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“TIRO DE GRACIA” Podríamos decir que no vamos a
ver nada. Por más que nos esforcemos, sólo veremos nada. Sí: un mundo de
secuencias de una juventud despistada, desnortada, agarrada a sí misma
desesperadamente por no contar con otro asidero. Sí: son los finales de la década
del 60 en Buenos Aires y hay frenesí recalentado, ganas de romperlo todo, otear
de frente la proto-tormenta genocida que se
adensa en el horizonte de aquellos días. Sí: un incipiente y arltiano salvese-quien-pueda,
que hoy es moneda corriente a cambio no de vivir sino de durar sea como sea. Y
por todos lados la impunidad con sus pasos inclementes. Y hay imaginarias
escenas de fusilamientos goyescos que poco después serán dura realidad. Y esta
la Guerra Civil Española omnipresente, contada y recontada en sus desaforados
detalles y fechas puntuales de una inimaginable resonancia. Y los bares, llenos
de la espuma y el humo de los sueños consumidos de un trago como cerveza fría
y como pucho quemado con ansiedad, pasan en caravana. Y va y viene la derrota
anticipada, el fracaso inminente, las tentativas para salir de pobres aunque
existencialmente no lo fuéramos. Se mal/trata a la esperanza a cachetazos, se
le exige que comparezca perentoriamente, que no nos deje en ese barco ebrio
encallado a la fina capa de asfalto cubriendo una pampa inmensa. Están los
gomías,
los compañeros, los cómplices. Todos en búsqueda ( y algunos en búsqueda y
captura ). Y, quiérase o no, están los atravesados por el inconsciente, por el
surrealismo, por la revolución cubana. Ojito: el Che era asesinado en la
Quebrada del Yuro, Bolivia, para ese mismo entonces, y una inmensa frustración
y un gran ejemplo de vivir para luchar, nos conmociona. Es la hora de los
hornos, la hora en que los publicistas ahorran menega para filmar sus pinitos
epistemológicos, la hora en que las jóvenes vedettes de deslizan sin saberlo
hacia la carne de piedra de los boxeadores famosos. Toda una panoplia humano, un
desfile de rostros imborrables, una catarata de documentos mal procesados, peor
preservados, faltamente escritos. Un tiempo de pesos pesados, de pasos pisados,
de pesas pasadas. Una fuga hacia adelante. Una fantasmagoría impresa en
celuloide: la vida picadita servida en bandeja de vidrio. Sólo la poesía podrá
aludir a ese trance fugaz? Pues entonces estaremos ante un poema visual. No habría
de dejar borrar aquel café caliente? Pues aquí tenemos los restos de aquellos
posos. No es la totalidad ni la pretende. Es una astilla del bibelot de
porcelana china que fue el Baires de los sesenta. Se cayó. No: lo arrojaron al
suelo. Se rompío. No: lo pulverizaron a bastonazos. Y bailaron malambo con
botas militares sobre sus restos. Quedó un inmenso agujero negro en el tejido
social y aquí ya están los indicios. Y hoy y aunque como los libertarios
rabelesianos que somos no nos gusta mirar al mundo por el ojo de una cerradura,
sin será igual ni habrá que esperar ningún advenimiento de los dioses. Este
cine te muestra: no hay revelación y el propio pesimismo ya es hastío, galopa
el deliro desatado como rebelión posible, se pita y se chupa y se come
cualquier cosa para alcanzar unos granitos de trascendencia. Te rememora: tiene
que haber algún propósito por algo, un lugar de la calma, la paz de un amor
sin engaños que no sea tiro de gracia. Tiene que haber un mundo igualitario y
libre donde hombres y mujeres reconozcan su altura, su grandeza, su confianza.
Pero no se puede abrazar toda la complejidad en 101 minutos. Pero
no
se
puede
abrazar toda esa complejidad. Pero no se puede abrazar. Poni
MICHARVEGAS / Matriz / D808NE (antiguo 28.XI.03) VOLVER
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