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Deia 9 12 2001

Asumimos el riesgo de un fracaso de la Conferencia de Paz

Jonan Fernández

Cirilo Dávila

Corresponsal político

ocho moderadores para realizar, después de múltiples contactos, un folio de consenso en seis meses. Quizás ésta sea la imagen más elocuente de la Conferencia de Paz promovida por Elkarri a la hora de buscar un testimonio de hasta qué punto resulta en Euskadi cerrar un acuerdo plural, por mínimo que sea. Jonan Fernández es la cabeza visible de un movimiento social que, a tenor de algunas descalificaciones, parece que "mancha". Cualquier aproximación a Elkarri supone entrar en la órbita de la sospecha a ojos de La Moncloa. Inasequibles al desaliente, vacunados incluso contra el posible fracaso de esta iniciativa, Elkarri sigue administrando su tiempo a favor de la paz.

Ustedes siguen adelante, a pesar de todo.

Sí. No tenemos intención alguna de arrojar la toalla.

¿Siguen con el plan previsto de vuelo para sobrevolar tantas dificultades?

No podemos hacer otra cosa. Debemos ajustarnos al guión. Según éste, a estas alturas debían estar en marcha cuatro proyectos y los cuatro están funcionando a pleno rendimiento.

No todo son luces.

No. Eso es inevitable, también hay alguna sombra.

¿El PP no les recibe?

Bueno... Lo que no hemos conseguido es que el PP se incorpore de alguna manera a este proyecto.

¿Seguirán llamando a su puerta?

Respetamos su decisión y, a pesar de que ahora estén en esta postura,vamos a intentar por todos los medios que se puedan imaginar el invitarles e informarles para que encuentren una forma cómoda de estar en esta Conferencia.

¿Esta sombra eclipsa el resto del trabajo?

No, ni mucho menos. También hay que subrayar lo positivo y en esta parcela destaca la gran respuesta social y, en segundo lugar, el importante apoyo que hemos recogido en el Comité de Honor, en el Comité de Barcelona y en el de Madrid.

En un clima beligerante contra ustedes no debe haber resultado fácil este respaldo.

No. Por eso nunca agradeceremos suficiente a quienes han firmado y han dado su apoyo a la Conferencia de Paz. Son momentos muy difíciles para comprometerse en cosas como éstas.

¿Por qué?

Porque son asuntos arriesgados y de gran incertidumbre.

Ante esto, ustedes han echado mano de la discreción.

Es el mejor remedio para evitar otro tipo de daños. El tercer proyecto puesto en marcha es ejemplo de ello. Ocho moderadores llevan dos meses trabajando con seriedad, con discreción.

¿Por qué ustedes siguen estando bajo el foco de la sospecha para la corriente de opinión española?

Porque vivimos en una situación donde prima una desconfianza feroz que condiciona y mediatiza todas las relaciones y las iniciativas. Por eso no nos extraña que la Conferencia de Paz suscite en algunos sectores esa desconfianza.

¿Es responsabilidad suya deshacer este equívoco?

Sí. Debemos insistir en que la Conferencia es lo que dice ser y quiere ir a donde dice que irá. En estos momentos, esa desconfianza es el obstáculo número uno.

Tal vez porque proponen un ejercicio difícil: escuchar y ponerse en el lugar del "otro" para entender sus razones.

Es un ejercicio que, indudablemente, genera incertidumbre e inseguridad, pero es inevitable. Tarde o temprano habrá que hacerlo.

Algunos apuestan por "el cuanto más tarde mejor"

Ya... Se ha adueñado de la política el a priori, el prejuicio y el juicio de intención, que son formas de desconfianza. Es algo que debería analizarse...

Usted mismo...

Es que esta situación representa toda una paradoja. Da igual que el santo más santo exponga una propuesta virgen, inmejorable y mágica. Terminará siendo mirada con sospecha.

¿Cómo se gana la partida a este pesimismo?

Descargando esa desconfianza.

¿Ustedes manchan?

A ojos de algunos, sí. Sin embargo, nuestra invitación no tiene contraindicaciones. No estamos sometiendo a los partidos políticos al riesgo de la imagen pública. Nadie ha visto ninguna reunión de partidos políticos en torno a la Conferencia de Paz. Es un trabajo reservado.

¿Qué ponen ustedes?

Asumimos el riesgo al fracaso. Las fuerzas políticas no contraen ningún riesgo ni ningún compromiso.

¿Da idea de la aventura en la que están embarcados que se hayan marcado seis meses para obtener un folio de consenso?

Por ejemplo. Son tantos los recelos y la desconfianza que los obstáculos parecen enormes e infranqueables. Igual para redactar un folio solamente hace falta seis horas, pero para ponerse en disposición de poder redactarlo conjuntamente igual hacen falta cinco meses y 29 días.

Vaya condena...

(Sonríe) Si se consigue, no.

Sin el PP, ¿se han sumado el Foro de Ermua y Basta Ya?

Los contactos no pasan de ser contactos personales. La situación, con ellos, es difícil.

PUESTOS A IR poniendo alternativas encima de la mesa, Jonan Fernández está convencido de que la figura de un árbitro internacional sería para Euskadi algo más que una figura de barro recibiendo visitas en el portal de Belén...

¿Ve factible esta figura?

Nosotros estamos convencidos de que ayudaría bastante a desbloquear la situación, pero hay algunos partidos políticos que son reacios a encajarla.

¿Por qué?

Piensan que el trabajo de un árbitro internacional derivaría en una especie de intromisión. Están más por la labor de descartarlo. Ése es otro de los problemas con el que nos hemos topado.

Y con el de ETA, que no para.

El impacto de los atentados y la violencia es disolvente.

¿En qué sentido?

El desgarro que genera en el tejido social, en la confianza de la gente, en las víctimas, en las familias... Es terrible. Esto tiene un efecto negativo en cualquier intento de buscar soluciones.

¿Y reafirma el inmovilismo?

Diría que sí. La violencia fortalece las posiciones más enrocadas.

¿Han recibido recomendaciones de que mejor dejarlo como está?

De todo hay... Sin embargo, este año han sido mucho más numerosos los mensajes de ánimo que nos da la gente en la calle para que no paremos hasta conseguirlo.

¿Han tirado para ello la casa por la ventana?

No nos quedaba otra opción. Ha terminado siendo también un reto personal.