotros nos ocuparemos de buscarlos.

 

Y así hicimos,  esa noche fue mas larga que todas las otras noches vividas en Argentina…

 

Al otro día, llegamos a las 9 y comenzamos el trámite de pedido de asilo político. Mi hijo que tenia 10 años y que estaba canchero con las consignas de la clandestinidad, me lleva a un costado del mostrador donde llenábamos papeles y me dice : ¿mami estas loca? Como se te ocurre decir nuestros verdaderos apellidos ...

 

Eso es el exilio, es salir a comer y no saber qué darles a los chicos, no solamente por problemas de plata, sino también porque la comida era radicalmente diferente, el exilio está hecho de todas esas cosas cotidianas como no tener el Mejoralito, las Curitas, el chupete Dulcito, los únicos remedios mágicos que calmaban todas las nanas de nuestros hijos.

 

Teníamos la “inmunidad casi-diplomática”de estar bajo la responsabilidad de las Naciones Unidas. Ellos buscaban un país europeo que firmara el Tratado de Refugiados y que acepte nuestro legajo. La que iba sufriendo en el mas absoluto silencio era nuestra “inmunidad biológica y psíquica”.

 

Y eso les siguió pasando a muchos de nosotros a lo largo del exilio. En mi caso, se tradujo en una enfermedad que me llevó a tener que operarme y estar internada un mes en el Instituto del Cáncer de Río (nadie se enteró, yo no estaba en ningún lugar del mundo, no entendía el portugués ni lo que me estaba pasando).

 

Mi esposo se ocupaba de los 3 chicos, de ir a Caritas a cobrar la ayuda para vivir y a las Naciones Unidas para ver si algún país nos aceptaba.

 

Cuando me dieron el alta aterrizamos en Francia. Llegaron aviones donde venían compañeros presos expulsados del país que no sabían ni adónde llegaban , ni si estaban en libertad.

 

Otros llegaron a otros países y en cada lugar desciframos códigos sociales desconocidos en lenguas extranjeras y lo hicimos sin perder tiempo, había que aprender en la urgencia, olvidarse de inhibiciones, timideces, dificultades, e integrarse inmediatamente allí donde nos aceptaron.

 

La falta de medio económicos, de bienes materiales mínimos, los problemas administrativos, nuestra lucha difícil y cotidiana no la mostrábamos a nadie, teníamos que estar a la altura de lo que éramos,  luchadores de causas gigantescas.

 

De repente, nos enteramos que éramos latinoamericanos, y que todos nos asociaban con Pinochet. Nos volvimos pedagogos, explicamos la geografía de América del Sur, explicamos que además de la experiencia extraordinaria de Allende y la terriblemente dolorosa de Pinochet, existía una dictadura feroz en Argentina con nombres de generales no conocidos en Europa, explicamos la represión, la persecución, los campos de concentración, los presos políticos, los 30 000 desaparecidos, los millones de personas que vivían en ese infierno. Explicando los robos de bebés y hablamos con pudor de la tortura.

 

Demostramos al mundo que las Madres de la plaza de Mayo y las Abuelas eran el ejemplo mayor de coraje y de lucha en Argentina.  

Al mismo tiempo que denunciábamos, nos reuníamos para tratar de continuar de resolver la “cuestion argentina”. Era nuestra manera de demostrarnos que estábamos vivos, a pesar de todo, a tal punto nos dedicamos a continuar la “militancia”que les contaré una anécdota que viví en el 83 cuando asumió el gobierno de Alfonsin ; una compañera en pleno festejo me dijo discretamente  : Alicia me siento como si me hubieran echado del trabajo ¿qué voy a hacer ahora que se fueron los milicos?  Mientras seguía agitando la bandera celeste y blanca…  

Eso es el exilio, pasar el tiempo a buscar un “sentido a la vida”.

Reivindicando nuestras luchas, recibimos la solidaridad de europeos que habían salido de campos de concentración nazis, que habían escapado del franquismo o de otras dictaduras. En cada país hubo mucha solidaridad con nosotros, lo cual no impide que desde hace 30 años nos preguntan de dónde viene nuestro acento, nos pasamos presentando la Argentina, su historia y su geografía y también hablamos de fútbol y de Maradona.

 

Todas nuestras casas son pequeños museos argentinos donde se escucha tango, folklore, se come dulce de leche, empanadas, asaditos en balcones prohibidos (hasta que un vecino avisa a la policía o a los bomberos),  nunca terminamos de convencer que, cuando tomamos mate, no nos estamos drogando.

 

Este toque humorístico es el espíritu con el que vivimos, para poder afrontar solos todo lo que nos hace sufrir : nos separamos, nos divorciamos, nos enamoramos, nos enfermamos, los extrañábamos, nos volvimos de gente con una trayectoria profesional, política, social en anónimos analfabetos; pero seguíamos enteros.

 

Así crecieron nuestros hijos, yo tuve mi cuarto hijo un año después de llegar a Francia y me salió un apátrida, hasta que lo reconocieron francés y ahora va a ser argentino.

 

Hijos que nos miraban desde un asombro callado a sus padres trabajando en oficios que nunca habían tenido, que escuchan con que dificultad hablamos y escribimos idiomas que ellos dominan y, cuando fueron creciendo, nos pidieron explicaciones : ¿cómo siendo padres que amaban tanto a sus hijos, pudimos arriesgar nuestras vidas y las suyas? Y les hablamos de nuestros ideales por construir una sociedad mejor y más justa. Algunos no se convencieron.

 

Todos siguen construyendo sus personalidades, sus historias en otras culturas y solitos tuvieron que encontrar su equilibrio con padres que vivían en una esquizofrenia permanente.  

Vivimos en el país del exilio, haciendo como que era un lugar definitivo y todos queríamos que sea provisorio, nos pasamos imaginando proyectos que algunos lograron concretizar en su vuelta.

 

 

Nos impregnamos de las nuevas culturas, pero nunca tan a fondo como para que no quede el espacio de la comparación, de la nostalgia de nuestro paraíso perdido. Nuestra esquizofrenia nos lleva a sonar en francés o en otro idioma con el chico de la vuelta de casa en Flores.

 

Nos pasamos contando anécdotas de nuestra historia, hacemos árboles genealógicos, de repente cuando hoy se acercan nuestros nietos, se nos llenan los ojos de lagrimas escondidas, que venimos guardando hace anos y no podemos hablar de nuestros padres, hermanos, familiares, amigos que se murieron allí y no pudimos estar a su lado.

 

El estar “solos” y “lejos” nos llevo a caos interiores, nos volvimos mas “locos”, mas “hipocondríacos”, casi todos somos alérgicos a árboles y flores magníficamente extranjeras  y muchos  no sobrevivieron a la sobrevida.

 

Descubrimos talentos, capacidades, defectos y virtudes que no conocíamos de nosotros mismos. Esa fue la riqueza que nos aporto el exilio, nadie se volvió millonario por vivir en un país desarrollado, pero aprendimos en esos países nuevos idiomas, vimos hermosos paisajes, descubrimos otras culturas, otros sabores, otros gustos y olores.

 

Nos dimos poco a poco cuenta que no éramos inmortales, ni superhombres. Le comenzamos a dar importancia a cada gesto, a cada palabra, a la vida “ordinaria”. Aprendimos la paciencia, la tolerancia, el respeto frente a otras gentes e ideas.

 

El exilado político argentino es respetado, escuchado, se gano un lugar en cada país por la fuerza interior que demostró siempre y por la fidelidad a los valores morales fundamentales ; ese respeto hoy parece que esta llegando a la Argentina. Esta vez con el trabajo de la “ley del exilio” parece que las cosas se están poniendo en su lugar.

 

Nunca podremos recuperar las personas que fuimos, ni las casa que nos rompieron , el exilio produce una herida total – profunda- irreversible, te quedas partido en dos. Por suerte, nos llevamos nuestras raíces en nuestros bolsillos, porque ellas nos permiten saber de donde venimos, porque de ellas salieron nuestros hijos que hoy le han puesto a nuestros nietos nombres de compañeros, ¡qué revancha! Ni nos callamos, ni nos mataron, hoy transmitimos nuestra historia en los 5 continentes.

 

Somos los campeones de la resistencia (de moda en Francia) que es la capacidad de superar los traumas y continuar a construir la vida. Y ahora ustedes desde allí nos reconocen como “victimas de la dictadura y la represión.” No nos justificaremos mas por estar vivos, por haber rehecho nuestras vidas.

 

No seremos “turistas” cuando volvemos a Argentina. Seremos argentinos enteros en cualquier parte del mundo. Seremos una solo persona aunque tengamos varios pasaportes y comenzaremos a hacer los duelos interminables. Considero que se deben concretizar las reivindicaciones que propone la “ley del exilio” como un trabajo fundamental y urgente.

 

Pero queda un gran camino para recorrer, que es el de incorporar en la memoria colectiva  y a  la historia argentina toda  nuestra diáspora.

 

Hubo miles de personas que se fueron por no jugar a la ruleta rusa con sus vidas, por sentirse en peligro. Nuestra muerte era anunciada y la de ellos posible.

 

No olvidemos las palabras del gobernador de Buenos Aires, el general Iberico Manuel Saint-Jean,  durante la dictadura : vamos a matar a todos los agentes de la subversión, después a sus colaboradores y a los simpatizantes, luego a los indiferentes y después a los tímidos 

El y los otros asesinos cumplieron con sus palabras.

Por eso se  debe reconocer que falta en el país una generación entre muertos y vivos ausentes y a todos ellos se le debe dar el lugar que les corresponde en la Historia Argentina.

Ya que los vivos ausentes seguimos unidos a todos ustedes .

 

 

                                           ALICIA BONET-KRUEGER

                                            Argentina y exiliada

                                           Francia, 24 de marzo 2005